miércoles, 27 de junio de 2012

Entrevista en NTN24, del 22 Jun 12
http://205.196.123.24/3cjjttxiaxig/h18zv61w768aqw1/2012-06-22.23.17.33-NTN+24+Horas.rar
s.rar

domingo, 24 de junio de 2012

Amargo Tereré




Amargo Tereré


“Si quieres hacer la paz, no hables con tus amigos; habla con tus enemigos”. Moshé Dayam

La destitución del, ahora, ex Presidente Lugo por el Congreso de la República del Paraguay, más allá de la velocidad impresa al trámite legislativo –idéntica a la que usa el oficialismo aquí para aprobar, en trámites express, todos los proyectos del Ejecutivo- ha sembrado una profunda inquietud en las pseudo democracias, todas ellas delegativas, de América del Sur. Los gobiernos de Venezuela, Ecuador y la Argentina, acompañados por una declaración retórica de Brasil, vieron como se afeitaban las barbas de su vecino y correligionario, y pusieron las propias a remojar.

Porque, a despecho de la intencionalidad política de quienes dicen encarnar proyectos similares al “socialismo del siglo XXI” del decrépito papagayo caribeño, en el Paraguay no hubo “golpe” alguno sino que, muy por el contrario, fueron las propias instituciones de la Constitución las que pusieron fin a una aventura encarnada por un solo hombre, sin partido y sin apoyo. Como sucediera en Honduras, donde el Presidente fue destituido por desobedecer una sentencia de la Corte Suprema de su país, que inmediatamente fue castigado con el aislamiento por estos mismos “neo-ofendidos”. Para curarse en salud, recordemos, el inefable Correa “vendió” (y sus hipócritas colegas “compraron”) como golpe de Estado una mera huelga policial en reclamo por mejoras salariales, y consiguió que sus pares activaran las cláusulas regionales de protección a la democracia.

Porque lo que vimos esta semana en Asunción es, tal vez, la reacción civilizada y constitucional de los pueblos de América ante los desmanejos de quienes, mesiánicamente, se sienten dueños y señores de sus destinos. En un mundo globalizado, que no tolera ya los golpes militares, parece haberse encontrado un nuevo camino, y los que enarbolan sus mayorías electorales para usufructuar del poder lo saben. El refrescante tereré puede expandir sus efectos y eso, claro, les preocupa sobremanera.

Si las informaciones de que dispongo son verídicas, doña Cristina se habrá convertido, una vez más, en el hazmerreír internacional: con bombos y platillos, el Gobierno anunció el retiro de su Embajador en Asunción, Rafael Romá; sin embargo, mis amigos paraguayos me dicen que éste se había despedido, con un gran cocktail y muchos agasajos, hace ya dos meses, y que la representación diplomática está, desde entonces, a cargo de un encargado de negocios. ¿Ese personaje notable, don ex Twitterman, no habrá tenido ocasión de informar a doña Cristina ese “pequeño” detalle?

En la Argentina, por otras vías y diferentes razones, también parecen haberse activado mecanismos nuevos, que señalan que se están juntando, en la vereda de la protesta, actores de todos los géneros. Viejos aliados del kirchnerismo prebendario, organizaciones sociales excluidas del calor de las billeteras gubernamentales, partidos políticos cuyas cúpulas han dejado de interpretar a sus afiliados, sindicalistas expulsados de los despachos oficiales, nuevas conducciones combativas de gremios tradicionales,  honestos ciudadanos que ven como la inflación destruye sus ingresos, individuos hartos de la prepotencia oficial, víctimas de la creciente inseguridad, chacareros cansados del permanente expolio, recientes descubridores de la corrupción oficial, gente indignada ante el ejercicio de la Presidencia por un notorio delincuente, peronistas de la vieja guardia desconformes con sus juveniles reemplazos, gobernadores e intendentes con las arcas vacías por la voracidad de la Casa Rosada, industriales con problemas de importación y exportación, ahorristas esquilmados y limitados por medidas que desconocen, y simples hombres y mujeres de la calle repugnados hasta por el innecesario y obsceno gasto en el traslado del hijo presidencial, convergen con los renacidos “caceroleros” para generar un ruido político que no se oía en el país desde hace años.

