Entrevista en Mundo Norte del 26 Mar 13
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domingo, 31 de marzo de 2013
Desprecio desbordante
Desprecio
Desbordante
“¡Llora,
llora como mujer lo que no supiste defender como hombre”. Sultana Aixa
La actitud
de pasividad que los empresarios argentinos han adoptado frente a la
sodomización permanente a la que los someten los funcionarios del Gobierno
nacional, en especial Patotín Moreno,
no puede menos que generar ese sentimiento. Me apena pensar cuál es la carga
emocional con que regresan a sus casas por las noches, después de haber sido
maltratados y humillados sin piedad durante el día, y cómo la canalizarán en el
seno de sus familias.
Es cierto
que, con la aceptación del inmundo rol que esta curiosa forma de democracia les
impone, también gozan de inéditos privilegios, ya que el “modelo” ha debido cerrar
la economía de modo tal que han transformado al país en una pecera y en un
zoológico, en los cuales estos pseudo “hombres de empresa” pescan y cazan a
voluntad: la falta de competencia les permite vender caro y malo.
También
hay que reconocer que, con esa rastrera conducta y el otorgamiento de esos
privilegios pueden financiar una vida de lujo y ostentación, con fabulosos
viajes y con inversiones en el exterior, cuando consiguen fugar sus divisas;
Miami y Punta del Este, sobre todo, son los templos en los que se celebraran
las festividades de esos cultos paganos.
Pero,
¿tan barato, en realidad, es el precio de sus conciencias? ¿Qué ven en el
espejo cuando se afeitan? ¿Cómo miran a los ojos a sus hijos? ¿Son, acaso, conscientes
del terrible y, quizás, irreparable daño que le están haciendo al país y a la
República que les dejarán como herencia? ¿No comparan su rastrera actitud, por
ejemplo, con la de Juan José Aranguren, el Presidente de Shell, que ha debido
soportar infinidad de denuncias penales, o ese reflejo los sume en la
vergüenza?
El último
episodio de esta siniestra saga fue la prohibición –siempre verbal- de publicar
avisos en los diarios de mayor circulación de la Argentina, que las cadenas de
supermercados, inclusive las internacionales, están respetando a rajatabla. La
patética desmentida de uno de sus ejecutivos, adjudicando esa unánime conducta
a la necesidad de cuidar la rentabilidad en medio del teórico acuerdo de
congelamiento de precios, desmentida por la presencia de esos mismos avisadores
en el diario “La Capital”, de Rosario, perteneciente a los “amigos” del
Gobierno, Vila y Manzano, no hizo más que, como sucede tantas veces en estas
tierras, confirmar la generalizada indecencia.
El
Gobierno, al menos por ahora, no ha mandado a la cárcel ni torturado a ninguno
de ellos; tampoco los ha expulsado del país, ni les ha confiscado sus empresas,
como sucede en otros países “bolivarianos”. Entonces, ¿a qué temen? ¿Creen que
la AFIP tiene tanto poder o tienen tantos cadáveres en sus roperos? ¿Cómo
permiten que un funcionario, al que nadie eligió sino que fue designado por el
Ejecutivo, les grite y los convierta en afirmativas marionetas? ¿Tanto han
ganado durante estos años que pueden considerar a esas humillaciones como un costo
menor, que es imprescindible asumir? ¿De qué madera están hechos?
Cuando
miran, como cada mañana, a Brasil para ver si seguirá impulsando nuestra
economía hacia arriba, ¿no piensan en el poder que, con coraje, los empresarios
paulistas de la FIESP han conseguido concentrar? ¿Cómo no reaccionan,
corporativa y rápidamente, cuando uno de ellos es agredido de manera impune
desde el atril presidencial? ¿Cómo permiten esas actitudes, imitando al
avestruz? ¿No saben que, indefectiblemente, si el Gobierno se perpetúa, más temprano
que tarde les tocará a ellos estar en la picota?
La
Argentina de la “década ganada” ha confirmado un viejo aserto: “nada hay más cobarde que el capital”, y
por eso no hay inversión extrajera directa. Pero se refiere al anónimo, ése que
circula con toda la velocidad que las redes informáticas le permiten, no a su
corporización en hombrecitos de carne y hueso, capaces de denostar al Gobierno
y sus funcionarios, contando terribles anécdotas en las que siempre son
víctimas indefensas, con la condición de que sus nombres no sean publicados.
