domingo, 27 de enero de 2013

Tato Bores era profeta



Tato Bores era Profeta

“La paz que has elegido es peor que mi guerra, lo que pudo haber sido y lo que nunca será” Joaquín Sabina

Seguramente, si usted tiene menos de treinta años, no recuerde el episodio pero, en las últimas etapas de su prolongadísimo ciclo televisivo, Tato Bores, “el cómico mayor de la nación”, creó un personaje nuevo. Se trataba de un científico alemán -arqueólogo para más datos- a quien la Universidad de Heidelberg le encomendaba investigar la presunta existencia anterior, en el sur de América, de un país que se habría llamado Argentina; la presentación era acompañada por un mapa en el cual nuestro territorio estaba ocupado, totalmente, por el mar, como remedo de la mitológica Atlántida.

Obviamente, era un profeta, ya que hoy nos enfrentamos a la desaparición como entidad independiente; nadie supone que se hundirá, pero sí que explotará como ha sucedido con muchas otras naciones (Yugoslavia, Checoeslovaquia, Unión Soviética, etc.), y podrá pasarle a otras (España vs Cataluña, Gran Bretaña vs Escocia, Bélgica, etc.). En algunos casos, se formaron nuevos países independientes; en otros, regiones enormes fueron anexadas a sus vecinos. A veces, el motivo fue una guerra (Estados Unidos vs Texas o Nuevo México, Argentina vs Chaco, por ejemplo); otras, conflictos internos (Colombia vs Panamá). Y en muchos casos, fue la simple y constante decadencia, eventualmente sumada a la declinación económica, la que produjo el triste final.

Es decir, que la producción de un hecho como esos –que, en nuestro caso, seguramente se transformaría en la anexión de territorios por nuestros vecinos- no sorprendería demasiado a los estudiosos de la historia universal. Pero debiera afectarnos mucho, y obligar a ocuparnos –ya no preocuparnos- de encontrar una alternativa viable.

Hoy, mal que nos pese y de cuanto hagamos para ignorarlo, la República Argentina se cayó o, mejor, la hicimos caer. Como diría María Elena Walsh, “no es lo mismo ser profundo que haberse venido abajo”; esto es lo que hemos hecho, todos, con el país que recibimos de nuestros ancestros y que hubiéramos debido conservar para nuestros hijos y nietos.

A mi modo de ver, el primero de nuestros males –que no es de ahora, sino que viene arrastrándose, ante nuestra indiferencia, hace décadas- es la destrucción de la educación en todos los niveles, lo cual nos deja sin futuro. Ya el 10 de marzo de 2011, me explayé sobre el tema en “Estúpida Universidad” (http://tinyurl.com/bx9t7mt); le ruego la lea para conocer, o recordar, mi propuesta (basta con pinchar en el link).

El martes pasado, Marcelo Zlotowiagzda, en el tercer bloque de su programa “Palabras más, palabras menos” (http://tinyurl.com/b9sxgml) entrevistó al maestro Guadagni, un economista conocido y, tal vez, una de las personas que más sabe de estadísticas de la educación. Como demostración palmaria de las causas de nuestra carencia de futuro, hizo notar que, según el censo que realizó la Universidad de Buenos Aires en 2011, mientras se habían graduado 34.071 abogados y contadores, sólo lo habían hecho quince ingenieros hidráulicos, veinticuatro ingenieros en petróleo y trece ingenieros nucleares, y que la participación en el alumnado de estudiantes provenientes de colegios secundarios públicos había descendido desde el 54% (1992) al 40% (2011), confirmando así un apotegma de Andrés Cisneros: “La universidad gratuita es la universidad del privilegio”.

Guadagni, sosteniendo que el ingreso irrestricto y la gratuidad indiscriminada de la enseñanza eran dos disparates, relató el ínfimo porcentaje de graduados de nuestras universidades públicas (25% en promedio, con simas de 4%) versus los datos que proporcionan países como México, Chile y Brasil (55%), pese a que el porcentaje de estudiantes universitarios en Argentina duplicaba el que exhibían esos países; y sostuvo que el sistema de cupos y de becas, como método para orientar la educación universitaria a las carreras que el país necesita, para autofinanciar la universidad y para mejorar sensiblemente el sueldo a los profesores, se aplicaba en regímenes tan disímiles como la ex URSS, en China, en Cuba, en toda Europa y, más recientemente, hasta en el Ecuador de Rafael Correa.

