domingo, 28 de abril de 2013

Juntando Fósforos


Juntando Fósforos

“Porque vivimos a golpes, porque apenas si nos dejan decir que somos quien somos, nuestros cantares no pueden ser sin pecado un adorno. ¡Estamos tocando el fondo, estamos tocando el fondo!” Gabriel Celaya

Detrás de los telones del bochornoso espectáculo montado por el cristinismo en el Congreso para aprobar, en tiempo record, a libro cerrado y con fraude la orden de asesinar la República, quedaron ocultos los muertos de Once y de las inundaciones de La Plata, la multitudinaria marcha del 18A y, en alguna medida, hasta el juego de corrupción desaforada que Kirchner patentara y que Lanata pusiera en nuestras hogareñas pantallas; en este caso, es menos grave, ya que el periodista volverá a hacer impacto, esta misma noche, bajo la línea de flotación del “relato”.

Sin embargo, como pasó con todas las batallas que el oficialismo ha encarado, revistiéndolas de una épica que la injustificable riqueza de sus generales desmiente, más temprano que tarde ésta terminará en un fracaso, y sólo habrá servido para que doña Cristina gane unos días en su inexorable camino hacia el derrumbe final. El 7D, la Rural, la 125, el derrocamiento de Scioli y de Peralta y, sobre todo, la irresponsable e ineficaz manera en que se conduce la economía, han sido los hitos que han marcado ese derrotero, que tendrá un trágico costo para la Argentina del futuro inmediato.

En agosto deberíamos concurrir a las urnas para votar en las Primarias, Abiertas, Simultáneas y Obligatorias, que este año –salvo que la Corte Suprema lo impida- implicarán elegir también a los candidatos a futuros miembros del Consejo de la Magistratura (con el país como distrito único, otra trampa electoral del kirchnarismo). En la Argentina, y el 2011 fue una demostración, las PASO funcionan como primera vuelta; recuerde el lema “Cristina ya ganó”. Si en cualquiera de las provincias “seguras” el oficialismo no pudiera exhibir una abismal ventaja numérica sobre el segundo más votado, lo natural sería que éste nucleara tras de sí a toda la oposición, repitiendo así lo sucedido en 2003, cuando Menem venció a Kirchner pero desistió de presentarse a la segunda vuelta.

Como el Gobierno es consciente de estos detalles, está muy preocupado, en especial porque carece de personajes convocantes, a punto tal que en la Casa Rosada se baraja la posibilidad de que doña Cristina encabece, por supuesto en forma testimonial, la lista de candidatos al Consejo de la Magistratura, con lo cual su nombre estaría en las boletas de todas las provincias. La oposición ha entendido el riesgo de este artilugio, y está intentando unificar también su oferta electoral en esta materia.

Debemos reconocer, en el Gobierno, una cuota de locura extraña: está en medio de un año que, sin dudas, será el más complicado de su vida política y, pese a ello, no hace más que castigar y agraviar, sin escrúpulos, a su propia base electoral. Divorciado, ya sin remedio, de las clases medias, su natural refugio debería encontrarlo en el mundo de pobreza e indigencia que ha creado para cautivarlo con sus dádivas clientelísticas y, sin embargo, quienes lo habitan son apaleados diariamente a través de la inflación y del fracaso rotundo del “modelo” económico implementado desde la chiquitísima mesa de Olivos.

La escasez de recursos financieros ha llevado a una marcada incapacidad de la Casa Rosada de mantener a salvo de ese deterioro a los planes sociales, ya que los pocos que aún existen se utilizan para subsidiar el consumo de los más ricos –combustibles, pasajes aéreos, dólar turista, automóviles importados, etc.- y la ya alucinante corrupción de la cual la televisión ha exhibido sólo una pequeña muestra. Y el inocultable agravio llega de la mano del Indec, que esta semana se dio el inexplicable lujo de sostener que la miseria ha desaparecido en varias provincias argentinas; tal vez se deba a la reticencia moral del pobre Lorenzino, nuestro invisible Ministro de Economía, el demoledor papelón que protagonizó ante la prensa internacional.

