viernes, 24 de diciembre de 2010

La calle enfurecida

La calle enfurecida


Desde el asesinato de Ferreyra, hecho al que se imputa la muerte del propio Kirchner, la calle ha recuperado un protagonismo que no se veía, en estas pampas, desde el 2001.

Obviamente, hay una sumatoria de causas que expliquen el enojo popular –la inflación, la inseguridad, el calor, la falta de electricidad, el injusto privilegio a los okupas, etc.- pero todo ello no hace más que reflejar el descontento generalizado con una clase política que, en medio del fragor de sus batallitas personales, se ha olvidado de la gente.

A los pocos días de morir don Néstor, en una nota que titulé “Muchos muertos en uno” (http://tinyurl.com/258rm29), dije que, de todos los roles que desempeñaba Kirchner, el más difícil de suplir sería el de articulador entre todas las alas del FpV. Además, presagiaba que esa lucha interna, que el finado había logrado ensordecer durante más de siete años, podría colocar a su viuda ante la peor de las encrucijadas.

Los graves episodios de ayer, generados a partir de un corte de vías de idénticas características a las del que, en octubre, costaron la vida de Ferreyra, constituyen un serio llamado de atención a doña Cristina para que, de una vez por todas, opte por uno de los caminos que tiene por delante y termine con la enorme serie de actos contradictorios que ha realizado desde que, finalmente, se vio obligada a ocupar el cargo para el cual fue elegida en el ya lejano 2007.

La peor izquierda le está pidiendo la cabeza de Pedraza, como entrada, para el festín que pretende hacerse con los jerarcas de la CGT como plato fuerte pero, también, le está poniendo condiciones a su gobierno para que, más allá de la retórica, explique qué significa el acercamiento al Fondo Monetario Internacional, el pretendido pago al Club de Paris, el desalojo del Parque Indoamericano, la posición tan pro-norteamericana que delataron los cables de WikyLeaks, y tantas otras medidas que van a contrapelo de cuanto dijo don Néstor mientras vivió.

Porque, debemos reconocerlo, doña Cristina, mientras endiosa a su cónyuge y trata de convertirlo en el estadista que nunca fue, borra con el codo algunas de las peores hazañas de don Néstor.

A la vez, sin embargo, y la “discusión” del fallido Presupuesto 2011 fue una buena muestra de ello, hace suyas la mayoría de las siniestras políticas que, después de siete años y medio de crecimiento “a tasas chinas” –por cierto, muy similares a las del resto de Latinoamérica- han degradado tanto a nuestra República y mantienen en la pobreza y la indigencia a un cuarenta por ciento de los argentinos.

Porque de esto fue que se habló ayer en Plaza Constitución y en las ocupaciones de espacios públicos. Del clamor generalizado contra el “modelo de inclusión y desarrollo” que, mientras beneficia a los amigos del poder, ha permitido que volviera a caerse del mapa una enorme parte de la población, en una práctica de marginación pensada para nutrir al clientelismo de la política más inmunda.

En otro ámbito, no tan públicamente violento, también se está generando la tormenta de grandes proporciones que todos los meteorólogos políticos prevén. Los reclamos de don Hugo y de su hijito Facundito por distintos plus salariales no son más que los primeros escarceos de quienes no se dejarán meter presos fácilmente. Si eso desata la espiralización de la inflación es otro tema que, desde ya, no les preocupa en lo más mínimo.

Moyano no pudo, en verdad, ser más claro cuando anunció, micrófono público en mano, que su gente resistiría, en la calle, cualquier cambio de signo político que impusieran las urnas. Y lo hizo porque sabe que, si el próximo no fuera un gobierno peronista, la cárcel será un destino cada vez más cercano. Pero, también, para exigirle a la Presidente que interceda ante los jueces que le respiran en la nuca, algo que nadie parece dispuesto a hacer para no seguir engordando al monstruo creado por don Néstor.

Es altamente probable que los hechos de los últimos días terminen de convencer a doña Cristina de rechazar la candidatura presidencial que todos los que la rodean quieren endilgarle. Si eso ocurre, sin duda será el inefable don Scioli quien asumirá el rol de mariscal para evitar que el peronismo deje el poder; además, y como me explicó recientemente un amigo, Danielito es el único que puede garantizar la impunidad a todas las bandas que hoy actúan. Podría, entonces, transformarse en el “puente de plata” que le permitiera a la Presidente gozar de su fortuna personal en compañía de sus hijos.

