¡Magoya
está harto de quejas!
"Con una
Justicia honesta, seria, independiente y rápida, todo será posible; sin ella,
nada lo será"
A menos
de un mes de haber escrito yo "Los doce del patíbulo", la prensa ha
confirmado que el Consejo de la Magistratura tratará la destitución de los
nefastos jueces Eduardo Freiler, Daniel Rafecas y Carlos Rosanski por la
comisión de diferentes delitos y muchas faltas gravísimas, para lo cual ya se
habrían reunido los votos necesarios; innegablemente, se trata de un muy buen
principio, ya que varios otros de estos personajes sentirán el aliento en la
nuca, pero deberá estar acompañado por la aceleración de la auditoría dispuesta
sobre los juzgados federales, dotando a quienes deban realizarla de los medios
físicos y del personal necesarios.
El lunes,
después de la ya injustificable feria de invierno -que este año, al menos, fue
bastante movida-, el Poder Judicial volverá al trabajo y comenzarán a
reactivarse muchas de las causas de corrupción que tanto han escandalizado a la
enorme mayoría de la sociedad; una reciente encuesta determinó que el 70%
quiere a Cristina Kirchner presa y que devuelva el dinero robado, pero también
que un preocupante 23% aún confía en su honestidad.
La ex
Presidente demostró claramente cuál de ellas es la que más le preocupa: la
denuncia de Nisman por encubrimiento del terrorismo, instrumentado con el
memorandum firmado con Irán. La AMIA y la DAIA, desde la sociedad civil, y el
Fiscal General, Germán Moldes, pedirán la nulidad del insólito archivo, sin
producir ninguna de las medidas de prueba solicitadas, ordenado por Rafecas.
Cuando la investigación sea reabierta, Cristina Elizabet Fernández y su ex
Canciller, Héctor Timerman, no encontrarán lugar en el mundo, hoy tan golpeado
por los atentados permanentes, un lugar donde esconderse.
En una
nueva catarata de mensajes por Twitter, la noble
viuda una vez más se dijo víctima de una persecución judicial, orquestada
por los "medios concentrados"; me pregunto cómo tiene tal cara de
piedra después de haber acosado, con la notoria complicidad de Estela Carlotto,
a los hijos de Ernestina Herrera de Noble, a quienes ni siquiera pidió
disculpas, o a tantos empresarios a los que intentó vincular con la represión
al terrorismo, seguramente con la intención de quedarse con sus compañías.
El
jueves, nada menos que un miembro de la Cámara Nacional de Casación Penal, Juan
Carlos Gemignani, ordenó la detención de una funcionaria de ese Tribunal por
negarse a cumplir una orden explícita, que le exigía inventariar aparentes
"donaciones" de Julio de Vido al cuerpo que integra, sin consultar a
otros jueces de esa bolsa de gatos en que la nefasta "Justicia
Legítima" ha convertido al más alto Tribunal penal; la afectada denunció
al Juez, que fungía como Presidente durante las vacaciones, por privación
ilegítima de la libertad ante un Juzgado federal, y el Fiscal interviniente, que
pertenece al mismo grupo militante kirchnerista, dio impulso a la causa. Hasta
allí, los hechos; pero lo curioso, en el contexto actual, fue que el propio
Gemignani se quejara, en un reportaje radial, por la inexistencia de una
verdadera justicia en la Argentina.
Porque,
si quienes ejercen tan altos cargos en el Poder Judicial dicen que no la hay, qué
podemos esperar quienes estamos en el llano y, además, resulta obligatorio
recordarles que ellos mismos mantienen secuestrados, en privación ilegítima de
su libertad, nada menos que al 70% de los casi 2000 presos políticos (desde la
asunción de Macri, han muerto 28) que se pudren en las cárceles comunes de todo
el país con prisiones preventivas que exceden en mucho el límite máximo (dos
años, prorrogable por uno más cuando existan motivos fundados) que los tratados
internacionales y americanos de derechos humanos establecen; desde la reforma
de 1994, éstos han sido elevados a rango constitucional. Espero que los
abogados defensores de los militares, policías y civiles que se encuentran en
esta situación, varios por más de quince años, formulen prontamente las
denuncias del caso.
Si no
fuera por cuánto nos ha afectado, resultaría hilarante la distinción entre
terroristas "buenos" -aquéllos asesinos a los cuales tanto los
funcionarios argentinos cuanto los mandatarios extranjeros que nos visitan
rinden homenaje- y los "malos", que matan a tiros y bombazos -como
aquí hicieron, por ejemplo, dinamitando el comedor de Coordinación Federal, con
decenas de muertos y cientos de heridos- a multitudes en Estados Unidos, Europa
y los mismos países árabes.
El otro
tema de la semana fue la "pelea" entre el Presidente y Marcelo
Tinelli, que dio tanto que hablar. Pese a que critiqué duramente que Mauricio
Macri se rebajara a discutir con un personaje tristemente mediático por una
irrespetuosa imitación, debo confesar que he cambiado de postura. Y lo hice en
virtud de una curiosa protesta que se formuló en la radio de Electroingeniería,
la empresa que tanto medró, en virtud de la amistad entre uno de sus dueños (Gerardo
Ferreyra) y Carlos Zannini, ex Jefe de Gabinete, forjada cuando ambos estaban
presos por terrorismo. El comentarista se lamentó porque, según su particular
interpretación, ese episodio había ocupado tanto la atención social, que había
permitido al Gobierno tomar algunas medidas, presuntamente impopulares,
ocultándolas bajo ese manto de neblina; a partir de entonces, pese a no saber
cuáles habrían sido tales disposiciones adoptadas silenciosamente, entendí el
rédito político que había obtenido Macri, más allá del triplete (Tinelli y
Moyano fuera de la AFA y el contrato de Fútbol para Todos rescindido) que lo
convirtió en ganador.
La
descarada hipocresía del kirchnerismo quedó ratificada por su reacción frente a
la utilización de la base de datos de la Anses para la comunicación directa que
el Gobierno pretende mantener con la población. Basta recordar las innumerables
cadenas nacionales que utilizó Cristina para denostar públicamente a un abuelo
que pretendía regalar US$ 10 a su nieto, pidiendo autorización para hacerlo por
la existencia del cepo, o a un empleado que se hacía eco de la caída en el
mercado inmobiliario, para lo cual usó los datos que le había suministrado la
AFIP sobre la morosidad de su empresa.
Con su
nueva visita a la Capital Federal, nuestra abogada
exitosa puso un clavo más a su ataúd político: llegó para conmemorar un
nuevo aniversario del nacimiento de Hugo Chávez, el siniestro cómplice de su
marido muerto que, a semejanza de éste, sumió a su patria en el quinto infierno.
Por eso,
antes de quejarnos del gobierno de Cambiemos por las inevitables medidas que se
ha visto obligado a adoptar para permitir a la Argentina sobrevivir a la
devastación que dejó el kirchnerismo, recordemos que nos ha salvado por un pelo
de transformarnos en la tristísima Venezuela actual, un país quebrado en el
cual impera la más feroz violencia asesina, no se respeta ningún derecho humano
y la población carece de alimentos y medicinas, pese a que flota sobre un mar
de petróleo.
Bs.As.,
30 Jul 16
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