viernes, 25 de enero de 2019

¡Falta envido y truco!


¡Falta envido y truco!


“Cuántas veces a un envido con un cuatro dije '¡Quiero!'...
y otra vez me fui a baraja teniendo las treinta y tres”.
Celedonio Flores



En las mesas en que se resuelve la actualidad, dos jugadores acaban de cantar el mayor desafío a sus respectivos rivales. Me refiero, obviamente, a Venezuela y a la Argentina.

En tierras bolivarianas, Juan Guaidó, el jovencísimo -35 años- Presidente de la Asamblea Nacional, se proclamó Presidente de la República interino y, rápidamente, fue reconocido como tal por todos los países, con la clara excepción de Rusia, China, Cuba, Irán, Turquía, Nicaragua, México, Bolivia y Uruguay, que tienen motivos distintos para no hacerlo. 

Vladimir Putin, el actual zar tan venerado por su pueblo, porque ha conseguido poner una pata militar en el continente americano, algo que le fue negado a Nikita Kruschev por John F. Kennedy, que se mantuvo firme durante la crisis de los misiles en Cuba; Xi Jinping, por su marcado interés en las materias primas venezolanas en su disputa con los EEUU; Miguel Díaz-Canel, por su dependencia de la caridad de Nicolás Maduro para sobrevivir malamente; Hasán Rohaní, por su antigua relación nuclear con el chavismo, triangulando aplicaciones y materiales argentinos; Recep Tayyip Erdoğan, por su peculiar y cuestionado régimen; Daniel Ortega, porque ve en Caracas un espejo que anticipa lo que sucederá en Managua; y Andrés Manuel López Obrador, Evo Morales y Tabaré Vázquez, porque son los últimos sobrevivientes de los gobiernos de izquierda que hasta ayer imperaban en la región.

La situación en la República Bolivariana tiene un final abierto, pero no creo que se produzca en lo inmediato el indispensable regreso a la normalidad democrática cuya ausencia, sostenida por la salvaje represión a la oposición, ha sumido a la población en una verdadera catástrofe humanitaria. 

Porque, en mi opinión, las fuerzas armadas se encuentran divididas en tres facciones, que se anulan recíprocamente su capacidad de reacción, en uno u otro sentido: los pro-cubanos (que controlan hasta el famoso SEBIN), los narco-generales del Cartel de los Soles y los generales nacionalistas y chavistas convencidos, no vinculados a la corrupción gubernamental, que ven con enorme preocupación la penetración de las instituciones militares por los “asesores” isleños. Y a ello hay que sumar la siniestra complicación que representa la presencia de los narco-guerrilleros colombianos del ELN. 

Me parece inviable una intervención extranjera para desalojar del poder al tirano ya que, como dije, Rusia está ahora dispuesta a enfrentar a Donald Trump, con las consecuencias que ello implica, si éste –tal vez acuciado por sus propios problemas- decidiera dar luz verde a una acción continental en tal sentido. 

Así, hay pocas probabilidades de encontrar una salida sin tragedia: habrá mayor actividad en las calles de los seguidores de Guaidó, que ha logrado reunificar a la oposición, hasta que algún acontecimiento puntual haga estallar una guerra civil, que seguramente sería salvaje, sangrienta y con un resultado de difícil pronóstico.

Para agravar el drama, el masivo éxodo de venezolanos, que ya alcanza a los cuatro millones, ha hecho que se fueran los más preparados, quienes mejores oportunidades tenían de instalarse en otro país con buenos trabajos. La contracara es, claro, que el país ha perdido a sus profesionales más aptos, lo cual dificultará enormemente la reconstrucción.

Mauricio Macri, con un coraje que se le desconocía, también desafió a la oposición y firmó el famoso decreto de necesidad y urgencia para extinguir el dominio de los bienes producto del crimen y de la corrupción. La longitud de esta nota no permite su análisis jurídico, un tema que, por lo demás, ha llenado páginas enteras en los medios de prensa, pero sí habilita una pregunta política: cuando el DNU sea analizado por el H° Aguantadero, ¿cuántos legisladores tendrán los redaños indispensables para oponerse a su vigencia, en pleno año electoral, cuando toda la sociedad venía reclamando a gritos la sanción de una ley así?

