sábado, 27 de agosto de 2016

Barullo en la noche, ya nada está en calma



Barullo en la noche, ya nada está en calma

"Y el silencio que lo envolvía era ensordecedor". 
Henning Mankell

Confieso que no había pensado que, a una semana de escribir "Será por eso que del todo no me fui", la tesis que en ella planteara -la violencia política tiene el único objetivo de evitar que Cristina Kirchner y sus cómplices de toda laya terminen presos- se vería tan rápidamente confirmada. Comenzó con el piquete en la autopista Buenos Aires-La Plata que, por casualidad, no provocó la muerte de algún conductor, ya que fueron apedreados y robados muchos vehículos, y generó un caos hasta que la vía fue desalojada por la Gendarmería.

Continuó con la ocupación de un predio privado en Moreno, claramente organizada por punteros del ¿Frente para la Qué? que responden al ex Intendente, Mariano West, el mismo que encendió la mecha de la bomba que, al explotar en diciembre de 2001, obligó a renunciar a Fernando de la Rúa. La cómplice inacción de los distintos estamentos de la Justicia provincial, como siempre, no ha hecho más que incentivar a quienes, ante la pasividad del Estado, se fueron sumando a la toma de la tierra que, esta misma mañana comenzó a ser desalojada pero puede tener un final violento, como ocurrió en el Parque Indoamericano.

Todo tiende a aumentar la temperatura de esa eterna olla a presión que es el Conurbano bonaerense y desestabilizar al Presidente y a la Gobernadora. Esta misma semana, María Eugenia Vidal sufrió un nuevo episodio de intimidación; recordemos que la situación de inseguridad que la rodea, provocada por su propia Policía, la ha obligado a mudarse a una base militar.

La obvia frutilla de ese siniestro postre semanal fue el sincero comunicado de Miles TTT, el "partido" de Luis D'Elía, que literalmente propone elevar la conflictividad social y participar de las protestas "espontáneas", cualquiera sea su razón, y hasta financiarlas. Que forme parte de esa agrupación nada menos que Fernando Esteche, líder del grupo terrorista Quebracho, permite augurar un cercano horizonte de graves episodios.

La convocatoria de Hebe de Bonafini y La Cámpora a la extremadamente exigua "Marcha de la Resistencia" -comenzó ayer por la tarde y se extenderá hasta esta tarde- para pedir por trabajo bajo el lema "Cristina conducción", fue apoyada por lo más recalcitrante del kirchnerismo, que llamó a formar a innumerables organizaciones sociales -la mayoría, meros sellos de goma- y postula que, dado que Macri es un dictador decidido a hambrear a los pobres para favorecer a los ricos, tiene el deber de expulsarlo del cargo. El joven Máximo, según se dice, la cerrará con un discurso que, seguramente, será una pieza invalorable de oratoria militante mundial.

La mayor confesión de la autoría provino del estruendoso silencio de la viuda de Kirchner frente a estos hechos de subversión. Parafraseando a Nicolás Avellaneda, afirmo que, para ella, "nada hay en la Nación superior a la libertad y la impunidad de Cristina Elizabet Fernández". Se coloca por encima de la ley, y sostiene que todas los procesos por corrupción que la acosan son sólo una persecución política; pero no olvidemos que sigue existiendo un núcleo duro que, a pesar de los miles de inmuebles y cuentas, todavía cree que esta multimillonaria sin par saqueó para "los pibes de la liberación", una prueba más de lo excelso de su aparato de comunicación. 

Macri mira para otro lado, como si no diera importancia a los hechos y creyera que una actitud meramente contemplativa terminará por desactivar el inestable escenario que su antecesora está configurando, sobre la base de los problemas económicos que ella misma causó y que, con gran habilidad, consiguió ocultar hasta abandonar la Casa Rosada. Parece no darse cuenta del verdadero poder que hoy dispone, de cuánto respaldo concita y del hartazgo que producen estos episodios de violencia; si estuviera convencido, daría órdenes estrictas de reprimirlos con todo el peso de la ley, como la Constitución le exige.