 El 31 de octubre de 2010, en una nota a la que titulé “Muchos muertos en uno”, inserté dos párrafos que, a la luz de la agitada semana que hemos vivido y de lo que promete la próxima, resultan casi proféticos: “Porque lo cierto es que, esa mañana, en el Calafate, murieron muchas personas a la vez: el marido de doña Cristina, el jefe político de la Presidente, el padre de Máximo, el Presidente del PJ oficial, el verdadero ministro de economía, el real presidente del Banco Central, el Secretario General de UNASUR, el conductor de la diplomacia nacional, el dueño de los negocios non sanctos, el jefe de los testaferros, el árbitro equilibrista entre tantos sectores con fuerzas contradictorias y enemistadas” y “Pero, como dije, lo que hoy más me preocupa es el reemplazo en la administración de los conflictos entre las distintas alas del kirchnerismo que, con toda lógica política, comenzarán a disputarse los espacios de poder, y de dinero, a partir de mañana mismo”.

Desde la muerte de don Néstor (q.e.p.d.), la señora Presidente ha perdido esa capacidad de arbitrar y componer con que su marido dotaba al Gobierno. E inició una purga, a la que se puede calificar sin pudor como “stalinista”, para desprenderse de quienes fueran los principales adláteres de Kirchner. Así, pasaron a llorar más sentidamente ese fallecimiento personajes tales como don Alberto Fernández, don Rudy Ulloa Igor, don Hugo Moyano, don Julio de Vido, don Ricardo Jaime, don Claudio Cirigliano, don Enrique Eskenazi, don Anímal Fernández, y muchos otros ahora ex amigos del poder o, directamente, testaferros y socios de éste. Doña Cristina ha optado por encerrarse en un círculo cada vez más pequeño, que comanda el Chino Zanini, desde el cual las órdenes bajan hacia los radios que emergen del núcleo central de esa rueda.

El sobrenombre de quien está detrás del trono no es gratuito. Ha abrevado en el maoísmo, y pretende reproducir aquí lo que los líderes chinos han logrado allá: una nueva forma de capitalismo, conducido y digitado por quienes disponen del poder político irrestricto que el Partido Comunista ha conservado y engrandecido en los últimos años. Sin embargo, el fracaso económico, producto de la torpeza y de la ignorancia de los llamados a “profundizar” el modelo, hará que todos sus esfuerzos terminen en la nada, si nos olvidamos del enorme costo que habrá implicado esa tentativa para el país.

Porque, convengamos, la peor herencia del cristi-kirchnerismo será la multitud de pobres –casi el 20% de la población de la Argentina- que, literalmente, comen todos los días con los diferentes subsidios que este Estado clientelista les entrega y que ya resultan impagables. ¿Cómo y qué hará el sucesor de la Presidente para desactivar esa bomba de tiempo que, irremediablemente, amenazará con estallar en forma inmediata? Se trata de ciudadanos que, ya por generaciones, no trabajan ni han trabajado nunca, y que no están preparados para acceder al mercado laboral.

Es cierto que la inflación, tan negada por el oficialismo a pesar de ser la verdadera madre de todos los problemas económicos que nos afligen, ha ido carcomiendo y deteriorando el poder adquisitivo de esos subsidios y planes, haciendo caer a sus beneficiarios en la miseria. Sin embargo, son muchas bocas que habrá que alimentar, cuando ya no es posible recurrir al viejo método de hacer trabajar la maquinita de imprimir pesos, mal que le pese a Ciccone y a sus fantasmales dueños.

El “modelo de inclusión con matriz diversificada”, ampuloso nombre dado a este fracaso por sus cultores, dejará este legado al próximo ocupante de la Casa Rosada, después de diez años de un crecimiento inédito del país. Se trata, como tantos otros derivados de la gigantesca corrupción de este gobierno, de un verdadero crimen de “lesa humanidad”, ya que reúne todos los requisitos que el Estatuto de Roma, que creó la Corte Penal Internacional y definió esta figura en 1998 -pero el Gobierno y los Tribunales argentinos usan retroactivamente para condenar a los militares que combatieron a la guerrilla en los 70’s-, utiliza para describirla.

El miércoles, la Plaza de Mayo será testigo de la batalla inicial de una verdadera guerra cuyo final estamos lejos de prever. Doña Cristina, tal vez por estar pésimamente asesorada por su mesa chica, perderá poder real en cualquiera de los escenarios; es decir, que don Camión siga al frente de la CGT o que ésta se parta en cuatro o cinco centrales sindicales diferentes ya que, entonces, los diferentes líderes competirán entre sí para obtener beneficios para sus afiliados y prebendas propias, aumentando la conflictividad social en un momento en que, además, la ciudadanía le ha perdido el miedo a la Presidente. Tanto como lo han comenzado a perder los parlamentos y los tribunales ante los dictadores disfrazados de demócratas en América del Sur.

