domingo, 31 de marzo de 2013

Entrevista en Mundo Norte el 26 Mar 13

Entrevista en Mundo Norte del 26 Mar 13
http://www.mundonorte.com.ar/2013/03/avogadro-la-fiesta-de-este-pseudo.html#.UVjHKuAdoP4.facebook

Desprecio desbordante




Desprecio Desbordante

“¡Llora, llora como mujer lo que no supiste defender como hombre”. Sultana Aixa

La actitud de pasividad que los empresarios argentinos han adoptado frente a la sodomización permanente a la que los someten los funcionarios del Gobierno nacional, en especial Patotín Moreno, no puede menos que generar ese sentimiento. Me apena pensar cuál es la carga emocional con que regresan a sus casas por las noches, después de haber sido maltratados y humillados sin piedad durante el día, y cómo la canalizarán en el seno de sus familias.

Es cierto que, con la aceptación del inmundo rol que esta curiosa forma de democracia les impone, también gozan de inéditos privilegios, ya que el “modelo” ha debido cerrar la economía de modo tal que han transformado al país en una pecera y en un zoológico, en los cuales estos pseudo “hombres de empresa” pescan y cazan a voluntad: la falta de competencia les permite vender caro y malo.

También hay que reconocer que, con esa rastrera conducta y el otorgamiento de esos privilegios pueden financiar una vida de lujo y ostentación, con fabulosos viajes y con inversiones en el exterior, cuando consiguen fugar sus divisas; Miami y Punta del Este, sobre todo, son los templos en los que se celebraran las festividades de esos cultos paganos.

Pero, ¿tan barato, en realidad, es el precio de sus conciencias? ¿Qué ven en el espejo cuando se afeitan? ¿Cómo miran a los ojos a sus hijos? ¿Son, acaso, conscientes del terrible y, quizás, irreparable daño que le están haciendo al país y a la República que les dejarán como herencia? ¿No comparan su rastrera actitud, por ejemplo, con la de Juan José Aranguren, el Presidente de Shell, que ha debido soportar infinidad de denuncias penales, o ese reflejo los sume en la vergüenza?

El último episodio de esta siniestra saga fue la prohibición –siempre verbal- de publicar avisos en los diarios de mayor circulación de la Argentina, que las cadenas de supermercados, inclusive las internacionales, están respetando a rajatabla. La patética desmentida de uno de sus ejecutivos, adjudicando esa unánime conducta a la necesidad de cuidar la rentabilidad en medio del teórico acuerdo de congelamiento de precios, desmentida por la presencia de esos mismos avisadores en el diario “La Capital”, de Rosario, perteneciente a los “amigos” del Gobierno, Vila y Manzano, no hizo más que, como sucede tantas veces en estas tierras, confirmar la generalizada indecencia.

El Gobierno, al menos por ahora, no ha mandado a la cárcel ni torturado a ninguno de ellos; tampoco los ha expulsado del país, ni les ha confiscado sus empresas, como sucede en otros países “bolivarianos”. Entonces, ¿a qué temen? ¿Creen que la AFIP tiene tanto poder o tienen tantos cadáveres en sus roperos? ¿Cómo permiten que un funcionario, al que nadie eligió sino que fue designado por el Ejecutivo, les grite y los convierta en afirmativas marionetas? ¿Tanto han ganado durante estos años que pueden considerar a esas humillaciones como un costo menor, que es imprescindible asumir? ¿De qué madera están hechos?

Cuando miran, como cada mañana, a Brasil para ver si seguirá impulsando nuestra economía hacia arriba, ¿no piensan en el poder que, con coraje, los empresarios paulistas de la FIESP han conseguido concentrar? ¿Cómo no reaccionan, corporativa y rápidamente, cuando uno de ellos es agredido de manera impune desde el atril presidencial? ¿Cómo permiten esas actitudes, imitando al avestruz? ¿No saben que, indefectiblemente, si el Gobierno se perpetúa, más temprano que tarde les tocará a ellos estar en la picota?

