martes, 31 de enero de 2012

Humo, ¿será miedo?

Humo, ¿o será Miedo?






“En el gobierno, como en el cuerpo humano, las



enfermedades más graves proceden de la cabeza”



Plinio el Joven





Todos los diarios y canales de televisión dedican estos días gran parte de sus centímetros y de sus segundos a hablar de dos temas que, a mi juicio, son sólo cortinas de humo.

Me refiero, obviamente, a la reforma constitucional que, anunciada originalmente por la inefable doña Diana Araña Conti y ahora reverdecida por don ex Amado Boudou, permitiría la reelección eterna de la señora Cristina Fernández de Kirchner y, cuando no, a las Malvinas.

En ambos casos se trata de simples expresiones de deseos del oficialismo, ya que ninguna de las dos tiene posibilidad alguna de concretarse. Sin embargo, todos los argentinos discutimos, sin siquiera reflexionar sobre las posibilidades de ocurrencia, y dejamos de pensar en los verdaderos problemas del país que la Presidente dejará y en cómo solucionarlos.

Para reformar la Constitución se requiere que el proyecto sea votado por dos tercios de ambas cámaras del Congreso, un porcentaje de votos que el cristi-kirchnerismo dista mucho de poseer, y que no podría ser acompañado por otras fuerzas políticas, tradicionalmente funcionales al Gobierno, pues implicaría su irreversible suicidio.

En cuanto a Malvinas, después del huracán Kirchner, que dejó a un país totalmente indefenso, en el cual sus fuerzas armadas sólo podrían batallar durante una hora antes de quedarse sin municiones y sin combustible, toda contienda militar debe ser descartada; es decir, deberá la Argentina continuar sólo con medios diplomáticos para intentar terminar con la infamia que constituye la autoridad británica sobre las islas. Sin embargo, la designación de doña Alicia Castro, una chavista convencida, como nueva Embajadora ante el Reino Unido, no promete grandes logros en ese sentido.

Entonces, dejemos de preocuparnos por los velos que mueve el Gobierno para entretenernos y vayamos al tema central de esta nota.

Desde la reasunción de doña Cristina, luego del “milagro” que el Gauchito Gil realizó con su falso cáncer, me he venido preguntando a qué atribuir la belicosidad de un discurso cuando quien lo pronuncia tiene casi el poder absoluto en su país, donde la oposición –tal como la conocíamos antes que don Néstor (q.e.p.d.) inventara la “transversalidad”- ha dejado de existir, donde la figura presidencial es reverenciada hasta la genuflexión por empresarios y funcionarios de todo pelaje, donde aún el Ejecutivo dispone de muchos fondos para gastar a su antojo, donde el Gobierno interviene en todas las esferas económicas, donde –según los informes oficiales- el Banco Central dispone de grandes reservas, y donde se ha logrado “romper el 7” al desempleo.

Debo confesar que no he encontrado demasiadas respuestas, y lo cierto es que la señora Presidente encontró nuevos enemigos –siempre ex aliados íntimos- a quienes echar la culpa de los males nacionales, aún cuando esto implique combatir en demasiados frentes a la vez.

Entre las muchas posibilidades, la que más ha hecho ruido en mi cabeza es: ¿será miedo?.

Ahora bien; ¿miedo a qué? Aquí, el abanico de probabilidades llega al infinito. Veamos algunas.

¿Miedo a perder el control de la calle? Don Hugo Camión Moyano ya tiene a sus tropas alineadas y, tal como era previsible, tiene entre sus aliados a Gerónimo Momo Venegas, a la CTA de Micheli y hasta a Barrios de Pie. Doña Cristina sabe que ella puede hacer que vaya preso, pero también es consciente de que su nuevo enemigo y ex aliado íntimo puede pararle el país entero. Nuevos actores están exigiendo protagonismo en este tema, como se vio en escenarios tan disímiles como Río Gallegos, Trelew, Famatina, Bariloche, Formosa …

¿Miedo a las cacerolas? Han comenzado a caer sobre las familias las bombas del verdadero “rodrigazo” que ha desatado el Gobierno bajo el nombre de “sintonía fina” y, con marzo, llegarán a los hogares los enormes aumentos en rubros tales como gas, luz, agua, tasas municipales, telefonía celular, prepagas médicas y colegios, que se sumarán a la suba en los alimentos. Si a esos “problemas” se les siguen sumando los cortes de energía, y la inseguridad continúa aterrando a la población, esa vieja reacción podría volver a producirse; si el invierno fuese tan frío como caliente es este verano, el “relato” se congelaría al mismo ritmo.

¿Miedo a corridas bancarias o cambiarias? Sólo una respuesta afirmativa a esta pregunta podría justificar los modos policiales que el principesco don Patotín implementó en diciembre contra los pequeños ahorristas, pese a que imputó a los bancos haber especulado con el dólar. La historia enseña que, cuando la ciudadanía percibe o, simplemente, cree que las reservas que el Banco Central informa son ficticias y que, en realidad, se trata de meros papelitos de colores sin valor, convierte sus ahorros en monedas que le dan tranquilidad, y que ese movimiento es imparable, por muchos policías, gendarmes, prefectos e inspectores de la Afip que se pongan en la calle.

¿Miedo a la confirmación del fracaso? Porque, si todo el escenario macro es tan brillante y está tan blindado como dicen los funcionarios, ¿cuál es la razón para que don Guillermo Moreno haya sido enviado a cerrar de este modo brutal la economía, a riesgo de paralizarla por completo? Este funcionario, que ha sido empleado como una eficiente herramienta desde la prohibición de exportar carne, que don Néstor (q.e.p.d.) implementó en 2006, puede ofrecer victorias de corto plazo pero, en la práctica, todas sus medidas se han traducido en enormes daños y perjuicios de largo plazo para el país. El propio Patotín ha dicho que, si el superávit comercial se reduce a US$ 5.000, el Gobierno “estará en el horno”.

¿Miedo a una nueva quiebra del Estado? Como consecuencia de la sequía, que parece haber terminado, las arcas públicas sufrirán una gran disminución en sus ingresos y, según parece, no habrá dólares suficientes para atender, a la vez, a los servicios de la deuda, a las importaciones indispensables para que la industria pueda producir, a las transferencias empresariales, al pago de más de US$ 9.000 por la importación de combustibles.

¿Miedo a la realidad post Indec? La señora Presidente se ufanó de haberle “roto el 7” al desempleo; si esa cifra surge del cuestionado organismo, lo cierto es que resulta poco creíble. Si bien en el mercado del empleo formal parece haber casi plena ocupación, el informal alcanza casi al 40% de la población, y allí los porcentajes trepan por ascensor. Por lo demás, si la cantidad de pobres y miserables aún es muy grande –los mal intencionados dicen que son iguales a 1998-, el descontento de quienes ven el crecimiento sólo en televisión puede ser comparable a las banquinas en épocas de sequía, cuando una colilla imprudente puede generar incendios, choques y muertes. Como se ve, varios miedos pueden terminar relacionados, y producir similares consecuencias.

