miércoles, 26 de febrero de 2014

Sinfonía para saqueo a muchas manos



Sinfonía para saqueo a muchas manos

"En los períodos de crisis, las culpas se buscan automáticamente en el pasado, cuando los culpables viven en el presente" Osvaldo Loudet

Se me reprocha mi postura a favor de utilizar los mecanismos constitucionales para desalojar, ya mismo, a doña Cristina del poder, y a juzgarla –con sus familiares, cómplices y funcionarios- por los hechos de corrupción cometidos. Quienes piensan lo contrario invocan la posibilidad de victimizarla y, con ello, darle la oportunidad de retornar en el futuro, aunque creo que, al menos en la dirigencia, prima el miedo a asumir el pago de la cuenta que la inevitable crisis pasará, sin dudas, a quien la suceda.

No pretendo que, en Argentina, se replique lo sucedido en Egipto, Túnez, Libia, Siria, Ucrania y está pasando en Venezuela, o sea, desplazar al Gobierno con manifestaciones callejeras. Como sucedió en Honduras y Paraguay, donde presidentes fraudulentos o incapaces fueron destituidos, quiero que el pueblo se exprese libremente y, si una significativa mayoría así lo quiere, logre que los legisladores asuman en papel que la Constitución les asigna, es decir, la representación de los ciudadanos y de las provincias.

Mi posición, como sabe, tiene su fundamento en el enorme costo que toda la sociedad argentina deberá asumir por sostener al régimen hasta que finalice el período legal. Para que quede claro a qué me refiero, haré un resumen de la historia de uno de los rubros más significativos que componen ese costo aún cuando, en este caso, la suerte parece ya estar echada.

Se trata, obviamente, del arreglo con Repsol, anunciado con bombos y platillos por los mismos que, hace muy poco tiempo y con igual verborragia, tomaron la sede de YPF militarmente y provocaron al mundo afirmando que nada se pagaría –es más, se cobraría- por la confiscación (la expropiación requiere el pago anticipado del precio) del 51% de las acciones. A priori, declaro que llegar a un acuerdo era absolutamente indispensable.

Esta historia comenzó, en la práctica, cuando don Néstor (q.e.p.d.) se transformó, siendo Gobernador de Santa Cruz, en el factótum de la privatización de la empresa dispuesta por el gobierno de Carlos Menem. Para “facilitar” la decisión de los mandatarios de las provincias petrolíferas, el Turco inventó un gigante caramelo: la liquidación de regalías mal liquidadas; eso sí, cuando firmó ese acuerdo, el mismo quedó condicionado a la aprobación de la venta de YPF por el Congreso, es decir, los gobernadores debían obtener los votos de los legisladores para poder cobrar esas regalías.

El esfuerzo que realizó Kirchner fue tal que hasta llegó a enviar el avión sanitario de su provincia a buscar a un senador del noreste argentino, que resultaba indispensable para alcanzar la mayoría necesaria. Como contrapartida, el santacruceño recibió US$ 500 millones en efectivo y acciones de la propia YPF que, vendidas en el mercado poco después, le reportaron otros US$ 600 millones; esos son los fondos de Santa Cruz fugados al exterior y desaparecidos, sobre los cuales la ciudadanía no recibió explicación alguna.

Como necesaria consecuencia de la crisis de 2001, las tarifas de energía y combustibles, entre otras, fueron congeladas por Duhalde, para proteger a quienes se habían caído del mapa en ese tsunami. Al llegar don Néstor al poder en 2003 y pese a que la economía ya se había recuperado fuertemente, mantuvo el congelamiento, al principio por razones populistas.

Luego, la imaginación del Pingüino, que recibía permanentes reclamos de las compañías petroleras, le permitió imaginar qué sucedería si ese fenomenal apriete financiero empezaba a golpear los bolsillos de Repsol. Cuando, finalmente, obtuvo ese previsto resultado, ofreció a los españoles una solución: vender parte de YPF (primero 15%, con derecho a 10% más) a una empresa que, pese a no saber absolutamente nada acerca de la industria del petróleo, “tiene mucha experiencia en operar en mercados regulados”, como dijo luego el contrato de venta.

Como la adquirente, los Eskenazi –dueños del Banco de Santa Cruz, carecían de los fondos necesarios para pagar la compra del porcentaje comprado, la propia Repsol le prestó el importe necesario y, sorprendentemente, le transfirió la total administración de YPF. Eso sí, para garantizar la devolución del préstamo, la compradora y administradora debió comprometerse a distribuir no menos del 95% de las ganancias anuales; en la industria mundial, ninguna empresa distribuye más del 30/35%, ya que el resto debe ser invertido en exploración y producción; además, Repsol exigió que el contrato de compraventa estuviera confirmado por Kirchner y por Patotín Moreno.

