viernes, 25 de marzo de 2022

Penosa emergencia democrática

 


Penosa emergencia democrática

por Enrique Guillermo Avogadro (Nota N° 830)

 

“Si la guardia roja de la corrección política aún no te ha tratado de fascista, tienes que empezar a dudar de tu libertad de pensamiento”. Roger Scruton

 

A cuarenta y seis años del comienzo del Proceso, la izquierda y La Cámpora realizaron sendos actos de recordación; invocaron como siempre, una parcial y tergiversada Memoria, una falseada Verdad y una inexistente y cooptada Justicia. Me parece repugnante que, habiendo transcurrido tantos años, la sociedad continúe sosteniendo su hipocresía y permita que se ejerza tanta inmunda venganza contra los militares que, convocada por toda ella, ganaron la guerra militar (aunque, obviamente, hayan perdido la batalla cultural). Francia y Alemania, que se mataron por millones durante la II Guerra Mundial, sólo siete años después firmaran el Pacto del Carbón y del Acero, cuna de la Comunidad Europea, mientras que aquí seguimos mirando por el espejo retrovisor y fogoneando mayores rivalidades.

  

Volviendo a la realidad, siempre más urgente, la semana ha dejado expuesta la crisis ¿terminal? que sufre el Frente para Todos, ese adefesio que inventó Cristina Fernández para unir al peronismo en 2019 y devolverlo al poder. Salvo su nueva alianza -el tan activo trotsko-kirchnerismo- todo el arco político coincide en el diagnóstico de los problemas que aquejan a la Argentina y la condenan a la permanente decadencia aunque, bien es cierto, no se pone de acuerdo en el tratamiento de esa complicadísima patología.

 

El cuadro contiene, como elemento principal, el sideral gasto público (sobre todo, el de la eternizada casta instalada en el Estado) compuesto por jubilaciones a gente que no ha realizado aportes, planes sociales que fomentan no trabajar, subsidios disparatados a la energía, poderes legislativos provinciales inútiles y costosísimos, despilfarro sin medida y rampante corrupción. A ello se agregan dolencias estructurales, principalmente cambio permanente de las reglas de juego, inseguridad jurídica e ineficiente Justicia, inexistencia de moneda nacional, leyes laborales arcaicas, sistema electoral perverso, arbitrario y expoliador esquema tributario, injustificables empresas estatales deficitarias, pobreza estructural, deficitaria infraestructura vial y ferroviaria, dependencia energética, perversa política inmigratoria, salud pública estúpida y en crisis, educación destruida hasta los cimientos, rampante narcotráfico, inseguridad ciudadana, barreras a la exportación y a la remesa de utilidades, y otros que usted mismo puede incorporar.

 

Las medidas que se deben adoptar de inmediato para corregir esa gigantesca panoplia de taras, impedimentos y trabas, esenciales para que argentinos y extranjeros volvamos a confiar en el país, pero que siempre perjudicarán el status quo en el que sobrevive un alto porcentaje de la sociedad y los políticos que medran con la necesidad de los más pobres, encontrarán naturales resistencias que las hacen muy difíciles de concretar. Ya hemos visto cómo fracasó el gradualismo, imaginado para no generar más daño en el lastimado tejido social, cuando se secaron las fuentes de financiamiento y los factores climáticos fueron adversos.

 

Piense, solamente, que hoy un 70% de la ciudadanía vive del producido del restante 30%, pero todos votan; entonces, ¿elegiría ese tan mayoritario sector a alguien que propusiera, por ejemplo, transformar todos los planes sociales en trabajo genuino o elevar sostenidamente la edad jubilatoria? Y sabemos cómo se comporta la casta política cuando proyectos de ley indispensables –boleta única de papel, ficha limpia, limitación en el número de asesores, etc.- amenazan sus injustificables privilegios. Ante una tentativa de shock para achicar el gasto, ¿cómo cree que reaccionarían los senadores y diputados nacionales, los gobernadores y sus legislaturas provinciales, los intendentes y sus concejos deliberantes?

 

Y qué decir de los eternos dirigentes sindicales que, con los recursos de las obras sociales que les concedió Juan Carlos Onganía, se han convertido en magnates a costa de sus menguantes afiliados: ¿los imagina aceptando mansamente los imprescindibles cambios en la legislación laboral y, si no el cierre o la privatización de Aerolíneas Argentinas, al menos la apertura total de los cielos a la competencia?, ¿o a los Moyano tolerando que, principalmente, el transporte de mercaderías se realice por tren? Los dueños de medios de comunicación que sólo sobreviven por la ingente pauta publicitaria oficial que se les asigna, ¿prestarán su conformidad al cierre de esa canilla gigantesca o saldrán, todos los días y a toda hora, a influir sobre la opinión pública para soliviantarla y desestabilizar al gobierno?

 

La semana pasada cerré mi columna dando una buena noticia: las fundaciones que responden a los cuatro partidos que integran Juntos por el Cambio (PRO, UCR, CC y el peronismo de Miguel Angel Pichetto) están trabajando en la preparación de un único plan de gobierno, que pretenden tener listo para presentar a la sociedad el año próximo. Sin embargo, han surgido ahora algunas nubes que oscurecen ese idílico horizonte: la crisis que amenaza con hacer estallar al Frente para Todos, según algunos trascendidos, podría derivar en una salida anticipada del poder de Alberto y Cristina Fernández y debería llamarse a una Asamblea Legislativa.

