martes, 25 de noviembre de 2008

Una notable desfachatez



Una notable desfachatez

Estoy oyendo, en este mismo instante, a doña Cristina hablar ante la asamblea anual de la Cámara Argentina de la Construcción, y el asombro no me permite, siquiera, cerrar la boca.

En los últimos minutos, la egregia disertante habló del campo, y de la producción de alimentos, y se refirió a él como la panacea que permitirá a Argentina transitar por este tsunami económico-financiero mundial en óptimas condiciones. Dijo, concretamente, que gracias a Dios, el mundo seguirá comiendo.

Ese sólo párrafo, a la luz de la demencial política que ella, como mascarón de proa de las políticas que dicta don Néstor, resulta notable, por la desmesurada falsedad del discurso.

Hace ya años, en un artículo que titulé “Lo inexplicable” y que se puede ver en mi blog, dije que sólo un loco podía ‘escupir al cielo’ a una altura tal que, con seguridad, le caería en su propia cabeza. Me refería, entonces, a la prohibición de las exportaciones de carnes, y auguraba una disminución notable en los rodeos y, con ello, un aumento en los precios de la carne.

El tiempo, pese a que no dispongo –todavía- de una bola de cristal, me dio obviamente la razón.

Sin embargo, no pude imaginar que, un día, vería a los Kirchner tratar de incendiar al campo, como lo hicieron –y aún hacen- este año. Y no lo pude imaginar porque era como pensar posible que los jeques árabes incendiaran los pozos de petróleo.

Otra frase notable de la Presidente se refirió a la necesidad de abrir nuevos mercados alternativos para nuestros productos.

Para ver cuán notable es esa afirmación, basta con decir que la ‘lucha’ llevada adelante por don Néstor contra el campo, hizo que se cerraran para Argentina nada menos que cincuenta y ocho (¡sí, 58!) mercados de nuestras carnes, abiertos con enorme esfuerzo por los ganaderos y por los frigoríficos, impulsados por Rolando García Lenzi, en los primeros 90’s.

También basta con saber que Brasil y hasta Uruguay nos han superado en exportaciones de carne.

Lo de Kirchner entonces fue una estupidez (como lo fue el congelamiento universal de las tarifas energéticas), pues los cortes que se exportan, en general, no tienen nada que ver con aquellos que se consumen en el país.

Doña Cristina, como si no hubiera existido la afirmación de su marido la semana pasada –“¡Qué Vicepresidente me pusiste, Néstor!”- pretendió presentarse ante los empresarios reunidos para escucharla, como la verdadera Jefa del Estado. ¿Cree que su auditorio era estúpido y que los que seguíamos el acto por televisión una parva de imbéciles?

La desvergüenza, el cinismo, la falsedad ya son de tal magnitud que, oyéndola, un marciano podía creer que estaba hablando la Presidente de otro país.

Sigue diciendo, y hoy lo repitió, que Argentina está mejor preparada que ninguna otra nación para enfrentar el tsunami. Con ello, niega la realidad y, con ello, ingresa en una de las patologías más descriptas por la psicología.

En América Latina, nadie duda que Chile, Colombia y, sobre todo, Brasil, están mucho mejor pertrechados que nosotros, y disponen de más armas instrumentales para soportar la crisis.

No me digan que todo esto no es notable …

Buenos Aires, 25 de noviembre de 2008.-

Con el fallo de la Corte, no hay qué festejar

Con el fallo de la Corte, no hay qué festejar

Obviamente, me refiero al fallo de la Suprema Corte que otorgó a los no afiliados a los gremios únicos por actividad el derecho a representar a los trabajadores.

Pese a que, en principio, el fallo parece razonable, pues tiende a romper la hegemonía de los ‘caciques’ sindicales que se eternizan en los cargos, subidos a un aparato electoral interno que muchas veces, hasta con violencia, impiden el verdadero juego de la democracia, la resolución en cuestión produciría, de generalizarse, graves daños a la ‘gobernabilidad’ de las empresas y hasta del propio Estado.

En efecto; si ese único caso –como todos los que se zanjan en la esfera judicial- comienza a replicarse en todo el espectro laboral del país, nacerán infinidad de gremios y asociaciones menores con las cuales resultará imposible negociar una solución única por empresa o por actividad.

Como muestra del efecto que causaría, basta ver en estos días al Ministro de Educación porteño, inclusive al Jefe de Gobierno de la Ciudad, tratando de lograr un acuerdo con diecisiete (¡17!) sindicatos de maestros distintos.

