miércoles, 30 de mayo de 2012

Entrevista en "Sin Fronteras TV" del 29 May 12

Entrevista en "Sin Fronteras TV" del 29 May 12
http://www.youtube.com/watch?v=OSMJKLFkWbw&feature=youtu.be

domingo, 27 de mayo de 2012

¿Son eternos los diamantes?





¿Son eternos los diamantes?

“La desgracia ofrece al alma luces que la prosperidad no muestra” Jean Baptiste Lacordaire

Relatan las malas lenguas, de esas que dicen haberlo conocido mucho y exhiben ciertas pruebas de ello, que don Néstor (q.e.p.d.) padecía una enfermedad que lo obligaba a contar y recontar, infinitas veces, el dinero que caía, en billetes de euros, en sus manos para terminar en las bóvedas que, explican, hay en los sótanos de la casa de los Kirchner en Calafate. Agregan que ese tráfico de efectivo hacía, por ejemplo, que don Ricardo Jaime fuera el único funcionario que no golpeaba la puerta para entrar al despacho presidencial, pues siempre traía las manos ocupadas en portar pesadas valijas.

Si esto fuera verdad, entonces la señora Presidente y sus hijos tendrían un grave problema a corto futuro. Hoy, debido a los controles que el mercado financiero internacional ha impuesto para evitar el lavado de dinero proveniente del narcotráfico y de la corrupción, resulta imposible depositar efectivo en las cuentas bancarias sin explicar, muy clara y documentadamente, de dónde ha salido.

Siempre tomando como ciertas las versiones en cuestión, el viaje a Angola recientemente realizado con tanto éxito, sobre todo desde el punto de vista del ridículo, adquiriría una nueva dimensión. Porque, estando la extracción y la comercialización de diamantes –después de Rusia, la segunda- en manos del tirano Dos Santos y de sus hijas, resulta obvio que en ese país se podrían cambiar, sin despertar sospecha alguna, billetes por piedras. Un gran volumen de papel se convertiría, de ese modo, en una pequeña bolsa llena de pequeños y brillantes pedruscos, susceptibles de ser vendidos, de a poco, en cualquier plaza del mundo. No tengo elemento alguno para confirmar que todo sucedió de ese modo; sin embargo, dado el notorio fracaso comercial de la misión emprendida, que regresó sin convenio comercial alguno, la explicación se torna más plausible.

El viernes 25, antes de que doña Cristina nos enseñara desde Bariloche su versión de la historia argentina que, como todos sabemos, comenzó el 25 de mayo de 2003, cuando don Néstor (q.e.p.d.) ocupó la Casa Rosada, nos explicara cuánto tuvo que ver Angola en la independencia nacional -por el exclusivo aporte de sangre negra a los regimientos patrios-, y defendiera la razonabilidad de su candombero baile (omitió referirse, gracias a Dios, al aleteo de los pollos y al ordeñe de las vacas) en tierras africanas, el Cardenal Bergoglio hizo un fuerte reproche a los gobiernos y a los ciudadanos, imputándoles no hacerse cargo de la corrupción y de los crímenes que de ella se derivan.

Razón tuvo, una vez más, la Presidente en trasladar el Te Deum a geografías más amables, ya que hubiera sentido ese reproche dirigido, en forma especial, a su persona.

Los familiares de los 51 muertos y los 700 heridos en Once, ¿no saben que el hecho se produjo porque funcionarios y empresarios se robaron el dinero destinado al mantenimiento del ferrocarril? Los deudos de los accidentados, muertos y heridos, en las rutas argentinas, ¿no saben que están destruidas y siguen siendo de un solo carril porque se robaron la plata que debía usarse para repararlas y ensancharlas? Las familias del norte argentino, que ven diariamente a sus hijos morir de hambre y desnutrición, ¿ignoran que no pueden verlos crecer porque algunos vivos se llevan los fondos que debían reparar esas injusticias?

¿Cómo no relacionan directamente esos crímenes de los que son víctimas con el desparpajo con que los Kirchner, el Vicepresidente, ministros y secretarios compran pisos en Puerto Madero, hoteles, casas, campos, yates y aviones? ¿De dónde creen que los funcionarios, don Néstor (q.e.p.d.) y doña Cristina incluidos, sacaron la plata para hacer tales inversiones? ¿Cómo no vinculan sus terribles males con el crecimiento exponencial de las fortunas que ostentan y exhiben con impudicia quienes sólo han ejercido cargos públicos?