La Argentina de la “década ganada” ha confirmado un viejo aserto: “nada hay más cobarde que el capital”, y por eso no hay inversión extrajera directa. Pero se refiere al anónimo, ése que circula con toda la velocidad que las redes informáticas le permiten, no a su corporización en hombrecitos de carne y hueso, capaces de denostar al Gobierno y sus funcionarios, contando terribles anécdotas en las que siempre son víctimas indefensas, con la condición de que sus nombres no sean publicados.

Aquí el espectáculo bochornoso lo brindan las cohortes de individuos que concurren, como mansas ovejas y al galope, a un simple llamado de Patotín, sabiendo que, cada vez, deberán descender a un infierno moral más profundo, en el cual ni la peor escatología está vedada. También ellos serán los responsables del verdadero genocidio en que se ha transformado la corrupción en la Argentina puesto que, por cada funcionario que recibe un sobre con dinero, hay un empresario que lo entrega.

Por eso, entre otras cosas, la ciudadanía se manifestará otra vez, bajo la unificada consigna de “Constitución, República y Justicia”, el 18 de abril de 2013; le adjunto un video (http://tinyurl.com/d4l3zyr) irremplazable con esa convocatoria. Por usted mismo, por sus hijos y por sus nietos, es su deber ciudadano concurrir, agrupándose en los mismos lugares de Buenos Aires, del interior y del mundo entero, que lo hicimos el 8 de noviembre de 2012.

Y recuerde que, antes de esa cita de honor, lo esperamos, Carlos Manuel Acuña y yo, el 10 de abril, a las 19:00 horas, en Quintana 161, de la Ciudad Autónoma, para charlar sobre esta realidad que nos toca vivir y tratar de encontrar, juntos, la manera de enmendarla.

¡Feliz Pascua de Resurrección para usted y los suyos, y para la Argentina, que tanto lo necesita!

domingo, 24 de marzo de 2013

Cerrar la puerta




Cerrar la Puerta

“Vamos bajando la cuesta
“que arriba en mi calle
“se acabó la fiesta”.       
Joan Manuel Serrat


Para comenzar, dos avisos parroquiales. El 10 de abril, a las 19:00, Carlos Manuel Acuña y yo daremos una charla en Quintana 161, Capital; si está en Buenos Aires entonces, lo esperaremos. Y el 18 de abril, todos los argentinos participaremos de una gigantesca concentración, que superará a la que logramos el 8 de noviembre; nos reuniremos en los mismos lugares y en todo el país.

Ahora, manos a la obra. Pese a que me había propuesto no escribir sobre la coyuntura y privilegiar los planes para el futuro, para no “comprar” la agenda que impone el Gobierno, la realidad es más fuerte –“la única verdad”, ¿se acuerda?- y la aceleración de los tiempos me obliga a contradecir mis intenciones.

La mala praxis, la torpeza y la ideología han desatado una tormenta económico-financiera de consecuencias impredecibles, ya que ha comenzado a hacer impacto sobre la base electoral más firme del oficialismo, la “patria subsidiada”. Los orígenes de este verdadero tsunami deben rastrearse (¡cuándo no!) en la corrupción y en el populismo.

Los grandes males de nuestra actualidad vienen de lejos. La insana e imbécil política ganadera, anunciada como “proteger la mesa de los argentinos”, que llevó a la pérdida de doce millones de cabezas y a ceder nuestro secular papel como gran exportador a favor de Uruguay, Paraguay y, sobre todo, Brasil, fue anticipada, con precisión quirúrgica, en una nota “Lo inexplicable” (http://tinyurl.com/csqsd6w), de mayo de 2006; cuando aún no sabíamos de la rapacidad del kirchnerismo, y pensando que sólo se trataba de errores garrafales, otra nota “La crisis energética …” (http://tinyurl.com/a27q4ly) adelantó lo que sucedería en el sector que, hoy, resulta uno de los responsables de la carencia de dólares en el sistema.

Más tarde, el inenarrable horror llegó de la mano del conocimiento público de la “compra” por la familia Eskenazi, entonces testaferros de don Néstor (q.e.p.d.), ya que nos enteramos de cuánto tenía de buscada esa crisis, con el único propósito de incorporar, a la ya inmensa fortuna de la familia imperial, el 25% de YPF. Si este hecho hubiera sido gratuito, ya era muy malo pero si, como dice Alieto Guadgni, le costó al país el equivalente a quinientos millones de cabezas, en reservas de gas y de petróleo, se convirtió en criminal. El Gobierno, y nosotros, estamos pagando por ello con importaciones crecientes de combustibles, aún en plena recesión, a precios cada vez mayores, a costa de una sangría de dólares imparable.