Pero, de concretarse, esa impunidad se convertiría en otro gigantesco escollo para que Argentina pueda volver a ser una República, con instituciones respetadas y revalorizadas, transformándose en un país verdaderamente libre, justo y soberano.

Otra vez, el verano parece que no será ese paraíso de antaño, cuando todos los problemas públicos se olvidaban desde diciembre hasta marzo. Hoy, las necesidades insatisfechas de una gran parte de los argentinos no pueden tomarse descanso, y los oportunistas de toda laya están listos para encender el fuego.

Hoy será Nochebuena. Rezo para que el Cristo que nacerá permita que los argentinos podamos corregir este rumbo que sólo nos puede llevar a una decadencia mayor, y que nos hará chocar, indefectiblemente, con el futuro.

¡Feliz Navidad!

iSamaná, 24 Dic 10


viernes, 10 de diciembre de 2010

¿Xenofobia o cretinismo?

¿Xenofobia o Cretinismo?




Mientras comienzo a escribir esta nota, doña Cristina está hablando desde su atril en el “Salón de los Próceres Latinoamericanos”, ese mismo que inaugurara el 25 de mayo con cuadros del asesino Ernesto Guevara. Y también hay una batalla campal entre los vecinos de la zona y los ocupantes de otro espacio público que, en 48 hs., se ha cargado la vida de tres personas.

De todas maneras, y en la medida en que está usando el atril para explicar, en su propia interpretación, qué está pasando el Parque Indoamericano, hoy ha acumulado una nueva prueba de su ignorancia como la abogada que dice ser, no sólo del derecho positivo sino del propio derecho natural.

Le guste o no a doña Cristina, las comunidades sólo pueden existir cuando se someten a las leyes que gobiernan la convivencia y las relaciones entre cada uno de sus miembros. Paradójicamente, una sociedad es verdaderamente libre cuando es esclava de las leyes.

Y una de las primeras normas que el hombre estableció cuando comenzó a manifestar su espíritu gregario dice, expresamente, que los derechos de uno terminan donde empiezan los de los demás. Si esto no se entiende, si ese principio no se hace carne en una sociedad, todo el andamiaje sobre el cual esa sociedad se ha creado dejará de existir, ya que no habrá límite alguno para la voluntad y el deseo, legítimos o no, de cada uno.

Desde 2003, la imbécil posición gubernamental de no reprimir (nadie pide eso) la protesta social, ha llevado, precisamente, a que los derechos no sean respetados, y a que cada uno imponga al vecino su parecer. En especial, como todos sabemos, se ha conculcado generalizadamente el derecho a circular libremente.

Las sociedades civilizadas ejercen, desde el Estado, el monopolio de la fuerza, y lo usan para canalizar esas protestas de modo tal que no perjudiquen a los demás. Y, así, mantienen el orden público en sus ciudades y permiten a sus ciudadanos ejercer sus derechos libremente. Los ejemplos sobran y, salvo excepciones que son verdaderos delitos, no hay heridos ni muertos en las protestas.

Por ello, la Presidente, cuando pretende confundir disuasión con represión, razona con silogismos absolutamente disparatados.

Y lo mismo ocurre cuando confunde el reclamo por una política lógica de inmigración con xenofobia.

Los argentinos en general no tenemos problemas raciales, religiosos, sexuales o políticos que generen discriminación de ningún tipo. Es más, mayoritariamente tenemos por nuestros hermanos latinoamericanos un cariño enorme, generado por una historia común, por lazos culturales indisolubles, y hasta por el idioma.

Pero ningún país –elija, señora Presidente, alguno para contradecirme- carece de política inmigratoria. Pero, tal vez, reclamar un diseño por el estilo en un país que carece de planificación de largo plazo (nadie parece pensar, en la Argentina, más allá del próximo año) resulte una quimera.

Lamentablemente, los países de alrededor sufren, en algunos casos en forma más grave, de problemas sociales parecidos a los nuestros. Y la política de subsidios y de planes sociales implementado, sin filtro de ningún tipo y con mucha intencionalidad política, por el Gobierno nacional, hace que la ciudad de Buenos Aires y hasta el Conurbano actúen como un imán para quienes, en Bolivia, Perú, Paraguay, etc., sufren por la pobreza, la indigencia y, sobre todo, por la falta de un sistema de salud idóneo.

