domingo, 28 de agosto de 2011

Fraudes y escándalos patrimoniales

Fraudes y escándalos patrimoniales






“Los héroes aparecen cuando se les necesita”
Ronald Steel






Pensaba dedicar mi comentario semanal a comenzar a difundir propuestas concretas para refundar el país desde sus cimientos –y someterlas a la discusión pública- pero, nuevamente, tendré que postergar ese propósito, toda vez que la vertiginosa actualidad me impone tratar dos temas en particular.

Finalmente, parece que el ya inocultable fraude –pese a la banalización del mismo efectuada por don Lorenzetti, el inefable Presidente de la Corte Suprema de Justicia- cometido en ocasión de las primarias ha conseguido que todos los partidos de oposición, sin excepciones, hayan iniciado una verdadera cruzada para impedir su reproducción en la primera vuelta electoral que se realizará el 23 de octubre.

Creo que en estos hechos y más allá de la prematura y absurda felicitación con que la señora Presidente gratificara públicamente al Ministro del Interior, don Randazzo, lo que pasará a integrar el libro de records personal de este Gobierno son las palabras de este personaje de opereta quien, muy suelto de cuerpo, explicó que se oponía al sistema de boleta única porque, en caso de aplicarse, haría que el Ejecutivo perdiera gobernabilidad. Traduciendo, dijo que ese método, utilizado con éxito en Santa Fe y en Córdoba, permite que los ciudadanos elijan con facilidad a un presidente de un color político y a legisladores de otro, lo cual redundaría en un mayor control desde el Congreso. ¡Qué democrática razón!

Más allá del éxito que pueda cosechar el abanico opositor en la materia, no debe dejarse de lado la propuesta de instruir a todos los fiscales de cada uno de los partidos –de mesa, generales, en el Ministerio del Interior e informáticos- para que cumplan su rol para todo el resto del arco político, controlando que no falten boletas tanto propias como ajenas y verificando la exactitud de la confección de las planillas del escrutinio, (retirando copia firmada de las mismas al terminar el acto), de los telegramas que se envíen y se reciban, y de la carga manual en el centro de cómputos. Además, deberá hacérseles saber que, ante la menor irregularidad detectada, tendrán que solicitar al presidente de mesa o a los funcionarios de la Cámara Nacional Electoral la suspensión del comicio hasta tanto sea subsanada, convocando a la prensa en caso necesario.

Por lo que he visto estos días en diferentes programas políticos, han hecho suya esta sugerencia la Senadora “Chiche” Duhalde y los diputados Patricia Bullrich y Federico Pinedo, mientras que la Coalición Cívica ha iniciado una inteligente campaña en Internet para juntar firmas que reclamen la implantación de la boleta única.

Sólo así, más allá del resultado final que obtenga cada uno de los candidatos en octubre, todos los argentinos podremos saber, a ciencia cierta, qué Presidente y Vice hemos elegido, cuáles serán nuestros representantes en las dos cámaras del Congreso, qué gobernadores, qué intendentes, etc.. Es decir, sabremos que están a cargo de la cosa pública quienes verdaderamente han sido electos para ocupar los cargos y no otros, surgidos del fraude, del patoterismo, de la estafa a la ciudadanía.

Es imprescindible, entonces, que todos -en especial aquéllos que hemos enviado y recibido tantos mails refiriendo robos de boletas, telegramas adulterados y hasta cálculos de porcentajes-, nos comprometamos con el país y con el futuro, y dediquemos un día de nuestra vida a intentar frenar estas maniobras, tan humillantes para la sociedad.

En otro orden de cosas, corresponde reiterar que, como es sabido, resulta muy difícil que los individuos que componen la sociedad, en general, comprendan cuánto perjudica su vida cotidiana y su futuro la corrupción gubernamental. Una prueba de ello es el escaso resultado que obtienen las campañas publicitarias basadas sólo en las críticas a ese flagelo, aunque apelen simplemente a imágenes demostrativas de esos perjuicios, al menos mientras la bonanza económica siga acompañando al gobierno de turno.

Aún así, antes de terminar esta nota, quiero hacer hincapié en las escandalosas declaraciones juradas patrimoniales presentadas por quienes ocupan los primeros escalones de este Gobierno, ocultas tras el episodio Alfano-Massera, inventado por los medios afines. Cabe resaltar, a priori, que la Oficina Anticorrupción, digitada por el Ejecutivo, extendió injustificadamente -¡qué premonición!- el plazo de presentación de las mismas hasta una fecha posterior a las elecciones primarias celebradas el 14 de agosto pasado.

Si el funcionario a cargo de ese organismo hubiera leído un párrafo de este artículo, seguramente no hubiera recurrido, por innecesario, a un artilugio por el cual, en algún momento, deberá rendir cuentas ante la Justicia. Como se ha visto estos días, el tema no resulta del más mínimo interés para quienes se encuentran fuera del pequeñísimo círculo hiperinformado.

No ha producido sorpresa alguna que el patrimonio Kirchner haya crecido 27,4% este año, alcanzando la suma de setenta millones de pesos, pese a que sus propietarios –doña Cristina y la sucesión de don Néstor (q.e.p.d.)- sólo hayan ejercido cargos públicos desde hace más de dos décadas; sólo desde 2003, es decir, desde que llegaron a Buenos Aires, ese incremento alcanza a 3.540%.