Sin embargo, es el desenfrenado gasto público –gran parte del cual continúa destinándose a subsidiar al sector más pudiente de la Argentina, a través de congelamiento de precios al gas y a la energía, de Aerolíneas Argentinas, del “dólar turista” y del “dólar automóviles de lujo”- que crecerá aún más en un año electoral en el cual el oficialismo se jugará su supervivencia, hoy sostenido por una emisión de moneda que, el año pasado, llegó al 40%, el principal responsable de la inflación, que no cede aún en una economía paralizada.

Las reservas monetarias han caído sensiblemente, y están constituidas, en gran medida, por papelitos de colores o “pagadiós” que el Gobierno deja en el Banco Central a cambio de los billetes verdes que no puede imprimir; la Reserva Federal estadounidense se ha negado de plano a conceder a Ciccone una franquicia al respecto, y doña Cristina no consigue flotar sobre un mar de petróleo, como su idolatrado Chávez (q.e.p.d.). Mis amigos economistas, en especial aquéllos que saben más de moneda, dicen que la paridad real (circulante contra reservas) ha superado ya a los $ 10 por dólar.

Responder a estos males, en lugar de enderezar el rumbo, con medidas policiales, forma parte del argumento de una vieja película que los argentinos hemos visto infinidad de veces, y siempre terminó dolorosamente antes de que apareciera la inexorable palabra “fin”. Lo malo es que siempre fueron los espectadores comunes quienes llevaron la peor parte, sin haber logrado nunca aparecer, siquiera, entre los actores de reparto.

La fiesta organizada por el oficialismo desde sus orígenes, pero cuyo costo se ocultó desde que se intervino el Indec, se ha terminado y, como dijo Serrat en su canción “vuelve el pobre a su pobreza, vuelve el rico a su riqueza y el señor cura a sus misas”. Ha llegado, una vez más, la hora de pagar la cuenta y no dejo de pensar que, antes de irse, incendiarán Roma.

Le he preguntado, muchas veces, si podemos vivir tres años más en este desmadre pero ahora, a pesar de saber cuánto subirán los costos para la Argentina hasta 2015, prefiero que, al menos esta vez, sean los responsables –públicos y privados- de este nuevo desastre quienes tengan que soportar la explosión entre sus manos, y para ello hay que cerrar cualquier puerta de escape, para evitar que se transformen en nuevas víctimas. Cuando ese momento llegue quizás, sólo quizás, seamos capaces de entender, de una vez y para siempre, que únicamente podremos sobrevivir como país si terminamos con los populismos y los abusos del poder, si volvemos a la República y a la Constitución y a la Ley y, sin encandilarnos con el progresismo, nos ponemos a trabajar por el progreso.

Es cierto que será una ardua tarea, y que habrá marchas y contramarchas. No es fácil, después de tantas décadas, que aprendamos a no mirar al Estado como un padre dadivoso y severo y comenzamos a verlo como lo que debiera ser: simplemente, un administrador de los bienes públicos. No soy demasiado optimista, debo confesar. Hoy, el gran parte de los argentinos cree que debemos tener una línea aérea de bandera, o “Fútbol para todos”, o una irracional y absurda protección industrial, o una universidad con ingreso irrestricto y totalmente gratuita, o que no debemos endeudarnos con el exterior, o que es bueno estar en guerra permanente con el mundo.

Para salir de este marasmo, deberán tomarse medidas muy duras y, para hacerlas posibles, se requerirá de un masivo apoyo que sólo una profunda y terminal tragedia puede otorgar para quien emerja de ella como nuevo líder. No estoy hablando de un dictador, sino de alguien capaz de plantarse frente a la sociedad con un programa de gobierno, creíble y sustentable, y que asuma el irrevocable compromiso de respetar las instituciones y las libertades individuales.