Y qué decir de los pobres tipos que, con enorme esfuerzo, pagan todos los días nuestros impuestos, o de los humildes que, con cada compra de alimentos, dejan un 21% en las arcas del Estado o, simplemente, de los trabajadores en relación de dependencia, que ven como el mismo Estado se queda con “las ganancias” sobre ¡el salario! ¿Ignoran, acaso, que esos impuestos van, en gran parte, a los bolsillos de los amigos del poder y de sus funcionarios cómplices, vía sobreprecios en las obras públicas, licitaciones amañadas, remedios y troqueles, o simplemente sobres o “banelcos”?

Si de transporte público se trata, cómo no preguntarse si los sufridos pasajeros de trenes, subterráneos y colectivos, que no tienen opción distinta para trasladarse, atribuyen sus problemas cotidianos a la rapacidad y a la impudicia con que concesionarios y funcionarios se llenan diariamente los bolsillos con dineros que deberían ir a obras y a mantenimiento. Si no lo hacen, ¿a qué creen que se deben esos serios inconvenientes y peligros que los acosan? ¿No los relacionan con la más inmunda corrupción?

Puede no llamarme la atención que, para el gran público, los enormes negociados realizados en estos años con el gasoil y con el gas licuado (causantes, en gran medida, de la escasez de dólares actual que, a su vez, ha impulsado las disparatas y caninas medidas de Patotín) puedan resultar verdaderos jeroglíficos imposibles de comprender pero, cuando ven que los ingresos familiares, tan duramente conseguidos, van a parar a bingos y casinos que pertenecen al poder y a sus amigos, ¿no establecen la relación directa que existe entre el desmedido afán de lucro de éstos y las penurias diarias que pasan en sus casas?

Los padres, familiares y compañeros que ven, todos los días, las vidas de sus parientes y amigos destruidas por el flagelo de la droga, ¿no atribuyen la culpa primaria a los funcionarios y legisladores que deberían fortalecer los controles en nuestras fronteras o a las fuerzas de seguridad que, por incapacidad, falta de medios o complicidad no cumplen la misión que les fuera encomendada por la ley? Quienes sufren, diariamente, por la inseguridad, que mata, que hiere, que viola y que roba, ¿cuánta responsabilidad directa endilgan a quienes, en lugar de dar trabajo digno, ofrecen subsidios para no trabajar y han educado generaciones enteras en la vagancia?

En fin, las preguntas podrían seguir hasta el infinito, dado que los tres problemas que más preocupan a los ciudadanos hoy son la inseguridad, la inflación y el empleo. Todos esos temas dejarían de serlo si no fuera por la inoperancia, la falta de conocimientos, la corrupción y la complicidad manifiesta de los funcionarios. Entonces, debemos formularnos una sola: ¿por qué votamos como lo hacemos? De cara al futuro, encarnado prioritariamente por las elecciones parlamentarias de 2013, deberíamos reflexionar mucho sobre esa pregunta y sus posibles respuestas.

Muy probablemente, el Gobierno decida adelantarlas, y mucho, dado que sabe que, en octubre del año próximo, el clima económico y político será muy distinto y, entonces, las posibilidades de llenar las cámaras de legisladores adictos que le garanticen los dos tercios necesarios para iniciar el trámite de la reforma constitucional desaparecerán. La Presidente, como tantos otros en el pasado, ha sido incapaz de permitir el surgimiento de un heredero –claro, si se exceptúa a su hijo Máximo, a quien apodan el Mudo, con escasísimas chances de contar con una imagen nacional- y, con esa ausencia, el “modelo” morirá por implosión y doña Cristina descubrirá que no, que los diamantes no son eternos.

Simplemente, espero que no se intente su supervivencia a través de la violencia, a pesar de que el autoritarismo y las crecientes limitaciones a las libertades civiles dejan pocas esperanzas. Debemos recordar la frase de Diderot: “No hay más que un paso del fanatismo a la barbarie”, ya que el cristinismo continúa dando sobradas muestras de ese fanatismo militante.

domingo, 20 de mayo de 2012

La Gata de Angola



La Gata de Angola

“… parece que ya nada la sorprende,
parece saber todo de la vida,
parece pero no es lo que parece,
es una gata herida”
Cacho Castaña

Pocas veces un funcionario argentino debe haber contribuido tanto a enaltecer el escenario del burlesque universal como los dichos de nuestra inefable y jocosa Presidente durante su visita de Estado al país africano; con seguridad, y dada la visibilidad que impone su cargo, superó por amplio margen la imagen de nuestro eximio Canciller en Ezeiza, con tenazas en la mano, abriendo containers oficiales de los Estados Unidos, llegados al país en el marco de un acuerdo para entrenar a las policías criollas.