Como estuve presente en las tres protestas que protagonizó la ciudadanía el 13S, el 8N y el 18A puedo sostener, sin temor a equivocarme, que fue la última la que mayor componente de sectores humildes mostró, sobre todo a partir de la confluencia de las diferentes columnas en el Obelisco porteño, antes de marchar hacia la Plaza de Mayo, primero, y el Congreso. Sin colectivos, dinero o choripán, muchos marginados del conurbano salieron a manifestar su repulsa a un régimen que enriquece a sus funcionarios y a sus amigos, que exhiben con grotesca impudicia sus aviones, sus fiestas y sus automóviles y “pesan” el dinero porque resulta más práctico que contarlo; el merecidamente envidiable aparato de comunicación del Gobierno cometió, esta vez, un incalificable error cuando, para intentar reducir su impacto, llevó el escándalo a las pantallas de quienes, habitualmente, no ven programas políticos, por más cómicos que éstos sean.

El mismo individuo que fue el instrumento utilizado por don Néstor (q.e.p.d.) para llevarnos a la terrible crisis de energía en la que nos encontramos, para cobrar monstruosos sobreprecios en la obra pública, para armar los monumentales negociados con Venezuela y, al menos en los papeles, ser responsable del crimen de Once, con sus cincuenta y un muertos y más de setecientos heridos, el inefable Julio de Vido, que será el nuevo blanco de Lanata esta noche, sin siquiera ponerse colorado atribuyó a los deseos a viajar a Miami que más de dos millones de argentinos salieran a la calle.


El 24A, mientras la sucesiva presencia de los gremios y de la ciudadanía en general gritaba ¡basta! en la plaza, el oficialismo destruía a la República y a la democracia en el interior del Congreso, demostrando un imperial desprecio por el clamor de sus gobernados; resultó por ello muy acertada la frase de Oscar Aguad al resaltar que la bancada oficialista tenía miedo a la masa y vallaba el edificio, demostrando así que no era peronista a pesar de su disfraz.

Preguntas básicas se imponen: si usted fuera nuevamente candidato a algo, sea presidente de un club, de una asociación vecinal o a diputado, ¿dedicaría toda su actividad diaria a insultar a sus votantes y a despreciar su inteligencia?; cuando quienes integran su capital político sufren por alguna razón, ¿demostraría usted que medios non sanctos le permiten estar al margen de ese sufrimiento?; mientras todos protestan, ¿utilizaría una visible maza para derrumbar el edificio de su club? Evidentemente, si lo hace es porque los votos han dejado de importarle y ya está pensando en otra forma de conservar el poder; sólo tendrá dos alternativas: el fraude o la violencia.


Como todos somos conscientes de lo que ocurrió en la elección tan cuestionada de Venezuela, presumo que los partidos políticos de oposición se pondrán de acuerdo para contratar a un equipo informático que pueda imposibilitar el fraude. Sólo resta saber, entonces, como hará el Gobierno para incendiar Roma.

domingo, 21 de abril de 2013

Cuando estén secas las pilas



Cuanto estén secas las pilas

“Sólo un pueblo virtuoso es capaz de vivir en libertad. A medida que las naciones se hacen corruptas y viciosas, aumenta su necesidad de amos”. Benjamin Franklin

Si muchos, hasta la semana pasada, dudaban del apocalíptico futuro que he venido prediciendo para este año en la Argentina, lo sucedido en Venezuela desde las elecciones del domingo pasado ha comenzado a convencerlos. El inefable Pajarito Maduro y, con él, el régimen chavista ha demostrado a qué extremos los gobiernos populistas y corruptos, que han proliferado en la última década en América Latina, están dispuestos a llegar para conservar el poder. Nuestro país, que tanto ha hecho para parecerse al caribeño no es una excepción; los diarios de estos días de Caracas pueden ser leídos como una anticipación de lo que sucederá aquí antes de octubre.

