viernes, 30 de septiembre de 2022

¿Ya murió la Argentina?

 


¿Ya murió la Argentina?

por Enrique Guillermo Avogadro (Nota N° 857)

 

“Quien lucha puede perder; quien no lucha, ya perdió”.

 Bertolt Brecht

 

La guerra (negada) que se libró en nuestro país en las décadas de los 60’s y 70’s costó demasiado dolor, sangre y muerte. El 25 de mayo de 1973, cuando Héctor Cámpora asumió la Presidencia y liberó a los terroristas condenados por la Justicia por sus delitos presuntamente políticos, los guerrilleros tomaron oficinas públicas, empresas y medios de comunicación. La “historia oficial” se niega a reconocer que ERP y Montoneros, que justificaban sus acciones en la resistencia a la opresión de los gobiernos militares, continuaron con sus acciones terroristas después del triunfo de Juan Perón con el 62% de los votos; por el contrario, el Frente de Todos sigue calificando a esos asesinos como “jóvenes idealistas”.

 

Como dijo Enrique Cadícamo, la historia vuelve a repetirse. En Villa Mascardi se vivió esta semana algo similar cuando una banda de terroristas pseudo-mapuches, que desconocen la soberanía nacional y pretenden arrebatar su territorio con la complicidad y protección del Gobierno, atacó a tiros un puesto de Gendarmería y al retirarse sus ocupantes, que tienen prohibido responder a las agresiones, lo quemaron; al día siguiente, usurpó más propiedades privadas y viviendas que previamente había destruido. Y digo que se trata de algo comparable porque el jefe de Montoneros, Mario Firmenich, amenazó con una guerra civil y en el sur están operando Roberto Perdía y Fernando Vaca Narvaja, sus segundos, que reivindicaron recientemente el accionar guerrillero durante los 70’s y trabajan de consuno con las FARC colombianas, la RAM chilena, el Sendero Luminoso peruano y “asesores” castro-chavistas.

 

Mientras tanto, la conducción trotskista del Sindicato del Neumático tomó el Ministerio del Trabajo, bloqueó el ingreso de trabajadores a las plantas y, al producir un faltante monumental de ese fundamental insumo generó, en cascada, la paralización de las fábricas de automóviles y maquinaria agrícola; las patotas de Camioneros, que ya habían cometido idénticos delitos en empresas de todo tipo, invadieron una transportadora en Avellaneda y golpearon a su propietario y al personal; los piqueteros, una vez más, acamparon en la Avda. 9 de Julio y cortaron rutas en todo el país; los estudiantes secundarios capitalinos, organizados en “El Acostazo”, que se referencia en Axel Kiciloff, ocuparon los colegios e impidieron asistir a clases a los demás; los “trabajadores de la educación”, también kirchneristas, concretaron huelgas salvajes en la Capital Federal; los asesinatos en Rosario, producidos por la batalla entre narcotraficantes, enlutan a la población y baten diariamente records insoportables; las barrabravas, aliadas del poder, continúan ensangrentando al fútbol y convierten los eventos deportivos en verdaderas batallas campales.

 

El kirchnerismo finge olvidar que Perón, por cadena nacional, el 20 de enero de 1974, dijo: “Ya no se trata sólo de un grupo de delincuentes, sino de una organización que, actuando con objetivos y dirección foráneos, ataca al Estado y a sus instituciones como medio de quebrantar la unidad del pueblo argentino y provocar un caos … Aniquilar cuanto antes el terrorismo criminal es una tarea que compete a todos …, lo que nos obliga perentoriamente a movilizarnos en su defensa y empeñarnos decididamente en la lucha a que dé lugar”, Y no era para menos, ya que el día anterior el ERP había atacado el Regimiento de Caballería Blindada 10, de Azul, matado a su jefe, el Cnel. Camilo Gay, y a su mujer, y secuestrado al subjefe, el Tte.Cnel. Jorge Ibarzábal, a quien torturó y, diez meses después, asesinó.

