sábado, 25 de febrero de 2017

Carnaval sin Máscaras



Carnaval sin Máscaras

“En esta tierra nuestra, la verdad ha muerto hace mucho tiempo”. 
Fernando Aramburu

Los disfraces han desaparecido, los antifaces han sido olvidados y ya todos sabemos quién es quién en el baile. Después del carnaval, el miércoles de cenizas nos traerá nuevamente a la realidad pero, como la semana hábil será muy breve, el final de fiesta se producirá el lunes 6 de marzo.

Entre ese día y el siguiente, se producirán algunos hechos de relevancia pero distintos, aún cuando todos comparten la imagen que sirve de título a esta nota. El Presidente Macri habrá regresado de su paseo triunfal por Madrid, que tendrá repercusiones positivas en un futuro mediato pero si, ingenuamente, espera encontrar aquí a unos caballeros que, al menos por un elemental pudor, lo respetaran por no haber desnudado en su momento la crisis que recibió en 2015, se equivocará una vez más.

Enfrente tiene la peor clase de tahúres, los que padecen de amnesia voluntaria, capaces de simular el olvido de su propio y reciente pasado, de abjurar del kirchnerismo en el que participaron y seguir jugando sucio en el partido. Lo único que buscan es volver al poder, practicar el más abyecto populismo y enriquecerse en el camino.

Los gremios que nuclean a los “trabajadores de la educación” –ex maestros-, anunciaron encantados que el ciclo lectivo no comenzará el 6, como estaba previsto, y que están dispuestos a seguir extorsionando a la sociedad. Perjudican -¿los llamarán “daños colaterales”?- a los más desprotegidos de los chicos con tal de disparar contra el Gobierno y se asocian, descaradamente, a la campaña de desestabilización en la que están empeñadas varias usinas afines. Lamentablemente, y además de la trágica pérdida de días de clase en el “siglo del conocimiento”, entre otras cosas las escuelas cerradas implican niños sin alimentos y padres que pierden el “presentismo” por la necesidad de permanecer en casa cuidándolos.

Como reinvidicación sindical, todo vale: la resistencia a la evaluación y el perfeccionamiento de los docentes, a la corrección del sideral ausentismo, la duplicación de cargos hasta el infinito. Si bien los salarios nominales que perciben pueden parecer bajos, al menos en la ciudad de Buenos Aires un maestro recién recibido, con una jornada básica de cuatro horas, percibe más de once mil pesos. ¿Es un motivo real, cuando toda la ciudadanía está sufriendo mientras paga los errores y los robos de la década kirchnerista o, simplemente, se está haciendo demagogia y oposición salvaje con la huelga?

Me pareció altamente positivo un movimiento, generado a través de Tweeter, por voluntarios a-partidarios, que se ofrecen para dar clases durante la huelga nacional anunciada por Roberto Baradel, líder del gremio más combativo, y sus congéneres de los demás sindicatos, y evitar así, al menos parcialmente, los enormes perjuicios que causará. Y digo positivo porque muestra el profundo hartazgo social frente al accionar de estos verdaderos delincuentes que, embanderados en los reclamos gremiales, buscan sólo réditos políticos.

Ese mismo lunes veremos, por primera vez, a los retoños de doña Cristina, el Diputado Máximo y la joven Florencia, concurrir a los Tribunales de Comodoro Py para prestar declaración indagatoria en la causa Los Sauces, y los seguirá Cristina al otro día. Tienen razón Luis D’Elía y Eugenio Zaffaroni en preocuparse, ya que es posible –aunque altamente improbable- que quede detenida pese a tratarse, después de la denuncia del Fiscal Nisman por encubrimiento del terrorismo, de la causa que más la preocupa.

Nuestra abogada exitosa volvió a usar Tweeter para brindar su apoyo e invitar a sus fieles a sumarse a la marcha contra el Gobierno que, también para el martes ha sido dispuesta por los triunviros de la CGT; pero la catarata de tuits no contuvo uno sólo que se refiriera al Gral. Milani. No es para menos ya que, después de apañarlo durante años, de encumbrarlo a la jefatura del Ejército, de ponerlo al frente del espionaje interno y de darle cifras siderales para su equipamiento –y para que robara a manos llenas-, hoy el noble guerrero se ha transformado en la bala más potente que haya atravesado el relato trucho y el negocio de los derechos humanos tuertos.