Con toda la lógica de la vida sindical, los gremios con menor caudal de afiliados radicalizarán sus posiciones, para lograr mayores adhesiones, pese a que los sindicatos más grandes y representativos hayan arribado a una solución transaccional con su patrón, el Estado local.

Lo mismo sucedió el año pasado con los reiterados paros en los Subterráneos de Buenos Aires; a pesar de que Metrovías y UTA llegaban a reiteradas y sucesivas soluciones, los delegados de base –a los cuales el fallo de la Corte habilitará, en el futuro, a representar a los afiliados- desconocían el arreglo al cual se había arribado y continuaban con las medidas de fuerza, perjudicando a los ciudadanos en general.

Creo que la solución a este problema pasa, exactamente, por un camino contrario al elegido por la Corte.

Resulta innegable que la unidad en la representación sindical constituyó una formidable arma para los asalariados, puesto que les permitió negociar, de igual a igual, con los empleadores.

A la vez, también resulta innegable la baja estima en que la población en general tiene a los líderes sindicales, bañados –con algunas raras excepciones- en riquezas inexplicables, y perpetuados en el poder a través de los años, de los gobiernos y de los ciclos económicos.

No resulta ni el momento ni el lugar para hacer historia del sindicalismo argentino, pero a lo largo de las décadas estos jefes, haciendo uso y abuso de la acomodación política y de su capacidad de negociación y confrontación, se han ido transformando en los verdaderos dueños de Argentina.

¿No hemos visto, acaso, a Moyano violar todas las leyes y recibir abrazos del ‘matrimonio imperial’? ¿No hemos visto como, para lograr el apoyo de estos verdaderos ‘tiranos’ sectoriales, se les han ido entregando los recursos de las obras sociales y, con ello, la salud de los trabajadores?

Entonces, respetadísima Corte, lo que hubiera debido hacerse era, simplemente, ordenar el estricto cumplimiento de la ley vigente, democratizando –y controlando el proceso- la conducción de los gremios, pero sin romper la unidad de éstos.

No me refiero a la unidad de las eventuales confederaciones generales que existen o pudieran existir, ya que éstas, en todo el mundo, apoyan a determinados candidatos o a políticas específicas, con las cuales otras pueden no coincidir.

Mejoraría mucho la representación sindical y la actividad gremial si los procesos de elección de sus autoridades fueran claros, transparentes y democráticos, y resulta altamente contraproducente romper la unidad en esa representación.

Por todo ello, me permito no coincidir con el festejo al fallo de la Corte.

Buenos Aires, 25 de noviembre de 2008.-

viernes, 21 de noviembre de 2008

Se consumó la estupidez

Se consumó la estupidez

Hace unos días, escribí una nota que titulé “Además de un robo, una estupidez”. En ella describía la realidad de los activos de las AFJP’s, explicando que las cuentas de los afiliados habían sido invertidas por las administradoras en bonos del Tesoro nacional (50%) y en acciones de compañías y bancos importantes.

Y decía que era, además de una confiscación lisa y llana de propiedades privadas, una imbecilidad, por cuanto esos activos –en el actual marco de crisis financiera y económica- no podían ser liquidados rápidamente, so pena de castigar aún más a los mercados con su desvalorización.

En una reciente reunión, un distinguidísimo amigo y Embajador de la República me contestó, cuando explicaba esa tesis, que yo estaba equivocado, toda vez que los Kirchner no liquidarían nunca los paquetes accionarios que el Estado recibiría al sancionarse la ley, sino que los utilizarían para ejercer aún más poder sobre las grandes empresas, accediendo a sus directorios y condicionando sus decisiones. Y, peor aún, vaticinó que, si la ley era aprobada por el Congreso, resultaría imposible destronar a esta dinastía corrupta.

Por su parte, hoy Joaquín Morales Solá, en una durísima columna en el diario La Nación (“Una despedida del mundo”), analizó las consecuencias del fugaz y victorioso paso de la iniciativa por el Congreso, concluyendo en que la falta de una reacción popular masiva –en comparación con la lucha contra la Resolución 125- se debió a que la misma no había encontrado a su ‘comisión de enlace’ para nuclear y dinamizar la protesta.

Estoy convencido que los “If …” en la historia carecen de sentido. Preguntarnos qué hubiera pasado “si …”, no resulta nunca conducente o, al menos, casi nunca.

Y estimo que esta situación actual puede ser una excepción, porque pensar que los Kirchner hubieran podido evitarse cometer una estupidez, y evitar a la Argentina recibir está lápida sobre su ya existente tumba, resulta positivo.