Dejó claramente establecido que hay que actuar sobre la educación primaria y secundaria, para garantizar la elemental igualdad de oportunidades que nuestra Constitución manda, y abundó en cifras que demuestran el tamaño de esa deuda social a diecinueve años de su sanción. El incumplimiento de la ley de jornada extendida en el nivel inicial es terrible; simplemente atravesando la Av. Gral. Paz, el porcentaje de chicos que asisten a escuelas de jornada doble desciende del 45% al 4%, condenando a millones de ellos a la exclusión y a la marginalidad. La mera constatación de la existencia de un millón de jóvenes “ni-ni”, que no estudian ni trabajan, demuestra claramente esta hipótesis.

Pero lo que más me impresionó fue la segunda parte de ese bloque, en el que el entrevistado fue el Presidente de la Federación Universitaria de Buenos Aires (FUBA), Alejandro Lipcovich; quien encabeza la organización que nuclea a los estudiantes de la ciudad capital, es decir, a quienes debieran ser los más preocupados por el panorama que había presentado el profesor, respondió sólo con consignas y con dogmas, negando la realidad en nombre de una ideología trasnochada y ridícula.

No se trata sólo de asignar recursos sino de hacerlo en forma inteligente y, en especial, pensando en mejorar la capacidad de los alumnos de aprender y realizarse como personas. Se trata de objetivos de largo plazo, tan lejanos y poco visibles en lo inmediato que dejan de figurar en el horizonte de los políticos, es decir, de seres incapaces de dejar de pensar en las próximas elecciones para hacerlo en las próximas generaciones.

La ignorancia de la sociedad en general, y de la clase política en particular, acerca de la gravedad del tema de la decadencia de la educación, por la consecuente inviabilidad de inserción de la Argentina en el mundo que viene, hará que nuestro país, uno de los principales productores de alimentos y por ello imprescindible en la geopolítica del hambre, se transforme en epicentro de preocupaciones globales, ya que nadie consigue explicarse por qué, habiendo sido un faro de luz cultural e intelectual, tan rico y con tantas posibilidades dadas por la naturaleza, ha sido convertido por nosotros mismos en una nación insignificante e ineficiente y, sobre todo, en fase de derrumbe final.

domingo, 20 de enero de 2013

Las mil y una noches de Cristina




Las Mil y Una Noches de Cristina

“Uno se pregunta cómo podemos vivir en una sociedad en la que los cargos políticos son más rentables que las estructuras industriales productivas”. Julio Bárbaro

Sherezade, según cuenta la leyenda, sería ejecutada al amanecer por orden del sultán, como les había sucedido a todas sus antecesoras que, diariamente, eran conducidas a la alcoba real. Para evitar tal suerte, la heroína contó a su amo una historia apasionante que, cuando el sol apareció, no había llegado a su final; el soberano, intrigado, le perdonó la vida ese día y ordenó que la llevaran a sus aposentos a la noche siguiente para saber cómo terminaba el cuento. La relatora repitió la maniobra mucho tiempo, y logró así evitar la muerte por casi tres años; nadie sabe qué sucedió después.

La Constitución argentina impide –y mal que le pese a la Araña Conti, lo seguirá haciendo- que la “vida” de nuestra primera magistrada continúe cuando amanezca el 10 de diciembre de 2015. Con la siempre comprensible vocación de prolongarla, doña Cristina ha resuelto transformarse en una Sherezade moderna, inventando noche a noche, una ficción que, según su criterio, debiera fascinarnos tanto como le sucedió al sultán con su antecesora. Lamentablemente, los de ésta eran otros tiempos, en los cuales la relación del hombre con sus deidades era más cercana y todas las fantasías resultaban creíbles.

Hoy, de los mil y un cuentos que contiene la obra sólo permanece como algo verdadero y actual el de Alí Babá y los cuarenta ladrones; Guita-rrita (¡está a cargo del Ejecutivo!), los chicos de La Cámpora y muchos otros funcionarios –incluida la propia CFK- se han ocupado con enorme eficiencia, la misma de la que carecen a la hora de administrar empresas públicas, salvo en su propio beneficio, de mantener la historia viva.