En una nueva voltereta, al momento de la firma apareció como compradora una empresa con sede en Australia que, estoy seguro, pertenece al gigantesco patrimonio de la sucesión de don Néstor. A partir de entonces, todos felices. En el primer año, YPF distribuyó 142% de las ganancias, incorporando las reservas de ejercicios anteriores; por cada US$ 100 que se repartían, US$ 75 se los llevaba Repsol por la propiedad de sus acciones, y los otros US$ 25 también, en pago de la deuda de los Eskenazi/Kirchner.

Como no quedaba dinero para el giro de YPF, ésta dejó de buscar y producir gas y petróleo, y la Argentina perdió todas sus reservas probadas y, sobre todo, el autoabastecimiento energético; la consecuencia de ambos hechos llevó a que hoy, las importaciones alcancen la bonita suma de US$ 14.000 millones anuales, y siguen creciendo.

Todo el mundo sabe que, en el mundo de la corrupción, no hay papeles ni documentos que prueben el rol de cada uno de los actores de cada hecho, tengo para mí que, cuando su marido murió, la viuda llamó a los Eskenazi y les pidió la rendición de las cuentas non sanctas. La negativa de los testaferros habría desatado la furia presidencial que terminó con la confiscación de la empresa. Como el Bambino Kiciloff la había convencido que había una importante suma en la caja de YPF, fue indispensable invadir con la Gendarmería la empresa y echar a los funcionarios sin que pudieran tocar un solo papel.

A partir de entonces, YPF pasó a pertenecer en un 51% al Estado y a las provincias petrolíferas, un 12% conservó Repsol, un 7% terminó en manos de Carlos Slim por la ejecución de sus propios créditos contra los Eskenazi, y el resto está en las bolsas.

Los españoles, que de bobos tienen poco, armaron una inteligente estrategia para forzar un arreglo con el Gobierno: inició demandas preventivas ante tribunales de varios países, con las cuales amenazó a cualquier compañía que pretendiera invertir en YPF, y bloqueó así todos los esfuerzos del Mago Galucchio para conseguir indispensables acompañamientos para Vaca Muerta.

El mismo aullante Bambino, ahora con cara compungida, nos informó que se ha llegado a una solución para el problema. Argentina pagará a Repsol, en bonos, US$ 5.000 millones netos, o sea, tendrá garantías suficientes para que, cuando decida venderlos, siempre perciba esa suma. En resumen, nuestro país emitirá deuda soberana por un importe cuyo monto se ignora, pero se estima entre US$ 1.000 y US$ 3.000 millones adicionales, y con una tasa de interés que supera –en realidad, casi triplica- la que pagan Bolivia, Uruguay, Paraguay, Perú y Chile por su deuda a treinta años; si esto es un nuevo negociado, ya se verá.

Lo más notable es que no se conoce quién y con qué criterio valuó las acciones, pese a que la ley ordena que sea el Tribunal de Tasaciones quien fije el monto de la indemnización a pagar.

Esta larga explicación justifica que doña Cristina sea destituida, siguiendo los pasos previstos en la Constitución, ya mismo. Si ese hecho se concretara, en realidad lo considero imposible por ahora, un nuevo gobierno, confiable y serio, reduciría sensiblemente el riesgo-país que hoy padecemos y, con eso, también la tasa de interés a pagar.

También, al sincerar las cifras de la inflación y del crecimiento, nos evitaría tener que efectuar el pago –ya confirmado- por los cupones atados al PBI, que he denunciado desde hace meses como un nuevo saqueo y que alcanza a otra sideral suma: entre US$ 2,5 y 4.000 millones. Y lo califico así por una respuesta que usted mismo podría dar a una pregunta elemental: si todos los bancos y las agencias de riesgo decían que la Argentina no creció el año pasado, ¿quiénes pudieron comprar esos cupones si no fueron aquéllos que sabían que podían falsear las estadísticas?

Lo absurdo y más preocupante es que, en la práctica, la ciudadanía nada sabe ni le interesan estos hechos, pese a que ellos son los causantes de la inflación que hoy los azota. No vincula la corrupción al deterioro de su propia vida. Tal vez, como alguien me dijo, se deba a que “entre los pueblos sajones, la cosa pública es de todos; entre los latinos, no es de nadie”.


domingo, 23 de febrero de 2014

Argen/zuela y Vene/tina

Argen/zuela y Vene/tina


"Cuando la injusticia se convierte en ley, la rebelión se convierte en un deber” Thomas Jefferson


 El Pajarico Chitico, despreciando toda institucionalidad y a contramano de lo que dispone la propia Constitución sancionada por Hugo Chávez, mantuvo su cargo como Vicepresidente después de la muerte de aquél, fue a Cuba a firmar un trascendental acuerdo con la dictadura castrista y, finalmente, se consagró Presidente en una fraudulenta elección. A partir de allí, se hizo de los poderes judicial y legislativo, de la mayoría de los cargos en los distintos estados y alcaidías, y comenzó una exitosa campaña para silenciar a la oposición y a la prensa libre.