¿Por qué digo esto? Porque estoy convencido que la falta de reacción ciudadana ante este dislate no se debió a la falta de un núcleo en la protesta sino, precisamente, al desamor al sistema de las AFJP.

Para corroborar esta convicción basta con analizar las convocatorias –y su resultado- a las marchas ciudadanas frente al Congreso.

La primera de ellas, cuando el proyecto era tratado en Diputados, convocó a unos 7.000 descontentos. Si pensamos en que las AFJP’s contaban con unos 15.000 empleados (más sus familias) y que los afiliados a las mismas, cotizantes actuales o no, llegaban a casi 8.000.000 de personas, debemos reconocer lo magro de la asistencia.

La segunda, ayer, prácticamente no existió.

Una de las críticas más difundidas al proyecto –hoy ley- radicó en que, el año pasado, se había dado a los afiliados a las administradoras la posibilidad de elegir el sistema de reparto y, consecuentemente, a la jubilación estatal, y que el 80% de éstos había optado por permanecer en el sistema privado.

Y aquí vienen mis conclusiones:
1. La gran mayoría de los afiliados se sintió defraudado y estafado por las administradoras de fondos, por lo elevado de sus comisiones.
2. Otra gran proporción de cotizantes había perdido la fe en su futura jubilación, ya que el Gobierno había obligado a las AFJP’s a invertir la mitad de sus cuentas particulares en papeles de deuda pública que, ajustados por los índices manipulados y falsos del Indec, estaban en default técnico.
3. Y un gran porcentaje de los afiliados ni siquiera entendía cómo funcionaba el sistema.
4. Cuando se dio la opción de volver a la jubilación estatal, muchos ni se tomaron el trabajo ni asumieron la complicación de realizar el sencillo trámite propuesto, por las tres razones anteriores.

Entonces, ¿qué hubiera pasado si el Gobierno, en lugar de ejecutar esta maniobra de ‘elefante en un bazar’, hubiera formulado la opción al revés?

Es decir, ¿qué hubiera pasado si el Gobierno hubiera dictado –con o sin la colaboración del Congreso, en ese caso innecesaria- una simple norma que dijera que quien no optara por permanecer en las AFJP’s vería sus fondos transferidos, automáticamente, a la Anses?

Bueno, varias cosas hubieran pasado:
a) Se hubiera evitado la imagen de Argentina manoteando fondos privados para pagar su deuda soberana y, consecuentemente, el país no tendría el riesgo actual.
b) Se hubiera evitado la imagen de Argentina desconociendo, una vez más, la indispensable seguridad jurídica.-
c) El efecto final hubiera sido el mismo, ya que estoy convencido que la misma actitud de indiferencia que motivó la permanencia en el sistema privado el año pasado, hubiera hecho que la gran mayoría de los aportantes pasaran al estatal.
d) Al perder gran parte de sus clientes, las AFJP’s hubieran tendido a desaparecer naturalmente o, al menos, hubieran visto enormemente reducida su actuación.

Sin embargo, la omnipotencia de Kirchner y la complicidad de su mujer, permitieron que se consumara esta estupidez, en un momento trágico del mundo, como seguramente no se veía desde la época de Tutankamon, cuya momia y sus sepulcros han sido invitados por Cristina a visitar nuestro país.

Buenos Aires, 21 de noviembre de 2008.-

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jueves, 13 de noviembre de 2008

Preocupante verosimilitud

Preocupante verosimilitud

Ayer me llegó, y difundí a mi red, un mail conteniendo la reproducción facsimilar de un presunto dictamen del Gabinete de Asesores del Secretario de Finanzas del Ministerio de Economía y Producción de la Nación, fechado el 3 de octubre de 2008, referido al Plan de Financiamiento de Emergencia.

Obviamente, no puedo dar fe acerca de la autenticidad del documento en cuestión, ya que todos sabemos que, con una computadora, se puede ‘dibujar’ cualquier cosa.

El texto de marras analiza la posibilidad de obtener, para el Tesoro nacional, un financiamiento adicional del orden de los $ 400.000.000.000.= mediante la “captura” (sic) de fondos disponibles en diferentes colocaciones.

A partir de allí, el Gabinete de Asesores valúa en $ 94.000.000.000.= la disponibilidad bruta existente en las AFJP’s.

Luego, se determinó que, en el sistema financiero, existían depósitos por $ 242.520.000.000, discriminándolos entre entidades nacionales (67,4%) y extranjeras (32,6%).