Argentina, un país totalmente a la deriva, sigue siendo un lugar en el que sus habitantes son perennemente niños ya que, todos los días, se recupera la capacidad de asombro.


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domingo, 17 de junio de 2012

De la Cima a la Sima



De la Cima a la Sima


“Lo que me preocupa no es que me hayas mentido sino que, de ahora en adelante, ya no podré creer en ti”. Fiedrich Wilhelm Nietzsche

Otra vez nuestra señora Presidente, desde la cima del mundo civilizado, no pudo resistir la compulsión a reescribir la historia en su loable exposición ante el Comité de Desconolonización de Naciones Unidas; los argentinos fuimos anoticiados acerca de quiénes fueron, en realidad, los que vencieron a los ingleses en sus frustradas invasiones de 1806 y 1807. Presumo que informada por Pacho O’Donnell y sus adláteres del nuevo instituto revisionista, nos hizo saber que los negros y los gauchos lo hicieron, mientras las clases acomodadas recibían en sus tertulias a quienes pretendían conquistarnos. Que en esa volteada hayan caído Santiago de Liniers, Juan Manuel de Rosas, Cornelio Saavedra, Juan Martín de Pueyrredón y tantos otros próceres no parece afectar el ánimo de doña Cristina, empeñada en convencernos de que todo comenzó en 2003, cuando su marido y ella misma llegaron con sus bártulos y su peculiar modo de gobierno al trono imperial de la Capital Federal.

Pero lo que más me llamó la atención, en línea con la excelente nota de Beatriz Sarlo el jueves en La Nación, sobre todo por la invocada condición de abogada de doña Cristina, fue una frase en especial, referida a la inexistente culpa que tendríamos los argentinos respecto al proceso militar que se desarrolló desde marzo de 1976 hasta diciembre de 1983, y durante el cual se produjo la guerra de Malvinas.

La señora de Kirchner, como ya lo ha hecho en repetidas ocasiones al hablar de los bonos que el Estado entregó a los ciudadanos a cambio de los ahorros líquidos de éstos, confundió a la República Argentina, a la cual representa en cada momento histórico quien ejerce la primera magistratura, con ese país imaginado que cree que le pertenece en exclusiva, ya que fue un bien ganancial que heredó, con sus hijos que lo disfrutan, de su marido muerto. Tanto como dice permanentemente “pagamos el Boden 2012 que no entregamos nosotros”, ahora preguntó “¿qué culpa tenemos los argentinos de lo que nos pasó durante la dictadura militar?”.

Olvidó, adrede, que la incipiente democracia de entonces, comandada por el Tte. Gral. Perón hasta su muerte y continuada por su Vicepresidente, Estela Martínez, desde el 25 de mayo de 1973 hasta el junio de 1975 (no tengo registros hasta el 24 de marzo de 1976) había sufrido más de 5.000 hechos subversivos, perpetrados por los “jóvenes idealistas” y por la Triple A, que había producido más de 400 muertos, incluyendo nada menos que a José Ignacio Rucci, Secretario General de la CGT y uno de los mayores apoyos del propio Perón. La ciudadanía entera clamaba por poner fin a esa guerra que enfrentaba –reitero, en democracia y contra un gobierno que había accedido al poder con el 62% de los votos- a dos bandos tan horrendos; por ello, no fueron marcianos ni extranjeros quienes hicieron la revolución que puso fin a un régimen que ya no podía controlar el territorio nacional –recuérdese que, en Tucumán, el ERP pretendía declarar alguna forma de independencia y pedir el reconocimiento internacional- sino militares argentinos, por cierto aplaudidos entonces por la enorme mayoría de nosotros.

Respecto a la guerra, también mintió doña Cristina en Nueva York. Quien esto escribe estuvo en la Plaza de Mayo en la manifestación de la CGT del 29 de marzo de 1982, cuando la policía apaleó a quienes protestábamos, y volvió a la misma Plaza el 2 de abril, cuando todos los argentinos, casi sin excepción alguna, aplaudió al Gral. Galtieri por haber retomado militarmente Malvinas. Pretender que esa guerra la hicieron unos locos desenfrenados, aislados por completo del resto de los ciudadanos y repudiados por éstos, no es sólo faltar infantilmente a la verdad sino negarle todo respeto a quienes allí combatieron y, sobre todo, a quienes allí dejaron la vida.