Pero la ciudadanía también debe poner lo suyo para expresar ese consenso y evitar que el kirchnerismo se haga dueño de la calle y, desde allí, imponer su relato. Para comprender el riesgo que corremos basta con mirar hacia Venezuela, donde la infame dictadura de Nicolás Maduro ignora la propia carta magna que el chavismo sancionó, desconoce al Congreso, condena a su pueblo a la enfermedad y al hambre, encierra en la cárcel a sus opositores, asesina a la ciudadanía y prácticamente ha convocado a una guerra civil.

Los jueces de Comodoro Py, que con sus idas y vueltas no llegan a puerto alguno, están observando con preocupación la evolución del conflicto, ya que si éste tuviera éxito en sus propósitos, su propia situación personal se vería seriamente comprometida. No comprenden que, en la medida en que todos estos delincuentes continúen en libertad, mayor será el peligro que corran. Con esta actitud infantil, también ellos están poniendo en juego la gobernabilidad, ya que la sociedad entera reclama justicia y castigo para los corruptos para soportar el ajuste.

Una gran parte de sus colegas togados ha tomado el control y avanza sobre el Poder Ejecutivo con medidas cautelares -inclusive disponiendo medidas generales que exceden la petición concreta- en temas sobre los cuales no tiene la menor idea. Me refiero, concretamente, a las tarifas de los servicios públicos y a la prohibición de utilizar el Fondo de Sustentabilidad para pagar la inmensa deuda que la Argentina entera mantiene con su clase pasiva, incrementada por la sistemática negación del problema -con apelaciones eternas- que fue la política de Néstor y Cristina frente a los jubilados.

Este clima de laberinto judicial en que se está desenvolviendo la actualidad nacional produce un efecto enormemente negativo sobre el ánimo de los inversores locales y externos, en especial en el área de infraestructura energética, ya que esa demencial conducta no permite evaluar negocios concretos; en lo demás, para la demora en la concreción de proyectos basta con la escasez de luz eléctrica y de gas, esenciales para quien quiera instalar nuevas industrias. Todo ello se reveló en la reunión del Consejo de las Américas, donde fue reconocido que la economía no crecerá este año.

El Gobierno pecó de excesivo optimismo y, con sus apresuradas predicciones para el actual semestre, no hizo más que crear el caldo de cultivo para la reacción kirchnerista; también lo hizo con el manto de olvido con que intentó cubrir la herencia recibida, al menos al principio. Exhibe encomiables virtudes de pureza e inocencia, verdaderamente inservibles en un país como el nuestro, que siempre ha elegido líderes con instinto salvaje y hasta asesino, capaces de sofrenar a talerazo limpio a ese raro potro en el que nos hemos convertido, después de décadas de populismo y derroche.


Bs.As., 27 Ago 16

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sábado, 20 de agosto de 2016

Será por eso que del todo no me fui




Será por eso que del todo no me fui[i]

"Quienes quieran analizar la política o la historia en términos ideológicos, sólo estarán contemplando el espectáculo de un teatro de títeres".   Carlos Manfroni

Que ya no hay ideologías en la política argentina no es una novedad, pero donde más se nota es en la violencia política. Con toda mi profunda repugnancia por el accionar de los terroristas de los 70's, que tantas víctimas cobró, no dejo de reconocer que actuaban convencidos de ser el "hombre nuevo" popularizado por el Che Guevara, acompañado por muchos curas extraviados, y se sentían mesiánicamente destinados a conducir la revolución socialista. Pretendían replicar en la Argentina el genocidio comunista (el propio Santucho dijo que, al triunfar, fusilarían a un millón de argentinos) y contaban con el apoyo militar y financiero de países como Cuba, Libia, Argelia, Líbano, etc.. 