A continuación, se realizó una estimación del dinero en efectivo que se encontraría en las cajas de seguridad, que llegó a $ 60.000.000.000.=.

Finalmente, analiza las tres posibilidades de apropiación, recomendando la emisión de deuda pública para compensar a los titulares de los depósitos en el sistema financiero, y califica como “más complejo” el tema de las cajas de seguridad, dado que no existen antecedentes jurídicos sobre el particular; sin embargo, a renglón seguido, el documento dice que la Asesoría Jurídica considera factible hacerlo por vía judicial, aplicando la Ley Penal Tributaria.

Luego de reenviarlo, se sucedieron infinidad de preguntas de los distintos receptores acerca de la veracidad del texto mencionado.

Y eso es lo que, más allá de que sea real o no, resulta preocupante. ¿Tanta es la locura que atribuimos a los Kirchner que podemos creer que están pensando en confiscar todos los depósitos bancarios (cuentas corrientes, de ahorro y plazos fijos) y contenidos de cajas de seguridad?

Si tantos lo creyeron es que un disparate de este tipo resulta no sólo posible sino altamente probable en la imaginación general.

A pesar de haber traspasado, hace rato, el piso posible de la tolerancia, día a día siguen perforando.

Recuerdo ahora un chiste antiguo. Se trata de un habitante de un pueblo que, enardecido, comienza a gritar: “Vosotros, que robasteis nuestras casas; vosotros, que robasteis nuestras cosechas y nuestros alimentos; vosotros, que quemasteis y profanasteis nuestras iglesias; vosotros; vosotros, que matasteis a nuestros vecinos; vosotros, que violasteis a nuestras mujeres e hijas … ¡no abuseis! ¡no abuseis!”

Pese a todo, los Kirchner siguen abusando, y lo harán hasta el infinito, pues carecen de límites –sobre todo morales- en su intención de conservar el poder a cualquier precio.

Cada vez más, los argentinos nos hemos ido acostumbrando a tolerar mayores violaciones a la seguridad jurídica, a la institucionalidad constitucional y, sobre todo, a la ética pública.

Es notable, pero nuestros espíritus se han ido rodeando de un tejido adiposo que nos impide reaccionar y evitar la continuidad de este desmadre.

Fuimos pocos los que nos presentamos en el Congreso para protestar contra la violación al derecho de propiedad configurado por la apropiación de los fondos de las AFJP, y fueron muchísimo menos los que fueron a la quinta de Olivos a reclamar seguridad.

Pero no hubo nadie que saliera a gritar contra el descaro de la consultora montada por el hijo presidencial y sus cómplices padres, contra el terrible desmanejo de nuestras relaciones exteriores, contra la falta de explicaciones respecto a los fondos de Santa Cruz, contra la bolsa de Micheli y la valija de Antonini, contra las coimas de Skanka, contra los repulsivos subsidios de Jaime, contra el proyecto del ‘tren bala’, contra la modificación del Consejo de la Magistratura, contra el recorte de facultades a la Fiscalía Nacional de Investigaciones Administrativas, contra la falsificación de los índices del INDEC, contra las prepotencias de Moreno o contra el cotidiano descaro de los pseudo voceros presidenciales.

Creo que debemos asumir esta realidad, y decirnos todos los días, frente al espejo, que cada pueblo tiene el gobierno que se merece.

Es obvio que Argentina se merece a los Kirchner. ¡Pobre de ella y pobres de nosotros!

Buenos Aires, 13 de noviembre de 2008.-

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jueves, 6 de noviembre de 2008

Es hora de hombres, no de nombres

Es hora de hombres, no de nombres

Participo en algunos foros políticos y, en casi todos ellos, he encontrado el mismo planteo: la selección de los nombres que puedan encabezar la oposición a esta dictadura en las elecciones de 2009.-

Creo que es un grave error.

El pueblo en general, y los más informados en particular, está harto de nombres, sobre todo porque han visto a tantos personajes cambiar de camisa que éstos se han vuelto impresentables para él.

Por eso, me parece que la estrategia opositora debería ser la contraria. Es decir, formular propuestas concretas y viables para los quince o veinte problemas mayores que inquietan y preocupan a la población.