Después de acariciar ubres campeonas, de danzar alegremente con bailarinas locales (¡gracias a Dios, terminó el luto por “Él”!), de regalar toda clase de merchandising agraviante y de no obtener ningún acuerdo comercial entre ambos países, el exaltado discurso de doña Cristina resultó absolutamente desopilante, mucho más que la pétrea cara de Twitterman ante las filosas preguntas de Jorge Lanata acerca de la bifronte política nacional frente a los derechos humanos.

Más allá del hilarante viaje de esta verdadera “Armada Brancaleone” a Angola, en el cual Patotín se dio el lujo de reemplazar nada menos que a Vittorio Gassman (si usted es tan joven como para haberse perdido esa inolvidable película, búsquela ya mismo), la Argentina continuó esa semana su lento pero ahora acelerado descenso hacia el infierno.

El record absoluto en orden al ridículo, con injustificada poca trascendencia, fue el informe trimestral que las empresas que cotizan en la bolsa de Nueva York deben presentar a la misma y que, en el caso de YPF, esta vez fue firmado nada menos que por don De Vido, interventor de la petrolera. En ese documento, el señor Ministro, cómplice de don Néstor (q,.e.p.d.) y de doña Cristina en la ruinosa política energética argentina, explicó al organismo norteamericano que la compañía tuvo enormes complicaciones en razón ¡del congelamiento tarifario y la quita de las concesiones por parte de los gobiernos provinciales! Brufau, Presidente de la empresa confiscada, debe estar frotándose las manos ante la inesperada confesión, y tratando de contratar a don Julio de Vido como abogado.

En las más que transitorias y noveles manos ejecutivas de doña Beatriz Rojkés de Alperovich (Guita-rrita estaba en Suiza), nuestro país recibió una noticia que lo golpeó en donde más le duele: la falta de dólares. La cancelación, por parte de Repsol, de los embarques de gas licuado, fuerzan a Enarsa, nuestra petrolera fantasma e importadora, a salir a buscar su reemplazo en los mercados mundiales, que no están dispuestos a aceptar pesos ni promesas para desembarcar el fluido en Bahía Blanca o Escobar y que, cada día, cotizan más caro el producto.

Por otra parte, el miedo oficial que impulsó a Patotín a ordenar a don Echegaray vigilar la city con innumerables agentes de la Afip, humanos y caninos, y de la Policía Federal, no hizo más que contribuir, obviamente, a la disparada del dólar blue, haciéndolo superar con holgura la brecha mágica y amenazadora del 25% con el “oficial”.

A la supina ignorancia de don Moreno en materia económica, por cierto compartida por la señora Presidente, se suma el dogmatismo marxista del novel Kiciloff, ahora desautorizado por su jefa natural en su propuesta de desdoblamiento del mercado cambiario. Todos, alegremente, continúan pisoteando el termómetro para curar al paciente.

Señora y señores: ¡las enfermedades son la inflación, la corrupción y la inseguridad jurídica! Mientras no comprendan algo tan elemental nadie, sea nacional o extranjero, invertirá un peso (o un dólar) en la economía argentina. Y si nadie invierte, el único que continuará generando empleo es el sector público, incrementando la necesidad de financiamiento “trucho”, que realimenta la inflación. Hasta que estos irresponsables no entiendan esta norma básica, el perro seguirá mordiéndose la cola y deberán tomar por asalto más cajas para hacerse del dinero que necesitan; si, en el camino, hay que desterrar principios como la propiedad privada, siempre podrán recurrir a la invención de nuevos enemigos para justificarlo.

Mientras tanto, el oficialismo sigue jugando con un fuego muy peligroso. El apriete financiero dispuesto sobre el Motonauta, para impedir que su imagen –que ya supera en diez puntos a la de doña Cristina- continúe siendo invulnerable, parece olvidar que la Provincia de Buenos Aires es gobernada desde La Plata, pero sus zonas más calientes están en el  Conurbano sur y oeste, lo que implica decir a escasas cuadras de la Casa Rosada; incendiarla, entonces, no parece ser un buen plan, porque también la señora Presidente se verá envuelta en llamas. Salvo, claro está, que cuente con la Gendarmería para evitarlo.