Entiéndase que no estoy en contra del reclamo que la señora Presidente hizo ante el Comité de Descolonización sino que no me parece que la forma en que lo hizo haya sido la adecuada. Salvo, claro está, que todo haya sido un gran show montado, exclusivamente, para consumo interno de una ciudadanía revuelta ante el desparpajo de quien considera que los bienes del Estado son propios de ella y su familia, y que no ha trepidado en gastar el equivalente a varias casas -de las que muchos carecen y todos pagamos- en trasladar a su hijo de 36 años, afectado por un dolor de rodilla.

Dijo congratularse doña Cristina –sin fundamento alguno, por cierto- por la compra a precio de remate de un 8,5% de YPF por Carlos Slim. El magnate mexicano no sólo ganó treinta millones de dólares en un día con esa compra, sino que no ha comprometido inversión real alguna en la empresa que, para cumplir el plan que anunció el Ing. Galucchio, aún necesita inventar US$ 10.000 millones por año para ver si, dentro de cinco o seis, se puede extraer petróleo y gas de Vaca Muerta. Debiera saber quien ejerce la primera magistratura que es muy diferente comprar acciones como apuesta financiera que invertir en exploración y producción.

Mientras tanto, es decir, mientras recorre el mundo en pos de un reconocimiento internacional que la ausencia de primeras líneas le negó en el Comité, aquí la vida continuó, ahora en manos de un Guita-rrita a quienes todos ya auguran poca vida, acosado por los avances judiciales contra los que creía haberse vacunado cuando destruyó los virus Righi, Rafecas y Rívolo. El Juez Lijos y el Fiscal di Lello, si bien muy lentamente, siguen adelante con una investigación que, en forma inexorable, demostrará que el Vicepresidente –que propuso el negocio a don Néstor (q.e.p.d.)- es el verdadero dueño de Ciccone, más allá de contar con socios poderosos.

La ciudadanía, empujada por el impudor del Gobierno en el manejo de los fondos previsionales, por el cierre de la economía que ya provoca desabastecimiento y desocupación, por las arbitrariedades en los temas cambiarios, por la ya innegable retracción, por la imparable inflación, por los crímenes derivados del robo de los subsidios, por la asfixiante inseguridad, por la proliferación de la droga, por el desparpajo en la utilización de los bienes públicos, por las insufribles cadenas nacionales y hasta por la guerra desatada contra don Daniel Scioli y contra Mauricio Macri, está haciendo rodar la popularidad que doña Cristina supo conquistar hacia la sima.

La absoluta falta de una oposición organizada y, más que nada, la carencia de alternativas programáticas serias para la actual decadencia y para la terrible herencia que el período kirchner-cristinista legará a sus sucesores cuando, finalmente, los actuales gestores sean expulsados del poder y enjuiciados, me obliga una vez más a asumir una postura autorreferencial.

Como recordará, sufrido lector, el 21 de febrero de 2012 propuse las sesenta y cuatro medidas que, a mi entender, permitirían evitar la desaparición de la Argentina como entidad jurídica, un escenario que hoy resulta verosímil. Reproducirlas aquí resultaría redundante, toda vez que se puede acceder a ellas en http://egavogadro.blogspot.com.ar/2012/02/la-argentina-que-quiero.html, pero creo que valdría la pena exigir a todos los partidos políticos de oposición que definieran una agenda similar, a fin de proponernos las ideas, no los nombres, que deberemos votar en algún momento del año que viene y en las siguientes elecciones presidenciales. Si no lo hacemos, si no lo hacen, nuevamente las voluntades resultarán dispersas y, como tales, incapaces de ofrecer una alternancia seria al modelo populista que, a fuerza de subsidios ya impagables, ha triunfado y aún mantiene un núcleo duro de apoyo.