Nadie es xenófobo –es decir, nadie considera un enemigo al otro- pero doña Cristina y don Anímal Fernández debieran entender varias cosas: que la situación que se está viviendo es producto directo de la inacción y de la corrupción que campean en el país y, también, que los recursos de todo tipo (vivienda, salud, educación, cloacas, agua corriente, electricidad, etc.) se planifican –o, al menos, debieran serlo- para una determinada población, y no para una demanda creciente, incontrolada y desmadrada.

Por otra parte, y volviendo al principio de la nota, tampoco es posible que cualquiera, por muchas necesidades que tenga, ocupe espacios públicos para transformarlos en propiedades privadas. Y la tolerancia del kirchnerismo, motorizado por la voluntad clientelista, ha hecho precisamente eso. La ciudad y sus alrededores se han convertido, literalmente, en bienes vacantes, de los cuales cualquiera puede apropiarse.

Para agravar, aún más, el panorama, la Argentina ha dejado de ser, desde hace ya años, un país de tránsito de droga para transformarse en uno de consumo; tanto que tenemos el record en marihuana y en cocaína comercializadas en el mercado interno y, como existen innumerables “laboratorios”, éstos venden el famoso paco, que destruye la vida en un año.

Las villas porteñas, tan similares ya a las favelas brasileñas, se han convertido en las fuentes en las cuales campea el tráfico y abreva el consumo. El Presidente Luiz Inácio Lula da Silva –creo que equivocadamente, pero eso es otra discusión- ha enviado a las fuerzas armadas de su país a recuperar territorios que, hasta ayer, habían dejado de pertenecer al Estado brasileño para ser, sólo, de los traficantes.

Si pensamos que el comercio de drogas en el mundo moviliza recursos por seis mil billones de dólares anuales, se puede comprender por qué los implicados en el mismo disponen de armamento tan sofisticado. A mero título de ejemplo, un allanamiento que se realizó en la celda en la que estaba detenido Fernandinho Beira Mar permitió saber que éste, desde la cárcel, estaba comprando misiles tierra-aire para luchar contra los helicópteros policiales.

Ya la Presidente ha terminado su alocución, con mohines y sonrisas, en la que ha puesto toda la responsabilidad de los hechos que contemplo, azorado, por televisión, sobre los hombros de Macri. Mientras tanto, la Policía Federal –y también la todavía incapacitada Metropolitana- continúa ausente, y los vecinos han salido a matar a los intrusos.

Hoy el país –porque el Parque Indoamericano es sólo una muestra; hay otras, como los transportadores de granos de Pehuajó- es un caos. El Estado está ausente, los órganos de seguridad del Ejecutivo no obedecen las órdenes del Poder Judicial, los propios ministros ridiculizan al Vicepresidente y al Jefe de Gobierno porteño, y los vecinos han salido a matar intrusos.

También hay, en el Parque, organizaciones criminales de todo tipo, desde las que lucran “vendiendo” los terrenos a los invasores –y, como marketing, los llevan al lugar- hasta los que venden pasaportes y documentos de identidad para que puedan votar en las próximas elecciones y, sobre todo, a los traficantes que quieren expandir su imperio.

La crispación que el kirchnerismo ha impuesto con su discurso a la sociedad es la causa de lo que está sucediendo. Mientras la Presidente recibía elogios del Juez Garzón, de Hebe de Bonafini y de Estela Carlotto, los esbirros de la segunda están entre los primeros atacantes de los intrusos del Parque, ante la posibilidad de que éstos invadan las casas construidas por su organización.

Para “pegarle” a Macri, aparentemente todo sirve; y debo confesar que parece fácil. Hasta el caos y las muertes aparecen como útiles. Sin embargo, y como dijo esta mañana Joaquín Morales Solá en La Nación, esta situación se volverá, como un boomerang, contra el Gobierno nacional y la posibilidad de continuidad del kirchnerismo en el poder.

Y será un “bien” más que heredará el sucesor. Por eso, y aunque sienta que estoy predicando en el desierto, insto a los políticos argentinos a que se pongan el país al hombro, a que se unan en la gesta heroica de recuperar el futuro ya que, si no lo hacen, auguro que la Argentina, como país, desaparecerá de la faz de la tierra.