¿Miedo a la imparable inflación? Si bien todos los economistas a los que he consultado descartan la posibilidad de una “espiralización” en el corto plazo, y a que el enfriamiento de la economía hará bajar algunas décimas esa fiebre, la estigmatización de don Hugo Camión Moyano puede responder afirmativamente a esa pregunta. Ambos ejércitos –los del Gobierno y los de la CGT y sus aliados- se encuentran ya en formación de batalla, en una guerra que tiene todavía un pronóstico incierto.

¿Miedo al PJ? La pretensión de entronizar a La Cámpora como el almácigo del cual saldrán los dirigentes del futuro no se condice con la escasa cosecha de votos que, cuando se presentaron por fuera de las estructuras, obtuvieron estos jóvenes tan bien rentados; eso lo saben muy bien los caudillos territoriales, que no cederán su poder fácilmente en ninguna circunstancia y, menos aún, cuando la “caja” disciplinadora ha adelgazado tanto.

¿Miedo a la conformación de una liga de gobernadores? La inédita presión para desgastar diariamente a Scioli, podría decir sí a esa pregunta. El peronismo tiene una larga tradición en la materia –basta recordar la crisis del 2001- como herramienta de reacción al desgranamiento del poder central, y el cristi-kirchnerismo carece de una figura que, más allá de la señora Presidente, pueda sentarse en el vértice unipersonal de su movimiento.

Son demasiados interrogantes, y se cuenta con escasas respuestas.

Sin embargo, una certeza aparece nítida: la actuación de doña Cristina, su desconfianza e inseguridad, traducida en la reducción permanente de su “mesa chica”, la necesidad de la recurrencia al luto y a la debilidad personal para suscitar compasión y adhesión, la permanente invención de nuevos culpables, la traición a sus mejores y más leales aliados, la conformación cada vez mayor de un Estado policial, no son actitudes de quien, como dije al principio, debiera sentirse casi una emperatriz triunfante.

Por el contrario, las nubes que se ciernen sobre el futuro inmediato, en un “modelo” político que ha sido estructurado exclusivamente en torno a la figura de la señora de Kirchner y que, por ello, carece de herederos naturales, son lo suficientemente negras como para generar miedo a sus integrantes.

Que, enfrente, tampoco haya nadie capaz de recibir la pesada herencia de desaciertos y sus consecuencias, es otra de las grandes incertidumbres de la Argentina actual. Sin embargo, en las crisis graves, siempre aparece alguien a quien, muchas veces equivocadamente, los argentinos atribuyen el papel de salvador.

Esta vez será un peronista de viejo cuño, aún cuando resulte ser un joven, o un apartidario; pero esto último es, si bien posible, altamente improbable, al menos antes de que se constituya una fuerza de centro-derecha fuerte, que debiera ser la prioridad del momento.



Bs.As., 31 Ene 12



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jueves, 26 de enero de 2012

¡Chapeau, Cristina!

¡Chapeau, Cristina!










“En el fondo, tener sentido del humor es ser consciente de la relatividad de las cosas” Antonio de Senillosa










Ayer por la tarde, compartiendo las expectativas de muchos habitantes del planeta, en su enorme mayoría mujeres, me dispuse a ver y escuchar a la señora Presidente en su esperada reaparición ante las cámaras y micrófonos, después de su ablación de la glándula tiroides.

Después de la hora y media en que el servicio oficial de propaganda nos permitió disfrutar de su renovada presencia, no puedo menos que aplaudirlo y, sobre todo, felicitarla.

Más allá del natural y casi obligado despeje de dudas acerca de las reales motivaciones de la cirugía, que realizó, con su gracia natural, mostrando su cicatriz en el cuello y la ausencia de justificadas plásticas, su manejo de la escena resultó perfecto.

El análisis, o la exégesis, de su alocución, que hice lápiz en mano mientras la escuchaba, me llenó de la más loca admiración.

No cualquiera puede sostener, sin que se le mueva una extensión, que la falta de combustibles que sufre la Argentina, que la obliga a importarlos por US$ 9.000 millones anuales, se debe a la desaprensión de las empresas productoras de gas y petróleo.

Ese pasaje me retrotrajo al año 2006, cuando su fallecido marido, en nombre de la “mesa de los argentinos”, prohibió las exportaciones de carnes. Después del desastre que eso produjo en la ganadería argentina, con doce millones de cabezas menos, y en la penetración internacional de nuestro más afamado producto, con cincuenta y ocho mercados menos y con pérdida de negocios tales como la cuota Hilton, ahora el Gobierno ha puesto marcha atrás y, de la mano de Guillermo Patotín Moreno, intenta colocar nuestros excedentes –fruto de la caída en el consumo interno por los altos precios que la escasa oferta genera- en ¡Angola!. Una vez más, la tragedia se repite, ahora como farsa.

Porque lo real, por mucho que le pese a la señora Presidente, es que la gravísima escasez de combustibles que padecemos se debe, exclusivamente, a la política energética que don Néstor (q.e.p.d.) y don Julio de Vido llevaron adelante desde 2003.

Aún para los más neófitos en el tema debe resultar clarísimo que, si se le paga a las empresas productores de gas US$ 2,5 en la Argentina y, a esas mismas empresas, US$ 7,5 por lo que producen en Bolivia, naturalmente éstas explorarán y producirán allí y no aquí. El tema ha sido objeto de concienzudo estudio por parte de ocho ex secretarios de Energía de la Nación, que han publicado sus trabajos a pesar de la censura oficial. ¿Ignora la señora Presidente que las compañías sólo invierten cuando la seguridad jurídica es un valor respetado por la sociedad y por su gobierno?

¿No sabe doña Cristina que, sólo para recuperar las reservas de petróleo que Argentina poseía en 2003 y que, gracias a su fallecido marido y a ella misma, casi han desaparecido, se requeriría una monstruosa inversión de trescientos mil millones de dólares?

Lo que sí resulta curioso es el giro copernicano realizado por doña Cristina en la relación del poder con la familia Ezkenazi, dueña –por obra y gracia de don Néstor (q.e.p.d.)- del 15% de YPF, pero administradora del total. Su fallecido marido no solamente hizo posible esa rara operación de compraventa sino que festejó la forma de pago del crédito que los dueños del Banco de Santa Cruz obtuvieron de Repsol –dueña del 85% restante- para adquirir ese paquete accionario: con dividendos de la propia empresa. Así, desde entonces, YPF no solamente dejó de invertir en exploración y en producción sino que repartió todos los dichosos dividendos, a contramano de lo que hace la industria petrolera en todo el mundo.