El otro aspecto que debe destacarse es la monumental hipocresía de los sabios constitucionalistas y de los kirchneristas más recalcitrantes cuando manifiestan su oposición a la indispensable aplicación retroactiva de la norma. Y digo esto porque no vi a esos grandes cráneos del derecho –con mínimas excepciones- rasgarse las mismas vestiduras cuando Néstor Kirchner, para perseguir hasta la muerte a quienes derrotaron militarmente a la subversión, demolió los principios básicos de la civilización occidental con la complicidad necesaria de la Corte Suprema.

No sólo hizo que se anularan los indultos, se derogaran las leyes de “obediencia debida” y “punto final”, sino que desapareciera el Código de Justicia Militar para que los imputados fueran juzgados por las leyes civiles (inaplicables en tiempos de guerra), se reemplazaran los jueces naturales, se desconociera la presunción de inocencia y se invirtiera impunemente la carga de la prueba, se aplicaran retroactiva y forzadamente leyes y tratados internacionales, y se negara el principio de la ley más benigna y, para ello, hasta se sancionara hace poco tiempo una “correcta interpretación” posterior, convalidada por la mayoría de la misma Corte.

Finalmente, dos avisos parroquiales: El PAD sigue adelante, y la concentración para reclamar una Justicia seria, independiente, rápida y eficaz será en marzo, pero no en Comodoro Py, con su acceso tan dificultado por las obras del Paseo del Bajo, sino ante el Palacio (Talcahuano 550, C.A.B.A.) y las sedes judiciales del interior del país.

Rio de Janeiro, 26 Ene 19  

viernes, 18 de enero de 2019

Imbéciles y prebendarios




Imbéciles y prebendarios

"Como la tecnología militar, la 
competencia vino a engendrar progreso".
 Niall Ferguson

Después del anuncio de un nuevo paro de 48 hs. por parte de los pilotos de aviación de Aerolíneas Argentinas y algunas otras compañías, que hubiera perjudicado irremediablemente a 90.000 viajeros, el Ministerio de Transportes reculó rápidamente y derogó la resolución que facilitaba la incorporación de extranjeros a la actividad, previa la revalidación de sus títulos habilitantes antes las autoridades nacionales; aún así, la realización de “asambleas” de los trabajadores de cada línea aérea en las terminales aeroportuarias provocó demoras y cancelaciones en muchos vuelos.

En resumen, una vez más, los argentinos en general, que soportamos con nuestros insanos impuestos el déficit de “su compañía”, volemos o no, somos rehenes de un grupo de delincuentes que decidieron complicarnos la vida para deteriorar la imagen del Gobierno, al cual se oponen salvajemente desde su posición kirchnerista. No resulta óbice que sus afiliados sean los mejor pagos del mundo, los que menos trabajan, los que tienen más pilotos por avión, etc., todos factores que explican las monumentales pérdidas anuales de ¿nuestra? Aerolínea; tampoco el daño que infligen a la imagen del país frente al turismo receptivo, que tantas divisas puede proveernos.

La discusión no se limita, como es obvio, al permiso para trabajar a pilotos extranjeros sino que se extiende a rechazar la apertura de los cielos a las compañía low cost, que tantas rutas han habilitado en la Argentina, tanto para interconectar a las provincias entre sí, evitando a los usuarios la necesidad de hacer siempre escala en Buenos Aires, e inclusive operan desde el interior vuelos directos a numerosos destinos externos.

Debiéramos preguntarnos por qué tener una línea de bandera, cuando ya han dejado de hacerlo países tales como Estados Unidos, Suiza, Brasil, Colombia, Chile, Uruguay, etc., que han cerrado o privatizado empresas tales como PanAmerican, Swissair, Varig, Avianca, Lan o Pluna. El Gobierno, también en esta área, debe ponerse los pantalones y avanzar para terminar con este disparate, que tan caro nos resulta.

En la semana se difundieron las estadísticas oficiales que dan cuenta de la fuerte caída en la actividad industrial, motivada por la correlativa declinación del consumo interno; evidentemente, no sirvió para mejorar nuestras exportaciones industriales el tipo de cambio, que produjo casi un 100% de devaluación del peso en 2018. Por supuesto, y porque no saben ni quieren competir, tanto patrones como obreros recurren al Gobierno para que éste cierre las fronteras a los productos importados, so pena de cerrar establecimientos y despedir empleados.

Esa situación me obliga a insistir en una recomendación que formulara infinidad de veces a la UIA. En Argentina, somos aproximadamente 40 millones de habitantes, de los cuales un tercio se encuentra por debajo de la línea de pobreza; eso deja a 28 millones con capacidad de consumir; es decir, somos muy pocos para sostener una producción masiva de bienes, lo cual deriva en que éstos resulten caros por falta de economía de escala y, a veces, carecen hasta de la calidad mínima aceptable en el resto del mundo.

