lunes, 24 de septiembre de 2012

La Danza de las Fechas




La Danza de las Fechas

“Casi todo lo que realice será insignificante, pero es muy importante que lo haga” Mahatma Gahdhi

Que gran parte de la ciudadanía terminó la marcha del 13 de septiembre con ganas de seguir es indiscutible, ya que eso se vio desde entonces en todas las redes sociales. Además, pudo comprobarse que muchos, que no se atrevieron a asistir por distintas razones, ahora lo lamentan y exigen la convocatoria inmediata a una nueva manifestación a favor de la libertad y la república, y contra la inseguridad, la inflación y la corrupción. También lo es que gran parte del multitudinario éxito se debió a las palabras de la señora Presidente, cuando recomendó, en cadena nacional, tenerle un poquito de miedo, y a dipsómanos como Abal Medina, Kunkel, Anímal Fernández y Coscia, que ningunearon o insultaron a los asistentes y han servido como fuelles para el fuego que consumirá al “proyecto” oficial.

Estas inquietudes y estas premuras ciudadanas fueron percibidas por las usinas oficiales que, con rapidez, comenzaron a actuar en las redes para desorientar y confundir a quienes quieren continuar, ya mismo, con la protesta, habida cuenta de que la viuda de Kirchner parece no haberse enterado de lo que sucedió en el país entero mientras ella inauguraba una fábrica de la marca Lacoste en San Juan. Raro, ¿no es cierto?, porque hasta el famoso cocodrilo del emblema quedó con la boca abierta.

Internet se pobló, repentinamente, de convocatorias a nuevas marchas, en distintas fechas y lugares, y comenzó una verdadera guerra de mensajes que consideraban a unas u otras las auténticas. La primera es para el 28 de septiembre, en Plaza de Mayo; a priori, me parece falsa porque pretender reunir a una cantidad importante de ciudadanos un viernes a las 19:00 en el centro porteño resulta, francamente, ilusorio.

Hoy, esa danza de fechas tiene dos protagonistas principales: la convocada para el lunes 1º, a partir de las 18:00, en el Monumento de los Españoles, en Palermo, y otra, muy fuerte también, para el 8 de noviembre, en el Obelisco. Contra la opinión de muchos amigos, creo que, por no resultar excluyentes, debemos sostener ambas, ya que dejar transcurrir tanto tiempo puede tener efectos negativos sobre la moral épica de la ciudadanía.

Por otra parte, el 7 de octubre se producirán las elecciones en Venezuela y su resultado, de ser favorable a Capriles, seguramente traerá aparejadas nuevas manifestaciones públicas, dada la importancia que eso tendrá para la Argentina y para la región. Y el 11 ha sido convocada una gran marcha que unirá, por primera vez, a la CGT Azopardo (Moyano), a la CGT Azul y Blanco (Barrionuevo), a la verdadera CTA (Micheli), la Federación Agraria (Buzzi), organizaciones sociales como la CCC y Barrios de Pie, y seguramente asistirá también UATRE (Venegas); creo que, despojándose tanto de miedos cuanto de reservas y antiguos rencores, sería muy importante que la clase media la acompañara porque, al menos circunstancialmente, los reclamos son los mismos.

El 27 de octubre, el agrupamiento oficialista, Unidos y Organizados, pretende recuperar la Plaza de Mayo para conmemorar la muerte de don Néstor; una dura competencia con la ya mencionada marcha del 8 de noviembre, porque resultarán claras las imágenes de muchos colectivos y puestos de “choripán” versus la espontaneidad y la falta de organización. Luego llegará el 7 de diciembre, con la carga de acciones que los spots cruzados entre el Gobierno y Clarín están preanunciando; tal vez, conviertan a ese mes en definitorio para el futuro inmediato.

El jueves 13 de septiembre la ciudadanía llana irrumpió espontáneamente en escena y el Gobierno recibió un sorpresivo golpe que, obviamente, lo hizo trastabillar y, al menos por ahora, congelar su proyecto de modificar la Constitución. ¿Hará lo mismo con el voto a los 16, después de la derrota aplastante que todas las organizaciones de estudiantes K sufrieron en la UBA? Sin embargo, creo que el mayor y más importante aviso de alerta tuvo como destinatario obligado a la oposición, ese circo de infantes personalistas que siguen sin entender el mensaje.