Sin embargo, y ahora desde hoteles, aviones y escenarios tan suntuosos que recuerdan los palacios y los desiertos dorados de la narradora original, sea en Emiratos o en Indonesia, en Vietnam o en Cuba,  doña Cristina, envuelta en lujosos encajes y acompañada por una barbie a su imagen y semejanza, insiste en intentar convencernos de la veracidad de sus relatos diarios. La reiterativa enumeración de logros inexistentes, las inauguraciones repetidas dos y tres veces, los anuncios rimbombantes, la catarata de inversiones nunca concretadas, no consiguen convencer al ciudadano de a pie que, en lugar de viajar en helicóptero y a una distancia tal de la superficie como para que las lacras no se vean, debe luchar todos los días contra hechos que, durante las veinticuatro horas, demuelen el relato presidencial.

La infraestructura de caminos y ferrocarriles colapsada, los cortes de luz a viviendas e industrias, la falta de agua y cloacas, la inseguridad, el sideral desarrollo del narcotráfico, la genocida corrupción y la inflación, que se come a enormes mordiscones planes y subsidios, se han constituido en verdaderas paredes contra las que choca la fantasía con la que la viuda de Kirchner intenta conquistar la inmortalidad.

En estos días, y tal como puede verse en mi blog, he dejado de ser el único que menciona al “rodrigazo” como futuro de este modelo económico, comandado por los más torpes funcionarios que el país recuerde, encabezados por la única persona a la cual el relato convence: ella misma; voces de próceres tan autorizadas como las de Roberto Lavagna, Jorge Brito o Ignacio de Mendiguren han sumado sus preocupaciones al respecto. Desde el exterior, ha sido O Globo, el diario más importante de América, quien ha denunciado la verdadera situación que la fantasía de la señora Presidente pretende ocultar.

Sucede que, en realidad y más allá de la prepotencia de sus modos, doña Cristina ejerce un poder débil: usó a Mariotto para intentar destruir a Scioli y fracasó; quiso echar de su “lugar en el mundo” al Gobernador Peralta, y también fracasó, envió al Multiuso Picheto y al Gobernador Weretilnek a destituir al Intendente Goye de Bariloche y debió soportar los desplantes de éste; y hasta el Intendente de Olavarría, absolutamente harto de las presidenciales payasadas, se dio el lujo de negarse a participar de una teleconferencia para reinaugurar una fábrica.

Es que, después de diez años de una bonanza y de una recaudación inédita -recomiendo una imperdible nota de Fernando Iglesias, “Apocalipsis frío” (http://tinyurl.com/ayddsms) el final del sistema ferroviario ya resulta innegable. Ferrobaires ha debido cancelar su tradicional servicio a Mar del Plata, el soterramiento del Sarmiento se ha detenido casi al nacer y sus formaciones descarrilan diariamente y el Roca, el San Martín, el Urquiza y el Mitre se han convertido en inmundicias rodantes y, por supuesto, el “tren-bala” no pasó de ocupar una noche de cuentos. Lo malo para el relato de nuestra heroína es que ya estamos encima del 22 de febrero, cuando la protesta nacional recordará en calles y plazas el aniversario del crimen de Once y, finalmente, se verá que la reina está desnuda.   

La señora Carrió ha pedido el juicio político a la señora Presidente por su coautoría intelectual en ese horror, aún a sabiendas de que resultará imposible que prospere, al menos hasta diciembre de este año. Pero ese gesto es sumamente importante, ya que permitirá también relevar los valores individuales de cada uno de sus colegas en la Cámara de Diputados; desde esta columna y, espero, desde muchas otras, expondremos a la luz pública cómo votará ese proyecto cada uno de los legisladores disque opositores, quiénes exhibirán coraje cívico y quiénes continuarán especulando y chapoteando en este chiquero en que se ha convertido nuestra política cotidiana.

Mientras tanto, desde el Lejano Oriente, doña Cristina insiste en contarnos historias por Twitter o Facebook, intentando que los mandatarios extranjeros -¡piensa que no están informados de la realidad!- la acompañen en sus delirios mesiánicos a nivel global. Pero ya nadie, salvo sus poquitos incondicionales, por la ideología o la rapiña, tiene interés en sus cuentos, porque todos conocemos el final.

lunes, 14 de enero de 2013

El trucho-Cid y la trucho-Reina



El trucho-Cid y la trucho-Reina


“La tragedia de la muerte es lo que transforma la vida en destino”. André Malraux


En estos días, la peste que llevó a países como Nicaragua, Cuba, Venezuela, Ecuador, Bolivia y Argentina a quedarse tuertos, ha llegado con fuerza a otros cuyo comportamiento serio los hacía parecer inmunes a ese virus; me refiero, concretamente, a Brasil y a Uruguay. La posición adoptada por ambos frente a la enfermedad terminal de Hugo Chávez Frías, y a la consecuente imposibilidad de asumir nuevamente su cargo el jueves 10 ante la Asamblea Legislativa venezolana, da acabada cuenta de la propagación del mal.