Lo que está sucediendo en la Argentina, además de una calamidad es una pena. Con un poco de sensatez y de sentido común, y también de honestidad, nuestra situación mejoraría rápidamente. Sigo creyendo que la solución pasa alrededor de las sesenta propuestas que incorporé a la nota “La Argentina que quiero”, que puede leer en mi blog y que ha sido reproducida en muchos medios electrónicos merced a la generosidad de sus propietarios.

Se trata de brindar a los inversores previsibilidad y respeto a reglas y contratos, de mejorar la educación y la salud, de ofrecer seguridad ciudadana, de terminar con las prebendas oficiales y con la corrupción endémica.

Porque es real que el escenario macroeconómico es sideralmente mejor que aquél en el cual, en 2001, se desató la explosión. Sólo la torpeza y la impericia de quienes nos gobiernan, intentando combatir los síntomas y utilizando equivocados tratamientos, pueden convertir en falsa esa afirmación, y la obcecación en mantener insostenibles subsidios, en un cuadro de déficit energético de esta magnitud, agravará el problema.  

El panorama externo, con el real devaluándose, con el euro debilitándose frente al dólar, con frentes de conflicto abiertos con casi todas las economías del globo, con generalizada desconfianza respecto a nuestro país y sus políticas, en muchos casos debidas a nefastos comportamientos argentinos, aporta complicaciones graves que tampoco serán manejadas racionalmente, ya que primarán el discurso y el relato sobre la realidad.  

Hace unos días, Wen Jiabao, Primer Ministro de China, visitó a su colega Dilma Rousseff; en esa oportunidad, dejó para la posteridad, confidencialmente, diez sugerencias para mejorar Brasil. Pese al secreto impuesto al tema, tales consejos trascendieron, llegaron a mis manos y, si tiene interés, se los enviaré por mail, ya traducidos al español.

Si bien la misma China puede ser denostada por varios flancos complicados que presenta su realidad, resulta curioso descubrir que las recomendaciones podrían ser de perfecta aplicación para nuestro país, que sufre lacras muy parecidas a las brasileñas. Tal vez, si hiciéramos caso a Jiabao, los chinos dejarían de ser meros cuentos repetidos para transformarse en una posibilidad seria y concreta de impulsar nuestro verdadero desarrollo.  

Esta noche, seguramente, Jorge Lanata nos traerá, en televisión, otras jocosas anécdotas de nuestra gata de Angola y de esa curiosa Armada que la acompañó en su viaje. Cambiar a todo el mundo civilizado por un país tan especial como para sostener a un despótico tirano en el poder por treinta años no parece, tampoco, ser una buena receta de cara al futuro.

domingo, 13 de mayo de 2012

Las guerras de Cristina


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Las guerras de Cristina

“El éxito de una guerra se mide por la cantidad de daños que causa” Victor Hugo

Entregados casi todos los opositores sin luchar, doña Cristina ha trasladado el campo de batalla, el teatro de operaciones, al interior de su propia tropa, se trate de los gobernadores, de los líderes sindicales, de los funcionarios o de los empresarios.

Con poco bagaje de cultura histórica, y desoyendo todos los consejos que llegan desde el pasado de la humanidad, la señora Presidente continúa abriendo nuevos frentes. A aquéllos en los que ya combatía contra Moyano, Scioli y Macri, ha decidido –por necesidad- sumar ahora a los gremios y a las entidades patronales. El discurso del jueves 10, encolerizado y, por momentos, extremadamente grosero y chabacano, fue una prueba contundente de la fragilidad del ánimo presidencial, en un momento en que la tormenta arrecia; los círculos más informados imputan a Patotín y sus restricciones a las importaciones de medicamentos el notorio deterioro de las formas y los modos presidenciales.

Porque, como muchos argentinos hemos descubierto a partir de las elecciones legislativas de 2009 y sus consecuencias –provocado por nosotros mismos-, es decir, un Congreso integrado por miles de fracciones diferentes que reaccionaron infantilmente ante las maniobras del oficialismo, permitiéndole aprobar todos los adefesios que se transformaron en leyes, y hasta abstenerse, en lugar de votar férreamente en contra, cuando se violó la Constitución confiscando el 51% de YPF, el único enemigo verdadero de la señora de Kirchner –el peor fantasma, ya que no puede negociar ni comprar su voluntad- es la economía. Siendo así, me pregunto por qué los argentinos, en general, desconocen la identidad del Ministro del rubro, tanto como desconoce la de los dueños de Ciccone, que hoy imprime el dinero nacional.