Luego del anuncio de la principal central obrera, rápidamente aprovecharon CTA y ATE, los piqueteros, los desocupados, el atomizado PJ pegado con engrudo en San Vicente, los educadores y cuantos pretenden expulsar a Macri y volver a las recientes épocas de corrupción y latrocinios impunes, para recuperar protagonismo. Los convocantes son quienes reciben las peores calificaciones de una sociedad que, sin embargo y por inacción o por abulia, permite que sus dirigentes se perpetúen en sus cargos.

Porque, si bien la economía personal de los argentinos no da demasiado espacio para el optimismo todavía, me pregunto qué pretenden  quienes marcharán el martes que haga el Gobierno: ¿seguir aumentando el déficit, la emisión, el endeudamiento, los impuestos o los subsidios?; cualquiera de esas recetas lleva a mayor inflación, el impuesto más gravoso para los pobres, es decir, para aquéllos a quienes dicen representar. ¿Qué harán por ellos, si siguen en esta tesitura en vez de capacitarlos, cuando el progreso de la ciencia expulse del mercado laboral a los menos preparados?; ¿harán huelga como la de Pablo Moyano, cuando consiguió que los bancos siguieran mandando los extractos en papel y por correo?

¿Dónde deberían buscarse recursos para hacer frente a los reclamos? Hay una sola respuesta: en el crecimiento de la economía, y para ello se necesitan varios elementos: inversión, productividad, seguridad jurídica, previsibilidad, respeto a las normas, y debemos ser nosotros mismos, con las verdaderas fortunas que muchos tienen en el exterior, quienes nos pongamos el país al hombro, porque el mundo se hartó de escuchar nuestros llantos mientras, una y otra vez, nos pegamos tiros en los pies. ¿O es que no hemos oído fuera, cada vez que intentamos que vengan a invertir, la lapidaria apelación: “comiencen ustedes por confiar en la Argentina”?

 Macri y Cambiemos podrían fracasar, claro, pero al menos están intentando apartarnos del rumbo de segura colisión con un iceberg en que tantos años de politiquería, de corrupción y de populismo nos habían colocado. En 2015, y por escaso margen, los argentinos decidimos que no queríamos transformarnos en la tristísima Venezuela de Hugo Chávez y Nicolás Maduro, en la paupérrima Cuba de Fidel y Raúl Castro, o en otro cualquiera de los engendros con que el “socialismo del siglo XXI” había sembrado nuestra sufrida región. Si ese fracaso se produjera, allí estarán los personeros del pasado para regresar y, otra vez, suicidarnos en masa.

No incurramos en el disparate, instalado por los medios y por las usinas K, de igualar las denuncias que se hacen contra Cambiemos, todos los días, con la corrupción kirchnerista y, mucho menos, caigamos en la estupidez de Jorge Asis que, hace poco, llamó a éste “tercer gobierno radical”, o de Sergio Massa, tratando de instalar la comparación con Fernando de la Rúa; todo ello no hace más que dar aire a los golpistas, que hay ya muchos.

Los errores del Gobierno me duelen, y mucho, pero creo que no me queda otra que apretar los dientes, seguir para adelante y, en la medida de mis escasas posibilidades, evitar que siga cometiéndolos.


Bs.As., 25 Feb 17 

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sábado, 18 de febrero de 2017

De zapatos a chancletas



De zapatos a chancletas

“No me importaba aparecer como inteligente o limitado sino aprender la lección para dirigir mejor la acción de gobierno”. Roberto Augusto Ulloa

Mauricio Macri comenzó su período con un par de zapatos tan bien lustrados que permitían reflejar,  bajo las faldas de Cristina, las negras intimidades del kirchnerismo. Fue una pena que ese panorama estuviera restringida sólo al Presidente y su círculo más íntimo, y que nadie (seguramente por consejo de Jaime Durán Barba) se tomara el trabajo de mostrárselo a la ciudadanía, que así se vio impedida de percibir la catastrófica magnitud de la herencia que la noble viuda había dejado.