Hace un tiempo, enumeré los puntos que, a mi entender, son los más graves y acuciantes. Los repito ahora:

Destinar un porcentaje fijo e inamovible del presupuesto nacional a la educación pública, para recuperar la excelencia que, todavía hoy, nos hace gozar de un prestigio ya inmerecido.
Inventar una verdadera y eficiente red de seguridad social, tanto en materia alimentaria cuanto sanitaria, para los más desprotegidos, para permitirles salir de la indigencia y hasta de la pobreza, pero con contraprestaciones personales y educacionales.
Establecer un sistema de becas -no estoy hablando sólo de la gratuidad de la enseñanza sino, verdaderamente, de pagar a los más capaces por su ‘trabajo’ de educarse- que solucione el problema de la pésima ‘distribución social’ de la enseñanza.
Recrear una Justicia independiente, alejada de cualquier bandería política y, sobre todo, de cualquier control del Ejecutivo.
Imponer para adentro, y consensuar hacia afuera, la verdadera democracia intrapartidaria.
Terminar con el sistema de las listas sábanas e establecer, por un período relativamente breve, el voto uninominal, es decir, por pequeñas jurisdicciones.
Restaurar, como en el tiempo de la Colonia, el ‘juicio de residencia’ obligatorio para todos los integrantes del primero y del segundo escalón de los poderes públicos.
Pactar, con todos los sectores, una línea geopolítica que permita delinear el futuro internacional de la Argentina y su reinserción en el mundo.
Actuar con seriedad y responsabilidad en todos y cada uno de los posicionamientos y planteos frente al resto del mundo, confirmando cada vez la seriedad de Argentina como país integrado a la comunidad internacional.
Recomponer las relaciones económicas y financieras con el exterior, no a través de un pago inmediato –hoy inaccesible- de nuestras obligaciones, sino mediante propuestas serias, respaldadas por leyes soberanas y suscriptas por todas las agrupaciones políticas.
Determinar la intangilibilidad de los organismos de control y estadísticos; en el primer tema, sugiero adoptar los criterios brasileños, que solapan la gestión de los directores de las agencias reguladoras sobre las gestiones anteriores y posteriores de los presidentes.
Terminar con el arbitrario manejo de la publicidad oficial, estableciendo normas claras y universales para ese rubro.
Crear un sistema impositivo justo y universal, que haga que todos los argentinos y quienes aquí trabajan paguen los impuestos que el Congreso establezca, sin regresiones ni confiscaciones, y redistribuir eficaz y equitativamente el ingreso nacional..
Regresar a un verdadero federalismo, tanto en materia política cuanto en materia económica, mediante mecanismos justos y permanentes de distribución impositiva.
Recrear fuerzas armadas profesionales, aptas para la defensa y dotadas para ello, totalmente alejadas de las banderías políticas y de los vaivenes delirantes.
Imponer la obligatoriedad de la publicidad de los actos de gobierno, y el sometimiento de presidentes, gobernadores y ministros a conferencias de prensa abiertas y periódicas.
Finalmente, establecer topes -controlados por organismos independientes, con facultades de veto- al gasto en las campañas políticas, obligando a los beneficiarios a dar inmediata -y previa, respecto al acto eleccionario- publicidad a las donaciones con ese fin.

El mecanismo que propongo es bastante sencillo y, tal vez, pueda resultar eficiente.

Se trata de crear un pequeñísimo grupo de especialistas para definir, en cada uno de esos ítems y con la misma filosofía nacional, una solución que pueda presentarse a un grupo mayor de interesados y activos políticos, politicólogos y expertos.

Una vez logrados esos consensos mínimos, pedir a quienes estuvieran de acuerdo con ellos que los firmen, y depositar los ejemplares firmados en una escribanía, amén de darlos a publicidad inmediatamente para someterlos a la consulta pública.

Obviamente, esos consensos se transformarán en una plataforma política completa y, entonces sí, elegir entre los firmantes los mejores candidatos para llevarlas a las bancas legislativas.

Durante el ejercicio de los mandatos de los legisladores electos con esta plataforma, se exigirá a éstos -inclusive a través de la Justicia, si fuera necesario- el estricto cumplimiento de las facultades y poderes de representación otorgados por sus electores, tal como sucede con los abogados y sus clientes, haciéndolos civil y penalmente responsables por los desvíos en que incurrieran.

Ya en 2011, hacer exactamente lo mismo con los candidatos a los poderes ejecutivos nacional y provinciales.

Como digo en el título, es hora de hombres, no de nombres. Hombres con el coraje suficiente para hacer renacer al país de sus cenizas, de devolverle su orgullo, de restaurar los laureles de los que habla el Himno Nacional.

