¡Hagamos
Lío!
“La soberbia es una
discapacidad que suele afectar a pobres infelices mortales que se encuentran de
golpe con una miserable cuota de poder”. José de San Martín
A
la luz de los hechos producidos en Rio de Janeiro por S.S. Francisco, que tanto
han impactado en el mundo entero y, en especial, en su patria de nacimiento,
sobre los cuales mucho se ha escrito y dicho (lo mejor, sin dudas, fue la
columna de hoy en Perfil, firmada por Alfredo Leuco), sólo cabe, a quienes
contamos ya demasiadas primaveras, el recuerdo de otro acontecimiento religioso
que, décadas atrás, fue una bisagra en la historia de la Argentina.
La
Presidente, para permitirnos reflexionar acerca de cuánta razón tenía el
General San Martín, no pudo menos que comparar al Papa con don Néstor
(q.e.p.d.), olvidando cuántos billetes, todos ellos manchados en la sangre de
los muertos de Once y Castelar, en el hambre de los niños y de las comunidades
más pobres del Norte y en las míseras chabolas que rodean a nuestras ciudades,
tienen las bóvedas de Santa Cruz.
Mientras
esa luz de esperanza se irradiaba desde Brasil, aquí las barrabasadas del
cristinismo hicieron la vida imposible a los porteños, que debieron sufrir un
infernal caos producido por la protesta de ciento cincuenta individuos que no
encontraron nada mejor, pese a tratarse de empleados municipales de la
Provincia de Buenos Aires, que cortar completamente la Avda. 9 de Julio. Los
habitantes de Villa Urquiza, por su parte, no pudieron recibir los beneficios
de la prolongación del subterráneo hasta su barrio por “disconformidad” de los
metrodelegados kirchneristas.
El otro hecho
significativo aquí fue el fracaso legislativo de la pretensión presidencial de
encumbrar al cargo más alto del escalafón militar al General César Milani,
ahora empujado por el CELS y el Perro Verbitsky
al mundo de los jueces corruptos y prevaricadores que mantienen en las cárceles
a 1200 imputados –muchos de ellos sin sentencia- por acontecimientos ocurridos
hace casi cuarenta años y cuyo promedio de edad es de 77 años, amén de los más de doscientos
muertos en cautiverio por las sevicias aplicadas y por la falta de atención
médica. Baste recordar, a modo de ejemplo, el caso del Almirante Antonio Vañek,
que la semana próxima cumplirá 89 años, a quien, después de soportar quince
años de prisión domiciliaria, se ha encerrado en estos días en el penal de
Marcos Paz.
Si pensamos en la
curiosidad que representa la eximición de prisión concedida por la Sala de
Feria de la Cámara Federal de Apelaciones, cuando es de Perogrullo que existe
peligro de fuga –¡estuvo prófugo una semana!-, alteró y sustrajo pruebas
–también está procesado por ello- y puede poner en riesgo las investigaciones,
por su amistad con el poder, resultará interesante ver qué rasero usarán los
magistrados cuando, más temprano que tarde, el Espión se vea ante sus estrados.
Dejemos ahora de lado la
actualidad y tratemos de pensar en el futuro, ése que heredará el próximo
ocupante de la Casa Rosada; doña Cristina, y su antecesor, dejarán problemas de
tal magnitud que pondrán en serio riesgo nuestra existencia misma como nación
independiente.
La sideral dependencia
argentina de las importaciones de combustibles, que este año alcanzarán a los
US$ 13.000 millones, y que se incrementarán acumulativamente a razón de US$
3.000 millones anuales por los próximos diez años, será la principal preocupación.
Hoy, se recurre a la generación de agrodólares y a las reservas del Banco
Central para pagarlas, pero ambas fuentes de divisas se encuentran en franca
declinación, y nadie ha dicho cómo piensa enfrentar el problema en caso de
resultar electo.
Por su parte, la
ideologizada guerra contra el campo, que ha producido la virtual desaparición
de la carne argentina de los mercados mundiales, a punto tal que ni siquiera se
puede cumplir con la cuota Hilton (la frutilla de ese postre), y del trigo, por
la incapacidad de atender a la demanda interna, tiene otros factores que
complican el futuro inmediato.