Si bien quienes vivimos aquella trágica época recordamos claramente qué sucedió entonces, ya convivimos al menos con dos generaciones que lo ignoran o están confundidas, engañadas por la exitosa acción psicológica que permitió que la historia fuera tergiversada completamente, calificando a aquellos asesinos como "jóvenes idealistas".

Hoy, cuarenta años después, esa demencial violencia que resurge de la mano de los militantes kirchneristas -algunos de ellos ex integrantes de organizaciones como Montoneros, Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP) y Movimiento Todos por la Patria (MTP)-  y busca la desestabilización o caída del actual gobierno, tiene como único objetivo impedir que la Justicia envíe a la cárcel a Cristina Elizabet Fernández y al resto de los integrantes (funcionarios y empresarios) de la asociación ilícita que encabezó, como antes lo fue el asesinato de Alberto Nisman. Mañana Jorge Lanata, que mostrará en su programa cuentas bancarias extranjeras, con sus saldos, procedencia del dinero y titulares, seguramente incrementará la inquietud que los embarga.

Todo comenzó, el 10 de diciembre, cuando la viuda de Kirchner se negó a entregar los atributos del mando a su sucesor, y continuó con la resistencia en organismos y cargos por parte de ñoquis sembrados como virus malignos en toda la administración pública (¿qué es de la vida de Milani y Berni?). Siguió la masiva distribución del manual de procedimiento para la concreción de micro acciones destinadas a promover el descontento social, y una feroz actividad en las redes. Así, lograron instalar la sensación de desempleo masivo, que nunca existió, o una hambruna generalizada, pese a que todos los planes sociales han aumentado, incluyendo la distribución de alimentos.

Aunque no les sería posible ahora reunir una tropa ideologizada para la subversión, no es menos cierto que hay mucha mano de obra disponible para asumir ese rol. Me refiero, naturalmente, a elementos de la Policía bonaerense, a pseudo organizaciones sociales -como Barrios de Pie, Quebracho, Miles TTT, Tupac Amaru, Hijos, Corriente Clasista y Combativa, etc.- para invadir violentamente el espacio público y alterar el orden y, en especial, a otro tipo de personas, vinculadas al narcotráfico, como los "ni-ni", dispuestos a todo por algunas dosis de paco, o los barrabravas, que se venden al mejor postor. Si a esa inestable mezcla explosiva le sumamos la actitud de los sacerdotes de "Curas en Opción por los Pobres", declaradamente kirchneristas y prohijados por el Papa Francisco, tendremos delante un escenario por demás inquietante.

  Me preocupa la actitud del Presidente y su entorno, que minimizan este rebrote de violencia y se resisten a enfrentar, con todo el peso de la ley, hechos que van escalando en gravedad y que, de no ser cortados de cuajo, seguramente acarrearán consecuencias terribles. No fue menor que el automóvil en el que se trasladaba Mauricio Macri fuera apedreado ni que se optara por modificar locaciones de actos para evitar confrontaciones callejeras; tampoco lo fueron las reiteradas amenazas implícitas en las invasiones al despacho de María Eugenia Vidal o a la casa de alguno de sus ministros, cometidos en el marco de la resistencia de la Policía de la Provincia de Buenos Aires a la limpieza que la Gobernadora está encarando en sus filas.

Parte de lo que sucede en la Justicia fue desnudado por el Juez Alfredo López, de Mar del Plata, que denunció que la Fiscal Laura Mazzaferri se había negado a recibir la denuncia que formulara la propia Policía y entorpecía la investigación de la agresión al Presidente y, sin pelos en la lengua, instó a éste a promover juicio político a todos los integrantes de la nefasta organización autodenominada "Justicia Legítima", a la cual pertenece la funcionaria en cuestión, creada por la Procuradora General, Alejandra ¡Giles! Carbó, para servir al innoble propósito kirchnerista de colonizar al Poder Judicial; el magistrado fue clarísimo cuando explicó que, mientras esa organización subsista, resultará imposible gobernar.