Para cualquiera medianamente avisado, era natural y justificado que, a medida que el Gobierno caminara por los encharcados senderos económicos y políticos, el brillo se iría apagando, como sucede con todos los regímenes cuando termina la luna de miel que acompaña sus comienzos. Pero nadie pensaba que Macri se vería obligado a quitarse de apuro los zapatos y calzarse las chancletas para recular.

Tengo certeza de la buena fe y la honestidad del Gobierno y, cada vez que me desesperan algunos de sus actos, pienso qué sería de nuestro país si quienes hoy estuvieran sentados en la Casa Rosada fueran Daniel Scioli y Carlos Zannini, acompañados desde La Plata por nada menos que Anímal Fernández. Aún así, me resulta imposible entender por qué actúa como lo hace.

Mauricio sabe, desde que ganó la elección, que le tocaría gobernar sin mayoría en las cámaras legislativas, y también sabe que la consecuente obligación de negociar permanentemente es una de las piedras basales de la democracia. Tuvo enormes éxitos iniciales en la materia, ya que la oposición le permitió hacerse con las leyes necesarias para salir del cepo cambiario, solucionar el tema de los holdouts, contar con un presupuesto, etc.

Pero, por ejemplo, si –como luego quedó demostrado- no necesitaba pasar por encima del Congreso para que sus irreprochables candidatos a integrar la Corte Suprema de Justicia fueran confirmados, ¿para qué recurrir a un decreto de necesidad y urgencia que estuvo al borde de inhabilitarlos? O, si el feriado del 24 de marzo caerá en fin de semana los próximos tres años, ¿para qué “movilizarlo” si luego se retrocederá?

La solución que encontró el Ministro de Comunicaciones, Oscar Aguad, para poner punto final a la demorada cuestión del Correo Argentino, con su privatización durante el menemismo y la absurda rescisión de su concesión por el kirchnerismo, fue técnicamente correcta. Sin embargo, dado que el concesionario era una empresa perteneciente a la familia Macri, padre, hermanos e hijos del Presidente, la forma en que se llevó a cabo –ad referéndum de la Cámara Comercial- fue un monumental error político. Para enterrarlo, y puesto que estamos en un año electoral, no bastará con volver –algo irreal- a foja cero, como dijo Mauricio al asumir acertadamente la responsabilidad del Gobierno en el cuestionado trámite; la oposición, que siempre y en cualquier época es salvaje, se ocupará de ello.

La modificación de la fórmula de cálculo de los incrementos jubilatorios, un cambio ajustado a la ley vigente, fue otra equivocación mayúscula, en especial por la oportunidad en que fue comunicada, una semana en que se produjeron fuertes aumentos –también justificados- en peajes, medicina prepaga, etc., y anuncios de futuras subas en precios de combustibles. Nuevamente, Macri retrocedió, pero sólo cuando el enorme costo político ya había sido pagado.

La tercera mala señal fue todo el recorrido del acuerdo firmado por el gremio de los bancarios con la patronal, que el Gobierno pretendía no homologar porque supera la pauta máxima de incremento salarial que pretende para todas las paritarias, alineándolas con la inflación prevista; ante la amenaza de una huelga de tres días hábiles, debió también recular y aceptarlo. El próximo puente a cruzar serán las negociaciones con los sindicatos de maestros, que vuelven a disfrazar su recalcitrante kirchnerismo con la defensa de la educación, mientras perjudican dolosamente a los chicos más necesitados, a los que utiliza como rehenes.

Lo peor de esos sucesos es que lograron empañar un excepcional logro del Gobierno, que consiguió que muchos argentinos confiaran tanto en el modo en que conduce la economía como para invertir sus ahorros en bonos en pesos, a diez años y a una tasa del 13%, todo ello en un cuadro mundial sumamente cambiante y riesgoso.