Entonces, ¿por qué siguen pretendiendo continuar pescando en la bañadera y cazando en el zoológico? Mi recomendación para salir de este intríngulis, que tanto daño nos ha causado desde 1946, es copiar modelos exitosos. Se trata, simplemente, de reconvertir nuestras empresas para que pasen a producir para los grandes mercados de lujo internacionales, esos a los que no les preocupa el precio sino la calidad, el diseño y la exclusividad, y abrir nuestras fronteras a los productos masivos que, por cantidad, generan otras economías –China, Brasil y el sudeste asiático son buenos ejemplos- a precios sensiblemente inferiores.

Por supuesto, esto no puede hacerse de un día para otro, pero sí marcar con la suficiente antelación -¿5 años?- un momento en el cual esa apertura se producirá indefectiblemente. En ese lapso, las empresas podrían acceder a créditos blandos, perfeccionar a su personal y modernizar sus maquinarias, abrir canales de promoción externa, etc., ya que se verán obligadas a competir globalmente con quienes hoy tienen el monopolio del prestigio internacional.

Nuestro país tiene un gran capital humano, los recursos naturales necesarios y puede ofrecer óptimo diseño y calidad en sus productos, pero nada de ello sirve si no se cuenta con un mercado cuyo volumen justifique las inversiones; por ello hay que salir a buscarlo fuera. A la vez, la apertura de nuestra economía permitirá que accedan a mercaderías más baratas producidas por países que sí disponen de él.

El caso que mejor lo explica es el calzado. Italia, Gran Bretaña y Suiza producen, con nuestros cueros, los mejores zapatos del mundo; sus precios pueden alcanzar los € 2.000 el par. Podríamos fabricarlos aquí, sin despedir a ninguno de los 50.000 trabajadores de ese rubro, para pelear los mismos mercados con precios seriamente inferiores, diseño propio e igual calidad; y si permitiéramos importar calzados chinos o brasileños a US$ 10, no proyectaríamos la penosa imagen de tantos argentinos descalzos. 

Por último, me permito recordarle que, a fin de febrero, presentaré en sociedad al P.A.D. y, en los primeros días de marzo, nos volveremos a concentrar en Comodoro Py, para reclamar a la Justicia Federal en lo Criminal que deje de tener contemplaciones y de actuar con cómplice morosidad para garantizar la impunidad de varios que aún deberían ser investigados, procesados y condenados, como los Eskenazy.

Bs.As., 19 Ene 19

sábado, 12 de enero de 2019

Cara de piedra




Cara de piedra


“Algunos hombres cambian de partido por el bien de sus principios;
 otros cambian de principios por el bien de sus partidos”.
    Winston Churchill

Enero es un mes que, tradicionalmente, provee de pocas noticias importantes a los medios de prensa, salvo las que provienen del exterior, pero La Nación trajo algunas locales interesantes.

La primera llegó de la privilegiada mano de Carlos Pagni (https://tinyurl.com/y9zvywcq), quien describió con precisión quirúrgica la estafa original que pergeñó don Néstor para robarse YPF y su actual colofón, el juicio mediante el cual el fondo Burford y la familia Eskenazi (¿para Cristina Elisabet Fernández?) intentan incrementar su botín en otros US$ 3.000 MM, que pueden llegar a US$ 5.000 MM con las costas del pleito. Lo interesante de la nota fueron las veladas imputaciones que realizó el periodista a los jueces Alfredo Lijo y Claudio Bonadio. Al primero, por demorar doce (¡12!) años la investigación de la denuncia que formuló por este tema Lilita Carrió; al segundo, por impedir que la “causa de los cuadernos” y el trasiego de los fondos de la corrupción llegara a los testaferros de Kirchner en la “compra” del 25% de YPF.

Bonadio tuvo mala suerte: fue fotografiado mientras cenaba con Enrique Eskenazi. Pagni dijo, además, que a los “arrepentidos” que habían identificado a esta curiosa familia –dueña asimismo del Banco de Santa Cruz y del Banco de San Juan, donde pergeñó otra estafa- como uno de los principales “operadores financieros” de los fondos negros patagónicos, se les condicionó el otorgamiento de la libertad a que se abstuvieran de mencionarla. ¡Teléfono para el Consejo de la Magistratura!

