sábado, 7 de junio de 2008

¿Qué mueve a Néstor Kirchner?

¿Qué mueve a Néstor Kirchner?


Esta pregunta flota, como una densa y pesada nube, sobre la sociedad argentina, que asiste, con asombro, a la inexplicable conducta del ¿ex? Presidente.

¿Qué lo lleva a confrontar permanentemente, como ha hecho desde los lejanos días del 2003? A lo largo de estos años, seleccionó, como enemigos, a los militares, a los católicos, a los periodistas y a los medios de prensa, a los ‘barones’ del conurbano, a los exportadores de carne, a algunos sindicatos y, en general, a todo aquel que tuviera un pensamiento diferente al único –aparentemente- posible hoy en la Argentina.

Sin embargo, ahora nos encontramos con un escenario totalmente diferente. Hoy, se ha peleado con todo el interior del país, y con las clases altas y medias de las ciudades. Con ello, no solamente ha arrasado con gran parte de su base electoral, sino que ha condenado a la Argentina a un nuevo fracaso, esta vez totalmente gratuito e injustificado.

La magnitud del desastre que ha provocado es tal que ha puesto a los argentinos al borde de la lucha fratricida y esa certidumbre es la que ha impulsado a la Iglesia a convocar, de urgencia, a sus cuerpos deliberativos más importantes.

Buzzi, desde la Federación Agraria, Castells, desde los piqueteros no oficialistas, y muchos otros, han dado cuenta de la inquietud que atraviesa a la sociedad toda, con la única excepción de los D’Elia, Pitrola, De Petri, Pérsico, y la claque de los multitudinarios Fernández.

Entonces, ¿qué mueve a Kirchner a seguir echando nafta al fuego? ¿Qué pudo hacer que el viernes, cuando el conflicto con el campo parecía entrar en un período más tranquilo con el levantamiento de los campamentos que bordean las rutas, mandara –sí, mandara- a detener a productores e imputara a políticos de la oposición?

Ese comportamiento del viernes recuerda, sin ninguna duda, a la actitud del Jefe de Gabinete el 22 de mayo, cuando –una vez más- se negó al diálogo real con la dirigencia rural y brindó explicaciones sobre la base de una presentación electrónica preparada de antemano y rápidamente desmentida por la Comisión de Enlace. Si algo faltaba, entonces, para constituir al acto del 25 en Rosario en la mayor demostración popular desde las elecciones de 1983, Alberto Fernández se ocupó de reforzar la voluntad de asistir de muchos.

La primera cuestión es determinar si estas conductas corresponden a un tonto, que se porta de este modo ‘sin querer’ o, por el contrario, son producto de una mente –inteligente o ‘viva’- que sabe, perfectamente, qué está haciendo.

Personalmente, y valga la redundancia, estoy convencido que la segunda moción es la correcta. Alguien que ha construido esta muy eficiente maquinaria de poder, partiendo de una oscura gobernación de provincia y sin aparato propio, no puede ser un imbécil.

Entonces, si todo es adrede, ¿por y para qué actúa de este modo?

Hay que recordar que el PJ, desde su nacimiento, es uno de los movimientos políticos más caníbales que han existido. Kirchner sabe que, si cediera y, con ello, demostrara debilidad, su base de sustentación, aún con la caja en sus manos, rápidamente comenzaría a actuar para fagocitarlo. Los hoy tan leales intendentes del conurbano, los jerarcas sindicales y las ex-tropas duhaldistas no demorarían mucho en ‘borocotizarse’ a favor de un nuevo líder que les garantizara la supervivencia y las prebendas.

Por otra parte, no creo equivocarme si afirmo que don Néstor es el líder más odiado por su propia tropa de todos los que ha parido la República desde sus orígenes. Aún quienes le lamen la mano, como sus ministros y funcionarios, lo detestan; sus modales, su manía golpeadora (física y moralmente hablando), su desmerecimiento permanente a sus mismos subordinados y a su propio mujer, contribuyen –muchísimo más que la inexistente (hasta que apareció el interior) oposición- a generar, en su contra, el peor de los resentimientos.

Y, por ello, sabe que, si llegara a caer, su suerte futura será muy negra. Los hoy rastreros y acomodaticios jueces que demoran o niegan las investigaciones de corrupción serán los primeros en activarlas y obligarlo a un tránsito permanente por los Tribunales del país, con un pronóstico fácilmente predecible. Volverán a las primeras planas los dineros de Santa Cruz, las coimas de Skanska y de las obras públicas, Antonini Wilson y sus valijas, Lafsa, el gasoil comprado y los bonos vendidos a Venezuela, el proceso del ‘tren bala’, la ‘argentinización’ de las empresas, la expansión del juego, el enriquecimiento personal y de sus testaferros, e innumerables etcéteras.

No creo que exista, en este momento, un país –tal vez, sólo Venezuela- que pudiera servir de refugio a un prófugo de esta naturaleza. Baste recordar el caso reciente de Fujimori, en Perú. Y tampoco creo que la personalidad de Kirchner le permitiera, siquiera, plantearse la fuga como una alternativa.

Y, entonces, cabe formularse la pregunta del millón: ¿hasta dónde estará dispuesto a llegar para evitar todos esos males?

Mal que me pese por el bien de Argentina, estoy convencido que, en este caso, don Néstor y su cónyuge sí están dispuestos a llegar ‘hasta las últimas consecuencias’, con todo lo que ello implica.

No me imagino, siquiera, una aceptación pacífica, con ‘fair play, de un resultado negativo en las urnas. Y no solamente por parte de la pareja gobernante, sino de todo su entorno, con los personajes ya nombrados más los Kunkel, Gullo, Zanini, Bonafini, etc.. No los veo, realmente, diciendo por televisión que la democracia es así, que a veces toca perder, que otros han ganado y transfiriendo a esos otros la banda presidencial y la caja. Y eso pone un plazo máximo al grave conflicto que preveo: las elecciones de 2011.



Buenos Aires, 3 de junio de 2008.-
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