Para evitar la segura lucha interna por el poder que se dará entre los candidatos chavistas a suceder al caudillo cuando su muerte sea reconocida, y con una notoria influencia de la cúpula cubana en el evento, el oficialismo venezolano  llegó a un pacto que carece de antecedentes en América Latina. Ya que se trataba de una reasunción del mismo Presidente, la Sala Constitucional del Tribunal Supremo consideró que, en realidad, no era preciso ese juramento y, minutos después, la Asamblea Legislativa le concedió la posibilidad de ausentarse del país por tiempo indeterminado; es decir que, en lugar de conquistar Valencia después de muerto, como hizo el Cid Campeador, nuestro numen bolivariano continuará gobernando desde un hospital habanero o, tal vez, desde el más allá. Mientras tanto, ejercerá la Vicepresidencia Nicolás Maduro, no electo sino designado por Chávez para el cargo en su período vencido.

Es decir, en Venezuela se ha roto con la Constitución de manera notoria y, sin embargo, la reacción de los países vecinos fue diametralmente opuesta a la que se produjo cuando la crisis en Paraguay llevó a su Congreso a destituir al Presidente Lugo, lo cual fue convalidado luego por la Corte Suprema de Justicia de su país. Para ser más claro: mientras que en Asunción fueron respetados todos los procedimientos constitucionales, en Caracas simplemente se la violó para impedir que el chavismo implosionara inmediatamente con la muerte de su mentor.

Esos países, que ya habían instaurado la “cláusula democrática” en la Unasur cuando una simple huelga policial en Quito por mejores salarios fue disfrazada de intento de golpe de estado por Correa, la hicieron jugar para “suspender” la membrecía de Paraguay en el Mercosur y, de ese modo, permitir el ingreso –resistido por el Congreso en Asunción- de Venezuela por la ventana del -a partir de entonces- Truchosur, poniendo de manifiesto la hipocresía de todo un continente, de la cual sólo resultan exceptuados Chile, Perú y Colombia.   

La inquietud de Cuba con relación al futuro del régimen chavista está, por supuesto, enormemente justificada, ya que los Castro -¿será Fidel otro Trucho-Cid?- sobreviven sólo por el cordón umbilical de energía y dólares con que Venezuela alimenta a la isla; y muchas otras naciones del Caribe también han recibido grandes apoyos desde Caracas. Brasil, por su parte, está tratando de mantener su rol de líder regional. En nuestro caso, ocurre algo similar, ya que debemos a don Hugo Chávez y a su país mucho, muchísimo dinero por la importación de combustibles y por préstamos financieros (¿recuerda el cacareado “desendeudamiento” con el FMI?), amén de la eventual fantasía de doña Cristina de reemplazar al Papagayo como jefe internacional del “socialismo del siglo XXI”. Si el péndulo político en Venezuela se moviera violentamente, es muy probable que la crisis económica real que atraviesa el país obligue a su nueva dirigencia a interrumpir esas colaboraciones con el extranjero y hasta a reclamar lo que se adeuda.

Volviendo ahora a nuestras pobres pampas, la insignificancia del acto, no del gasto, del recibimiento de la fragata en Mar del Plata me exime de hacer mayores comentarios, lo que no sucede con la última cadena nacional que nos propinó doña Cristina el jueves 10, antes de partir hacia Cuba para saludar a los familiares de Chávez y, fallidamente, despedirse de su amigo antes que la muerte los separe.

Recordemos que, esta vez, la excusa para el abuso de la cadena nacional fue la compra de cuatrocientos coches para distribuir entre las líneas Sarmiento y Mitre de los ferrocarriles conurbanos. Si se tratara de una Presidente que hubiera asumido por primera vez sus funciones en diciembre, hasta sonaría como una propuesta razonables, dado el calamitoso estado en que ambas líneas se encuentran –no son las peores, por cierto- pero, tratándose de alguien que lleva nada menos que diez años ejerciendo el poder ganancial, como ella misma afirma a cada paso, el barullo fue ridículo y canallesco. Voy a explicar, brevemente, por qué califico así el nuevo adefesio oral de doña Cristina.

