viernes, 25 de octubre de 2024

Rarezas de Aquí y de Allá


                                          Rarezas de Aquí y de Allá

por Enrique Guillermo Avogadro (Nota N° 965)

 

“¡El último gesto del gran artista es la revelación de la contradicción!”.

 Giuliano da Empoli

 

Tuvo razón quien le puso ese mote, ya que Santiago Caputo, tercer integrante del “círculo de hierro” presidencial, sin duda usa “El mago del Kremlin” como biblia de cabecera. Por ello, para quien quiera prever nuestro futuro inmediato, analizar en esa novela cómo Vadim Baranov contribuyó a la construcción de poder de Vladimir Putin, resulta imprescindible. Cuando el protagonista lanza la frase del epígrafe a un opugnador del nuevo Zar, seguramente hubiera podido referirse a la desconcertante conducta de nuestro Gobierno en múltiples áreas no vinculadas a la macro-economía, en la cual acumula sucesivos e innegables éxitos, aunque el ajuste que resultó inevitable aplicar nos resulte a muchos argentinos tan doloroso. 

 

Porque resulta al menos curioso que transfiera tan inmenso poder a ese jovencísimo súper asesor (sin cargo oficial); que se mantengan los onerosísimos e irritantes privilegios impositivos que gozan las compañías armadoras de Tierra del Fuego, encabezadas por Newsan (Rubén Chernajovsky) y Mirgor (Nicolás Caputo); que se siga impulsando la candidatura del impresentable Juez Ariel Lijo a la Corte Suprema; que se tolere la continuidad de los juicios de venganza y la horrorosa persecución que sufren los ya ancianos militares en prisión; que se mantengan en relevantes cargos del Estado a quintacolumnistas del kirchnerismo y del massismo; que no se traduzcan en inmediatas denuncias penales los escándalos de corrupción que se destapan diariamente; que se mantenga o se designe en numerosas empresas y reparticiones públicas a personajes con oscuros pasados y frondosos prontuarios; que se mente al liberalismo libertario mientras se ataca a periodistas y medios independientes, se limita el acceso a la información pública y se vociferan sapos y culebras desde los más encumbrados atriles oficiales.

 

El activismo estudiantil contra el Gobierno, pese a estar desinflándose, es fogoneado por el trotskismo, claramente secundado por el kirchnerismo, y por el radicalismo que se resiste a perder el manejo sin control de los gigantescos presupuestos universitarios, tal como sucederá tan pronto comiencen la auditorías ya ordenadas. Esos sectores, aterrados ante el desierto que les toca atravesar y que vieron el camino que recorrió en Chile Gabriel Boric, un líder surgido de las anárquicas revueltas que destruyeron simultáneamente decenas de estaciones de subterráneo y enfrentaron violentamente en la calle a los Carabineros, se ilusionan con replicarlo aquí, sin aguardar el fin del período presidencial, es decir, sueñan con destituir a Milei. Pero éste tiene la suerte a su favor, porque el PJ estalló, demostrando la pérdida de centralidad de Cristina Fernández, que habilitó la traición de su heredero Axel Kiciloff al respaldar a Mario Quintela, y la UCR siguió sus pasos cuando se partió su bloque en Diputados por inspiración de Martín Lousteau y Facundo Manes, al quedar en minoría.

 

La reaparición del asesino Mario Firmenich desde su más que cómoda residencia en Nicaragua, reivindicando el accionar terrorista de Montoneros con la pretensión de traerlo al presente, y el franco respaldo de sus más encumbrados cómplices a los pseudo-mapuches que incendian y ocupan propiedades privadas y fiscales, son síntomas que delatan sus intenciones: desafiar al Estado, aún a costa de la desintegración territorial de la Argentina, y convertir a nuestro país en un nuevo campo de batalla de la renovada guerra (todavía) fría que se libra en el plano geopolítico mundial. No tendrán éxito los subversivos actuales porque estas nuevas generaciones son incapaces, gracias a Dios, de parir tantos criminales como aquéllos de los 70’s que, en nombre de una falsa ideología igualitaria y a riesgo de sus propias vidas, sembraron el terror a sangre y fuego; si así no fuera, no dudo que la Ministro de Seguridad, a quien no le tiembla la mano, sería muy eficiente en el mantenimiento del orden público.

