martes, 31 de marzo de 2009

Con profundo dolor

Con profundo dolor

Alfonsín ha muerto.

Y pese a no haber sido radical nunca, me embarga un profundo dolor.

Con él, se ha ido una figura señera de la democracia argentina.

Muchas cosas se pueden discutir de su gestión, pero jamás podrá negarse su profunda vocación democrática, y su opción por la paz.

Como todos nosotros, los hombres y mujeres llanos, cometió errores, pero no dudo, en ningún momento y en ninguna circunstancia, de su honradez y de su honestidad.

Hoy Argentina y América Latina están de luto. Hoy ha muerto un ciudadano con mayúscula.

Alfonsín fue, con José Sarney, quienes lograron edificar ese acuerdo que hoy, a trompicones, ha cambiado el destino de nuestros países: el Mercosur.

Sólo se me ocurre compararlo con Adolfo Suárez, aquél Presidente del Gobierno español que condujo la transición desde el franquismo a la democracia y que, lamentablemente, afronta un final atroz.

A ambos les tocó conducir a sus países en épocas muy complicadas y, con aciertos y equivocaciones, con marchas y contramarchas, los dos pudieron capear la tormenta y llevar su buque a puerto.

La Historia se ocupará, cuando se hayan acallado las pasiones, de rendirle un justo homenaje y, de eso, no tengo la menor duda.

Me embarga, como digo, un profundo dolor. Y sé que los argentinos lo comparten..

Bs.As., 31 Mar 09
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viernes, 27 de marzo de 2009

¿Qué puede pasar en Argentina?

¿Qué puede pasar en Argentina?

Ayer, con la aprobación del Senado, la discusión acerca de la fecha de las elecciones legislativas de mitad de mandato presidencial ha dejado de existir. Argentina votará el 28 de junio, como quiso don Néstor.

Sin embargo, algunos hechos sucedidos en los momentos inmediatamente anteriores a la sesión de la Cámara alta pueden darnos serios indicios acerca de qué puede pasar en Argentina antes y después del acto electoral.

En un país que, en un pasado reciente, vio como se compraban senadores y se obtenía la sanción de leyes que el Poder Ejecutivo requería, no dejó de llamar la atención tanto el cambio de postura de los representantes de las provincias de Tierra del Fuego (Martínez y Díaz) y Catamarca (Saadi), cuanto la simultánea ausencia de quienes habían comprometido su voto en contra. El resultado de todo eso fue que el bloque del Gobierno obtuviera 40 votos, y la oposición 26, superando proporcionalmente a la mayoría obtenida en Diputados.

Pero, como digo, el tema ha precluido. En cambio, lo que sigue vigente es la actitud de don Néstor y de su vocera, de permanente confrontación y agravio a quienes no quieren someterse, mansamente, a su idea de pensamiento único.

Y así llegamos a la preocupación que me lleva a escribir esta nota.

¿Qué puede suceder en Argentina hasta el 28 de junio, ese día, y los días que seguirán hasta el 10 de diciembre de 2011?

En lo inmediato, es decir, en los tres meses que faltan para las elecciones, podemos apostar a que don Néstor, cada día más, profundizará las ya graves heridas que ha recibido, de su mano, el tejido social del país.

Dada su mentalidad, continuará azuzando el conflicto con el campo, con los medios periodísticos y, casi con seguridad, con la Iglesia. De resultarle posible, es muy probable que lleve a la Argentina a una conflagración.

¿Y esto por qué? Muy simple. Don Néstor, al cual uno puede calificar casi de todas las maneras, no es idiota. Sabe, como el resto de nosotros, que enfrentará en las urnas –si el proceso es limpio y transparente- una derrota épica que, cuando se plasme en la pérdida de las mayorías legislativas, lo haría perder la guerra, el patrimonio y, seguramente, la libertad.

Que este señor carece de los más mínimos límites y escrúpulos, ya nos consta a todos, locales y extranjeros, que lo reflejan diariamente en la prensa internacional. Creo, sin embargo, que esta vez está dispuesto a superarse a sí mismo.

Hace tiempo, concretamente en 2006, escribí un artículo –que puede leerse en mi blog- al que titulé “Lo inexplicable …”. Gestado a raíz de la demencial prohibición de exportar carne, la nota concluía llamando la atención de la población, ya que –pronosticaba- a don Néstor no lo sacaríamos a cacerolazos, a golpes de carritos de supermercado, ni siquiera con votos.

Hoy, estimo, ya toda la sociedad no kirchnerista se ha convencido de ello, especialmente por la desnuda y descarnada negativa a tratar el tema de la boleta única, que permitiría impedir –o, al menos, morigerar mucho- el fraude que intentará el oficialismo en las urnas.

Otro factor agravante del cuadro, es la deserción y la licuación que está sufriendo el frente armado –en verdad, amontonado- por don Néstor. Como se sabe, “el peronismo te acompaña hasta la puerta del cementerio, pero no se entierra con vos”.

La gran incógnita está centrada, desde ese ángulo, en la cantidad de sapos que tanto los muchachos de la CGT y los “barones” del Conurbano cuanto los piqueteros leales estén dispuestos a tragar.

¿Qué sucederá cuando Moyano exija el pago de su lealtad con lugares en las listas de Kirchner? ¿Qué harán los intendentes para no perder las mayorías en sus respectivos consejos deliberantes? ¿Podrán armarse listas que contengan juntos a los Moyano, a los Viviani, a los Ishii, a los Curto, a los Pereyra, a los Pérsico, a los D’Elía, etc.?