Pero la torpeza del régimen y su gigantesca corrupción desplomó la producción de petróleo y gas y hoy sus aún monumentales ventas a los Estados Unidos no le permiten importar los alimentos y los medicamentos necesarios para satisfacer las más elementales necesidades de su pueblo; con la inflación más alta del mundo, Venezuela soporta una diferencia cambiaria sideral entre sus mercados oficial y blue. Ante la protesta social, encabezada por los estudiantes, militarizó totalmente a la administración pública y creó distintas organizaciones armadas que asuelan los barrios y comunas atemorizando y hasta matando a los opositores.

Así, el régimen no parece tener otro destino que parecerse, cada vez más a Cuba, cuyos vetustos líderes necesitan, como de la sangre misma, del enorme oleoducto virtual mediante el cual Caracas le suministra gas y petróleo por más de US$ 10.000 millones anuales. Sin ese masivo apoyo, los Castro verían naufragar definitivamente su “paraíso”; es por ello que, en defensa propia, contribuyen con más de sesenta mil “asesores” armados a sostener a esta tristísima Venezuela actual, muchos de los cuales integran las fuerzas armadas y los grupos parapoliciales que asesinan a mansalva.

El pueblo venezolano, mucho más aguerrido y comprometido que el argentino, está poniendo toda su carne, literalmente, al asador del chavismo, y ya la luctuosa cuenta llega a los once muertos y más de setecientos heridos; a la violencia y a la inseguridad cotidianas –en Caracas se producen más homicidios que en Bagdad-, ahora se suma la represión a la protesta que, con seguridad, seguirá engrosando ese penoso balance.

El otro aspecto que, pese a esperable, no deja de llamar la atención es el silencio en que se han sumido los organismos de falsos derechos humanos argentinos frente a la masacre de la población civil, sobre todo de estudiantes, y a los dichos del pandillero D’Elía. Demuestran así, una vez más, cuán sesgada es su posición, dependiendo de su afinidad o lejanía del régimen que los viola.

Pese a la preocupación que embarga a los argentinos por una eventual réplica local de esa forma terrible de chavismo, y a los ingentes esfuerzos que hace el kirchnerismo duro para lograrlo, debemos recordar por qué no resulta posible transpolar aquí algo similar. En primer término, porque la ciudadanía argentina no está dispuesta a ocupar diaria y masivamente las calles, sea a favor o en contra del Gobierno; segundo, porque la crisis económica aún no reviste punto de comparación y, finalmente, por esa organización militar y paramilitar que allí respalda al régimen. Debemos agradecer que, cuando disponía de poder para hacerlo, don Néstor prefirió enriquecerse y ahora su viuda, rodeada de incapaces y de ladrones, carece de los medios para triunfar.

Y aquí es donde entra una necesaria mirada sobre el Ejército y el rol de su jefe, el Espión Milani. Quien ha tenido la paciencia de seguir estas notas, sabe cuántos parecidos encuentro entre el jefe actual y Massera, ese degradado y criminal almirante que, en pos de un proyecto político personal, hizo cuanto consideró necesario –el asesinato para robar, inclusive- para crecer y concretarlo. Doña Cristina, por defender su ascenso al grado de Tte. General, ha pagado en meses recientes un costo sideral al ignorar las graves acusaciones de enriquecimiento ilícito y de violador de los derechos humanos que, en el caso de otros militares contemporáneos a éste, los han llevado a la cárcel y a la muerte.

Sin embargo, parece no percibir que ella misma es un escalón más en la elevación del Espión a la cúspide a la cual cree ser llamado por su destino, otro de los que antes fueron Garré, Puricelli, el Perro Verbitsky y hasta la propia Madre Bonafini. Debiera la Presidente recordar qué papel jugó Massera en las postrimerías de la presidencia de Isabelita Perón y, sobre todo, una de las últimas frases de Salvador Chicho Allende, poco antes del golpe de 1973 en Chile: “Llámenlo a Arturito (por Pinochet), que es un leal amigo nuestro”.

Volviendo, en especial, a la muerte de otro bombero víctima del incendio del depósito de Iron Mountain, la ciudadanía debe exigir el rápido e inobjetable esclarecimiento de las circunstancias que rodearon su inicio. Debemos saber ya mismo cómo comenzó y, sobre todo, qué se quemó. No debemos permitir que la Justicia, como sucede con el crimen de Once, cuyo segundo aniversario fue conmemorado ayer con críticas gravísimas a la propia Cristina, permita que los responsables, si los hubo en el caso de Barracas, sigan libres y disfrutando de sus fortunas tan manchadas de sangre.