Tengo la impresión de que Macri no quiere asumir, de una vez por todas, el rol que la sociedad le atribuye, y que le confió con sus votos en los mayores distritos electorales del país. Sigue buscando la imposible simpatía del populismo demagógico en todas sus formas, sea el PJ mutante de Diego Bossio y Julián Domínguez, el Frente Renovador (¿reciclador?) del trashumante Sergio Massa, el GEN de la inconsecuente Margarita Stolbizer o en la trasnochada izquierda nacional. Habrá que ver cuál será el costo que pagará por ello Cambiemos en octubre, cuando se expresarán los muchos que eligieron un cambio en 2015 y hoy miran con desilusión este errático rumbo.

No soy quien para dar consejos a la coalición gobernante ni, menos aún al PRO pero, desde mis setenta años muy vividos y con muchos adoquines pateados, me permito sugerir a Cambiemos volver a reunirse en un retiro “espiritual” (tal vez aprovechando el feriado carnavalesco), empaparse de calle y replantear su errática gestión, su medrosa actitud frente a la oposición y la forma en que se comunican las acciones de gobierno.

Macri dijo muchas veces que, al llegar al poder, terminaría con el “curro” (sic) de los derechos humanos pero, ya sentado en la Casa Rosada, tiembla ante las previsibles quejas de los delincuenciales organismos que, a caballo de los sueños compartidos y de las inexplicables indemnizaciones, sienten en riesgo su futuro: mamar irrefrenablemente de la teta estatal y continuar la más abyecta venganza contra aquéllos que impidieron que triunfaran en su guerra de terror y nos convirtieran en la Cuba castrista.

La pusilánime actitud del Gobierno ante la inaguantable existencia de presos políticos en la Argentina, cincuenta y uno de los cuales han muerto desde el 10 de diciembre de 2015, obliga a pensar que debiera recurrirse a un referéndum para preguntarle a la ciudadanía si está interesada en enterrar el pasado y extender un manto de piadoso perdón sobre todos aquéllos (incluyendo a César Milani, la más clara prueba de la falsedad kirchnerista, su justicia “tuerta” y su manipulación de los derechos humanos, que debieran amparar a todos los argentinos) que combatieron hace ya cuarenta años. Para nuestra vergüenza, en Uruguay la pregunta se formuló dos veces y, en ambas, la respuesta fue inequívocamente afirmativa.


Bs.As., 18 Feb 16

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sábado, 11 de febrero de 2017

Revuelcos Interesantes




Revuelcos Interesantes

“La incomprensión del presente nace de la ignorancia del pasado”. Rafael Bielsa

El domingo pasado, al leer la imprescindible columna de Jorge Fernández Díaz en “La Nación” (https://tinyurl.com/z4qcmmf), tomé conciencia del primero de los impresionantes cambios que se han producido en lo que va del año.

Hasta ahora, los ideólogos de izquierda del mundo subdesarrollado se hartaron de despotricar contra la globalización, a la que consideran terriblemente perjudicial para los países pobres. Sin embargo, hoy quien enarbola la bandera más importante de resistencia a ese movimiento –que, debo decir, me parece imparable- es nada menos que Donald Trump, que brega por cerrar la economía estadounidense con los mismos argumentos que utilizan quienes se encuentran en sus antípodas políticas.

Es interesante, entonces, pensar cómo puede darse un fenómeno socio-económico, relativamente nuevo, que resulte perjudicial para todos, sean privilegiados o sumergidos. Como, naturalmente, eso contiene una contradicción que lo convierte en imposible, resulta fundamental discernir a quién le asiste la razón.

Estados Unidos es, sin duda, el mayor país del mundo todavía, aunque China pretenda acercársele. Y es el mayor exportador de tecnología, dada su monumental inversión en investigación y desarrollo. Pero, para poder mantener al mundo entero como un mercado para sus productos, debe también aceptar que el resto de los países exporten a su mercado interno porque, en general, las economías son reacias a comprar a quien no les compra.