A pesar de la declamada crisis internacional -¡qué puntería tiene!; sólo nos afecta a nosotros, mientras que todos nuestros vecinos crecen y deben enfrentar la cotidiana lluvia de dólares que revaloriza sus monedas nacionales- la Argentina tiene una enorme oportunidad de cara al futuro, pero es requisito indispensable que se transforme en un país serio y considerado, que deje de ser el hazmerreír global, que entierre de una vez el pasado, que respete sus contratos y que cumpla sus obligaciones, que vuelva a tener una educación pública de excelencia, y que sea un faro de libertad y cultura para el mundo.

Dios, con su infinita generosidad, nos permitió, una vez más, demostrar de qué somos capaces los argentinos como individuos. Es imperioso que, ahora, probemos que podemos trabajar en equipo, que podemos jugar todos juntos, para ser, simplemente, un país mejor.

domingo, 17 de marzo de 2013

¡Cobardes, el Caos ha Comenzado!





¡Cobardes, el Caos ha Comenzado!

“Si no hay justicia para el pueblo, que no haya paz para el gobierno”. Emiliano Zapata


Junín, Capilla del Señor y el Teatro San Martín porteño, como antes Bariloche, fueron muestras concretas, y ensayos generales, del siniestro plan “B”, forjado en el oficialismo para cuando ya no queden más caminos para lograr la reelección que tanto precisa. Todos esos lugares fueron testigos de protestas vecinales, en general contra la inseguridad, que se transformaron en violentas e incontrolables cuando llegaron los energúmenos encapuchados rentados Alicia Kirchner y sus adláteres, como Pérsico o el propio SuperBerni.

En carnaval, el jefe camporista del Servicio Penitenciario Federal organizó murgas en el penal de Ezeiza, trasladando allí a innumerables presos del “Batayón Militante” de otras cárceles; esa agrupación nuclea a los criminales más violentos y agresivos que se encuentran tras las rejas. Y las páginas deportivas chorrean sangre por la inusual actividad desplegada por las barras bravas de todos los clubs de fútbol, esas mismas que doña Cristina santificó desde su atril por su compromiso con la camiseta. En esas dos agrupaciones, el oficialismo confía para integrar su vanguardia más agresiva. Esta misma semana, dos dirigentes sociales de importancia, como son Toty Flores, vinculado a Lilita Carrió, y Raúl Castells, han denunciado la presencia siniestra de armas -legalizadas por el Renar, en manos de La Cámpora-, en los asentamientos urbanos, desde los cuales fluye, imparable, la droga; esas armas están siendo utilizadas para intimidar opositores.

El Gobierno no reflexiona ni se detiene cuando se trata de jugar su futuro. El espectáculo que brinda hoy la Provincia de Buenos Aires, que la interna kirchnerista se está tirando por la cabeza a costa de cuatro millones de chicos que no tienen clase y, por ende, tampoco comen, es una muestra del desprecio total que el “modelo” tiene por su masa de votantes, miserablemente cooptada por subsidios que ya resultan impagables.


Todos estos hechos, y lo que está sucediendo en Rosario, no hacen más que confirmar mis más apocalípticos pronósticos en cuanto a qué sucederá en la Argentina cuando el cristinismo considere imposible su supervivencia. Creo, sin temor a equivocarme, que estamos presenciando los ensayos generales del siniestro plan que busca la perpetuación del régimen a cualquier precio, aunque éste sea incendiar Roma.

Diez años de un inédito crecimiento de la Argentina no han producido ningún derrame hacia los sectores más marginados, víctimas del más criminal populismo. ¿Cómo puede ser que, después de una “década ganada”, todavía tengamos al 30% de la población bajo la línea real de la pobreza, y al 10% en la miseria?

Frente a ese panorama, indigna la cobardía de los estamentos superiores de la sociedad, por ende más responsables. ¿A qué temen tanto como para caer en este silencio cómplice? Todos ellos parecen no percibir que, cada vez, cuando les cortan las uñas se llevan más dedo.

