Mundo en LLamas
por Enrique Guillermo Avogadro (Nota N° 961)
“De las guerras sólo pueden salir intactos los que tienen la
fortuna o la astucia de no promoverlas, sufrirlas ni librarlas”.
Lorenzo Silva
El “Pacto
para el Futuro”, que apoyaron 143 países y se presento en Naciones Unidas, me
recordó una canción de Joan Manuel Serrat: “…
no pierden ocasión de declarar públicamente su empeño en propiciar un diálogo
de franca distensión que les permita hallar un marco previo que garantice una
premisas mínimas que faciliten crear los resortes que impulsen un punto de
partida sólido y capaz, de este a oeste y de sur a norte, donde establecer los
lazos de un tratado de amistad que contribuya a poner los cimientos de una
plataforma donde edificar un hermoso futuro de amor y paz”. Se trata una
serie de meros enunciados que integran la Agenda 2030, teóricos e irrelevantes por
la vaguedad de los postulados (luchar contra el hambre y por la educación). Javier
Milei fue criticado porque, gratuitamente, nos dejó del lado de los malos. Los
países centrales que lo respaldadaron, principales actores del calentamiento
global y padres del colonialismo salvaje en Africa, pretenden sugerir políticas
conservacionistas o de reducción de la población a las naciones más pobres, sin
proponer –salvo Italia, que sí lo hizo- una receta para paliar las crisis
humanitarias que motivan migraciones masivas, que tanto los afectan.
Desde la
crisis de los misiles en Cuba, en 1962, la humanidad no se había acercado tanto
al apocalipsis nuclear y las mismas Naciones Unidas, el organismo creado para
garantizar la paz al finalizar la terrible II Guerra Mundial, perdió el rumbo y
confirma todos los días su incapacidad para cumplir ese objetivo. Hoy es un
mero un teatro lírico en el cual los gobernantes cantan grandilocuentes principios
que pretenden imponer a las naciones más débiles, luego de haber aprovechado,
en sus propios países, su inexistencia durante muchos años. Más adelante
volveré sobre el tema.
Por
supuesto, las preocupaciones más agudas se refieren a las terribles
derivaciones del ataque terrorista de Hamas del 7 de octubre de 2023 a Israel,
y a la guerra de conquista que lleva adelante Rusia sobre Ucrania. La impensada
resistencia de Volodimir Zelensky aguó el sueño de una rápida victoria de
Vladimir Putin y no se vislumbra una paz inminente. El país agredido, que ve cómo
le machacan su infraestructura y se diezma su población, cuenta con el respaldo
de Occidente, aunque debe pedir permiso a sus proveedores de armas estratégicas
para utilizarlas contra su agresor, y el déspota ruso ha advertido reiteradamente
que, de ser concedido, desatará un cataclismo nuclear.
Su
economía quedó devastada por el monumental fracaso que significó la planificación
soviética y, a más de tres décadas de la caída de la URSS, el PBI aún no se ha
recuperado y se asemeja al de Italia. Por ello, el neo-zar ha debido recurrir
al apoyo de Xi Jinping, aunque China siempre detestó a Rusia, y de Corea del
Norte, donde Kim Jon-un lleva invirtiendo siderales sumas en sus programas
balísticos de largo alcance a costa de la hambruna generalizada de todo su
pueblo, aplastado por su dictadura sanguinaria.
En
busca de los criminales militantes de Hamas que asesinaron, violaron y
secuestraron (aún retienen a más de cien de ellos) a tantos jóvenes en una
fiesta, Israel invadió la Franja de Gaza, refugio de los terroristas. La dura represalia,
a su vez, derivó en ataques de Hezbollah, desde Cisjordania y el Líbano, sobre
el norte del país. Ambas milicias, entrenadas y armadas por los ayatollahs
iraníes, se han transformado en peones fundamentales de los eternos conflictos
entre chiitas y sunitas, ambos musulmanes, y hoy ponen en jaque al mundo
entero. Benjamin Netanhayu se niega a aceptar las propuestas de cese del fuego
que le han presentado muchas potencias porque está convencido que, si la guerra
terminara, perdería el cargo de Primer Ministro y debería afrontar múltiples
procesos por corrupción. La coalición de extrema derecha que lo mantiene parece
firme, pero un fallo judicial que quitó a los ortodoxos religiosos el
privilegio de eludir el servicio militar que presta el resto de los ciudadanos,
produjo algunas grietas.
Durante
la guerra fría entre Estados Unidos y Rusia, en los 60’s y 70’s, los conflictos
se libraban en escenarios periféricos, es decir, sin agresiones directas de una
gran potencia a la otra. Así, América Latina se vio sacudida por la pretensión
de extender el zafio experimento de Cuba al resto de los países, algo que las
fuerzas armadas del subcontinente lograron evitar. Hoy, con métodos más
sofisticados (sobre todo, el narcotráfico) pero no menos sanguinarios,
Venezuela, Nicaragua y Bolivia se han sumado a la dictadura castrista como
cabeza de playa de los regímenes de China, Irán y la misma Rusia en la región,
preanunciando nuevos períodos de inestabilidad.
El
inventario bélico actual no se agota allí. El Pacífico Sur y el Indico aportan
su propia cuota de inquietud al panorama global, aunque no creo que, al menos
por un tiempo, las apetencias de China sobre Taiwan, y sus enfrentamientos con
Filipinas y hasta con Australia se conviertan en focos de incendio. Y Las milicias
hutíes de Yemen, también dependientes de Irán, ya atacan a Israel y están
poniendo en crisis todo el comercio marítimo internacional en la zona del Mar
Rojo. Y, aunque no lo miremos, subsiste la guerra civil en Sudán, que ha
causado cientos de miles de muertos.
Sobre
el lacerante y pavoroso tema de la pobreza y la indigencia en la Argentina daré
mi opinión la próxima semana. Hasta entonces, si Dios quiere.
Publicado en:
https://diariocastellanos.com.ar/opinion/mundo-en-llamas.htm
https://totalnewsagency.com/2024/09/27/mundo-en-llamas/
https://prisioneroenargentina.com/mundo-en-llamas/
https://www.informadorpublico.com/opinion/mundo-en-llamas
https://www.notiar.com.ar/index.php/opinion/133039-mundo-en-llamas-por-enrique-avogadro
https://prisioneroenargentina.com/post-data-de-mundo-en-llamas/