Es demostrativo de una cobardía visceral o de una complicidad dolosa que ningún fiscal del país haya denunciado -el Título VIII del Código Penal reprime los delitos contra el orden público- a siniestros personajes como Luis D'Elía, Fernando Esteche, Hebe de Bonafini, Roberto Perdía, Gabriela Cerruti, Guillermo Moreno, Cristóbal López y sus medios, etc., que desembozadamente han dicho que buscan, incluso recurriendo a la violencia, la renuncia o la destitución de Macri, a quien han llegado a comparar con Hitler. En este tema, como sucede con la corrupción, la impunidad está reñida con la gobernabilidad.

No voy a explayarme sobre el tema de las tarifas, puesto que ya he fijado mi posición en otras notas, pero sí voy a insistir en que, más allá de las repercusiones financieras que el fallo de la Corte Suprema produce, el impacto más grave ha sido sobre la posibilidad del arribo de inversiones extranjeras, que el país requiere más que un vaso de agua para un perdido en el desierto.

Considero que la culpa de lo sucedido corresponde al Gobierno, que torpemente se negó a informar oportunamente a la sociedad la magnitud de la crisis heredada, responsabilidad luego amplificada por el magnífico aparato comunicacional del kirchnerismo, que logró instalar la idea de un inexistente tarifazo salvaje. Si el Ministro Aranguren hubiera convocado antes a los ocho ex secretarios de Energía, que tienen diversas filiaciones políticas pero llevan años proponiendo unánimes soluciones al problema fabricado por don Néstor y doña Cristina, casi con seguridad se hubiera conducido mejor el proceso.   

Espero que los jóvenes que hoy están a cargo de la administración nacional dejen de usar como libro de cabecera el "Diario de la guerra del cerdo", del inolvidable Adolfo Bioy Casares, y por lo menos escuchen a quienes, por edad y experiencia política, podrían haberles evitado sufrir esta derrota que nos afecta y que pagaremos todos, en especial los más pobres.

Bs.As., 20 Ago 16



[i] De "El corazón al sur", de Eladia Blázquez


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sábado, 13 de agosto de 2016

Los Abrojos del Pasado




Los Abrojos del Pasado

"Y es desfile de fantasmas el pasado que me espanta,
y me anuda la garganta y me llena de temor". Armando Tagini


Más allá del sideral papelón que protagonizó el Juez Marcelo Martínez de Giorgi al convalidar la inaudita exigencia de Hebe de Bonafini de ser interrogada en la sede de su fundación, en lugar de comparecer en Tribunales como cualquier mortal y, de paso, ser humillado, insultado y desafiado por esa energúmena, la reunión que mantuvieron Cristina Fernández y Daniel Scioli, tiñó la semana política.

La imagen de ese encuentro, profusamente distribuida, conmovió al Partido Justicialista, que está intentando desvergonzadamente desprenderse, cual serpiente, de la piel kircherista que utilizó durante más de doce años, como antes hiciera con el menemismo, con el duhaldismo y con tantos otros ismos que los precedieron, tan pronto éstos fracasaron. Tampoco lo ayudan en esa ciclópea tarea los violentos episodios periodísticos protagonizados por Guillermo Patotín Moreno en televisión, o el video que lo muestra rascando el fondo de la olla que él mismo vació sin misericordia.

Sin embargo, la fotografía sólo demostró la enorme preocupación que embarga -¡también ella!- el ánimo de la ex Presidente y del ex Gobernador, de lejos el peor que tuvo la Provincia de Buenos Aires en toda su historia, unidos sólo por el espanto. Y no es para menos: la Justicia se acerca a ambos a pasos agigantados. En el caso de la noble viuda, la actividad del Juez Claudio Bonadío en el affaire del memorandum con Irán, que irremediablemente la llevará al procesamiento por traición a la patria y encubrimiento del terrorismo, constituye el hecho más grave, frente a un mundo tan golpeado por incesantes atentados, ya que la transformará en un paria internacional.