Como seguramente recordará, hace meses que denuncio que el Gobierno, sobre la base de las mentirosas estadísticas del INDEC, pagará a los tenedores de bonos atados al crecimiento del PBI, entre US$ 3 y 4.000 millones; si todos los bancos internacionales, los analistas independientes y las agencias que la Argentina no crecería, ¿qué otros pudieron comprar esos bonos que no fueran aquéllos que sabían que podían manipular los datos oficiales? Para mi absoluta consternación, ese pago fue confirmado el jueves, por lo cual se transformará en el último saqueo a lo que, alguna vez, fue una nación.

El llamado a la movilización cívica del 13 de marzo (#13M, en Twitter) continúa con fuerza, pero aún no se ha logrado la esencial unificación de las consignas; si no consiguiéramos tal cosa, sólo será una manifestación más, que doña Cristina (cliquear: http://vimeo.com/10675039) mirará por televisión, que no producirá efecto alguno y agudizará la frustración. Por ello, renuevo mi pedido en ese sentido a los distintos convocantes, pues ya queda muy poco tiempo para la fecha señalada. Para sostener mis dichos, basta con ver qué sucedió en Ucrania, donde las manifestaciones populares obligaron al Parlamento a destituir al Presidente y llamar a elecciones.

Esta semana nos dirá mucho acerca de qué pasará en las negociaciones paritarias. Sus resultados serán determinantes para el futuro inmediato, ya que las aisladas medidas adoptadas por el Banco Central para detener la sangría de reservas, sólo podrán extender sus efectos hasta junio y si, para entonces, el Gobierno no hubiera explicitado un plan antiinflacionario creíble (que, necesariamente, deberá incluir el reemplazo de quienes tienen a su cargo la economía), el temporal regresará con más fuerza aún.

domingo, 16 de febrero de 2014

Vendiendo el último jirón de juventud


Vendiendo el último jirón de juventud

“¿Maquillando los ‘ya’ para que parezcan ‘todavía’? Quino

Cada día, la repercusión y el apoyo a la marcha cívica convocada para el jueves 13 de marzo en todo el país crecen a pasos agigantados. Las razones para ello no pueden ser más obvias: la ciudadanía está harta de tantos disparates y el país continúa hundiéndose en la ciénaga del narcotráfico, con la inseguridad como subproducto más evidente, la inflación galopante y, ahora, el fantasma del desempleo. Que todos esos males provengan de la descarada y genocida corrupción del régimen que nos gobierna obliga a la unificación de las consignas, para evitar la dispersión en los reclamos que tanto afectó a las masivas manifestaciones del último año.

Las expresiones de la nerviosssha y chabacana Presidente, en la cadena nacional del miércoles no dejan lugar a dudas. Una vez más, identificó a su gobierno con la Patria, y denunció a una nueva sinarquía que, al intentar destituirla, destruiría a la Nación misma. Reitero que, sin formar parte de ningún complot, soy constitucionalmente destituyente, es decir, pretendo que funcionen los mecanismos previstos en la Carta Magna para que esta señora abandone su función, ante la manifiesta incapacidad para desempeñar la función que la ley le encomienda, y la cuenta de esta fiesta la paguen ella y sus cómplices de todo pelaje, pero desde la cárcel.

Se la volvió a ver, y a escuchar, con la belicosidad que sólo puede provocar la certidumbre del aislamiento y de la soledad en que su proyecto se debate; desde el atril, y entre otras barbaridades, “escrachó” otra vez a varios particulares y, en especial, a Alfredo Coto, confirmando aquella vieja máxima que reza: “Roma no paga traidores”. La foto del supermercadista, hace pocos meses, acompañando a la plana mayor del Gobierno en el apriete a sus colegas, debe hoy ser motivo de llanto y arrepentimiento para el empresario que, cómplice, pretendió navegar en las procelosas aguas del oficialismo. La semana terminó con los militantes rentados (con dinero de la ex SIDE) de Quebracho, con capuchas y palos, agrediendo a Shell y a otros comercios, en un remedo de la Venezuela cotidiana.

En una sesgada lectura de dichos de Miguel Bein, uno de los economistas más cercanos al Gobierno, y hablando sólo para sus incondicionales, la Presidente intentó encontrar la ratificación de sus más absurdas teorías conspirativas, olvidando que aquél, hoy asesor de Lancha Scioli, también afirma que la Argentina entrará en recesión –o sea, estanflación- este mismo año.