 

El 5 de noviembre, dentro de sólo diez días, se disputará la elección presidencial en los Estados Unidos, una de las más ríspidas y parejas de su historia. Quien resulte ganador tendrá una decisiva influencia en el futuro inmediato de todo el globo, que se ha vuelto multipolar. Se verá cuando Kamala Harris o Donald Trump tengan que decidir cuál será la política de inmigración y, sobre todo, cómo actuará su país frente a Putin, Xi Jinping, los ayatollahs, Benjamín Netanyahu, Vlodimir Zelensky, la Comunidad Europea, la OTAN y el Pacífico. Hay demasiados escenarios que desvelan a la aterrorizada humanidad por la posibilidad de un holocausto nuclear: la denodada lucha por su supervivencia de Israel contra Irán, Hezbollah y Hamás; la salvaje guerra de conquista de Rusia contra Ucrania; el persistente acoso de las milicias hutíes al comercio marítimo internacional en el Estrecho de Ormuz; la cada vez más activa gimnasia bélica de China ante Taiwan, Filipinas, India, Japón, Corea del Sur, Nueva Zelanda y Australia; y otras guerras civiles que nos pasan desapercibidas, aunque cuestan millones de vidas, sobre todo en Africa y Asia.

 

En Latinoamérica, también esa resolución electoral se espera con inquietud, y no es para menos. Si el vencedor fuera Trump, los tiranos Miguel Díaz-Canel (Cuba), Daniel Ortega (Nicaragua), Nicolás Maduro (Venezuela) y Luis Arce (Bolivia) seguramente la pasarán bastante peor que ahora, pero también Xiomara Castro (Honduras), Gustavo Petro (Colombia), Luiz Lula da Silva (Brasil) y, especialmente, Claudia Sheinbaum (México) estarán más preocupados por la forma oscilante en que se han comportado recientemente en la tirante relación entre China y los Estados Unidos, especialmente a través del BRICS. Por el contrario, si triunfara Harris, lo mismo ocurriría con Nayib Bukele (El Salvador) y quizás hasta Milei encontraría aún más dificultosos los accesos al Tesoro y al FMI.

 

Colonia del Sacramento, 26 Oct 24

viernes, 18 de octubre de 2024

Lujo Caro


 

Lujo Caro

por Enrique Guillermo Avogadro (Nota N° 964)

 

“Con tal de que dure”.

 Letizia Bonaparte

 

Napoleón, hijo de esa señora, elegía a sus generales en función de la suerte que éstos tuvieran; evidentemente, Javier Milei está tocado por esa varita mágica, ¡un lujo!. Sólo a ese factor puede adjudicarse que quienes dicen querer comandar a la principal fuerza de oposición, con desesperado hambre de futuro en el poder, sean los impresentables y carísimos Cristina Fernández, y Roberto Quintela. Si este dúo de crápulas son los únicos que aspiran a liderar al peronismo del futuro renovándolo para volver al poder, debemos concluir que el famoso movimiento ha dejado de existir, aunque conserve una gran capacidad de daño ante la sola posibilidad de su retorno.

 

En la medida en que hace poco hice un rápido inventario del costo socio-económico de los cuatro períodos presidenciales en los que tuvo responsabilidad directa, seguir hablando de Ella resulta innecesario, salvo para recordar que el 13 de noviembre próximo la Cámara de Casación Federal ratificará la condena a seis años de prisión (hasta es posible que la incremente) que le impuso el Tribunal Oral. Si bien ese fallo contará entonces con el doble conforme que exigen los tratados internacionales, no quedará firme hasta que la Corte Suprema lo revise pero, sin duda, tendrá enorme repercusión política porque incluye la inhabilitación perpetua para ejercer cargos públicos, o sea, la sacará del juego real y abrirá la ineludible sucesión en el liderazgo de la franquicia kirchnerista.