Debo confesar que hoy, en medio de tanta muerte y tanto cinismo, tengo pocas esperanzas. Termino esta nota a las 22:15, y la noche será muy larga en la Argentina, y más en el Parque. Ruego a Dios para que no se transforme en una masacre.


Bs.As., 10 Dic 10





miércoles, 8 de diciembre de 2010

Penoso escenario

Penoso Escenario


“No teman nada
Gentes honestas y ejemplares
No hay peligro
Sus muertos están bien muertos
Sus muertos están bien guardados”
Jacques Prévert


El escenario sin Néstor, conducido por el incipiente postkirchnerismo de doña Cristina, no deja de resultar extraño, pese a que mucho de lo que en él vemos hoy lo preanunciamos muchos.

Con disculpas por la autoreferenciación –un pecado habitual en mí- la nota titulada “Muchos muertos en uno” (http://tinyurl.com/258rm29) decía que, entre todos los roles del finado, el más difícil de cubrir sería el de armonizador y articulador, con zanahorias y palos, de las distintas alas del Frente para la Victoria. La ausencia ahora se nota en el avance de los jueces sobre Moyano y en el movimiento de piezas de éste sobre el tablero, previo a la confrontación que se producirá, sin dudas, si la mujer del camionero ve demasiado cerca la posibilidad de intimar con la de Zanola tras las rejas.

La Presidente parece haber salido a conquistar a las clases medias, esas mismas a las que agravió desde el atril, sin pausas y sin límites, desde la época del conflicto con el campo. Para ello, además de dejar de lado –salvo cuando se le suelta el indio- la confrontación y la crispación. Fue una de las opciones de las que disponía y que describí en “Un incómodo camión” (
http://tinyurl.com/2g4t9fx). Para lograrlo, deberá desprenderse de todas las comparsas que la rodean y que, cuando el duelo haya terminado, la volverán a empujar al fondo de la opinión general.

Hasta allí, entonces, nada sorprendente. Sin embargo, hay dos episodios que ponen a prueba todo el andamiaje montado para que doña Cristina, si decide no presentarse a la reelección, se convierta en un “pato rengo”.

El primero, más lejano, es el configurado por las filtraciones que el bueno de Assange difundiera con tanto éxito por el mundo. Porque ese huracán se ha llevado, entre otras consecuencias desagradables, a algunas de las primeras espadas del elenco sub-40 del postkirchnerismo; el ejemplo más claro es Sergio Massa, a quien nuestra vengativa primera magistrada no perdonará la crítica cruda y, menos aún, los calificativos usados por el Intendente de Tigre para describir a su cónyuge cuando éste aún vivía.

Tampoco saldrá indemne el energúmeno Jefe de Gabinete, nuevamente vinculado al tráfico de drogas y a la rampante corrupción gubernamental. Don Aníbal debería ir poniendo las barbas en remojo porque, más allá de las eventuales persecuciones que desaten los fiscales probos, el propio GAFI exigirá su desplazamiento como condición para que la Argentina no ingrese en la lista negra del organismo internacional. Como es obvio, el G-20, esa reunión de países tan atrayente para la Presidente, no tolerará que siga el zorro al frente del gallinero.

El segundo, muchísimo más grave por cierto, el tornado –ese fenómeno atmosférico que hace que el aire gire sobre sí mismo y arrase todo a su paso- que ha desatado ese inefable don Vázquez, con sus computadoras, sobre don Ricardo Jaime –como piso- y la propia Presidencia de la República, como techo. Así como no me imagino a don Hugo acatando pacíficamente medidas judiciales que puedan llevar a su mujer –y a él mismo- a la cárcel, tampoco me imagino al ex Secretario de Transportes ingresando a la prisión en silencio. Seguramente, ya está negociando –en realidad, amenazando- alguna forma de impunidad a cambio de callar lo mucho que sabe.

En ambos episodios –que describí la semana pasada en la “Suma de Fugas” (
http://tinyurl.com/2a9q76f)- existe un denominador común, cual es el riguroso silencio que mantiene doña Cristina sobre estos temas. En realidad, y desde su punto de vista, es probable que esté haciendo bien, ya que sería muy difícil abrir un debate sobre la forma en que el kirchnerismo ha ejercido el poder desde que don Néstor fue elegido Intendente de Río Gallegos y, tampoco, sobre los métodos que han llevado a la pareja presidencial a incrementar tan escandalosamente su patrimonio “blanco”, aunque éstos hayan resultado clarísimos para un Juez federal con pasado prostibulario.