 

No me parece un escenario probable, toda vez que la PresidenteVice quedaría expuesta a la detención inmediata en algunas de las causas penales que la afectan; sólo podría evitarlo emigrando a algún paraíso socialista dispuesto a recibirla. Creo, más bien, que llegarán a 2023 aunque sea con muletas, y ella resolverá ese intríngulis obteniendo entonces una banca en el Senado; es cierto que implicaría asumir un riesgo: ante una derrota: ¿y si sus colegas le dieran vuelta la cara y la desaforaran?

 

Bs.As., 26 Mar 22

viernes, 18 de marzo de 2022

La muerte del viejo cisne

 


La muerte del viejo cisne

por Enrique Guillermo Avogadro (Nota N° 829)

 

“Habían dejado de practicar los ritos de la mentira

 que, con frecuencia, son asimismo los de la amistad”.

 Jean Lartéguy

 

El jueves asistimos a un fenómeno sumamente curioso si lo miramos a la luz de los últimos diecinueve años de la historia política nacional, a los cuales debiéramos sumar otros ocho de la provincial de Santa Cruz: Cristina Fernández dejó de ser el macho alfa del peronismo, aquél que tan inexplicable temor causaba entre las huestes de sus barones. En el Senado, como ya había sucedido en Diputados, sus fieles quedaron reducidos a un más que magro 30% de la bancada peronista, o sea, sólo un 9,50% del total.

 

Esta situación significa que, a partir de ahora, el gobierno de Alberto Fernández, ese raro artefacto electoral que ella diseñó, comparte desde 2019 y que ayer abandonó, comenzará a recibir feroces andanadas de fuego “amigo” desde las valiosas y cuantiosas trincheras que La Cámpora, a pesar de todo, conserva dentro del andamiaje del Estado, tales como ANSES, PAMI, Aerolíneas Argentinas, YPF, el área de energía, etc.; las hordas que aún siguen el inverosímil liderazgo de Máximo Kirchner pueden ser ignorantes, soberbios, corruptos y cuantos calificativos a usted se le ocurran, pero nos son idiotas y cuidan su caja.

 

Una vez más, el peronismo –como el radicalismo, en épocas de Fernando de la Rúa- juega a ser oficialismo y oposición. Aún en el primer gobierno del fundador de la marca registrada, algunos gremios que lo acompañaban acríticamente se rebelaron cuando el conductor, apretado por la crisis económica que su populismo había generado, tuvo que dar un fuerte volantazo, imponer la austeridad y abrir los brazos al capital extranjero que tanto pedía combatir desde las estrofas de la famosa marchita.

 

Más tarde, ya en los 70’s, los terroristas montoneros, calificados por el General Juan Perón como la “juventud maravillosa” que integraba sus “formaciones especiales” y fueron a recibirlo a su regreso desde España se enfrentaron a balazo limpio con los asesinos de la Triple A, que acompañaban esos mismos cánticos al líder. Cuando éste asumió la Presidencia, los locos subversivos se sintieron traicionados y le hicieron una advertencia matando a José Ignacio Rucci, a quien tanto quería; cuando fue desoída, asaltaron cuarteles e instalaciones de las fuerzas armadas, mientras sembraban de bombas y cadáveres todo el territorio nacional, siempre en nombre del Presidente y, luego, su viuda y sucesora ordenó aniquilarlos.

 

El comienzo de la guerra interna del Frente para Todos fue la primera epístola que Cristina Fernández hizo pública, se profundizó con la masiva renuncia -rápidamente retirada- de los camporistas del gabinete, y tuvo su culminación cuando Máximo Kirchner resignó el cargo de jefe de la bancada oficialista en Diputados, no a la protectora banca que le da fueros.

 

A la vista de todos, grupos enloquecidos que hubieran seguido a Néstor Kirchner sin dudar, volvieron a apedrear el Congreso cuando se discutía el arreglo con el FMI en la Cámara baja. ¿Es tan disparatado, entonces, pensar que  podemos estar a días de un nuevo combate en las calles entre el trotsko-kirchnerismo y el peronismo racional y, por ello, republicano?

 

Pero, en cambio, no tengo ninguna duda que la actitud de la ex-emperatriz, reflejada en las órdenes que impartió a sus batallones para que votaran en contra del flaco acuerdo con el FMI, aún a costa de infligir mayores daños a la por demás sufrida población, obedeció sólo a la necesidad de conservar su capital simbólico, afincado en el Conurbano bonaerense, que le permita convertirse en feroz y destituyente oposición a quien elijamos en 2023, si el Presidente logra sobrevivir hasta entonces a los misiles termobáricos que lloverán de ahora en más sobre el neonato “albertistismo” residente en la Casa Rosada.