El título de esta columna refiere, en realidad, al reportaje que realizó el diario de los Mitre al impresentable Alberto Fernández, Jefe de Gabinete durante la presidencia de don Néstor; como todos los que lo sucedieron en el cargo hasta 2015, padeció de una ceguera focalizada: nunca vio un bolso con dinero de las coimas que Ricardo Jaime, Roberto Baratta, Claudio Uberti y tantos otros llevaron diariamente a la Casa Rosada en su época, casualmente la misma en que todo el mecanismo de corrupción nacional fue montado por el ex Presidente.

Porque, como lo han demostrado ad nauseam, los “compañeros” –y Fernández no podía ser distinto- son capaces de cambiar de disfraz a cada rato, siempre dentro de un movimiento que, también, ha conseguido ser lo suficientemente flexible para contener a todos, sean éstos “jóvenes idealistas” o miembros de la Triple A, peronistas, isabelistas, menemistas, duhaldistas, nestoristas o cristinistas, y hasta permitir que se maten entre ellos. Dentro de ese magma tan líquido, mientras se niegan unos a otros la identidad aplicándose el peronómetro y mudan permanentemente sus lealtades y sus posiciones, sobreviven con un único objetivo puro y duro: hacerse con el poder para, desde él, lucrar sin tasa ni medida.

Este Alberto, después de despotricar años contra la Cristina que lo despidió al asumir el relevo matrimonial, ahora que ha vuelto al redil, intenta vendernos otro paquete envenenado: la leona herbívora, una amable abuelita dispuesta sólo a tejer mañanitas para sus nietos. Pero todos sabemos, y más aquéllos que, por conveniencia o por convencimiento dejaron en el pasado su ciega obediencia a la noble viuda, que actuaría como una piraña y correrían ríos de sangre si volviera a la Casa Rosada, ya que su vocación de venganza sigue intacta.

Si en algún momento de la historia muchos vieron como algo positivo la llegada del peronismo al poder, aupado en la revolución de 1943, porque lo imaginaron un freno a las organizaciones sindicales controladas entonces, como en casi todo el mundo, por el anarquismo y el socialismo comunista, hoy deberían reconocer que el precio que ha pagado la Argentina ha sido excesivamente alto, medido en términos de decadencia social y económica, de pobreza, de educación, de salud, de corrupción y, aún peor, en materia de nobleza en el ejercicio de la actividad política.

Los populismos de izquierda o de derecha florecen hoy en todo el globo y el Vaticano no ha querido quedar al margen de esa ola. Francisco ya se había abrazado con los peores exponentes de esa corriente, como Rafael Correa, Raúl Castro, Evo Morales y Cristina Kirchner, a quienes perdonó –sin que mostraran algún arrepentimiento ni propósito de enmienda- la corrupción, la opresión y la perversa violación de los derechos humanos. Pueden dar fe las Damas de Blanco cubanas, que no fueron recibidas por el Pontífice, quien siempre se abstuvo de reclamar a esos tiranos la libertad de los presos políticos de sus regímenes. Tampoco lo hizo, ni lo hace, es cierto, con los militares que, en la Argentina, siguen muriendo en las cárceles.

El jueves, la más que notoria presencia de un enviado suyo en el acto de reasunción de Nicolás Maduro, a quien la propia Conferencia Episcopal venezolana y casi todas las naciones ya consideran un sanguinario usurpador, fue una clara confirmación de la posición del Papa, sino como cabeza de la Iglesia, al menos como Jefe de Estado. No resultó óbice para esa curiosa acción diplomática el fracaso que impuso el “hijo de Chávez” a los intentos vaticanos e internacionales de encontrar una solución a la pavorosa crisis humanitaria en que ha sumergido a su país.

Colonia del Sacramento, 12 Ene 19

sábado, 5 de enero de 2019

Eu sou você amanhã




Eu sou você amanhã


“Todo es cuestión de perspectiva. Desde la terapia 
ntensiva, la sala de rehabilitación parece un spa”. 
Claudio Jacquelin

El título remite a una vieja publicidad brasileña que mostraba a un tipo bebiendo vodka en cantidad; a la mañana siguiente, se levantaba sin efecto alguno si se trataba del producto de la marca auspiciante pero, si la ingesta había sido de la competencia, los efectos resultaban devastadores.

Se han viralizado en la Argentina los videos con el discurso de asunción de Jair Bolsonaro, y de varios de sus ministros; la mayor repercusión la tuvieron el del Presidente, el del Chefe da Casa Civil (Jefe de Gabinete), Onyx Lorenzoni, y el del Ministro de Justicia y Seguridad, Sergio Moro.