Si quien esto escribe fuera malpensado, diría que no hubo acuerdo post mortem de “Él” respecto al papel de los testaferros y a los porcentajes en que la propiedad de la empresa pertenece a cada uno; gracias a Dios, no lo soy, pero la definición de los Ezkenazi como nuevos enemigos del “modelo” no deja de llamar la atención.

Otra “curiosidad” de la presentación de doña Cristina fue el reproche a las organizaciones medioambientales y sociales por no haber formulado quejas respecto a las actividades de prospección que están realizando los ingleses –las compañías concesionarias- en la zona de Malvinas. Obviamente, se estaba refiriendo a las puebladas que se están registrando en todas las provincias mineras para impedir la minería a cielo abierto.

Después de ese comentario, del veto presidencial a Ley de Protección de Glaciares, aprobada por unanimidad por ambas cámaras del Congreso, y la manifiesta permisibilidad de los Kirchner –y sus gobernadores súbditos, como Gioja o el caradura de Beder Herrera- hacia las empresas mineras, cabe preguntarse qué tipo de relación los une, y por qué el Gobierno se ve obligado a defender lo indefendible, como prueban las explotaciones chilenas.

Uno de los muchos gags del discurso presidencial –uno, en especial, chabacano y de pésimo gusto- consistió en aplaudir la presencia de una bandera de La Cámpora en uno de los actos transmitidos por teleconferencia. Se felicitó por esa presencia, e instó a sus jóvenes integrantes a continuar con su curiosa militancia.

Esa organización, cuya jefatura se atribuye a don Máximo Kirchner, ejerce –entre muchos otros resortes del Estado- la Presidencia y la administración de Aerolíneas Argentinas, que registra el notable record de perder más de dos millones de dólares diarios. Si uno se entera que las tripulaciones, después de breves viajes, se quedan en destinos cercanos (Ushuaia, El Calafate, Rio de Janeiro, Asunción o Lima) varios días, en hoteles de lujo y en habitaciones individuales, y compara esos gastos con las necesidades en hospitales, escuelas, agua potable y cloacas, comienza a hervir de indignación.

La congratulación y la humorada referida a don Patotín indicó que doña Cristina y su mesa chica están dispuestos a “profundizar el modelo”, aumentando la intervención estatal en cada una de las actividades y controlando, con medidas policiales y arbitrarias, la relación comercial de la Argentina con el mundo. Más allá de confirmar la estupidez de los funcionarios, tal como la describió Albert Einstein –“hacer exactamente lo mismo y pretender resultados distintos es de tontos”- esa política y ese funcionario, por cierto nada más que una herramienta, han hecho engrosar rápidamente la lista de países descontentos con el nuestro.

Dilma Rousseff, que ha demostrado ser una verdadera “dama de hierro”, no dudará un segundo en implementar medidas contrapuestas, y la industria automotriz argentina –ya golpeada por la falta de insumos importados- pagará el pato; con ella, caerá uno de los dos grandes pilares, el otro es la soja, sobre los que se asienta el ya precario superávit comercial nacional.

Por omisión, también resultó notable la ausencia del tema agropecuario, es decir, la sequía, en el discurso presidencial. Con un Ministro de Agricultura que debe saber de pesca pero que no ha visto un campo en su vida, doña Cristina debe creer que las lluvias del martes habrían solucionado el problema, y que la emergencia terminó. Sin embargo, las informaciones de las que dispongo hablan ya de un daño irreversible, tanto en la cantidad de hectáreas cuanto en rendimiento; las estimaciones de las pérdidas oscilan entre los dos mil quinientos y los diez mil millones de dólares.

Evidentemente, la señora Presidente sigue siendo afecta al “relato”, intentando imponerlo a la economía real, ésa que llegará a partir de febrero a contar su verdad.

Moyano, con sus amenazas, Scioli, con sus pastillitas de independencia, los gremios, con sus naturales pretensiones de aumentos positivos, y las maniobras destinadas a enmascarar las medidas de ajuste que, al mejor estilo de Celestino Rodrigo, el Gobierno se verá obligado a continuar implementando, sin duda impondrán otro escenario y, sobre todo, harán que también se termine el viento de cola que sopló en agosto y en octubre.

Debo confesar, entonces, que quedé, una vez más, impresionado por las capacidades histriónicas de doña Cristina. Nos gobierna una de las mejores actrices que han pisado los escenarios, a punto tal de ameritar la creación de un grupo en las redes sociales para proponer su candidatura al Oscar, ya que no creo que pudiera prosperar otra para el Premio Nobel de la Paz.






Bs.As., 26 Ene 12

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miércoles, 18 de enero de 2012

LLanto final

Llanto Final









“¡Llora, llora como mujer lo que no






supiste defender como hombre!”






Sultana Aixa








Tal como todos preveíamos, y a contramano de los argumentos esgrimidos para defenderla, la Ley de Papel Prensa, sumada a los absurdos controles de don Guillermo Patotín Moreno sobre todas las importaciones, están dando los frutos buscados por este gobierno que busca ocultar la realidad tras el “relato”.

La Ley Antiterrorista, votada masivamente por estos infames traidores a la Patria que apoyan sus asentaderas en las bancas legislativas, completará el objetivo buscado.

El régimen de los Kirchner ha ido incrementando su poder, hoy omnímodo, sobre la sociedad desde el momento mismo en que don Néstor (q.e.p.d.) se transformó en el delfín de Eduardo Duhalde, ante la desesperación de éste por dejar el mando luego de las muertes de Kostecki y Santillán.

La oposición política, carcomida por rencillas motivadas en personalismos absurdos o cooptada bajo el lema “no me dejen afuera”, fue consintiendo esos avances graduales sobre la república, sobre la democracia y sobre las libertades individuales.

La prensa, a su vez, obnubilada por los negocios que podía obtener del Gobierno, nunca batió el parche suficientemente fuerte como para llamar la atención ciudadana sobre esos desquicios. En el caso de Clarín, su fuerte viraje en ocasión de la crisis con el campo fue obligado, ya que no respaldar la protesta le hubiera implicado una brutal caída en las ventas; así, un socio fundamental de don Néstor (q.e.p.d.) hasta el día anterior, se transformó en el enemigo por antonomasia de los Kirchner.

Magnetto y sus adláteres cometieron el peor de los errores en que puede caer un mariscal en combate: subestimó a su contrincante; hoy, como consecuencia, se encuentra literalmente contra las cuerdas, dependiendo de los humores y del heroísmo de algunos jueces para frenar la embestida, que amenaza con destruir su imperio.