Esa economía le está gritando ¡basta! al “modelo”. Esta misma semana, los cálculos de las consultoras privadas triplicó el índice de inflación medido por el Indec y lo llevó, anualizado, a superar el 30%, pese a la recesión que ya se manifiesta en varios sectores de la actividad productiva. Si el Gobierno pretendiera engordar sus famélicas cajas en pesos con emisión, para mantener sin cambios el progresivo crecimiento del gasto público, ese porcentaje se verá muy ampliamente superado.

Las cosechas de cereales y oleaginosas está demostrando la exactitud de los pronósticos formulados, ya en diciembre de 2011, por los analistas más serios de la Argentina, compensando con menores cantidades la suba registrada en los precios. Esas predicciones hablaban de un deterioro equivalente a US$ 10.000 millones en ingresos provenientes de las exportaciones del campo. Ello, sumado a las crecientes -en volúmenes y en cotizaciones- importaciones de combustibles que, salvo que la recesión los empuje fuertemente a la baja por la menor demanda, llegarán a los US$ 12.000 millones y a la necesidad de afrontar los pagos de la deuda dolarizada, da una pauta de las enormes complicaciones que tendrá esa caja, cuya maquinita no se encuentra en manos de doña Cristina sino en las de Obama. La devaluación paulatina del real brasileño es una nueva mala noticia y las eventuales sanciones que la Unión Europea o la OMC pudieran imponer a la Argentina terminarán de complicarla.

Sin que pueda, en modo alguno, calificárseme de epígono de don Néstor (q.e.p.d.), ya que los daños que éste produjo al tejido institucional y moral de la Argentina resultarán irreparables por muchos años, debo confesar que su gobierno fue mejor que el de su sucesora, una comparación que nos retrotrae a la época en que Perón nos dejó a Isabelita en la Presidencia. Ésta, como la actual ocupante de la Casa Rosada, se encerró en un raro y muy estrecho círculo (las versiones de hoy de aquel López Rega podrían ser Kiciloff o Zanini) que, con distintos métodos y objetivos, pretendió tomar el control total del país; lo que ayer se intentó a tiros y a bombazos, ahora se pretende hacer con la forzada implantación de estos neo jóvenes idealistas en todos los vasos capilares del Estado. Aunque doña Cristina no lo sepa, esa actitud recuerda, y mucho, a la del Partido Comunista de China, tan bien descripto por Richard McGregor en su reciente libro sobre el tema.

Dice el autor: “China conserva muchos de los resortes institucionales que le dan una apariencia pluralista, como un gobierno ejecutivo, un parlamento y unas cortes. Pero la presencia constante y en segundo plano del Partido implica que el papel público de estos órganos ha de ser recalibrado constantemente en función de la realidad del poder, que se desarrolla en gran medida fuera de su alcance, a sus espaldas”. Que ese párrafo pueda ser traspolado casi textualmente es un hecho que pueden confirmar don Righi, Rafecas, Moyano, los Ezkenazi, Hadad y hasta el propio Magnetto. Continúa McGregor: “Hace falta un diccionario para entender a qué se refieren los líderes chinos cuando hablan de democracia”; ¿le suena conocido?

Pero, volviendo al tema que da título a esta nota, hagamos un breve inventario de estas guerras de Cristina: Moyano, la CGT y las paritarias; el déficit sideral en pesos; la falta de dólares; la recesión; la incontrolable inflación; el monstruoso déficit energético; Scioli, la Provincia y la sucesión presidencial; el mundo globalizado, Brasil, México, Uruguay, España, Estados Unidos, la Unión Europea, el Ciadi y el G-20; la falta de combustibles; Macri y la ciudad de Buenos Aires; los ex amigos íntimos demonizados; la corrupción de aquéllos a los que debe proteger.   

En su intento por destronar a Camión de su sitial en la CGT, que puede llevar a que ésta se parta, el Gobierno está asumiendo un riesgo seguramente no medido. Cada uno de los líderes sindicales, sin una conducción centralizada, deberá competir con los demás para obtener mayores ventajas salariales e impositivas para sus afiliados, ya que actuar en sentido contrario, como lo acaba de hacer Andrés Rodríguez, de UPCN, serviría sólo para entregar esas voluntades a las nuevas formaciones de izquierda, sumamente combativas. Los ejemplos de la CTA de Micheli, que ya salió a contestar con un plan de lucha al líder oficial de los empleados estatales, es sólo una muestra de ello. La otra, casi obvia, es la UOM cuyo líder, Caló, fue elegido por la Presidente para ocupar el sillón de la calle Azopardo, ante la difusión del prontuario de su primer prohijado, Martínez, de la UOCRA, quien además enluta las páginas y los noticieros de la prensa diariamente. Pese a la zanahoria que implica la oferta de tal jefatura, los metalúrgicos no están dispuestos a ser el pato que pague la fiesta del gasto cristinista.