En medio de esta crisis, internacional pero también anterior y local, ¿de dónde saldrá el dinero para el clientelismo, más para las obras públicas, más para la “coparticipación” de las retenciones a la soja, más para los auxilios a las provincias quebradas por la política oficial? La sumatoria es, en este caso y en este momento, de resultado imposible.

Kirchner puede ir todos los días que faltan hasta el 28 de junio a recorrer partido por partido del Conurbano prometiendo viviendas, pavimentos y cloacas, y devolver atenciones recibiendo a esos pseudo-caciques en el quincho de Olivos, pero lo que no puede hacer –básicamente, sería como resolver la cuadratura del círculo- es cumplir todas sus promesas.

Y esto lo saben tanto los intendentes como los votantes que, desde la última elección, han visto innumerables carteles de anuncio de obras nacionales oxidándose, sin que apareciera en el lugar ni un obrero ni una máquina.

Resulta obvio que la miseria a la que ha sido llevada gran parte de la población del Conurbano por las políticas oficiales -puestas en marcha por don Néstor desde 2007- hace q ue esos votantes sean presa fácil de quienes están dispuestos a comprar sus votos por sandwichs, por gaseosas, por vino, por colchones, por electrodomésticos o por ‘planes’.

Por eso, es obligación de toda la oposición, en realidad de todos los ciudadanos, asumir la tarea de fiscalizar el acto electoral, aún en las zonas más inhóspitas del segundo y del tercer cordón, para evitar que, con los votos, roben otra vez el futuro del país.

Obviamente, el Gobierno puede ganar estas elecciones (alta improbabilidad, salvo un fraude masivo) o perderlas (altísima probabilidad). Veamos, entonces, qué podría pasar en uno u otro escenario.

En primer lugar, corresponde resaltar que, por tratarse de legislativas, el triunfo real o la derrota efectiva del kirchnerismo se deberán medir de una sola manera: la conservación o la pérdida de las mayorías en ambas cámaras del Congreso. Don Néstor, naturalmente y cualquiera sea el resultado, intentará “vender” una victoria, pero ya resultará intrascendente.

En segundo término, también resulta menester señalar que los diputados y senadores que resulten elegidos recién jurarán sus cargos el 10 de diciembre, casi 6 meses después y, si el oficialismo hubiera perdido las mayorías en cuestión, puedo asegurar que no convocará a sesiones extraordinarias al Congreso, por lo cual sólo asumirán sus cargos el 1° de marzo de 2010, o sea, diez meses después de estas elecciones tan anticipadas.

Hasta esas fechas, el Gobierno seguirá disponiendo, al menos en teoría, de esas mayorías automáticas, que tantas satisfacciones les han dado (salvo en la discusión por la Resolución 125).

¿Qué disparate estarán dispuestos a votar los legisladores cuyos mandatos se cumplirán el 10 de diciembre? ¿Estarán dispuestos a arriesgar todo para satisfacer a un perdedor que, además, se quedó pobre (no a título personal, obviamente)? ¿Asumirán el riesgo de que los juzguen por sus actos, seguramente violatorios de la Constitución Nacional, como es el caso de los “superpoderes”? Grandes incógnitas, ¿no?

Por lo que no resulta dudoso, y es absolutamente probable, es que, para entonces, la fuerza del tsunami económico-financiero haya llegado con fuerza, provocando una ola inédita de despidos, sin red de seguridad de ningún tipo para quienes terminen en la calle, con todo el conflicto social real que eso puede traer aparejado.

Y esto, que también sabe don Néstor, fue el factor principal que lo llevó a disponer el adelantamiento de las elecciones.

Entonces, y volviendo atrás, lo real es que don Néstor y su vocera podrán continuar disponiendo de los destinos del país, y de su economía, hasta –como mínimo- el 1° de marzo del año próximo.

En la medida en que Argentina carece hoy de cualquier herramienta financiero-monetaria apta para enfrentar la crisis –por ejemplo, como hizo Luiz Inácio Lula da Silva, que ayer sacó de la galera un plan para construir un millón de viviendas populares y cuenta con los recursos para llevarlo adelante- y tiene vedado el acceso a los escasos mercados de crédito internacional que hoy subsisten, sólo les cabrá recurrir al odiado FMI.

Para ello, están preparando el discurso, especialmente hoy, cuando Cristina planea reunirse con don Biden, el Vicepresidente de Obama, para encontrarse con éste en abril, para “explicarles qué hemos hecho los argentinos, desde 2003, para estar tan enteros y tan preparados frente a la crisis que nos llega de afuera”. (¡Gracias a Dios tenemos a don Néstor, un precursor!)

Ya el aparato oficial de propaganda –verdaderamente, digno de Goebbels- se ocupará de explicar a la gilada que vamos a poder pedirle dinero al FMI porque éste habrá cambiado, y no porque vayamos ‘con el caballo cansado’.

Pero el real problema se presentará, para don Néstor y su vocera, cuando los diputados y senadores electos dentro de 90 días asuman efectivamente sus cargos y, con los salientes, se vayan las mayorías automáticas.

Y eso se producirá indefectiblemente, porque don Néstor, como ha demostrado desde sus lejanos días de Intendente de Río Gallegos, es incapaz de negociar con la oposición, o de dialogar con la prensa. No lo ha hecho hasta ahora: desde que asumió como Presidente, el 25 de mayo de 2003, no hizo una sola reunión de Gabinete, ni una sola conferencia de prensa, limitándose a lanzar sobre los que piensan distintos epítetos y agravios de toda índole.