 

En la economía, por supuesto, tampoco la llegada de Sergio “el Aceitoso” Massa al Ministerio de Economía trajo buenas noticias: la inflación sigue su rápido curso ascendente, la deuda pública y sus intereses alcanzan ya niveles ridículos, siguen faltando los dólares indispensables para pagar las importaciones más esenciales para la producción, la recesión parece cercana, y muchos salarios registrados no permiten superar la línea de pobreza, que ya afecta a más de diecisiete millones de compatriotas.

 

La corrupción permea en los tres poderes del Gobierno y en las policías, compinches todos de los grandes cárteles de la droga, y la geografía nacional muestra la completa y cómplice abdicación del Estado en el monopolio de la violencia y en el cumplimiento de sus roles indelegables, lo cual hace que la anomia y el “sálvese quien pueda” avancen en un país que ha perdido su entramado social y expulsa a sus mejores y más preparados ciudadanos, mientras promueve la inmigración de los menos instruidos y más pobres de los países vecinos, que se amontonan en tierras usurpadas, transformadas en villas de emergencia de todos los conurbanos argentinos.

 

Las fuerzas armadas, carentes de medios materiales y pauperizadas hasta la inanición por ideologizados y sucesivos gobiernos populistas, acompañados por el inmoral silencio de una sociedad cobarde e hipócrita, se ven impedidas de cumplir con las más mínimas tareas de vigilancia y defensa nacional. La injusta persecución y la denegación de los más elementales derechos humanos que, con la esencial colaboración de asesinos togados, sufren quienes combatieron contra esta misma guerrilla en su edición anterior, hará que sus actuales miembros lo piensen muy bien antes de obedecer órdenes de represión que surjan de un decreto presidencial (como el que firmó Italo Luder en 1975) o, inclusive, de leyes del vergonzoso Congreso, que no dudó en derogarlas cuando los vientos políticos cambiaron, como ocurrió a partir de 2003 con las de “punto final” y “obediencia debida” o con la “re-interpretación” del beneficio del “2x1” en contra de sus antiguos camaradas. Y lo mismo sucederá en las fuerzas de seguridad, a cuyos integrantes nadie respalda y son procesados cuando actúan en sus funciones específicas, como sucede en el sur.

 

Este escenario de disgregación nacional y fuerte indignación social, que se enmarca en la renovada y dura interna del oficialismo y los imparables ataques del Poder Ejecutivo al Judicial en pos de la impunidad de Cristina Fernández, justifica la pregunta que da título de esta nota. Porque tampoco será fácil para la oposición (si no pierde la ventaja que hoy registran todas las encuestas por su ombliguismo y sus innobles rencillas personales) si llega al poder, desarmar tantas trampas que acechan en el futuro, en especial porque las elecciones, cualquiera fuera su resultado, no cambiarán demasiado la composición del Senado. Y allí estarán esperando nuevamente el kichnerismo y sus aliados trotskistas para intentar impedir los cambios necesarios, tirar toneladas de piedras e incendiar el país a su paso.

 

Bs.As., 1 Oct 22

viernes, 23 de septiembre de 2022

Billetera, ¿seguirá matando galán?

 


Billetera, ¿seguirá matando galán?

por Enrique Guillermo Avogadro (Nota N° 856)

 

"La política es el arte de conseguir que tus intereses egoístas parezcan intereses nacionales".

