Miedo, ¿por qué?
por Enrique Guillermo Avogadro
“Los grandes criminales no están en prisiones
sino en la cúspide de la sociedad”.
Alexis
Carrel
Cristina
Fernández, casi como el coronel de Gabriel García Márquez, evidentemente no
tiene quien le lea, al menos las encuestas. Si no fuera así, se habría enterado
de los datos del último análisis de Poliarquía (https://tinyurl.com/y5kztlsb), que
debieran preocuparla. Lo cierto es que hasta sus partidarios perciben, cada vez
con mayor claridad, que al ánimo de su jefa no lo afectan las pésimas noticias
de la pandemia y el fracaso del patriotero y corrupto show de las vacunas, la
monumental crisis socio-económica que la irracional “cuareterna” provocó, la
catástrofe educativa generada en complicidad con los gremios, el crecimiento
exponencial de la pobreza y la indigencia, el desmadre de la inseguridad y la
proliferación incontenible del narcotráfico y, ni siquiera, las permanentes
violaciones a los derechos humanos que se han producido desde diciembre de
2019.
Muy por
el contrario, muchos (13%) de esos fieles de antaño se han dado cuenta que su
único objetivo es lograr la impunidad para los innumerables delitos que han
cometido ella misma, sus hijos, sus testaferros y sus socios de todos los
pelajes; cuando, cada vez que se levanta una piedra y aparecen millones de
dólares robados, no pueden evitar recordar que esos billetes faltan de las
arcas del Estado y que hoy servirían, si fueran repuestos, para aliviar las muchas
penurias que padecen. En el camino, además y producto de sus desesperados
intentos por lograrla y de los disparates discursivos de sus alfiles, aniquila
toda posibilidad de que nuestro país reciba inversiones capaces de generar
trabajo genuino y, ni siquiera, ayuda financiera para salir del pozo al que nos
ha llevado.
Hoy, el
escenario político podría resumirse diciendo que hay un oficialismo (el panperonista
Frente para Todos) aterrado ante la figura de la PresidenteVice y, en la
Provincia de Buenos Aires, de su hijo Máximo Kirchner, y una oposición que parece
esencialmente ser incapaz de articular una gran coalición dispuesta a evitar
que ella destruya definitivamente la democracia y la República, tal vez porque
también la atemoriza. Pero, a la luz de de los últimos acontecimientos y cuanto
nos dice esa encuesta, nada amerita que unos y otros padezcan ese inequívoco “síndrome
de Estocolmo” frente a la secuestradora del poder.
Otro
aspecto notable es que quienes por décadas han aplaudido las infames persecuciones
y prisiones a los militares que vencieron a la subversión, lo hicieron bajo un
lema repetido hasta el hartazgo: “memoria, verdad y justicia”; hoy los mismos,
apurados por los plazos procesales y políticos que han comenzado a roer los
talones de Cristina Fernández, lo han invertido e imponernos “olvido, mentira e
impunidad”.
En ese
inequívoco sentido, además de las maniobras para favorecer a los condenados
Amado Boudou, Julio de Vido, Milagro Sala y tantos otros, va el Presidente
Pinocho que, descaradamente, ha afirmado que va a “meter mano en la Justicia” y
enviará al H° Aguantadero un proyecto de ley para crear una nueva instancia
judicial que, según sus intenciones, se dedicará a tratar sólo los temas de las
sentencias arbitrarias para aliviar a la Corte Suprema de parte de sus labores
actuales. Que su mandante, la PresidenteVice, haya planteado nueve recursos
precisamente por arbitrariedad ante la Corte -que ésta inexplicablemente aún no
ha rechazado- no es una mera coincidencia.
Para
sancionar su creación, el kirchnerismo cuenta con los votos necesarios en ambas
cámaras pero, ya promulgada la ley y reglamentada con las recomendaciones de la
comisión “Beraldi” –otra casualidad: es abogado de la quejosa- entrará en un sendero
que, necesariamente, será muy largo y que puede extenderse más allá del actual
período presidencial. Por supuesto, muchos plantearemos de inmediato la
inconstitucionalidad del adefesio, y será la Corte, otra vez, quien deberá
decidir.
Mientras
tanto, si consigue los votos necesarios en el Consejo de la Magistratura (¿otra
vez traicionarán sus miembros a la ciudadanía?), se abrirán los concursos para
ocupar los cargos, y ese proceso suele llevar años; con sus resultados, se
elevarán las ternas al Poder Ejecutivo para que elija a cada uno y, finalmente,
el Presidente –quien quiera que sea entonces- enviará los pliegos al Senado,
donde nuevamente se requerirán las mismas mayorías de las que el kirchnerismo carece,
algo que le ha impedido desplazar al Procurador General, Eduardo Casal, y
reemplazarlo por alguien más tolerante ante las dislates jurídicos de la insana
ladrona.
Cristina
Fernández, que no debe dormir muy tranquila por la noches aunque sea en su
pacífico “lugar en el mundo”, está tan obsesionada con el negro futuro
carcelario que la espera en un plazo que ve consumir diariamente, como
pronosticaron sus fanáticos Hebe de Bonafini y Luis D’Elía, que ha perdido toda
empatía con sus votantes, si es que alguna vez la tuvo. Nadie olvida sus
espantosos y ridículos bailecitos en Plaza de Mayo mientras en Tucumán morían
tantos, o el aturdidor silencio con que respondió a la tragedia de Cromañon, al
crimen de Once y a las inundaciones de La Plata. Entonces, ¿por qué tenerle
tanto miedo o siquiera un “miedito”, como supo recomendar alguna vez en su
anterior reencarnación?
Bs.As.,
16 Ene 21