Aquí el
espectáculo bochornoso lo brindan las cohortes de individuos que concurren,
como mansas ovejas y al galope, a un simple llamado de Patotín, sabiendo que, cada vez, deberán descender a un infierno
moral más profundo, en el cual ni la peor escatología está vedada. También
ellos serán los responsables del verdadero genocidio en que se ha transformado
la corrupción en la Argentina puesto que, por cada funcionario que recibe un
sobre con dinero, hay un empresario que lo entrega.
Por eso,
entre otras cosas, la ciudadanía se manifestará otra vez, bajo la unificada consigna
de “Constitución, República y Justicia”,
el 18 de abril de 2013; le adjunto un video (http://tinyurl.com/d4l3zyr)
irremplazable con esa convocatoria. Por usted mismo, por sus hijos y por
sus nietos, es su deber ciudadano concurrir,
agrupándose en los mismos lugares de Buenos Aires, del interior y del mundo
entero, que lo hicimos el 8 de noviembre de 2012.
Y recuerde que, antes de esa cita de honor, lo esperamos, Carlos
Manuel Acuña y yo, el 10 de abril, a las 19:00 horas, en Quintana 161, de la
Ciudad Autónoma, para charlar sobre esta realidad que nos toca vivir y tratar
de encontrar, juntos, la manera de enmendarla.
¡Feliz Pascua de Resurrección para usted y los suyos, y para la
Argentina, que tanto lo necesita!
Bs.As., 31 Mar 13.
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domingo, 24 de marzo de 2013
Cerrar la puerta
Cerrar
la Puerta
“Vamos bajando la cuesta
“que arriba en mi calle
“se acabó la fiesta”.
“que arriba en mi calle
“se acabó la fiesta”.
Joan Manuel Serrat
Para
comenzar, dos avisos parroquiales. El 10 de abril, a las 19:00, Carlos Manuel
Acuña y yo daremos una charla en Quintana 161, Capital; si está en Buenos Aires
entonces, lo esperaremos. Y el 18 de abril, todos los argentinos participaremos
de una gigantesca concentración, que superará a la que logramos el 8 de
noviembre; nos reuniremos en los mismos lugares y en todo el país.
Ahora, manos
a la obra. Pese a que me había propuesto no escribir sobre la coyuntura y
privilegiar los planes para el futuro, para no “comprar” la agenda que impone
el Gobierno, la realidad es más fuerte –“la
única verdad”, ¿se acuerda?- y la aceleración de los tiempos me obliga a
contradecir mis intenciones.
La mala
praxis, la torpeza y la ideología han desatado una tormenta
económico-financiera de consecuencias impredecibles, ya que ha comenzado a
hacer impacto sobre la base electoral más firme del oficialismo, la “patria
subsidiada”. Los orígenes de este verdadero tsunami deben rastrearse (¡cuándo
no!) en la corrupción y en el populismo.
Los grandes
males de nuestra actualidad vienen de lejos. La insana e imbécil política
ganadera, anunciada como “proteger la
mesa de los argentinos”, que llevó a la pérdida de doce millones de cabezas
y a ceder nuestro secular papel como gran exportador a favor de Uruguay,
Paraguay y, sobre todo, Brasil, fue anticipada, con precisión quirúrgica, en
una nota “Lo inexplicable” (http://tinyurl.com/csqsd6w), de mayo de 2006; cuando aún no sabíamos de la
rapacidad del kirchnerismo, y pensando que sólo se trataba de errores
garrafales, otra nota “La crisis energética …” (http://tinyurl.com/a27q4ly) adelantó lo que sucedería en el sector
que, hoy, resulta uno de los responsables de la carencia de dólares en el
sistema.
Más tarde,
el inenarrable horror llegó de la mano del conocimiento público de la “compra”
por la familia Eskenazi, entonces testaferros de don Néstor (q.e.p.d.), ya que
nos enteramos de cuánto tenía de buscada esa crisis, con el único propósito de
incorporar, a la ya inmensa fortuna de la familia imperial, el 25% de YPF. Si
este hecho hubiera sido gratuito, ya era muy malo pero si, como dice Alieto
Guadgni, le costó al país el equivalente a quinientos millones de cabezas, en
reservas de gas y de petróleo, se convirtió en criminal. El Gobierno, y
nosotros, estamos pagando por ello con importaciones crecientes de
combustibles, aún en plena recesión, a precios cada vez mayores, a costa de una
sangría de dólares imparable.