Más allá de ser el enésimo anuncio en la materia –soterramiento del Sarmiento, electrificación del Roca, vinculación ferroviaria con Uruguay, “tren-bala”, etc.- no recordó que los concesionarios ferroviarios han sido socios del despojo consumado por el matrimonio Kirchner y ejecutado por Julio de Vido y Ricardo Jaime, el único funcionario que no necesitaba golpear la puerta del despacho de don Néstor (q.e.p.d.) porque siempre tenía las manos ocupadas por las valijas repletas de “reintegros” en efectivo. Ello llevó a que se cometiera el homicidio de cincuenta y una personas y heridas a más de setecientos en Once, pero también a la infinidad de lastimados, discapacitados y fallecidos que, anualmente, se producen por el increíble deterioro de todos los ferrocarriles, después de diez años de ingresos fiscales inauditos.

Además, la señora Presidente nada dijo de las “compras” que Jaime realizó, motivando triunfalistas anuncios en su momento, de material ferroviario en Portugal y en España. Esos coches están herrumbrándose en desvíos varios –Pilar y Las Armas, por ejemplo- y nunca fueron utilizados; hasta los coches Talgo, atribuidos a Ferrobaires (el ferrocarril estatal de la Provincia de Buenos Aires), ya han dejado de funcionar en el tramo Constitución-Mar del Plata. Lo curioso, y de allí las comillas de la palabra “comprar”, es que ambos países estaban dispuestos a pagar a quien se llevara ese material rodante, ya que contenía, en su construcción, materiales altamente contaminantes, ahora prohibidos para su uso en la Comunidad Europea. Sin embargo, apareció don Jaime -¿debería llamarlo Jaimito?- y rápidamente, con un enorme cheque de don Néstor (q.e.p.d.), “pagó” para traerlos, contratando un flete carísimo y todo, para que se calcinaran al sol argentino, nacional y popular.

No quiero extenderme más. Sólo recordaré una anécdota que me contaron en Madrid. Resulta que un país africano había encargado la construcción de una importante cantidad de material ferroviario rodante.  Cuando llegó el momento de efectuar el pago, los africanos preguntaron por “la suya”, a lo que los fabricantes respondieron que no había sido presupuestado sobreprecio alguno. Al borde del sofoco, los funcionarios preguntaron qué se podía retirar de los coches de manera de permitir el adecuado “retorno”; los industriales sugirieron que uno de los componentes más caros eran los equipos de aire acondicionado, lo cual fue velozmente  aceptado por los compradores. Como las ventanas eran herméticas, puede suponerse qué les pasó a los pasajeros de esos trenes cuando comenzaron a correr por las planicies subsaharianas bajo un sol canicular. ¿Nota alguna similitud?

domingo, 6 de enero de 2013

La Bastilla y la rana




La Bastilla y la Rana


           “La lengua es el vestido del pensamiento”                                     Samuel Johnson

Contra esta Corte Suprema, tan loada en los primeros ocho años del neo-imperio ganancial de los Kirchner, tengo viejos agravios como abogado y,  especialmente, como ciudadano. Critiqué fuertemente, y aún lo hago, haber destruido, a través del tema de los derechos humanos (de los que interesan a Olivos), toda la estructura jurídica que nos regía –principios de inocencia, de legalidad, de juez natural, de ley anterior al hecho del proceso, etc.-, no haber reaccionado ante el desconocimiento flagrante de sus sentencias por el Poder Ejecutivo –casos Badaro y Procurador Sosa-, no haber defendido a los jueces inferiores ante las persecuciones policiales y de los servicios de inteligencia a que fueron sometidos por no fallar como la Casa Rosada pretendía –las reservas del Banco Central, el caso Ciccone y las cautelares al grupo Clarín- aún cuando ello implicara arrasar con un fuero completo, o no adoptar una posición común –de expulsión o de renuncia colectiva- ante el descubrimiento de la propiedad de prostíbulos del Juez Zaffaroni o de su evasión fiscal.

En cualquiera de esos temas, en todos, la Corte debió formular las pertinentes denuncias y solicitar al Poder Legislativo el juicio político de los inquilinos de la Casa Rosada, aún a sabiendas que las mayorías oficialistas bloquearían el proceso. A cambio de una actitud tan noble y constitucional, se han dejado insultar –y la sociedad lo ha permitido- impunemente por personeros de un régimen en el cual nadie habla sin pedir permiso.