Y también contribuirá, esencialmente, al conflicto la certeza de que, con la pérdida de las mayorías, desaparecerán de sus manos resortes tales como el manejo arbitrario del Consejo de la Magistratura, de los organismos de control, de la economía, de los fondos provenientes de impuestos no coparticipables, del Indec y del terror.

Habrá llegado, para él, para su vocera, sus funcionarios –que los odian- y sus cómplices en el saqueo, el momento de rendir cuentas ante jueces que habrán recuperado el coraje, ante una ciudadanía harta y asqueada, Seguramente, como dije, perderán entonces sus bienes y su libertad. ¿Qué no estará dispuesto a hacer para evitarlo?

Tengo esperanzas en el futuro post-kirchnerismo. Y tengo confianza porque creo que todos, especialmente los líderes de la oposición, han aprendido al menos que es lo que no se puede hacer. Y porque Argentina, con respeto de las instituciones y con seguridad jurídica, es uno de los países mejor dotados para salir velozmente de la crisis, ya que el mundo, que entró en ella con hambre, saldrá al final con el mismo o más hambre, y nosotros podemos contribuir a quitarlo.

Por ello, como ya dije, que lo que tenga que pasar lo haga rápido.

Bs.As., 27 Mar 09
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miércoles, 25 de marzo de 2009

¿Otra vez la Banelco?

¿Otra vez la Banelco?

Cuando en un país reina el orden, es una vergüenza ser hombre pobre y común.
Cuando en un país reina el caos, es una vergüenza ser rico y funcionario.
Confucio
Hace unos minutos y por televisión, el distinguídisimo Senador por Tierra del Fuego, José Carlos Martínez, electo por el ARI gobernante para representar a su provincia, hizo pública su renuncia al partido declarando, contemporáneamente, que tanto él como su colega, la Senadora María Rosa Díaz, también renunciante, votarán mañana a favor del proyecto del Poder Ejecutivo nacional de adelantar las elecciones al 28 de junio.

El Senador se mostró sumamente ofendido por las manifestaciones de algún dirigente rural que dijo que el decreto de necesidad y urgencia que dispuso la pseudo coparticipación de los ingresos por retenciones a la soja, beneficiaran a las provincias que no tenían ni una sola plantita del “yuyo”.

Más allá de que, obviamente, me parece un dislate una afirmación como la que agravió al Senador –el país es uno solo, y las provincias ricas deben ayudar a las pobres- me pareció risueño el argumento que esgrimió para defender a Tierra del Fuego, a cuyo pueblo dijo representar.

Con esa auto-atribuida representación mostró, además, su total ignorancia respecto a lo que dispone la Constitución Nacional, ya que quienes representan al “pueblo” son los diputados, mientras que los senadores representan a la “provincia”.

El argumento de defensa utilizado fue que Tierra del Fuego contribuye al fortalecimiento de la economía mediante su gas y su petróleo que, resaltó, está afectado por retenciones que evitan que sus precios se equiparen a los internacionales y, por ende, se beneficia la independencia energética del país.

Sumó con ello otro disparate a las excusas que esgrimió para cambiar su voto de mañana. Esas retenciones son las que han hecho que, prácticamente, hayan desaparecido las reservas de petróleo y gas de la Argentina. La razón es muy simple: si a Ud. fuera una compañía petrolera que trabajara en Argentina, Bolivia o Brasil, ¿arriesgaría su capital en buscar hidrocarburos en un país que le pagara por el producto que encontrara un tercio de lo que vale?

Desde 2003, por el congelamiento de las tarifas y de los precios internos dispuestos, alegremente, por don Néstor, se congeló la exploración de nuevos yacimientos, y hoy el país depende de las importaciones –sobre todo de Bolivia y Venezuela- que ahora, gracias a la crisis internacional, han reducido sus precios. Sin embargo, el inefable don Martínez, muy orgullosamente por cierto, se congratuló de tal situación, que condena otra vez a la Argentina en general, y a Tierra del Fuego en particular, a la dependencia energética.

También sostuvo que ya habían venido –ambos senadores- apoyando al Gobierno nacional desde hace tiempo, y recordó su voto a favor del hurto de los ahorros privados en las AFJP’s, justificándolo al decir que el sistema privado “impedía una jubilación digna” para los trabajadores. Y lo dijo sin ponerse colorado.

Al ver estos cambios de camiseta, me pongo a pensar en qué pasará en el lapso que medie entre el 28 de junio y el 10 de diciembre, cuando muchos legisladores, que hoy están en funciones, dejarán su cargo. ¿Qué serán capaces de aprobar, “en beneficio de los pueblos” de sus provincias? ¿Cuántos más descubrirán, tan tardíamente, las bondades de los K y los “deseos y necesidades” de los pueblos?

¿Otra vez está la Banelco en funcionamiento?
Bs.As., 25 Mar 09
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lunes, 23 de marzo de 2009

¿Por qué, Cristina?

¿Por qué, Cristina?

En estos días tan movidos políticamente, en general por hechos del Gobierno, me han surgido varios interrogantes acerca de algunas actitudes de doña Cristina. Ruego a quien tenga la dirección electrónica de la Presidente haga llegar a Olivos esta nota, a fin de permitirle responder a esas preguntas cuyas respuestas, estimo, a todo el mundo le interesaría conocer.

Obviamente, excluyo de ese “todo el mundo” a don Randazzo, a don Kunkel, a don Aníbal Fernández y, en general, a todos aquellos para los cuales doña Cristina habla –como mero portavoz de su marido- “ex cátedra”, es decir, transmitiendo dogmas de fe que, como tales, son incuestionables.