Thomas Sowell

 

Ayer, quienes esperábamos un renovado show mediático en el que la “abogada exitosa” desplegaría su innegable arte escénico y nos regalaría profundas perlas de su pensamiento, quedamos absolutamente frustrados. La multiprocesada PresidenteVice sólo repitió esos clichés a los que nos tiene tan acostumbrados: lawfare, yo no fui, me persiguen por ser mujer, no sabía qué hacían mis socios ni mis funcionarios, pregunten a los jefes de Gabinete de Néstor y míos, sólo hicimos negocios legítimos con Lázaro Báez, el Poder Judicial no es democrático, el Congreso aprobó todo, la culpa es de Mauricio Macri y sus amigos del fútbol, etc.. Recordó las sospechadas piedras que rompieron los vidrios de su despacho en el Congreso y, por supuesto, no olvidó el atentado mortal que dice haber sufrido; fue cínica en extremo cuando dijo que la única puerta de un político que se conocía era la suya, después de haber convocado en su domicilio, por años, manifestaciones de apoyo, complicando la vida de tantos vecinos.

 

Lo más notable de su rara y endeble defensa, tanto en las palabras de sus letrados (confío en que le hayan resultado carísimos) cuanto de ella misma, es que nunca negaron la existencia de delitos y, por el contrario, sostuvieron que todos habían robado, refiriéndose a la administración de Macri; pretendieron que sus actos ya fueron juzgados y sobreseídos por la colonizada Justicia de Santa Cruz y por otro Tribunal que la absolvió sin juzgarla -está impugnado ante Casación- o como Norberto Oyarbide, que confesó que lo habían “agarrado del cogote” (sic) para obligarlo a dictar la sentencia que exculpó a ambos Kirchner del delito de enriquecimiento ilícito.

 

Pero ya se vio el truco, y ni siquiera un raro revólver a escasos centímetros de su cara le permitieron, según todas las encuestas, recuperar la magia perdida. El pánico a una grave condena -la sociedad mayoritariamente la reclama- que la embarga, surge claramente de sus propios dichos y los de sus principales lenguaraces, se llamen Alberto Fernández (auto-percibido Presidente de la República), Martín Soria (Ministro de Justicia y Derechos Humanos) o Gregorio Dalbón (su abogado patotero) contra los fiscales Diego Luciani y Sergio Mola, que incluyeron desde profecías de sumarios y despidos hasta veladas amenazas de asesinato al compararlos con el Fiscal Alberto Nisman.

 

La semana que comienza traerá los alegatos de las defensas Carlos Kirchner, el enriquecido primo, y de José López, el lanzador de bolsos, a quien la emperatriz hotelera dijo odiar como nunca ha odiado a nadie; habrá que ver entonces si éste acepta deglutir solo esta sopa de sapos. Luego, será la hora de las “palabras finales” de todos los encausados y, muy probablemente, antes de fin de año conoceremos la sentencia del Tribunal oral, que será apelada a Casación y, más tarde, a la Corte Suprema; o sea, falta mucho para que quede firme y se ordene su cumplimiento.

 

El jueves logró unificar, tras sus necesidades personales, a todo el peronismo que, así, renunció a cualquier matiz que lo diferenciara del kirchnerismo. Con el voto de tres legisladores aliados -Alberto Weretilnek (Río Negro), Magdalena Solari Quintana (Misiones) y Clara Vega (La Rioja), la tránsfuga que ingresó en la lista de Juntos por el Cambio- convencidos sin duda con algunas “efectividades conducentes” salidas de los bolsos del saqueo, el Senado dio media sanción al proyecto de ampliar la Corte Suprema, llevándola a 15 miembros. En el debate, los caraduras del H° Aguantadero adujeron que el desprestigio de la Justicia justificaba su voto, olvidando que ellos están muchísimo peor en la consideración ciudadana.

 

Otra vez este episodio –más la lujosa gira presidencial a Estados Unidos con 50 acompañantes y las dos horas de reunión de funcionarios para discutir el ¿problema? de las figuritas del mundial- mostró cuán lejos están los intereses personales de Cristina Fernández de las necesidades más urgentes de la sociedad, abrumada por la inflación, la pobreza y la inseguridad.