Han pasado sólo seis meses desde que la señora Presidente llegara a la cima con el 54% de los votos; realmente, parece que hubiera transcurrido una eternidad, por la dinámica que el Gobierno y, sobre todo, sus constantes desaguisados, han impuesto a la realidad cotidiana. Hoy, sin embargo, da la impresión que doña Cristina se encuentra más cerca de la sima. Sólo nos resta rezar para que el final, inexorable, no sea tan trágico.

domingo, 10 de junio de 2012

El derrumbe de las fortalezas




El Derrumbe de las Fortalezas

“Un Estado es gobernado mejor por un hombre bueno que por unas buenas leyes” Aristóteles

La semana pasada, ignorando el triste papel que haría en el Senado don Pinocho Reposo, dije que el empeño por la aprobación de su nombramiento como Procurador General de la Nación constituiría la primera de las dos batallas verdaderamente dramáticas que debería librar nuestra peculiar señora Presidente en los próximos días. Como sabemos, la perdió y, más allá del disfraz de renuncia con que pretendió vestirse a la derrota, lo cierto es que doña Cristina no pudo imponer su voluntad y, con ello, se fue gran parte de su todopoderosa imagen y de su caudal político.

La siguiente, que tendrá lugar el 12 de julio en la CGT, será aún más importante porque el vencedor deberá demostrar, luego, su poder de fuego en la calle. Una calle que, como todos sabemos, es una de las principales preocupaciones del kirchnerismo desde sus lejanos días al frente de la Intendencia de Río Gallegos. En la medida en que, según todos los analistas y cualquiera sea el escenario final, el Gobierno fracasará en su intento de destronar a don Camión Moyano de su sitial en la calle Azopardo, sólo queda por saber a qué medios recurrirá la Presidente para conservar el espacio en disputa: ¿la Gendarmería, tan bien armada, o los grupos “sociales” afines, generosamente retribuidos? El tema, como sabemos quienes tenemos muchos más años que la actual democracia argentina, no es menor.

Tanto así que algunas fuentes bien informadas cuentan que hasta un magnicidio fue imaginado en la Casa Rosada para evitar esa derrota, que hoy aparece como segura; las mismas afirman que don Hugo también habría escuchado esos rumores y que ya habría tomado las precauciones del caso. En cualquier otro momento, todo esto habría suscitado sonrisas escépticas pero, tratándose de los chapuceros que conducen nuestros destinos, que creen ser herederos de la “juventud maravillosa”, comienza a adquirir visos de credibilidad.

Pero, volviendo al tema de Pinocho y su múltiples cartas de renuncia, cuya real autoría obviamente corresponde a la Casa Rosada, me llamó la atención que se atribuyera públicamente un poder tan equivalente al de la Presidente, que pretendía imponer su designación, al de los señores Mitre y Magnetto, que –parece- querían evitarla. El frustrado candidato imputó a La Nación y a Clarín haber hecho, mediante un golpe de estado mediático, renunciar a Alfonsín. ¡Sólo faltó acusarlos de haber crucificado a Cristo!

El tristemente célebre don Reposo comparó, en esa notable pieza literaria que fue su carta a la Unión Cívica Radical, sus notas universitarias con las de Alfonsín y confirmando su ignorancia, incluyó en ésta nada menos que a la Constitución, que no exige grado académico o curriculum alguno para ser electo Presidente de la República mientras que el puesto que pretendía ocupar requería no ser payaso ni que le “soplaran” en el examen. ¡Curiosidades de nuestra decadente realidad!

Por su parte, doña Cristina usó, por enésima vez, la cadena nacional para anunciar el plan estratégico diseñado por el Ing. Galuccio para YPF (volveré sobre él un poco más tarde) y, desde el atril, desarrolló un nuevo show sólo comparable al que ejecutó en la feria de Luanda, cuanto aleteó como pollo y ordeñó vacas imaginarias.

Esta vez, eligió como sparring a un abogado de Mar del Plata que, ante la imposibilidad de adquirir US$ 10 para obsequiar a sus nietos, demandó al Gobierno. En su crítica al proceder de mi colega cometió un verdadero acto fallido: calificó de “amarrete” al reclamante, y dijo que ella hubiera sido más generosa en iguales circunstancias. Obviamente no lo dudo, ya que sus hijos Máximo y Florencia pueden dar fe de su dispendio natural cuando se trata de regalar bienes –aunque se trate de viajes individuales a Calafate en aviones oficiales o departamentos en Nueva York, pagados por todos nosotros- pero no se dio cuenta, porque tiene depósitos por US$ 3 millones, que $ 48 pueden ser una fortuna para muchos argentinos.

La anunciada pesificación de sus depósitos en dólares que, como es natural, no son más que la puntita del iceberg de sus reales activos, fue un nuevo cachetazo a una ciudadanía que ya no soporta más la soberbia, la desfachatez y la impunidad presidencial de esta señora, al lado de la cual Alí Babá sería un aprendiz. Gracias a Dios, encontró su límite en el caso Pinocho, pero debemos recordar, como ya lo hizo con Guita-rrita, que siempre redobla la apuesta.