En Argentina, todos tributamos el impuesto a las ganancias, que grava nuestros ingresos a partir de cierto monto, cualquiera sea el origen de tales entradas. Entonces, si los mayores precios de las exportaciones generaron, al decir de la Presidente, ganancias extraordinarias a los productores, ¿por qué, Cristina, no limitarse a aplicar a esos ingresos “extras” este impuesto, en lugar de “inventar” las retenciones, o sea, el impuesto a la exportación?

La primera respuesta –perdón por lo obvio- que se me ocurre, es que las retenciones no son coparticipables, mientras que el impuesto a las ganancias sí lo es.

De allí que, utilizando esta herramienta en lugar de la correcta, lo que hace doña Cristina es restar ingresos a las provincias y municipios, concentrando esos fondos –las retenciones- en la gran “caja” de la que dispone su marido para disciplinar a los díscolos y alquilar a los legisladores; digo “alquilar”, y no “comprar”, puesto que, como todos sabemos, ninguna lealtad es definitiva en la política argentina, con la excepción, probada a partir de ayer, de Gabriela Micheti.

En una palabra, vía retenciones se han restado recursos a las provincias y municipios, que hubieran debido provenir del impuesto a las ganancias; es decir, se ha empobrecido al interior y a los productores, para aumentar y concentrar la riqueza en manos del Poder Ejecutivo que, a través de los super-poderes, dispone arbitrariamente de ella.

El segundo interrogante que me surgió fue el vinculado al último anuncio de la Presidente, es decir, la voluntaria y magnánima coparticipación del 30% de las retenciones a las provincias que adhieran al proyecto K, con la obligación, para éstas, de coparticipar igual porcentaje a los municipios con intendentes genuflexos.

Y este interrogante puede traducirse así: si esta dádiva es posible hacerla en un momento de crisis interna y externa, que ha menguado los recursos de todas las cajas oficiales, ¿por qué, Cristina, no se hizo originalmente?

Otra versión de la misma pregunta es: si el Estado nacional está ahora dispuesto a “perder” ese 30%, ¿por qué, Cristina, no aceptar reducir las retenciones y, con ello, tranquilizar y pacificar el país, que hoy está en llamas?

O, peor aún; si el discurso oficial –tanto de los co-presidentes cuanto de don Randazzo y de Fernández- machaca con el concepto de que si las retenciones móviles –léase, la Resolución 125- hubieran sido sancionadas por el Congreso, hoy los pequeños y medianos productores pagarían menos, ¿por qué, Cristina, no fragmentar ahora las retenciones para que esos mismos productores, quebrados por la sequía y la baja de los precios, paguen ese porcentaje menor?

Un tercer interrogante está relacionado con el monto a repartir con tanta generosidad –el famoso 30%- que, según el Gobierno, alcanzaría a los $ 6.520 millones. Ignoro cómo hizo don Néstor –perdón, la Presidente- sus cálculos, pero me inclino a pensar que usó, como base, lo recaudado el año pasado para proyectar el de este año, sin tener en cuenta la sequía, los bajos precios internacionales y la menor superficie sembrada.

Ahora, si –en teoría- esos fondos pueden destinarse sólo a inversiones en infraestructura, ¿cuándo, Cristina, les entregará efectivamente esos fondos a las provincias? ¿Su idea es coparticipar los ingresos de la cosecha anterior? Porque, si no fuera así, las provincias y municipios recibirán las transferencias a medida que éstas ingresen al Tesoro nacional, y el efecto real se demorará y las obras previstas no podrán ser realizadas en tiempo y forma.

El cuarto interrogante podría ser vinculado a la cortedad de la frazada. Me explico: hasta ahora, el Ejecutivo central transfería fondos a las provincias por la vía de los famosos ATN’s, o sea, los aportes del Tesoro nacional. Más allá de que este nuevo sistema traerá –al menos, es esperable que así sea- mayor transparencia, debemos pensar en cuánto dinero tiene la familia imperial para repartir.

Me inclino a creer, hasta que se demuestre lo contrario, que los fondos son los mismos. O sea, disminuirán los ATN’s para transformarse en coparticipación de retenciones.

Y la razón de ello es muy simple: el Gobierno no tiene dinero –pese al saqueo a los aportantes a las AFJP’s- para atender simultáneamente a todos sus compromisos actuales: los servicios de la deuda, los subsidios a todo (gas, electricidad, combustibles, transportes, consumos, etc.), los planes sociales, la obra pública anunciada, etc.. Entonces, lo que ha anunciado es que cambiará la forma en que transferirá el dinero al interior que adhiera, explícitamente, al modelo K. ¿O no, Cristina?

Un quinto interrogante nacido, seguramente, de mi ignorancia y de mi escaso coeficiente intelectual, proviene del manifestado interés del Gobierno en reducir la superficie sembrada de soja. Entonces, si los ingresos de provincias y municipios dependerán, en un 11% (según la Presidente), de las retenciones a la soja, ¿no estarán, Cristina, los gobernadores e intendentes propensos a fomentar el cultivo de este “yuyo”?

Hasta aquí, las preguntas vinculadas a la coparticipación de las retenciones; pero hay otras.

En mayo de 2006, escribí una nota a la que titulé “Lo inexplicable …”, y que se puede leer en mi blog (
www.egavogadro.blogspot.com); allí me preguntaba qué podía hacer que alguien que pretendía perpetuarse en el poder –entonces pensaba que lo haría directamente, y no a través de su mujer- tomaba medidas que, sin lugar a dudas, irían contra las existencias vacunas y, al disminuir la oferta de carne, harían aumentar los precios en el futuro, incidiendo sobre su propia futura gestión.

