sábado, 26 de octubre de 2019

Un día crucial en Latinoamérica




Un día crucial en Latinoamérica

“La democracia no se basa en la violencia ni en el terrorismo sino en la razón, en el juego limpio, en la libertad, en respetar las ideas de los demás. La democracia no es una ramera que recoge un hombre en la calle con una metralleta”. Winston Churchill

Ya hemos visto detonar y calmarse rápidamente la vida cotidiana en Ecuador y Perú, por obra y gracia de la firmeza con que actuaron sus presidentes, uno para contener a los sicarios de Rafael Correa, el otro para impedir que los partidarios de Keiko Fujimori tomaran por asalto el poder. La sorpresa mayor, por supuesto, llegó del otro lado de la cordillera y, luego, desde la vecina Bolivia; en estos países nada está dicho aún pues los episodios de violencia continúan.

El primer factor común de todos estos febriles procesos políticos es el descontento de las sociedades con la democracia, ya que ésta no les ha permitido alcanzar los paraísos prometidos. Toda la región se vio beneficiada por los precios de los commodities durante la última década del siglo pasado y la primera del actual, y eso permitió que enormes masas populares fueran elevadas desde la pobreza a la clase media baja, con todo lo que ello implica en materia de consumo; cuando esa bonanza terminó, muchos de esos ciudadanos cayeron nuevamente a su nivel anterior, con lógico descontento y señalando la agudización en la concentración de la riqueza. Carlos Pagni escribió el jueves una excelente columna (https://tinyurl.com/y6yrfxlf) que me evita extenderme demasiado.

En el artículo citado sólo faltaron, a mi modo de ver, otros factores esenciales para entender qué está sucediendo: las comunicaciones, que permiten organizar las protestas y transmitirlas en tiempo real; el narcotráfico, que financia con sus enormes fondos a los regímenes que están asociados con él (Venezuela) y a los personajes que eran sus socios (los Kirchner, en Argentina) y pueden volver al poder; y, por supuesto, la actitud prescindente de Donald Trump frente a Latinoamérica, que ha dejado manos libres –como hizo en Siria- a Rusia, que pretende en nuestra región reeditar trágicos y sangrientos sucesos, recreando la guerra fría.

Como se ve, no hay en todas esas circunstancias tan novedosas una sola causa, aunque los incendiarios sean siempre los mismos, para debilitar a los gobiernos democráticos o para impedir la caída de los regímenes afines. En todos los casos, han sido coordinados y financiados por el Foro de São Paulo y el Grupo de Puebla; o sea, por Venezuela y Cuba y, atrás de ellas, Vladimir Putin, cuyo entrenamiento en la ex KGB le ha permitido manejar la inteligencia global como a ninguno de los mandatarios occidentales.

Hace varios años, los vientos de libertad arrasaron, democráticamente, con los regímenes populistas, incapaces de dar respuesta a los reclamos sociales y sumergidos en una escandalosa corrupción. Así, el Foro de São Paulo y su instrumento regional, la UNASUR, perdieron a varios miembros, aunque Nicaragua, Venezuela y Cuba aún vivan bajo el yugo de dictaduras asesinas, en México la izquierda haya triunfado, y Bolivia, si el fraude es convalidado, se convertirá en otra joya de esa siniestra corona. Pero Colombia, Brasil, Chile, Uruguay y Argentina están gobernados por sistemas que respetan las instituciones, y a ellos se dirigirán las próximas agresiones de estos manipuladores de genuinos y justificables descontentos, transformándolos en insurreccionales y destituyentes.

Mañana, en ese complicado escenario regional, tendrán lugar dos elecciones claves. Los uruguayos y los argentinos iremos a las urnas para saber si queremos perpetuar el clepto-populismo o continuar viviendo en libertad; creo que, en ambos casos, se habilitará el ballotage y, si fuera así, estoy convencido que el Partido Blanco y Juntos por el Cambio triunfarán y todos los esfuerzos de Nicolás Maduro y Raúl Castro habrán sido vanos.

Y pienso así, en nuestro caso, porque ha quedado claro –hasta el candidato a Presidente lo reconoció- que el verdadero poder, en caso de una victoria del Frente para Todos, estará en manos de Cristina Fernández, que cerró el acto de Mar del Plata rodeada por los siniestros señores feudales de las provincias más pobres y del sindicalismo vernáculo, pero diferenciándose ostensiblemente de las posiciones del peronismo suturado. Fue un preanuncio de los conflictos que desatarán al interior del peronismo unido si triunfaran; muchos de nosotros recordamos con cuanta sangre y muerte se zanjaron esas diferencias entre 1973 y 1976.