Sin embargo,
es el desenfrenado gasto público –gran parte del cual continúa destinándose a
subsidiar al sector más pudiente de la Argentina, a través de congelamiento de
precios al gas y a la energía, de Aerolíneas Argentinas, del “dólar turista” y
del “dólar automóviles de lujo”- que crecerá aún más en un año electoral en el
cual el oficialismo se jugará su supervivencia, hoy sostenido por una emisión
de moneda que, el año pasado, llegó al 40%, el principal responsable de la inflación,
que no cede aún en una economía paralizada.
Las reservas
monetarias han caído sensiblemente, y están constituidas, en gran medida, por
papelitos de colores o “pagadiós” que el Gobierno deja en el Banco Central a
cambio de los billetes verdes que no puede imprimir; la Reserva Federal
estadounidense se ha negado de plano a conceder a Ciccone una franquicia al
respecto, y doña Cristina no consigue flotar sobre un mar de petróleo, como su
idolatrado Chávez (q.e.p.d.). Mis amigos economistas, en especial aquéllos que
saben más de moneda, dicen que la paridad real (circulante contra reservas) ha
superado ya a los $ 10 por dólar.
Responder a
estos males, en lugar de enderezar el rumbo, con medidas policiales, forma
parte del argumento de una vieja película que los argentinos hemos visto
infinidad de veces, y siempre terminó dolorosamente antes de que apareciera la
inexorable palabra “fin”. Lo malo es que siempre fueron los espectadores comunes
quienes llevaron la peor parte, sin haber logrado nunca aparecer, siquiera,
entre los actores de reparto.
La fiesta
organizada por el oficialismo desde sus orígenes, pero cuyo costo se ocultó
desde que se intervino el Indec, se ha terminado y, como dijo Serrat en su
canción “vuelve el pobre a su pobreza,
vuelve el rico a su riqueza y el señor cura a sus misas”. Ha llegado, una
vez más, la hora de pagar la cuenta y no dejo de pensar que, antes de irse,
incendiarán Roma.
Le he preguntado,
muchas veces, si podemos vivir tres años más en este desmadre pero ahora, a
pesar de saber cuánto subirán los costos para la Argentina hasta 2015, prefiero
que, al menos esta vez, sean los responsables –públicos y privados- de este nuevo
desastre quienes tengan que soportar la explosión entre sus manos, y para ello
hay que cerrar cualquier puerta de escape, para evitar que se transformen en
nuevas víctimas. Cuando ese momento llegue quizás, sólo quizás, seamos capaces
de entender, de una vez y para siempre, que únicamente podremos sobrevivir como
país si terminamos con los populismos y los abusos del poder, si volvemos a la
República y a la Constitución y a la Ley y, sin encandilarnos con el
progresismo, nos ponemos a trabajar por el progreso.
Es cierto que
será una ardua tarea, y que habrá marchas y contramarchas. No es fácil, después
de tantas décadas, que aprendamos a no mirar al Estado como un padre dadivoso y
severo y comenzamos a verlo como lo que debiera ser: simplemente, un
administrador de los bienes públicos. No soy demasiado optimista, debo
confesar. Hoy, el gran parte de los argentinos cree que debemos tener una línea
aérea de bandera, o “Fútbol para todos”, o una irracional y absurda protección
industrial, o una universidad con ingreso irrestricto y totalmente gratuita, o
que no debemos endeudarnos con el exterior, o que es bueno estar en guerra
permanente con el mundo.
Para salir
de este marasmo, deberán tomarse medidas muy duras y, para hacerlas posibles,
se requerirá de un masivo apoyo que sólo una profunda y terminal tragedia puede
otorgar para quien emerja de ella como nuevo líder. No estoy hablando de un
dictador, sino de alguien capaz de plantarse frente a la sociedad con un
programa de gobierno, creíble y sustentable, y que asuma el irrevocable
compromiso de respetar las instituciones y las libertades individuales.
A pesar de
la declamada crisis internacional -¡qué puntería tiene!; sólo nos afecta a
nosotros, mientras que todos nuestros vecinos crecen y deben enfrentar la cotidiana
lluvia de dólares que revaloriza sus monedas nacionales- la Argentina tiene una
enorme oportunidad de cara al futuro, pero es requisito indispensable que se
transforme en un país serio y considerado, que deje de ser el hazmerreír global,
que entierre de una vez el pasado, que respete sus contratos y que cumpla sus
obligaciones, que vuelva a tener una educación pública de excelencia, y que sea
un faro de libertad y cultura para el mundo.