La demarcación del dólar
oficial (utilizado para las transacciones de los exportadores) respecto del blue (indispensable a la hora de
importar insumos agrícolas), y el incremento de los fletes, producto tanto de
la monstruosa obsolescencia de la infraestructura vial y ferroviaria como de
los aumentos en el precio del gasoil importado, están achicando esas nuevas
fronteras, y condenan a las economías regionales, que con tanto esfuerzo habían
encontrado nichos externos para sus productos, a la muerte por inanición.
El aislamiento
internacional de la Argentina, generada por la falta de cumplimiento de sus
compromisos financieros (CIADE y Club de París), de la falsificación de las
estadísticas públicas y de la inexistencia de seguridad jurídica (“un concepto
horroroso”, dijo Kiciloff), tampoco permitirán al nuevo mandatario –quien
quiera que sea- acceder a los mercados de crédito en forma inmediata, además de
haberse comenzado a encarecer el dinero antes fácil y barato que tanto
benefició a los demás países de la región; sin esa financiación, dada la
carencia de ahorro interno, resultará harto difícil poner al día la infraestructura
nacional –vial, ferroviaria, portuaria y de comunicaciones-, que se está
cayendo a pedazos.
Desarmar la maraña
infernal de subsidios de todo tipo que esta “década ganada” ha creado
requerirá, ahora sí, de una sintonía fina y, casi, de una cirugía microscópica,
ya que existen hoy miles de compatriotas que los necesitan para no sucumbir. Respecto
a los planes del tipo “Trabajar”, tal vez la solución pase por transformarlos
en contribuciones temporales a su salario. Los demás subsidios –electricidad,
gas, transporte- deben dejar de ser universales y mantenerse sólo para aquellas
personas que acrediten su necesidad.
El descarado saqueo a
todas las cajas del Estado, incluidos los bonos en moneda extranjera, sumado a
la indiscriminada jubilación de tantas personas que nunca habían aportado,
llevará a mediano plazo al colapso del sistema previsional; evitarlo, en medio
de la situación descripta más arriba, requerirá de mucha imaginación. Mientras
tanto, en materia de asignaciones familiares, deberían recrearse las cajas
compensatorias que, gobernadas por empresarios y trabajadores, funcionaron con
tanto éxito hasta la década de los 90’s y que fueron inexplicablemente
disueltas por Carlos Menem.
Una parte significativa
del campo minado que la Presidente dejará a su sucesor está constituido por el
narcotráfico, ignorado por el Gobierno y sus personeros de un modo tal que se
los puede considerar cómplices. En este tema, tampoco hay mucho que inventar,
ya que existen experiencias en el mundo que pueden ser traspoladas sin más a la
Argentina.
La educación que, pese a
la mayor asignación de fondos en los presupuestos nacionales y provinciales,
cada vez empeora en nuestro país, deberá ser un asunto prioritario para la
futura administración, ya que está condenando a generaciones enteras a escasas
posibilidades de inserción en los mercados laborales, amén de carecer de
imprescindibles graduados en profesiones que el país indispensablemente
necesita. Contamos con los suficientes expertos –Guadagni, Llach, etc.- como
para encarar las reformas necesarias, que deberán incluir la recuperación del
principio de autoridad de los educadores, la permanente evaluación de éstos y
de los establecimientos educativos y, como digo, la priorización y el fomento
de las profesiones que la Argentina necesitará para su crecimiento y
desarrollo.
Pero, sobre todo y como
nos pidió el Papa a todos nosotros, debemos convertirnos en activos militantes
de la paz y la concordia, de la justicia y de la reconciliación, parte de lo cual pasa, sin dudas, por el
respeto irrestricto a la Constitución Nacional, ese indispensable pacto que
hemos firmado como manual de convivencia cívica, pero que tanto ignoramos y
mancillamos.
Sólo la esclavitud ante la
ley nos hará verdaderamente libres, y el 8 de agosto debemos salir a pregonarlo
así en todas las calles y plazas de la Argentina.
Bs.As., 28 Jul 13
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