 

Quintela, Gobernador de La Rioja, otro subnormal, tiene entre sus mayores deméritos el haber reestrenado las pseudo-monedas, esos bonos con los cuales tantas provincias que carecían de dinero pagaban a sus empleados; sólo que, en este caso, no parece haber tenido demasiado éxito porque nadie lo acepta. Además, este malversador serial de caudales públicos hizo caer en default a su propio feudo ante los acreedores internacionales, mientras impide el desarrollo minero en la provincia.

 

Pero los males del extinto peronismo no terminan allí porque el marsupial Axel Kiciloff, Gobernador de la Provincia de Buenos Aires, que pretende convertirse en su único candidato presidencial y enfrentar a Milei en 2027, nos ha costado a todos los argentinos nada menos que ¡US$ 40.000 millones! por su impericia y su absurda e injustificada soberbia. Para explicar esa enorme suma, debemos recordar que, siendo Ministro de Economía, cuando su Jefa “expropió” a Repsol sus tenencias accionarias en YPF, dijo que serían los españoles quienes deberían responder por los daños ambientales y terminó pagándoles US$ 10.000 millones y, a la vez, se negó a ofrecer igual trato, porque “los argentinos no somos estúpidos” (sic), a los restantes accionistas, tal como imponían los estatutos. Hoy, para no entrar en detalles, esos damnificados han ganado el juicio contra el Estado en los Tribunales de Nueva York y se nos ha condenado a pagarles US$ 16.100 millones más, de los cuales el 33% terminará en los bolsillos de los Kirchner.

 

Por si eso fuera poco, hay que sumar la estafa en la manipulación de los índices de crecimiento para perjudicar a tenedores de bonos argentinos atados al PBI; nos llevaron a juicio ante las cortes británicas y acaban de obtener otra condena por € 1.400 millones. Y también los € 9.000 millones en intereses punitorios que, sin discutir, reconoció al Club de Paris, ni todas las demandas por la ilegal rescisión de tantos contratos de concesión de servicios públicos que había firmado Carlos Menem.

 

Tampoco el radicalismo puede festejar demasiado toda vez que se encuentra afectado por fuertes corrientes centrífugas después de, inexplicablemente, entregar su conducción nacional a un eterno tránsfuga político, Martín Lousteau, que estuvo al borde de provocar una guerra civil con su Resolución 125 siendo Ministro de Economía de Ella en otra gestión. El centenario partido, tan afecto a los cargos públicos, pese a tener varios gobernadores y 500 intendentes, está siendo vampirizado por la innegable atracción que genera el calor del sol libertario. Y lo mismo sucede en el PRO, dividido entre el bullrichismo que quiere incorporarse, incondicionalmente, a La Libertad Avanza, y el macrismo, que cifra su apoyo en obtener posiciones relevantes en el Gobierno para quienes fueran sus mejores e incuestionados funcionarios entre 2015 y 2019, tal como sucedió con el área de Energía.

 

Parafraseando a Leopoldo Lugones en su artículo “El Sable”, el crimen de Milei es haber ocupado sólo todo el horizonte político de su tiempo, mientras todos los demás partidos sufren implosiones y disgregaciones que los inhabilitan, al menos por ahora, para disputarle el poder. Aún así, hoy tienen tres oportunidades inmediatas de complicarle la vida en el H° Aguantadero: el presupuesto 2025 y la distribución del gasto fiscal, la derogación de la ley que impulsara Cristina Kirchner para blindar los decretos de necesidad y urgencia en la época de su marido muerto y, claro, los pliegos de Ariel Lijo y Manuel García-Mansilla para la Corte Suprema.

 

En el caso del tan cuestionado Lijo, candidato inexplicable, aparentemente el kirchnerismo estaría exigiendo que, antes de aprobarlo en el Senado, se sancionara una ley que aumente el número de miembros del alto Tribunal para incorporar también a quienes pudieran asegurarle a Ella la impunidad definitiva por los múltiples y salvajes delitos cometidos al saquear tan afanosamente al país y empobrecerlo hasta la miseria actual.