Los opositores, salvo escasísimas excepciones, han sido tan, pero tan estúpidos que han permitido todo al Gobierno, incluyendo la designación de Gils -¿no debiera ser “giles”?- Carbó, que hoy embiste sin pudor contra la Justicia. Los empresarios, que han sido humillados y sodomizados por Patotín Moreno, ¿están tan flojos de papeles que deben obedecer sus más ridículos órdenes verbales? ¿Las ganancias de estos años han acallado las voces de los dueños de bancos, que debieran ser los primeros en defender el derecho de propiedad? ¿Qué miedo hace que sean tan pocos los periodistas que denuncian la monstruosa y genocida corrupción del Gobierno? Los empresarios, que tanto pavor sienten a perder sus beneficios de hoy, ¿no perciben que, si el “modelo” triunfa, sus mismas empresas dejarán de pertenecerles? ¿Cómo entregan, por mendrugos, los militares y las fuerzas de seguridad su honor y la defensa de las instituciones? ¿A qué siniestra venganza temen los artistas, que no respaldan masivamente a los pocos colegas que se atreven a exhibir sus críticas?

Resulta extraño y solivianta ver a los funcionarios y a los políticos de todos los partidos explicar, en televisión, que la inseguridad se debe a malas leyes. La verdad es que la ley no es mala, sino despareja. Si alguien que delinque para comer, o para pagar su vicio, va preso; si un asesino que mata a un semejante se pudre de por vida en la cárcel, ¿cómo están en libertad los Kirchner, los De Vido, los Jaime, los Cirigliano, los Cristóbal López, los Boudou, los Oberti, y tantos otros cuya corrupción es tan brutal como para generar hechos como el crimen de Once o el genocidio de los Qom, en Formosa y Salta? ¿Cómo toleramos que los chicos de La Cámpora gasten casi tres millones de dólares diarios en Aerolíneas Argentinas, entre otras cosas en fabulosos sueldos, mientras el país carece de rutas, hospitales, escuelas y viviendas?

Los ciudadanos de a pie, ¿cómo miramos, sin tomar la Bastilla, los discursos inflamados de doña Cristina, en los que se limita a mentir y negar, a agraviar y a difamar, a agredir y a fragmentar, invocando una opción por los pobres desmentida por sus lujos cotidianos? ¿Cómo permitimos que se nos deje sin las libertades más elementales, como informarnos libremente? Como sabe, tengo contra los integrantes de la Corte serios agravios, vinculados a la destrucción –en las causas llamadas de lesa humanidad- de todos los principios en los que se sustentaba el derecho en la Argentina, o a la tolerancia hacia la presencia de Zaffaroni entre sus filas pero, ¿cómo soportamos, en cobarde silencio, los inmundos ataques que el Poder Ejecutivo lleva adelante contra los jueces más probos del país?

¿Cómo toleramos que, desde los medios públicos y para-oficiales, que tanto nos cuestan a todos, se agravie a los católicos, como antes se hizo con los judíos? Los empresarios, los legisladores y los políticos, cuando vuelven a sus hogares por la noche, seguramente deben encontrar la mirada de sus hijos. ¿Cómo la enfrentan, después de haberse arrastrado y aplaudido en cada uno de los actos de este gobierno, cuando doña Cristina hace copresidirlos a Guita-rrita Boudou?

¿Seguiremos esperando, los argentinos, que la Divina Providencia venga a sacarnos las castañas del fuego? Ahora, con la presencia de SS Francisco en Roma, se abre una luz de esperanza; el inefable Luis D’Elía lo preanunció cuando dijo que el Papa será a la unidad latinoamericana –léase chavismo y “socialismo del siglo XXI”- lo que fue Juan Pablo II al comunismo. ¡Ojalá así sea! Porque se habrá terminado entonces este ladri-progresismo y empezaremos a caminar hacia el futuro y el verdadero progreso en paz.

Para terminar, un aviso parroquial. El 10 de abril, en Quintana 161, a las 19:00 horas, Carlos Manuel Acuña y yo daremos una charla, obviamente gratuita, para contar cómo vemos lo que está sucediendo y qué creemos que debe hacerse para adelante. Si puede, no deje de venir, porque la idea es ponernos los pantalones, juntar coraje y comenzar a trabajar para hacer real ese futuro, que la Argentina tantas veces ha anunciado y nunca concretado.  

martes, 12 de marzo de 2013

Entrevista en "El Poder de la Palabra"

