Raras coincidencias
por Enrique Guillermo Avogadro (Nota N° 987)
“Quien no está contra nosotros, está con nosotros”.
János Kádár
Los cimbronazos que seguiremos viendo en la calle, en el H° Aguantadero y en los mercados tienen razones concurrentes. La primera, el pánico de Cristina Fernández ante la velocidad que han adquirido las causas penales que la afectación, en especial “Vialidad”; Ese miedo la hizo cometer el grave error de organizar el violento disturbio de hace quince días, mientras el Gobierno lograba blindar el DNU que respalda el acuerdo con el FMI.
La segunda, la desesperación del “círculo rojo” ante un proyecto económico que se está llevando puestos todos los beneficios y protecciones que le permitieron lucrar a la costa de los ciudadanos de a pie; como es fácilmente comprensible, a los integrantes de ese siniestro club les importa mucho forzar una devaluación para mejorar sus negocios, aunque sea a costa del resurgimiento de la inflación que, si bien muy reducida en términos argentinos, aún padecemos. La tercera, en combinación de las anteriores, la acción de los especuladores que están jugando al aumento de la cotización oficial del dólar futuro. Es decir, esas tres razones obedecen a la imperiosa necesidad de que Javier Milei fracase lo más pronto posible y todo estalle.
La cuarta - que no mueve significativamente el amperímetro de la popularidad del Gobierno, tal como muestran todas las encuestas – es la sucesión de errores no forzados cometidos desde mediados de febrero por los más altos escalones de la administración: el affaire $Libra, la insistencia en la candidatura de Ariel Lijo a la Corte y la multiplicidad de grandilocuentes anuncios no confirmados luego. Y la última, el rechazo visceral que muestra a Karina Milei y Santiago Caputo a una alianza electoral con PRO, algo que habilita –y preocupa a los inversores- la probabilidad de un doble triunfo del pero-kirchnerismo en CABA (mayo) y la Provincia de Buenos Aires (octubre) porque, como es bien conocido, cuando se juega el partido final todas sus facciones olvidan rencores y se juntan para ganar.
Las principales banderas de Milei son la disciplina fiscal y la lucha contra la inflación. El ataque sobre el dólar, que está motivando un fuerte drenaje diario de las muy escasas reservas del Banco Central, y cuya apreciación siempre se traduce aquí en incremento de precios internos, hoy se convierte en más imperiosa, si cabe, la necesidad de un acuerdo con todas las fuerzas políticas que representan a quienes miran con justificado pavor un eventual retorno de un pasado como el que representa a Cristina Fernández. Los líderes de La Libertad Avanza, todos de tan distinto origen, deben recordar la máxima de Kádár que sirve de epígrafe a esta nota y, con verdadera grandeza, actuar en consecuencia.
Cuando cerré la nota anterior no sabía que la Cámara de Casación había rechazado el recurso extraordinario de la ex Presidente contra el fallo que ratificó su condena a seis años de prisión e inhabilitación perpetua para ejercer cargos públicos. Le queda sólo ir en queja a la Corte. Esta, a su vez, podría rechazarla sin siquiera considerarla, puesto que sólo se involucra cuando se trata de violaciones a garantías constitucionales; si lo hiciera, la pena quedaría firme y ella sería enviada a la cárcel. Como ya ha cumplido 71 años, los jueces podrían otorgarle la prisión domiciliaria –un privilegio que no parecen merecer los cientos de militares condenados por delitos de lesa humanidad que aún se pudren y mueren en las mazmorras de esta sociedad hipócrita– y mandarla a mirar por la ventana su jardín del Calafate, al menos hasta que se ordene el decomiso de sus tantos bienes mal habidos.
Pero todo eso tiene otra arista que complica aún más, si cabe, el panorama. Me refiero a la integración actual de la Corte, con la incorporación de Manuel García-Mansilla, designado por decreto del Poder Ejecutivo. Y digo que resulta complicado porque el jueves 3, el Senado tratará, finalmente, los pliegos de aquel y del impresentable Ariel Lijo, y podrá aceptarlos o rechazar a uno o al otro. Si la denegatoria afectaría a García-Mansilla, su desplazamiento plantearía un conflicto de poderes de enorme envergadura pues ya ha prestado juramento y hasta sentencias firmadas. A esta altura, lo razonable sería que la Casa Rosada retirara los pliegos de ambos y dejara al Senado sin nada que decir.
Pero, fuera de nuestras fronteras, el mundo tampoco duerme tranquilo. La actitud de Donald Trump en relación con la guerra entre Rusia y Ucrania, al obligar a la Europa de la OTAN a destinar una enorme masa de recursos para suplir, con armas e inteligencia, la negativa de Estados Unidos a seguir involucrándose, hará que los países de la Unión Europea deban disminuir, en igual proporción, los fondos que derivan a intentar mantener el ya insostenible “estado de bienestar” al que están acostumbrados sus habitantes. Y eso, necesariamente, producirá graves convulsiones sociales que pueden reconfigurar todos los sistemas de gobierno del continente.
Por su parte, la guerra comercial que el magnate ha descerrajado, con fuertes aranceles a la importación, contra el resto del mundo ha comenzado a impactar, por la creciente alza de precios internos, sobre el nivel de vida del ciudadano medio y en las cotizaciones de las mayores empresas, lo cual ha implicado pérdidas trillonarias para los pequeños inversores norteamericanos. Por lo demás, el Presidente está generando conflictos de incierto pronóstico, en un país con tan férreas instituciones, con los jueces, la prensa independiente, las universidades de élite y hasta con muchos de sus votantes, que dependen de la mano de obra inmigrante para sostener la producción de bienes de consumo.