Está demás decir que el kirchnerismo no aceptará pacíficamente un resultado electoral esencialmente distinto al de las PASO puesto que, con la colaboración de empresarios y de operadores periodísticos, ha instalado exitosamente que “Fernández² ya ganó”. Denunciará fraude y, seguramente, a partir del lunes nos obligará a vivir muy complicados días en la calle, un lugar en el cual los movimientos más violentos que lo integran generarán situaciones de alta conflictividad, como nos lo mostró el jueves el cierre de la campaña tucumana de Juan Manzur, y sucedió en el tratamiento de la reforma previsional, en diciembre de 2017, en la Plaza del Congreso.

Espero que el Gobierno (confío plenamente en la Ministro de Seguridad, Patricia Bullrich) esté preparados para reprimirlos y evitar males mayores, tanto como parece haber mejorado la organización de la fiscalización del comicio, de la mano de Guillermo Dietrich.

Bs.As., 26 Oct 19

sábado, 19 de octubre de 2019

Ocho días




Ocho días

“A pesar de todo irás adelante.
“¡La fe en el camino será tu constante!
  Eladia Blázquez

Falta sólo una semana para que decidamos nuestro futuro y, también, el de toda la región. A pesar de nuestra decadencia infinita, un milagro hace que aún América Latina nos preste atención; si optáramos por continuar suicidándonos en cuotas, como hemos hecho durante un siglo, el clepto-populismo regresará por sus fueros –nunca mejor aplicado- a uno de los considerados como principales países del sub-continente.

Festejarán, entonces, Luiz Inácio Lula da Silva en Brasil, Rafael Correa desde Bruselas, Raúl Castro y Miguel Díaz-Canel en Cuba, Evo Morales en Bolivia, Daniel Ortega en Nicaragua, Andrés Manuel López Obrador en México, José “Pepe” Mugica en Uruguay y, por supuesto, por Nicolás Maduro y Diosdado Cabello en Venezuela. Todos ellos tienen enormes coincidencias por haber integrado el Foro de São Paulo y la UNASUR; algunos, además, son violadores seriales de los derechos humanos y aliados incondicionales –y socios comerciales- de Cristina Elisabet Fernández. Seguramente, se sumarán también a la fiesta Vladimir Putin en Moscú y Hasán Rohani en Teherán, siempre ansiosos de poner sus pies en la región, que comparten “virtudes” con los líderes mencionados.

El colmo en esa materia se produjo el jueves, cuando nada menos que el régimen asesino de Maduro fue elegido, con el voto decisivo del Movimiento de Países no Alineados, para integrar el Consejo de Derechos Humanos de Naciones Unidas. Que esa notable aberración, ya que el mismo organismo produjo recientemente un terrible informe sobre los asesinatos, torturas y desapariciones de miles de venezolanos, sucediera el mismo día en que un notorio opositor apareciera muerto a tiros y calcinado, no hizo más que poner la frutilla del inmundo e injustificable postre.

El mismo día, el peronismo reunido festejó en La Pampa su emblemático Día de la Lealtad; es importante, porque la historia nos ha demostrado que en el famoso movimiento los demás son de traición. En el acto estaba la “galería de los ases del choreo”, como diría Edmundo Rivero: los candidatos y la mafia de los gobernadores y sindicalistas (los mismos a los que Cristina mandó recientemente a suturarse un esfínter), que llenaron el aeropuerto con una flota de aviones, privados y públicos. Hablaron el mandatario local y los integrantes de la fórmula del Frente para Todos, y cada uno produjo frases que deberían ser desopilantes, si no resultaran tan trágicas.

Carlos Verna, muy suelto de cuerpo, reconoció que los dirigentes de ese espacio, aunque debían tragarse sapos, siempre caen parados y encuentran un palenque para rascarse y obtener algún cargo. La arquitecta egipcia, replicando cuanto había dicho en el Calafate al regresar de Cuba, se mostró como verdaderamente es: histriónicamente, abundó en sus ataques a la prensa independiente y en sus propuestas de establecer un nuevo “contrato social” y una CONADEP para la prensa. ¡Tenía razón cuando dijo que había que tenerle miedo!