 

Todo el léxico militar que he empleado esta nota deriva de la inoportuna y desconsiderada forma en que Alberto Fernández anunció esta semana que ayer comenzaría aquí “una nueva guerra”, ahora contra la inflación. Alguien hubiera debido recordarle que lleva más de dos años en ejercicio de su cargo, y que nuestros índices ya superan a los de Venezuela, paraíso del socialismo del siglo XXI. En la medida en que no se reduzca drásticamente el gasto público, comenzando por el que deriva de los obscenos privilegios de la clase política, se detenga la irracional emisión monetaria, se recupere la confianza y regresen las inversiones genuinas, no habrá un general que pueda siquiera obtener un transitorio éxito.

 

Por donde lo miremos (economía, seguridad, pobreza, educación, salud, defensa, justicia, etc.), el país está destruido hasta los cimientos por un populismo que, por haberlo transitado durante ocho décadas, tanto ha permeado en la sociedad y al cual tanto costará erradicar. Sin embargo, hay una luz al final del túnel: cuatro fundaciones, creadas en el seno de cada uno de los partidos que integran Juntos por el Cambio, están trabajando simultáneamente en la preparación de planes de gobierno y definición de políticas de Estado, que serán presentados a la ciudadanía para requerir su apoyo el año próximo.

 

Una vez más, estará en nuestras manos elegir entre un país inviable a muy corto plazo o una nación que pueda presentarse con dignidad ante el mundo, segura de su destino. Espero que, entonces, no nos inclinemos por comprar más túnel.

 

Bs.As., 19 Mar 22  

viernes, 11 de marzo de 2022

Llueve sopa …

 


Llueve sopa …

por Enrique Guillermo Avogadro (Nota N° 828)

 

“La memoria es el único paraíso del que no podemos ser expulsados”.

Johann Paul Friedrich Richter

 

… y, tal como nos ha sucedido al menos en las últimas ocho décadas, no tenemos cucharas y sólo tenedores y cuchillos. La invasión de Vladimir Putin a Ucrania y las recíprocas sanciones económicas y financieras que Occidente está aplicando a Rusia para intentar frenar el genocidio que el trasnochado y criminal autócrata está produciendo, han mandado al espacio los precios del gas, del petróleo y de las materias primas en todo el mundo. Obviamente, eso hubiera debido ser una noticia extraordinaria para nuestro país, que tiene la capacidad de producir alimentos para quinientos millones de personas y posee el gigantesco yacimiento de Vaca Muerta que, día a día, expande sus fronteras subterráneas.

 

Los valores internacionales actuales más que justifican las inversiones necesarias para explorar y extraer los combustibles fósiles, pero nadie está demasiado dispuesto a apostar aquí su dinero por varias razones: la falta de seguridad jurídica, el permanente cambio en las reglas de juego, los cepos varios que impiden la remisión de utilidades y, sobre todo, el recuerdo de cómo actúa el kirchnerismo desde el mismo momento en que el patriarca pingüino llegó a la Casa Rosada. Igual efecto produce la expoliadora presión impositiva sobre la posibilidad de incrementar la superficie sembrada.

 

En 2003, Argentina no sólo era autosuficiente en materia energética sino que había construido gasoductos y líneas de alta tensión para exportar gas y electricidad a Chile, Brasil y Uruguay. Néstor Kirchner, por su incontrolable voracidad y su pasión por el saqueo, comenzó a mirar con interés a YPF y a pergeñar la forma de robar parte de ella; lo primero, fue congelar las tarifas en todos los tramos –producción, transporte y distribución- del negocio; se llegó al absurdo de reconocerle US$ 2,50 por millón de BTU del gas producido en Neuquén, y pagar US$ 7,50 por el obtenido en Bolivia por la misma dueña de la empresa argentina, Repsol.

 

Antonio Brufau, por entonces CEO internacional de la compañía, percibió lo que se venía y, preventivamente, transfirió a la matriz todos los activos externos de YPF y se sentó a esperar para ver cómo salir de la Argentina. No tardó mucho en recibir una insólita propuesta de los testaferros del mandamás patagónico, los Eskenazi, para “comprar” 15% (luego fue 25%) de la empresa argentina; como no tenían dinero, la propia Repsol les prestaría lo necesario y, por si fuera poco, les entregaría la administración de YPF pese a que, del negocio petrolero, lo único que sabían era cargar nafta en sus automóviles.

 

Como el catalán no es estúpido, aceptó todo pero puso algunas condiciones: el contrato debía ser refrendado por Néstor y Guillermo Moreno y la empresa distribuiría el 90% de las utilidades anuales; en esta industria ninguna compañía reparte más del 30/35% de las ganancias, porque el resto debe destinarse a explorar nuevos yacimientos. Las consecuencias fueron inmediatas: todos los actores locales dejaron de perforar, la Argentina perdió el autoabastecimiento y debió invertir el sentido de los gasoductos y de las líneas de alta tensión e importar gas natural licuado. Los españoles festejaron: de cada US$ 100 que YPF liquidaba a sus accionistas, les pertenecían US$ 75 y, en pago de la deuda, se llevaban los otros US$ 25; más tarde, llegó la ruinosa expropiación de las acciones que aún conservaba Repsol y el genial Axel Kiciloff, luego de jurar que le cobraría una fortuna por daños ambientales anteriores, acordó pagar por ellas US$ 10.000 millones.