Respecto al plan quinquenal que Galuccio anunció, muy interesante por cierto, lamento informar a la población en general que el nuevo CEO de YPF omitió explicar de dónde saldrán los ingentes fondos necesarios para ejecutarlo, mucho menos si hay que agregarles la indemnización que será necesario pagar, en algún momento, a la confiscada Repsol. Un dato no menor es que la gerencia financiera de la empresa quedó en manos de la gente de Kiciloff, que tiene una visión marxista en materia económica y difícilmente reúna los cariños indispensables en la industria petrolera mundial.

El jueves, hartas de inseguridad, de inflación y de corrupción, volvieron a sonar las cacerolas en Buenos Aires, Rosario, Mar del Plata, Córdoba y otras ciudades, y el viernes, con encendidos discursos en el acto central, la CTA realizó más de cien cortes en rutas, puentes y accesos a la ciudad capital, que se sumaron a los piquetes del campo. Supongo que, por falta de información precisa, no fueron causas de esos reclamos la suspensión de pagos a sus proveedores por parte de PAMI, que dejó a 90.000 discapacitados y veteranos de Malvinas sin atención, ni el sobreseimiento del inefable don Uberti, que tan servicialmente ayudaba a Antonini Wilson a transportar las muchas valijas que mandaba el Papagayo moribundo a sus amigos argentinos.

Porque, con él, el único funcionario responsabilizado en su momento por el ingreso de tantos dólares de contrabando quedó libre de culpa y cargo, y nadie se ha preguntado por qué el PAMI, que no puede pagar sus deudas, prestó tantos cientos de millones de pesos al Gobierno para que éste pudiera seguir despilfarrándolos haciendo populismo clientelar. Que la Justicia no es pareja en la Argentina no es una novedad, pero que el saqueo ya habitual a los organismos previsionales por parte de doña Cristina y sus cómplices los prive de prestar los servicios asistenciales que son su principal objeto debiera generar una ruidosa protesta de los jubilados y pensionados, presentes y futuros.

Para terminar, una confesión. Quienes han tenido la deferencia, teñida de masoquismo, de seguir mis notas, saben que siempre he dicho que la crisis que se avecina sería fundamentalmente económica. Sin embargo, en una reunión reciente, un grupo de inteligentes amigos me convenció, y los hechos les dieron la razón, que será política.

Resta saber a quién encargaremos los argentinos la casi imposible tarea de reconstruir a la Argentina; creo, sin embargo, que las crisis siempre generan a ese tipo de individuos, capaces de conducir las naves en medio de las peores tormentas.

Porque, convengamos, la herencia será muy, muy pesada: las arcas del Banco Central están llenas de papelitos de colores; estamos peleados con el mundo entero que, a su vez, está viviendo una profunda crisis; nuestra infraestructura –ferrocarriles, rutas, ductos y comunicaciones- es obsoleta y está colapsada; la ignorancia, la torpeza y el clima están degradando nuestros principales activos exportables; la droga está haciendo estragos y su tráfico está creciendo exponencialmente; tenemos una inédita crisis energética, con importaciones crecientes en cantidades y precios; la decadencia de nuestra salud, de nuestra educación y de nuestra seguridad es inocultable; muchos de nuestros conciudadanos no han trabajado ni visto trabajar a sus padres hace mucho; y gran parte de nuestra población come, se alimenta diariamente, de subsidios que ya resultan impagables.

¿Sabe qué es lo peor de todo? Ese inventario corresponde a un país que, en los últimos diez años, formó parte de todo un continente beneficiado por una situación internacional que lo llevó a un progreso sin antecedentes, ya que el mundo entero creció, demandó más materias primas y las pagó como nunca antes, y el dinero sobró y no se pagó interés alguno a las imposiciones meramente financieras. Ése fue el mayor pecado de los Kirchner: haber desperdiciado una oportunidad que resultará difícilmente repetible y que, aunque subsista por algunos años para América Latina, será difícil de alcanzar para nuestro país, ya que antes deberá recomponer la confianza.