Por su parte, a don Lancha lo acechan las investigaciones sobre la inmensa fortuna que construyó, robando caudales públicos, mientras el territorio que gobernó se hundía en la miseria y carecía de los servicios públicos más elementales, para no hablar de las terribles inundaciones que se llevaron la vida de una cantidad aún no determinada de bonaerenses. Bien podría haberse unido a la foto Anímal Fernández, hoy nuevamente imputado por similares razones.

 Claro que no están solos; los acompañan los ya innumerables miembros de la asociación ilícita que saqueó el país, sin dejar en él nada en pie, que están ahora investigados, detenidos o procesados por esas buenas almas que imperan en Comodoro Py, otros que tratan con igual desesperación de cambiar de piel, después de tanto tiempo de resultar cómplices necesarios, por interés o cobardía, del monstruoso latrocinio.

El kirchnerismo tuvo un éxito inmenso: hasta verse obligado a entregar el poder, consiguió que la crisis en la que sumió a la Argentina -infinitamente peor que la del 2001- no fuera percibida por la ciudadanía; a que lo lograra contribuyó la nueva administración que, dubitativa, se resistió por meses a informar a la población en qué estado encontró cada área del Estado y, cuando finalmente lo hizo, fue mediante un relatorio que no tuvo difusión alguna.

Cuando digo que la gravedad de la situación que heredó Macri resulta incomparable con el país que entregó De la Rúa en 2001, me baso en que, en aquél momento, cuando estalló la convertibilidad después de haberla mantenido con pulmotor y endeudamiento desde 1998, el verdadero sufrimiento correspondió a la clase media ahorrista, ya que la depresión económica había producido mucho antes el cierre de empresas y la pérdida de empleo, con la consecuente reducción del consumo. Quedó así ociosa una gran capacidad industrial y energética; recordemos que, entonces, Argentina no sólo era autosuficiente en la materia sino que exportaba a los países vecinos, para lo cual se habían construido y redes de alta tensión gasoductos a Chile, Brasil y Uruguay. El entonces Presidente, Duhalde, devaluó fuertemente y comenzó la reactivación apoyada, precisamente, en aquellas capacidades ociosas; en 2003, cuando don Néstor llegó al poder, ya el país había salido del "infierno" y, además, su gestión fue beneficiada por el marcado incremento en el precio de nuestras commodities, en especial la soja.

En cambio hoy, los abrojos que dejó el pasado siguen prendidos ya que no solamente perdimos el autoabastecimiento de energía sino que nos hemos convertido en grandes importadores -todos aquellos conductos debieron invertir el sentido de sus flujos- y no existe capacidad ociosa industrial por la falta de inversión productiva y el irracional aumento del consumo, fogoneado por el populismo kirchnerista. El colmo fue el congelamiento de las tarifas energéticas -gas y luz- y del agua corriente, una medida demencial que, justificada en 2001, fue mantenida a rajatabla hasta el final; el calificativo se debe a que a los subsidios aplicados para evitar el colapso del sistema responden nada menos que por el 85% del enorme déficit fiscal.

Las bombas que dejó la gestión anterior explotaron al unísono y, sobre el natural descontento de la población ante los inevitables ajustes que se ve obligado a realizar el Gobierno para intentar reencausar la economía y aprovechar la leve brisa favorable que llega desde el exterior -la situación de Brasil mejorara y hay una renovada apetencia por los países "emergentes"- han aparecido algunas serias amenazas al devenir democrático de la República, con el doble objetivo de desestabilizar a Mauricio Macri y a María Eugenia Vidal y de generar miedo por las derivaciones carcelarias de los procesos de corrupción sobre los jerarcas del desfalco.