Hoy la letra de la canción patria suena, al menos, extemporánea. Ningún libre del mundo dice “al gran pueblo argentino, salud!” porque hemos dejado de ser un gran pueblo para convertirnos en esclavos y en mercenarios. Citando a Leopoldo Lugones, somos una "nación crucificada en el caballete de una pizarra de bolsa”.

La Patria se enfrenta a uno de los momentos más graves de su historia, en manos de una pandilla que sólo busca el poder para perpetuarse en él, para hacer negocios y negociados para sí y sus allegados y cómplices, sin que importe demasiado el precio que la República Argentina y sus habitantes tengan que pagar por ello, ahora y en el futuro.

Buenos Aires, 6 de noviembre de 2008.-
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miércoles, 5 de noviembre de 2008

Imaginemos ...

Imaginemos …

Imaginemos que usted está casado (o casada), que ha conseguido ahorrar algunos pesos y que tiene hijos.

Imaginemos que, hace más de un año, usted se enteró que su mujer (o su marido) le era infiel y que, por privilegiar la vida en común o la salud mental de sus hijos, usted continuó casado (o casada).

Ahora, imaginemos que el Gobierno se entera de esa infidelidad de su cónyuge.

Imaginemos que, entonces, el Gobierno decide (y envía un proyecto de ley al Congreso para transformar en obligatoria esa decisión) que usted debe divorciarse.

Es fácil imaginar que usted no estaría muy conforme con esa intervención del Estado sobre su vida personal y, mucho menos, con la obligación de acatar esa decisión.

Finalmente, usted se enterará que, como el Gobierno lo considera un estúpido (o estúpida) por haber seguido casado después de enterarse de la infidelidad de su pareja, le quita los ahorros que juntos han hecho y, además, impide que sus descendientes los hereden.

Si puede imaginar todo esto, y si su reacción ante la situación fuera de indignación y escándalo, hoy vaya al Congreso a las 18:00 horas para impedir que los Diputados convaliden este disparate.

Bs.As., 5 de noviembre de 2008.-

Enrique Guillermo Avogadro

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domingo, 2 de noviembre de 2008

Además de un robo, una estupidez

Además de un robo, una estupidez

Que la inconstitucional confiscación de los fondos administrados por las AFJP es un robo liso y llano, nadie lo duda y han corrido ya ríos de tinta, física y virtual, sobre el tema.

Pero, además, es una estupidez sin nombre de la ‘mesa chica’ de improvisados que ha tomado por asalto el poder en la Argentina.

El Gobierno tiene un infernal problema de caja para 2009, y sus cuentas no cierran, ni cerrarán.

Amén de los US$ 20.000 millones que debería pagar por los servicios de la deuda que, cuando se trata de la nominada en pesos se encuentra también técnicamente defaulteada por la manipulación del INDEC, debería hacer frente a la maraña de subsidios cruzados que ha inventado (otros US$ 15.000 millones), y todo ello en un año crucialmente electoral.

Ante la caída de los precios internacionales de la maldecida soja, y la inaccesibilidad a los mercados de crédito –incluyendo al FMI, que ha dicho que Argentina es inelegible como receptor de sus fondos anti-crisis-, Kirchner y sus cómplices en este delito miraron y buscaron todas las fuentes posibles de recursos, sin importar a quién pertenecían estos.

Y así llegó un nuevo manotazo arrebatador a la propiedad privada.

Sin embargo, lo que convierte a estos criminales en estúpidos es que robar estos US$ 30.000 millones no mejora en absoluto el inevitable default en que caerá Argentina el año próximo.

Y la razón de esa afirmación es muy simple: esos fondos no son líquidos, ni liquidables en el corto plazo.

Se encuentran invertidos en bonos del propio Tesoro y en importantes paquetes accionarios de empresas que cotizan en bolsa.

¿Alguien puede imaginar qué pasaría si el Gobierno intentara liquidar en el actual mercado esos bonos y esas acciones? Si hoy los títulos públicos cotizan ya a precios de default, ¿cuánto valdrían entonces? Si las acciones han perdido ya la mitad de su valor en lo que va del año, ¿cuál sería la cotización si aparecen ventas masivas sin la tan importante participación de las AFJP como compradoras?

Y para terminar esta muy breve reflexión sólo cabe formularse una pregunta más grave aún: ¿qué otra fuente de recursos ajenos intentarán robar ahora? En su respuesta se encuentra el futuro inmediato de la paz social.

Buenos Aires, 2 de noviembre de 2008.-


Enrique Guillermo Avogadro

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