Dios, con su
infinita generosidad, nos permitió, una vez más, demostrar de qué somos capaces
los argentinos como individuos. Es imperioso que, ahora, probemos que podemos
trabajar en equipo, que podemos jugar todos juntos, para ser, simplemente, un
país mejor.
Bs.As.,
24 Mar 13
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domingo, 17 de marzo de 2013
¡Cobardes, el Caos ha Comenzado!
¡Cobardes, el Caos ha Comenzado!
“Si no hay justicia para el pueblo, que no haya paz para el
gobierno”. Emiliano Zapata
Junín, Capilla del Señor y el Teatro San
Martín porteño, como antes Bariloche, fueron muestras concretas, y ensayos
generales, del siniestro plan “B”, forjado en el oficialismo para cuando ya no
queden más caminos para lograr la reelección que tanto precisa. Todos esos
lugares fueron testigos de protestas vecinales, en general contra la
inseguridad, que se transformaron en violentas e incontrolables cuando llegaron
los energúmenos encapuchados rentados Alicia Kirchner y sus adláteres, como
Pérsico o el propio SuperBerni.
En carnaval, el jefe camporista del
Servicio Penitenciario Federal organizó murgas en el penal de Ezeiza,
trasladando allí a innumerables presos del “Batayón Militante” de otras
cárceles; esa agrupación nuclea a los criminales más violentos y agresivos que
se encuentran tras las rejas. Y las páginas deportivas chorrean sangre por la
inusual actividad desplegada por las barras bravas de todos los clubs de
fútbol, esas mismas que doña Cristina santificó desde su atril por su
compromiso con la camiseta. En esas dos agrupaciones, el oficialismo confía
para integrar su vanguardia más agresiva. Esta misma semana, dos dirigentes
sociales de importancia, como son Toty Flores, vinculado a Lilita Carrió, y
Raúl Castells, han denunciado la presencia siniestra de armas -legalizadas por
el Renar, en manos de La Cámpora-, en los asentamientos urbanos, desde los cuales
fluye, imparable, la droga; esas armas están siendo utilizadas para intimidar opositores.
El Gobierno no reflexiona ni se detiene
cuando se trata de jugar su futuro. El espectáculo que brinda hoy la Provincia
de Buenos Aires, que la interna kirchnerista se está tirando por la cabeza a
costa de cuatro millones de chicos que no tienen clase y, por ende, tampoco
comen, es una muestra del desprecio total que el “modelo” tiene por su masa de
votantes, miserablemente cooptada por subsidios que ya resultan impagables.
Todos estos hechos, y lo que está
sucediendo en Rosario, no hacen más que confirmar mis más apocalípticos
pronósticos en cuanto a qué sucederá en la Argentina cuando el cristinismo
considere imposible su supervivencia. Creo, sin temor a equivocarme, que
estamos presenciando los ensayos generales del siniestro plan que busca la
perpetuación del régimen a cualquier precio, aunque éste sea incendiar Roma.
Diez años de un inédito crecimiento de la
Argentina no han producido ningún derrame hacia los sectores más marginados,
víctimas del más criminal populismo. ¿Cómo puede ser que, después de una
“década ganada”, todavía tengamos al 30% de la población bajo la línea real de
la pobreza, y al 10% en la miseria?
Frente a ese panorama, indigna la cobardía
de los estamentos superiores de la sociedad, por ende más responsables. ¿A qué
temen tanto como para caer en este silencio cómplice? Todos ellos parecen no
percibir que, cada vez, cuando les cortan las uñas se llevan más dedo.