Lo que vimos la semana anterior, cuando se quiso llevar a Bonafini a declarar y apareció una pared humana de delincuentes para impedirlo (¿dónde están los fiscales que debían imputarlos por encubrimiento?), logró preocupar al Gobierno por las eventuales derivaciones de la detención de Cristina Kirchner, algo que todos -incluida ella misma- consideran harto probable. Los mensajes mafiosos que recibió la Gobernadora pretenden hacerla desistir de la audaz limpieza de la Policía de la Provincia de Buenos Aires que encaró para desarmar esa gigantesca cueva de narcotraficantes, proxenetas, empresarios del juego, secuestradores y ladrones de toda laya.

En estos días, las organizaciones kirchneristas han retomado la calle con la excusa de protestar contra las políticas correctivas del desmadre que dejaron sus jefes, y seguramente éstos no cejarán porque les va en ello la libertad propia, de sus hijos y las fortunas mal habidas. En el cómputo de asistentes a las marchas -un caso emblemático fue el día de San Cayetano- sumaron a quienes tienen legítimos reclamos por la pobreza o la falta de trabajo pero, cuando se tomó conciencia del fin real y aparecieron pancartas y pañuelos blancos, el número se transformó en infinitesimal, como ocurrió ayer en Mar del Plata, donde sólo eran trescientos, aunque por cierto muy agresivos.

Eso confirma que la ciudadanía está dispuesta a realizar el esfuerzo que se le pide -sobre todo, porque la alternativa eran Scioli y Anímal- pero, en contrapartida, exige el fin de la impunidad de los funcionarios, de sus cómplices privados y de los jueces corruptos. Si no recibe rápidamente señales positivas en esa demanda, la paciencia se acabará porque le resultará insoportable contemplar el libre pavoneo de los causantes de tantos males, aunque la responsabilidad sea de toda la sociedad, que prefirió mirar para otro lado, y votarlos, mientras los bolsillos estaban artificialmente tranquilos.


Bs.As., 13 Ago 16

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sábado, 6 de agosto de 2016

Los chimpancés togados del Sarrasani




Los chimpancés togados del Sarrasani

            
            "Un juez tiene que ser un señor; si sabe derecho, mejor". Máxima inglesa


El espectáculo que nos brindó Hebe de Bonafini desde que fue llamada a prestar declaración indagatoria por un juez, que el jueves culminó en la pista mayor del circo porteño, muestra a las claras en qué estado han quedado las instituciones de la República tras décadas de corrupción y de complicidad de los magistrados federales de todas las instancias, ya incapacitados de impartir Justicia sobre la ciudadanía atónita ante la falta de aptitud moral y el enorme desprestigio que los cubre, agravado por el conventillo en que han transformado Comodoro Py.

A partir de ahora, ¿habrá alguien que obedezca un mandato judicial?, ¿aceptará mansamente cualquiera que un Martínez de Giorgi, un Rafecas, un Canicoba Corral, un Casanello, un Freiler, un Ballestero, una Figueroa, un Rosanski, etc., pretenda juzgarlo? 

Pero, por encima de todos ellos y con facultades disciplinarias que pueden llegar hasta la destitución, está el Consejo de la Magistratura. La sociedad entera debiera montar guardia en su puerta del edifico para exigirle, simplemente, que cumpla el deber que la Constitución le asigna, y deje de ser el extorsionador en que se convirtiera desde que el ¿Frente para Qué?, imponiendo su mayoría automática, modificó su composición para permitir a la política entrar por la ventana. Mauricio Macri debería enviar ya mismo, sin dilación alguna, un proyecto de ley al Congreso para abolir esos cambios.

Bonafini está imputada por la comisión de varios delitos -defraudación al Estado, emisión de cheques sin fondos y malversación de caudales en los sueños que compartió con sus hijos putativos, los Shoklender- y se declaró, desde el mismo momento en que fue citada a prestar declaración indagatoria, en explícita rebeldía; para demostrarlo, calificó al magistrado que la convocaba, y por añadidura al Presidente de la República, con los más gruesos epítetos, además de seguir en su inveterada postura de incitar a la subversión contra los poderes del Estado y hacer apología del delito.