La gente en la calle pidió a sus dirigentes que se juntaran en una sola mesa, no para evitar las competencias electorales o programáticas, sino para dejar explícitamente claro que se oponen a la reforma constitucional, a la falta de libertades, a la inseguridad reinante, al unitarismo que asfixia a las provincias, a la corrupción rampante, a la falta de independencia judicial, a la destrucción de los organismos de control; en suma, a evitar que se convierta a la Argentina en un país como el que nos devuelve el espejo de la Venezuela chavista. En 1972, Perón y Balbín unieron sus fuerzas en una convocatoria similar –“La Hora del Pueblo”- a la que se sumaron los demás partidos y, todos juntos, arrancaron a Lanusse las elecciones libres.

De eso se trata, de dejar la concepción infantil de la política de lado y unirse en ese generalizado reclamo que las multitudes llevaron a la Plaza de Mayo y a todas las plazas del país. Luego, cuando entre todos hayamos desalojado del poder al “proyecto”, habrá tiempo para conquistar, cada uno con sus propuestas específicas, la voluntad del electorado.

Para terminar, otra historia siniestra. Tal como sospechaba cuando escribí que el pago del Boden 2012 –los dólares huyeron del país- beneficiaba principalmente a los tenedores K, este año y el próximo se repetirá una de las mayores estafas a los argentinos: por la baja estimación del crecimiento, comparada con el que realmente se produce, llevamos pagados más de US$ 6.000 millones desde 2005, y el 15 de diciembre de este año, los tenedores del Cupón PBI cobrarán otros U$S 3.500 millones. Es decir, un total de casi US$ 10.000 millones perdidos por “malos” cálculos. En un Gobierno que se precia de su inteligencia, ¿resulta difícil deducir quiénes son los verdaderos tenedores de esos bonos que, en el último año, se valorizaron el 60%?

Espero que los opositores se pongan los pantalones largos y asuman, de verdad, su papel en la sociedad, porque el riesgo que las multitudes movilizadas espontáneamente conllevan se puede traducir, por falta de liderazgo genuino y de generosidad política, en otra crisis institucional que nos retrotraiga al 2001, pero con más violencia aún.

domingo, 16 de septiembre de 2012

A pesar de você (euforia constructiva)




A pesar de você
(euforia constructiva)


“Seamos esclavos de las leyes para poder ser libres” Marco Tulio Cicerón

La semana pasada, cuando encabecé mi nota con algunos versos de la fantástica canción que escribiera Chico Buarque, no me atrevía a imaginar lo que sucedió el 13 de septiembre en todas las plazas del país, cuando cientos de miles de personas rompieron la tela de araña de miedo que el Gobierno, todos los días, teje en torno a la sociedad, para que ésta no reaccione y acepte, adormecida, la reforma constitucional. Ésta lleva, como caballito de batalla y como cortina de humo, a la re-reelección de doña Cristina y, como verdadero objetivo, a la conversión de la Argentina al “socialismo del siglo XXI”.

El jueves, como dicen los españoles, “el éxito admiró a la propia empresa”. Porque ni nuestros más delirantes sueños se acercaron a esa espontánea movilización popular, tan masiva como civilizada. Como supondrá, estuve en ella y recorrí, palmo a palmo, todos los escenarios y todas las avenidas. Pude ver cómo se integraban ciudadanos de todas las clases y, sobre todo, de todas las edades, pese a una muy marcada y mayoritaria presencia de jóvenes, incluyendo a padres con cochecitos de bebes. Desde los camiones que recogían residuos, los trabajadores saludaban con euforia a quienes caminaban, y hasta los escasos policías que se vieron, en moto o custodiando edificios, dejaban ver su alegría ante una multitud que sólo exigía República y libertad.