Pero quien se llevó el Oscar a la mejor actuación fue el candidato a Presidente. Ese caradura describió la unidad peronista como el instrumento que les permite recuperar el poder cada vez que “ellos” (sic) logran arrebatárselo. Confesó así que, en realidad, cuanto se veía en el escenario era el directorio del PJ S.A., una empresa dedicada a acceder al gobierno para, desde allí, robar sin medida; por supuesto, se cuidó muy bien de recordar cuántos años gobernaron desde 1946 a la fecha -Juan Domingo Perón (tres veces), Héctor Cámpora, Isabelita Martínez, Carlos Menem (dos), Eduardo Duhalde, Néstor Kirchner y su viuda (dos)- y el profundo daño que siempre infligieron sus exponentes a los argentinos. Ayer, además, escribió para el futuro: “Cristina y yo somos lo mismo”.

Estuvo también presente la candidata a Vicegobernadora de la Provincia de Buenos Aires, Verónica Magario, actual Intendente de La Matanza. Que esta señora -que integra el equipo que gobierna el distrito desde 1983 y que hoy es el más afectado por las inundaciones, porque ella no aceptó las obras hídricas que pretendía encarar allí María Eugenia Vidal, que ya evitan esas catástrofes en Luján o en La Plata- esté a un paso de ganar las elecciones, no hace más que confirmar que un grave síndrome de Estocolmo afecta a los más pobres de nuestros ciudadanos.

Hoy, a partir de las 17:00 horas, seremos protagonistas de un hecho histórico: la más que masiva concentración que se hará, sin colectivos ni choripanes, en el Obelisco porteño y en muchísimos lugares de todo el país, para demostrar que somos muchos quienes no queremos más corrupción, más populismo, más violaciones a la Constitución y a las leyes, más tentativas de sometimiento del Poder Judicial, más ataques a la libertad de prensa, y reconocer que hemos recorrido un gran trecho, con múltiples errores, en el camino hacia un país normal, y que no estamos dispuestos a desperdiciarlo para que unos pocos –o muchos- se vuelvan a enriquecer a nuestra costa.  

Y mañana asistiremos al segundo debate entre los candidatos presidenciales. Espero que, esta vez, el Presidente Macri se ponga los pantalones y salte al cuello de Alberto Fernández, para enrostrarle las mismas cosas que, en materia de corrupción y complicidad con el crimen, éste dijo desde que dejó de ser ministro Néstor Kirchner y que ahora, cuando la real jefa lo designó a dedo, desmiente sin vergüenza alguna.

Los días que faltan para las elecciones nos harán vivir, como dice la maldición china, tiempos interesantes. Si logramos entrar al ballotage, y estoy seguro de que así será, se extenderán, como mínimo, hasta el 24 de noviembre. Habrá que tener coraje, porque seguramente lloverán piedras.

Bs.As., 19 Oct 19

sábado, 12 de octubre de 2019

¡Está desnudo!





¡Está desnudo!

“Sólo hay un riesgo que deberías evitar a toda
 costa, y es el riesgo de no hacer nada”.
  Denis Waitley

Dentro de quince días, los argentinos volveremos a las urnas para decidir si queremos vivir en una República o en un sistema autocrático, populista y corrupto. La economía está mal, muy mal, pero me resulta impensable que, a cambio de renovados espejitos de colores que nos han resultado tan caros en el pasado, sigamos suicidándonos en cuotas. Está en nosotros, sin desfallecer, hacer todo lo necesario para dar vuelta el resultado de las PASO, puesto que el país está hoy realmente en peligro.

Mi ilusión se funda tanto en la insospechada y multitudinaria recepción que los pueblos y ciudades tributan a Mauricio Macri en sus periplos diarios cuanto en los horrores que ya exhibe la campaña del Frente para Todos como muestra de lo que sucederá si la fórmula Fernández² se hace con el triunfo. Y, además, en que recuerdo las elecciones de 1983, cuando Raúl Alfonsín, a quien todas las encuestas daban perdedor frente al peronismo unido, que presentaba a Italo Luder, las ganó ampliamente.

Porque, como sucedió con aquel rey que pretendió que todos sus súbditos lo imaginaran revestido de ropajes, aquí también basta la mirada de un niño para anunciar que Alberto Fernández está desnudo.

