sábado, 5 de diciembre de 2009

No son caníbales

No son caníbales


“¡Oh engaño de los hombres, vida breve,
“loca ambición al aire vago asida!,
“pues el que más se acerca a la partida,
“más confiado de quedar se atreve”
Lope de Vega


El jueves por la noche, los opositores demostraron que no son caníbales o, al menos, que no están dispuestos a combatir al caníbal comiéndoselo. Reconozco que, en casi cualquier otra circunstancia y en casi cualquier otro país, eso sería un mérito innegable.

Pero no estamos en Uruguay, Brasil o Chile. Estamos en Argentina, y enfrente está Kirchner.

Después de su tentativa de dinamitar el acuerdo caballeresco que el arco opositor había ofrecido, y Rossi aceptado, y ante la evidencia de la derrota pública que se le había infringido, se resignó a autorizar la entrada al recinto de los diputados del Frente para la Victoria.

Pero creer que esa batalla implicó el fin de la guerra que él mismo ha desatado es una ilusión pues, más temprano que tarde, volverá a hacer de las suyas, y a incendiar el escenario a su paso.

Hace unos días, en una nota que titulé “¿Box o lucha libre?”, dije que los opositores estaban peleando en un ring, elegido por don Néstor, con las reglas del marqués de Queensberry, mientras que él lo hacía apelando a otras, más parecidas al kick-boxing. Y esta sigue siendo la triste realidad.

Anteayer, quienes resultaron victoriosos en la contienda electoral del 28 de junio, decidieron perdonarle la vida a un oficialismo que, en todos los casos, ha demostrado que es incapaz de tener piedad, no sólo con sus contendientes sino con su propia tropa –el Senador Picheto y el Diputado Rossi, ambos humillados por el tsunami que llega de Olivos, son los últimos ejemplos- y la población en general.

Para ello, los opositores construyeron una mayoría reconocidamente circunstancial, que el kirchnerismo destruirá tan pronto como le resulte necesario.

El propio don Agustín, que abusó en el recinto de su cara de piedra, sosteniendo a gritos que el oficialismo nunca había ejercido sus mayorías para imponer criterios a los demás –como si los pseudo debates por la Ley de Medios o por la reforma política hubieran sucedido en otra galaxia y en otro siglo-, declaró ante las cámaras, al finalizar la sesión, que se recurrirá a cualquier método para conservar la “gobernabilidad”, que las decisiones adoptadas en la Cámara ponían en riesgo.

¿Se necesita algo más para saber cómo es el enemigo?

Esa construcción precaria de una mayoría opositora, conformada por más de diecisiete bloques distintos de diputados, estallará en mil pedazos cuando el tirano de Olivos así lo quiera. Comprará voluntades, extorsionará mediante carpetas de la SIDE, intimidará con sus barras bravas, asfixiará a las provincias con sus superpoderes (ahora, renovados hasta el fin del mandato de doña Cristina), vetará decisiones parlamentarias, conculcará libertades y suprimirá la prensa libre.

Kirchner, demonizado en todas las encuestas con una intención de voto que no supera el 10%, ha decidido olvidarse de la opinión pública, cuyo favor sabe que no recuperará, para concentrarse en el poder, puro y duro. Cree que sólo un imperio económico gigantesco –conformado por bancos, dinero negro, empresas energéticas, constructoras, inmuebles de todo tipo, pesqueras y hasta casinos- puede ser la carta de negociación de su futuro, para evitarle la cárcel o el exilio.

Por eso resulta útil recordar que von Clausewitz, en su prolífica obra sobre la guerra, enseñó que, en ella, el enemigo debe ser destruido, de modo tal que no pueda volver a empuñar las armas contra el vencedor.

Los opositores optaron por una convención mínima, renunciando a pelear por la Presidencia de la Cámara, para lograr que algunos sectores, en nombre de una falsa tradición legislativa –recordar que el radicalismo, después de las elecciones de mitad de mandato de De la Rúa, se vio privado de las presidencias de ambas cámaras-, adhirieran y conformaran un quórum capaz de evitar una nueva maniobra kirchnerista. Sin embargo, nadie supone que, a partir de entonces, esa circunstancial alianza, tan amplia en su espectro, vaya a perdurar.

La pequeña diferencia de un voto en las comisiones de la Cámara es una leve dificultad para don Néstor, que ya se ocupará de dar vuelta a un diputado en cada una de ellas, como lo ha venido haciendo, en términos mayoristas, con todo el Congreso.

En otro orden de cosasa, una conducta que, en notas anteriores, recomendaba a los gobernadores exhaustos por la sangría a sus arcas que representan el impuesto al cheque y las contribuciones a la ANSES, es decir, la de emitir bonos para hacer frente a las obligaciones de sus provincias y evitar, así, la extorsión permanente del poder central, fue adoptada por Schiaretti como una amenaza esta semana.

A partir de ese anuncio, el Poder Ejecutivo nacional se vio obligado a abrir la bolsa –o, al menos, prometer hacerlo- para evitar que Córdoba –cuyo ejemplo seguirían las demás provincias- volviera a un infierno del que, se ufanan, los Kirchner dicen haber rescatado a la Argentina.

Espero que hayan aprendido los demás, porque lo absurdo fue que esos mismos gobernadores, por miedo al estallido social de sus provincias, incapaces de hacer frente a sus obligaciones por el saqueo al que son sometidas sus arcas por los pingüinos, llevan más de seis años concediendo a éstos la capacidad de continuar haciéndolo. Entregaron, con cada Ley de Presupuesto y con cada renovación de los superpoderes, las armas recargadas con las cuales Kirchner los fusila desde que asumió.

Por eso, todos debiéramos conocer, con nombre, apellido y foto, a los legisladores salientes que, a cambio de puestos oficiales o billeteras abultadas, entregaron a Kirchner y a doña Cristina al país atado de pies y manos por dos años. Debiera resultarles difícil, al menos, volver a caminar por las calles de sus pueblos y ciudades.

No es que crea que importaría mucho a quienes lo hicieron, porque los argentinos padecemos de flaca memoria, pero sí creo que una condena social fuerte es necesaria, sobre todo para mantener a raya a quienes acceden a sus bancas, o sus sillones (como Colombi, en Corrientes), el 10.

Ese día, a las 17:00 horas y en el Rosedal de Palermo, es imprescindible que estemos todos, sin distinciones ni banderías, en nombre de la República y de la libertad, para expresar nuestro deseo de recuperar ambos valores, de volver a contar con una Justicia independiente, sin la cual nada es posible.

Y es necesario, también, que ese acto se replique en cada capital de provincia, para decirle a los nuevos legisladores qué espera el país de ellos, y qué no está más dispuesto a tolerar.

Bs.As., 5 Dic 09

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