Buenos Aires, Córdoba, Entre Ríos y Santa Cruz, con mayor o menor virulencia, son la avanzada de las provincias con problemas ya insolubles, que pueden obligar a sus gobernadores, en caso de inasistencia central, a emitir las denostadas cuasimonedas. Si eso ocurre, un nuevo mito del kirchnerismo, como el desendeudamiento o la mejor distribución de la renta, caerá a pedazos; además, traerá la protesta social masiva a las puertas de la Casa Rosada. Cómo harán doña Cristina y sus asesores para evitarlo requiere, por ahora, un ejercicio de imaginación futurista que no está a mi alcance.

Patotín, “el mejor funcionario de este Gobierno”, reemplaza con convicciones su ignorancia en materia económica. Su incursión, ya en 2006, en el mercado de la carne en la Argentina, produjo la desaparición de doce millones de cabezas de ganado, el incumplimiento reiterado de la cuota Hilton, la pérdida de cincuenta y ocho mercados de exportación, la caída del consumo y la triplicación de los precios, y todo ello en una pretendida defensa de la “mesa de los argentinos”. Si bien resolvió, como le fue encomendado, el atolladero del cortísimo plazo, el mediano y el largo, naturalmente, le resultaron adversos, con las consecuencias apuntadas.

En octubre, después de su triunfo electoral, doña Cristina le encargó que detuviera la corrida cambiaria y la fuga de capitales. Otra vez, Moreno pudo exhibir un triunfo de algunos –muy pocos- meses. Hoy, aunque en menor medida, la fuga ya se ha reactivado y la brecha entre la cotización oficial y el mercado paralelo llega al 15%, preanunciando una devaluación. Pero también se lo puso a cargo de cuidar la caja de dólares del Gobierno, apretada por obligaciones concretas y de difícil cumplimiento. Como un elefante en un bazar, Patotín cerró las importaciones de todo tipo, paralizando una industria que, como sucede en el resto del planeta, está globalizada y depende de insumos extranjeros para producir bienes en la Argentina. Las tan temidas consecuencias serán –en realidad, son- la mayor recesión y el creciente desempleo, pero Moreno habrá cumplido su orden.

La anunciada y condicionada pre-candidatura de Scioli a la Presidencia en 2015, obligado por las corrosivas maniobras de don Mariotto y La Cámpora, ha desatado una nueva conflagración de resultados imprevisibles. A don Daniel no lo soporta el cristinismo, pero sus posibilidades de apretarlo con el riesgo de que la Provincia estalle, deberían hacer que se abstuviera de destruirlo; sin embargo, la tentación será muy fuerte y el largo plazo, en esta administración, es la semana que viene.

 Como el Gobierno y sus integrantes tienen demasiados muertos en el placard, doña Cristina no dispondrá, para esa guerra, de municiones fuertes que provengan de la Justicia. Don Moyano tiene demasiada información para revelar, en caso de que se lo meta preso, y la Presidenta conoce las dotes de kamikaze de don Camión. Si, como dicen las malas lenguas, la cerrada defensa de Guita-rrita se debió, también, a una amenaza de éste de revelar algunos datos complicados, el dilema estaría comprobado. Righi, en cambio, se llamará a silencio, para no herir aún más un “modelo” al cual tanto adhiere.

En resumen, parecen ser demasiados frentes simultáneos para una gestión centralizada en manos de una única persona que, además, carece de los conocimientos más básicos en materia económica y que sólo se asesora con un marxista dogmático y meramente académico. No es un piloto de tormentas y, en medio de ella, abre nuevos frentes de combate, intentando vender una épica discursiva que forma parte de una película que los argentinos hemos visto demasiadas veces, y siempre terminar en fracaso.

