sábado, 24 de noviembre de 2018

Héroes, travestidos y gatos





Héroes, travestidos y gatos


“Los animales son animales; los gatos 
son gatos y las yeguas son yeguas”. 
Cristina E. Fernández de Kirchner

Cuando cerré mi nota de la semana anterior, no conocía las grandes noticias que la caracterizaron. Por eso, rindo hoy mi homenaje a los marinos del ARA San Juan y a todos quienes a lo largo de nuestra historia dieron la vida por la Patria, desde la época del Almirante Guillermo Brown hasta los caídos en la Guerra de Malvinas. Como ellos, estos cuarenta y tres hombres y una mujer, que hoy hacen guardia frente a los luceros, murieron en cumplimiento de su deber, desempeñándose en la profesión que habían elegido, a sabiendas de los riesgos que entrañaba, que conocían y aceptaban.

El otro hecho cuya existencia desconocía fue la más que previsible alianza del peronismo de todas las vertientes de travestidos “compañeros” para despojar a Cambiemos de un sitial en el Consejo de la Magistratura, que hubiera resultado crucial para garantizar una limpieza de la Justicia que no termina de concretarse, puesto que muchas alimañas siguen sentadas en despachos judiciales, especialmente en Comodoro Py; tal vez la mayor prueba de esta afirmación la constituya el estruendoso silencio que rodea a Daniel Scioli, Jorge Brito y a Enrique y Sebastián Eskenazy en las causas de corrupción, de las cuales fueron esenciales protagonistas.

Lo notable fue la renovada ingenuidad del Gobierno, que no vio venir esa ofensiva –resultó en la entronización de Graciela Camaño y de Eduardo Wado de Pedro- pese a las enseñanzas que debió recoger de los últimos setenta años de vida del famoso movimiento. Sería bueno que aprendiera, ya que se trata de un escenario probable para las decisivas elecciones del año próximo, cuando quizás converjan en una sola candidatura quienes dicen transitar por una “avenida del medio” u hoy manifiestan rechazar frontalmente a Cristina Kirchner y oponerse a internas con ella.

El episodio adquirió mayor gravedad cuando se transformó en una crisis al interior de la coalición gobernante, generada por quienes se sienten excluidos de las decisiones. En 2015, el PRO y los herederos de Hipólito Yrigoyen celebraron un matrimonio por conveniencia: éstos, porque tenían un partido en vías de extinción desde el fracaso de la Alianza; aquél porque, siendo una mera organización vecinal, carecía de la estructura nacional que le aportarían los comités de cada pueblo y ciudad del país.

Mas subsisten entre ambos diferencias programáticas insalvables que pudieron ser ignoradas entonces por la necesidad de derrotar al clepto-populismo, y que ahora afloran a cada paso. De todos modos, no creo que la sangre llegue al río, más allá de la disputa por algunas gobernaciones, ya que los quejosos no se apartarán de un poder que les garantiza canonjías varias, indispensables para que los “correligionarios” sostengan su aparato electoral.

En estos días, renovando su vocación por el ridículo, el cinismo y la hipocresía, nuestra ex Presidente realizó, en el micro estadio de Ferro, su pregonada “contra-cumbre G.20”. Contó con la presencia de la destituida Dilma Rousseff, sucesora del condenado Luiz Inácio Lula da Silva, y de Alvaro García Liñera, el vice de Evo Morales; José Pepe Mugica, anunciado, se excusó de concurrir aludiendo a la inoportunidad de la convocatoria. Cuando menciono esas virtudes constantes del kirchnerismo, me refiero a todas las reuniones previas de ese grupo en las que estuvo presente doña Cristina durante sus mandatos, hoy olvidadas.

La frase que pronunció en esta oportunidad, que sirve de epígrafe, trajo a mi memoria otra, publicada en La Nación hace relativamente poco: “Tendremos más inflación y más deuda, ¿pero sabés para qué sirve el gato? Para que no vuelvan las ratas”, le dijo un taxista a Diego Sehinkman.

Para demostrar que seguimos siendo un país sumamente “original”, el laureado Adolfo Pérez Esquivel se ha transformado en el comandante de la seguramente violenta resistencia a la cumbre internacional que comenzará la semana que viene. Nuestro excelso Nobel de ¿la Paz? ya acusó al aparato de seguridad de promover la segura confrontación en las calles, y se niega a informar dónde se realizarán las protestas.

Esa violencia está siendo ejercitada cotidianamente, con los verdaderos ejercicios terroristas (sirven para determinar los tiempos y la capacidad de reacción del Estado) y las alarmas de bombas, las huelgas salvajes de Aerolíneas Argentinas y de los “trabajadores de la educación”, los ataques mapuches, los enfrentamientos entre una Policía acobardada y los barras bravas, y los cotidianos asesinatos del narcotráfico.