Del empresariado nacional, por supuesto, nada cabía esperar, y nada se obtuvo, en materia de defensa de las instituciones. Preocupado exclusivamente por las prebendas que el poder de turno –al igual que los anteriores- les facilitaba para cuidar su mísera quintita, se convirtió en un personaje principal sólo cuando era necesario aparecer por la Casa Rosada para aplaudir lo que fuera.

El aliado más importante del Gobierno fue, durante estos años, la CGT; a sus líderes, también convencidos a base de privilegios y dádivas, se le encomendó que cuidaran la paz social, haciendo respetuoso silencio mientras la inflación destruía a la clase media –integrada, también, por los trabajadores mejor pagos- y, sobre todo, a los muchos que dependen del mercado informal para subsistir.

Y a las organizaciones “sociales” más combativas, la Tupac Amaru y el Movimiento Evita, se los privilegió en el reparto de subsidios y fondos estatales, amén de cargos ejecutivos y legislativos. Ello a pesar de que, entre las primeras preocupaciones de sus líderes, no figuraban el respeto a la ley y al orden constitucional.

Por su parte, la ciudadanía en general, abrigada –por cierto, muy temporalmente- por el desenfrenado consumo al que el Gobierno lo indujera, nunca reacciona, ni siquiera ante el escándalo que representa ser juzgada por don Zaffaroni, dueño reconocido de varios inmuebles donde se ejercía la prostitución, aún sentado en la Corte Suprema, o por don Oyarbide, haciendo impúdica gala de sus joyas mal habidas. Tampoco parece importarle, a la hora de votar, la impunidad con que los Kirchner se han enriquecido o el rápido sobreseimiento que obtienen cuando son denunciados.

Hoy, a la luz de lo sucedido con el papel para diarios, parece haber caído un bastión más de la muralla que debiera proteger a las instituciones y, como natural corolario, a la libertad. El llanto que humedece las primeras planas parece ser tardío.

Lo curioso es que, en la Argentina, nadie aprende. En estos ocho años y medio, el kirchnerismo ha dado acabadas pruebas de qué piensa de sus circunstanciales aliados, y de cómo se comporta con ellos cuando dejan de serles útiles o se permiten disentir con el discurso oficial.

La lista es enorme, pero la encabezan, sin duda, Cobos, Scioli, Peralta, Acevedo, Moyano, Piumato, de Gennaro, Micheli, Zanola, Pedraza, Banquito Bendini, y tantos otros que, para cobijarse bajo el ala del poder, fueron capaces de traicionar principios, partidos políticos, estructuras, juramentos, amigos, socios, colegas, representados y camaradas.

Con sólo mirar alrededor, El día mismo de la reasunción de doña Cristina, y bajo el lema “nunca menos”, el Gobierno, protegido por La Cámpora, avisó que iría por todo y por todos. Probó, al menos en ese momento, que no es traidor, como exige el apotegma peronista.

A raíz de mi última nota, en la cual hablaba del pretendido poder de don Máximo Kirchner ante la posibilidad de una abdicación de doña Cristina por razones de salud (verdaderas o invocadas), un amigo muy querido me hizo notar la figura de doña Beatriz Rojkés de Alperovich, actual Presidente provisional del Senado.

Reconozco que, como a tantos argentinos, me llamó la atención su entronización como tercera en la línea sucesoria constitucional, ya que, fuera de las fronteras de Tucumán, era una perfecta desconocida. Mi amigo, inteligente y muy bien informado, la ubicó dentro del esquema ideológico y de poder de don Carlos Chino Zannini, verdadero “hombre fuerte” del régimen.

Don Amado Boudou, tan ninguneado en estos días en que se encuentra, al menos teóricamente, a cargo del mando del país, debe estar revisando en detalle y con preocupación lo ocurrido en 1973, cuando un forzado viaje de Alejandro Díaz Bialet, que debía suceder a Héctor Cámpora tras la renuncia de éste, permitió asumir la Presidencia a Raúl Lastiri, yerno de López Rega.

Si mi amigo tiene razón en su pronóstico, el país será conducido, con o sin doña Cristina, a una desenmascarada dictadura, tal como son hoy las democracias delegativas (Guillermo O’Donnell dixit) de Nicaragua, Venezuela, Ecuador y Bolivia. Todas ellas, además de haber terminado con las instituciones republicanas, han transformado a sus países en cotos de caza privados de sus èlites gobernantes que, a falta de ideología -o, mejor, sirviéndose de ella-, lucran y usufructúan en beneficio propio, mientras conducen a sus pueblos a la ignorancia, al miedo y a la miseria.









Bs.As., 18 Ene 12


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domingo, 15 de enero de 2012

Después del "falso positivo"

Después del “falso positivo”







“La política es el arte de servirse de los hombres


haciéndoles creer que se les sirve a ellos”
Louis Dumur









Ahora que, gracias a Dios y más allá de los dimes y diretes que se suscitaron entre los médicos, ha desaparecido de nuestro horizonte el cáncer que pareció haber afectado a nuestra Presidente, con el natural revuelo que dicha noticia produjo en todo el mundo, creo que corresponde reflexionar sobre qué hubiera podido pasar si el diagnóstico anunciado por el vocero presidencial el 27 de diciembre de 2011 hubiera sido correcto.

Por primera vez desde que el kirchnerismo es gobierno, algo falló en el maravilloso sistema de comunicación de la Casa Rosada, lo cual ha permitido que surgieran todo tipo de versiones conspirativas, que van desde una burda pantalla para ocultar una mera cirugía estética hasta la presencia de un cáncer extendido, con metástasis incluidas. Muchos otros han comenzado a hablar de la yeta de doña Cristina.

Desde que la señora de Kirchner abandonó el hospital, cada uno de nosotros ha recibido todo tipo de comentarios y de preguntas, tanto locales cuanto originadas en el extranjero. Casi todas ellos provienen, además, de fuentes tales como “alguien que estuvo en el quirófano”. Si esas fuentes existieran, cabría suponer que la sala de operaciones debió contener, ese día, una multitud cercana a los cincuenta médicos y auxiliares.

Pero volvamos al tema institucional y político. Lo primero que sabemos es que, si la señora de Kirchner no pudiera reasumir sus funciones, nos dejaría en un barco altamente complicado, en medio de una furiosa tormenta, y comandado por un mal guitarrista de rock, capaz de realizar giros copernicanos con su pensamiento, yendo de una a otra antípoda.

¿Qué sucedería sin don Amado, nuestro ninguneado Vicepresidente actual, debiera sentarse en el sillón de Rivadavia?