 

Si bien hoy parecería que esta iniciativa –tanto como la de suprimir las PASO- no pasaría el filtro de Diputados, donde las elecciones de 2021 redujeron sensiblemente el poder de fuego de la émula local de Nicolás Maduro, no deberíamos descartar que aparezcan oportunas billeteras capaces de “motivar” a ciertos opositores, en especial aquéllos dependientes de algunos gobernadores que mantienen llamativas asociaciones con Sergio “el Aceitoso” Massa.

 

A esta altura resulta lícito preguntarse para qué Cristina Fernández, su familia y los miembros de su banda robaron –y lo siguen haciendo- tanto, si no podrán llevar nunca más una vida razonable (abordar aviones comerciales, viajar al extranjero, caminar por la calle, comer en restaurants, ir al cine o al teatro, etc.) y ella no tiene ningún amigo –sólo cómplices- con quien compartir sus penas y alegrías.

 

Pero nada nos debe hacer olvidar, puesto que está en juego el futuro de la Argentina, que estamos ante la mayor tentativa de demolición de la República desde 1983, ya que quienes la conducen están encaramados en lo más alto del Estado, disponen de los mayores medios económicos acumulados con el impar latrocinio y la asociación con el narcotráfico y tienen en sus manos los principales resortes del Estado.

 

Bs.As., 24 Sep 22

viernes, 16 de septiembre de 2022

El Laberinto de “El Aceitoso”

 


El Laberinto de “El Aceitoso”

por Enrique Guillermo Avogadro (Nota N° 855)

 

“La gente se abandona a ella, aturdida, intoxicada

 por la mentira como por un veneno sistémico”.

 Antonio Scurati

 

Sergio Massa volvió de Estados Unidos con un logro que envidiaron tanto Martín Guzmán cuanto Silvina Batakis, ex usuarios de la silla en la cual,  desde hace poco más de un mes, asienta sus posaderas el Ministro de Economía: una foto con la Secretaria del Tesoro, Janet Yallen. La otra, con la Gerente del FMI, Kristalina Georgieva, no se le niega a nadie, aunque sólo sea para ser apretado por el organismo acreedor, como sucedió ahora por el altísimo nivel de inflación que la Argentina sufre, una vez más, en este cuarto y penoso gobierno kirchnerista.

 

Al regresar, tuvo que resignarse a que el índice mensual de agosto (7%) fuera el peor en treinta años, lo cual certifica que superará el 100% en 2022 y, probablemente, sea aún mayor en la previa a las elecciones del próximo año. Y eso sólo por la mera inercia de la puja entre gasto público, impuestos, subsidios, precios, salarios, tarifas, deuda soberana, tasas de interés, brecha cambiaria, emisión y reservas monetarias, o sea, sin sumar el renovado “Plan Platita II” que seguramente impondrá Cristina Fernández para conservar (o al menos intentarlo) su base en la Tercera Circunscripción Electoral de la Provincia de Buenos Aires.

 

Sin necesidad de ser economista, resulta fácil entender que, con esta tan distorsionada economía, el aumento de la tasa para que supere la inflación (una obligación que surge no sólo el acuerdo con el FMI sino, especialmente, de la necesidad de que los pesos privilegien los plazos fijos y no presionen al blue), la renovación de la inmensa bola de nieve de los bonos atados a la inflación o linkeados al dólar implicará duplicar la actual base monetaria, realimentando gravemente la inflación. La contrapartida de ese aumento de intereses será la quiebra de muchas pymes, ya endeudadas hasta la maceta, y la consiguiente pérdida de puestos de trabajo.

 

Pero los problemas de Massa no terminan ahí. Por un lado, tendrá que luchar contra las apetencias de los gobernadores e intendentes, escasamente dispuestos a resignar sus obras públicas y remesas del Tesoro, sobre todo en un escenario electoral en que pronostican una fuerte derrota del oficialismo nacional. Por otro, resistir la presión en la calle de los sindicatos, para mejorar los salarios, y de los movimientos sociales, en pos de aumentar los subsidios y conservar su administración, que enriquece a los gerentes de la pobreza. Y peor aún, batallar contra el relato populista de la PresidenteVice a quien, a pesar de su insólito pragmatismo actual, no imagino tolerando un severo ajuste fiscal que, tradicionalmente, lleva a perder las elecciones. ¿Podrá sobrevir El Aceitoso a ese triple abrazo mortal cuando, además y si tuviera éxito, se convertiría en un peligroso presidenciable?