Hoy, como todos sabemos, esa política no sólo se ha mantenido sino que se ha extendido a otros grandes productos del campo, como el trigo y la leche y sus derivados.

Hemos perdido mercados insustituibles: Brasil, impedido de importar trigo argentino, lo busca en Estados Unidos; Rusia y Europa, afectadas por la imposibilidad de contar con exportadores argentinos confiables, han resuelto proveerse en Brasil y Uruguay;y lo mismo ocurre con los lácteos.

Hace unos 10 días, y a un costo sideral, la Presidente convocó a todos los embajadores y jefes de misión argentinos a una reunión en Buenos Aires, para darles clase acerca de cómo fomentar las exportaciones locales. ¿No le parece, Cristina, un verdadero disparate, ya que es su marido y don Moreno quienes frenan o impiden esas mismas exportaciones?

Mal que le pese a los Kirchner, Argentina es un país principalmente exportador de productos agrícolas y agro-industrializados.

La industria argentina, por distintas razones, es incapaz de competir (salvo rarísimas excepciones) en los mercados internacionales, ya que su economía de escala, atada a un pequeño mercado interno, hace que sus costos sean demasiado altos.

Sin embargo, don Néstor y doña Cristina han decidido ampararla, vía derechos exagerados e ilegales a la importación de bienes, haciendo que los precios internos se mantengan altos artificialmente.

En agosto de 2008, un artículo -al que titulé “Una respetuosa sugerencia a la Unión Industrial”- fue recibido con gran interés por algunos grandes capitanes de la industria argentina. En él, proponía que el Gobierno subsidiara a las fábricas locales para que éstas pudieran reconvertirse para competir en el mercado internacional de altísima calidad, y precios equivalentes.

¿No le parece, Cristina, que sería más razonable que, por ejemplo, los fabricantes de zapatos argentinos compitieran con los italianos o los ingleses, y no con los brasileños o los chinos? ¿No le parece, Cristina, que su “modelo de acumulación con inclusión social” se vería más favorecido, en el mismo ejemplo, si todos los argentinos pobres pudieran acceder a zapatos de buena calidad y precios alrededor de los $ 15 el par?

Para terminar esta nota, que se ha hecho demasiado larga, lo cual me obliga a dejar el tema del proyecto de ley de medios audiovisuales para la siguiente oportunidad, sólo haré una reflexión sobre el tema del adelantamiento de las elecciones legislativas nacionales.

Si el proyecto del Ejecutivo pasa exitosamente la prueba en Senadores (espero, fervientemente, que no sea así), las cámaras serán renovadas en una gran proporción.

A partir de entonces, y hasta el 10 de diciembre, tendremos legisladores deslegitimados por el voto popular sentados en sus bancas y futuros legisladores, convalidados por ese mismo voto, esperando para asumir.

Serán más de cinco meses en esa situación tan peculiar que, obviamente, permitirán que el Ejecutivo alquile voluntades de los salientes para sancionar leyes que, si los Kirchner pierden las mayorías, no serán bien vistas por la sociedad, generando aún mayores ríspideces.

Si el mandato que reciben los legisladores en la urnas puede asimilarse a la figura del mandato del Código Civil, los salientes tendrán sus facultades revocadas por los votos contrarios. ¿Con qué derecho, Cristina, seguirán legislando en nuestro nombre?

Por lo demás, si bien es cierto que los nuevos legisladores que resulten electos en las urnas asumirán el 10 de diciembre, no lo es menos que sólo se sentarán en sus bancas cuando el Congreso reinicie su período ordinario, es decir, el 1° de marzo de 2010. ¿No le parece, Cristina, una exageración total? ¿O piensa, Cristina, convocarlos a extraordinarias, aún sabiendo que no dispondrá de sus mayorías automáticas? ¿O imagina, Cristina, gobernar a fuerza de decretos de necesidad y urgencia?

Como dije al principio, me gustaría que doña Cristina –y don Néstor- pudiera responder a estos interrogantes, porque sus respuestas hacen al futuro inmediato del país.

Bs.As., 23 Mar 09
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jueves, 19 de marzo de 2009

Nafta demagógica para el incendio interior

Nafta demagógica para el incendio interior

Doña Cristina, cada vez más llena de mohines, como si se tratara de una niña frente a una reunión de mayores, acaba de anunciar que, en un acto de generosidad y de dadivosidad –se ocupó de aclarar que nada lo obligaba a hacerlo- el Gobierno nacional coparticipará, en un 30%, los ingresos fiscales provenientes de las retenciones a la soja.

Lisa y llanamente, dijo que los confiscatorios impuestos a la exportación no serán modificados, y que parte de ellos será entregado a gobernadores e intendentes para que éstos construyan “cloacas, escuelas, hospitales”; exactamente los mismos argumentos que usó cuando, al recibir el repudio de los productores a la Resolución 125, intentó justificarla post facto.

Creo que dijo –la magnitud de mi rabia y el tiempo del que dispongo me impiden confirmarlo ahora- que el monto a coparticipar alcanzaba a US$ 450 millones; si esa cifra es correcta, y tratándose de 24 provincias a repartírsela, le corresponderían US$ 18,75 a cada una. En la medida en que éstas, a su vez, deberían coparticipar a los municipios en un 30%, se quedarían con US$ 13 millones.

Frente a la exacción que significan las retenciones –que, como el impuesto al cheque, chupan del interior fondos que, de otro modo, quedarían en las economías locales- parece una magra solución para los déficits provinciales.