¡Qué pena tan grande! Porque este matrimonio tenía todo a su favor para lograr cambiar el curso decadente de nuestra historia. Sin embargo, prefirió robarse el país entero –bancos, empresas, juego, recursos minerales, obras públicas- a obtener el bronce eterno. Como siempre digo, ¡qué buenos gobernantes hubieran sido los Kirchner, si hubieran sido buena gente!

domingo, 3 de junio de 2012

Ruido de rotas cadenas


Ruido de Rotas Cadenas


“Cuando los hombres están reunidos, pierden el sentido de su debilidad”. Charles Secondat, barón de Montesquieu

La semana que pasó parece haberse convertido en un verdadero punto de inflexión en la marcha del “cristinismo” hacia su imaginada eternidad, y fue marcada por la pérdida del miedo en las todavía incipientes protestas de los ciudadanos de a pie y hasta de los chacareros de la Federación Agraria.

Geográficamente hablando, la mancha de aceite de las cacerolas que comenzaron haciendo sonar las clases medias urbanas en la ciudad de Buenos Aires, el Conurbano norte, Rosario y Córdoba, creció en forma significativa desde el jueves por la noche, y llevó el descontento hasta lugares emblemáticos como la residencia de Olivos o el Monumento a la Bandera. La convocatoria –que ha comenzado a repetirse para el jueves 7 de junio, a las 18:30, en Plaza de Mayo- fue realizada por miles de mails, twitters anónimos, dando la razón al Gobierno que creó, para intentar controlar las redes sociales, la fantasmal tropa sobre la cual Lanata puso su radiante y jocosa luz hace quince días.

Por su parte, la Comisión de Enlace, con sus bases atribuladas por el impuestazo de Scioli –que favorece a doña Cristina en términos económicos y políticos- ha decretado un paro agropecuario de nueve días que, seguramente, traerá algunos problemas adicionales y es probable que se nacionalice, dadas las similares conductas de Uribarri, en Entre Ríos, y otros gobernadores aquejados por la falta de recursos. Le costará, sin embargo, superar la desilusión de esas clases medias urbanas cuando el Frente para la Victoria contó sus votos en la pampa húmeda. Si bien el triunfo oficialista en 2011 en esos partidos del interior no se debió a que los productores rurales hayan invertido su posición respecto al “kirchner-cristinismo” sino a la sustancial mejora que el auge de precios agrícolas produjo en los comercios –es decir, en quienes habitan los pueblos y ciudades del interior- que vendieron más autos, más insumos, más alimentos, la sensación de traición electoral que sufrieron quienes, sin tener relación directa con el campo, acompañaron las protestas contra la Resolución 125 hizo que se haya generado una brecha que será difícil superar.

La sequía que ha comenzado a afectar los bolsillos de los ciudadanos, como siempre sucede en cualquier país y en cualquier época, ha hecho que éstos “descubrieran” la inflación y la corrupción rampante de este gobierno, que supera con creces todo lo conocido hasta la fecha. Por otra parte, la población ya está harta de la inseguridad cotidiana, producto de muchísimos factores, entre los cuales el tráfico de drogas y la desmadrada inmigración resultan los mayores componentes.

La verdadera diarrea verbal que han sufrido estos últimos días algunos de los funcionarios –y don Anímal ha sido la mejor expresión de ella- obliga a recordar la frase de Juan Pablo Feinman, uno de los fundadores de Carta Abierta, cuando fue atacado por el mismo virus: “Resulta muy difícil defender a un gobierno encabezado por dos millonarios”. Tenemos aquí otro de los motivos que llevaron a que volvieran a sonar las cacerolas: la falta total de vergüenza de quienes impiden comprar dólares en el mercado libre y único de cambio, mientras que todos ellos –don Máximo incluido- no solamente declaran injustificables ahorros en esa moneda sino son autorizados a adquirir ingentes sumas hoy mismo.

Los controles a las importaciones están haciendo que muchas fábricas comiencen a parar por falta de insumos, con lo cual ha comenzado a aparecer, otra vez, el fantasma del desempleo sobre el horizonte de las preocupaciones. Porque, si ese efecto que ya ha comenzado a notarse en el gran Rosario y en la gran Córdoba, rodeadas por cinturones de pobreza pero, también, de clase media humilde, se tradujera rápidamente en protesta social, la situación en la Argentina cambiaría de amarillo a rojo en segundos. Doña Cristina y don Daniel parecen haber olvidado que, si la Provincia se incendia, las llamas estarán a sólo pocas cuadras de la Plaza de Mayo, con todo lo que ello ha implicado en nuestra historia reciente.