La encuesta dada a conocer por Jorge Giacobbe ha informado, urbi et orbe, que el cristinismo perderá las elecciones en la crucial Provincia de Buenos Aires, cualquiera sea el escenario en que se produzcan; es indispensable destacar que ese estudio es anterior nada menos que a las inundaciones de La Plata, a las revelaciones de la corrupción en televisión, a los inmundos avances sobres la Justicia y a la masiva protesta del 18A. Puedo afirmar, por lo demás, que el Gobierno es consciente de esa ineludible realidad.


La economía prácticamente en recesión, la creciente inflación, la caída de la recaudación de la soja debida a precios y rindes menguantes, las reservas monetarias al borde de la inanición, el débil crecimiento de Brasil, el déficit fiscal enorme, la brecha cambiaria y, sobre todo, las mayores importaciones de combustibles, producto del incendio en la destilería, permiten augurar que, esta vez, no dispondrá de más carne para echar a la parrilla del bolsillo consumista del ciudadano antes de esas elecciones, en la cual se juega todo su futuro y que, como digo, perderá.

Las matemáticas son simples. En la Ciudad de Buenos Aires, en las provincias de Santa Fe, de Córdoba y de Mendoza, y también en la propia Santa Cruz, es inexorable que el Gobierno sufra una derrota memorable y, en algunas de esas jurisdicciones, saldrá tercero o cuarto. Si, como dijo Giacobbe, con enormes pergaminos que lo avalan, le sumamos la Provincia de Buenos Aires, el resultado será que el oficialismo dejará de disponer de las mayorías de las que hoy abusa en ambas cámaras del Congreso, cualquier proyecto reeleccionista estará indefectible enterrado, el peronismo territorial huirá espantado y doña Cristina se habrá transformado en un yogurt, con fecha cierta de vencimiento.

Si miramos desde ese ángulo lo que ocurre en Venezuela, mi vieja afirmación acerca de la decisión de incendiar Roma antes que entregar el poder adquiere una perspectiva más verosímil; ayer mismo, en su nota en Perfil, Dante Caputo coincidió es que las probabilidades de que ello ocurra son cada día más concretas. Podrán oponérseme argumentos tales como la enorme movilización de la ciudadanía, sea a favor o en contra de Capriles, o la obediencia ciega de un sector del ejército bolivariano al régimen pro-cubano vigente, pero nada de ello invalida una comparación con nuestra realidad.  

El éxito numérico del 18A tuvo causas concurrentes, pero fue determinante la masiva difusión que le dio Lanata a una corrupción conocida que, hasta ahora, no figuraba entre las prioridades de la ciudadanía. Desde estas notas, como puede comprobarse en mi blog, he denunciado ininterrumpidamente hechos peores, inclusive, que el affaire Kirchner-Báez, pero nadie lo escuchó.

El cachetazo que el Gobierno está propinando a la República en el Parlamento, contemporáneo de la concentración, casi produce la invasión al Congreso; el periodismo debiera dar a conocer, con fotos, la lista de los legisladores que, con obediencia debida e irracional, levantaron la mano en ambas cámaras para concretar este verdadero golpe de estado.

El segundo mensaje –el primero fue “Constitución, República y Decencia”- que la marcha emitió no estuvo dirigido a doña Cristina sino a los opositores, porque la sociedad está verdaderamente harta de sus ridículos personalismos, para que se decidan a unificar su propuesta electoral para enfrentar a esta calamidad. Algunos de los más lúcidos políticos están proponiendo la conformación de dos agrupaciones de partidos, una de centroizquierda y la otra de centroderecha; luego, ambas irían a respectivas internas y conformaría la lista final de candidatos de acuerdo a la cantidad de votos obtenido por cada uno de ellos, con lo cual todos estarían representados por sus mejores hombres y mujeres.