Ya esos datos ya claman al cielo, más allá de los insólitos recursos utilizados para justificar el crecimiento económico –tasas bancarias inexistentes en plaza, fabulosos alquileres de hoteles pagados por inquilinos que pierden fortunas con ellos-, si no fuera que se refiere exclusivamente a la parte “blanca” del acervo y deja afuera a todos los cuantiosos bienes que aún no deben haber podido ser tratados con jabón fiscal.

Menciones aparte merecen las declaraciones juradas presentadas por el Ministro de Economía y candidato a Vicepresidente, don Amado, y por el Administrador Nacional de la Anses, don Diego Bossio. Estos dos pelafustanes con certeza han sido escogidos por la señora Presidente para sus presentes y futuros cargos públicos por sus evidentes condiciones de emulación, clarividencia, audacia y suerte, ya que han registrado incrementos patrimoniales sumamente envidiables (124%, don Boudou, y aún más -144%- el zar de los jubilados) durante el último año.

Pero tampoco en este caso los ciudadanos creerán necesario pedir explicaciones a tantas desmesuras, ni los jueces alquilados –cuyos contratos parecen destinados a la renovación- sentirán la compulsión investigativa imprescindible en una república que se precie de tal.

Argentina está al borde de padecer uno de los peores males que pueden aquejar a una democracia: el partido único, y la concentración infinita de poder que eso conlleva. Si la señora Presidente y sus acólitos obtienen un porcentaje similar o mayor de votos que los que figuraron a su nombre el 14 de agosto, el FpV tendrá mayoría en ambas cámaras del Congreso.

Aunque no fuera así, no tengo ninguna duda que muchos de quienes jugaron a la independencia, dentro y fuera del PJ, volverán al redil mansos como corderos y agregarán sus manos a las de los oficialistas, a la hora de votar los proyectos que enviará el Ejecutivo.

Tampoco debe olvidarse que, más allá de los buenos modales de quienes representan al FAP, de Binner, los socialistas y los radicales seguramente acompañarán muchos de los proyectos que, desde Olivos, serán diseñados para “profundizar” el modelo; de allí el interés de la Casa Rosada en beneficiar a estos sectores.

Qué significará esa “profundización” nos lo están avisando los antiguos y actuales funcionarios, cada vez que se les suelta la traílla. Basta recordar los dichos de doña Conti, cuando reclamó una “Cristina eterna”, don Feletti, cuando se refirió al aumento de la intervención del Estado, y don Mariotto quien, pensando que el 14 de agosto era el 23 de octubre, exigió a los jueces levantar inmediatamente las medidas cautelares que han limitado, hasta hoy, la aplicación de la Ley de Medios.

Por eso, reitero, quienes queremos otra Argentina y otra República, debemos comprometernos a trabajar como fiscales, en cualquiera de los niveles, para garantizarnos que nuestros representantes serán, en verdad, quienes fueron los elegidos, y no otros.





Bs.As., 28 Ago 11






miércoles, 24 de agosto de 2011

lunes, 22 de agosto de 2011

Carta abierta a las segundas líneas

Carta Abierta a las Segundas Líneas





“En veinticuatro años de experiencia, las teorías

no han producido más que calamidades. Los

hombres no viven de ilusiones sino de hechos.

¿Qué me importa que se me repita que vivo en

un país de libertad si, por el contrario, se me oprime?”
Gral. José de San Martín



Estimados señores:

Después del más que sorprendente resultado de las P.A.S.O. –me refiero a los porcentajes de votos obtenidos por todas las formaciones políticas, fueran oficialistas u opositoras- la web se ha convertido en un hervidero inusitado de mails, blogs y diarios 2.0 que hablan de fraude, en las más distintas variantes. En efecto, van desde el simple cambio en los contenidos de las urnas hasta la adulteración de planillas y telegramas, dolosa carga de datos y hackeo de servidores,

Como todos sabemos, estos fenómenos se repiten en cada elección, donde partidos y candidatos que no consiguieron cubrir con fiscales propios todas las mesas de votación aducen, post facto, que los resultados que esas mesas arrojan no son reales. Sin embargo, esas denuncias no por frecuentes resultan fáciles de comprobar y terminan en meros fuegos de artificio, sobre todo cuando se formulan en los días posteriores a las elecciones y no en el momento en que, eventualmente, se produjeron.

Por lo demás, como dije en “Papeles quemados” –mi nota anterior- la magnitud de la diferencia entre el FpV y el pelotón integrado por el Frente Popular (Duhalde), la UDESO (Alfonsín), el Frente Progresista (Binner), el Compromiso Federal (Rodríguez Saa), el Frente de Izquierda (Altamira) y la Coalición Cívica (Carrió), impide creer que, de haber existido, el fraude hubiera podido modificar, sustancialmente, el resultado.

Desde otro ángulo, tampoco es posible ignorar que, más allá de señalar un comportamiento ciudadano casi determinado para octubre, las P.A.S.O. no fueron más que elecciones internas, sin efecto legal alguno, con excepción de la marginación definitiva a las listas que no obtuvieron el apoyo del 1,5% del padrón correspondiente. Es decir, la gran victoria de doña Cristina es únicamente psicológica, pero nada menos que eso.

De esas consideraciones surgió, entonces, la necesidad de escribirles esta carta abierta, a fin de proponerles una solución que, además de recomponer la penosa imagen que los opositores han dejado en la ciudadanía –pruebas al canto- permitan desterrar fantasmas y brindar transparencia a un sistema de votación –las listas sábanas- que, prácticamente, ningún integrante de la corporación política parece tener interés en modificar.