Mientras tanto, las pantallas de televisión no adicta (léase, C5N lo ignoró) mostraban los innumerables cortes de rutas que realizan los chacareros y obreros de las fábricas de maquinaria agrícola en todo el país.

La rabia justificada desde hace ya más de un año de la Argentina interior se incrementó hoy cuando, pese a que el Gobierno teóricamente alentaba al campo a recurrir al Congreso, el oficialismo se negó a dar el quórum necesario para que el tema pudiera ser discutido en la Cámara de Diputados.

Cristina, como un simple muñeco en manos de su ventrílocuo, sigue usando nafta, mientras dice querer apagar el incendio que la crisis internacional, sumada a la preexistente crisis local, ya está provocando en Argentina.

Con sonrisitas, saluditos, guiñaditas de ojos y gestitos infantiles, los Kirchner siguen humillando al único sector verdaderamente competitivo, reinversor y pujante del país, llevados por la demencia y por el afán de venganza contra quienes, plantándose frente a estos tiranos, lograron frenarlos, aunque fuera transitoriamente.

Parecen ignorar –o, como ya sostienen muchos, han elegido quemar sus naves- que este conflicto, que no solamente lleva a las rutas a los productores sino a todos los habitantes del interior, se arrastrará hasta las elecciones, cuando quiera que éstas se realicen.

Mientras todos los gobiernos del mundo están trabajando para unificar a sus pueblos para combatir el tsunami, los Kichner se afanan por dividir y confrontar.

Ya nada puede hacer dudar que estamos frente a una declaración de guerra de Néstor, que está dispuesto a incendiar el país antes de huir o morir en el intento. El acto de hoy fue sólo arrojar más nafta, ahora disfrazada de demagogia.

Sólo cabe esperar que, sea en el Congreso la semana próxima, sea en las urnas en junio, podamos terminar con esto, aunque cueste sangre. Porque nadie imagina ya que los Kirchner aceptarán, mansamente, el rechazo de las urnas.

Dios, ¡en qué manos ha caído Argentina!

Bs.As., 19 Mar 09
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miércoles, 18 de marzo de 2009

El país y la guerra

El país y la guerra

Ayer al mediodía (la precisión temporal es importante en este caso), en una reunión, un joven militante justicialista de la Provincia de Buenos Aires, después de oír durante un largo rato disquisiciones acerca de las elecciones anticipadas y de las diferentes posturas de la oposición, hizo un grave llamado de atención al decir: “No será ya el tiempo de los diplomáticos”.

Su encendido discurso, respaldado por una referente territorial del Conurbano, pasó a explicar los fundamentos de ese aserto. Según él –y coincido plenamente-, con el llamado a elecciones para el 28 de junio, Kirchner acaba de declarar la guerra; ha decidido jugarse el todo por el todo, sin reparar en medios ni en costos.

Tal como hace mucho vengo previendo desde estas notas (ver “Lo inexplicable …”, en
www.egavogadro.blogspot.com) Néstor ha resuelto dar, en los próximos días, la batalla final. En ese artículo anticipé que a Kirchner no lo podríamos sacar a golpes de cacerolas o de carritos de supermercado, y ni siquiera con votos.

Estas elecciones, en su escenario particular, deben ser ganadas sí o sí. Si los votos no alcanzan, se deberá recurrir al fraude más desembozado y, si no fuera posible por la masiva presencia de observadores y de fiscales de la oposición, no quedará otra alternativa que hacer que la violencia se enseñoree en el país.

Kirchner y su mujer saben que no existe la posibilidad de retroceder, y que una derrota los conducirá a la cárcel y al oprobio. Y no están dispuestos a correr ese riesgo.

Si resulta necesario, incendiarán Roma.

Cuando, en el primer párrafo, dije que la precisión en el tiempo era importante, me refería a que la aseveración del joven se anticipó, en varias horas, a la reunión entre la Mesa de Enlace y el Gobierno, que dinamitó el diálogo y empujó, una vez más, al interior a las rutasy al demencial discurso de Néstor en La Plata. Ambos eventos no hicieron más que confirmar las rotundas afirmaciones (¿apocalípticas?) escuchadas.

Entre los escenarios de catástrofe inmediatos no puede descartarse, pese a lo poco probable que resulte, una derrota de la iniciativa gubernamental en la Cámara de Senadores. Dada la norma constitucional, que exige la mitad más uno de los miembros totales –los ausentes, entonces, se contarán como negativos- no tendrá esta vez Cobos la posibilidad de desempatar. ¿Qué pasará con el Gobierno, entonces?

Si, más allá del marketing del Gobierno, éste pierde las mayorías en las cámaras, ¿qué pasará?

¿Alguien cree hoy que Néstor aceptará el juego democrático y cambiará su forma dictatorial y autista de gobernar? Por ello, ¿qué hará?.

Vienen tiempos aciagos para el país, y el tsunami tendrá consecuencias trágicas.

Otro aspecto, menos coyuntural pero inmensamente más importante, es que la aceleración de los tiempos electorales no cambiará la realidad económica de la Argentina.

El 29 de junio –si el Gobierno consigue su propósito en el Congreso- la República despertará con los mismos problemas, y con el mismo trágico futuro.

El deterioro en los niveles de pobreza, de indigencia, de mortalidad infantil, de hambre y de desnutrición, de desempleo formal e informal, de destrucción de la educación pública, de inexistencia de inversiones genuinas, de inseguridad, seguirán existiendo y tenderán a agravarse, por influencia de la crisis internacional, sumada a la propia, generada por el Gobierno.