 

Los Eskenazi pusieron sus acciones a nombre de sociedades españolas que, a su vez, pertenecían a una holding australiana; “no tengo pruebas pero no tengo duda”, diría Cristina Fernández, de que los verdaderos titulares siguen siendo los Kirchner. Como no querían dejar de robar, se “olvidaron” que los estatutos de YPF obligaban al Estado, accionista mayoritario, a ofertar por el resto. A esa altura, las acciones habían pasado a manos de un fondo de inversión, Burford, que demandó a la Argentina en las cortes norteamericanas por ese incumplimiento y, al día de hoy, tan mal nos va en ese juicio que deberemos pagar otros US$ 5.000 millones; estoy convencido que, atrás de ese “buitre”, también están ocultos los pingüinos.

 

Este año, el Gobierno se verá obligado a importar gas y gasoil para intentar satisfacer a la demanda nacional, pero deberá hacerlo en un escenario local (menor oferta hidroeléctrica por la sequía) e internacional (creciente demanda global por las restricciones aplicadas a Rusia) muchísimo más complicado; ya está abriendo el paraguas ante el FMI por el seguro incumplimiento, por el aumento de los subsidios, de los compromisos fiscales asumidos en el acuerdo que no logró que Diputados tratara el jueves, cuando la Cámara, angustiosamente, se limitó a aprobar el nuevo endeudamiento bajo una catarata de piedras trotsko-kirchneristas, algunas de las cuales dieron, casualmente, en el despacho de la emperatriz hotelera.

 

Cuando la lluvia de sopa concluya y la paz haya regresado, la preocupación del mundo ante la contaminación del medio ambiente y el calentamiento global volverá a ser prioritaria y el horizonte de uso de combustibles fósiles será acotado a dos o tres décadas. Si para entonces la Argentina no ha logrado reinsertarse en la comunidad internacional, ofreciendo a los inversores externos garantías jurídicas y confianza en el mantenimiento de las reglas de juego, lo que no hayamos conseguido extraer de Vaca Muerta y de la plataforma marina quedará para siempre allí abajo y, nuevamente, habremos perdido un tren que ya no volverá a pasar.

 

Bs.As., 12 Mar 22

viernes, 4 de marzo de 2022

Dígalo con mímica

 


Dígalo con mímica

por Enrique Guillermo Avogadro (Nota N° 827)

 

“Los lugares más oscuros del infierno están reservados para

 aquellos que mantienen su neutralidad en tiempos de crisis moral”.

 Dante Alighieri

 

Hemos conseguido sumar a los problemas mundiales derivados de la invasión de Ucrania, los propios que vienen de la mano del monumental desquicio en que el kirchnerismo nos ha sumido, producto de su insana vocación por ser oficialismo y oposición a la vez, loteando los resortes del Estado entre las distintas tribus que pueblan el Frente para Todos.  Ahora, con el cierre de la negociación con el FMI, los costados más relevantes del pegoteo que permitió a Cristina Fernández ganar las elecciones de 2019 quedan más expuestas por el rechazo de La Cámpora a ese posible acuerdo, sobre todo por temas tales como los subsidios a la energía y el gasto público, tal como se verá en el Congreso cuando sea finalmente sea discutido.

 

Precisamente, lo poco que se sabe aún acerca de los términos de las exigencias del organismo ratifican una vez más, por si fuera necesario, que el MemePresidente es un mentiroso serial. Su discurso de apertura de sesiones ordinarias, el relato de un país en cual todos quisiéramos vivir, contuvo tantos mimos y concesiones a su jefa y tantas falacias que resultaría imposible enumerarlas en una nota tan breve como ésta; de todas maneras, resultó penosamente graciosa su apelación al Senador Cornejo mientras éste lo increpaba: “Alfredo, vos sabés que no miento”, cuando a todos, propios y ajenos, nos consta cuán devaluada está su palabra.

 

La emperatriz patagónica conservó su protagonismo con sus expresiones faciales y la mímica que desplegó durante la alocución de su mandado. Aún durante el minuto de silencio por las víctimas de la criminal invasión a Ucrania, saludaba a sus fieles y se retocaba sus extensiones capilares; el Meme, para no ser menos, guiñaba los ojos con la sonrisa que corresponde al porteño canchero y matón, tal como se siente.

 

El discurso presidencial nos dejó una sola certeza: seguiremos en decadencia, porque la inflación seguirá rampante, el gasto público no se reducirá y tampoco lo hará el presupuesto de la clase política, no se encararán las indispensables reformas laboral, previsional e impositiva y, en la medida en que no podremos acceder a los mercados de crédito, la maquinita del Banco Central continuará trabajando a destajo y se intentará revivir la Resolución 125 y se desatará una nueva guerra contra el campo.