Por supuesto, los sociólogos y los politólogos podrán dar millones de explicaciones distintas a esa concentración, mientras los voceros del Gobierno persistirán en minimizarla y denigrarla, como era de prever. Sin embargo, lo real es que los argentinos que integran el 46% que no votó al oficialismo en 2011 y muchos que sí lo hicieron -porque creyeron en la imagen que emanaba de la trágica viudez de la señora Presidente- y que han sido defraudados por la prepotencia y el despotismo del Gobierno, se congregaron en todo el país para decir a éste que hasta aquí llegó, que no puede continuar avasallando las libertades individuales ni exhibiendo, con impudicia, la impunidad de la generalizada corrupción.

El clima, en la marcha, era de inmensa euforia, que se palpaba en la forma en que desconocidos se reían, se abrazaban y se felicitaban por sentirse, nuevamente, libres y capaces de expresar su hartazgo ante tanta crispación. Es por eso que debemos mantener encendida esa llama de libertad, impidiendo que actúen aquéllos que están interesados en apagarla para evitar que este proyecto mesiánico y trasnochado del oficialismo fracase, como tantos otros de similares características a lo largo de la historia de la humanidad. Y no es un dato menor cuánto tienen en juego, más allá de lo ideológico, esos fanáticos que rodean a la señora de Kirchner, en términos riesgos carcelarios y patrimoniales.

Ahora debemos transformar esa extraña sensación que nos embriagó el jueves en algo constructivo. En primer término, empezar a trabajar, en las redes sociales pero también en el boca a boca, por el éxito de la concentración prevista para el  primer día de octubre. Porque, para que lo que entre todos hicimos el jueves no se diluya, es necesario re-encender esa llama que exige República y libertad, seguridad y decencia, respeto y no miedo.

La ciudadanía dio un mensaje espontáneo y masivo al Gobierno con su presencia en calles y plazas de todo el país, pero más trascendente es el mensaje que envió a los opositores que pretenden representarla. El contenido resulta de fácil decodificación. “¡Basta de jugar! ¡Basta de personalismos estúpidos! ¡Es hora de hombres, no de nombres!”.

El 7 de octubre se decidirá, en Venezuela, el futuro de gran parte de América Latina. Si Chávez pierde las elecciones, por ejemplo, la Cuba de los Castro perderá el pulmotor de petróleo y dinero que mantiene viva a su dictadura, y lo mismo sucederá en Nicaragua. Por su parte, Ecuador y Bolivia se transformarán también, dado que carecerán del faro que representa el trasnochado papagayo caribeño. En la Argentina, una derrota del tan íntimo aliado de la señora Presidente también traerá aparejadas consecuencias graves, en especial en el sostenimiento material de grupos tales como la Tupac Amaru, de Milagro Salas, el Movimiento Evita, de Pérsico, etc., y de tanta corrupción gubernamental.

Pero es cierto que es difícil que eso suceda porque, para que Capriles pueda acceder al poder, la diferencia que deberá obtener sobre Chávez deberá ser de tal magnitud que impida el fraude y la manipulación. Y aún si esa esperanza se concretara, el país se verá enfrentado a horas dramáticas, ya que su tirano ha amenazado con una guerra civil, en la cual no dudará de empeñar a sus rojo-rojillos y al sector narco-militar que le es adicto. Un anticipo ya se está viendo en la campaña electoral, donde las hordas chavistas hasta toman aeropuertos para impedir actos de la oposición. Y lo mismo sucederá aquí, si los datos se asemejan entonces.

Para los argentinos que exigimos República y libertad también será un momento decisivo, ya que podremos comprobar, aún si Capriles resultara derrotado, qué importante resulta que quienes pretenden representarnos se pongan de acuerdo en cinco o diez puntos elementales pero esenciales, y repliquen aquí una fórmula similar a la que desarrolló la oposición al bolivariano. Allí, como es bien sabido, quienes están hartos de Chávez, de su cercenamiento a la libertad y de su corrupción, de la inseguridad y de la inflación, del avance de la droga sobre la sociedad, de la malversación de los caudales públicos y del enriquecimiento desmedido de los cómplices lo lograron; realizaron una especie de internas dentro de todo el arco opositor y, quien resultó victorioso en ellas, se transformó en su único candidato presidencial.