Por eso, creo que los próximos meses –hace pocas décadas, hubiéramos dicho años- traerán algunas respuestas a estos interrogantes, generados por algunos datos ciertos: un obrero estadounidense gana, en promedio, cuatro veces más que su homólogo mexicano, y ni hablar de los trabajadores del sudeste asiático, pese a que éstos también han mejorado. Si Trump insiste en concentrar toda la producción de las empresas norteamericanas en su propio territorio y en incentivar el “compre nacional”, resulta obvio que los salarios locales subirán aún más, y ese mayor costo se trasladará, necesariamente, a los precios; de la reacción de la sociedad ante ese incremento dependerá, en mucho, el futuro político del nuevo Presidente. Casi tanto como de sus feroces batallas contra la prensa (tan tradicionalmente libre allí que llegó a costarle su cargo al Presidente Richard Nixon) y contra la Justicia, que ha actuado siempre como garante de la división de poderes y como última defensa de los ciudadanos frente a los abusos del Poder Ejecutivo.

El segundo vuelco se refiere a la ola anticorrupción que, desatada por las investigaciones en las empresas Petrobras y Odebrecht, ya alcanza a varios países de Latinoamérica. El pedido de captura del ex Presidente peruano, Alejandro Toledo, las imputaciones al Gobernador del Estado de Rio de Janeiro y al Alcalde (Prefeito) de su capital, el bloqueo judicial a la designación de uno de los principales ministros de Michel Temer (Presidente de Brasil), las acusaciones contra Juan Manuel Santos  (Presidente de Colombia), las repercusiones en Panamá y en República Dominicana, donde hay varios políticos y funcionarios de primer nivel involucrados, están transformando al Lava Jato en un verdadero tsunami internacional que nadie sabe dónde terminará, ni cuál será su costo.

Otro vuelco, el primero propio, se refiere al reducido índice de inflación de enero, un mes tradicionalmente malo para esta medición, que sorprendió a todos los economistas. Anualizando los logros de los últimos siete meses en la materia, resulta claro que el Gobierno y el Banco Central han conseguido domeñar este flagelo, que tantos pobres produce; además, resultará un dato clave al momento de negociar las paritarias, salvo aquéllas que se celebrarán con los gremios de marcada dirigencia kirchnerista, en especial los maestros. Pero creo que, si los diferentes gobiernos provinciales se mantienen firmes, surgirá una importante disidencia dentro de los distintas agrupaciones que permitirán el comienzo de las clases en tiempo y forma, y lo mismo sucederá con el subterráneo capitalino y sus salvajes “metrodelegados”. Cada vez serán más quienes estén dispuestos a desobedecer directivas claramente desestabilizadoras.

El dato de la inflación, sumado al éxito del blanqueo y a la proximidad del ingreso de ingentes divisas provenientes de las exportaciones de granos, acompañado por la favorable opinión de los grandes operadores de los mercados de crédito internacionales (Morgan Stanley dijo, el viernes, que Argentina enderezará su economía y atraerá US$ 230 mil millones), permiten afirmar que el Gobierno está haciendo muy bien las cosas en ese terreno. Estoy seguro que el país volverá a crecer este año, aunque será muy difícil que ese crecimiento sea parejo para todas las áreas de actividad, en la medida en que muchas de ellas dependen de la marcha de nuestro principal socio comercial, Brasil, inmerso en una crisis económica y política de incierto futuro.

Y, finalmente, el marcado revuelco que significa la permanente presencia en los medios de difusión masiva, que hoy hasta editorializan sobre la cuestión de los presos políticos pese a haberla ignorado durante los últimos catorce años. Obviamente, ese cambio de actitud responde a un nuevo interés social, reflejado en el rating y en los cientos de cartas de lectores que publican los diarios de mayor circulación, que piden una solución inmediata de este grave condicionamiento de nuestra joven democracia.

Todo ello resulta innegablemente positivo porque, a la entrevista que realizó Eduardo Feinmann a Victoria Villarruel esta semana, siguió un interesantísimo y constructivo debate -en Intratables- entre Silvia Ibarzábal (hija del Coronel secuestrado en el ataque a la guarnición de Azul, torturado y asesinado en 1974, durante la presidencia de Juan Domingo Perón), Luis Labraña (el ex montonero que inventó la mágica cifra de los 30.000 desaparecidos) y Eduardo Anguita (ex combatiente del ERP), que permitió iluminar este tema, tan manipulado.