Pese a ello, y cuando la espuma de la solidaridad con la viudez que hoy embarga al pueblo argentino haya descendido, estoy convencido que la corrupción ya tan exhibida, la inseguridad ya tan sufrida y la inflación ya tan percibida serán los grandes talones de Aquiles de cualquier proyecto reeleccionario que pudieran albergar la señora y su Canciller.

Además, ¿de qué se disfrazará doña Cristina para explicar a los chicos de La Cámpora o a los lenguaraces de Carta Abierta la reconciliación y la invitación al FMI después de haberlos denostado hasta el exceso? ¿Cómo hará para que a Evo Morales se le pase el enojo que adquirió cuando se enteró, en Wikileaks, que su colega argentina lo “vendía” a los odiados yankees? ¿Continuará el romance con el papagayo caribeño después de saberse que la Presidente aceptó el pedido de los Estados Unidos para intentar morigerar los disparates venezolanos?. Todo me hace pensar que, por un rato al menos, se interrumpirá el tráfico de valijas, armas y “consejeros” militares entre Caracas y Buenos Aires.

Una prueba de ello lo dio la ausencia del inefable don Chávez de la Cumbre Iberoamericana, después de haber alquilado un lugar para reeditar la pantomima que organizara contra Bush años pasados.

Porque, para agravar el cuadro, doña Cristina ha apartado, ahora claramente, del eje bolivariano; fue su posición la que impidió, en Mar del Plata, que los presidentes suscribieran un grueso ataque a Obama y su gobierno.

Un capítulo aparte merece, en este penoso escenario, la terrible confirmación internacional de la situación de nuestra educación, ya descripta con crudeza por ese gran maestro que se llama Alieto Guadagni. Las estupideces sin nombre que el Ministro Sileoni enumeró para intentar tapar el sol con la mano no hacen más que recordar que la caída de veinte puntos en la calificación de la Argentina es responsabilidad directa, al menos en los últimos siete sobre los diez años que abarca el estudio, de la nefasta gestión de los Kirchner, tan “inclusiva” y tan “distributiva”.

Para concluir, sólo una leve mención a la danza de nombres que los opositores continúan arrojando al burdo panorama de nuestra política doméstica, todos los cuales siguen con la costumbre nacional de los grandes enunciados, sin explicar jamás cómo harán, si triunfan en la contienda electoral, para llevarlos a la práctica.

Nuestro país necesita que todos nos pongamos la realidad al hombro, que juntemos nuestras voluntades y nuestras acciones para determinar cómo detendremos la inflación, cómo frenaremos la inseguridad, cómo terminaremos con el hambre y con la pobreza, cómo recuperaremos la educación y la cultura del trabajo, cómo –en definitiva- corregiremos los desaguisados de tantos años.

La enorme cantidad de respuestas que recibo a la publicación de estas reflexiones me dice, con toda claridad, que hay una innumerable cantidad de compatriotas que están dispuestos a sumarse a esa gesta, que sólo falta que nuestros “dirigentes” asuman su responsabilidad y convoquen a la gesta.

Bs.As., 8 Dic 10

viernes, 3 de diciembre de 2010

Suma de fugas

Suma de Fugas

“Pero quizás un día,
antes que la tierra se canse de atraernos
y brindarnos su seno,
el cerebro les sirva para sentirse humanos,
ser hombres,
ser mujeres,
-no cajas de caudales,
ni perchas desoladas-,
…;
y descubrir, de nuevo, que todas las riquezas
se encuentran en nosotros y no bajo la tierra”
Oliverio Girondo


Como todos sabemos, el GAFI, organismo internacional de lucha contra el lavado de dinero (de la corrupción, del terrorismo y de la droga, básicamente) está a punto de poner a la Argentina en su “lista gris”, debido a la falta de interés del Gobierno en luchar contra este verdadero flagelo. Las razones de esa inacción nacional está vinculada, obviamente, a la necesidad de los Kirchner y de sus cómplices en contar con las herramientas necesarias para disfrutar de dineros mal habidos y, sobre todo, inexplicables.