De la actitud de doña Cristina se desprende que, más allá de las reflexiones que puede provocar su aceptación en el Frente Renovador, encabezado por el ahora Diputado Sergio Massa, la deserción de Raúl Othacehé, señor feudal y mafioso del Partido de Merlo, ha golpeado al kirchnerismo en su costado más sensible, ya que confirma el alejamiento del PJ del Frente para la Qué, que hoy sólo puede refugiarse en su núcleo más duro, es decir, en los “jóvenes para la liberación” que, sin embargo y como bien señalara Jorge Asís, son incapaces de llenar siquiera la Plaza de Mayo y deben recluirse en el pequeño ámbito del Patio de las Palmeras.

La reacción de la Justicia, que ha puesto a funcionar su nariz y que, con ella, ha detectado el olor a putrefacción que emana de la Casa Rosada, se comprueba, finalmente, con el pedido de indagatoria a Guita-rrita y sus cómplices menores –los verdaderos autores esperarán, para recorrer el mismo camino, el fin de ciclo- y con la imputación penal al Mudo Scocimarro y a Abalito, que pasaron a engrosar la lista de funcionarios K que terminarán en prisión, por mucho que haga el Gobierno para cubrir vacantes en el fuero penal federal o para hacer desaparecer las pruebas, como hizo Giles Carbó con la oficina del Fiscal Campagnoli; olvida que, más temprano que tarde, estos mismos prohijados de hoy serán los primeros en volverse en su contra cuando su poder haya desaparecido.

Por su parte, el lapidario y unánime informe de la Auditoría General de la Nación –recuerde que está integrada por igual por opositores y oficialistas- vuelve a poner sobre el tapete al escándalo de “Sueños Compartidos” y a revolcar en el barro a la inefable Hebe de Bonafini y a los hermanos Schoklender; la cerrada e increíble defensa que el Coqui hizo de esos verdaderos próceres argentinos demuestra, a las claras, cuanta complicidad indispensable hubo entre ellos y los funcionarios públicos que debían controlar -y no compartir, como lo hicieron- las millonarias sumas involucradas.

El nuevo índice de precios, ahora IPC-UN, que anunció el Bambino Kiciloff, mal acompañado por los grandes falsificadores de las estadísticas oficiales desde hace siete años, arrojó un aumento de 3,7% en enero con relación a diciembre; esa confesión constituyó el último jirón que el Gobierno tuvo que vender cuando la realidad se impuso, de mala manera y definitivamente, al “relato”. Ese incremento, comparable a la inflación de algunos países vecinos para todo el año, tendrá importantes consecuencias inmediatas. Repercutirá, sin dudas, en las paritarias que se avecinan y en los índices de crecimiento del PBI, de la recaudación impositiva y de la pobreza y la indigencia, pese a que el costo de las canastas básica y familiar hayan dejado de publicarse.

Celebro que el Gobierno haya comenzado a sincerar la economía, como ya lo había hecho con la devaluación y la suba enorme en las tasas de interés, pero lamento que esta medida no haya sido acompañada de anuncios concretos en materia de reducción del gasto público, o en corregir las distorsiones en las tarifas y en los precios. Tampoco evitó que implicara una nueva desmentida al ridículo Coqui, que tan suelto de cuerpo había calificado como “un recontra-mamarracho” a la información difundida desde el Congreso al respecto, que había dado 4,6% para el mismo período.

Doña Cristina, que está aplicando el más ortodoxo de los ajustes mientras finge encarnar una revolución, continuadora de la que intentaron los “jóvenes idalistas”, en su agasajo en enero al vetusto Fidel Castro en La Habana, olvidó que el régimen que todavía comanda el barbado ha condenado a la más abyecta miseria a generaciones enteras de cubanos y, sobre todo, el enorme daño que, en los 70’s, causó a nuestro país y a tantas democracias latinoamericanas. Ahora, con el desmedido apoyo que el ex Twitterman brindó al Pajarico Chiquitico que, de gran destructor de la economía venezolana, se ha convertido en un tirano, capaz de mandar a sus parapoliciales a asesinar a estudiantes descontentos, terminó de sacarse su falsa careta de defensora de los derechos humanos; éstos sólo valen para los amigos mientras que, a los “enemigos, ni Justicia”. (¿Recuerda esta frase?)

La Presidente, aparentemente, se tomará una semana más de vacaciones en “su lugar en el mundo”, para festejar su cumpleaños; ruego a Dios, contra toda esperanza, que aproveche ese período para reflexionar acerca de cómo será la página que ocupará en la historia de la Argentina. Sólo depende de ella y, si cambia de políticas, de estilos y, sobre todo, de colaboradores, convocando a los mejores de nosotros a la tarea de la recuperación, no dudo que todos estaremos para acompañarla, sin que ello implique olvido alguno por los hechos de corrupción y de enriquecimiento inexplicable del pasado reciente.


domingo, 9 de febrero de 2014

¿Nicho o Tierra?