La solución que les propongo, por cierto, es muy simple. Se trata, nada más ni nada menos, que de armar una gran “bolsa” de fiscales, en la cual todas las agrupaciones que competirán en octubre y todas las ONG’s que (con mayor o menor éxito) los han reclutado privadamente, introduzcan a todos esos voluntarios, se trate de quienes controlen las mesas, quienes se encuentren en los centros de recepción de los telegramas o en los lugares de carga informática de los datos.

El primer resultado de tal medida, obvio, será que resultará necesario un número muy inferior de fiscales para cubrir todas las mesas constituidas para recibir los votos de los ciudadanos, y los primeros beneficiados serán los partidos que carezcan de una verdadera estructura nacional.

Los fiscales de la “bolsa” serán instruidos, y se comprometerán, para desempeñar su fundamental rol en nombre de todos y cada uno de los partidos y frentes de oposición. Deberán no solamente denunciar el faltante de cualquier boleta o de una manipulación en la información sino, con la determinación y la publicidad del caso, exigir la suspensión del comicio o de la carga de datos hasta tanto el inconveniente sea subsanado.

En octubre, ya que los resultados para la primera magistratura parecen estar más que cantados, los argentinos elegiremos a quienes nos representarán en el Congreso Nacional; en su caso, también en las legislaturas provinciales, intendencias, concejos municipales y hasta consejerías escolares. Quienes integramos el 49,3% de los ciudadanos que no dimos nuestro apoyo al FpV y muchos de quienes se abstuvieron de expresar su opinión con su ausencia necesitamos, imprescindiblemente, tener voz, voto y control en el Parlamento.

Hasta el 10 de diciembre de 2009, cuando asumieron los nuevos diputados y senadores votados seis meses antes, y no resulta difícil recordarlo, fue posible comprobar qué hacía el entonces “kirchnerismo” (hoy “cristinismo”) cuando tenía mayoría propia en ambas cámaras; la propia Ley de Reforma Política es un ejemplo de ello.

Entonces, señores, deben ustedes exigir a sus respectivas primeras líneas que dejen de lado todas sus aspiraciones personales –muchas de ellas, sepultadas para siempre el 14 de agosto- y comiencen a pensar, y a actuar, acerca de cómo evitar que también la República ingrese definitivamente al cementerio argentino. Como se ha dicho, “es hora de hombres, no de nombres”.

De ejemplos de las consecuencias de la instauración de un partido único está llena la historia de América Latina, desde el Río Grande hasta Ushuaia, y todas ellos son terribles. Hoy, esos modelos se expresan en Cuba, en Nicaragua, en Venezuela, en Ecuador y en Bolivia, y siempre implican la conculcación –en mayor o menor grado- de las libertades individuales.

La Argentina no quiere seguir ese camino. No quiere más tiranías, aún cuando éstas vengan revestidas de ropajes democráticos. No quiere más que el voto sea asumido como un cheque en blanco por quien disponga de una circunstancial mayoría.

San Martín (ciertamente olvidado el miércoles pasado), Belgrano, Güemes y tantos otros de los próceres que forjaron esta nación están mirando a sus herederos con asombro y desconsuelo. Desde el más allá, desde el Olimpo de la Patria, comprueban –día tras día y desde hace décadas- como los argentinos actuales destruimos su legado. Como el individualismo, el egoísmo, la desidia, el desinterés, la corrupción y la apatía están terminando con una nación que ellos habían conseguido convertir en un luminoso faro de libertad y de cultura universal para todo el globo.

Señores: quedan sesenta y un días para las elecciones de octubre, y son ustedes quienes deben tomar la posta de las manos derrotadas de sus líderes para evitar estos renovados males para la República. Asuman la responsabilidad y actúen. La mitad del país, al menos, lo está exigiendo.


Bs.As., 23 Ago 11


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miércoles, 17 de agosto de 2011

Papeles quemados

Papeles quemados








“Aquel que permite que abuses de él, te conoce”
William Blake









El domingo 14, a las 21:00 hs, descubrí que todos mis papeles se habían quemado y que, básicamente, desconocía por completo la idiosincrasia de la mayoría absoluta de mis conciudadanos. Todos mis análisis políticos previos, augurando catástrofes para el “cristinismo” en las urnas, razonados y argumentados, cayeron ante la contundencia de un resultado que ni el propio Gobierno esperaba. La principal de esas predicciones –“doña Cristina no se presentará”- fue el que más ruido hizo al estrellarse contra el suelo, en medio del ridículo al que la empujaba el 50,7% exhibido por el FpV.

El mismo domingo aprendí que, cuando la gente tiene plata en el bolsillo, prefiere la paz de lo conocido que el desafío implícito en cualquier cambio, aún cuando mantener la situación preexistente implique olvidarse de la inseguridad, de la inflación, de la monstruosa corrupción, de los saqueos a todas las cajas disponibles, del insostenible festival de subsidios, de la división de poderes, del control de los actos del Ejecutivo, o sea, de la República.

En estos días, como todos sabemos, están corriendo ríos de tinta intentando explicar lo ocurrido; por ello, me niego a seguir engrosándolos. Varios de los opinólogos, inclusive, están hablando de fraude.

No creo que, más allá del 4 o 5% habitual en el Conurbano, donde es muy difícil conseguir y mantener la fidelidad de los fiscales, es impensable, de todo punto de vista, que una ventaja de 38% sobre los segundos pueda explicarse de este modo. Más, si pensamos que doña Cristina ganó holgadamente en la Ciudad de Buenos Aires -donde el aparato del Pro pudo controlar el escrutinio en las mesas- en las provincias de Santa Fe y Córdoba -en las cuales los respectivos oficialismos tenían el control- y en los pueblos chicos del interior, donde todos se conocen.