Por eso, la euforia del jueves dejó otro claro mensaje a los políticos no oficialistas: “Hasta que asuman el rol que les pedimos, no intenten capitalizar nuestro descontento”; esa fue la razón para la falta de oradores en Plaza de Mayo: ninguno hubiera sido bienvenido.

La euforia y la alegría deben ser transformadas por la ciudadanía en una exigencia generalizada y constructiva, explicando a quienes encabezan los partidos de oposición que, si quieren permanecer en el candelero, deberán seguir el camino de la madurez, dejando de comportarse como chicos egoístas. De lo contrario, no sólo serán desterrados al arcón de los recuerdos sino que los huracanes de la Historia se desatarán en la Argentina, más temprano que tarde.

Entonces, juntémonos el 1º de octubre, a las 18:00, en el Monumento de los Españoles, en Av. Libertador y Av. Sarmiento, en la ciudad de Buenos Aires, y en los otros puntos que usamos para reunirnos el jueves en todo el país., gritando: “¡A pesar de usted, señora, mañana será otro día!”.

domingo, 9 de septiembre de 2012

¡Tienen miedo!



¡Tienen miedo!


“Te amargarás viendo el día amanecer sin pedirte permiso. Y me voy a morir de risa; ese día va a llegar antes de lo que piensas, a pesar de ti”
Chico Buarque

Cuando escribí, hace dos meses, la nota a la que puse por título “Este miedo sonso y suicida” (http://tinyurl.com/cgfmuga), no imaginé que la señora Presidente, desde su ya ajado atril, reconocería que implantarlo es su objetivo. Con esa manifestación, la Argentina se ha transformado en una monarquía absoluta, retrocediendo aún más hacia un pasado que la humanidad entera ha superado hace siglos. Por su parte, el nuevo valido de la viuda de Kirchner, don Axel Kiciloff, puso en ese postre la frutilla que faltaba, al revelar que el Gobierno podía, si así deseaba, fundir a uno de los poquísimos grupos argentinos globales. El solo hecho de blandir esa espada, hizo retroceder a prácticamente todo el espectro industrial del país que, aterrado, cerró filas para defender, una vez más, al verdugo que lo terminará matando y comprarle el alambre con el que lo ahorcará. ¡Notable confirmación del famoso aserto de Lenin!

Sin embargo, tengo la sensación de estar presenciando una escena diferente a la que se nos pretende ofrecer desde la Casa Rosada: creo que el miedo, en realidad, está sobrecogiendo a doña Cristina y a su séquito. Es simple, nadie con capacidad real para atraer y convencer opta por el camino inverso; nadie –se llamara Hitler, Mao o Stalin- prefiere arrear a golpes a los opositores o disidentes, cuando puede persuadirlos de acompañarlo.

Si bien el ya terminado Menem pasó por momentos levemente incómodos al dejar el poder, y sólo dos o tres de sus funcionarios terminaron presos, no es ese el espejo en el cual los cristinistas del núcleo duro se están mirando, porque saben que, a diferencia del riojano, los Kirchner y sus cómplices son odiados por muchos, incluidos sus propios aplaudidores compulsivos. Por ejemplo, saben cómo reaccionarán, cuando los “fuertes” de hoy vuelvan al llano, los empresarios que soportaron que Patotín Moreno les pidiera que a la siguiente reunión enviaran a sus mujeres, porque estaba cansado de sodomizar a los presentes.

¿Cuánta adhesión puede concitar un desatado e irreverente mocoso que, con un gesto o una amenaza, hace callar a los dueños de las empresas o a los mismos históricos ministros de los K? ¿Cuánto amor pueden sentir quienes deben enterarse por los diarios si un funcionario ha decidido, la noche anterior, permitir vivir a su compañía o la ha condenado al fracaso y a la quiebra? Y los gobernadores e intendentes, ¿cuánto querrán a quienes los humillan diariamente y esmerilan su poder territorial imponiéndole nombres de jóvenes camporistas en sus listas de diputados o concejales? Podría proseguir con ese tipo de preguntas por el resto de la nota, pero creo que ha sido suficiente, y la gente que rodea a doña Cristina lo sabe y lo siente.