 

Y todo eso mientras la angustiosa escasez de reservas en el Banco Central obliga a cerrar el grifo de importaciones, muchas de las cuales son imprescindibles para producir aquí, o sea, provocar una fuerte caída en la actividad con un marcado incremento de la demanda por el exceso de pesos en la economía; en resumen, la temible estanflación.

 

Creo que, aún con muletas, el Gobierno terminará su mandato y logrará transferir el mando a la oposición, pero ésta deberá asumir en condiciones catastróficas y sin contar con el apoyo del Senado, donde el peronismo, siempre indomable y muchas veces destituyente, conservará un poderío trascendental, tal como sucedió en las gestiones de Raúl Alfonsín, Fernando de la Rúa y Mauricio Macri, aunque éstos cometieran sus propios y graves errores. Pero también, en este escenario internacional que estará por mucho tiempo signado por la escasez de alimentos (por la generalizada sequía) y de energía (por la invasión rusa a Ucrania), tendrá otra enorme oportunidad que, espero, no vuelva a dilapidar. Basta con pensar las posibilidades que ofrecen la agroindustria, la minería, la pesca, el gas, el petróleo, el uranio, el litio, la industria del conocimiento y cientos de productos regionales.

 

Para salir del enorme atolladero que recibirá, y para provocar un giro copernicano en la mentalidad de una sociedad esclavizada por la dádiva y la obligada genuflexión, la próxima administración deberá concitar un alud de inversiones, especialmente en infraestructura de transporte de cargas, fluidos y pasajeros. En este momento, existe mucho dinero buscando dónde ser aplicado, pero exige la confianza, la previsibilidad y la seguridad jurídica que la Argentina no puede ofrecer. Entonces, para presentar un escenario atractivo, deberá entre otras cosas establecer que todos los contratos que se suscriban estarán sometidos a alguna jurisdicción extranjera y crear un fondo de garantía con activos públicos estatales fácilmente ejecutables, tal como hizo Brasil en 2003; también, cambiar de raíz los regímenes tributario y laboral y liberar los mercados, para generar rápidamente empleo genuino y, en pocos años, las divisas indispensables para nuestro desarrollo.

 

Si lograra producir ese cambio tan brusco en los primeros cien días, dispondrá de la tolerancia social, del tiempo y de los fondos necesarios para recuperar la perdida educación pública y entrar en un círculo virtuoso en el que se premie el mérito y el esfuerzo. Hoy, en el marasmo de piquetes, inexplicables atentados, grietas insalvables, desesperanza, resignación, pobreza, decepción, violencia, corrupción, impunidad, emigración de nuestros hijos e insólitas y ríspidas disputas personales entre los dirigentes en que estamos sumergidos, todo esto puede sonar a utopía; sin embargo, es un camino que deberemos recorrer para evitar que se cumpla el presagio del arqueólogo encarnado por el Tato Bores (https://tinyurl.com/yckk8v7s) mientras exploraba el lugar donde, se decía, había existido la Argentina.

 

Bs.As., 17 Sep 22

viernes, 9 de septiembre de 2022

Una sugerencia, entre tantas chapuzas

 


Una sugerencia, entre tantas chapuzas

por Enrique Guillermo Avogadro (Nota N° 854)

 

“¿Es posible que tales mentes sean aptas para gobernar?”.