En 2008, cuando fue sancionada la “Ley de Blanqueo”, escribí una nota (“Aprovechar la mala fama”, http://tinyurl.com/2bdnt8t) en la cual sugería a toda la oposición que se comprometiera, desde el Congreso que surgiría en las legislativas de junio siguiente, a derogar esa norma, que sólo estaba diseñada para favorecer a los miembros del Gobierno más corrupto de la historia. Obviamente, y pese a que esas elecciones fueron escandalosamente perdidas por el kirchnerismo, nuestro Parlamento se comportó del modo que sabemos, la ley no fue abolida y el autor de la nota -yo mismo- quedó como un infantil iluso.

Sólo se conoce el monto global de dinero “blanqueado”, pero no quiénes y cuánto lavaron mediante el simple expediente de pagar un 8% sobre los montos declarados. Detrás de todo, está el producido de la venta de drogas, las coimas y sobreprecios en la obra pública, la compra de bienes y hasta de los campos que la leyenda urbana –sobre todo en las localidades pequeñas del interior- atribuye a ministros, sindicalistas y testaferros varios.

Hace meses que los círculos bien informados -¡qué bien suena!- sabían del secuestro de las computadoras de don Vázquez y de la invalorable información que éstas contenían. Más allá de la tentativa del abogado de don Jaime de nulificar esas pruebas, la confirmación de don Lorente en España y los antiguos y reiterados dichos de un ex Director de Aerolíneas Argentinas las han transformado, prácticamente, en indubitables.

Con ellas, todo un esquema de monstruosa corrupción del Gobierno, al menos en el área de transportes, ha quedado visible y acreditada ante todos aquéllos que no son estrictos militantes, es decir, dogmáticos. La reunión realizada ayer en la Plaza de los Dos Congresos, donde se discutió cómo deben los jóvenes kirchneristas salir a difundir la “profundización del modelo” pero no se dijo nada acerca de estas revelaciones, explica claramente a qué me refiero.

Días atrás, entre los muchos comentarios que recibí sobre mi última nota, uno de ellos fue un correo electrónico que me envió, en términos francamente insultantes, una joven –por el estilo de redacción- llamada Rita. Cuando le respondí agradeciéndolo y poniéndome a su disposición para discutir sobre ideas y sobre hechos, no sobre consignas, contestó más airada aún, vapuleando hasta a mi nivel cultural, y negándose por completo a polemizar sobre los Kirchner, a quienes considera verdaderos próceres.

Ahora, que la aparición de los cables diplomáticos estadounidenses pone en blanco sobre negro no solamente la nube de sospechas que los aspectos patrimoniales han generado aquí y en el exterior, sino que comienzan a descubrirse algunas de las rutas de los dineros de la pareja presidencial por el mundo, precisamente en los paraísos fiscales de Luxemburgo, Lichtenstein y Suiza, me pregunto cómo se sentirán esos militantes fanáticos, incapaces de escuchar razones pero bienintencionados, que los hay.

(Por imposibilidad de hacerlo en forma personal, dejo a los periodistas la investigación de otra leyenda urbana: los trenes “comprados” por don Jaime a España y Portugal se encontraban radiados de servicio por contener material considerado cancerígeno, y ambos países estaban dispuestos pagar para que alguien los recibiera)

He escrito varias notas referidas al tema de la corrupción, que en Argentina ya reviste las características de un verdadero genocidio –basta recordar la afirmación del Gobernador de Misiones, cuando dio cuenta de la cantidad de chicos desnutridos y en riesgo de vida que tiene su Provincia-, y hasta confeccioné dos someros inventarios de los hechos más resonantes, a los que titulé “Señora, ¿no le da vergüenza?” (
http://tinyurl.com/27fkugp) y “Señora, ¿aún no le da vergüenza? (http://tinyurl.com/2e8dobb), que recibieron enormes ataques de parte de quienes no estaban dispuestos a ver el trasfondo del “modelo”, encubierto por políticas populistas y atractivas tanto para la pseudo izquierda vernácula cuanto para los jóvenes más ilusos.

Sin embargo, nunca quedó tan claro como en este momento la decadencia moral que padecemos como sociedad. Vicente Massot, en su excelente artículo “De modales y cosmética”, refleja la falta de voluntad de los argentinos de convertirse en los dueños de su destino; se limitan a votar cada dos años, y delegan en los funcionarios electos el timón del país. Hoy mismo, en La Nación, Fernando Laborda amplía el mismo tema. Así nos va.