 

En resumen, el kirchnerismo está cebando –ahora con la ayuda del FMI- una nueva bomba, peor que la que heredó Mauricio Macri en 2015, que estallará en las manos del próximo gobierno que, ya nadie duda, tendrá otro signo político. Prever que harán sus hordas destituyentes (llámense organizaciones sociales, organismos tuertos de derechos humanos, delincuentes de guante blanco, barrabravas adictas, marginales de todo tipo, sindicalistas corruptos y los siempre dispuestos trotskistas) cuando llegue la hora del ineludible ajuste -¿otro “rodrigazo”?- resulta fácil; basta recordar las 15 tons. de piedras que signaron la discusión de la indexación de las jubilaciones. La oposición debería autorizar al Gobierno a firmar un acuerdo con el FMI, pero dejar bajo la exclusiva responsabilidad del Ejecutivo sus términos; además, aprovechar la lección y realizar un verdadero y detallado inventario del estado del Estado el primer día de su gestión.

 

La sociedad, en su conjunto, está cada vez más triste y vive una angustia tan profunda que se manifiesta, todos los días, en la violencia ciudadana que azota las calles de todo el país. Percibe que los miembros de la clase política sólo piensan en sus propios intereses y en incrementar sus privilegios mientras la inflación carcome su poder adquisitivo, crecen la pobreza y la miseria, se destruye la educación entregada a los gremios kirchneristas, continúa la dilapidación de recursos públicos, y se consagra la impunidad de los corruptos, comenzando por la propia Cristina Fernández.

 

Luego de múltiples idas y vueltas absolutamente contradictorias, motivadas por la permanente vocación del Meme por quedar bien con Dios y con el diablo, finalmente la Argentina condenó en la ONU a Rusia por su injustificado ataque a Ucrania, ordenado exclusivamente Vladimir Putin -el tan querido amigo Cristina Fernández- pero lo hizo sin mencionarlo, pese a que el mundo está juzgando por crímenes de guerra y cercando con sanciones económicas, que el Gobierno no acompaña.

 

Mientras sus tropas masacran a la población civil y a la infraestructura, el impávido autócrata, un probado asesino que no recurre a la mímica, tiene a Rusia y a su ejército en un puño y, movido por su sueño de recrear el imperio zarista, está agrediendo al mundo entero. Cuánto hay de verdad en sus amenazas nucleares es algo que sólo los futuros historiadores podrán dilucidar, pero asustó su frase (“lo peor está por llegar”), recordada por el Presidente francés Emmanuel Macron, pero la preocupación global está justificada, porque muchos servicios de inteligencia han reportado que una grave enfermedad mental estaría afectándolo. 

 

Xi Jinping, pese a que está ofreciendo reemplazar a Europa en sus compras del petróleo y del gas rusos, y ofreciéndole utilizar un sistema financiero más precario para sustituir al Swift, del cual sus bancos han sido excluidos, parece haber puesto en pausa sus ambiciones sobre Taiwan, lo cual tranquilizó el escenario del Océano Pacífico y dispersó un poco las nubes que cubrían la base militar china en nuestro país; de todos modos, el tema seguirá siendo objeto de análisis en las hipótesis de conflicto global.

 

Bs.As., 5 Mar 22

viernes, 25 de febrero de 2022

Las puertitas de los señores Fernández

 


Las puertitas de los señores Fernández

Por Enrique Guillermo Avogadro (Nota N° 826)

 

“Los miembros de esta generación tendremos que lamentarnos no sólo por las palabras

 y los actos de las malas personas, sino por los clamorosos silencios de las buenas”.

 Martin Luther King

 

Alberto Fernández dio una estupenda muestra de oportunidad cuando, hace pocos días, se prostró ante Vladimir Putin y le ofreció convertir a la Argentina en la puerta de entrada de Rusia a Latinoamérica. En teoría, lo hizo para obtener ayuda –que no consiguió- para hacer frente a la crisis que nos agobia por responsabilidad de su gobierno, caracterizado por su supina ignorancia, su manifiesta incapacidad, su notoria impericia, su trasnochada ideologización, su lógico internismo y su constante latrocinio.

 

Lo hizo mientras ruega que el FMI acceda a firmar un acuerdo que nos evite caer al abismo del default generalizado; a pesar de todos nuestros records en la materia, nunca incurrimos en esa inconducta frente al organismo. Obviamente, el Meme que nos gobierna no sabía que Rusia ya está presente, económica y militarmente, en Cuba, Venezuela y Nicaragua, por lo cual nuestra importancia –en realidad, insignificancia- como cabeza de playa rusa en la región carece de interés para el tirano ruso.

 

Y confirmó que nuestra Cancilleríano tiene la menor idea de  geopolítica y que, en lugar de atender a los intereses permanentes de la nación, prioriza las afinidades ideológicas del kirchnerismo. Menos de veinte días después de humillarse ante el auto-percibido zar, éste invadió Ucrania sin limitarse, como pensaban las almas buenas, a ocupar las provincias ruso-parlantes; mientras escribo, sus blindados ingresan a Kiev, la capital de una nación independiente que, salvo solicitar su incorporación a la OTAN, nada ha hecho para desatar la furia conquistadora de Putin. Es probable que, ante la clara prueba de la falta de interés de la coalición en entrar en una guerra convencional y, menos aún, enviar tropas al escenario del conflicto, Rusia se limite a instalar un gobierno títere en Ucrania, tal como hizo en otros ex-miembros de la URSS.; sin embargo, nadie debería olvidar que también lo eran Polonia, Estonia, Lituania y Letonia, etc., hoy integrados a la OTAN y, como tales, amenazantes fronteras para Putin.