 Samuel Taylor Coleridge

 

A más de una semana del fallido atentado, real o fingido, contra Cristina Fernández y todos los ¿descuidos? en que se incurrió durante su investigación (similares lo sucedido cuando el Fiscal Alberto Nisman y el enriquecido secretario privado de ella, Fabián Gutiérrez, fueron asesinados) siguió ocupando las primeras planas de los diarios pero ya, con la muerte de Isabel II, pasó definitivamente a las páginas interiores. Pese a la magnificación mediática y su malintencionada utilización política, el presunto magnicidio no sirvió para victimizarla como se pretendía; la preocupación de la ciudadanía que, en un su gran mayoría descree de la explicación oficial e imagina un perverso y chapucero montaje con seres marginales y policías distraídos o ineptos, volvió a pasar de inmediato por la inflación, la pobreza, la inseguridad y, muy cerca, por la impunidad de la corrupción.

 

No asombró, por lo habitual, la virulencia de los ataques a la prensa, la Justicia, la oposición, la oligarquía, los Estados Unidos, etc. (la vetusta “sinarquía internacional”, a la cual el primer peronismo echaba la culpa de todos sus errores y fracasos) del falaz Alberto Fernández y la inmunda cohorte que lo acompañó en sus diatribas. Pero nadie fue más explícito en sus intenciones que el Senador José Mayans, empleado del siniestro señor feudal formoseño, Gildo Insfrán (¡27 años en el poder!), cuando dijo que la paz social estará en riesgo si la causa “Vialidad”, en la cual a su reina se le ha pedido una pena de doce años de prisión, sigue su curso procesal. La contemporánea reaparición de los asesinos terroristas Fernando Vaca Narvaja y Mario Firmenich, en actitud de franca amenaza a la sociedad y a la democracia que el Gobierno auspicia, no contribuye precisamente a consolidar esa paz que Mayans considera en peligro.   

 

La Argentina, desde la crisis de 2001, vive en un estado de anomia generalizado, en el que el tejido social se ha roto completamente, nadie respeta los derechos de los demás, y donde muchos políticos, sindicalistas y empresarios de toda laya se auto-perciben exentos de cumplir la ley y, por ende, distintos al resto de nosotros frente a ella. Si bien Cristina Kirchner es paradigmática, porque no sólo pretende que no se la puede condenar sino siquiera juzgar, pululan los Luis D’Elía, José Alperovich, Milagro Salas, Amado Boudou, Julio de Vido, etc., que invocan un ya gastado “lawfare” para desacreditar los procesos judiciales que los enviaron a la cárcel.

 

Gran parte de nuestros problemas radica en la falta de instituciones fuertes, como las que tienen nuestros vecinos, preparadas para resistir cualquier deriva autoritaria, del signo que fueran. Aquí, el kirchnerismo, que ha gobernado dieciséis de los últimos veinte años, dispara fuego graneado sobre el Poder Judicial, amén de haber desarticulado y anulado a todos los organismos de control. Al menos por ahora, sólo impide que el desalmado ataque que encara contra la República y su Constitución tenga éxito, la escasa diferencia que obtuvo la fórmula Fernández² en 2019, debida a la remontada que provocó la gira del “sí, se puede” que realizó Mauricio Macri por todo el país después de las PASO de ese año, ya que le impidió hacerse con mayorías propias en las cámaras del Congreso.

 

Pero, lamentablemente, también en la oposición se cuecen habas y se incurre en chapucerías, derivadas de los personalismos y las distintas visiones políticas que abundan entre sus dirigentes. Juntos por el Cambio, a la cual muchos presumimos ganadora en noviembre de 2023, exhibe públicamente sus miserias agregando así preocupaciones a las demasiadas que tiene una sociedad que espera que, esta vez, se consiga desterrar al populismo castro-chavista. Parece haberse instalado un abismo entre esos dirigentes y la ciudadanía en general, que tiene necesidades cotidianas y urgentes mayores. Para esa oposición formulo una propuesta.