Entrevista en "El Poder de la Palabra" del 7 Mar 13
http://www.youtube.com/watch?v=F2Z8ZCxv5_w&feature=youtu.be

domingo, 10 de marzo de 2013

Las siete plagas

ENRIQUE AVOGADRO Y DRA. PÉREZ de PÍO 003.jpg






Las Siete Plagas

“Cuanto más se hundían los cimientos del imperio, con tanta mayor violencia asaltaban el arca los elegidos. Cuanto más alzaban la cabeza los adversarios, tanto más afán mostraban los favoritos en llenarse la faltriquera”. Ryszard Kapuścińki

En diciembre de 2011, cuando comencé a reunir a un gran grupo de amigos de todos los colores políticos y de muchas profesiones diferentes, el acento de las preocupaciones estaba puesto en la economía, pese a que todos coincidían en descartar, por completo, un colapso similar al de 2001.

En la última de esos encuentros mensuales, antes del verano, ya la preocupación de todos había cambiado de sentido, y había casi unanimidad en que la política sería la que marcaría los tiempos a partir de entonces, influyendo netamente sobre la economía.

Como se ve, mis brillantes amigos tenían razón ya que hoy, a comienzos de un año electoral, todos los problemas que entonces se preanunciaban se han presentado, juntos, y el pronóstico tiende a empeorar, precisamente porque este año se definirá la suerte del “modelo” y, con ella, la de sus esforzados y exitosos destructores del país.

Quien haya tenido la asombrosa paciencia de leer estas notas sabe cuánto descreo de una salida democrática para este fin de fiesta, ya que ninguna de las dos patas sobre las que se sostiene este asombroso “relato”, tan reñido con la realidad, es decir, la ladrona y la ideológica, estará dispuesta a entregar el poder si los hados del futuro inmediato se mostraran desfavorables; en esta negra apreciación me acompañan –y lo he comprobado- todos aquéllos que no imaginan siquiera a doña Cristina ejerciendo el poder sin un Congreso totalmente domesticado y con la Presidencia con fecha de vencimiento cierta.

Si los números –los verdaderos, no los inventados por el Indec- no les permitieran convencerse de un triunfo electoral cierto, harán cualquier cosa (desorden social, estado de sitio u algún otro conejo que sacarán de la galera) para evitar esa derrota. Un dato alentador es que, a pesar de que se realizan diariamente, los gobiernos nacional y provincial –los únicos que hoy gastan dinero en ellas- no están difundiendo encuestas; esa conducta sólo puede obedecer a que sus resultados son terriblemente desfavorables.

Por ello, 2013 será el año de suerte y verdad. Y esa es la razón por la cual el Gobierno ha comenzado a tirarse con todo por la cabeza, mientras pone toda la carne en el asador; la Casa Rosada necesita el alineamiento total de Scioli y de Massa, traducido en la sumisa entrega de sus listas de legisladores nacionales a los deseos de la viuda de Kirchner y su micro-mesa y, a la vez, no quiere ni aceptará a ninguno de los dos como herederos de la corona imperial. Que los chicos de la Provincia de Buenos Aires no tengan clases –y, con ello, no accedan a los comedores escolares- es sólo una de las siete plagas que han comenzado a asolarnos, por obra y gracia del “modelo” en peligro.

El tema es que los ladrones no confían en ninguno de los dos, ni en la posibilidad de que les garanticen una real impunidad frente a la nueva “comisión nacional de desaparición de fondos” que la sociedad exigirá cuando esto termine, y los ideólogos los ven como burgueses liberales de centro, y no como partícipes de la revolución imaginaria en la que viven.

En junio, cuando las listas deberán estar cerradas, conoceremos el futuro más claramente, ya que el Gobierno se empeñará en cometer un fraude monumental en las primarias abiertas, simultáneas y obligatorias (PASO) de agosto; los opositores, que siguen religiosamente la agenda que Olivos les impone, aparecen como distraídos frente a este tema, olvidando que será allí donde se decidirá, verdaderamente, la elección de octubre. Si doña Cristina y su fabuloso aparato comunicacional consiguen imponer el mito de su triunfo –es altamente probable que el cristinismo se transforme en la primera minoría- y, sobre todo, una enorme diferencia respecto al resto de las listas para las legislativas, podrá respirar tranquila de cara a octubre.

