lunes, 28 de julio de 2008

Petróleo, un dilema mundial: ¿altos precios o escasez?

Petróleo, un dilema mundial: ¿altos precios o escasez?

El tema del petróleo es, tal vez, uno de los mayores problemas del mundo actual, absolutamente dependiente del producto.
Resulta casi perogrullesco describir la importancia del mineral en el transporte, la generación de energía, la fabricación de plásticos, etc., pues está presente, hoy, en casi todas las actividades humanas.
Por lo demás, los altos precios a los que ha llegado el barril –que, según algunas predicciones del mercado de futuros internacional, llegarán a los US$ 250/300 dentro de un año- nos hace pensar que la economía global, tal como la conocemos hoy, sufrirá enormes cambios en un futuro no muy lejano, afectando a miles de millones de seres humanos a través de la restricción en el consumo, sea en razón de su escasez, sea en razón de su valor.
Hasta hoy, mucho se ha discutido acerca de la posibilidad de que la producción hubiera llegado a su pico máximo –el 'picking'- y, a partir de ahora, sólo podía decrecer. Esa teoría, confirmada hace tiempo, por ejemplo, en el territorio continental de los Estados Unidos, se basa, especialmente, en la falta de nuevos descubrimientos de yacimientos de importancia. En realidad, desde la época en que se localizaron los gigantescos yacimientos de Arabia Saudita, por lejos el mayor productor mundial, no han aparecido grandes novedades en este terreno.
Sin embargo, el escenario actual aparece conmovido por algunas realidades verdaderamente originales.
Por una parte, grandes capitales que, habitualmente, actuaban en los mercados financieros mundiales, han trasladado su campo de batalla al terreno de las 'commodities', explicando con ello, parcialmente, la inusitada alza en los precios de las mismas, sean éstas petróleo o alimentos.
Digo ‘parcialmente’ porque esos notables incrementos también se justifican por el aumento de la demanda sin un paralelo crecimiento de la oferta. Y esto es así por cuanto un porcentaje muy grande de la población mundial, en especial en los países en desarrollo, ha pasado a integrar la clase media y, con ello, ha modificado sus hábitos ancestrales de consumo limitado o reducido.
Ese factor, como lo señala estupendamente hoy Moisés Naim en su nota “Un boom con consecuencias peligrosas” (publicado, originalmente, en ‘El País’, de España, y reproducido por ‘La Nación’, de Buenos Aires), tenderá a agudizarse en un futuro casi inmediato, produciendo una revolución económico-cultural inédito.
Pero volvamos al tema de esta nota.
El increíble aumento de los precios del petróleo –y del gas- ha permitido la exploración de nuevas fronteras en búsqueda de yacimientos, sobre todo en aguas profundas, y la viabilidad de la producción comercial de los descubrimientos.
El ejemplo más notable es el de Brasil, que ha puesto en marcha –aún en etapa de investigación- las nuevas cuencas de su mar territorial, después de haber localizado enormes depósitos a más de 3.500 metros de profundidad a partir de lecho marino que, a su vez, se encuentra a 1.500 metros de la superficie.
Para llegar a esos yacimientos, ha debido perforar no solamente una capa gigantesca de roca, sino una ‘caverna’ de sal, lo cual ha permitido denominar a ese lugar como la camada pre-sal.
Lo mismo parece haber ocurrido en la plataforma continental de Uruguay y hasta de Cuba.
Si esos nuevos descubrimientos son tan grandes como parece, ¿cuál es, entonces, el problema?
Muy sencillo. El petróleo en suelo continental parece haber llegado a su 'picking', es decir, la producción ‘en tierra’ sólo podría tender a desacelerarse, y ello haría indispensable extraerlo, con nuevas y caras tecnologías, de pozos ubicados bajo el mar.
Y aquí aparece el dilema de hierro de la humanidad: si el petróleo bajara de precio los yacimientos nuevos, como el descubierto por Brasil, volverán a ser inviables y serán olvidados. Pero, por la falta de una oferta suficiente para la creciente demanda, la escasez hará regresar los aumentos de precios.
En una palabra, la humanidad y su economía global deberán acostumbrarse a nuevos niveles de precios, altísimos, que trastocarán todo lo conocido hasta ahora.
Y la única solución es que el mundo reduzca el consumo de petróleo enormemente, reemplazándolo en forma inmediata por energías originadas en fuentes renovables, como el agua, los biocombustibles de origen no alimentario, el viento, el sol, la fisión nuclear, etc..
Si no tomamos en serio estas advertencias de la naturaleza, asistiremos muy pronto a una crisis económica de características globales, frente a la cual el 'crack' de 1929 y las anteriores crisis del petróleo nos parecerán un verdadero juego de niños.

Buenos Aires, 28 Jul 08


Publicado en
Comité de Energía - Consejo Argentino de Relaciones Internacionales (CARI)

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