En la medida en que ya hemos entrado aquí en modo electoral, me parece interesante pensar qué influencia podrían tener los procesos que han comenzado a vivirse en nuestro gran vecino sobre las campañas con vistas a las elecciones que se sucederán a lo largo de todo el año.

La primera cuestión que salta a la vista es el marcado alineamiento que ha establecido Bolsonaro tanto con Donald Trump cuanto con Benjamín Netanyahu (Israel) y Víctor Orbán (Hungría), mandatarios favoritos del norteamericano en Medio Oriente y Europa. No hay que olvidar que la contribución brasileña a la victoria aliada (Montecassino y Normandía, especialmente) en la II Guerra fue retribuida por Estados Unidos nada menos que con una gran acería en el Nordeste brasileño, simiente de la gigante Compañía Siderúrgica Nacional actual.  

La conspicua ausencia de nuestro Presidente en el acto de toma de posesión de su colega, que encabeza una de las mayores economías del mundo y es, a la vez, nuestro principal socio comercial, pone un signo de interrogación sobre el pretendido liderazgo que la opinión generalizada atribuye (¿o atribuía?) a Mauricio Macri en la región, en especial después de la exitosa y pacífica reunión del G-20 en Buenos Aires.

Por lo demás, y más allá de una cierta morigeración en los dichos presidenciales con relación a sus afirmaciones en campaña, hay una diferencia notable entre la actitud inicial del Presidente brasileño y la del nuestro, pese a que ambos llegaron al poder con una sensible minoría en el Congreso, situación agravada para Bolsonaro por la presencia de más de treinta partidos diferentes con representación parlamentaria.

Así, la firmeza con que aquél ha encarado los cuatro primeros días de gestión lo distinguen francamente de lo que vemos en la Argentina hasta hoy, cuando ya han transcurrido tres años desde la asunción de Macri. Éste heredó, como su colega, una administración pública repleta de militantes del clepto-populismo que lo antecedió pero, mientras que aquí siguen vegetando en sus puestos, en Brasil se los dejó cesantes en masa.

Resulta innegable el prestigio que gozan las fuerzas armadas allí y en Chile, aún después de gobiernos militares tan prolongados (1964/1981 y 1973/1990, respectivamente), justificado porque, en ambos casos, dejaron a sus democracias Estados modernos y dinámicos. En cambio, el enorme endeudamiento, el fracaso económico, la derrota en Malvinas y la mayoritaria deserción de sus jefes a la hora de respaldar el accionar de sus subordinados, significó para sus homólogos argentinos un pasivo que aún hoy resulta complicado levantar.

Pero eso sólo no basta para explicar la masiva presencia de altos oficiales en el gobierno de Bolsonaro ni la influencia que ello tendrá en la conducción del Estado y, sobre todo, en lo que atañe a la seguridad ciudadana. La propia presencia del ex Juez Moro garantiza que la lucha contra la corrupción y la droga, contra la violencia y las organizaciones criminales será frontal; me parece que, a poco de andar, nuestra Patricia Bullrich tendrá que adecuar el accionar de sus fuerzas para prevenir la inmigración masiva de delincuentes de toda laya.

El mismo fenómeno se está dando en Uruguay, donde se han recolectado firmas para imponer la realización de un plebiscito para que la ciudadanía decida mantener la lenidad actual o incrementar fuertemente las penas a los delincuentes, incluyendo la reclusión perpetua. Las últimas encuestas, en razón del sideral crecimiento de los asesinatos que registra nuestro vecino, hablan de un 60% a favor de la agravación, obviamente resistida por el izquierdista Frente Amplio.

Y dado que esos flagelos están golpeando tan fuertemente a la Argentina, me parece que adquirirán mayor trascendencia en las preocupaciones sociales; en especial si, como sostiene el Gobierno, la economía comenzara a mejorar a partir del segundo trimestre.

Es por eso que me pregunto qué influencia tendría un éxito de las políticas de seguridad de Bolsonaro en nuestras elecciones de este año. Y no me refiero sólo a las áreas de seguridad ni a las políticas internacionales, sino a algo que va más allá, en medio de un mundo que parece haberse desencantado con la democracia como sistema de gobierno. Esas olas que recorren América desde hace tantos años, ¿también traerán ejercicio legítimo del poder y la autoridad, aunque vengan acompañados por paz interior, lucha contra la corrupción y austeridad en el gasto público?

Bs.As., 5 Ene 19