Resulta inexplicable que, mientras rivales seculares como Alemania, Francia, Gran Bretaña, Polonia y Rusia, que combatieron en guerras terribles y sanguinarias, pudieron sólo siete años después de la Segunda Guerra Mundial (en la que murió el equivalente a toda nuestra población) sentar las bases para la actual Comunidad Europea, y Estados Unidos y Japón se convirtieron en fuertes aliados después de los bombardeos atómicos, nosotros sigamos inmersos en una contienda que ya debiéramos haber debido dejar atrás, cerrando las heridas que, sin duda, causaron esas décadas violentas.

Pero no podremos hacerlo hasta que cese la venganza, y todos podamos estudiar nuestra historia analizando crudamente los hechos tal como sucedieron, sin enmascararlos detrás de posturas ideológicas, y sin tergiversar lo que pasó en nombre de un sesgado relato que, a esta altura, huele irremediablemente a moho. 


Bs.As., 11 Feb 17

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sábado, 4 de febrero de 2017

El miedo sí es zonzo




El miedo sí es zonzo

“Hay poderes de intimidación enormes frente al discurso políticamente correcto que fabricó la izquierda para silenciar la verdad sobre ella misma”. Abel Posse

El Boletín Oficial confirmó que el Presidente había reconsiderado su decisión de transformar en “móvil” el feriado del 24 de marzo y, enmascarándolo con otros dos días patrios, dado marcha atrás manteniendo su condición de “fijo”.

En este caso, como con los dichos de Juan José Gómez Centurión, Mauricio Macri, por miedo zonzo frente al discurso “políticamente correcto”, pagó un precio absurdo. Mientras produjeron un intenso desagrado en su propia base electoral por la debilidad que demuestran, ambos gestos fueron efecto de las protestas que surgieron exclusivamente de pseudo organismos de derechos humanos, a esta altura probadamente delictuales; están integrados por personas que nunca votarán por él y están comandados por quienes, todos los días, convocan literalmente al derrocamiento (Hebe de Bonafini) o a la ¿resistencia? (Estela Carlotto).

Como ya había ocurrido con Darío Lopérfido cuando se refirió al tema, ahora le tocó el turno al Administrador de Aduana que, en una entrevista en televisión, sentenció: “No es lo mismo 8.000 verdades que 22.000 mentiras”. Se refería al número que determinó la CONADEP –probado por la incapacidad de los Kirchner de llenar las 30.000 chapitas del Parque de la Memoria, pese a haber retrotraído la fecha hasta 1955 e incorporado a terroristas muertos en combate o intentando copar regimientos, suicidados o asesinados por sus propias organizaciones- y el otro, inventado para acceder al concepto de “genocidio” y a los ingentes fondos que suministraron distintas ONG’s europeas, tal como confesara Luis Labraña  (ver http://tinyurl.com/ztbtwez), Si tiene interés en el tema, le sugiero “El negocio de los derechos humanos”, de Luis Gasulla.

El Gobierno, ahora a través del Secretario de Derechos Humanos, Claudio Avruj, rápidamente aclaró que Gómez Centurión se había expresado a título personal y que, de ningún modo, representa el pensamiento oficial. Según parece, ningún funcionario está en condiciones de disentir con el discurso único, instalado desde la izquierda y hoy inconmovible, al mejor estilo gramsciano.

La represión de las organizaciones armadas era innegablemente necesaria, pero la aniquilación de su accionar no puede justificar el montaje de un plan para ‘desaparecer’ a los terroristas; por ello, debe ser repudiado y condenado, aún con el verdadero número, por cualquiera que crea que existen medios legales para llevar adelante ese tipo de luchas. En los últimos cuarenta años, y salvo las declaraciones del Gral. Jorge Rafael Videla a Ceferino Rato, publicadas por éste en “Disposición Final”, no he conseguido que nadie me explicara con claridad cuáles fueron las razones que llevaron a adoptar una política criminal de semejante irracionalidad.