Obviamente, aceptar esa propuesta es para espíritus altruistas que, lamentablemente, escasean en el escenario nacional. Quienes se sienten ganadores en una circunscripción no se resignan a perder parte del poder que suponen ostentar en beneficio de otros que, tal vez, puedan aportar más capaces personas. Para eso, la ciudadanía en general, esa que llenó las calles el 18A, debe imponerse y exigir a quienes se pretenden dirigentes que terminen, de una vez, con esta manera tan infantil de entender y de ejercer la política.

No se trata de coincidir en un programa general de gobierno sino en ponerse de acuerdo en algunas premisas básicas e inamovibles. Por mi parte, me permito resumirlas así: volver al sistema de división estricta de poderes; desterrar la lista sábana e implantar la boleta única; derogar las leyes de blanqueo y de emergencia económica; regresar al federalismo fiscal; prohibir, en todos los ámbitos públicos, aún en los no estatales, la reelección por más de un período; exigir la contraprestación laboral y educativa para los planes sociales; recuperar la seguridad jurídica y respetar, a rajatabla, los contratos y las sentencias; establecer una política de estado firme y coherente para luchar contra el narcotráfico y el lavado de dinero; reinsertar a la Argentina en el mundo; y establecer una clara y transparente política migratoria.

Sobre cada uno de esos títulos podremos discutir la forma concreta de llevarlos a la práctica, pero ese debate debe ser dado a la luz pública, de modo tal que la ciudadanía sepa cómo están desempeñando sus mandatarios las tareas para las cuales fueron elegidos. Esto es básico, ya que debemos abandonar esta falsa democracia “delegativa”, tan en boga en los regímenes populistas que han empobrecido y marginado a sus países, y regresar a la verdadera, la “representativa”; en la primera, los derechos civiles se reducen a la emisión del voto mientras que, en la segunda, la participación de la sociedad, en todas sus formas, se ejerce permanentemente, con el control de los actos del gobierno.  

No basta con que la sociedad exprese su bronca en las calles cada cierto tiempo o pida la ayuda de S.S. Francisco para evitar que este “modelo”, cada vez más expuesto en sus costados más cloacales pero aún así determinado a ir por todo, consiga sus objetivos. La movilización ciudadana debe ser permanente, la exigencia a los representantes cotidiana y la defensa de la Constitución activa y militante. Es el propio país y nuestra libertad lo que se está jugando en estas horas, y de nuestra conducta, individual y social, dependerá que esta vez salga pato o gallareta.

domingo, 14 de abril de 2013

La República en Coma




La República en Coma

“Todo ciudadano argentino está obligado a armarse en defensa de la patria y de esta Constitución, conforme a las leyes que al efecto dicte el Congreso y a los decretos del Ejecutivo nacional. …” Artículo 21 de la Constitución Nacional

Voy a omitir referirme a los detalles de este nuevo cachivache que la señora Presidente está usando como ariete para demoler, quizás definitivamente, a la República, entendida como un régimen constitucional con división de poderes, y lo haré porque ya han corrido ríos de tinta y miles de segundos de radio y televisión analizándolos. Me centraré, por el contrario, en la obligatoria reacción, individual y colectiva, que el mismo debiera general entre los ciudadanos, tal como les impone la Constitución Nacional en el artículo citado. 

El jueves 18 de abril –el ya famoso 18A- (este video convoca: http://tinyurl.com/d4l3zyr) las plazas y calles de todo el país se poblarán, con absoluta certeza, de cientos de miles de compatriotas, que manifestarán su indignación y su repulsa a todo un método de gobernar que, para enriquecer aún más a sus funcionarios y a los empresarios amigos, no titubea en matar, sea en los trenes, sea en las rutas, mediante inundaciones previsibles y evitables o, simplemente, por la violencia con que la inseguridad se manifiesta hoy, causada en gran medida por la proliferación de las drogas, un comercio atribuible también a políticos y policías corruptos.