Creo, en cambio, que la escena que, finalmente, apareció cuando se levantó el telón debe mirarse a la luz de la famosa frase de Bill Clinton: “Es la economía, estúpido”.

Tal vez por los golpes que recibió en el pasado, muchos de ellos autopropinados, la ciudadanía argentina es, indudablemente, cortoplacista. Y hoy, a muchos les va mejor que antes. Que el hecho de que la soja cotice a quinientos dólares, por ejemplo, no tenga nada que ver con las políticas del Gobierno, no ha evitado que muchos que se benefician con eso hayan votado a doña Cristina; me refiero no tanto al productor sino a los que prestan distintos tipos de servicios a la producción, desde almaceneros, farmacéuticos, vendedores de camionetas y automóviles, inmobiliarias urbanas, que hoy son mayoría en las localidades del interior.

La mayor prueba de ello es que, en Rauch, la “patria chica” de Mario LLambías, uno de los cuatro mosqueteros de la Mesa de Enlace, perdió frente a don Julián Domínguez, el Ministro de Agricultura que ningunea a esos representantes del campo, por la indecible goleada de 53% a 3%.

Sin embargo, y tal como vengo afirmando en estas notas cuando hablo de temas económicos –y sin ser para nada original-, el próximo período de la señora de Kirchner tendrá enormes desafíos –los subsidios, el déficit fiscal, el atraso cambiario, el déficit energético, la fuga de capitales, la necesidad de mucho mayor inversión privada, la inflación, etc.- por delante, que deberá superar utilizando herramientas ortodoxas, o financiar recurriendo a las pocas fuentes de ingresos aún disponibles para el Gobierno, cualquiera sea el mecanismo a utilizar.

Ese excelente periodista llamado Tomás Bulat, dijo –y concuerdo con él- que el “cristinismo” primero actúa y, más tarde, diseña la explicación ideológica que justifique y adorne su acción, como sucedió con la confiscación de los ahorros privados en las AFJP’s, con el Fútbol para Todos, con la pseudo nacionalización de Aerolíneas Argentinas, con el uso de las reservas del Banco Central, etc..

Con los números que arrojaron las P.A.S.O., creo que doña Cristina aún obtendrá mejores porcentajes en octubre, y readquirirá el control de ambas cámaras del Congreso. Éste volverá así a transformarse en una mera escribanía del Gobierno, y la mansa Corte Suprema, manchada por las conductas personales de don Zaffaroni que se han hecho públicas, por la perversa tolerancia a la politización y a la corrupción de la Justicia y al desacato de las resoluciones de los jueces, no será precisamente quien esté dispuesta a proteger a los ciudadanos de los abusos de poder.

Doña Cristina se presentó ante la sociedad, en la noche del domingo y en la conferencia de prensa brindada poco después, con un rostro más humano y agradable, lejos de la confrontación y de la crispación a las que nos tenía acostumbrados. Con ello, permitió que algunas personas vieran la posibilidad de un viraje hacia la cordura y la legalidad en el Gobierno.

Don Magnetto, que el domingo a la noche debe haberse preocupado mucho, por ejemplo, pudo quizás haber respirado un poco más tranquilo, ya que el Ejecutivo no tiene ya enemigos de fuste a la vista y ha quedado probado que los grandes medios no influyen en el voto de la sociedad. Sin embargo, esa presunta paz ha durado menos que un suspiro, pues el mismo martes don Mariotto se ocupó de presionar a los jueces para que actúen rápidamente contra el grupo Clarín, en una muestra de qué piensa el “cristinismo” de la división de poderes.

Baste recordar, entonces, que muy a pesar del discurso proselitista de 2007, cuando prometía mayor institucionalidad en el país, doña Cristina actuó en sentido contrario durante los últimos cuatro años.

La viuda de “él” forma parte de los primeros magistrados –Menem, De la Rúa y Kirchner- analizados por Romina Manguel en su libro “Yo te avisé”; con justicia, pues ella nos hizo saber, durante el mandato que terminará el 10 de diciembre, qué haría si obtenía su renovación. Los argentinos fuimos a las urnas, y cinco de cada diez optamos por ella en las P.A.S.O., claramente a sabiendas. El tiempo dirá si fue una decisión acertada, pero no tengo ninguna fe en ello.

Por hoy, es suficiente. Voy a intentar quitar las manchas que dejaron mis papeles quemados y, sobre todo, a colaborar en el embrionario intento de construir una alternativa democrática para hacerse cargo del timón cuando el “cristinismo”, cumplido su nuevo período constitucional, lo deje vacante.







Bs.As., 17 Ago 11, Día del Libertador.










lunes, 8 de agosto de 2011

Señales de incertidumbre

Señales de Incertidumbre







“-Sí, lo sé, pero no hace falta que sigas con eso. Además,

"aún no estamos tan mal como dijiste aquella vez.
“- Aún no, pero lo estaremos; confía en los mentecatos.”
Gisbert Haefs







A una semana escasa de las elecciones primarias, abiertas, simultáneas y obligatorias el Gobierno, pese a intentarlo, no pudo exhibir una victoria en Córdoba, pues De la Sota hizo todo lo posible, sin romper lanzas, para diferenciarse del poder central encarnado en nuestra emperatriz. Las enseñanzas que recibió de las fuertes derrotas de Rossi, en Santa Fe, y de Filmus, en la ciudad de Buenos Aires, le impusieron una conducta distinta.