 

Bs.As., 19 Oct 24


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viernes, 11 de octubre de 2024

¡Pobre Argentina!


                                                         ¡Pobre Argentina!

por Enrique Guillermo Avogadro (Nota N° 963)

 

“Con una Justicia independiente, confiable y rápida,

 todo será posible; sin ella, nada lo será”.

 

Hace dos semanas nos arrasaron las lacerantes cifras de pobreza e indigencia. En el imaginario popular, el peor pecado del kirchnerismo fue la corrupción rampante, pero el costo social y económico de esa irrefrenable vocación saqueadora es sideralmente peor y el país deberá soportarlo por décadas. Es cierto que la crisis del 2001 arrastró al abismo a las clases medias y bajas, pero gran parte de esos problemas habían sido conjurados por Jorge Remes Lenicov y Roberto Lavagna para cuando llegó al poder el fundador de la dinastía, Néstor Kirchner, acompañado por los gangsters que habían robado a mansalva en Santa Cruz, y los precios de los productos argentinos volaban (el de la soja, siempre peronista, duplicaba al actual).

 

Un somero inventario de los más graves daños causados por los canallescos cuatro gobiernos de ese signo, sin duda debe incluir la pérdida del autoabastecimiento energético, la ridiculización del esfuerzo como factor de progreso, la desaparición de la cultura del trabajo, el aprovechamiento político de la “cuareterna” con la consecuente matanza de empresas, los muertos por Covid causados por la bastarda manipulación de vacunas por motivos ideológicos y crematísticos, la pauperización generalizada, la destrucción de la educación pública, la inviabilidad del sistema jubilatorio, la nefasta indefensión del país, la salvaje degradación de la seguridad ciudadana, la desmadrada inmigración, la supresión de la movilidad social ascendente, la penetración del narcotráfico internacional, el colapso de la infraestructura, el retorno de inflación, etc. Y todo eso sin olvidar la firma del pacto con Irán y el asesinato de Alberto Nisman ni la colonización de la Justicia para buscar esa repugnante impunidad que aún subsiste, vaya uno a saber en razón de qué acuerdo espurio.

 

En materia de energía, el propósito inicial fue robar YPF y la herramienta fue el congelamiento de los precios de producción. Luego, ante la escasez derivada, generó un negocio, la importación de gas licuado, fuente de nuevo latrocinios. Las consecuencias de todo eso, en particular la re-estatización de la petrolera, han derivado en monumentales condenas por US$ 37.500 millones, que deberemos pagar por generaciones.

 

Para consolidar el bastión electoral del Conurbano bonaerense, lo llenó de inmigrantes pobres a los cuales les entregó documentos argentinos para que pudieran votar y les permitió la ocupación de tierras fiscales y privadas, suministrándoles gratuitamente electricidad, aunque se tratara de viviendas de lata, sin agua potable ni cloacas. Sus habitantes pasaron de hacer planes para tener hijos a hacer hijos para tener planes sociales, que distribuyó sin control, administrados por los gerentes de la pobreza que tanto han lucrado con ello. En lugar de procurar que todos tuvieran salarios que les permitiera pagar el transporte, el agua y la energía que consumían, congeló las tarifas hasta convertirlas en ridículas, y cubrió el déficit con emisión monetaria; el despilfarro se transformó en una norma para todas las clases sociales y ahora, cuando ya no tenemos de dónde sacar dinero para seguir en esa fiesta, nos duele pagar las consecuencias de esa demencial política.