El angustioso e imprescindible grito de Alejandro Borensztein –en su nota de hoy, “El lado luminoso del Gobierno” (http://tinyurl.com/bd6l4lr)- debiera repicar en el cerebro de cada uno de los líderes opositores y llamarlos a la inmediata reflexión, porque los tiempos se han acabado. Ya no queda margen para seguir discutiendo por personalismos estúpidos que, en el fondo, no son más que flor de un día; para confirmarlo, basta recordar los cinco millones de votos que obtuvieron Pilo Bordón, Chacho Alvarez o Lilita Carrió, que desaparecieron en la siguiente elección.

Hoy, la ciudadanía está exigiendo terminar con este “modelo” y se niega a permitir que nos suceda lo mismo que pasó y sigue  pasando en Venezuela; tampoco quiere este misterioso acuerdo con Irán, que nos aísle aún más del mundo, ni la nefasta prepotencia de Patotín Moreno ni la impune sonrisa de Guita-rrita Boudou. Los opositores deben ofrecer una alternativa seria, tal vez de no más de cuatro o cinco puntos básicos, para volver a la normalidad como sociedad y terminar con esta división tan marcada que puede terminar en un enfrentamiento gravísimo.

Para ello, el trabajo que hizo Capriles y su movimiento democrático en tierras del chavismo es un ejemplo a imitar porque, cuando el desparpajo de los energúmenos oficialistas reclama a quienes disienten la propuesta de una  propuesta de gobierno diferente, debiera bastar con responderle que esa plataforma está escrita en la Constitución Nacional, y a ella queremos regresar.

Sólo así, con opositores decididos a unificar su accionar ya mismo para quitar el poder a este nefasto régimen, la Argentina tendrá futuro. De lo contrario, sólo existirá la anarquía y la nada, que la hará desaparecer del escenario como nación independiente y su geografía irá a parar a manos de todos nuestros vecinos.

  Como siempre digo, no tengo más información que nadie, pero observo lo que sucede a mi alrededor y, con esos datos, saco mis conclusiones. Pero le reitero una pregunta: ¿se puede vivir en este desmadre casi tres años más?.

domingo, 3 de marzo de 2013

¡Argentina campeón!



¡Argentina Campeón!


“¡Vosotros, que talasteis nuestros bosques, robasteis nuestro ganado, derrumbasteis nuestras templos y quemasteis nuestras casas; vosotros, que matasteis a nuestros padres, violasteis a nuestras hijas y secuestrasteis a nuestros hijos: no abuséis, no abuséis!”


El jueves, una vez más, después de la tensa audiencia que se realizó en la Corte de Nueva York, a la que concurrieron, en representación de nuestro país Guita-rrita Boudou y el Invisible Lorenzino, recuperamos el primer puesto en el campeonato del riesgo-país. Si somos una de las naciones menos endeudadas –estoy hablando de deuda externa, no interna- en relación a su PBI, todo el mérito de haber regresado a ese podio corresponde a la señora Presidente y su curioso y multifacético pseudo gabinete económico, en el cual cada uno tiene una postura dogmática diferente.

El viernes, en su maratónico y autorreferencial discurso, por cierto a veces muy confuso, doña Cristina mencionó que hasta Evo Morales conseguía dinero en el mundo, en realidad mucho más del que pedía, a una tasa (4,5%) anual y a un plazo (20 años) inimaginables en nuestro mercado doméstico; si Argentina pretendiera regresar, en estas condiciones, a los mercados internacionales, debería estar dispuesta a pagar algo parecido al 30%, o sea, tasa de país en default. Olvidó la señora de Kirchner mencionar, cuando dijo que el Presidente boliviano había expropiado hasta el pasto, que siempre pagó a las empresas así adquiridas por su Estado Multinacional, mientras que aquí nos dedicamos, porque es más fácil y barato, simplemente a confiscarlas.

Después de castigarnos por casi tres horas con cifras dibujadas –las citó a valor nominal, negando que sufrimos una de  las inflaciones más altas del mundo (¡otra vez campeones!)-, describiendo un país en el que sería maravilloso vivir, y que hastiaron a los teleespectadores, que optaron por cambiar de canal en su enorme mayoría, volvió a dar cátedra al resto del mundo –ese cuya crisis tiene, en América Latina, la enorme puntería de afectarnos sólo a los argentinos- olvidando que, tal cual dijo Martín Caparrós, el peor escenario europeo de hoy es infinitamente mejor al que se observa en muchísimas zonas del Conurbano.