En un sincericidio digno de mención, una de las más prestigiosas integrantes de Carta Abierta confesó públicamente que la re-reelección de la señora Presidente es imprescindible para ese colectivo, porque “el proyecto no tiene a nadie más para darle continuidad”. ¿Curioso, no? Y sin embargo no hizo más que decir una verdad de Perogrullo: sin doña Cristina, todo implosionaría en el acto; sólo ella sirve, al menos por ahora, como imán pese a que, día a día, éste va perdiendo su fuerza centrípeta. Y esa situación, tantas veces vivida en la Argentina, llevará a quienes son expulsados del mismo, inexorablemente, a formarse en contra del mismo. ¿Cómo explicar, de otro modo, el terror que sacudió a la Casa Rosada ante la mera posibilidad de una gran foto de De la Sota con los restantes mandatarios provinciales en un partido de la Selección?

La posibilidad de una eventual “liga de gobernadores” respira en la nuca del Gobierno y lo llena de pánico. ¿Qué pasaría si, como sugiriera Raventos, los que ya pueden considerarse integrantes de esa liga –Macri, De la Sota, Peralta- y algunos afines –Bonfatti- decidieran saltar el cerco y convocar a sendos plebiscitos acerca del proyecto de la re-reelección?: la ciudadanía descubriría, en el acto, que nuestra arquitecta egipcia y reciente semidiós está desnuda, y ese será el final. Falta saber, cuando eso suceda, en qué se transformará ese miedo del cristinismo porque, aún quienes sostienen que me equivoco cuando digo –desde 2004- que a éstos no los echaremos ni siquiera con votos, pueden imaginar una foto en la que una Cristina resignada entregue banda y bastón a un sucesor ajeno al “proyecto”; en la respuesta a esta pregunta estará el futuro inmediato de la Argentina.

Ahora, y por las mismas razones, es imprescindible que todos comprendan –como ya lo sabe el Gobierno- que la concurrencia a la Marcha por la Libertad y por la Seguridad del jueves 13, en Plaza de Mayo, (http://www.youtube.com/watch?v=r7UYyDrvftY) sea verdaderamente masiva. Debemos enfrentar, con muchos pechos valientes y pacíficos, al despotismo y a la arbitrariedad, a la corrupción genocida, a la tentativa de terminar con la democracia en la Argentina, a las hordas de delincuentes y de barrabravas, a la inseguridad cotidiana. Si este objetivo se cumple, si somos muchos quienes estamos dispuestos a salir a la calle para decir ¡basta!, podremos transformar el 1º de octubre, en el Monumento de los Españoles, en una fecha fundacional.

Este es el principal temor de Olivos: que la democracia y la paz ganen la calle y, desde allí, plantee posiciones distintas al pensamiento único. Que, simplemente, quienes creemos –por haber vivido experiencias semejantes- que no se puede vivir en este desorden generalizado y delincuencial tres años más tengamos una voz lo suficientemente fuerte y caudalosa como para exigir al Gobierno una rectificación del rumbo.

Espero que, al menos por una vez, todos los argentinos de bien dejemos por un rato la comodidad de nuestras casas y la crítica desde nuestras computadoras para ocupar el espacio público con este reclamo de República y de Justicia. Si no lo hacemos, habremos condenado, sin lugar a dudas, a nuestro país a transitar un infierno de “socialismo del siglo XXI” peor aún que el que aflige a Venezuela, a Ecuador, a Bolivia y a Nicaragua porque, debemos tenerlo presente, aquí se jugará el futuro del Foro de San Pablo y todo su proyecto regional.