 

La situación en Europa seguramente está siendo analizada detenidamente por Xi Jinping para considerar su propia vocación por incorporar a Taiwan a la República Popular China. Si decidiera usar la fuerza militar para lograr la anexión de la isla, pondría a prueba la fortaleza de la alianza de Estados Unidos con los países vecinos (Japón, Corea del Sur, Filipinas, Australia, etc.) y la notoria debilidad que ha mostrado Occidente al aplicar sólo sanciones económicas a Rusia puede dar alas a su ambición.

 

Cristina Kirchner también abrió otra peligrosa puerta cuando nos puso, hace ya una década, en la mesa de arena de los conflictos mundiales al entregar a China territorio nacional -en Bajada del Agrio, Neuquén- para que construyera y equipara una base militar que usa para el rastreo y el control (¿también la interferencia?) de la actividad espacial internacional; si el conflicto armado continuara escalando, y es probable que así suceda, resulta indiscutible que la instalación se convertirá obligadamente en blanco de un ataque aliado, ya que Occidente no podría permitir que actúe sobre los numerosos sistemas satelitales.

 

También contribuyó a ese posicionamiento el inefable Alberto quien, según afirmó indignado el Embajador de China ante Argentina, el insólito Sabino Vaca Narvaja, en su reciente visita a Beijing –también fracasada en sus aspiraciones de ayuda- juró que entregaría la hidrovía del río Paraná (principal ruta de exportaciones argentinas) a Xi Jinping, pero su empresa fue descartada en forma sospechosa de la reciente licitación, tal como expresó en una reciente y muy quejosa solicitada.

 

El primer efecto de la agresión rusa sobre los mercados mundiales fue, naturalmente, la fuerte suba en los precios de los cereales y la energía. Si bien es cierto que las fantásticas cotizaciones que alcanzaron desde el miércoles la soja, el trigo, el maíz, etc., beneficiarán a la Argentina al mejorar el ingreso de divisas, no lo es menos que impactarán m en la inflación; seguramente, el Gobierno intentará, una vez más, “desacoplar” los precios internos de los internacionales pero, si lo hace, generará una nueva guerra con el campo, tal como sucedió cuando pretendió en 2008 aplicar la Resolución 125, que murió por el voto “no positivo” de Julio Cobos.

 

Mucho más negativo será el aumento del gas que, a pesar de contar con las enormes reservas de Vaca Muerta, debemos importar masivamente por la pérdida del autoabastecimiento debido al irrefrenable deseo de Néstor Kirchner de robarse el 25% de YPF, por el insensato populismo que obliga a subsidiar el consumo, y por la corrupción y la intromisión del Estado, incluyendo el permanente cambio de reglas de juego, en los sectores de generación, transporte y distribución de energía, sea de luz, sea de gas. Para tener una idea de la gravedad de la situación, basta con pensar que los subsidios representan 2,3 puntos del PBI y que, si persiste el escenario bélico, deberán incrementarse en US$ 4.500 millones este año, cuando el Banco Central no tiene ya divisas para afrontarlo.

 

El martes, la disfuncional dupla que nos gobierna exhibirá un nuevo “pas de deux” cuando el Meme abra las sesiones ordinarias del Congreso; subsiste la incógnita acerca de cuál será su disfraz esta vez, cuando el Carnaval esté concluyendo y deba mostrar qué dice el acuerdo con el FMI.

 

Bs.As., 26 Feb 22

viernes, 18 de febrero de 2022

Cachafaz y Delincuente

 


Cachafaz y Delincuente

por Enrique Guillermo Avogadro (Nota N° 825)

 

“El masoquismo y la amnesia también son derechos humanos”.

 Jorge Fernández Díaz

 

La Argentina cayó en una profunda fosa moral hace décadas, pero la elección de Cristina Kirchner, probada jefa de una asociación ilícita que saqueó el país como nunca antes, como PresidenteVice en 2019, lo puso de manifiesto. Pero esta semana, el tipejo que ocupa el sillón de Rivadavia, de quien todos suponíamos que no podía devaluar más su palabra, hizo que la sociedad, en su conjunto, recuperara su capacidad de asombro. Y lo hizo al declarar, como simple testigo, en la causa penal que, entre varios otros, la tiene como principal acusada por el claro direccionamiento de las obras públicas a favor de Lázaro Báez, que devolvía favores mediante el pago de cientos de habitaciones que no utilizaba su personal –que trabajaba a 600 Km de distancia- en los hoteles de la familia Kirchner, que lavaba así centenares de millones de dólares.

 

En la medida en que usa y abusa de su carácter de profesor en la Universidad de Buenos Aires, me pregunto si es idiota o se hace; de todas maneras, la respuesta sería superflua. Al comenzar una audiencia testimonial, se pregunta a los declarantes, ya bajo juramento, si lo comprenden las “generales de la ley” (si conoce a las partes, si es amigo o enemigo de alguna de ellas, si tiene interés personal en el resultado del juicio, etc.); el Meme, sin hesitar, juró que no era amigo de Cristina Fernández; pretendió dar inexpugnable valor a sus dichos, que obviamente favorecieron a la acusada.