Anhelo que el número de manifestantes que se expresó el 8 de noviembre de 2012 sea superado por esta nueva muestra del hartazgo general pero, sobre todo, mi mayor esperanza está cifrada en que, a diferencia de la anterior, ésta sirva para unirnos a todos aquellos que no estamos dispuestos a tolerar un día más este régimen de cambalache, mezcla rara de ladrones y cultores de ideologías trasnochadas y fracasadas en el mundo entero.

Los argentinos debiéramos aprovechar esta oportunidad para exigir que todos los pre-candidatos a legisladores nacionales o provinciales se comprometan públicamente y por escrito a no permitir que la Constitución sea reformada nuevamente, para impedir que se termine de asesinarla. Si lo hacemos, si todos nos esforzamos para cumplirla a rajatabla, todo lo demás nos será dado por añadidura, ya que “para ser verdaderamente libres es necesario ser esclavo de las leyes”.


Estamos sometidos y empobrecidos a niveles inimaginables hace algunas décadas, porque hemos tolerado que, como sucede con la rana cuando se la pone en agua fría para iniciar su cocción, se nos hayan gradualmente amputado libertades y cercenado derechos. Nuestros representantes, que pueblan el Congreso y las legislaturas provinciales, se han dejado engatusar, en su terrible y costoso infantilismo, por el papel dorado y las cintas brillantes con los que el kirchner-cristinismo ha sabido envolver sus proyectos más demenciales.

Hemos visto, sin reaccionar, cómo se confiscaban los ahorros en las AFJP’s para permitir al Gobierno hacerse de los fondos; cómo se cambiaba la composición del Consejo de la Magistratura para garantizar la impunidad de los jueces y de los funcionarios corruptos y para perseguir a quienes dictan sentencias con arreglo al derecho vigente; cómo se reformaba la carta orgánica del Banco Central para emitir sin medida y generar más inflación, amén de saquear sus reservas; cómo, con la excusa de garantizar la “mesa de los argentinos” se perdían doce millones de cabezas de ganado y se cerraban cientos de frigoríficos; cómo, para poder robarse YPF, se generaba una crisis energética que nos llevó a resignar el autoabastecimiento e perder ingentes reservas de gas y de petróleo; cómo, aprobando año tras año la “emergencia económica”, se otorgaron facultades al Ejecutivo que lo faculta a estrangular a las provincias no alineadas y a reasignar partidas presupuestarias, destinadas a la infraestructura, para apoyar proyectos faraónicos que habilitan el latrocinio.

Tengo miles de razones, después de cuarenta y seis años de ejercicio de la abogacía, para creer que el Poder Judicial –y más los otros dos- necesita varios ajustes, para garantizar la transparencia en la administración de justicia y la idoneidad e independencia los jueces y para facilitar el acceso de los más pobres. Pero me opongo férreamente a este disparate que el Gobierno ha inventado para poder poner a la Justicia al servicio de sus planes más espurios, sin siquiera discutirlos.

Estoy convencido, por ejemplo, que los actuales jueces, y también los secretarios, deben someterse periódicamente a exámenes sobre sus conocimientos. La forma de garantizar la transparencia de tales evaluaciones sería, creo, que fueran rendidos en forma anónima, como sucede en tantos concursos literarios, aquí y en el mundo. Un Consejo de la Magistratura apolítico e independiente removería, con esos resultados, a quienes no fueran aptos para ejercer la magistratura, y designaría, utilizando el mismo procedimiento, las ternas a elevar al Ejecutivo.     

También sé que, si trajéramos al presente una vieja institución española, el juicio de residencia, y sometiéramos a él a todos los funcionarios de cierta jerarquía al dejar sus cargos, podríamos empezar a recorrer el camino de la decencia en la administración pública.