Copia de Enrique y Ale Grau.jpg

¿Nicho o Tierra?[i]

“Pero son los intereses del pueblo lo que nos mueve, y el sufrimiento de la mayoría, y morir por el pueblo es sufrir una muerte digna” Mao

En primer término, mi modesto pero emocionado homenaje a los bomberos que perdieron la vida en la tragedia de Barracas, y mi acompañamiento moral a sus familiares y sus colegas, que siguen jugándosela por una sociedad que no los merece. Esas vidas segadas por el fuego necesitan que, con la mayor urgencia, se exponga cómo se inició el siniestro y qué contenían los archivos destruidos, pues ya proliferan las sospechas más espantosas, a las cuales dan cierto asidero la homonimia entre el Secretario del Club Boca de Río Gallegos, encabezado por el hijo de Lázaro Báez, y el Presidente de la empresa Iron Mountain, cuyo depósito se incendiara.

Claro que, en un país donde su Vicepresidente en ejercicio, el inefable Guita-rrita, se ha convertido en el primer funcionario al que se ha requerido llamar a prestar declaración indagatoria en toda su historia, nada debería sorprendernos. El Gobierno le encomendó a Coqui y otros lenguaraces salir a respaldarlo, invocando la sempiterna conspiración mediática, pero que haya sido el Fiscal Di Lello quien haya pedido la medida, siendo un funcionario tan pro K, nos dice mucho acerca de la pérdida de poder de la dinastía.

Que la sociedad se encuentra fracturada y disociada, después de once años de fomentar el enfrentamiento desde la Casa Rosada, no es ninguna novedad Pero que la Presidente instara a sus “pibes para la liberación” a adoptar medidas de acción directa contra supermercados y comercios presuntamente desestabilizadores trajo a la memoria de muchos de nosotros lo peor del primer peronismo, aquél del “cinco por uno” y del “alambre de fardo”, o sea, los violentos incisivos de quien luego se autodescribiera como un “león hervíboro”, y los afiches con los que empapelaron Buenos Aires no contribuyeron a diluir el recuerdo.

El Gobierno se encuentra ante la única opción que plantea el título de esta nota; sin embargo, y a contramano de una de las reglas básicas del “Movimiento”, está consiguiendo que éste se entierre con él y ya lo hizo trasponer las puertas del cementerio. Obviamente, los más preocupados por este curso de los acontecimientos son los líderes territoriales –gobernadores y “barones” del Conurbano-, que aún no han podido acomodar sus maltrechos esqueletos después de la paliza que recibieran en octubre, ya que la escasez de recursos y la imparable inflación los ha hecho encabezar el inevitable ajuste. También los dirigentes gremiales que integran, todavía, las centrales sindicales más cercanas a Balcarce 50 sienten el fuego bajo sus sillas y preparan, por la vía de la unificación del universo obrero, la deserción de tan incómodo lugar; una muestra de ello la darán los gremios docentes que, pese a su alineamiento político, enumeran exigencias impagables para las provincias famélicas.

Los jubilados, con el magro incremento del 11,7% en sus haberes a partir de fin de marzo, cuando las perspectivas anualizadas de la inflación pasada ya superan con creces el 40% (sólo en enero fue 6%), se han convertido en las primeras víctimas del ajuste que, como la devaluación, está llevando a cabo un gobierno que, discursivamente, los niega. Los mayores tienen escasa capacidad de reacción pero, cuando ese apriete –como quiere la Casa Rosada- llegue a los asalariados por la vía del recorte en el poder adquisitivo de los sueldos y por la desocupación (ya comenzó la destrucción de puestos de trabajo), volveremos a vivir aquellas manifestaciones masivas que eyectaron a López Rega y Celestino Rodrigo, con paros generales que ni siquiera los actuales aplaudidores, como Caló, Rodríguez, Viviani, etc., podrán evitar por aquello de “con los dirigentes a la cabeza o con la cabeza de los dirigentes”. Para confirmar este aserto basta con recordar que, sólo en enero, medio millón de personas atravesaron, hacia abajo, el límite de pobreza.

Y así surge la gran pregunta: ¿con qué contará el kirchnerismo para contener la irremediable protesta social? Las policías provinciales fueron estafadas por la marcha atrás dada por muchos gobernadores en los aumentos concedidos en diciembre; así, ¿estarán dispuestas a reprimir? Las fuerzas armadas saben que, por muchas leyes y decretos que respalden su accionar, quienes acaten ese tipo de órdenes serán encarcelados, como sucede con los más de mil quinientos camaradas que se pudren y agonizan en las cárceles comunes de todo el país; una cosa es festejar las mejoras en los sueldos del personal y en el equipamiento y otra, muy distinta, sería obedecer al Tte. Gral. Milani si éste decidiera ponerlas al servicio del “modelo”. Y, obviamente, con la Gendarmería no alcanzará cuando el país se incendie otra vez.