La encuesta de Poliarquía, realizada con posterioridad a la muerte de don Néstor, da cuenta del deseo mayoritario de los ciudadanos de confiar su futuro, nuevamente, a doña Cristina y su gobierno, pese a los desaguisados y tropelías cometidas desde 2003, Porque, digámoslo con todas las letras, entre nosotros está bien visto violar la ley, no pagar los impuestos, sacar ventajas del prójimo y, si es posible, del Estado. Nada en la Argentina tiene condena social.

En todos los ambientes, se mezclan los más infames corruptos y ladrones de guante blanco con ciudadanos honestos, los verdaderos hacedores de nuestra cultura, de nuestra educación, de nuestra industria, de nuestro campo, sin que nadie atine a rechazar esa convivencia tan inmunda. Es más, tampoco rechazamos a los hijos de quienes, a través de sus cargos y de sus funciones, han dejado como herencia una fortuna injustificable, algunas veces manchadas de sangre. Permitimos que sean socios de los mismos clubes, que vayan a los mismos colegios y universidades, en fin, que compartan con nosotros nuestras vidas.

La famosa frase que pronunció Yabran en el programa de Mariano Grondona –“el poder es impunidad”- debe dejar de ser una descripción de la realidad argentina. Y terminar con la corrupción debe ser una obligación asumida por toda la sociedad para evitar que sigan muriendo chicos por hambre, que sigan deteriorándose nuestra salud y nuestra educación, que continúen existiendo generaciones para las cuales la única aspiración sea vivir a costa del Estado

Sin pertenecer a la Coalición Cívica ni ser demasiado afecto políticamente a la señora Carrió, debo reconocer que su apelación a producir una profunda reconversión moral de nuestro pueblo, amén de ser rigurosamente cierta, cada vez aparece como más urgente.

El tristísimo espectáculo que brindan nuestros políticos de todos los colores, tanto en el Congreso como en los diferentes programas de televisión a los cuales son tan afectos, habla bien a las claras del cuadro general de nuestra sociedad. Se limitan a usar chicanas y slogans, sin aportar una sola idea ni un solo plan para enfrentar los problemas del país.

Y, como he repetido hasta el cansancio, la mera enumeración de las situaciones coyunturales que contendrá el paquete que recibirá el próximo gobierno exige que se acuerden políticas de estado, que se cuente con un amplio apoyo legislativo –imposible de alcanzar, por sí solo, para cualquier partido político- y se ponga en marcha un programa capaz de sacar, de una vez por todas, a la Argentina del marasmo en que ha caído a lo largo de muchas décadas.

Si se tratara de un gobierno monocolor, ¿cómo haría, sin que se generen conflictos sociales enormes, para salir del esquema de subsidios a la energía y el transporte? ¿Cómo haría para corregir la cotización de las divisas? ¿Cómo haría para recuperar las reservas de gas y de petróleo? ¿Cómo haría para devolver la cultura del trabajo a gente que lleva dos generaciones completas viviendo de los “planes”? ¿Cómo haría para generar un clima de confianza que nos permita atraer las inversiones externas, indispensables para crecer y generar trabajo? ¿Cómo haría para reducir la inseguridad y dar tranquilidad a los ciudadanos? ¿Cómo haría para controlar la desbocada inflación? ¿Cómo haría para reequipar a nuestras fuerzas armadas y de seguridad? ¿Cómo haría para recuperar el nivel de excelencia de nuestra educación, hace tanto tiempo olvidado? ¿Cómo haría para generar confianza en la calidad de nuestras instituciones y organismos de control?

Por todo eso, y muchas cosas más, creo que resulta indispensable que los dos partidos mayoritarios, al menos, se pongan de acuerdo en esta lista de temas -entre los cuales deben encontrarse esencialmente la independencia y la calidad de la Justicia y la lucha contra la corrupción- para obtener así el apoyo irrestricto del Parlamento y de los líderes sociales y económicos, y convocar a todos a encarar, con grandeza (mucho corazón y poco bolsillo), esta gesta de recuperación de nuestro país.

Si eso no sucede, la percepción de la sociedad respecto a sus políticos continuará atribuyéndoles ese pedido ancestral que tanto daño ha provocado: “no me dejen afuera”, y esta suma de fugas se ampliará con la de todos aquellos que, pudiendo hacerlo, decidan emigrar para evitar pasar por los avatares que, necesariamente, volverá a sufrir nuestro país.


Bs.As., 3 Dic 10