Un párrafo aparte merecen sus referencias a los salarios de las fuerzas de seguridad –Gendarmería, Prefectura y Policía Federal- y a las inversiones en equipamiento destinado a las mismas. El Gobierno está muy preocupado por una protesta masiva que, de ser ciertos los rumores al respecto, se producirá el martes 5 e, inclusive, ha trascendido una carta del jefe de la segunda (PNA) a sus subordinados, recordándoles la vigencia de la obligación de obedecer a sus mandos.

A continuación, descerrajó sobre Lorenzetti, el Presidente de la Corte, que no sabía qué cara poner cuando lo enfocaban las cámaras, el peor ataque que recuerde sobre la Justicia. No voy a referirme, hoy al menos, a las características de las reformas –elección popular de los miembros del Consejo de la Magistratura, limitación de las medidas cautelares y creación de nuevas cámaras de Casación- cuya sanción doña Cristina pedirá al ex Hº Congreso; las páginas de los diarios del sábado y de hoy han comenzado a realizar análisis de los anuncios que, con seguridad, será completada por mis colegas.

Pero, a la luz de lo que sucedió en nuestro parlamento con el trata-miento (la oposición trata, y el Gobierno miente) del acuerdo con Irán, pocas esperanzas tengo acerca de un eventual rechazo en la casa de las leyes para las propuestas de Olivos -¿o debería decir del Chino Zannini?- pero, como siempre, me preocuparon mucho las primeras expresiones de los opositores luego del discurso presidencial.

Recordé, entonces, una antigua y breve nota de un querido amigo, a la que tituló “Darse cuenta” (http://tinyurl.com/b6hlncy), que escribiera un año antes de morir y que debiera estar en la mesa de luz de todos los políticos no kirchneristas. Al utilizar el final de la República de Waimar para componer su metáfora, José Enrique Miguens esbozó, tal vez sin percibirlo, un futuro para la Argentina perfectamente comparable con la Alemania de Hitler; compruébelo usted mismo pinchando el link.

Si ha tenido la enorme paciencia de leer estas reflexiones semanales, verá con claridad que mis pronósticos acerca del panorama terrible que ofrece hoy un cristinismo dispuesto, confesadamente, a pelear hasta las últimas consecuencias para retener el poder, no hacen más que confirmarse. La “democratización” de la Justicia, como se llama el nuevo caballito de batalla del Gobierno, no es otra cosa que un intento de colonizar al último poder del Estado que le queda. Presumo que, después de leer la nota de Miguens, los opositores aprenderán a tratar con la Casa Rosada y, sobre todo, a no dejarse engañar más por los cantos de sirenas y los pomposos y atractivos títulos que ésta da a cada uno de sus disparates. Al respecto, recuerdo lo que expresé cuando quienes dicen no compartir las políticas oficiales votaron, casi por unanimidad, el ascenso de Gils Carbó a la Procuración General de la Nación; puede ser que, ahora, hayan descubierto que al primer apellido de la funcionaria le faltaba una “e”.

Ayer, con sus renovadas críticas a Lancha Scioli y a Massa, doña Cristina agredió a las únicas figuras que podrían llevar al triunfo su boleta electoral en la Provincia de Buenos Aires. Como sé que no confía en la popularidad de Alicia Kirchner, por mucha portación de apellido que ésta ostente, sólo me cabe concluir en que la señora Presidente –como yo mismo- no cree en un final democrático para su período imperial; ¿en qué variante del incendio de Roma estará pensando la mesa minúscula de Olivos? De todas maneras, parece haber algunos personajes del entorno que no estarían de acuerdo con que esa apocalíptica salida sería una solución paras sus futuros problemas y, preocupados por su libertad y su reciente fortuna, están pidiendo ser designados embajadores.

El 21 de marzo, la ciudadanía se ha autoconvocado a repetir, incrementándola, la masiva manifestación del 8 de noviembre, en los mismos lugares y con idénticos horarios. Me parece bien. Creo que hay que enviar un muy fuerte mensaje al Gobierno: ¡Hasta aquí llegaron, y de aquí no pasarán!