Y no veo en la dirigencia política de ningún signo, más allá de las declamaciones, preocupación al respecto. Todos hablan de propuestas, pero nadie las concreta. Gastan centímetros de papel y minutos televisivos en frases tales como “coincidencias básicas” o “políticas de Estado” y, sin embargo, nada hacen al respecto.

Esa negación de la realidad que, como digo, es común a todos los partidos y a todos los candidatos, me recuerda al Titanic hundiéndose, mientras algunos de sus pasajeros bailaban en cubierta o se emborrachaban para intentar olvidar lo inexorable de su destino.

Es indispensable que nos preparemos para los acontecimientos inmediatos, pero lo es más aún que todos –y me refiero a todos, exactamente- nos pongamos de acuerdo en ciertos puntos elementales que permitan construir el futuro.

El riesgo que corremos es que Argentina desaparezca como país.

Bs.As., 18 Mar 09.-
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viernes, 13 de marzo de 2009

Gracias, Néstor; gracias, Cristina

Gracias, Néstor; gracias, Cristina

Hoy he recibido una de las confirmaciones más gratificantes de mi pequeña carrera como analista o comentarista aficionado: Chasman (*) lee mis artículos y consulta mi blog.

Que el presidente de facto, cada día, ratifique en los hechos cuanto escribo me hace sentir como un oráculo, mal que me pese.

Hace unos días, como saben, publiqué una nota a la que titulé “De pánicos y esquizofrenias”. Hoy, la ayudante de Chasman, desde Puerto Madryn, sobreactuó ambas condiciones de la pareja imperial.

El miedo a lo que viene, de la mano de la crisis internacional que se suma a la tierra arrasada en que han convertido a nuestro país, llevó al ventrílocuo a ordenar el adelantamiento de las elecciones, anticipándolas a junio de este año. Como lector de mi material, sabe que no podrá llegar, al menos normalmente, hasta octubre, y ello lo llevó a esta nueva alteración de las reglas de juego.

Por su parte, la enfermedad mental a la que aludí en el artículo citado quedó palmariamente demostrada cuando, por boca de la Presidente, Chasman justificó esa anticipación en la necesidad de avanzar, con diálogo e interacción, dejando atrás rápidamente la puja electoral para, de ese modo, mantener los índices de empleo y de distribución de la riqueza.

Sólo un enfermo, o su muñeca, pueden mencionar la palabra diálogo cuando, para tomar una medida tan trascendente, no han conversado con la oposición, con los líderes del Congreso ni con sus funcionarios más cercanos; y la persistencia en sostener la veracidad de los índices del Indec, falseados por su lacayo Moreno, no hace más que confirmar el diagnóstico.

Conservo mi agradecimiento a ambos: todos los días me permiten recuperar mi capacidad de asombro y, con ello, me mantienen joven, a pesar del calendario.

Evidentemente, los hechos de hoy ratifican, además, que los Kirchner están dispuestos a llegar a cualquier extremo, a cualquier dislate, para seguir adelante, aún cuando tal conducta implique destruir lo que queda de institucionalidad en Argentina.

Rossi y Fellner dieron verdadera pena –o vergüenza ajena- tratando de encontrar justificativos para este disparate: recurrieron a la economía del gasto implícito en dos elecciones, a la comparación con las medidas similares adoptadas por gobernadores de provincia (que, por el contrario, tienen prevista esa facultad), a explicar su desconocimiento previo con sandeces.

Pero, ¡atención! Esto es sólo una muestra, homeopática por cierto, de lo que Chasman está dispuesto a hacer.

Estemos preparados, entonces, para exigir al Congreso el estricto cumplimiento de su deber constitucional. Impidamos que, una vez más, los legisladores traicionen a quines los votaron por ungirse al yugo de Néstor que, por otra parte y en la medida de lo magro de la caja, ya poco podrá hacer para pagar los favores a los que se comprometa.

(*) Famoso ventrílocuo de mi época, cuyo muñeco se llamaba “Chirolita”

Bs.As., 13 Mar 09

jueves, 12 de marzo de 2009

En medio del desastre, una luz de optimismo

En medio del desastre, una luz de optimismo

En medio del panorama desolador que presente hoy Argentina, y que seguramente empeorará a medida que pasen los días, hay algo que permite ser optimistas.

Creo que quienquiera que sea que suceda a los Kirchner y a su nefasta cohorte de funcionarios y empresarios amigos, ha aprendido de estos una lección imborrable: saben exactamente qué es lo que no hay que hacer y saben que nuestro país depende, en una enorme medida, del campo y de la agro-industria.

Estoy absolutamente convencido que Solá, Macri, Reutemann, Cobos, Carrió, Binner o quien resulte electo después del Apocalipsis, han percibido que sólo la ignorancia, la soberbia, el odio, la intemperancia de la pareja gobernante nos han colocado en el peor lugar entre los países que, en América Latina entera, deberán afrontar el tsunami que ya ha comenzado a inundar nuestros países de desempleo, de hambre y de inseguridad.

Han comprendido que, con seguridad jurídica y claridad, razonabilidad y estabilidad en las reglas de juego, Argentina puede volver a ser, muy rápidamente por cierto, una factoría que produzca alimentos –los únicos productos que podrán soportar el embate de la caída del comercio internacional, pues los pueblos necesitan comer- para quinientos millones de personas.

Han entendido que exactamente lo mismo sucederá con nuestro sector de petróleo y gas que, en razón del desinterés en explorar, ha visto disminuir, hasta casi desaparecer, su nivel de reservas.