En fin; cuando este régimen pseudo progresista -que hace discursos por izquierda pero roba por derecha- termine, tendremos que arremangarnos todos para reconstruir la República. Con los cimientos de la misma tan carcomidas por el “pobrismo” que requiere la necesidad clientelista, será una tarea ímproba, que requerirá de un cambio en la mentalidad de la sociedad. Debemos entender, por ejemplo, que es perverso, además de inútil, subsidiar a las empresas y no a los consumidores más pobres, o gastar en Aerolíneas Argentinas diez veces más que lo que hubieran requerido las obras necesarias para evitar las inundaciones, pasadas o futuras, de La Plata. Y que es imprescindible que los “planes” tengan un correlato real de educación y prestación de servicios transformándolos, si se quiere, en un aporte del Estado para completar los salarios de los nuevos trabajadores que se incorporen a la actividad privada.   

Por todo eso, el 18A debe ser masivo, pero también conducente. Debe ser un claro mensaje a los opositores, para que abandonen su vocación protagónica y acepten ser actores de reparto en la nueva película que la Argentina debe comenzar a filmar ya mismo. Si no lo hacen, no habrá marquesina en la que colocar sus nombres entre luces, ya que todo será silencio y oscuridad.

jueves, 11 de abril de 2013

Mi agradecimiento, y mis disculpas




Mi agradecimiento, y mis disculpas


“El último escalón de la mala suerte es el primero de la buena”. Carlo Dossi


Anoche, como estaba previsto, Carlos Manuel Acuña y yo conversamos con un grupo muy grande de amigos, muchos de los cuales aportaron propuestas constructivas y, muchos más, ofrecieron su esfuerzo personal para sumarse a la ímproba tarea de reconstruir, en la Argentina, la República.

A todos ellos, mi más profundo agradecimiento, ya que el éxito, como dicen en España, admiró a la propia empresa. Tal como prometí con anticipación, ello nos obligará a programar nuevos encuentros de este tipo en el interior del país.

Pese a que se agregaron sillas y sillones a las originalmente previstas, muchos de los asistentes debieron permanecer de pie, en pasillos, corredores y hasta en el propio escenario, a espaldas de quienes ocupábamos la mesa con el micrófono. Además, nuestra falta de previsión en cuanto al número real hizo que existiera cierta desprolijidad en el trasiego de micrófonos entre los concurrentes, y algunos de ellos, que tenían interés en expresarse, no llegaran a hacerlo.

A todos ellos, y a quienes a pesar de sus intenciones, no lograron ingresar al salón, mis mayores disculpas, ya que asumo la responsabilidad total de tantos desaguisados.

La semana próxima, cuando el operador de video nos entregue el mismo, lo pondremos a disposición de quienes lo soliciten, además de “postearlo” en Facebook, Twitter y nuestros respectivos blogs.


Ahora, tal como se dijo anoche, todos debemos hacer los mayores esfuerzos para transformar la marcha del 18 de abril (el 18A) en la más numerosa que se haya registrado en el país. Las razones para este esfuerzo pueden ser varias, como quedó demostrado el 8N, pero esta vez debemos concentrar la consigna: ¡CONSTITUCION, REPUBLICA Y JUSTICIA!

Una vez más, mil gracias a todos, y las mayores disculpas.

domingo, 7 de abril de 2013

Ladrones y Asesinos Genocidas




Ladrones y Asesinos Genocidas

“… se entenderá por ‘genocidio’ … c) Sometimiento intencional del grupo a condiciones de existencia que hayan de acarrear su destrucción física, total o parcial; …”. Artículo 6 del Estatuto de Roma

Al comenzar esta indignada nota, permítaseme reiterar la invitación a la charla que, con Carlos Manuel Acuña, daremos el miércoles 10, a las 19:00 hs., en Quintana 161, de la Ciudad de Buenos Aires. Digo ‘charla’ porque tendrá las características de una conversación abierta entre amigos, en la cual propondremos soluciones de cara al futuro, y discutirlas.