Para terminar de amargarle la semana, sufrido lector, le cuento que todos los integrantes del Gobierno buscarán cualquier camino que les permita eternizarse en el poder, porque han sembrado demasiados odios y dejado demasiadas huellas digitales; saben, así, que un futuro en manos ajenas les resultaría sumamente incómodo. Hace mucho tiempo, dije que a estos personajes no los echarían las manifestaciones, los cacerolazos y, ni siguiera, los votos. Entonces, imagine usted cuáles podrán ser las alternativas de que dispondrán, en caso de que el proyecto reeleccionista fracasara.   

domingo, 6 de mayo de 2012

Pingüi o Boli-burguesía




Pingüi o Boli-burguesía


“La libertad significa responsabilidad: por eso la temen la mayor parte de los hombres” George Bernard Shaw

Finalmente, tantos años de cultivar la amistad del físicamente decadente don Hugo Chávez Frías parecen haber rendido frutos en la Argentina, ya que doña Cristina ha decidido imitar en forma desembozada a su mentor y, quizás, hasta encabezar, en el futuro, al grupo de países (Ecuador, Bolivia, Nicaragua y la propia Venezuela) organizado por éste. Algunos de los empresarios más notorios de la Argentina han sentido correr frío por la espalda y, corroborando esta certeza, han optado por trasladar su residencia personal, al menos por un tiempo, al exterior del país, preocupados por las anunciadas persecuciones que la Comisión Nacional de Valores y la Secretaría de Derechos Humanos pretenden iniciar.

El Papagayo Caribeño, acosado por un cáncer al cual la ciencia cubana no ha podido derrotar, está tratando de preparar un heredero local para su “socialismo del siglo XXI”; necesita hacerlo mientras aún pueda digitar, por sí mismo, el poder de su corrupto régimen, pues sabe que, de no hacerlo, las luchas intestinas que se producirán necesariamente entre sus seguidores podrían arrasar con el futuro de su proyecto, y con su familia.

Ha armado milicias populares, que ha adscripto al Ejército el cual, a través de la autorizada voz de su jefe, acaba de informar al mundo que no tolerará una victoria de la oposición. En la medida en que don Chávez no pueda presentarse a elecciones, sin duda Capriles –cuya candidatura surgiera de una especie de interna entre todos los precandidatos opositores- podría alzarse con el poder en Venezuela. El pronunciamiento de los militares presagia, en ese caso, una tragedia civil.

Es que, detrás del moribundo Papagayo hay gente, como lo acaba de confirmar el tránsfuga miembro de la Corte Suprema de su país, que se ha hecho inmensamente rica con las prebendas obtenidas del poder –en general, succionando a PdVSA, la petrolera estatal- y hasta con el tráfico de drogas, al cual el público apoyo brindado por don Chávez a las guerrillas colombianas no es ajeno. Esa gente, por supuesto, está dispuesta a todo con tal de no perder sus conquistas económicas y, menos aún, su libertad; es consciente de que el mundo actual no le permitiría un exilio dorado.

Es entonces cuando la realidad de nuestro país, que comparte los rasgos populistas y nacionalistas del régimen venezolano y tiene su propia “pingüi-burguesía” de corruptos de toda laya, lavadores de dinero y traficantes de drogas, comienza a parecerse a éste.

El discurso presidencial en ocasión de la promulgación de la ley de la insólita confiscación a uno de los socios de YPF es una muestra más de ello. La señora Presidente ha dado, otra vez, una clase magistral de comunicación política -¡chapeau, Cristina!- y dejó en claro qué espera, en el futuro inmediato, de empresarios y trabajadores: les informó que deberán hacerse cargo de tapar los muchos agujeros que el “modelo” presenta.

Más allá de la incuestionable decisión de encomendar la gestión técnica de la empresa a un técnico argentino con mucha experiencia internacional, recalcó que la conducción político-estratégica quedará en sus propias manos y en las de la nueva “juventud maravillosa” de La Cámpora. Enfatizó que, en esta nueva etapa de la petrolera nacional (¿no estatal?), no tolerará la conducta de los antiguos contratistas de YPF, que la succionaron hasta secarla, ni la presión de los gremios del sector, los mejor pagos –recordó- de la Argentina.

Al ver, sentados en primera fila, a sus nuevos acólitos –sólo faltó su hijo Máximo, el Mudo-, todos los cuales han hecho su primera incursión en el área empresarial al hacerse cargo de Aerolíneas Argentinas, las dudas acerca del futuro pasaron de violeta a negro. Informar, como hizo la señora de Kirchner, que YPF tendrá una gestión transparente y que será encomendada –siempre en el aspecto político-estratégico- a los mismos chicos que pierden dos millones de dólares diarios en la línea de bandera, donde cobran suculentos salarios y ocultan a los ojos públicos la contabilidad,  fue pedirnos que volviéramos a creer en los Reyes Magos. Creo que los milagros existen, pero no en que doña Cristina los realice.