La Cámpora, ese engendro pretendidamente heredero de la “juventud maravillosa” de los 70’s, es básicamente un núcleo duro, formado por algunos jóvenes profesionales, que carece de ideología pero que dedica todos sus esfuerzos, que no son pocos, a tomar el poder para, desde allí, aplicar teorías económicas fracasadas hace más de un siglo y beneficiarse con ello. Claro que, en el camino, lucran con canonjías diversas, muy bien rentadas por cierto, y aparecen como una verdadera guardia pretoriana de doña Cristina.

En ese proyecto gramsciano, La Cámpora ha dado muestras –en Santa Cruz y en la Provincia de Buenos Aires- que no le resultan suficientes las credenciales que los gobernadores puedan exhibir en materia de votos, ni su rastrero servilismo a la dinastía de los Kirchner. ¿Considerará, llegado el momento, a don Boudou “propia tropa” o, por el contrario, intentará “entornarlo” para someterlo por completo a sus designios?

La primera parte de la pregunta debe descartarse de plano, pues le daría un poder real que lo convertiría, necesariamente, en el nuevo jefe del conglomerado. La segunda, entonces, aparece como más factible, toda vez que don Amado ha dado acabadas muestras de genuflexión pero ¿mantendrá esa sumisión o peleará por controlar de verdad al país?

Por su parte, la pretendida jefatura del joven Máximo no consigue, pese a todo el trabajo realizado por don Carlos Chino Zannini para encumbrarlo, resistir el menor análisis. Se trata de un chico –es menor que mis propios hijos- que, más allá del parecido físico con don Néstor (q.e.p.d.) no cuenta con las “uñas de guitarrero” necesarias.

También a su respecto, y dado que jamás ha hablado en público y se ha mantenido recluido en Río Gallegos, han surgido todo tipo de versiones, ninguna de ellas halagüeña. Este muchacho, que sí luce capaz de administrar y engrosar la ya cuantiosa fortuna familiar, por lo menos la parte que se ha transformado en ladrillos sureños, no está preparado, ni académica ni prácticamente, para actuar en un primer plano político. Creer lo contrario implicaría pensar que esas condiciones son hereditarias, cuando la Historia enseña que, en general, no es así (en caso de duda, preguntar a Ricardito).

Tampoco es posible creer que, si hubiera habido un desenlace de este tipo en la salud presidencial, se repetiría en la Argentina lo que sucedió en Leningrado en octubre de 1917. Imaginar que La Cámpora puede transformarse en un soviet triunfador es pedirle demasiado, dada la complejidad del escenario político argentino.

¿Qué queda, entonces? Poco. El cristi-kirchnerismo no tiene, como hemos visto, absolutamente a nadie capaz de heredar el poder de la Presidente y, mucho menos aún, de obtener el respaldo monolítico que ella obtuvo. El sistema de poder montado sólo admite, en su vértice, a una persona.

Y las segundas líneas comenzarían a matarse entre sí, figuradamente hablando claro, al día siguiente de un anuncio de una enfermedad terminal. Si yo estuviera en el lugar de La Cámpora, demoraría todo lo posible comunicar algo así, porque hoy todavía me sentiría débil frente a los formidables enemigos que aparecerían segundos después.

Cuando dije -¡qué aburrido volver sobre el tema!- que doña Cristina no se presentaría, hubo muchos que me respondieron que sí lo haría, para renunciar poco tiempo después pero, en el ínterin, recuperar los bienes en manos de testaferros de don Néstor (q.e.p.d.). No les creí entonces, y sigo sin hacerlo, pese a que la sucesión de episodios de baja tensión arterial, lipotimias y sofocos, amén del falso positivo cáncer, pueden estarles dando la razón.

Desde otro ángulo y siempre en ese esquema imaginario de acefalía, ¿hay alguno entre los opositores capaz de recibir la papa caliente que el cristi-kirchnerismo dejaría? La respuesta, tajante, es que no. Por lo menos hoy. Pero, en las crisis, siempre aparece un espontáneo que consigue liderar el descontento. En este sentido, lo más grave es, como dije, que la mayoría de los argentinos, malformados por muchos años de populismos, tiene vocación por una mayor participación del Estado en la economía y, en el fondo, no ve con malos ojos a las distintas medidas adoptadas hasta ahora, que tanto dolor nos costarán en el corto y mediano plazo.

Basta recordar, para confirmarlo, que cuando don Néstor (q.e.p.d.) prohibió, en 2006, las exportaciones de carne vacuna para “proteger y priorizar la mesa de los argentinos” –presumo que ignorando que los cortes exportables no son los que se consumen aquí- logró liquidar stocks ganaderos por doce millones de cabezas, reducir significativamente la ingesta por habitante y, al día de hoy, que el producto se haya transformado en prohibitivo.

Que, además, ello haya implicado la pérdida de los cincuenta y ocho mercados abiertos con gran esfuerzo y que ni siquiera podamos cumplir la cuota Hilton por la que tanto peleamos, y permitido a Uruguay, Paraguay y Brasil exportar más que nosotros, pueden considerarse, en la filosofía de don Guillermo Patotín Moreno como meros daños colaterales. ¡Así nos va!

La otra aguerrida oposición surgirá, con las paritarias y ante la inminente amenaza de confiscar los fondos de las obras sociales, del sector gremial. La chicana de Barrionuevo a Moyano, para que éste declare un paro nacional o se vaya, no hace más que expresar la actitud que los caciques de toda laya llevarán a la mesa de discusión de los salarios. Dudo que exista alguno capaz de firmar un aumento menor a la “inflación de las góndolas”; todos han aprendido que ya el horno no está para bollos –les han enseñado desde el Pollo Sobrero, en el ferrocarril Sarmiento, hasta los delegados del subte- y las bases no lo aceptarían.

Doña Cristina, más allá de sus públicas declamaciones de repudio (ver http://www.youtube.com/watch?v=LgkBWVMNbCE), está aplicando el ajuste más severo que el país recuerda desde el lejano “rodrigazo”, y lo que se ve –control de importaciones de don Patotín incluido- no es más que la punta de un iceberg feroz.

Convengamos en que marzo será el mes más complicado –mucho más que abril de 2008, cuando se desató la pelea del campo por su supervivencia- que habrá visto el “modelo” desde su entronización a nivel nacional. Y lo será porque el ajuste –la “sintonía fina”- golpeará de lleno en el bolsillo de la clase media, que deberá enfrentar, al mismo tiempo, los impuestazos en los servicios públicos y energéticos, los aumentos en las tasas municipales, los mayores costos del transporte, la brutal inflación que no cede, y su repercusión en colegios y prepagas médicas.