Es cierto que, para llegar al próximo período constitucional, Argentina deberá atravesar un Jordán sumamente complicado y riesgoso, pleno de problemas sociales causados por la inexistencia de una verdadera red de contención para los despidos y cierres de establecimientos industriales y comerciales que ya han comenzado a producirse y que se acelerarán, brutalmente, en un corto futuro.

La ceguera y la persistencia en el error de nuestros actuales gobernantes nos está conduciendo al caos, ya visualizado a través del incremento notable de la inseguridad cotidiana, y nos aproximamos, como un tren sin frenos y conducido por un demente, a una insalvable pared. Pronto nos estrellaremos contra ella.

Tampoco puede faltar en este análisis la verdadera sangría que está afectando al kirchnerismo en ambas cámaras del Congreso puesto que, cuando haga perder a éste sus mayorías automáticas, caerán los pilares sobre los cuales Néstor y Cristina han construido su poder dictatorial: la modificación del Consejo de la Magistratura, el absoluto debilitamiento de los organismos de control, los “superpoderes”, etc..-

Y todos sabemos –ya que lo han confirmado desde sus tiempos de Santa Cruz- los Kirchner no saben gobernar con disenso democrático, con ideas distintas al pensamiento único, con cámaras adversas, con jueces independientes y dispuestos a investigar hechos pretéritos, pero también hechos actuales.

¿Qué va a suceder entonces? Sólo puedo imaginar dos posibilidades: la huida o la resistencia a cualquier precio.

Pese a la famosa frase que dice que “al enemigo que huye, puente de plata”, creo que nos debemos, y deberemos a nuestros hijos, el juzgamiento imparcial de quienes nos han robado –además de empresas, ahorros y dineros- el mejor momento que la coyuntura internacional dispensó a la Argentina en casi ochenta años.

Por ello, seré partidario entonces de la detención de Kirchner, de Cristina y de sus cómplices, y la realización de un juicio con todas las de la ley y observación internacional.

En lo que a la segunda posibilidad -la resistencia- se refiere, prefiero no hacer pronósticos, pues estos resultarían sumamente agoreros y este artículo, como dice su título, pretende mostrar la luz que existe al final del túnel.

Como dije en otra nota reciente: lo que tenga que pasar, que pase pronto.

Bs.As., 12 Mar 09
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sábado, 7 de marzo de 2009

Cristina tiene razón

Cristina tiene razón

A raíz del sobreseimiento de un presunto violador por falta de pruebas, debido a la inoperancia de una fiscal, doña Cristina ha retomado –rodeada por sus fieles colaboradores- su virulento discurso contra el Poder Judicial, que tuvo su mejor exponente en la apertura del año ordinario del Congreso, cuando reclamó a los jueces por la demora en los juicios por los hechos ocurridos durante el Proceso.

Sólo puedo decir que concuerdo en un todo con nuestra Presidente: la culpa es de los magistrados y de los fiscales.

Los jueces deben rendir cuentas ya, a la Presidente y al país todo, por la falta de celeridad en los juicios contra los delincuentes, y por permitir que éstos continúen en libertad pese a lo horrendo de sus crímenes.

¿Cómo podemos tolerar, como sociedad, que individuos que robaron a mansalva, una y otra vez, sigan haciendo de las suyas ante la impasibilidad de quienes deben juzgarlos y condenarlos?

¿Cómo es posible que quienes mataron –y matan todos los días- a miles de argentinos continúen gozando de una inmerecida libertad?

¡Bravo, Cristina, por ponerse al frente de una demanda tan cara a los intereses de toda la población!

Hiere a la sensibilidad y al sentido de la Justicia que hombres y mujeres de la laya de Néstor Kirchner, Julio de Vido, Ricardo Jaime, Felisa Miceli, Alicia Kirchner, Hugo Moyano, Luis D’Elia, Ulloa, Uberti, Boudou, etc., los empresarios amigos del poder, los dueños del juego, los traficantes de drogas amparados por los políticos, los intendentes y gobernadores que se perpetúan en sus cargos a fuerza de empobrecer y brutalizar a sus votantes, sigan sin ser investigados, pese a la multiplicación de denuncias en su contra.

Tiene razón Cristina: los jueces no pueden continuar demorando las causas que, por el exterminio de un sector de la población –los más pobres y olvidados- se convierten en crímenes de lesa humanidad.

Los fiscales deben dejar de paralizar y dormir las investigaciones de casos tales como la valija de Antonini Wilson, los fraudes electorales, Skanska, las obras públicas superfacturadas, Electroingeniería, las constructoras santacruceñas, el grupo Eskenazi y los regalos de Repsol, el Intendente de Calafate y sus obsequios de tierras fiscales a Kirchner y sus familiares, los fondos de Santa Cruz, la toma de comisarías, el crimen por encargo del Tesorero de Camioneros, los subsidios que Jaime reparte y comparte, y los miles de etcéteras que resulta imposible recordar.

Con lo que esta banda ha robado -y sigue robando- puede terminarse con el hambre y la miseria que, para vergüenza de todos nosotros, afecta a casi cuatro millones de argentinos.

¿O no es un crimen de lesa humanidad matar a chicos por desnutrición? Eso es, precisamente, lo que hacen los Kirchner y sus cómplices, con la anuencia de jueces y fiscales.

Tiene razón la Presidente y no debe dejar de decirlo: esto debe terminar ya mismo, sin que puedan invocarse razones de falta de presupuesto o de vacancias de tribunales.

¿Hasta cuando, Cristina, abusarán de nuestra paciencia?

Bs.As., 7 Mar 09
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