Cristina Fernández, amparada en la enfermedad de su hija, guarda silencio y desaparece de escena para no arruinar el relato de amor y paz de su candidato. Sin embargo, las contradicciones entre ambos surgen claramente todos los días: Alberto dice que su compañera tendrá “cero injerencia” en su gobierno y sólo aportará su experiencia; pero, mientras pide a las organizaciones sociales que dejen la calle, éstas (indisolubles aliadas de la viuda) responden que no lo harán mientras Macri gobierne, y que seguirán ocupándola, con la misma metodología, si él resulta ganador. Se exhibe como pacificador, pero aparece en las fotos rodeado por lo peor del sindicalismo violento y corrupto: Roberto Baradel, Hugo Moyano, Hugo Yatsky, etc.. Polemiza con Patricia Bullrich, y se ubica del lado de los delincuentes, tal como preconiza su amigo y socio Raúl Zaffaroni, y contra la Policía y la seguridad ciudadana.

Envía a Estados Unidos a Sergio Massa, quien declaró que el régimen venezolano es totalitario, para intentar explicar que tendrá un racional posicionamiento internacional si llegara al poder pero, a contrapelo, la dueña del espacio lo obliga a decir que retirará a la Argentina del Grupo de Lima, que intenta encontrar una salida pacífica a la tiranía torturadora y asesina de Nicolás Maduro, mientras aparecen serios indicios de participación de cubanos en su campaña electoral.

Para confirmar ese giro, en el absurdo Parlasur los votos de los diputados kirchneristas se sumaron a los chavistas para impedir que el organismo condenara al régimen caribeño, marcando claramente cuál será la postura real de su eventual gobierno, que pretende recrear la Unasur y el siniestro Foro de San Pablo, con el apoyo de Rafael Correa y Luiz Inácio Lula da Silva, y volver a las andadas clepto-populistas que arrasaron América del Sur, como están intentando hacer violentamente en Ecuador.

Anímal Fernández anunció que, si triunfa Axel Kiciloff, gobernará la Provincia como lo hubiera hecho él si hubiera ganado en 2015. ¡Menuda amenaza para los bonaerenses, que entonces lo repudiaron por considerarlo gerente del narcotráfico! Si le sumamos la afirmación del propio candidato, que atribuyó a la pérdida de trabajo el crecimiento del narcomenudeo, tal vez el resultado sea la confirmación de los dichos del primero.

Pero la situación más vergonzosa, dado que afecta nada menos que al Poder Judicial en todas sus instancias y permite calificar a sus miembros como prevaricadores seriales, se da a partir de las PASO. Ya ocho detenidos preventivamente en las causas de corrupción han sido dejados en libertad invocando los plazos máximos legales para la prisión, la imposibilidad de alterar las pruebas del proceso o la falta de peligro de fuga, la edad de los imputados cuando superan los 70 años, o razones de salud, ya que el Servicio Penitenciario no tiene posibilidades de atenderlas.

Pero, mientras tanto, 1500 ancianos, con edades y plazos de encarcelamiento sin condena que superan largamente todos esos parámetros y que padecen enfermedades gravísimas o terminales, son mantenidos en las mazmorras por el solo hecho de haber sido acusados de delitos de lesa humanidad que habrían sido cometidos hace más de 43 años, marcando así una discriminación que clama al cielo. No existe un caso similar en el mundo occidental, donde rige el Tratado de Roma y las infracciones son juzgadas por el Tribunal Penal Internacional, ante el cual no pueden invocarse leyes posteriores al hecho del proceso y donde rige el principio de inocencia.

El Gobierno ha dado en el tema algunos pasos positivos, aunque tardíos, como la presencia presidencial en el acto de reconocimiento a quienes cayeron defendiendo el Regimiento de Monte 29, en plena democracia, contra un ataque de Montoneros. También lo fue la pretensión, ya anulada por esa Justicia tuerta, de limitar el monto de las indemnizaciones a aquéllos que dicen haberse visto obligados a emigrar durante el Proceso, hoy equivalentes a las que se pagaron a las familias de los desaparecidos, a los guerrilleros asesinados por las propias organizaciones subversivas e, incluso, a quienes murieron cometiendo atentados o atacando unidades militares.

Bs.As., 12 Oct 19

sábado, 5 de octubre de 2019

¿Por qué no?




¿Por qué no?

“Sueña René Favaloro
 un país que nunca fue”.
 Eduardo Falú

El lunes, la divulgación del porcentaje (35,4%) de pobreza que afecta a la población produjo un verdadero tsunami en la clase política, la misma que se ha mostrado incapaz de encontrar una solución al problema desde hace décadas; es más, quienes forman parte de ella son los verdaderos responsables de esta situación, ya que el descontrolado gasto público y la consecuente inflación son los factores que más inciden para agravarla.