Porque, sencillamente, la plata se acabó, justo cuando llegó el momento de pagar la cuenta de una prolongada y dispendiosa fiesta. Para conseguir fondos internacionales, la Presidente debiera dar marcha atrás, reculando en chancletas, sobre todos los grandes titulares con los que el kirchnerismo se ganó las primeras planas y el aplauso de un montón de imbéciles: la relación con el FMI, el sinceramiento de las estadísticas, el falso desendeudamiento, el arreglo con el Club de París y con los holdouts y el pago de las sentencias del CIADI.

Sólo recorriendo esos caminos inversos el Gobierno podría aspirar a volver al mercado de crédito voluntario internacional; si lo hiciera hoy, se vería obligado a pagar una tasa de interés –el “riesgo país”- que duplica a la que se aplica a nuestros vecinos.

Tampoco puede ya recurrir a don Hugo Papagayo Chávez para conseguir apoyos; muy por el contrario, el caribeño está logrando cobrar –para sí y para sus socios argentinos- las cuantiosas facturas por la venta de un fueloil que Venezuela no produce, y que es de peor calidad que el que Argentina exporta, eso sí, a precio menor que el pseudo venezolano.

Porque, hay que decirlo con todas las letras, la enorme crisis que se nos viene encima es producto exclusivo y excluyente de la monstruosa corrupción de este “modelo”. El kirchnerismo ha demostrado ser, en verdad, un estadio superior de cualquier gobierno anterior, en lo que a este flagelo se refiere.

Al mantener congeladas las tarifas energéticas durante ocho años y medio, don Néstor (q.e.p.d.) y doña Cristina hicieron que en Argentina se dejara de explorar y producir petróleo y gas. Entonces, el país –hasta entonces exportador neto, y uno de los más dependientes de este fluido para la generación de energía- debió importarlos, a precios cada vez más altos y en operaciones cada vez más oscuras, manejadas sólo por algunos funcionarios de èlite.

¿Qué es, sino corrupción y enriquecimiento ilícito, la importación de fueloil descripta más arriba? ¿Qué licitación fue realizada antes de comprar gas licuado a Qatar por veinte años y endeudarnos en cincuenta mil millones de dólares? ¿Qué cifras hacen públicas Cammesa y Enarsa por las compras actuales del fluido y por el alquiler de los barcos regasificadores instalados en nuestros puertos?

Para saber de qué hablamos, debemos entender que el gasto oficial en la importación de energía es la caja mayor por la cual, aún en épocas de vacas flacas, quienes pretendan heredar a la señora de Kirchner estarán dispuestos a matarse y morir. Son cifras que convertirían a Bill Gates en un pobre de solemnidad; ¿resulta imaginable que los que rodean a la Presidente la cedan pacíficamente a otros?

En fin, se trata sólo de especulaciones, generadas a partir de la pésima forma en que las dolencias presidenciales fueron comunicadas, que tendrán un altísimo costo para la ciencia médica argentina, en general, y para el Dr. Saco y su equipo, en particular. Espero que, al menos, los honorarios cobrados por la operación lo justifiquen.




Bs.As., 15 Ene 12


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domingo, 8 de enero de 2012

Hugo Chávez 0 - Gauchito Gil 1

Hugo Cháves 0 – Gauchito Gil 1




“Cuando la pobreza entra por la

puerta, el amor sale por la ventana”.

Thomas Fuller



El Presidente venezolano anunció, días atrás, el descubrimiento de un complot estadounidense para agredir, con cánceres de distinta índole, a los líderes latinoamericanos afines con su “socialismo del siglo XXI”. Que metiera en esa bolsa a Lugo y, sobre todo, a Dilma Rousseff, habla a las claras del nivel de inteligencia del ya casi simpático papagayo caribeño.

Sin embargo, al menos en tierras argentinas, nuestro santo local, el Gauchito Gil, que hoy es celebrado, pudo más que don Hugo y consiguió el milagro más inesperado: doña Cristina no tiene, ni tuvo, esa desagradable enfermedad y, por el contrario, goza de una envidiable buena salud. Lamentablemente, también convirtió a nuestra ciencia médica en el hazmerreir del mundo entero.

Nada ni nadie podrá criticar, en mi presencia, al sistema de comunicación de la Casa Rosada. Los trágicos anuncios y los confusos partes médicos, tan aplaudidos hace pocos días por resultar una valiosa modificación en la tradicional desinformación gubernamental, se han revelado como lo que, en verdad, fueron: una cortina de humo destinada, con éxito, a ocultar las fabulosas operaciones inmobiliarias de la señora Presidente y los ajustes nacional y provinciales y a mojar, transitoriamente, la pólvora a los líderes gremiales de toda índole.

También puso en blanco y negro una sospecha generalizada: la brutal lucha por el poder interno en el cristi-kirchnerismo que, a partir de ahora, ya no abandonará las páginas de los diarios, se trate de los santacruceños, de los rionegrinos, de los cordobeses o de los bonaerenses. El pobre don Daniel Scioli seguirá sufriendo los embates de su Vicegobernador -¿no llama la atención que lo criticado en Cobos se aplauda en don Mariotto?-, y el solitario don Peralta deberá hacer malabares para que la dupla Máximo-Ulloa no lo expulse de Río Gallegos.

Más allá de las rencillas entre La Cámpora -¡cada vez funciona mejor como agencia de colocaciones, con altas remuneraciones!- y los aparatos locales del ex PJ, que tan útiles le resultaron a don Néstor (q.e.p.d.) para construir su fantástica maquinaria de poder, me parece que la dura y pura realidad, aletargada por un breve lapso por la magnificada internación y cirugía de doña Cristina, ha comenzado a mostrar su peor rostro.

En materia de ingresos fiscales, La Niña se ha transformado en un verdadero ciclón en contra del “modelo”. Si las previsiones que hoy manejan todos los expertos en materia agropecuaria se concretan, el descenso en el volumen de las cosechas implicará una disminución muy grave de recursos, en un año que éstos se volverán un bien muy escaso.

El espanto frente al Ajuste, con mayúscula, instrumentado por el Gobierno pero enmascarado tras la “sintonía fina”, la “reasignación de recursos”, y las “naturales tensiones producto del crecimiento”, ha hecho que se junten don Hugo Camión, don Luis Barrionuevo, la CTA de Micheli, Barrios de Pie (los piqueteros desilusionados con los K), los ruralistas de Venegas y ATE.