 

En nombre de una teórica igualdad, entregó el diseño y la implementación de la educación pública a Roberto Baradel y sus cómplices que, amén de transformar a los chicos en rehenes, la han destruido hasta los cimientos. Con la monumental proliferación de pseudo-universidades en el Conurbano bonaerense, otra fuente de oscuros negocios, donde 7 de cada 10 chicos no termina el secundario y, cuando lo hacen, no comprenden los textos, acabó por perfeccionar ese estrafalario y demoníaco modelo de postergación social. Y con la incorporación de cuatro millones de personas sin aportes, demolió la ecuación que daba sustento al sistema previsional: hoy, por cada jubilado, sólo hay 1,4 trabajador registrado. Por si fuera poco, incautó los fondos de las AFJP que, en Chile, por ejemplo, tanto contribuyeron a financiar el desarrollo del país.

 

La defensa territorial y la vigilancia eficiente de las fronteras fueron las primeras víctimas de proyecto kirchnerista. Como no pudo cooptarlas al mejor estilo chavista, desfinanció a las fuerzas armadas y empujó sus salarios por debajo de la línea de pobreza, mientras impedía a las fuerzas de seguridad (policías, Gendarmería y Prefectura Naval) cumplir con sus objetivos específicos de vigilar las fronteras terrestres, fluviales y marítimas para facilitar la pesca ilegal, el contrabando y el tráfico de personas y estupefacientes, todas lucrativas actividades a las cuales los Kirchner estuvieron (seguramente, aún lo están) asociados.

 

Estas calamidades podrán repetirse si la Justicia no cumple su esencial rol y resuelve, de una buena vez, tantas causas penales en curso. La inicua y tan sospechosa insistencia en designar a Ariel Lijo a la Corte conspira claramente contra ese objetivo, en especial porque subsistirá la desconfianza de los inversores, propios y ajenos. ¿Se vinculará a esa postulación la rara conducta de la Cámara de Casación, que debe decidir sobre la condena a Cristina Fernández en la causa Vialidad, al avisar que emitirá su fallo recién el 13 de noviembre? ¿Se deberá a ese plazo el acelerón del Gobierno en el trámite de la candidatura?

 

Como sociedad, debemos estar muy alertas para evitar que un traspiés de Javier Milei, habilite el regreso del kirchnerismo exterminador, como sucedió en 2019, con las terribles consecuencias que todos conocemos.

 

Bs.As., 12 Oct 24


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viernes, 4 de octubre de 2024

Universidad en Guerra

 


Universidad en Guerra

por Enrique Guillermo Avogadro (Nota N° 962)

 

“No puedes volver atrás y cambiar el principio, pero

 puedes comenzar donde estás y cambiar el final”. 

 C.S.Lewis

 

Como ha sucedido tantas veces, el miércoles el país se conmovió por grandes concentraciones de ciudadanos convocadas, en reclamo por la Universidad pública, con falsas consignas, inventadas por quienes pretenden conservar sus canonjías, sean éstas políticas o económicas y, sobre todo, que nadie pregunte por ellas ni audite los fondos que las alimentan. Ese engaño viene de lejos, pero ha tenido tanto éxito que se ha convertido en un dogma indiscutible para clases sociales que, pese a que ya no pueden acceder a ella, centran allí el mito del ascenso social.

 

La frase (“La Universidad pública y gratuita es igualadora social”) es una colosal mentira. Basta ver qué porcentaje de alumnos proviene de las clases media-baja y baja. Estudiar, ¿requiere el mismo esfuerzo para un joven que no trabaja que para el que sí lo necesita? ¿Es lo mismo ir en auto a la facultad que viajar horas en medios de transporte público? Entonces, y desde otro ángulo, ¿es justo que los más pobres sustenten con sus impuestos una Universidad que no tiene exigencia alguna y a la cual sus hijos no podrán acceder? La Argentina, nos guste o no, está quebrada y el 52% de sus habitantes son pobres o están en la miseria; ¿es siquiera razonable que dedique parte de sus escasos recursos a educar gratuitamente a extranjeros cuyos países de origen no ofrecen recíprocas ventajas y a quienes quieren estudiar carreras innecesarias (abogados, contadores, etc.), durante muchos años, como si aún fuera rica?