Los números dados a conocer hasta ahora –el lento escrutinio preanuncia las largas horas de incertidumbre que seguirán a las P.A.S.O.-, realmente me sorprendieron. Como puede verse en mi nota de la semana pasada, sinceramente creí que la Provincia estaría dividida en tercios. También lo creyeron Alfonsín y Binner, cuyos candidatos cayeron irremediablemente ante un PJ que confirmó su hegemonía.

Sin embargo, considero aún más importantes para el futuro inmediato de quienes habitamos la Argentina los hechos registrados en Jujuy y en Tucumán, porque desnudan dos aspectos gravísimos de la realidad, disímiles por completo del “relato” oficial.

Después de ocho años de kirchnerismo, con el país creciendo a tasas muy importantes durante ese período debido a la alta cotización de nuestras exportaciones, el cuarenta por ciento de los ciudadanos sigue estando bajo el nivel de pobreza, y un ocho por ciento bajo el de indigencia. El famoso y rimbombante nombre de “modelo de acumulación y distribución con matriz productiva diversificada” ha demostrado que sólo ha servido para que la acumulación se concentre en los bolsillos de los funcionarios más venales y corruptos de cuantos nos ha tocado soportar, y en los de un grupo de empresarios amigos, que han visto multiplicarse sus campos de acción y sus rentas hasta el infinito, mientras que la distribución siga brillando por su ausencia.

La cesión del poder del Estado -ése al que se ha impuesto una participación activa y dirigista en la economía como cuna de todas las virtudes- a doña Milagro Sala representa no solamente una abdicación impensable de los gobiernos nacional y provincial jujeño, sino que demuestra cómo los resortes y resortes estatales han sido puestos al servicio exclusivo de los intereses de la familia Kirchner. Basta recordar la “privatización” de la construcción de viviendas a favor de doña Hebe Bonafini, don Sergio Shocklender y la propia doña Milagro.

En efecto; los sucesos de Jujuy, sobre todo, se han transformado en un verdadero baño de realidad sobre la imagen que el Gobierno ha construido para consumo de las clases más desamparadas de nuestra sociedad. Ese “cristinismo”, que se enorgullece de los triunfos de sus aliados locales en las provincias más pauperizadas de la Argentina, ha tenido que soportar la violenta toma de conciencia de sus poblaciones, a las cuales no alcanza ni puede satisfacer un mero clientelismo electoral; cuál será el impacto de lo que ocurra hasta octubre en el noroeste argentino es, todavía, un dato difícil de imaginar.

Es en esas provincias del noreste argentino donde “todos hacen como que trabajan para el Estado, y éste hace como que les paga” son, precisamente, aquellas en las cuales hubieran debido notarse más los presuntos beneficios del “modelo”. Sin embargo, siguen siendo las más sumergidas, las más carecientes, las más hambreadas.

Carezco, como todo el mundo, de estadísticas serias en materia de inmigración ilegal, pero ello no obsta a que, con la ausencia de la Gendarmería en las fronteras (ha sido masivamente trasladada al Conurbano y a los barrios del sur de la ciudad de Buenos Aires para combatir la “sensación” de inseguridad), éstas deben haber aumentado notablemente su porosidad, más cuando la representante del Estado, doña Salas, está haciendo el milagro de regalar tierra a quien lo solicite, sin preguntarle siquiera de dónde viene.

Más temprano que tarde, esas poblaciones migrantes continuarán su camino hacia el sur, y recalarán –también ellas- en las villas de emergencia del Gran Buenos Aires y del Gran Rosario, ejerciendo una presión insoportable sobre los ya escasos recursos destinados a la salud y a la educación públicas, sobre el consumo de drogas y sobre la inseguridad.

Son minúsculos y, por supuesto, reprobables los grupúsculos xenófobos, pero ningún país del mundo –tampoco nuestros vecinos- carece por completo de políticas migratorias como la Argentina. No se trata de impedir que personas de otras nacionalidades vengan a habitar nuestro suelo sino de decidir, en un verdadero ejercicio de la soberanía, cuáles son los requisitos que deben cumplir para hacerlo.

Nuestro país –y lo considero positivo- se ha “latinoamericanizado”; pero lo ha hecho del peor modo. La Argentina de la igualdad y de la permeabilidad social, que hizo que tantos inmigrantes se integraran y, con trabajo y esfuerzo, treparan la pirámide social hasta llegar a lo más alto de ella, se ha pauperizado y, una vez más, hemos nivelado para abajo. Hoy, el índice Gini debe estar marcando –habría que confirmarlo con Ernesto Kritz- uno de los valores más altos desde que existe y, si el oficialismo consigue perpetuarse –como se sabe, lo dudo- la desigualdad y la exclusión sociales seguirán en ascenso.

El mundo entero nos está enviando señales de alarma, y los argentinos seguimos sin percibirlas. Hace mucho tiempo sostuve que, cuando la crisis internacional terminara, el hambre global sería mayor que antes de que el cataclismo financiero se produjera. Forzando la hipótesis, predije que, entonces, algún grupo de científicos y políticos –reunidos en Naciones Unidas, en FAO o bajo cualquier otra sigla internacional- se pondrían a buscar, con un mapamundi en las manos, dónde obtener más alimentos para impedir una revolución de desarrapados.