Hoy, alguien que hubiera podido merecer algún respeto por su coraje personal, pero que lo ha malversado con su recalcitrante oficialismo y, sobre todo, con la corrupción que envuelve a las Madres de Plaza de Mayo desde que las asoció con Shocklender para robar dineros públicos, se ha permitido amenazar a los integrantes de la Corte con tomar el Palacio de Justicia si no destraba de inmediato el tema de la inconstitucionalidad de dos artículos de la Ley de Medios Audiovisuales, como si éste se tratara de una Bastilla reciclada y ella encabezara la Revolución Francesa. Pese a las horas transcurridas desde entonces, y el premeditado anuncio de su futura extorsión a los jueces con carpetas reales o inventadas -¿recuerda las cuentas atribuidas a Enrique Olivera y a Luis Juez, o el tráfico de drogas imputado a Francisco de Narváez?-, ningún juez ni fiscal de la Nación ha denunciado a Hebe de Bonafini por cometer el delito previsto en el artículo 209 del Código Penal.

Es cierto que esta energúmena mujer se siente, con la razón que le dieran don Néstor (q.e.p.d.) y doña Cristina, por encima de la Constitución y de las leyes, como lo estuvieron esos guerrilleros cuyos atentados con bombas y asaltos a cuarteles defiende a ultranza, como lo hizo con los de ETA en España o con las torres gemelas, y nunca fue reprimida por ello; antes bien, fue premiada pública y reiteradamente por decir aquello que se le ordenaba. También es cierto que los fiscales deben haber puesto sus barbas en remojo después que la oposición en el Congreso permitiera la designación como Procuradora General de la Dra. Gils Carbó, tan obediente a los designios de Olivos. Sin embargo, hubiera podido esperarse mayor coraje cívico de quienes tienen el deber de velar por las instituciones.

La verborragia twittera de ayer de la señora Presidente desde su “lugar en el mundo”, que hoy reproducen todos los diarios, no es más que el paroxismo de esa actitud, verdaderamente golpista y destituyente, de un Poder Ejecutivo que se niega a compartir la cabeza del Estado con los otros dos; con el Legislativo le ha resultado fácil, después del ya inexplicable 54% de su triunfo en octubre de 2011, pero ha encontrado en el Judicial más piedras que halagos. Tal como presumía cuando escribí la nota anterior –“La Nariz”- la Sociedad Rural Argentina obtuvo una razonable medida que impide a la Casa Rosada avanzar con este desaguisado jurídico (¡uno más!) con el que pretendía disfrazarse de nac&pop pero que terminó llevándola a una nueva derrota; ello bastó para el furibundo y renovado ataque presidencial sobre los jueces.

La autocalificada “abogada exitosa”, obviamente, ha olvidado hasta los más elementales principios de derecho constitucional, materia que debió rendir para recibirse en La Plata, si es que alguna vez lo hizo. El Profesor Segundo Linares Quintana debe haber anticipado su fallecimiento para que éste se debiera sólo a su mucha edad y no al asco que sentiría hoy si aún estuviera entre nosotros.

Pese a todas estas aberraciones del cristinismo, como la generalizada corrupción, la sociedad parece seguir adormecida. Obviamente, no bastó el éxito del 8N para traducir el descontento generalizado en una resistencia civil frente a los desmanejos del Ejecutivo. Está optando, la ciudadanía, por la actitud de la rana cuando comienza a cocinarse; se la sumerge en agua fría, a la que se va calentando de a poco hasta que el animal se adormece y pasa de la vida a la muerte sin notarlo; a este ritmo, pronto nos quedaremos sin Constitución y sin República.

Es necesario que todos nos pongamos frente al Palacio de Tribunales cada jueves, cuando se intenten las pseudo puebladas a las que convocó Bonafini, o nos reunamos en el sector militar de Aeroparque, cuando la señora Presidente viaje al exterior y nos deje en las sucias manos de Guita-rrita, para decirle a la señora Cristina E. Fernández W. de Kirchner que hasta aquí llegó, que no estamos dispuestos a permitir que continúe matando a la República, que hemos notado que el agua comienza a hervir, pero que resistiremos, como lo manda nuestra carta magna en su artículo 21.  

Espero, fervientemente, que el miércoles próximo, cuando la “Libertad” llegue a Mar del Plata, los argentinos nos pongamos de pie para repudiar los usos y abusos del Gobierno y no compremos, una vez más, el discurso falsamente nacionalista, agresivo y soberbio de quien ejerce, hoy, la primera magistratura.