 

Sin embargo, abundan los archivos que están a disposición de todos en los que el caracol que se encuentra al frente del Poder Ejecutivo aseguró que era muy amigo de su jefa. Los jueces rechazaron el pedido del Fiscal Diego Luciani para que tales recuerdos fílmicos fueran incorporados a la causa, señalando que los mismos eran de público y notorio conocimiento, pero así quedó clara la falsedad de los dichos del testigo. Éste incurrió en la conducta descripta en el artículo 275 del Código Penal.

 

Luego del duro revés que sufrió Cristina cuando el Fiscal General sostuvo la apelación de su colega contra el absurdo fallo del Tribunal Oral Federal 5 que la sobreseyó sin realizar el juicio en la causa “Hotesur”, recibió otra la pésima noticia en la Cámara de Casación la cual, al rechazar sus recursos, dejó firme su procesamiento en la “causa Cuadernos”. Muchos amigos me preguntaron las razones de la demora en comenzar el juicio, para lo cual aún no se ha fijado fecha. Voy a tratar de contestarles aquí, refiriéndome sólo a los procesos de corrupción que son investigados, y juzgados, en los tribunales federales.

 

Cuando se formula la denuncia de un ilícito, se sortea al juez de primera instancia que se hará cargo de la investigación; éste consulta al fiscal (representante de la sociedad en el juicio) si considera, a priori, que se ha cometido un delito. Si el fiscal da luz verde, comienza la investigación penal, durante la cual se reúnen pruebas de todo tipo (peritajes, testimonios, documentos, etc.). Las resoluciones del juez son revisadas por una sala de la Cámara de Apelaciones, formada por tres jueces.

 

Cuando esa etapa de instrucción termina con la convicción del juez de encontrarse ante un hecho delictivo, la cierra y eleva la causa a juicio, que se celebra públicamente ante un tribunal oral formado por tres jueces y en el que actúa un nuevo fiscal. Allí se abre una nueva etapa de recolección de pruebas aún no incorporadas; cuando se trata de una gigantesca -como “Cuadernos”- por la cantidad de procesados y de testigos ofrecidos por las partes, aparecen inconvenientes derivados de las vacantes en las salas, que obligan a sortear a colegas de otras y, sobre todo, de la falta de recursos de los tribunales orales, tanto en materia de personal cuanto de instalaciones, y no digamos de salas de audiencias con capacidad suficiente.

 

Sólo cuando concluye esa etapa y nadie tiene más que agregar, se fija la fecha en que comenzarán las audiencias. Las resoluciones del tribunal son revisadas por una sala, formada por otros tres jueces y con otro fiscal, de la Cámara de Casación. Es decir que, al llegar a la etapa oral y pública, han actuado nada menos que siete jueces en tres instancias diferentes pero nuestro Código permite a las partes, a lo largo de ese de por sí largo proceso, apelar todas las resoluciones e intentar llegar a la Corte Suprema en cada oportunidad; es ya antigua jurisprudencia que establece que ésta sólo interviene ante un planteo de inconstitucionalidad o ilegalidad de una sentencia definitiva que pone fin al proceso, pero los abogados defensores no trepidan y recurren todo para demorar el comienzo del juicio, cuando lo lógico sería –si sus clientes fueran inocentes- intentar acelerar al máximo el trámite para obtener su absolución en el menor plazo posible.

 

En Argentina no se considera que existe una sentencia firme, -y como tal, de inmediato cumplimiento- hasta tanto la Corte no resuelva los recursos de queja que presentan los abogados cuando, en realidad, los pactos internacionales y el propio Código no requieren para ello más que un doble conforme, o sea, la sentencia de un Tribunal Oral ratificada por Casación. Se trata de una mala pero habitual interpretación –como la de extensión de la protección de los fueros- de la ley vigente que, además, entorpece el funcionamiento del alto Tribunal. Si las sentencias firmes pudieran ser ejecutadas de inmediato, otro sería el cantar en los procesos de corrupción, cuya demora tanto indigna justificadamente a la sociedad ya que, con frecuencia, terminan en la nada por prescripción de los delitos.

 

Bs.As., 19 Feb 22

viernes, 11 de febrero de 2022

¡Qué cambalache!

 



 

¡Qué cambalache!

por Enrique Guillermo Avogadro (Nota N° 824)

 

“La verdad se defiende sola. La mentira necesita de la ayuda del Gobierno”

 Antonio Escohotado

 

Tal como todos suponíamos, el absurdo e inoportuno periplo del Meme Presidente con el sólo objetivo de pasar la gorra en Moscú y Beijing terminó, para nosotros, en un gran fiasco. Luego de humillarse tanto ante un pétreo Vladimir Putin, volvió a tomar el avión para visitar a Xi Jinping con idéntico propósito. El dictador lo miró con su mejor cara de nada y, para su sorpresa, vio arrodillarse y bajarse los pantalones a Alberto Fernández y lo escuchó decir que el peronismo siempre ha admirado al Partido Comunista Chino; Juan Domingo Perón debe haberse revolcado en su tumba. El nuevo Embajador de China ante Argentina, el disfrazado Sabino Vaca Narvaja, cantó en mandarín una canción en honor de Mao, uno de los mayores asesinos de la historia, y ambos fueron luego a rendirle homenaje en su mausoleo.