Ahora, a lo nuestro. ¿No le parece que lo que el Estado argentino, en todos sus niveles, hace con los más pobres e indefensos de nuestros ciudadanos encaja perfectamente en la definición? El Estatuto de Roma fue suscripto por la Argentina en 2004.

A ese grupo humano la insana e idiota política inmigratoria obliga a agregar ahora los pobladores de las villas de emergencia más populosas de nuestras grandes ciudades. Tampoco los tan declamados derechos de los pueblos originarios, condición falsamente atribuida a las tribus que invadieron el sur provenientes de Chile, se aplican a los coyas de la puna, a los tobas del noroeste ni a los qom de Formosa y el Chaco, que son destinatarios de la peor política de exterminio racial.

El populismo busca mantener en condiciones de vida infrahumanas a aquéllos susceptibles de transformarse en ‘clientes’ de intendentes, gobernadores y presidentes, y los subsidios y planes sólo consiguen evitar que mueran demasiado rápido, sin rendir, en sucesivos votos, los beneficios electorales anhelados. Que ello implique condenar a un millón de jóvenes a ser ‘ni’ –no trabajan ni estudian- y a pasar del ocio y de la falta de educación a la droga parece ser un daño menor y colateral.

 Sin negar que ese flagelo –la corrupción- viene casi desde los orígenes de la patria, fue en los últimos diez años cuando, por haberse tratado de la década de mayor recaudación para el Estado en toda su historia, se alcanzó este nuevo hito. Analistas hablan de ingresos fiscales por la alucinante suma de US$ 400.000.000.000.= (cuatrocientos mil millones de dólares).

A pesar de eso, la ‘década ganada’ de los gobiernos de los Kirchner ha permitido que se deteriorara –en la práctica, que desapareciera- toda la infraestructura que tanto nos había costado conseguir. Comprobar este aserto resulta fácil: las rutas están destruidas y su estado cuesta 8000 muertos por año en accidentes, carecemos de una red de autopistas, nuestras ciudades se inundan y las previsibles catástrofes cada vez cuestan más vidas y bienes, los ferrocarriles se han transformado en trampas mortales y ofrecen comodidades dignas del ganado, los servicios públicos han dejado de funcionar, los puertos y canales de navegación están casi inutilizados por falta de dragado, los hospitales y escuelas carecen hasta de lo más elemental, los chicos no tienen clases, no hay dinero para pagar los sueldos de maestros, policías y gendarmes, y todos los otros males que usted mismo podrá agregar.

Como digo, nada de esto es nuevo, como tampoco lo sean los argentinos que realmente viven por debajo del límite de pobreza y de indigencia, o los que sólo obtienen trabajo no registrado, o ‘negro’. Pero lo que indigna, lo que subleva, lo que nos obliga a repensar la política y la forma en que nos comportamos frente a ella es que todo esto sucede después del período más largo de crecimiento, no sólo nacional sino de toda la región sudamericana, con la única excepción de Venezuela. Cuando se inventan feriados tan largos que permiten que el 2,5% de la población se tome vacaciones, ¿no se piensa en el 40% de empleados informales, que sólo cobran los días que trabajan?