Salgamos, entonces, el jueves 13 a gritar, como hizo Peter Finch, en este fragmento: http://www.youtube.com/watch?v=cJCg7CQbIx8&sns=em, ¡Basta! ¡Estoy más que harto y no quiero seguir soportándolo!.



domingo, 2 de septiembre de 2012

Sueños y pirámides




Sueños y Pirámides


"La democracia no es sólo convocar elecciones: es Estado de derecho, sistema de reglas, poderes separados, prensa autónoma, magistratura independiente." Gianni Vernetti

Quienes nos consideramos adversarios de este Gobierno estamos obligados, por la historia y por la hora, a ofrecer a nuestros conciudadanos algunas propuestas básicas que les permitan soñar y respondan, más allá de cualquier bandería política y centrados sólo en el amor a la Patria y en el sentido común, como herramientas para sacar a la Argentina de este marasmo de sinrazón en el que se encuentra sumida.

Para comprender la urgencia del tema, por el obvio paralelismo con lo que nos sucede, creo que una excelente y, a la vez, imprescindible idea es asistir a una conferencia que diera la Diputada María Corina Machado, una audaz y comprometida venezolana, que describe lo sucedido en su país, tanto en su gobierno cuanto en la oposición. Basta con pinchar en este link –o copiarlo en el navegador de Internet- para llegar a ella: http://tiniurl.com/9aogf4b.

No se trata ya de criticar a la familia imperial, que sólo reprodujo a escala nacional el modelo que ya había aplicado en Santa Cruz y que muchos prefirieron ignorar. Al contrario, creo que lo que pasó, pasó, y no tiene arreglo y, por eso, formulo una propuesta para actuar sobre el presente, para tratar de tener un futuro, como país, como república y como sociedad, en paz y libertad.

En ese sentido, creo que los diez principios convocantes,  aún para quienes piensen distinto en los detalles, deben ser:
1.     Respetar irrestrictamente la Constitución, las leyes y los contratos.
2.    Renovar el federalismo, con su natural correlato en un nuevo ordenamiento fiscal que devuelva a las provincias sus recursos.
3.    Afianzar la división de poderes del Estado, con una limpieza profunda del Poder Judicial, para devolver a los ciudadanos la garantía frente a los abusos del Ejecutivo.
4.    Recrear los organismos de control del Estado, dando a la oposición el rol que las leyes le atribuyen en la integración de los mismos, y terminar con la influencia de la política en el Consejo de la Magistratura.
5.    Aplicar un régimen de “tolerancia cero” a los delincuentes y a las fuerzas de seguridad.
6.    Establecer una política fiscal responsable para terminar, en el más breve plazo posible, con el flagelo de la inflación.
7.    Recuperar la seguridad jurídica, para que vengan al país las indispensables inversiones, con control estatal de su aplicación y destino.
8.    Luchar frontalmente contra la droga y su tráfico, y contra el lavado de dinero.
9.    Establecer la obligatoriedad del “juicio de residencia” para todos los funcionarios de alto nivel del Estado al dejar su cargo, para que expliquen y justifiquen su eventual incremento patrimonial.
10. Restaurar la enseñanza pública de excelente nivel, y el principio de autoridad en las aulas y claustros.

Si logramos unirnos detrás de esas banderas, que deberían ser comunes a todos los ciudadanos de bien, podremos convertir a la Argentina en el país que debiera haber sido, dejando de ser éste, un verdadero paria, en el que lo hemos transformado. Esa es la sintética propuesta que contiene “La Argentina que quiero” (http://tinyurl.com/9r9kn4d), ese punto de reunión que hemos creado para aunar esas voluntades dispersas, pero que exigen soluciones inmediatas.

Por lo demás, se están organizando dos marchas cívicas, los días 13 de septiembre y 1º de octubre, a las que resulta indispensable que la ciudadanía concurra, para expresar que no quiere otro país y defender la libertad y la Constitución. Y otra buena idea, que pertenece a Jorge Raventos, es que los gobernadores no oficialistas –Macri, De la Sota y Bonfati- convoquen a sendos plebiscitos en sus provincias, para preguntar a sus habitantes si tienen interés en que se modifique la Carta Magna y se permita la re-reelección de la viuda de Kirchner.

La eterna viuda de Kirchner dijo, esta semana, que creía descender de algún gran arquitecto egipcio. Más allá del delirio faraónico que ello implica, que sucede a su “sentirse Napoleón”, alguien debería explicar a nuestra primera mandataria que su presunto antecesor construyó monumentos que han durado siete mil años, y ni siquiera Hitler, con su Reich de 1000, logró algo parecido.