En algún momento, alguno de ellos señalaría nuestro territorio y preguntaría en voz alta de qué se trataba. La obvia respuesta hablaría de nuestra capacidad para dar de comer a quinientos millones de personas, y de la actual producción, que sólo puede alimentar a cien millones. La siguiente requisitoria se dirigiría a averiguar quiénes manejan nuestro país y la triste, pero segura contestación sería ¡cuarenta millones de idiotas! Así, el final estaría cantado: el mundo vendría a ocuparse de nosotros, y nos expulsaría o nos pagaría para que nos fuéramos, siempre y cuando nos distribuyéramos por todo el planeta, pues una gran concentración de idiotas sería capaz de destruir a cualquier otro país.

Como ha sucedido con muchos otros a lo largo de la historia, estamos al borde de transformarnos en un estado fallido.

Para corroborar estos negativos asertos, basta con pensar qué hacemos los argentinos con la educación, con la salud, con el agua, con el petróleo, con el gas, con los minerales, con nuestras industrias y con nuestro suelo. Disponemos de todo lo necesario –al menos, en esta coyuntura internacional- para reconvertirnos en una nación próspera, capaz de alimentar, educar y curar a todos sus habitantes, permitiendo que éstos accedan, por la vía del ingreso, a una mucha mejor existencia.

Sin embargo, somos casi el único país de la Tierra que se ha desbarrancado, que se ha hundido en la más profunda depresión; que, de ser el luminoso faro que guiaba a toda Latinoamérica, se ha transformado en el hazmerreír general. La culpa es, exclusivamente, nuestra; no hubo, en esa caída, ni intereses sinárquicos ni malas intenciones extranjeras, tal vez porque no fueron necesarios.

En otro orden de cosas, y con anticipadas disculpas por la digresión, me merece una reflexión aparte el marcado incremento en la fuga de divisas que nuestra economía sufre actualmente. Es cierto que toda época pre-electoral produce ese fenómeno, pero los números que trascienden llaman la atención, sobre todo porque, en general, las encuestas pronostican el triunfo de doña Cristina.

Los industriales locales, entonces, deberían estar más que satisfechos, porque seguirán contando con las imbéciles políticas oficiales de “vivir con lo nuestro” y, así, seguirán gozando del solcito gubernamental, ése que tanto calienta, salvo –ahora- al grupo Clarín, por supuesto. Todos ellos, aún quienes aparecieron en su momento como más resistentes a las presiones de la Anses y sus directores a dedo, hoy parecen estar encantados con la viuda de Kirchner.

Pese a ello, las divisas se van y, naturalmente, no se reinvierten. Es que son industriales argentinos y, como tales, privilegian el corto plazo, pero no “comen vidrio”.

Pero me hago otra pregunta, con respuesta aún más incierta: ¿no será que quienes están trasladando sus ahorros al exterior, para resguardarlos de futuros “juicios de residencia”, son los propios miembros del entorno presidencial? Porque, si es así, estarían compartiendo mi seguridad del inminente fin del “cristinismo”.

Las empresas de medición de opinión pública, las encuestadoras, están sufriendo –y pagando con su prestigio por ello- un nuevo mal de nuestra sociedad: nadie contesta la verdad. Ignoro la razón por la que lo hacen, pero muchos, casi todos, a la hora de responder las preguntas, mienten.

Basta pensar en la imperiosa necesidad que tiene el oficialismo de contar con un muy fuerte caudal de votos en el Conurbano para sobrevivir a la lista de catástrofes sufridas en la ciudad de Buenos Aires, en Santa Fe y en Córdoba, y las que seguramente soportará en La Pampa y en Mendoza.

Es decir, necesita que los famosos “barones”, verdaderos jefes territoriales, manden a sus votantes a expresarse por doña Cristina, a sabiendas que así pondrán en riesgo su poder en los concejos deliberantes municipales. Ya pasaron por esa experiencia en 2007 cuando, por la vía de las listas “colectoras”, perdieron escaños y, con ello, vieron peligrar -a alguno le llegó a costar el puesto- su cargo, su libertad y su fortuna. ¿Por qué lo harán, entonces? ¿Alguien puede creer en que padezcan de vocación suicida?

Por lo demás, ¿bastará con el anuncio de un aumento automático y previsto por la ley para convencer a los jubilados de aportar su voto al FpV? ¿Les resultará fácil a éstos olvidar el veto al 82% móvil, mientras contemplan el despilfarro de los fondos de la Anses?

En fin, faltan sólo seis días para las P.A.S.O., y el lunes 15 los argentinos nos enteraremos, esta vez de verdad, dónde estamos parados de cara a las elecciones del 23 de octubre. Será entonces que sabremos si tenemos futuro como país o estamos condenados a la desaparición como tal.

Espero que Tato Bores no haya tenido una premonición cuando se disfrazó de explorador alemán del año 2049 y, ante un mapa de América del Sur en el cual nuestro país estaba pintado del color del mar, se preguntó si la Argentina alguna vez había existido.







Bs.As., 8 Ago 11





lunes, 1 de agosto de 2011

El vértigo y las derrotas

El Vértigo y las Derrotas
















“Todo lo que había que escuchar ya se dijo.














Nada de lo que había que entender se ha entendido.














Seguimos perdidos en el laberinto”
Gustavo Estrada Luque
















La semana que pasó estuvo llena de acontecimientos, algunos curiosos, otros dramáticos y hasta algunos graciosos, coronados por el ballotage de ayer. Los números de éste no pueden ser más auspiciosos para quienes creemos que, hoy, la prioridad es expulsar, siempre democráticamente, a doña Cristina y sus secuaces del poder.