Entonces, las preguntas se imponen. Si bien la política, según don Néstor (q.e.p.d.), requiere de mucho dinero, ¿era necesario robar tanto? Después de haberse quedado con los desaparecidos fondos de Santa Cruz, que hubieran permitido vivir como reyes hasta sus tataranietos, ¿era indispensable robar también la comida de los chicos, que nunca tendrán un cerebro apto para pensar? Si ya roban a los más pobres sus magros salarios en los casinos de todo el país, ¿también era necesario robar el dinero destinado aunque fuera sólo a conservar los trenes y los caminos? Si los bienes materiales que poseen –casas, hoteles, aviones, aviones, estancias inexplicables- son tantos, ¿también había que robar truchando medicamentos para los enfermos terminales? ¿Cómo puede justificarse que, para pagar los principescos sueldos de los chicos de la Cámpora, se sigan gastando más de dos millones de dólares diarios en Aerolíneas Argentinas? A la luz de lo que sucedió en La Plata, ¿no hubiera sido mejor destinar esa fortuna a construir obras hidráulicas, usinas, hospitales, escuelas y viviendas?

Si la Argentina, como vemos, depende tanto de sus exportaciones agropecuarias, ¿cómo no se cuidan y pavimentan los caminos necesarios para que la producción pueda trasladarse a los puertos? ¿Es necesario gastar la millonada que se destina a la publicidad de los inexistentes actos de gobierno, sean celestes, amarillos o naranjas, cuando las rutas nos cuestan por año muchísimas más muertes que la guerra de Malvinas? ¿Era necesario destinar a Tecnópolis los fondos que hubieran debido solucionar las inundaciones del río Salado? ¿Fue imprescindible que los caminos en Santa Cruz costaran cuatro veces más que en San Luis?

Si la Antártida y la soberanía nacional en ese continente son tan indispensables y esenciales para el futuro, ¿había que robar hasta el dinero necesario para mantener las bases argentinas que tenemos allí? Si el Ejército dispone de unidades especializadas en catástrofes bélicas, ¿fue necesario robar los fondos que hubieran permitido trasladarlas rápidamente a las zonas inundadas?

La inflación, que siempre castiga con más fuerza a las capas más bajas de la pirámide social, tiene una de sus más profundas causas en la indispensable importación de combustibles, un daño que nos costará décadas reparar, producto de la voluntad de los Kirchner de robarse YPF. ¿No se trata de un excesivo precio sólo para juntar más dinero? Si los más pobres son los que pagan el gas más caro, porque lo compran en garrafas, ¿era necesario robarse la plata destinada a los gasoductos? Si cada vez son más quienes carecen de vivienda, ¿era necesario que Bonafini, Schoklender y los funcionarios cómplices robaran tanto dinero destinado a casas para los más humildes?

Las valijas de Antonini Wilson, los vuelos de Southern Winds con drogas a España, el mantenimiento de la inexistente Lafsa, Guita-rrita Boudou y Ciccone, los subsidios de Ricardo Jaime y los Cirigliano, la embajada paralela en Venezuela, la ‘venta’ de bonos a Chávez, el injustificable crecimiento patrimonial de tantos funcionarios, la nueva colonización de Puerto Madero, las tierras fiscales del Calafate, los gobernadores feudales que viven en castillos mientras sus provincias se hunden en la miseria, la falta de radares en las fronteras del norte, Rudy Ulloa, Lázaro Báez, Cristóbal López, Electroingeniería, Ezkenazi, Whertein, Spolsky y su imperio multimediático, Bulgheroni, la Anses, el Banco Nación, el Pami, el Banco Central y las AFJP’s, Micheli y su bolsa de dólares en el baño, son sólo botones de muestra de un inventario amplísmo.

Por estos hechos, y muchos más que no caben en la extensión de esta nota, doña Cristina, sus funcionarios y sus cómplices necesarios (los empresarios) deberán ser, irremisiblemente, juzgados cuando pierdan el poder. Y esta vez sí el Estatuto de Roma podrá ser usado para condenarlos, porque se tratará de una ley anterior al hecho. Para poder concretar esa ilusión y enderezar el rumbo de la Argentina, sólo hace falta una cosa: una Justicia seria, rápida, eficiente y, sobre todo, independiente. Con ella, todo será posible; sin ella, nada lo será. Esta será sólo una de las propuestas que discutiremos el miércoles 10, en la charla a la que, espero, pueda asistir.