  
  

miércoles, 2 de enero de 2013

La Nariz


La Nariz

“Resulta harto difícil determinar por dónde pasa la frontera entre una verdadera soberanía, capaz de subyugarlo todo, de crear un mundo o destruirlo, una soberanía viva, grande, aunque a veces sea terrible, y la apariencia del poder, la pantomima vacía de su ejercicio, cuando un monarca se convierte en mero espectador de sí mismo, cuando sólo juega el papel de rey, pendiente únicamente de su actuación, sin ver ni oír lo que sucede a su alrededor. Más difícil aún resulta delimitar el momento en que se produce el paso de la omnipotencia a la impotencia, de la buena fortuna a la adversidad, de lo brillante a lo enmohecido”. Ryszard Kapuścińki


En la industria del perfume, lo más cotizado es “la nariz”, es decir, aquellas personas que, por su desarrollado olfato, son capaces de mezclar las más distintas materias primas –flores, frutas, maderas, etc.- hasta conseguir la fórmula que garantice el éxito de la nueva fragancia. Entre nosotros, hay quienes tienen ese sentido mucho más sensible aún: los “barones” del Conurbano y los gobernadores peronistas, que utilizan las suyas como alerta temprana para cambiar sus lealtades en la puerta del cementerio en el cual el líder de turno será enterrado.

Sólo hay en el mundo una especie que supera a todo lo conocido en la materia: los jueces argentinos, sobre todo los del fuero Criminal Federal. Como siempre he sostenido, éstos nunca se venden; sólo se alquilan a quien ocupa, en cada momento, la Casa Rosada. Desde este ángulo, resulta por supuesto llamativo que la Cámara de Apelaciones, que ha ratificado sentencias absurdas cuando los fallos atendían a las necesidades de los Kirchner, haya cambiado de proceder y haya convalidado, días atrás, las pruebas colectadas contra Guita-rrita, que servirán para meterlo preso y dejarlo otra vez pobre cuando deba abandonar la Vicepresidencia de la República. En el mismo sentido, la condena a Felisa Miceli, tan protegida por doña Hebe Bonafini, también marca un hito, y la Corte Suprema, por su parte, ha enterrado todas las posibilidades de Sanatella de hacerse de una rápida victoria en el tema Clarín. Evidentemente, algo está cambiando en la Justicia, y nuestra inefable “abogada exitosa” está comenzando a preocuparse.

El abismo al cual nos está llevando la señora Presidente está cada vez más cerca, y el Poder Ejecutivo continuará avanzando a paso redoblado hacia el precipicio aprovechando el receso judicial y legislativo. La  intimación a la Sociedad Rural Argentina a desalojar el predio de Palermo antes del día 20 es, precisamente, un estropicio que confirma ese aserto. Tal vez olvidan los personeros –en especial, el indescriptible Luis D’Elía- que la entidad pedirá la habilitación de la feria, apelará el fallo que le negó la medida cautelar y, con alta probabilidad, obtenga esa protección, convirtiendo al 20E en un nuevo 7D, el desembarco que no fue.

Antes de esa fecha, otro hito de esta absurda épica cristinista se dará el 9, cuando arribe al puerto de Mar del Plata la fragata “Libertad”; será presentada como una epopeya libertadora lo que fue, en realidad, la peor humillación de la bandera nacional, sin que los reales culpables de la misma hayan sido expuestos y sancionados. Será un día complicado, porque se verán allí las caras los militantes convocados –y rentados- por el Gobierno con los espontáneos que están siendo llamados por las redes sociales a expresar su repudio, reeditando el 8N.

Doña Cristina comenzará este nuevo año sentada sobre un polvorín y rodeada sólo de sus incondicionales, es decir, por los dos sectores que la necesitan imperiosamente para sobrevivir. Uno es la pata ideológica, encabezada por el Chino Zanini e integrada por tipos como Parrilli, el Matón Kunkel, el Pendeviejo Kiciloff, el barbado Pérsico, Milagro Sala y algunos otros que, como diría Jorge Asís, caben en la Kombi, aún cuando puedan seguirla algunos militantes aguerridos; esos son los que, en los 70’s y empuñando las armas, intentaron cambiar la Argentina para transformarla en Cuba. Se les ha ido la vida en ese proyecto, se han jugado mucho por él, por primera vez han llegado al Gobierno y, con seguridad, harán lo que sea, todo, para no perder el poder.