Con la mirada fija en qué sucedía dentro de los muros del Hospital Austral, pasó casi desapercibida –salvo para sus directos destinatarios- la mención a la “revisión” a la que serán sometidos los sueldos de los empleados públicos. Don Piumato, funcional además a la estrategia de don Hugo Camión frente a la Casa Rosada, ya cruzó al Gobierno diciendo que éste pretende “demonizar” esos salarios. Entonces, sólo falta saber cuándo el oficialista don Andrés Rodriguez, enriquecido líder de UPCN, presionado por sus bases, se verá forzado a presentar su pedido de incorporación al club de resistentes.

La viuda de Kirchner está convencida –pese a las enseñanzas de la historia- de que logrará torcerle el brazo a los caciques gremiales, y obligarlos a aceptar ajustes menores que impliquen un marcado deterioro frente a la inflación que, día a día, devora planes sociales y salarios. En Madrid se puso de moda, con los indignados de Puerta del Sol, un dicho que pronto podría ser escuchado en estas tierras: “cada vez queda más mes cuando se acaba el sueldo” y las amas de casa pueden explicar, con más claridad que cualquier Indec o medición privada, qué significa el índice de las góndolas.

El mes de febrero, con la obligada paritaria de los docentes, traerá los primeros cimbronazos a nivel nacional en materia de puja porque, a pesar de que la Nación negocia no debe afrontar salario alguno en la actividad, las arcas provinciales, que son las que deberán pagar los aumentos, están absolutamente exhaustas. Y, en marzo, el problema se expandirá al resto de los sindicatos, que seguramente confirmarán la frase que encabeza esta nota.

Consciente de la falta de recursos generalizada por el agotamiento de las cajas habituales, pero obligado a gastar cada vez más para importar todo tipo de combustibles y para mantener sueños idiotas como Aerolíneas Argentinas, el Gobierno ha descargado un brutal impuestazo sobre una población que ya sufre una desmadrada presión fiscal, en pago de servicios públicos cada vez peores, mientras que, contemporáneamente, se niega a aumentar el nivel del mínimo no imponible en el impuesto a las ganancias, que se ha constituido en un verdadero dislate.

Para verlo con claridad basta con reflexionar acerca de la aplicación del cargo por importación de gas, que se ha decidido prorratear entre todos los meses del año, para evitar que su concentración en el invierno dispare el monto de las facturas hasta cifras impensables y, sobre todo, impagables.

Es por eso que, presumo, el humor social que tan alto mantiene hoy la imagen presidencial, cambiará de dirección, como ha sucedido en todos aquellos países y todos aquellos momentos en que la economía deja de acariciar los sueños de los ciudadanos y comienza a aniquilarlos.

El cristi-kirchnerismo, especialmente en materia energética, ha cometido todos los crímenes posibles contra la economía, pretendiendo transformar sus inmutables leyes a fuerza de discursos y relatos.

El año 2012, con su aterradora carga de problemas, internos y externos, nos hará comprender a todos el tamaño de la oportunidad que don Néstor (q.e.p.d.) y doña Cristina dolosamente desperdiciaron -con el único propósito de concentrar los recursos para generar poder- para invertir en infraestructura, ampliar la exploración y la producción de hidrocarburos, mejorar la red caminera, recrear los ferrocarriles, construir hospitales, escuelas y viviendas, dotar al país de las inversiones extranjeras indispensables para su verdadero desarrollo, ampliar la capacidad de generación de energía, y tantos otros temas que, cuando se juzgue sus gestiones, les acarrearán seguros aplazos, salvo que, además, Dios y la Patria, finalmente, se decidan a demandarlos.

Quienes han seguido mis notas seguramente recordarán el pronóstico más erróneo que formulara desde que comenzara a analizar la realidad argentina y sus curiosidades. Me refiero, obviamente, a la nota que titulé “No se presentará”, publicada el 14 de marzo de 2011.

Esa columna, amén de costarme una burrada en materia de apuestas perdidas, contenía las razones por las cuales, a mi criterio, doña Cristina decidiría dar un paso al costado y pasar a disfrutar de los dineros que su sociedad conyugal le había proporcionado. En el análisis estrictamente político, es claro que me equivoqué fiero.

Sin embargo, las razones económicas que describí entonces como impulsoras de la imaginada decisión de doña Cristina se han visto confirmadas por la implacable realidad, y hoy se ven agravadas por la crisis externa y por la sequía. La pobreza está entrando por la puerta de la casa argentina; ¿qué sucederá con el amor?






Bs.As., 8 Ene 12





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lunes, 2 de enero de 2012

Aunque deje en el camino jirones de mi vida

“Aunque deje en el camino jirones de mi vida …”








“Si las lecciones de la historia nos enseñan algo es que



nadie aprende las lecciones que la historia nos enseña”





Según parece, el verano de 2012 se convertirá en uno de los más intensos desde aquel enero de 2002, en el que Argentina se asomó al borde de un mortal precipicio. Ni siquiera el último, con la ocupación y la represión en el Parque Indoamericano resultará comparable.

El Gobierno, dando una muestra más de la excelencia de su sistema comunicacional, hizo gala de un timing perfecto a la hora de anunciar la próxima cirugía a la que será sometida la Presidente –como católico, ruego por su pronta recuperación- para extirparle un cáncer de tiroides, descubierto presuntamente varios días antes.

Y doña Cristina, con su histrionismo habitual y con el metálico perfil de Evita como fondo, impuso en su primera aparición posterior el obligado recuerdo a las circunstancias en que fuera pronunciada la frase que da título a esta nota.

El momento elegido permitió que el Gobierno ignorara –y mantuviera fuera del público conocimiento- la tapa del diario “Libre” del día anterior, que denunciaba una nueva y escandalosa compra de inmuebles por parte de doña Cristina, esta vez en el “concheto” barrio de Puerto Madero, por unos catorce millones de pesos.

El pobre Juan Pablo Feinmann, en una entrevista para “La Nación”, cometió un inperdonable sinceridio al decir que es “muy incómodo adherir al gobierno de dos multimillonarios que te hablan de hambre” (ver http://tinyurl.com/82zopvc). Sin embargo, ese exabrupto permitió saber que los intelectuales que integran Carta Abierta ven con claridad la realidad, pese a que la niegan para adecuarse al “relato” oficial.

El anuncio también mojó la pólvora a don Hugo Camión, que había amenazado con un paro general para el jueves 29 o el viernes 30 de diciembre, si las patronales del transporte no se avenían a pagar a sus afiliados un bono de dos mil quinientos pesos.

El último subproducto del anuncio del cáncer fue hacer pasar desapercibido el fallo del Juez Ercolini, que sobreseyó la causa en la que se investigaba el fabuloso contrato de alquiler que vincula a don Relats con los Kirchner, referido al Hotel Los Sauces, en Calafate. Por lo que se sabe, al Juez no le pareció extraño que el recientemente próspero empresario pagara un canon que, aún con ocupación completa, le resultaría ruinoso.