Cuando se ordenó llevarla ante los estrados judiciales por haberse negado a hacerlo, se acollaró con lo más granado de la asociación ilícita que saqueó nuestro país durante más de doce años. Como red de seguridad para la vieja equilibrista se pudo ver a angelitos o delincuentes tales como Boudou, Parrilli, Zannini, Kiciloff, Mariotto, Recalde, Depetris, el ¿maestro? Baradel, Larroque, Sabbatella, Cerruti, Yasky, Parodi, Segovia y sus "metrodelegados" y, en cartel francés, Máximo Kirchner; todos incurrieron, sin duda, en encubrimiento e intimidación pública. Muchos de ellos ya la habían acompañado cuando organizó los "juicios populares" a periodistas independientes o, travestida como Lenin, llamó a tomar el Palacio de Tribunales y echar a patadas a los miembros de la Corte Suprema; tampoco entonces hubo un fiscal o un juez con los redaños necesarios para imputarla por atentar contra la Constitución.

Esos mismos magistrados sinvergüenzas se niegan a cumplir con el sagrado deber que les impone la ley: la aplican retroactivamente, niegan el principio de inocencia, validan inadmisibles pruebas, mantienen prisiones preventivas que exceden el máximo legal, no otorgan el beneficio de la prisión domiciliaria a los mayores de setenta años, no cuidan la salud de los viejos enfermos. Y todo eso sólo por cobardía frente a la reacción de los tuertos organismos de derechos humanos, verdaderas cuevas de ladrones y meros instrumentos de venganza de los terroristas.  

En la Argentina que los Kirchner legaron a Macri, y que éste aún no pudo o no supo corregir, el patoterismo y la violencia pueden más que la Justicia, que ni siquiera puede controlar eficientemente a las distintas policías, que la obedecen sólo cuando les parece, porque no saben cuándo serán denunciados y condenados por hacerlo; basta recordar qué pasó en diciembre de 2001.

Otra pista en la cual se exhibe impunemente la ignorancia y la soberbia de los simios togados se da en el terreno de las tarifas públicas; ¿cómo puede un tema meramente técnico ser justiciable?, ¿qué saben los jueces acerca del costo de la energía o de la operación del subterráneo?, ¿por qué no preguntarles, también, de dónde deben extraerse los fondos para seguir pagando la fiesta populista y criminal?, ¿qué explicarán a quienes, por retrotraer la situación a diciembre de 2015, han perdido la "tarifa social" que les permitía pagar aún menos que antes y, a cambio, siguen regalando el gas y la luz a los hogares más pudientes?, ¿quién pagará ahora a las empresas para que puedan continuar prestando aunque sea estos deficientes servicios?

Evidentemente, parecen ignorar -algunos lo hacen con intención política- que uno de los requisitos esenciales para lograr el arribo de las anheladas inversiones productivas es la seguridad jurídica, y el penoso espectáculo que están brindando en este campo funcionarios y jueces no hace más que alejar el horizonte. Simultáneamente, al mantener congeladas las tarifas, impiden que crezcan la exploración, la generación, el transporte y la distribución de energía, para recuperar el autoabastecimiento perdido adrede por don Néstor y doña Cristina; y ese es el otro requisito esencial, ya que no hay en el mundo quien invierta en un país donde faltan tan básicos insumos como el gas y la luz.

La sociedad en su conjunto tiene una titánica tarea por delante: devolver al Poder Judicial la independencia, la sapiencia y el prestigio necesarios para desempeñar el soberano rol que la Constitución le asigna. La carrera judicial no es para todos, porque -en especial aquí- está llena de obstáculos, y sólo los espíritus superiores pueden transitar ese camino sin caer en tentaciones mundanas.

Quienes tienen la facultad de disponer sobre la libertad y el patrimonio de los ciudadanos y la obligación de ser la barrera frente a los abusos del poder sobre los individuos, deben estar por encima de cualquier cuestionamiento y de toda sospecha; como la mujer del César, no sólo tienen que ser serios y honestos sino, además, parecerlo.


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