viernes, 21 de noviembre de 2008

Se consumó la estupidez

Se consumó la estupidez

Hace unos días, escribí una nota que titulé “Además de un robo, una estupidez”. En ella describía la realidad de los activos de las AFJP’s, explicando que las cuentas de los afiliados habían sido invertidas por las administradoras en bonos del Tesoro nacional (50%) y en acciones de compañías y bancos importantes.

Y decía que era, además de una confiscación lisa y llana de propiedades privadas, una imbecilidad, por cuanto esos activos –en el actual marco de crisis financiera y económica- no podían ser liquidados rápidamente, so pena de castigar aún más a los mercados con su desvalorización.

En una reciente reunión, un distinguidísimo amigo y Embajador de la República me contestó, cuando explicaba esa tesis, que yo estaba equivocado, toda vez que los Kirchner no liquidarían nunca los paquetes accionarios que el Estado recibiría al sancionarse la ley, sino que los utilizarían para ejercer aún más poder sobre las grandes empresas, accediendo a sus directorios y condicionando sus decisiones. Y, peor aún, vaticinó que, si la ley era aprobada por el Congreso, resultaría imposible destronar a esta dinastía corrupta.

Por su parte, hoy Joaquín Morales Solá, en una durísima columna en el diario La Nación (“Una despedida del mundo”), analizó las consecuencias del fugaz y victorioso paso de la iniciativa por el Congreso, concluyendo en que la falta de una reacción popular masiva –en comparación con la lucha contra la Resolución 125- se debió a que la misma no había encontrado a su ‘comisión de enlace’ para nuclear y dinamizar la protesta.

Estoy convencido que los “If …” en la historia carecen de sentido. Preguntarnos qué hubiera pasado “si …”, no resulta nunca conducente o, al menos, casi nunca.

Y estimo que esta situación actual puede ser una excepción, porque pensar que los Kirchner hubieran podido evitarse cometer una estupidez, y evitar a la Argentina recibir está lápida sobre su ya existente tumba, resulta positivo.

¿Por qué digo esto? Porque estoy convencido que la falta de reacción ciudadana ante este dislate no se debió a la falta de un núcleo en la protesta sino, precisamente, al desamor al sistema de las AFJP.

Para corroborar esta convicción basta con analizar las convocatorias –y su resultado- a las marchas ciudadanas frente al Congreso.

La primera de ellas, cuando el proyecto era tratado en Diputados, convocó a unos 7.000 descontentos. Si pensamos en que las AFJP’s contaban con unos 15.000 empleados (más sus familias) y que los afiliados a las mismas, cotizantes actuales o no, llegaban a casi 8.000.000 de personas, debemos reconocer lo magro de la asistencia.

La segunda, ayer, prácticamente no existió.

Una de las críticas más difundidas al proyecto –hoy ley- radicó en que, el año pasado, se había dado a los afiliados a las administradoras la posibilidad de elegir el sistema de reparto y, consecuentemente, a la jubilación estatal, y que el 80% de éstos había optado por permanecer en el sistema privado.

Y aquí vienen mis conclusiones:
1. La gran mayoría de los afiliados se sintió defraudado y estafado por las administradoras de fondos, por lo elevado de sus comisiones.
2. Otra gran proporción de cotizantes había perdido la fe en su futura jubilación, ya que el Gobierno había obligado a las AFJP’s a invertir la mitad de sus cuentas particulares en papeles de deuda pública que, ajustados por los índices manipulados y falsos del Indec, estaban en default técnico.
3. Y un gran porcentaje de los afiliados ni siquiera entendía cómo funcionaba el sistema.
4. Cuando se dio la opción de volver a la jubilación estatal, muchos ni se tomaron el trabajo ni asumieron la complicación de realizar el sencillo trámite propuesto, por las tres razones anteriores.

Entonces, ¿qué hubiera pasado si el Gobierno, en lugar de ejecutar esta maniobra de ‘elefante en un bazar’, hubiera formulado la opción al revés?

Es decir, ¿qué hubiera pasado si el Gobierno hubiera dictado –con o sin la colaboración del Congreso, en ese caso innecesaria- una simple norma que dijera que quien no optara por permanecer en las AFJP’s vería sus fondos transferidos, automáticamente, a la Anses?

Bueno, varias cosas hubieran pasado:
a) Se hubiera evitado la imagen de Argentina manoteando fondos privados para pagar su deuda soberana y, consecuentemente, el país no tendría el riesgo actual.
b) Se hubiera evitado la imagen de Argentina desconociendo, una vez más, la indispensable seguridad jurídica.-
c) El efecto final hubiera sido el mismo, ya que estoy convencido que la misma actitud de indiferencia que motivó la permanencia en el sistema privado el año pasado, hubiera hecho que la gran mayoría de los aportantes pasaran al estatal.
d) Al perder gran parte de sus clientes, las AFJP’s hubieran tendido a desaparecer naturalmente o, al menos, hubieran visto enormemente reducida su actuación.

Sin embargo, la omnipotencia de Kirchner y la complicidad de su mujer, permitieron que se consumara esta estupidez, en un momento trágico del mundo, como seguramente no se veía desde la época de Tutankamon, cuya momia y sus sepulcros han sido invitados por Cristina a visitar nuestro país.

Buenos Aires, 21 de noviembre de 2008.-

Publicado en:

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