Convulsiones Continentales
por Enrique Guillermo Avogadro (Nota N° 1007)
“Si no estás en la mesa, Guillermito, estás en el menú”.
Un empresario a Willy Kohan
Hoy, cualquier cosa que digamos sobre la reunión que
mantuvieron ayer, en Alaska, Donald Trump y Vladimir Putin no podría ser más
que una especulación; sólo nos enteraremos de la verdad acerca de qué fue
negociado en ella con el correr de los días, observando cómo se comporta Rusia
en el terreno de Ucrania, y cómo lo hace Estados Unidos en su relación con
Ucrania en particular y con Europa en general.
Volodimir Zelensky, que se ha pasado la semana entera
recorriendo las grandes capitales de la Comunidad Europea en pos de un respaldo
militar y financiero que le permita continuar con la defensa de su territorio,
hoy algo dudoso sobre todo por lo escaso de sus tropas en el terreno, se debe
sentir como el pato de una boda a la cual no ha sido invitado.
De todas maneras, en un mundo – la diplomacia – en el
que hasta los gestos tienen significado, y en especial en un sistema como el
que rige en Moscú, donde nadie se atreve siquiera a respirar sin permiso del
Presidente, la indumentaria que vistió Serguei Lavrov, su Canciller, para
llegar a la cumbre – una camiseta con la sigla de la URSS en el pecho –
constituyó una violenta marcación de la cancha a Trump, que tal vez hubiera ameritado
que éste cancelara el encuentro.
Para el dignatario visitante, sin duda, la reunión fue
un importante ascenso internacional, ya que de hecho lo llevó sin escalas a la
gran mesa de las decisiones internacionales, una suerte de Yalta actualizada, equiparándolo
al anfitrión y al ayer ausente Xi Jinping. Tampoco fue casual el lugar elegido
para celebrarla, toda vez que Putin sólo debió volar los 87 Km que separan a su
país del continente americano, ahorrándole los (imaginarios) riesgos que
conlleva la orden de captura dispuesta por el Tribunal Penal Internacional que
pesa sobre él.
Trump se mueve, como hemos visto desde que asumió su
segundo mandato, en forma espasmódica, pero algunos datos siguen resultando
curiosos o llamativos, si se quiere. Por ejemplo, ha impuesto serias sanciones
arancelarias a India por comprarle petróleo y gas a Rusia, y dando el
consecuente oxígeno financiero a su débil economía, un estado que la guerra
misma ha ahondado. Sin embargo, no ha hecho lo mismo con China, que no sólo se
comporta del mismo modo con su – por ahora – aliado de Moscú, a quien además
suministra armas.
Para obtener un escurridizo cese del fuego en Ucrania,
ha amenazado reiteradamente al “neo-zar” con embargar los activos en el
extranjero de su país, de los principales magnates rusos y de sus empresas,
pero no ha concretado nada. En cambio, después de prohibir a Chevron operar en
la extracción de petróleo en Venezuela y levantar esa medida al poco tiempo, algo
esencial para la catastrófica situación del país, aplicando la Ley Maginsky, sí
ha confiscado bienes del dictador Nicolás Maduro por US$ 750 millones (casas,
aviones, haras, etc.) en territorio estadounidense y en República Dominicana,
además de ofrecer una recompensa de US$ 50 millones por su cabeza, imputándolo
de narcotraficante.
Este jueves, por otra parte, Trump prácticamente ha
militarizado la ciudad de Washington al ordenar al Ejército y a la Guardia Nacional
patrullar las calles de la capital invocando la necesidad de devolverles una seguridad
ciudadana que, a sus ojos al menos, ha perdido; y ha encomendado a la Armada desplegar
numerosos buques en el Caribe, en un nuevo intento de detener el flagelo del
narcotráfico en la zona.
En la región, la atención está centrada en Bolivia,
donde mañana se sustanciará la primera vuelta de las elecciones presidenciales.
Todas las encuestas coinciden en que el segundo turno se disputará el 19 de
octubre entre Samuel Doria Medina, de centro derecha, y Jorge “Tuto” Quiroga,
de derecha. Si así fuera, habrán terminado los gobiernos del MAS, que encabezados
por Evo Morales y Luis Arce Catacora, hoy mortalmente enfrentados, destruyeron
la economía hasta sus cimientos. Pero no garantiza que el líder cocalero, con
orden de detención por estupros reiterados, no resista violentamente desde su
reducto en el Chapare.
Ese final implicará un enorme alivio, porque acabará
con una de las grandes cabezas de playa – la otra, Venezuela – de Irán en la
región y de sus milicias proxys, sobre todo Hezbollah, tan activas en la Triple
Frontera y aliadas de las violentas organizaciones criminales brasileñas,
Primeiro Comando Capital y Comando Vermelho, que tanto daño están causando en
Paraguay, Argentina y hasta Uruguay, ya que utilizan la Hidrovía para exportar
la droga e importar armas.
Ya en noviembre, los ojos continentales se centrarán
en Chile, que el 16 de ese mes celebrará sus elecciones presidenciales – el 14
de diciembre se disputaría, de ser necesario, el segundo turno. Gabriel Boric,
que viene muy golpeado por el desempeño económico, lleva como candidata
oficialista a la comunista Jeannette Jara, y competirá contra sus principales adversarios
de derecha, José Antonio Kast (Partido Republicano) y Evelyn Matthei (Vamos
Chile); si alguno de estos últimos triunfaran, gran parte de la región habrá
cambiado de color político, enterrando aquellos delirios mesiánicos de “Patria
Grande”, pseudo socialista y ladrona, que soñaron Hugo Chávez, Néstor Kirchner,
Luiz Inácio Lula da Silva y Rafael Correa.