La otra es la pata ladrona. Conformada por impresentables como Guita-rrita Boudou, el joven Recalde y tantos otros nuevos vecinos de Puerto Madero, que han lucrado sin vergüenza durante estos años; a ellos se suman, obviamente, los empresarios amigos del kirchnerismo y de la ajeno, como Cristóbal López, el ahora descartado Rudy Ulloa Igor, Lázaro Báez, los dueños de Electroingeniería, Spolsky, Moneta, Manzano, Vila, Garfunkel y muchos más que han conseguido, al calor oficial, convertirse en dueños del país a través de sus empresas. Tampoco éstos estarán dispuestos a que la viuda de don Néstor (q.e.p.d.) abandone el poder, pues perderán ipso facto la fortuna y la libertad.

Pero esas patas tienen un problema básico y esencial: no suman votos. Y nuestra egregia Presidente se ha ocupado de pelearse con quienes la auparon nuevamente al sillón de Rivadavia. Se han ido, para no volver, las clases medias urbanas y rurales, las fuerzas armadas y de seguridad, los sindicatos, la Iglesia, la AMIA, muchas organizaciones verdaderamente sociales, los que viven en la pobreza y la miseria, el campo, los partidos políticos aliados y, más recientemente, el propio PJ, acusado hoy de todos los males. En este último punto, sería interesantísimo que doña Cristina expusiera ante la Justicia quiénes fueron, concretamente, los que complotaron para derrocar a Alfonsín y a De la Rúa, como aseguró saber desde su insoportable atril, que olvidó por unos días cuando los saqueos produjeron cuatro muertos en Rosario.

Una fuente muy bien informada me contó que, mientras se encontraba en Bariloche con 400 gendarmes para controlar los saqueos, Super Berni llamó al Ministro de Seguridad porteño para informarle que había dado instrucciones a la Policía Federal de ponerse a las órdenes de éste si esos episodios se replicaban en la ciudad de Buenos Aires sin darle tiempo a regresar; en el diálogo, el funcionario nacional habría deslizado una terrible confesión –“Se nos fue de las manos”- que confirmaría la autoría intelectual del proceder de los primarios vándalos. 

La inseguridad, al tope de las preocupaciones ciudadanas según todas las encuestas, seguirá en alza, sin que el Poder Ejecutivo, afectado por la torpeza, la inexistente gestión y la ideología, acierte con una solución; será difícil que la encuentre, desde que ha preferido ignorar –o ser cómplice- del inusitado tráfico de drogas y blanqueo de capitales que se está dando en nuestro país.

En el camino hacia octubre, cuando será enterrado definitivamente el sueño reeleccionista, deberá enfrentar nuestra soñada arquitecta egipcia algunas dificultades económicas serias. En febrero, será el turno del Juez Griesa y de la Corte de Apelaciones de Nueva York, que deberán fallar en el tema de los holdouts (curiosamente, y pese a su negativa pública a reabrir el canje, la ocupante de la Casa Rosada nada dijo cuando la Argentina ofreció el Día de los Inocentes esa posibilidad).

La energía traerá su importantísima cuota de problemas, ya que será necesario dedicar a su importación todos los dólares que genere la soja, que serán menos que los esperados; si se produjeran problemas en Medio Oriente –y la casi segura reelección de Benjamín Netanyahu en Israel puede ser definitoria en la materia- el precio del petróleo ascenderá a las estrellas, complicando aún más la vida de doña Cristina.

En un año electoral, como éste que iniciamos, las posibilidades de que Sonrisa Marcó del Pont emita a un ritmo menor al 40% registrado en el que se fue son más que remotas. Con la economía aún trabada, también la inflación estará instalada en un cohete interestelar. Y el crecimiento menor al esperado de Brasil, habitual tractor de nuestra economía, complicará aún más el panorama.

Pero, tal vez, el peor problema de Cristina Fernández Wilhem de Kirchner sean sus padecimientos físicos y neurológicos; al respecto, algunos médicos han afirmado que padece una rara enfermedad, el mal de Pick, perfectamente descripto en la web y cuyos síntomas se adecúan como un guante a la imagen que la señora Presidente proyecta.

En fin; nada será fácil en este 2013 recién estrenado. Sólo nos resta organizarnos para impedir que pueda concretarse una reforma constitucional que, dado el triste panorama que aún presenta el arco opositor, permita prolongar la ya artificial vida de este “modelo” que tanto nos ha costado. El resto correrá por cuenta del propio cristinismo, que siempre opta por los tiros en el propio pie.