Me equivoqué en los cálculos que adelantara en “Otro clavo para el ataúd”, pues pronostiqué un resultado de 68%/32%, pero –al menos esta vez- Poliarquía me ganó. De todas maneras, la cifra final habla a las claras del profundo rechazo que genera, entre los habitantes de la ciudad, este Gobierno que, desde el relato, pretende demostrar la cuadratura del círculo.

Macri reafirmó sus laureles, seguramente acompañado por un gran caudal de votos “bronca”, que hubieran seguido –y lo harán a partir del 15 de agosto- a cualquiera que se convierta en el mejor rival del kirchnerismo imperial. Como es natural, al reelegido Jefe de Gobierno porteño le resultaría más provechoso, en orden a su proyecto político personal de transformarse en el natural líder de la centroderecha, que doña Cristina se impusiera –insisto, no se presentará- en las elecciones de octubre/noviembre.

Pero la hora exige dejar de lado los egoísmos y los personalismos y, para Mauricio, alinearse detrás de quien termine el 15 de agosto mejor posicionado para batir las posiciones del oficialismo. La crisis generalizada, que aún no es percibida por el común de la gente, demanda de menos nombres y de más hombres.

La vertiginosa cotidianeidad de los argentinos ha hecho que, como mejor ejemplo, el escándalo de las Madres de Plaza de Mayo y sus administradores, los parricidas Shocklender, haya desaparecido de los medios de comunicación, y lo mismo ha sucedido con el repugnante trapicheo de doña Estela Carlotto en torno al ADN de los jóvenes Noble-Herrera, puesto al servicio de los aún más indignos designios de los Kirchner. Clama al cielo la libertad de doña Hebe y don Schocklender, que ni siquiera han sido llamados a indagatoria por el Juez dueño de un pasado prostibulario, por ahora alquilado a la Casa Rosada.

Vale la pena, entonces, recordar qué nos dejó la última semana de julio.

Comenzó con el flagrante desprecio aplicado por el oficialismo a su perdidoso candidato en Santa Fe, don Agustín “Chivo” Rossi, que debe estar en su nueva estancia de Vera lamiéndose las heridas y preguntándose en qué momento de locura se le ocurrió convertirse en una de las primeras espadas de un grupo de mafiosos que paga tan mal la ciega lealtad de sus mariscales. Siempre está a tiempo de formar un club con Pampuro, con Patricia Fadel, con su propio hermano, con el inefable Senador Fernández, con Verna, con Filmus y, por supuesto, con quien debería ser su Presidente honorario, don Alberto Fernández.

Éste, por su parte, nos regaló una carta nacida del dolor más profundo ya que, según él mismo, estuvo en la “sala de partos” del proyecto kirchnerista de adueñarse del país y fue su padrino, casi un padre intelectual. ¡Menuda gloria! Sin embargo, con su habitual compulsión a reescribir la historia, doña Cristina no dudó un segundo en trasplantar al gran epígono del “mejor presidente que ha tenido la Argentina” (sic) al almácigo donde crecen y se desarrollan los peores enemigos del régimen imperial.

Rápido de reflejos y, sobre todo, veloz para hacer los mandados, salió ese émulo injustamente ignorado de Jorge Luis Borges, de Julio Cortázar y de José Hernández, don Anímal –nunca más justificado el apodo- Fernández, a contestarle. Al mejor estilo de “El Hombre de la Esquina Rosada”, lo hizo en el único lenguaje que conoce, el arrabalero de las barras bravas.

Porque, pese a que ambos Fernández son un par de canallas, el primero, al menos, sabe cómo se dicen las cosas y utiliza una prosa casi elegante, mientras que el Jefe de Gabinete de pacotilla que tenemos ignora hasta los más elementales principios de la lengua española y de la sintaxis. Más allá del contenido, en ambos casos deleznable, la diferencia estuvo marcada por los continentes, produciendo uno de los más graciosos momentos de la semana.

También resultó cómico el blooper del fútbol. Hasta yo que, como todo el mundo sabe, con lo que ignoro sobre ese deporte se puede hacer toda la enciclopedia, no pude parar de reírme ante tanta imbecilidad. Primero, cuando noté el masivo rechazo –incluyendo el de los clubs que serían beneficiados- a la rebaja de la “A” a la “B” para que los hinchas de River no pudieran ver a su equipo por los canales de Clarín. Segundo porque, al poco rato, todo había sido idea de don Julio Grondona, el gran capo mafia autóctono, y no del Gobierno, pese a cuanto dijeron públicamente los presidentes de varios clubs.

Luego, tres menores pero no menos graciosos: la inauguración del mural de Eva Perón, para lo cual la ciudad fue cortada en dos durante diez horas, con el solo propósito de que “Ella” pudiera compararse con Santa Evita, y el fallo judicial dictado para impedir que don Guillermo Moreno, en otra inefable muestra de humor político, impidiera que dos kioscos vendieran el diario de Magnetto.

El tercero fue el descubrimiento, atribuido a los sagaces periodistas de investigación de Perfil, de los muchos departamentos que, pertenecientes al Juez de la Corte Suprema, don Zaffaroni, sirven de lugar de trabajo a una serie de prostitutas. La cándida defensa intentada por el “¿probo?” y garantista hombre de la Justicia y asesor de don Amado Boudou, cuando sólo había trascendido el primero de esos inmuebles, se cayó a pedazos al aparecer varios más y ahora nuestro Wikileaks autóctono acaba de publicar (en http://www.leakymails.com/2011/06/la-prostitucion-de-la-justicia.html) una serie de mails que manchan el ya escaso prestigio del Tribunal supremo, tan exhibido por los Kirchner como logro excepcional de su gestión.