Los opositores, salvo escasísimas
excepciones, han sido tan, pero tan estúpidos que han permitido todo al
Gobierno, incluyendo la designación de Gils -¿no debiera ser “giles”?- Carbó,
que hoy embiste sin pudor contra la Justicia. Los empresarios, que han sido
humillados y sodomizados por Patotín Moreno,
¿están tan flojos de papeles que deben obedecer sus más ridículos órdenes
verbales? ¿Las ganancias de estos años han acallado las voces de los dueños de
bancos, que debieran ser los primeros en defender el derecho de propiedad? ¿Qué
miedo hace que sean tan pocos los periodistas que denuncian la monstruosa y
genocida corrupción del Gobierno? Los empresarios, que tanto pavor sienten a
perder sus beneficios de hoy, ¿no perciben que, si el “modelo” triunfa, sus
mismas empresas dejarán de pertenecerles? ¿Cómo entregan, por mendrugos, los
militares y las fuerzas de seguridad su honor y la defensa de las
instituciones? ¿A qué siniestra venganza temen los artistas, que no respaldan
masivamente a los pocos colegas que se atreven a exhibir sus críticas?
Resulta extraño y solivianta ver a los
funcionarios y a los políticos de todos los partidos explicar, en televisión,
que la inseguridad se debe a malas leyes. La verdad es que la ley no es mala,
sino despareja. Si alguien que delinque para comer, o para pagar su vicio, va
preso; si un asesino que mata a un semejante se pudre de por vida en la cárcel,
¿cómo están en libertad los Kirchner, los De Vido, los Jaime, los Cirigliano,
los Cristóbal López, los Boudou, los Oberti, y tantos otros cuya corrupción es
tan brutal como para generar hechos como el crimen de Once o el genocidio de los
Qom, en Formosa y Salta? ¿Cómo toleramos que los chicos de La Cámpora gasten
casi tres millones de dólares diarios en Aerolíneas Argentinas, entre otras
cosas en fabulosos sueldos, mientras el país carece de rutas, hospitales,
escuelas y viviendas?
Los ciudadanos de a pie, ¿cómo miramos, sin
tomar la Bastilla, los discursos inflamados de doña Cristina, en los que se
limita a mentir y negar, a agraviar y a difamar, a agredir y a fragmentar,
invocando una opción por los pobres desmentida por sus lujos cotidianos? ¿Cómo
permitimos que se nos deje sin las libertades más elementales, como informarnos
libremente? Como sabe, tengo contra los integrantes de la Corte serios
agravios, vinculados a la destrucción –en las causas llamadas de lesa
humanidad- de todos los principios en los que se sustentaba el derecho en la
Argentina, o a la tolerancia hacia la presencia de Zaffaroni entre sus filas
pero, ¿cómo soportamos, en cobarde silencio, los inmundos ataques que el Poder
Ejecutivo lleva adelante contra los jueces más probos del país?
¿Cómo toleramos que, desde los medios
públicos y para-oficiales, que tanto nos cuestan a todos, se agravie a los
católicos, como antes se hizo con los judíos? Los empresarios, los legisladores
y los políticos, cuando vuelven a sus hogares por la noche, seguramente deben
encontrar la mirada de sus hijos. ¿Cómo la enfrentan, después de haberse
arrastrado y aplaudido en cada uno de los actos de este gobierno, cuando doña
Cristina hace copresidirlos a Guita-rrita
Boudou?
¿Seguiremos esperando, los argentinos, que
la Divina Providencia venga a sacarnos las castañas del fuego? Ahora, con la
presencia de SS Francisco en Roma, se abre una luz de esperanza; el inefable
Luis D’Elía lo preanunció cuando dijo que el Papa será a la unidad
latinoamericana –léase chavismo y “socialismo del siglo XXI”- lo que fue Juan
Pablo II al comunismo. ¡Ojalá así sea! Porque se habrá terminado entonces este
ladri-progresismo y empezaremos a caminar hacia el futuro y el verdadero progreso
en paz.
Para terminar, un aviso parroquial. El 10
de abril, en Quintana 161, a las 19:00 horas, Carlos Manuel Acuña y yo daremos
una charla, obviamente gratuita, para contar cómo vemos lo que está sucediendo
y qué creemos que debe hacerse para adelante. Si puede, no deje de venir,
porque la idea es ponernos los pantalones, juntar coraje y comenzar a trabajar
para hacer real ese futuro, que la Argentina tantas veces ha anunciado y nunca
concretado.