La encuesta de Management & Feet de la semana pasada, que desnudó la velocidad con que está cayendo la imagen del Gobierno y de la señora Presidente –casi la de un piano en el vacío- no sólo llegó como un huracán destituyente a Olivos, afectando la golpeada psiquis de la primera mandataria, sino que ha llevado a las primeras espadas del cristinismo a acelerar el proyecto de reducir la edad mínima para emitir el voto a los dieciséis años y a otorgar esa facultad a los extranjeros que residen permanentemente en el país.

En el imaginario oficial, toda esa gente –nada menos que tres millones de electores potenciales- se inclinaría por los candidatos del Gobierno, permitiendo a éste alcanzar el indispensable umbral del 40% y, con ello, mejorar las hoy remotas chances –salvo que otra vez prime la estupidez o la codicia de los opositores- de obtener los dos tercios de los votos totales que la Constitución exige para su modificación. Demás está decir que, desde las usinas de la Casa Rosada, también se está motorizando la difusión de la teoría que pretende que, donde dice “totales”, debe entederse “presentes”; supongo que eso permitiría a muchos legisladores con súbitas afecciones prostáticas intentar quedar bien, como sucedió durante la sanción de la confiscación de Ciccone, con Dios y con el diablo, ya que les daría la posibilidad de dar quórum, como necesita el Gobierno, e irse al baño a la hora de votar.

Sin embargo, quienes están militando a favor de esos peregrinos proyectos –pretender que es sano votar a los 16, cuando la mitad de los estudiantes secundarios no consiguen entender lo que leen es, cuando menos, una infamia- parece que no han prestado demasiada atención a un dato concreto de la tan preocupante encuesta: la mayoría de los jóvenes se inclina por Mauricio Macri, no por doña Cristina. Y esto es comprensible, ya que en su casa y en el colegio perciben que el dinero ya no alcanza, que la inseguridad los afecta en directo y los asquea la descarada corrupción de los funcionarios, casi tanto como la falta de entonación de Guita-rrita cuando canta, aunque lo haga acompañado por un granadero de uniforme.

A pesar de la conspicua ausencia de la inseguridad en todos los discursos oficiales, salvo cuando se la menciona como “sensación”, se trata del mayor problema de la época, tal como muestra el relevamiento mencionado: nada menos que el 84,1% lo considera así. El segundo es, obviamente, la inflación, y la corrupción está comenzando a subir rápidamente en el ranking. Por explicables razones, la señora Presidente no habla de ninguno de los tres, mientras fustiga a sus gobernados con sus prolongadas diatribas en cadena.

Debemos plantarnos frente a este relato, y decir la verdad. Más allá de la natural adhesión que generan las políticas clientelísticas sobre los más necesitados, y con una profunda confianza en su instinto profundo, Pero, para que eso funcione, debemos explicar a esos presuntos votantes del oficialismo prebendario cuánto debe su miseria actual al populismo del Gobierno. Contar, en cada barrio y en cada villa, que las privaciones que padecen, que el temor a perder lo poco que tienen y hasta el empleo se debe, exclusivamente, a las políticas pseudo progresistas que el cristinismo aplica.

Tenemos que salir a difundir la verdad. A relacionar las inversiones con el progreso, con la educación, con el trabajo, con el salario, con la vivienda, y contarle a quienes lo ignoran que, sin ellas, nada de eso será posible, que cada vez serán más pobres. Nadie, en su sano juicio, pretende que el Estado desaparezca, pero sí que cumpla sus roles específicos, aplicando políticas que tiendan al desarrollo común y armónico; pero tampoco que se haya transformado, otra vez, en el monstruo capaz de consumir todo esfuerzo y toda iniciativa individuales, sometidas al solo arbitrio de los funcionarios de turno.

Para concluir, citaré a Cicerón quien, cien años antes de Cristo, dijo: “El buen ciudadano es aquél que no puede tolerar en su patria un poder que pretende hacerse superior a las leyes”. Parece mentira que, veinte siglos después, aún no lo hayamos aprendido.