 

Por nuestra el mayor tiempo que les lleva a nuestros estudiantes llegar al título, la escasez de graduados en comparación con los países vecinos, y porque muchos de ellos lo son en carreras que el país no requiere, el resultado es penoso y sumamente gravoso para el erario. Insume enormes gastos en infraestructura, investigación y (magros) salarios docentes que además, al no ser eficientemente auditados, habilitan corruptelas de todo tipo, tal como sucedió con los miles de oscuros contratos firmados por universidades con organismos públicos para evadir controles.

 

        Mi propuesta es, relativamente, simple de implementar. Se trata de establecer –la Argentina dispone, sin duda, de los medios informáticos para hacerlo- cuántos nuevos graduados de cada una de las disciplinas necesitará el país a cinco años vista. Basta, para hacerlo, con introducir en una computadora la información que suministren las empresas y el sector público, incluyendo a los potenciales inversores que se acerquen.


        Con el resultado de esa investigación, se constituiría un primer cupo de ingresantes a la Universidad. Para formar parte de él, los estudiantes deberían rendir un muy exigente examen de ingreso –en matemáticas, lengua, ciencias y ciencias sociales- y mantener el nivel de excelencia durante toda la carrera, comprobado mediante pruebas semestrales. A los miembros de ese primer cupo no sólo no se les cobraría matrícula alguna sino que, por el contrario, se les pagaría un sueldo razonable, que les permitiera inclusive mantener a su familia, durante todos sus estudios. Como es obvio, quienes lograran graduarse integrando ese primer cupo encontrarían una clara salida laboral, ya que tanto el Estado cuanto las empresas los buscarían afanosamente.


       Luego, crear un segundo cupo que tuviera en cuenta la capacidad física de cada una de las facultades. Al menos en algunas de ellas, hay materias en las que los profesores deben dar clases a más de cien alumnos a la vez, lo cual impide una eficiente enseñanza. Ese segundo cupo, es decir los extranjeros y aquellos que opten por carreras que el país no necesitará –y, por ende, es injusto que deba soportar- o por estudiantes que no lograran el nivel de excelencia requerido para el primero, debería pagar para estudiar. Simple: si quieres hacerlo, báncalo tú. Incorporaría a esas normas una ley que impusiera al sector público la obligación de contratar, como consultora externa, a la Universidad, y pagar los honorarios correspondientes.


       Veamos qué efectos produciría la solución propuesta. En primer término, mejores graduados, y el país dispondría de profesionales excelentes en las disciplinas más necesarias. Luego, impediría la permanencia del “estudiante crónico”, ese al cual el bajo nivel de exigencia en materia de cantidad de materias aprobadas se le permite permanecer en los claustros por muchos años, incordiando a los verdaderos alumnos.


       Con el producido de las matrículas pagadas por los integrantes del segundo cupo, más los honorarios por sus servicios de consultoría externa, se formaría un interesante presupuesto propio, que permitiría mejorar sensiblemente los salarios e invertir en infraestructura e investigación. Y al pagar interesantes sueldos, se incrementaría la vocación por la enseñanza, y que la competencia entre aspirantes contar con mejores profesores.


       El círculo virtuoso se cerraría con el nivel de excelencia en los claustros docentes, lo cual transformaría a la Universidad en un verdadero faro capaz de iluminar el futuro del país, dejando de ser el miserable fanal que sólo permite ver la escalera descendente en la que estamos embretados.

 

        Lo sucedido esta semana en el campo internacional no hizo más que agravar mi preocupación, sobre todo en el escenario de Medio Oriente, ya que el ataque directo de Irán a Israel y la presumiblemente inminente respuesta de éste, más la implicancia de Siria, Líbano y las milicias chiítas de Irak y Yemen en la lucha, prometen incendiar aún más la zona, con consecuencias gravísimas para el mundo entero, tanto por el incremento del precio del petróleo cuanto por el riesgo nuclear, siempre presente. Y todo esto, a justo treinta días de las trascendentales elecciones de los Estados Unidos, de cuyo resultado dependerá, sin duda, el tablero geopolítico global.

 

Bs.As., 5 Oct 24


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