Otro hecho, enormemente dramático y que resulta difícil de entender, se produjo en Jujuy. Carlos Pedro Blaquier es el gran elector de ese feudo, en el cual Ledesma tiene una importancia económica enorme, y mantiene fluidas y amigables relaciones con el poder nacional. En la política provincial manda hoy un personaje curioso, don Jenefes, que se hizo de la fortuna y de los medios que pertenecían anteriormente a su suegro; a su vez, es el jefe político de don Fellner, Presidente de la Cámara de Diputados de la Nación.

En medio de ese escenario, ha crecido geométricamente el poder real de doña Milagro Sala, capitana de la Tupac Amaru, muy ligada al Gobierno nacional que la sustenta con cuantiosos fondos, de quien se cuentan contradictorias historias y a la cual se atribuye el comando de un militarizado y muy numeroso grupo de activistas.

Por otra parte, también tiene allí una fuerte presencia la Corriente Clasista y Combativa (CCC), tan opuesta a los Kirchner como para acompañar, como compañero de ruta, la rebelión del campo de 2008. Esta organización, de neto corte maoísta, fue la protagonista de la invasión al predio de Ledesma, nuevamente invadido ahora por más de mil familias.

No tengo dudas que fue la muerte primera de un policía la que desencadenó la feroz represión, en medio de un desalojo ordenado por la Justicia. Sin embargo, hay demasiados agujeros oscuros en la historia para que podamos quedarnos tranquilos.

Ledesma pidiendo la desocupación forzada de sus tierras, sin negociar previamente con los ocupantes, generando así un conflicto más a la Casa Rosada. El Gobernador despidiendo sumariamente a su Ministro de Gobierno, responsable de la Policía local. La cúpula de la CCC responsabilizando a doña Cristina y a doña Garré. La Tupac acusando del estropicio al Gobierno jujeño, aliado de sus aliados porteños. Armas surgiendo de quién sabe dónde. Los lenguaraces kirchneristas responsabilizando a Duhalde, como siempre.

En fin, muchas curiosidades y oscuridades, con un saldo de cuatro muertos y más de ochenta heridos, en un período electoral en el que el Gobierno, que ha renunciado a aplicar las leyes vigentes durante los ocho años de mandato, ve cómo explota otra bomba en sus manos. Para esta semana que hoy se inicia, la CCC ha prometido no permitir que el episodio, más grave que el que obligó a Eduardo Duhalde a adelantar las elecciones el 26 de junio de 2002, desaparezca de las primeras planas, y lo hará a su modo, por cierto muy confrontativo.

Otro hecho, éste patético, fue la repentina adhesión del kirchnerismo y del sciolismo a de De la Sota, en Córdoba. Desesperados por las fuertes derrotas en la ciudad de Buenos Aires y en Santa Fe, y ante la ausencia total de candidato propio, las tropas de doña Cristina pretenden aparecer como vencedoras. Rápido de reflejos, y a sabiendas del profundo rechazo que Córdoba mantiene desde siempre, el candidato trata de evitar que un abrazo de la señora Presidente –como le pasó a Rossi y a Filmus- lo hunda y le impida su –cree- seguro triunfo.

No parece haber tenido demasiado éxito en esa empresa el “Gallego” ya que, a seis días de las elecciones locales, tanto Juez como Aguad se le han acercado y hoy puede decirse que existe empate técnico entre los tres. El propio Luis Juez, con su errática conducta en el Senado, que permitió por ejemplo que doña Marcó del Pont fuera refrendada como Presidente del Banco Central, sufre el incendiario calor proveniente de su ocasional cercanía a la Rosada.

En suma, el Gobierno sigue barranca abajo, un logro de todos los esfuerzos que hace para que cada día le vaya peor.

Las elecciones primarias, abiertas, simultáneas y obligatorias, las famosas PASO, siguen siendo un molesto forúnculo en las nalgas de doña Cristina. En ellas, no tiene nada que ganar –salvo que obtuviera más de 40%, una cifra en la que ya nadie confía- y mucho para perder, ya que puede surgir el candidato que concite el voto útil de la ciudadanía, es decir, la decisión de votar a cualquiera capaz de derrotar al “modelo” en las primera y segunda vueltas “oficiales”.

Sucede que, para dejarlas sin efecto, doña Cristina no puede recurrir a sus amados DNU, vedados constitucionalmente para temas electorales, ni a una mayoría especial en el Congreso, de la que carece. Entonces, sólo queda el recurso de algún juez que acepte, por alguna oportuna “banelco”, resolver que no se pueden hacer. Si el Gobierno lo logra, la carnicería en octubre será, todavía, mayor que la que he previsto, y aún faltará noviembre.

Como todos habrán podido observar estos días, el “ya ganó” ha pasado a la historia, y otros vientos soplan en el oficialismo. Cada vez son más los que auguran un escenario electoral complicado para doña Cristina, si es que ella no me da la razón, se presenta a la reelección y me hace perder un montón de apuestas.

Sigo confiado en mis pronósticos, largo tiempo atrás publicados. En pocos días, concretamente trece, la taba caerá al piso y sabremos quién habrá tenido razón.





BsAs, 1 Ago 11


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