Bailar
sobre el flan elegido
“Si quieres
ser recordado como un buen monarca, sólo tienes dos posibilidades:
reinar en
época de paz y tener la suerte de estar en el trono en años de
bonanza, o ser
el rey que guía a la patria hasta librarla del infortunio”.
Jo Nesbø
¡Qué
semana vivimos, y cuántas parecidas tendremos que vivir por lo menos hasta agosto,
cuando votaremos en las PASO! Los mercados, sin piedad e impulsados por algunas
encuestas más que dudosas (aparece un enorme porcentaje de indecisos),
castigaron al Gobierno por haber escogido a Cristina Elisabet Fernández como sparring en las próximas elecciones; haberlo
hecho cuando las aguas estaban casi calmas no lo excusa del mortal pecado de
haber puesto, nuevamente, a la Argentina al borde del abismo.
Para
contribuir a la tormenta perfecta –inflación, recesión y cotización del dólar-
aparecieron cisnes negros internacionales de la mano de la suba en el precio
del petróleo, el fortalecimiento de la economía norteamericana, la crisis
turca, etc.. Hasta es probable que hayan contribuido a generarla algunos
delincuentes locales interesados en una futura impunidad tribunalicia, ya que
disponen de sobrados medios financieros para hacerlo: con la libertad y la
fortuna propias no se juega.
Fue
sintomático que, al día siguiente de los coincidentes titulares de La Nación y
de Clarín que reflejaban claramente el miedo de los jueces federales a sentar
en el banquillo a Cristina y sus testaferros, la Cámara de Casación pusiera un
límite a la pusilanimidad expuesta y confirmara que el 21 de mayo comenzará el
primer juicio oral y público a la banda de delincuentes que saqueó el país
durante la prolongada década kirchnerista. Por supuesto, sigue llamando la
atención la notoria inacción judicial frente a los Eskenazi y Jorge Horacio
Brito, máximos cómplices de ese desmadre, culpable de todos nuestros males
actuales.
Pero por
una vez, “Sinceramente …”, el
Gobierno tuvo suerte cuando su contendiente publicó su libro. El texto no deja
duda alguna acerca de la falsedad del disfraz de “yegua herbívora” (sic) que ha adoptado para tranquilizar a los
votantes; las confesiones escritas confirman que, de volver al poder, creará el
“Ministerio de la Venganza” y con él arrasará la pequeña porción de institucionalidad
que hemos recuperado. Por si fuera poco, Guillermo Moreno se ocupó de explicar
cuáles serán las características morales que imperarán aquí si volviera a la
Casa Rosada.
A mi modo
de ver, y lo puedo decir porque lo hago desde 2015, el error más grave cometido
por Mauricio Macri fue no detallar profundamente, al asumir, la magnitud del
desastre que heredaba, puesto que hacerlo le hubiera permitido apelar a la
Historia y convocar a la ciudadanía a pagar con “sangre, sudor y lágrimas” el precio de la reconstrucción nacional.
Veníamos
de un desastre macroeconómico, pero no todos lo sabían y creían que los regalos
en materia de energía y transporte, entre otros, podían continuar hasta la
eternidad; nadie les dijo que era imposible salir del pantano de décadas de
populismo irresponsable y ladrón en sólo cuatro años. Pero, cuando ya ha
transcurrido casi todo el mandato, no vale llorar sobre la leche derramada.
Porque el
otro déficit del Gobierno atañe a su comunicación, que debiera centrarse en la
inmensa cantidad de obras públicas terminadas o en marcha, que en general
resulta desconocida para los habitantes de las ciudades, pero que beneficia
–cloacas, pavimentos y cloacas- a los más pobres, amén de reducir el costo
–rutas, autopistas, puentes, ferrocarriles y puertos- de la logística nacional.
Ya no
creo en un triunfo de Macri en octubre, porque hay muchos dispuestos a ejercer en
su contra el voto-castigo, sea por los serios problemas que afectan nuestros
bolsillos, sea por la falta de cumplimiento de sus promesas respecto a “terminar con el curro de los derechos humanos” (sic), habilitar la discusión sobre
el aborto libre e impulsar la difusión de la retorcida educación sexual. Habrá
candidatos que, levantando esas banderas, morderán con fuerza la base electoral
de Cambiemos.
Pero sigo
pensando que lo logrará en noviembre, ya que muchos volveremos a optar por el
mal menor. Me parece, entonces, que debiera explicarnos qué hará, en los
primeros cien días de ese segundo mandato, con la política y con la economía; necesitamos
imperiosamente de un plan concreto, que nos presente una meta temporal para
salir de nuestras eternas dificultades. En esa breve luna de miel, que toda
sociedad mantiene con el ganador de una elección, es cuando deberá adoptar las
medidas más necesarias aunque sean impopulares, porque la composición del H°
Aguantadero no cambiará demasiado (para diputados y senadores no hay ballotage)
y en él subsistirán kirchneristas irredentos, más que dispuestos a trabar en
todo lo posible al Ejecutivo.
Las
estadísticas del riesgo-país, tan meneado el jueves cuando superó por un rato
los 1000 puntos, nos recuerdan algunos valores que alcanzó en períodos
recientes: 4753 con De la Rúa, 7720 con Duhalde, 6769 con Kirchner y 1965 con
Cristina. O sea, no nos asustemos más de lo debido, ni permitamos que tantos
economistas, encuestadores y periodistas agoreros nos induzcan a creer que
estamos aún peor de lo mal que sí estamos.
Bs.As.,
27 Abr 19