 

Acto seguido, a Fernández le pusieron delante un montón de acuerdos que endeudan a varias generaciones. Los debe haber firmado sin leer, ya que tenía urgencia de rogar que Xi aceptara ampliar el swap vigente, autorizara la utilización de esos yuanes (intercambiados por pesos en mera contabilidad creativa) para otros objetivos distintos al comercio bilateral y nos prestara algo de los derechos especiales de giro (DEG) que el FMI entregó a todos los países miembros. El jerarca chino, sonriente, siguió mirándolo, movió la cabeza y, claro, eso fue percibido por el poveretto Alberto como un éxito.

 

Y digo que parece no haber leído porque, por ejemplo, el proyecto de construir Atucha III, la central nuclear que se instalaría en Lima, Provincia de Buenos Aires, es un innecesario y monumental disparate. El combustible a utilizar será uranio enriquecido –Argentina no lo produce, y sí dispone de gas natural- cuyo costo y futuras opciones de suministro se desconocen, tanto como qué se hará con él, dada su agresividad con el medio ambiente, cuando la vida útil de la planta termine. De concretarse, se transformará en la construcción más cara de la historia argentina (US$ 8.200 millones, según el Gobierno, casi US$ 14.000, según los expertos), y será la primera usina nuclear construida por China en el extranjero.

 

Algo similar ocurre con las represas hidroeléctricas previstas en el río Santa Cruz, por mera casualidad en sociedad con Gerardo Ferreyra, de Electroingeniería, que carecen de estudios de impacto ambiental –en Ecuador acaba de demostrarse que China las construye mal- y, por lo demás, están al fondo de la lista de prioridades nacionales. En materia de comunicaciones, la última visita de nuestro inefable Meme fue a la fábrica de Huawei, que pertenece al Ejército chino, y cuyo sistema 5G es rechazada en casi todo Occidente porque permite el espionaje industrial y militar.

 

Pero el más importante acuerdo firmado por nuestro Meme fue la adscripción a la “Franja y Ruta de la Seda”, el megaproyecto global del régimen de Xi para financiar obras de infraestructura (144 naciones ya adhirieron) con créditos a altas tasas de interés, con la garantía de las propias instalaciones, construidas mayoritariamente por empresas chinas, con trabajadores chinos. Los préstamos son tan onerosos que, en el caso de los 40 países más pobres que lo firmaron, ya superan el 10% del PBI local.

 

Cuando las naciones deudoras se ven impedidas de pagar sus obligaciones, y Argentina tiene el record, simplemente China se queda con la propiedad de esos puertos, carreteras, redes de comunicaciones y bancarias, plantas de generación de energía, aeropuertos, etc.; eso es lo que ha sucedido en naciones como Montenegro,  Macedonia, Uganda, Sudán, etc., y ha hecho que el Partido Comunista Chino sea hoy propietario de miles de obras de este tipo alrededor del mundo (como lo es de la base espacial en Bajada del Agrio, en Neuquén), y es habitual que, entonces, imponga sus criterios geopolíticos (¿y militares?) al comercio internacional, con las consecuencias que son fácilmente imaginables.

 

El Gobierno, en la persona del Presidente Alberto Fernández, violó nuevamente las normas más elementales de la diplomacia internacional hablando en contra de un aliado natural –los Estados Unidos, a quien necesita con desesperación dado su poder de veto en el FMI- ante sus más férreos contendores, asociándose con los dos regímenes más despóticos del mundo sin siquiera mencionar las cuestiones de Ucrania y Taiwan, que se encuentran hoy en el preocupante tapete global, y ni siquiera cuestionó las violaciones de los derechos humanos que ambos dictadores cometen a diario.

 

Ratificó así cuán rastrera y sesgadas es su posición al respecto, algo que ya había demostrado con su irracional apoyo –que ni siquiera acompañan los izquierdistas Gabriel Boric (Chile), Pedro Castillo (Perú) y Gustavo Petro (Colombia), para pesar de Nicolás Maduro- a sus colegas de Nicaragua, Cuba y Venezuela, y en sus permanentes ataques a la prensa libre. Sus sicarios continúan ensañándose aquí con los hoy ancianos militares que derrotaron a la subversión marxista en los 70’s y, mientras tanto, apoyan irrestrictamente las reivindicaciones de los pseudo-mapuches, que buscan apropiarse de tierras e independizar a la Patagonia de Argentina.

 

El Congreso argentino está en receso hasta el 1° de marzo, cuando se abrirá un nuevo período de sesiones ordinarias. Será entonces cuando la oposición deberá ponerse de pie, exigir la información precisa necesaria, tanto sobre los verdaderos alcances del preacuerdo con el FMI cuanto sobre todos los contratos firmados por el Meme con Rusia y China, y exigir el cumplimiento de lo dispuesto por el artículo 75 de la Constitución, que establece que aprobar este tipo de convenios es atribución exclusiva e indelegable del Poder Legislativo.

 

Bs.As., 12 Feb 22