El Gobierno en pleno –incluido el cada vez más eufórico Guita-rrita- se autocongratuló por la confiscación triunfante, y doña Cristina no pudo menos que aplaudir y agradecer a la oposición, más perdida que turco en la neblina. Hubo pocos legisladores, muchos de ellos mujeres, con el coraje suficiente para votar en contra de este disparate jurídico y económico, asumiendo el riesgo del “escrache” de las usinas comunicacionales del Gobierno, que pretende calificarlos como traidores a la Patria.

Que esa autocomplacencia incluyera a “Él”, a la propia doña Cristina, a don Pichetto y a tantos otros, que fueron quienes motorizaron la privatización de YPF por don Menem –y cobraron muchísimo por ello: ¡cuando los encuentren, pregunten a los desaparecidos fondos de Santa Cruz!- y, también a don De Vido, don Baratta y don Cameron, que autorizaron el vaciamiento de la empresa por los Kirchner -¡perdón, por los Ezkenazi!- y por Repsol, fue un cachetazo a la dignidad de los argentinos, sumando un episodio más a la humillación generalmente consentida.

La Argentina carece de dinero como para enfrentar la búsqueda y la producción de yacimientos de gas y necesita, ya con desesperación, socios para hacerlo. Esos socios, como dije en mi nota anterior, no vendrán en las condiciones actuales de precios y marco regulatorio. Una vez más, hemos superado los 1000 puntos en “riesgo país” y ello necesariamente se reflejará en los eventuales contratos que se firmen con las grandes empresas mundiales; habrá que ver qué garantías adicionales pedirán para venir aquí, donde traer dólares está permitido, pero no sacarlos, y donde los contratos valen menos que el papel en el que se escriben.

La señora Presidente nos hizo saber que la confiscación realizada será uno de los últimos “favores” que le hará al país, y que el futuro del mismo, como YPF y Aerolíneas, quedará en manos de sus nuevos y jóvenes cómplices. El recuerdo de la licitación del “tren bala” a Rosario y la promesa de un servicio similar a Mar del Plata se me aparece con fuerza en mis pesadillas nocturnas.

Con formas casi de enojo y violencia, casi desencajada y, por momentos, hasta incoherente, nos explicó qué cosas sucederán en adelante. A partir de ahora, cree, los empresarios estarán más que dispuestos a traer y reinvertir los ochenta mil millones de dólares que se fueron de la economía nacional en los años kirchneristas, en un movimiento que estará acompañado por las fuerzas del trabajo, que resignarán su lógica y natural apetencia a compensar, con aumentos de salarios, la encarnizada inflación. Creo que se excedió en algo en sus expectativas, sobre todo si pretende, además, que crezca la inversión extranjera directa en la Argentina que, en ese rubro, ha caído al sexto lugar en América Latina.

Lo que la señora Presidente no dijo es que aún no se sabe si los yacimientos de Vaca Muerta resultarán viables desde el punto de vista comercial -además del ecológico, que tan poco le preocupa- y, aún si lo fueran, su resultado se verá dentro de cinco, seis o siete años. Mientras tanto, so pena de perder empleo y votos, deberá continuar importando combustibles, en mayores cantidades y a precios más caros.

A su alrededor, y además de los jóvenes que se sienten con derecho a ser vecinos del Vicepresidente y de los demás integrantes de la pingüi-burguesía en Puerto Madero, se nuclean ejemplares similares a los que se pueden encontrar en el entorno del Palacio de Miraflores, en Caracas. Faltan, en la Argentina, sólo los militares adictos –en realidad, doña Cristina tiene algunos, pero son sólo generales de escritorio- para completar el cuadro.

Porque, como sabemos, el otro flanco –la prensa libre- ya lo ha cubierto, con la compra -¿forzada por amenazas de violencia física o de corte de la publicidad oficial?- del grupo Hadad, que don Cristóbal López ha sumado al ya inmenso mundo de los medios gubernamentales, oficialistas y obsecuentes.

A partir de ahora, habrá que mirar con más detenimiento el escenario de las empresas concesionadas, muchas de ellas al borde de la quiebra por obra de don Néstor (q.e.p.d.), doña Cristina y don De Vido, pues sobre él se desarrollarán las próximas escenas pingüi-chavistas, antes de avanzar sobre las compañías privadas no adictas o, simplemente, apetecidas por los emuladores del Papagayo Caribeño.

Negros nubarrones continúan acumulándose sobre la Argentina, aún cuando no los vea el 54% de la población que, en octubre, estaba encantado con la señora Presidente de todos y todas.