BsAs, 17 Mar 13
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martes, 12 de marzo de 2013
Entrevista en "El Poder de la Palabra"
Entrevista en "El Poder de la Palabra" del 7 Mar 13
http://www.youtube.com/watch?v=F2Z8ZCxv5_w&feature=youtu.be
http://www.youtube.com/watch?v=F2Z8ZCxv5_w&feature=youtu.be
domingo, 10 de marzo de 2013
Las siete plagas
Las
Siete Plagas
“Cuanto más se hundían los cimientos del
imperio, con tanta mayor violencia asaltaban el arca los elegidos. Cuanto más
alzaban la cabeza los adversarios, tanto más afán mostraban los favoritos en
llenarse la faltriquera”. Ryszard Kapuścińki
En
diciembre de 2011, cuando comencé a reunir a un gran grupo de amigos de todos
los colores políticos y de muchas profesiones diferentes, el acento de las
preocupaciones estaba puesto en la economía, pese a que todos coincidían en
descartar, por completo, un colapso similar al de 2001.
En la
última de esos encuentros mensuales, antes del verano, ya la preocupación de
todos había cambiado de sentido, y había casi unanimidad en que la política
sería la que marcaría los tiempos a partir de entonces, influyendo netamente
sobre la economía.
Como se
ve, mis brillantes amigos tenían razón ya que hoy, a comienzos de un año
electoral, todos los problemas que entonces se preanunciaban se han presentado,
juntos, y el pronóstico tiende a empeorar, precisamente porque este año se
definirá la suerte del “modelo” y, con ella, la de sus esforzados y exitosos
destructores del país.
Quien
haya tenido la asombrosa paciencia de leer estas notas sabe cuánto descreo de
una salida democrática para este fin de fiesta, ya que ninguna de las dos patas
sobre las que se sostiene este asombroso “relato”, tan reñido con la realidad,
es decir, la ladrona y la ideológica, estará dispuesta a entregar el poder si
los hados del futuro inmediato se mostraran desfavorables; en esta negra
apreciación me acompañan –y lo he comprobado- todos aquéllos que no imaginan
siquiera a doña Cristina ejerciendo el poder sin un Congreso totalmente
domesticado y con la Presidencia con fecha de vencimiento cierta.
Si los
números –los verdaderos, no los inventados por el Indec- no les permitieran
convencerse de un triunfo electoral cierto, harán cualquier cosa (desorden
social, estado de sitio u algún otro conejo que sacarán de la galera) para
evitar esa derrota. Un dato alentador es que, a pesar de que se realizan
diariamente, los gobiernos nacional y provincial –los únicos que hoy gastan
dinero en ellas- no están difundiendo encuestas; esa conducta sólo puede
obedecer a que sus resultados son terriblemente desfavorables.
Por ello,
2013 será el año de suerte y verdad. Y esa es la razón por la cual el Gobierno
ha comenzado a tirarse con todo por la cabeza, mientras pone toda la carne en
el asador; la Casa Rosada necesita el alineamiento total de Scioli y de Massa,
traducido en la sumisa entrega de sus listas de legisladores nacionales a los
deseos de la viuda de Kirchner y su micro-mesa y, a la vez, no quiere ni
aceptará a ninguno de los dos como herederos de la corona imperial. Que los
chicos de la Provincia de Buenos Aires no tengan clases –y, con ello, no
accedan a los comedores escolares- es sólo una de las siete plagas que han
comenzado a asolarnos, por obra y gracia del “modelo” en peligro.
El tema
es que los ladrones no confían en ninguno de los dos, ni en la posibilidad de
que les garanticen una real impunidad frente a la nueva “comisión nacional de
desaparición de fondos” que la sociedad exigirá cuando esto termine, y los
ideólogos los ven como burgueses liberales de centro, y no como partícipes de
la revolución imaginaria en la que viven.
En junio,
cuando las listas deberán estar cerradas, conoceremos el futuro más claramente,
ya que el Gobierno se empeñará en cometer un fraude monumental en las primarias
abiertas, simultáneas y obligatorias (PASO) de agosto; los opositores, que
siguen religiosamente la agenda que Olivos les impone, aparecen como distraídos
frente a este tema, olvidando que será allí donde se decidirá, verdaderamente,
la elección de octubre. Si doña Cristina y su fabuloso aparato comunicacional
consiguen imponer el mito de su triunfo –es altamente probable que el
cristinismo se transforme en la primera minoría- y, sobre todo, una enorme
diferencia respecto al resto de las listas para las legislativas, podrá
respirar tranquila de cara a octubre.