Pero también resulta indispensable recordar que, cuando Héctor Cámpora asumió el poder el 25 de mayo de 1973, una ley votada de apuro por el Congreso abrió las cárceles en las que se encontraban detenidos los escasos condenados (menos del 30%) de quienes fueran juzgados por terrorismo por la Cámara Federal Penal; en abril de 1974, los liberados mataron en la calle a uno de los magistrados que la integraban (Jorge Vicente Quiroga), y otros debieron exiliarse para evadir la venganza. En la medida en que uno de los miembros de ese Tribunal, el Dr. Jaime Smart, sigue en la cárcel a los 81 años pese a que la Cámara de Casación le otorgara el beneficio de la prisión domiciliaria, me siento habilitado a volver sobre un tema que ha sido recurrente en estas reflexiones semanales.

Presidentes que se disfrazaron (“La izquierda te da fueros”, justificó Kirchner) para obtener apoyo, y que controlaban un Congreso genuflexo y rastrero, lograron la derogación de las leyes de “obediencia debida” y “punto final”, y procesos que se encontraban archivados se reabrieron y se amañaron para obtener condenas a los militares y civiles que lucharon para evitar que la Argentina se transformara en la Cuba de los Castro, pero dejaron impunes a los terroristas de la “juventud maravillosa”; el jefe del ERP, Mario Roberto Santucho, no hesitó al afirmar que, de triunfar, fusilarían a un millón de argentinos.

El título de esta nota, por ello, también abarca al irracional temor del Gobierno ante la necesidad de exigir a la Justicia sólo que aplique la ley vigente (la detención domiciliaria para los mayores de 70 años o la limitación de la prisión preventiva al máximo de dos años que garantizan los tratados internacionales) a los casi dos mil militares y civiles presos que hoy se pudren en las cárceles de todo el país.

Olvidados por una sociedad hipócrita (recordemos cuántos políticos de todos los pelajes –en especial, radicales- se convirtieron en ministros, gobernadores e intendentes entre 1976 y 1983) que no dudó en llamar a la puerta de los cuarteles cuando esas bandas terroristas –AAA, ERP y Montoneros- asolaban a la República, que vivía en democracia bajo el mando de la fórmula presidencial más votada de la historia, con sus bombas y sus asesinatos, con sus robos a bancos y asaltos a guarniciones militares, y que tantas víctimas civiles, nunca reconocidas por el Estado, produjeron. Felicito a Victoria Villarruel, Presidente de CELTyV y coautora -con Carlos Manfroni- de “Los otros muertos”, por sus participaciones en el programa Intratables de esta semana; ambas ediciones están disponibles en Youtube.

Para el control de legalidad de los fallos judiciales que hoy en este tema funcionan como instrumento de venganza de quienes perdieron la guerra en las calles, la sociedad dispone del Consejo de la Magistratura; por eso me permito sugerir a mis colegas, los abogados, presentarse ante él a título personal e individualmente, para denunciar a cada uno de los jueces que, en sus sentencias y resoluciones, se aparten de la estricta observancia de la ley, cualquiera sea la materia. Por lo demás, el Gobierno está en deuda con la sociedad por no haber enviado al Congreso un proyecto de ley para volver a la composición original de ese Consejo. En especial, hago mía una propuesta formulada esta semana, es decir, que los delegados de los bloques legislativos en el mismo sean juristas, y no diputados y senadores que deben faltar –demorando la tarea colectiva- cuando tienen sesión en las cámaras.

Si los magistrados se sienten estrictamente vigilados y controlados sólo tendrán dos opciones: renunciar para evitar ser removidos o ajustar su conducta a las normas vigentes; así como resulta repugnante el contrasentido del “periodista militante”, es más grave aún que existan tantos “jueces y fiscales militantes”, como los que nos legó el kirchnerismo a través de la farsa de “Justicia Legítima”.

Así lograremos recuperar un elemento esencial para la República: un Poder Judicial serio, independiente, confiable y rápido. Cuando contemos con él, no solamente los ciudadanos nos sentiremos -y estaremos- protegidos contra los abusos del Ejecutivo y del Legislativo, sino que los inversores podrán confiar en que los contratos serán respetados y que las normas que los rigen al momento de su firma no serán modificados con retroactividad, como tantas veces ha sucedido entre nosotros.


Bs.As., 4 Feb 17

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