Resultaría ideal que, además, se transformara en un terremoto que sacudiera la conciencia de todos, en especial la de aquéllos que, desde la industria (reclamando sostener inicuas protecciones) y el sindicalismo (como los camioneros de Moyano o los pilotos de Aerolíneas Argentinas), luchan diariamente por mantener sus privilegios y prebendas sectoriales, en claro desmedro del bienestar general.

La oportunidad en que se conoció el dato –a sólo 27 días de las elecciones nacionales- habla bien de la honestidad de un Gobierno que ha decidido pagar el costo de decir siempre la verdad, aún cuando ésta, tan negativa, afecte en lo inmediato sus chances de revertir el resultado de las primarias. Evidentemente, en Mauricio Macri se ha hecho carne una frase de Jorge Luis Borges: “siempre el coraje es mejor”; todos recordamos su ahora penosa apelación para que se lo juzgara al final de su gestión, precisamente, por el nivel de pobreza.

Esa actitud resulta contrastante con las frescas imágenes que todos tenemos de Anímal Fernández sosteniendo, sin siquiera ponerse colorado, que en Argentina había menos pobres que en Alemania, y de Axel Kiciloff, que pretende convertirse en el próximo Gobernador de la Provincia de Buenos Aires, afirmando que se había dejado de medir la pobreza porque implicaba “estigmatizar” a los afectados.

La multitudinaria manifestación de las Barrancas de Belgrano del sábado pasado, con el cual se inició un raid de actos similares en todo el interior del país, y el inesperado resultado de las elecciones provinciales de Mendoza, el domingo, acompañado por algunas municipales en esa y otras provincias, que marcaron una fuerte reversión de lo sucedido en las PASO, retemplaron el ánimo de quienes, aún no adhiriendo a Cambiemos, están desplegando un descomunal esfuerzo para evitar que se pierdan las libertades, el respeto y la institucionalidad que han impregnado la vida de la República los últimos cuatro años, y los enormes avances en materia de infraestructura y en la relación con el mundo.

Es que todo ello demostró que aún es posible esquivar el sino trágico de este raro país que, lamentablemente y pese a los dos siglos que lleva en ello, aún no ha logrado transformarse en una nación. Todos somos conscientes de las dificultades que deberemos enfrentar, pero ya sabemos que, aunque improbable, no es imposible llegar a un ballotage y, si lo conseguimos, de infligir a la canalla corrupta –que manda, como lo demostró en las huelgas de pilotos aéreos y en los acampes callejeros- una derrota homérica.   

El primer efecto colateral trascendente sería terminar con la incipiente impunidad que las veletas del edificio de Comodoro Py parecen garantizar para los mayores ladrones –funcionarios, gremialistas y empresarios- de la historia argentina, traducida en demoras ya injustificables en el comienzo de los juicios orales, libertades cuestionables y extraordinarios privilegios para los imputados. Tal vez también produzca realineamientos en el Poder Judicial, incluyendo a la propia Corte Suprema de Justicia, que ha comenzado a cogobernar el país, con fallos de neto contenido político, de un modo por demás extraño.

Si el kirchnerismo, con esa eventual derrota, finalmente desapareciera del escenario político o quedara reducido a una mínima expresión, podrían darse las condiciones –que Cambiemos ahora aceptaría sin dudar- de llegar a un gran acuerdo con la oposición peronista, para compartir con ésta la responsabilidad de establecer políticas de estado permanentes que, a futuro, terminen con la persistente decadencia nacional. Debieran dirigirse a disminuir la pobreza, acabar con la inflación, y realizar las indispensables reformas tributarias, laborales y jubilatorias que permitan reducir drásticamente el insoportable gasto público, encarar la modernización del sistema educativo y abrir, gradualmente, la economía.

Porque cualquier análisis serio de la realidad concluye en que, quienquiera que sea el próximo Presidente, deberá hacer las mismas cosas: bregar contra una crisis recurrente, renegociar la enorme deuda, dejar de gastar lo que no se tiene, posicionar racionalmente a nuestro país en términos geopolíticos. Y todo eso deberá hacerse en un mundo convulsionado por innumerables y crecientes conflictos bélicos y comerciales, con liderazgos cada vez más cuestionados e imprevisibles, y que se encamina a una recesión peor que la que lo afectó en 2008; es decir, donde habrán desaparecido todas -aún las más extravagantes, como la imaginada China-, fuentes de financiación.

Los desafíos serán de tal magnitud, que resultarán en la obligación de participar a las diferentes fuerzas políticas porque, a esta altura de los acontecimientos, la disolución nacional –incluyendo un final violento- claramente ha dejado de ser una entelequia.

Bs.As., 5 Oct 19