El
angustioso e imprescindible grito de Alejandro Borensztein –en su nota de hoy,
“El lado luminoso del Gobierno” (http://tinyurl.com/bd6l4lr)- debiera
repicar en el cerebro de cada uno de los líderes opositores y llamarlos a la
inmediata reflexión, porque los tiempos se han acabado. Ya no queda margen para
seguir discutiendo por personalismos estúpidos que, en el fondo, no son más que
flor de un día; para confirmarlo, basta recordar los cinco millones de votos
que obtuvieron Pilo Bordón, Chacho Alvarez o Lilita Carrió, que desaparecieron en la siguiente elección.
Hoy, la
ciudadanía está exigiendo terminar con este “modelo” y se niega a permitir que
nos suceda lo mismo que pasó y sigue
pasando en Venezuela; tampoco quiere este misterioso acuerdo con Irán,
que nos aísle aún más del mundo, ni la nefasta prepotencia de Patotín Moreno ni la impune sonrisa de Guita-rrita Boudou. Los opositores deben
ofrecer una alternativa seria, tal vez de no más de cuatro o cinco puntos
básicos, para volver a la normalidad como sociedad y terminar con esta división
tan marcada que puede terminar en un enfrentamiento gravísimo.
Para
ello, el trabajo que hizo Capriles y su movimiento democrático en tierras del
chavismo es un ejemplo a imitar porque, cuando el desparpajo de los energúmenos
oficialistas reclama a quienes disienten la propuesta de una propuesta de gobierno diferente, debiera
bastar con responderle que esa plataforma está escrita en la Constitución
Nacional, y a ella queremos regresar.
Sólo así,
con opositores decididos a unificar su accionar ya mismo para quitar el poder a
este nefasto régimen, la Argentina tendrá futuro. De lo contrario, sólo
existirá la anarquía y la nada, que la hará desaparecer del escenario como
nación independiente y su geografía irá a parar a manos de todos nuestros
vecinos.
Como siempre digo, no tengo más información
que nadie, pero observo lo que sucede a mi alrededor y, con esos datos, saco
mis conclusiones. Pero le reitero una pregunta: ¿se puede vivir en este
desmadre casi tres años más?.
Bs.As.,
10 Mar 13
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por:
domingo, 3 de marzo de 2013
¡Argentina campeón!
¡Argentina
Campeón!
“¡Vosotros,
que talasteis nuestros bosques, robasteis nuestro ganado, derrumbasteis
nuestras templos y quemasteis nuestras casas; vosotros, que matasteis a
nuestros padres, violasteis a nuestras hijas y secuestrasteis a nuestros hijos:
no abuséis, no abuséis!”
El
jueves, una vez más, después de la tensa audiencia que se realizó en la Corte
de Nueva York, a la que concurrieron, en representación de nuestro país Guita-rrita Boudou y el Invisible Lorenzino, recuperamos el
primer puesto en el campeonato del riesgo-país. Si somos una de las naciones
menos endeudadas –estoy hablando de deuda externa, no interna- en relación a su
PBI, todo el mérito de haber regresado a ese podio corresponde a la señora
Presidente y su curioso y multifacético pseudo gabinete económico, en el cual
cada uno tiene una postura dogmática diferente.
El
viernes, en su maratónico y autorreferencial discurso, por cierto a veces muy
confuso, doña Cristina mencionó que hasta Evo Morales conseguía dinero en el
mundo, en realidad mucho más del que pedía, a una tasa (4,5%) anual y a un
plazo (20 años) inimaginables en nuestro mercado doméstico; si Argentina
pretendiera regresar, en estas condiciones, a los mercados internacionales,
debería estar dispuesta a pagar algo parecido al 30%, o sea, tasa de país en
default. Olvidó la señora de Kirchner mencionar, cuando dijo que el Presidente
boliviano había expropiado hasta el pasto, que siempre pagó a las empresas así
adquiridas por su Estado Multinacional, mientras que aquí nos dedicamos, porque
es más fácil y barato, simplemente a confiscarlas.
Después
de castigarnos por casi tres horas con cifras dibujadas –las citó a valor
nominal, negando que sufrimos una de las
inflaciones más altas del mundo (¡otra vez campeones!)-, describiendo un país
en el que sería maravilloso vivir, y que hastiaron a los teleespectadores, que
optaron por cambiar de canal en su enorme mayoría, volvió a dar cátedra al
resto del mundo –ese cuya crisis tiene, en América Latina, la enorme puntería
de afectarnos sólo a los argentinos- olvidando que, tal cual dijo Martín
Caparrós, el peor escenario europeo de hoy es infinitamente mejor al que se
observa en muchísimas zonas del Conurbano.