La propia e inocultable torpeza oficial en el manejo de los instrumentos económicos locales, la confiscación de activos, el declarado mal trato a los inversores, el desprecio por la seguridad jurídica, el imparable gasto público, la consecuente inflación, el atraso cambiario, la falsificación de todos los indicadores, la prostitución de la Justicia, la impudicia en el latrocinio, la soberbia de la impunidad, el brutal aislamiento de los gobernantes (que creen estar viviendo en la Ciudad Prohibida de Beijin), la notoria disminución en los saldos exportables, la recesión generalizada, la crisis energética, la expuesta vocación tiránica, son algunos de los factores que han producido esa inflexión de la que hablé al principio.

Europa, nuestro segundo destino exportador, continúa enfrentando dificultades de muy difícil pronóstico, y Estados Unidos, Brasil, China e India ya están mostrando signos de agotamiento de ciclo. Esa situación externa, además de servir de excusa (“el mundo se nos cayó encima”) a los problemas propios de la Argentina, hará que la imagen de doña Cristina y su banda, que aún registra envidiables pero explicables –pueden ser atribuidos a la notoria inexistencia de alternativas serias- índices de aprobación, caiga como un piano.

  Entonces, con el descontento y con la pretensión de la Casa Rosada de incrementar los recortes a las libertades individuales, también aparece una simétrica preocupación. La Gendarmería Nacional, retirada por la inefable doña Nilda de sus funciones naturales de custodiar las fronteras para ser trasladada masivamente a los centros urbanos, se ha convertido en una fuerza de seguridad que, a diferencia de sus colegas policiales, cada vez está mejor armada y mejor paga; fuentes confiables señalan que sus efectivos ganan hasta tres veces más que lo que perciben sus homólogos de grado en las otras fuerzas.

Sus miembros no se han caracterizado -¿recuerdan el plan Fénix, de espionaje a los líderes de las protestas?- por la sutileza y la delicadeza; simplemente, no están preparados para ello y, como es lógico, se comportan como se les ha enseñado. ¿Será, entonces, la encargada de reprimir las cacerolas, los paros agrarios, las huelgas y las protestas sociales? ¿Obedecerá, si es así?

Nuestra autoproclamada emperatriz tiene, en el futuro inmediato, dos batallas que definirán tanto la fuerza real de la que dispone cuanto cómo será, a partir de ahora, el derrotero de su gobierno. La primera en el tiempo es la propuesta designación de don Pinocho Reposo como nuevo Procurador General de la Nación, en reemplazo del ex íntimo don Esteban Righi, que vio su carrera y su supuesta honra caer bajo los cascos del desbocado caballo de Guita-rrita.

La segunda, muchísimo más importante, se librará el 12 de julio en la CGT, cuando se verá si el Gobierno tiene munición suficiente como para desalojar a don Camión de su sillón y reemplazarlo por alguien que pueda ser considerado propia tropa. Aquí el problema será más grave en cualquiera de los escenarios.

Si lo consigue, la central obrera se dividirá como siempre, pero estará enfrentado a un conglomerado de gremios del transporte que, además de fuertes, verán sus ingresos disminuir vertiginosamente por la nueva crisis con el campo, la recesión y la caída en el comercio exterior, todo lo cual producirá muchísimos menos viajes en camión, y don Hugo saldrá, con los tapones de punta a pelear por el bienestar de sus afiliados. Del otro lado, una CGT “oficialista” tampoco podrá calmar las naturales apetencias de las trabajadores para mantener a flote de la inflación sus ingresos pues, si lo hiciera, sus adherentes mudarían sus apoyos a los sindicatos de base, harto más combativos.

Si doña Cristina perdiese una de esas batallas -¡y qué decir si fueran ambas!- su condición de “pato rengo” se acentuaría y, casi con seguridad, sus adláteres y cómplices correrían a “profundizar el modelo” en un estilo más combativo y despótico, para intentar evitar un desastre electoral devastador.

En fin, si a ello le sumamos la negativa a siquiera mencionar a la inflación, causante exclusiva de los males que sufren los mercados y las inversiones, y la guerra que, según ha anunciado, encarará a partir de mañana don Patotín para bajar a la fuerza la cotización del dólar “blue”, las próximas semanas no serán aptas para cardíacos en nuestro país. Parafraseando al ingenioso hidalgo, “cosas verán, argentinos, que harán hablar a las piedras”.

Mientras tanto, la ciudadanía seguirá rompiendo las cadenas con que el populismo, hoy debilitado por la falta de recursos, tiene atado al bolsillo de los ciudadanos, y el ruido será tal que se oirá desde lugares tan remotos como Calafate.