Por su parte, y ante una oposición que sólo promete unificar criterios en treinta días -¡un plazo eterno en esta situación!-, el foro de convergencia iniciado en enero entre entidades empresariales dio un paso fundamental, al recibir el miércoles a las CGT de Azopardo y Azul y Blanca y a la UATRE. Estoy convencido que de ese ámbito saldrá, si es que existe, la única alternativa posible para un futuro tan negro.

La Presidente, en su delirio, actúa como si ella misma hubiera escrito la frase de Mao que encabeza esta nota, y estará dispuesta a destruir y matar lo que queda de la República antes de su cercano final.

Mientras cada uno de los actores públicos comienza a organizarse para imaginar cómo sacar al país de las profundidades de la ya inevitable crisis con el menor costo social posible, me veo obligado a insistir en mi posición constitucionalmente destituyente. Hoy la postura más frecuente es: que se queden, para pagar el precio del enorme desaguisado; sin embargo creo, repito, que ese sideral costo lo deberemos afrontar todos los argentinos, traducido en mucha más miseria y en menos oportunidades y, por ello, incrementarlo sólo por mantener al actual régimen en funciones durante los próximos veinte meses resulta, de todo punto de vista, injustificable.

Propongo, por el contrario, que la cuenta de la fiesta para tan pocos le sea presentada a doña Cristina y todos sus cómplices, funcionarios y privados, una vez que se todos se encuentren en la cárcel y los hayamos privado de sus fortunas mal habidas.

Una vez más, convoco encarecidamente a la ciudadanía a la marcha cívica del 13 de marzo en todo el país. Debemos cambiar la historia tan habitual en la Argentina y llegar a ella con consignas unificadas y dirigidas, precisamente, a ese propósito: ¡Que se vaya! y que haya memoria, justicia veloz y castigo para todos los corruptos que nos llevado tan abajo en la pendiente de la decadencia. Sólo así el reclamo sonará fuerte y cumplirá sus fines, es decir, se hará oír por los dirigentes políticos y los hará salir de la modorra, inspirada en la cobardía, en que hoy se arrellanan.

Bs.As., 9 Feb 14




domingo, 2 de febrero de 2014

Una “Madama” Incapaz



Una “Madama” Incapaz

"Mis metas en la vida siempre fueron ser un pianista en un prostíbulo o ser político. ¡Y para decir la verdad,  no existe gran diferencia entre las dos!" Harry S. Truman

Cuando mi abuelo describía una situación totalmente desordenada, siempre decía “un prostíbulo (en verdad, usaba otra palabra) sin madama” ya que, cuando ésta estaba presente, todo era prolijo y eficiente. La Presidente, como patrona de este desquicio, se ha mostrado, al menos, ineficaz en su elección del equipo a quien ha encomendado la pública conducción del país y, sobre todo, de su economía.

El absurdo cachivache en que doña Cristina y su nuevo valido, el Bambino Kiciloff, secundado curiosamente por el ridículo Coqui Capitanich, han convertido a ese esencial sector, continúa deteriorándose al ritmo de la caída de las reservas –US$ 2.500 millones en enero- y de la ya imparable inflación. Haber encargado la trascendente tarea a un joven que jamás ha trabajado y cuyos lauros académicos se reducen a estudios sobre marxismo, convierte a la viuda de Kirchner, más allá de su genocida e impune corrupción, en una verdadera “patricida”; sin dudas, pasará a la historia, con su fallecido marido, por haber batido todos los records en materia de latrocinios y por haber desperdiciado la mejor oportunidad internacional en casi un siglo.

El viento de cola está cambiando rápidamente de cuadrante y, en algún tiempo, soplará de frente y es probable que la mala praxis –por ignorancia, ideología y voluntad de daño- del matrimonio imperial nuevamente contagie a otras latitudes con el “efecto Tango”. Las inversiones extranjeras directas, que tan beneficiosas han resultado para países con conducciones políticas tan disímiles como Ecuador, México, Chile, Uruguay, Paraguay, Colombia y hasta Brasil, llenando sus arcas de dólares, permitiéndoles desarrollar su infraestructura por la vía de endeudamiento barato y a larguísimos plazos, y contar con herramientas contracíclicas para los malos tiempos, obviamente brillan aquí por su ausencia; las duras notas publicadas estos días en todos los medios del mundo sobre la administración de doña Cristina actuarán como elementos disuasivos aún para los más propensos al riesgo.