 

Las fundaciones (los “think-tanks”) que dependen de cada uno de los partidos políticos que integran esa coalición están trabajando conjuntamente en un plan general de gobierno, conscientes de que el próximo Presidente, por el pesimismo y el hartazgo ciudadano, por la angustiante situación económico-social y por la pesadísima y explosiva deuda que recibirá de la actual gestión, no dispondrá de la tradicional luna de miel –los primeros cien días- que gozan las nuevas administraciones, y deberá tomar medidas de inmediato.

 

No sugiero que esos proyectos sean explicitados ahora, cuando aún falta un año para las primarias y un par de meses más para las elecciones generales, porque generarían una reacción negativa en una sociedad en la que siempre prima el principio de “con la mía, no”, pero sí que se pongan de acuerdo en diez o veinte políticas de Estado y, sobre todo, en quién estará a cargo de cada cartera ministerial clave, sea quien fuera luego el futuro Presidente, al mejor estilo del “gabinete en las sombras” británico. Por lo demás, así funcionan en todo el mundo los gobiernos de coalición que, siempre a la luz pública, distribuyen las distintas áreas de responsabilidad entre los partidos políticos que la integran, se trate de Brasil, Chile, Uruguay, Dinamarca, España o Italia.

 

De ese modo, las próxima PASO se circunscribirían sólo a definir quiénes serán los candidatos finalmente elegidos para representar a la coalición opositora en octubre de 2023, y la ciudadanía sabría con anticipación cuál será el perfil que revestirá el nuevo gobierno por los nombres de los futuros ministros, en especial en lo que a la economía, tan averiada y decepcionante hoy, se refiere. Tal vez así podamos contemplar con cierta tranquilidad las incendiarias discusiones que, aún siendo aliados, mantienen quienes aspiran a los cargos más expectables, sean éstos nacionales, provinciales o municipales. ¿Seré escuchado o soy un pobre iluso?

 

Bs.As., 10 Sep 22

viernes, 2 de septiembre de 2022

Algo huele mal en Argentina

 


Algo huele mal en Argentina

por Enrique Guillermo Avogadro (Nota N° 853)

 

“Cuando un payaso se muda a un palacio, no se

 convierte en rey; el palacio se convierte en circo”.

Proverbio turco

 

El jueves a la noche nos fuimos a dormir conmocionados por un hecho extraño; ni William Shakespeare podría haberlo imaginado mejor. Como todos, traté de entender qué había pasado en la puerta del edificio donde vive Cristina Fernández, que ha sido el escenario sobre el cual nos regaló su arte escénico desde que concluyó el alegato de los fiscales Diego Luciani y Sergio Mola, con un pedido de doce años de prisión para ella y sólo los cuatro –no un gobierno entero- integrantes de la asociación ilícita que le imputan haber organizado y dirigido después de la muerte de su marido.

 

La secuencia de lo acontecido en el barrio de Recoleta fue llamativa. La concentración de escasos –nunca superaron los 6000- militantes, con cortes de calles, fuegos artificiales que impactaron en balcones vecinos, parrillas de choripán y puestos de venta de merchandising kirchnerista y, derivó en un descontrol total que justificó la intervención de la Policía de la Ciudad; los salvajes disturbios, con veinte policías heridos, hizo que el Estado retrocediera. En minutos, el inefable Juez local, Roberto Gallardo, que exhibe en su despacho curiosos retratos de gente repudiable, ordenó al Gobierno de la Ciudad, anfitrión en su territorio del Gobierno nacional, liberar la zona y retirar las cámaras de seguridad. En seguida, el hijísimo Máximo dijo que la oposición estaba buscando matar peronistas.

 

Apareció entonces la Policía Federal, a las órdenes de Anímal Fernández, para asumir la seguridad de la PresidenteVice, sumándose a su custodia personal de más de cien efectivos encabezados por el Comisario (R) Diego Carbone, un campeón de kickboxing. El jueves, cuando ella llegó a su casa y comenzó a autografiar ejemplares de “Sinceramente …”, el bodrio que dice haber escrito, un tipo mezclado entre sus adherentes se acercó a 50 cm. de la cara de la procesada funcionaria y disparó un arma frente a cámaras casualmente muy cercanas; digo “disparó” porque, claramente, se vio salir algo de ella. La emperatriz hotelera continuó firmando con tranquilidad durante seis minutos más, saludó y se fue.

