¿Final
o Principio?
“Existen pocas cosas más difíciles que abrir una brecha en el corazón de
un corrupto”. S.S. Francisco
El
innegable éxito de la marcha del 18 -más allá de los disparatados dichos del
oficialismo, que ni siquiera tuvo el decoro de llamarse a silencio- sirvió para
dar a fiscales y jueces el impulso final que necesitaban para avanzar
definitivamente contra el poder corrupto que nos gobierna desde ya hace trece
años. Las amenazas vertidas por el Secretario General de la Presidencia el
viernes, sin duda por orden de Cristina, fueron una comprobación directa de la
preocupación que embarga al Gobierno; al decir "Que no se les ocurra hacer
ningún gesto que pretenda desestabilizar al Gobierno porque las situaciones van
a ser muy malas", Aníbal
Fernández puso, literalmente, a la Presidente fuera de la ley, ya que cualquier
investigación que progrese será considerada "destituyente".
En las
horas siguientes, la antes remisa Sala I de la Cámara Federal en lo Criminal
confirmó el procesamiento del Vicepresidente de la República y de sus cómplices
en la causa por la apropiación -en favor de los Kirchner, como se terminará
probando- y ratificó a Claudio Bonadío como juez en la causa Hotesur, que
involucra, directa e ineludiblemente, a toda la familia presidencial; con ese
respaldo, el magistrado citará próximamente a Máximo, el hijo de la Presidente,
a prestar declaración indagatoria; ¿cuál será la reacción psíquica de Cristina
cuando esto suceda? La Justicia de Estados Unidos ordenó liberar al menos parte
de la información sobre las 127 empresas atribuidas a Lázaro Báez, el gran
testaferro presidencial, acusado de lavado de dinero proveniente de la
corrupción; seguramente, en los próximos días esas revelaciones constituirán
nuevos frentes de conflicto para la noble viuda.
Pero,
para el Gobierno, las malas noticias no terminaron allí. La resolución de la
Cámara también exige que el juez Lijo investigue los roles que desempeñaron
Jorge Brito, titular del Banco Macro, y Ricardo Echegaray, Administrador
Federal de Ingresos Públicos, en la maniobra pergeñada para que el finado
Néstor se quedara con la imprenta de dinero y documentos. Interpol, a pedido de
la Justicia uruguaya, ordenó la detención de Alejandro Vanderbrole, el sub-testaferro
de Boudou en ese affaire, por lavado de dinero; se concretó horas después y
desató todas las especulaciones: ¿irá preso en soledad o comenzará a contar lo
que sabe para aliviar su pena?
Todo eso
no hace más que presagiar las grandes investigaciones que, más temprano que
tarde, se abrirán por los hechos que, durante esta extendida década, pasaron
desapercibidos para la enorme mayoría de los argentinos, satisfechos por la
tranquilidad que el viento de cola, que acompañó al kirchnerismo hasta el 2010,
llevaba a sus bolsillos.
Así, entre
muchos otros ejemplos, cerramos nuestros ojos y oídos ante las trágicas
consecuencias directas de la corrupción: el crimen de Once, que se llevó la
vida de 51 argentinos; las inundaciones de La Plata, cuyo saldo luctuoso sigue
en la nebulosa; la proliferación del narcotráfico y del lavado de dinero, que
fomentaron los generales venezolanos y los laboratorios de la efedrina; la pérdida
del autoabastecimiento energético, cuyo único objetivo fue permitir que Néstor
se robara el 25% de YPF; la muerte de decenas de niños por desnutrición, porque
los gobernadores y funcionarios se roban los recursos.
El
kirchnerismo, en todas sus versiones, está al fin de su ciclo,
constitucionalmente hablando. Hoy resulta por completo imposible que algún
heredero, cualquiera sea quien termine designado por el dedo de Cristina, se
imponga en las elecciones, pero sigo convencido que no llegaremos a éstas en
los tiempos establecidos por la ley y, menos aún, en paz.
Si
pensamos que, durante las sucesivas presidencias de Néstor y su viuda nos
dejaron sin fuerzas armadas, sin educación, sin salud, sin vivienda, sin
alimentos, sin organismos de control, sin reservas, sin moneda, sin petróleo,
sin gas, sin luz, ¿alguien, en su sano juicio, puede creer que Cristina, que
nunca ha respetado ley alguna, aceptará mansamente que tanto ella como sus
hijos terminen presos y con su fortuna perdida? ¿Podrá, para postergar ese
momento, hacer algo parecido a cuanto Maduro está implementando en Venezuela?;
la verdad es que dispone de dinero, de gente, de drogas y de armas -misil y
balas robados incluidos- para intentarlo.
Más allá
de la innegable vocación republicana de la ciudadanía, remarcada en la marcha
del 18F, no aparece ningún político opositor capaz de comandar la resistencia
al desembozado autoritarismo y a la imperiosa necesidad de perpetuación de
quienes han usufructuado tanto del "modelo" que ya sienten en la nuca
el aliento de una Justicia que ha despertado de su interesado letargo y que, a
partir de ahora, avanzará rápidamente. Pero, ¿cómo deberemos actuar si la
muerte de Alberto Nisman no fuera un final sino sólo un principio?
Samaná,
22 Feb 15
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