Finalmente, también le resultó útil al Gobierno en el campo de su batalla contra la prensa, ya que mandó a las páginas interiores de los diarios el feroz e ilegal allanamiento a Cablevisión y la inhibición general de bienes al diario “La Nación”. Éste último, con el obvio acompañamiento de “Clarín”, se rasgaron las vestiduras por los atropellos de la Justicia a los derechos individuales, de personas y empresas.

Pero lo curioso de la reacción de los medios afectados por esas medidas y, sobre todo, por la ley que declaró de interés público la producción y distribución del papel de diario (Papel Prensa S.A.), fue el llamado a la población para que exigiera el respeto a esos inalienables derechos, con el argumento –totalmente correcto, por cierto- de que el Gobierno luego iría por los demás.

Y digo que resultó curiosa porque no leí ni escuché a esos medios protestar, con idénticos argumentos, cuando todo el sistema jurídico de la República fue destruido con el solo propósito de perseguir a las fuerzas armadas y de seguridad en su conjunto, haciendo que el Congreso anulara leyes antes sancionadas y desconociera los principios de legalidad, de jueces naturales, de inocencia y de ley anterior al hecho del proceso.

Y sucedió, entonces, lo natural. No protestaron cuando se llevaron a los militares, porque ellos no eran militares. Ahora, que se llevan a la prensa y a los periodistas, se asombran porque los ciudadanos no reaccionan, pero éstos no son dueños medios ni ejercen dicha profesión.

Pero en materia de episodios luctuosos, estos primeros días del segundo mandato de doña Cristina parecen destinados a batir todos los records. El primero de ellos fue, como todos sabemos, la extraña muerte de Iván Heyn mientras, al menos en teoría, practicaba el onanismo con variaciones peligrosas. ¿Resulta creíble que un joven funcionario, con muy promisorio futuro, sufra una irrefrenable compulsión a masturbarse mientras acompaña a la Presidente a una cumbre regional?

A los pocos días, otro funcionario consular destinado en Yacuiba, Bolivia, la capital de la porosa frontera norte por la cual ingresan a la Argentina cantidades enormes de droga, también aparentemente se suicidó, colgándose con una sábana. La zona, deliberadamente ninguneada por el ínclito don Anímal Fernández y desguarnecida aún más por doña Nilda Garré para mandar a los gendarmes a dar seguridad en el Gran Buenos Aires, permite suponer que hubo, de por medio, vueltos no rendidos.

Y las primeras horas del 2012 trajeron la noticia de la muerte de Carlos Soria, Gobernador de Río Negro, asesinado –también aparentemente, pues no ha sido siquiera indagada- por la única persona que se encontraba con él, su mujer.

Hoy también ha trascendido la súbita desaparición del Intendente de Catriel, en la misma Provincia, sin que el hecho haya merecido aún explicación alguna.

Los argentinos, tan afectos a las teorías conspirativas –causadas por el nulo prestigio de nuestra Justicia- están, a esta hora, tejiendo todo tipo de novelescas razones para hilvanar todos los casos.

Lo que debiera haber sido la luna de miel de la Presidente con la ciudadanía, los primeros cien días de cada gobierno, fueron marcados por las batallas internas pero públicas libradas dentro del Frente para la Victoria en las legislaturas de las provincias de Buenos Aires y de Santa Cruz.

En ambos episodios, pródigos en violencia y en heridos, participó esa curiosa agrupación de idealistas, La Cámpora, que la Presidente ha transformado en su guardia pretoriana.

Resulta llamativo que esos jóvenes, que han elegido al delegado de Perón como referente histórico, no perciban que nadie se parece más a él que el mismo don Scioli, cuyas muestras de lealtad, servilismo y auto-humillación compiten de igual a igual con aquéllas que adornaban al dentista de San Andrés de Giles. ¿Nadie puede imaginar a don Danielito, si la Presidente le preguntara la hora, responder “la que usted quiera, señora”?

Hoy, no parece resultar óbice para el permanente ataque que sufre de manos de don Mariotto, el comisario político ungido como Vicegobernador, el hecho de haber obtenido más votos en la Provincia de Buenos Aires que la propia doña Cristina. Ésta, por su parte, continúa con la fea costumbre de mal pagar a sus aliados de otrora; si no, que lo digan don Alberto Fernández, con Hugo Camión, don Jorge Brito y hasta don Magnetto.

En Santa Cruz, La Cámpora no ha querido asumir el costo político de las medidas de ajuste que apoyó hasta el mismo día de su discusión en la Legislatura, y dejó a don Peralta, el Gobernador que la señora de Kirchner ni su hijo quieren, más solo que Adán en el día de la madre.

La Provincia, como tantas otras desde hace ocho años, ha compensado parte de los desastres de la administración nacional y la crisis social de ellos derivada incrementando masivamente la nómina de empleados públicos. Hoy, en épocas de vacas flacas, cuando ya el dinero no alcanza y la Casa Rosada lo guarda para sí, esas mismas provincias se han transformado en verdaderas ollas a presión, a pesar de no haber llegado aún a ellas el ajuste tan temido.

Aparece así el segundo enemigo real que el “modelo” tiene enfrente: la economía. En este caso, los momentos claves llegarán a principios de marzo pero, si la sequía que hoy afecta a la zona “núcleo” persistiera, la escasez de dólares provenientes de las exportaciones de soja podría agravar el panorama.

En ningún caso la situación macroeconómica puede compararse a la de diciembre de 2001; Argentina está, como toda Latinoamérica, salvo Venezuela, mucho mejor que entonces. Sin embargo, el “modelo”, que se ha caracterizado por navegar con un enorme viento a favor, sobre todo externo, debiera prepararse para hacerlo en épocas menos propicias.

No parece una buena receta la centralización de todas las decisiones económicas en manos de doña Cristina y, mucho menos, que ésta reciba consejos, casi siempre contradictorios, de tantos funcionarios de tan diferentes visiones: Boudou, Bossio, Lorenzino, Moreno, Marcó del Pont, Fábrega, etc. Resultaría harto más aconsejable designar al frente del timón económico a alguien capaz de controlar la nave cuando el temporal de la crisis llegue a nuestros mares.

Mientras tanto, don Amado estará a cargo del Poder Ejecutivo desde pasado mañana, vigilado de cerca por don Zanini y don Máximo, quien aparentemente dejaría por un tiempo la administración de los cuantiosos e injustificados bienes familiares para cuidar la herencia política, también inexplicable.

En fin, tendremos, desde todos los ángulos un verano muy caliente por delante. Esperemos que la Argentina no termine por derretirse.







Bs.As., 2 Ene 12



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