Debemos mucho al Club de Paris, y la payasada del viaje del Bambino no destrabó una situación que lleva más de doce años. Pero, además, tampoco hemos conseguido cerrar con Repsol la forma de pago de la indemnización por la confiscación del 51% de YPF; la compañía pide, para arreglar, que el Banco Central garantice la deuda con reservas o que se efectúe con bonos de la deuda soberana española, que también requeriría un desembolso imposible. Así las cosas, ni siquiera los gigantescos esfuerzos del Mago Galucchio podrán resultar en inversiones reales para la petrolera nacional; sólo Chevron prometió poner sus inmovilizadas ganancias, con leoninas garantías, a cambio del levantamiento del embargo que pesaba sobre sus cuentas por un fallo de Ecuador. La razón es muy simple: Repsol amenaza con demandar a quien invierta en el país antes de que su propio entuerto esté solucionado.

El pseudo equipo económico se ha transformado en motivo de risa y preocupación generalizadas en el mundo, por la falta de un plan coherente y, sobre todo, por la adopción de permanentes medidas, aisladas y contradictorias, que son dejadas de lado inmediatamente. La ciudadanía ha comenzado a preguntarse si lo que está pasando no formará parte de un proyecto de intencionada destrucción, al estilo de Hitler ordenando a sus generales incendiar Paris. Porque, debemos coincidir, resulta harto difícil explicar qué se hace y, especialmente, por qué, y eso tiene su reflejo directo en la confianza en la conducción política y en las expectativas de la población, que reacciona huyendo del peso y refugiándose, cuando puede, en el dólar.

Ni los “precios cuidados”, ni la represión policial ni el análisis de costos, rubro por rubro, que el Gobierno promete hacer sobre cada uno de los infinitos procesos e insumos que componen cada producto terminado, funcionarán esta vez, como nunca lo han hecho en el pasado. Tal como dijera Einstein en su famosa frase, “pretender, haciendo lo mismo, obtener resultados diferentes, es un síntoma claro de locura”. Cuando, hace más de un año, dije que la inflación llegaría en 2013 al terrible 30%, muchos dudaron; pronostico para este año un piso del 40%. En la medida en que ese flagelo golpeará, como siempre, a los más pobres y que, en estas condiciones, el Gobierno no podrá sostener un aumento similar en los planes sociales y en los salarios, también es fácil predecir enormes conmociones sociales.

Ahora bien, y a riesgo de caer en la reiteración, me pregunto: si el ajuste en el gasto público, en la emisión y en las tarifas ya resulta inevitable, ¿es bueno esperar, cualquiera sea el costo, que la crisis terminal le estalle en las manos a la Presidente, aunque eso signifique mayor miseria para muchos argentinos o, por el contrario, sería mejor destituir constitucionalmente al Gobierno ya mismo y perseguir, con la ley en la mano, a los corruptos? Los políticos que aspiran a sucederla son cobardes y profundamente remisos a hacerse cargo ahora de la nave gubernamental, por los riesgos que ello implica, pero esperar hasta 2015 hará que lo que encuentren entonces será muchísimo peor que lo actual y las herramientas de las que dispondrán para enfrentar la situación serán muchos menos poderosas.

A mi modesto entender, sería mucho más útil para el futuro de la nación que ya mismo asumiera un gobierno capaz de plantarse frente al mundo, con instrumentos capaces de generar confianza, y accediera a los mercados de capitales antes que el viento termine de bornear y se ponga de proa a los países emergentes. No es necesario inventar nada, pues ya lo han hecho varios vecinos que, ante drásticos cambios de signo político en su conducción, pusieron en marcha medidas que les permitieron conservar la mirada global favorable a sus economías; me refiero, otra vez, a Chile, Ecuador, Bolivia, Uruguay, Perú y Brasil.

Es decir, lo urgente es recuperar la seguridad jurídica, traducida en el irrestricto respeto a la ley y a los contratos, puesto que con ella todo será posible y, sin ella, nada lo será. Cuando ésta exista, hasta nosotros mismos miraremos a la Argentina con la vista puesta en sus inmensos recursos y en su capacidad de crear futuro para todos sus habitantes, y volverán nuestros enormes ahorros que hoy se encuentran en colchones y en cuentas en el extranjero.

En cambio, si continuamos en esta senda de decadencia generalizada (moral, social, política, institucional), el país dejará de merecer su misma existencia. Las generaciones venideras nos exigen asumir con coraje y con honestidad la pesadísima tarea de la reconstrucción de una sociedad crispada y enfrentada y de una nación a la que, hace menos de cien años, el mundo entero imaginaba entre las primeras del globo.

La ciudadanía, con estos reclamos unificados, ha comenzado a convocarse para el jueves 13 de marzo, en Plaza de Mayo y en todas las ciudades del país, con la esperanza de que los opositores, finalmente, se pongan los pantalones, asuman los riesgos y dejen de jugar con el futuro común.


BsAs, 2 Feb 14