 

El atacante fue detenido por los asistentes, no por la custodia -que no reaccionó y tampoco aseguró el primer círculo alrededor de la víctima- y, sin ser esposado, llevado a un móvil policial, y un arma encontrada cerca. Aparentemente, se trata de una pistola de calibre 7.65, que cabe en el bolsillo que se usa para las llaves o el encendedor. Pese a que tenía cinco balas en el cargador, no había ninguna en la recámara; para quienes no están habituados, cuando un arma automática se dispara, la corredera retrocede y otro proyectil se introduce en la recámara. Hasta aquí, los hechos.

 

Tres horas después, el autopercibido Presidente firmó el decreto que dispuso un raro feriado nacional -¡por suerte nos va tan bien que podemos permitirnos cerrar la industria, el comercio, los bancos y las escuelas!- para arropar a la laureada actriz Cristina Fernández y responsabilizó a la Justicia, a la prensa y a la oposición por el atentado por su “discurso de odio”. De inmediato, La Cámpora convocó -acompañada por funcionarios, sindicalistas y “pobristas”- a una movilización popular. Todo muestra una actitud totalmente diferente a la que tuvo el kirchnerismo cuando Alberto Nisman fue asesinado, un real magnicidio irresuelto; por supuesto, también fue diametralmente opuesta a la de Raúl Alfonsín cuando, hace treinta años, vivió un episodio similar y pidió a la ciudadanía mantener la calma.

 

Como mínimo, es obvio que se está tratando de reinstalar el “vestidito negro” que la llevó, en andas de una sociedad tristemente empática, al triunfo en 2011. Además, sirve para ocultar el ajuste que Sergio Massa está llevando a cabo contra un sector de la sociedad y de la actividad privada, pero evitando, como siempre sucede, reducir el gasto público federal, provincial y municipal, que cada vez requiere más impuestos y gravámenes para sostenerse; no podemos olvidar cómo se comportó el kirchnerismo cuando se votó en el Congreso el acuerdo con el FMI, que sólo fue rescatado por la decisión de la oposición de evitar un cataclismo económico-social.

 

Pero esta concentración de Plaza de Mayo, y la que se ha convocado para el lunes frente a la Corte Suprema, recuerdan a aquélla que, en 1953, terminó con las hordas peronistas quemando las de sedes de partidos políticos opositores y del Jockey Club tras la explosión de bombas sin autores conocidos, y permiten imaginar escenarios muchos peores; como sostengo hace tiempo, hoy esta revivida Nerón está dispuesta a incendiar Roma para obtener impunidad y, en última instancia, conservar el poder eternamente, al mejor estilo chavista.

 

Las redes sociales están documentando para el futuro las dudas y sospechas que invaden el ánimo de la enorme mayoría de los argentinos con relación a lo sucedido antenoche, y la prensa militante y muchos energúmenos están acelerando la marcha hacia el abismo -ya no una grieta- que ya existía pero que, en estas circunstancias, puede llevarnos a la extrema violencia, tal como la vivimos en los 70’s.

 

Es la Juez María Eugenia Capuchetti quien tiene la responsabilidad de esclarecer este episodio, y debe hacerlo lo antes posible porque, en la Argentina, el horno no está para más bollos. Y todos debemos cuidar a los jueces y a los fiscales –y a sus familias- que están realizando el juicio oral a Cristina Fernández, puesto que el oficialismo los está acusando de la autoría intelectual de este fracasado atentado y, como hemos visto, siempre puede aparecer un loco suelto, auténtico o no.

 

Bs.As., 3 Sep 22