Un
párrafo aparte merecen sus referencias a los salarios de las fuerzas de
seguridad –Gendarmería, Prefectura y Policía Federal- y a las inversiones en
equipamiento destinado a las mismas. El Gobierno está muy preocupado por una
protesta masiva que, de ser ciertos los rumores al respecto, se producirá el
martes 5 e, inclusive, ha trascendido una carta del jefe de la segunda (PNA) a
sus subordinados, recordándoles la vigencia de la obligación de obedecer a sus
mandos.
A
continuación, descerrajó sobre Lorenzetti, el Presidente de la Corte, que no
sabía qué cara poner cuando lo enfocaban las cámaras, el peor ataque que
recuerde sobre la Justicia. No voy a referirme, hoy al menos, a las
características de las reformas –elección popular de los miembros del Consejo
de la Magistratura, limitación de las medidas cautelares y creación de nuevas
cámaras de Casación- cuya sanción doña Cristina pedirá al ex Hº Congreso; las
páginas de los diarios del sábado y de hoy han comenzado a realizar análisis de
los anuncios que, con seguridad, será completada por mis colegas.
Pero, a
la luz de lo que sucedió en nuestro parlamento con el trata-miento (la
oposición trata, y el Gobierno miente) del acuerdo con Irán, pocas esperanzas
tengo acerca de un eventual rechazo en la casa de las leyes para las propuestas
de Olivos -¿o debería decir del Chino
Zannini?- pero, como siempre, me preocuparon mucho las primeras expresiones de
los opositores luego del discurso presidencial.
Recordé,
entonces, una antigua y breve nota de un querido amigo, a la que tituló “Darse
cuenta” (http://tinyurl.com/b6hlncy),
que escribiera un año antes de morir y que debiera estar en la mesa de luz de
todos los políticos no kirchneristas. Al utilizar el final de la República de
Waimar para componer su metáfora, José Enrique Miguens esbozó, tal vez sin
percibirlo, un futuro para la Argentina perfectamente comparable con la
Alemania de Hitler; compruébelo usted mismo pinchando el link.
Si ha
tenido la enorme paciencia de leer estas reflexiones semanales, verá con
claridad que mis pronósticos acerca del panorama terrible que ofrece hoy un
cristinismo dispuesto, confesadamente, a pelear hasta las últimas consecuencias
para retener el poder, no hacen más que confirmarse. La “democratización” de la
Justicia, como se llama el nuevo caballito de batalla del Gobierno, no es otra
cosa que un intento de colonizar al último poder del Estado que le queda. Presumo
que, después de leer la nota de Miguens, los opositores aprenderán a tratar con
la Casa Rosada y, sobre todo, a no dejarse engañar más por los cantos de
sirenas y los pomposos y atractivos títulos que ésta da a cada uno de sus
disparates. Al respecto, recuerdo lo que expresé cuando quienes dicen no
compartir las políticas oficiales votaron, casi por unanimidad, el ascenso de
Gils Carbó a la Procuración General de la Nación; puede ser que, ahora, hayan
descubierto que al primer apellido de la funcionaria le faltaba una “e”.
Ayer, con
sus renovadas críticas a Lancha Scioli
y a Massa, doña Cristina agredió a las únicas figuras que podrían llevar al
triunfo su boleta electoral en la Provincia de Buenos Aires. Como sé que no
confía en la popularidad de Alicia Kirchner, por mucha portación de apellido
que ésta ostente, sólo me cabe concluir en que la señora Presidente –como yo
mismo- no cree en un final democrático para su período imperial; ¿en qué
variante del incendio de Roma estará pensando la mesa minúscula de Olivos? De
todas maneras, parece haber algunos personajes del entorno que no estarían de
acuerdo con que esa apocalíptica salida sería una solución paras sus futuros
problemas y, preocupados por su libertad y su reciente fortuna, están pidiendo
ser designados embajadores.
El 21 de
marzo, la ciudadanía se ha autoconvocado a repetir, incrementándola, la masiva
manifestación del 8 de noviembre, en los mismos lugares y con idénticos
horarios. Me parece bien. Creo que hay que enviar un muy fuerte mensaje al
Gobierno: ¡Hasta aquí llegaron, y de
aquí no pasarán!
Bs.As., 3
Mar 13
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