Pese a que también la ciudad de Hamburgo, el último antecedente, fue víctima de una clara guerra urbana contra los movimientos anti-globalización, dando cuenta de la actuación internacional de éstos, resultaría suicida permitir que se marcara de ese modo la reunión de Buenos Aires. La Argentina, no el Gobierno, tendrá en ella un escenario fantástico para exhibirse ante los mayores dignatarios del mundo y, si además el encuentro fuera coronado por la firma de importantes acuerdos como se prevé, se transformará en una exitosa y reconocida anfitriona.

Bs.As., 24 Nov 18

sábado, 17 de noviembre de 2018

¿De tragedia a farsa?





¿De tragedia a farsa?


“Entre esos tipos y yo hay algo personal”. 
Joan Manuel Serrat


Para confirmar el espacio necesario para la realización de la reunión fundacional del Partido de la Austeridad y la Decencia, el PAD, y construir en ella una plataforma (puede ver el borrador haciendo click en https://tinyurl.com/y8cyxhto) que reúna las sugerencias de los presentes y de todos aquéllos que ya las enviaran, le ruego me responda si tiene interés en asistir, por mail, a ega1@avogadro.com.ar; estimo que podríamos concretarla en el Barrio Norte de la ciudad de Buenos Aires, alrededor del 10 de diciembre próximo.

La semana estuvo signada por un acontecimiento positivo, la aprobación del presupuesto nacional, una herramienta indispensable para que la complicada gestión del Gobierno tuviera credibilidad frente a los organismos internacionales y los gobiernos de los países amigos; es necesario reconocer cuánto contribuyó el peronismo “racional” a su sanción. Pero también hubo otros sumamente negativos y peligrosos.

Resulta claro que, en este último punto, me estoy refiriendo a los atentados explosivos que grupos anarquistas intentaron contra el Juez Claudio Bonadio y contra la tumba del Coronel Ramón Falcón, en la Recoleta, que culminara con graves heridas a la mujer que pretendió llevarlo a cabo. Luego, se produjo la detención de algunos individuos que la investigación que se está realizando vincula a Hezbollah, tal vez la organización terrorista con mayor capacidad operativa del mundo.

En la medida en que estos eventos se produjeron tan poco antes de la reunión del G-20 que, con seguridad, convocará a quienes militan activa y violentamente contra la globalización y, también, contra toda forma de colaboración internacional, las alarmas se encendieron en el tablero de control del Ministerio de Seguridad, a cargo (¡gracias a Dios!) de Patricia Bullrich; en razón de ellos, el blindaje del escenario de la cumbre y sus alrededores fue incrementado fuertemente. No es para menos, toda vez que estarán presentes en ella los primeros mandatarios de los países más importantes del mundo, que aportarán efectivos de sus propias custodias.

Pero esto nos lleva a un hecho que el Gobierno ha omitido considerar desde que asumió el poder, reparando y corrigiendo imbéciles actos. De inmediato, hubiera debido encarar la restitución de la vigencia del Código de Justicia militar, que fue derogado para agregar un detalle más al disfraz de izquierda que, según probó Néstor Kirchner y lo sigue haciendo su viuda, les otorgó los fueros necesarios para mantener impune la rapiña. Criminalmente, se abandonó una “política de defensa”, y se la reemplazó por una falsa “política de derechos humanos”.

Por ese proceder demencial, quienes triunfaron militarmente en el legal combate contra la subversión armada que las organizaciones guerrilleras ejecutaron contra la democracia a partir de 1973, hayan sido juzgados como delincuentes comunes por tribunales integrados, en muchos casos, por miembros de esas mismas formaciones terroristas. Es obvio que, con tales jueces y tales gobernantes, el destino de esos militares, cualesquiera fueran sus rangos y sus funciones, era ser condenados mediante juicios amañados, con testigos falsos y con notorio apartamiento de las pruebas producidas. Y aquí tenemos otra grave omisión del Gobierno: la revisión de todos esos procesos, para verificar la legalidad con que las sentencias fueron emitidas.

Es más, en reiteradísimas oportunidades, hemos visto que el protocolo de nuestra Cancillería llevó a los más ilustres visitantes extranjeros a tirar flores al río en memoria de los asesinos muertos; ¿Mauricio Macri ha sido invitado, tal vez, a homenajear a los terroristas del World Trade Center (Nueva York) o de la estación de Atocha (Madrid), entre otros muchos?

Cualquiera sea el punto de vista desde el cual se mire a las funciones y acciones militares, éstas no pueden ser evaluadas y juzgadas por las normas que rigen la vida civil y penal de los ciudadanos. La inexistencia de reglas específicas, y de la jurisdicción correspondiente, significa que cualquier muerte de un enemigo en combate, por ejemplo, pueda ser calificada como un asesinato. ¿Qué sucederá aquí si la violencia terrorista se descontrola durante el G-20 y las fuerzas armadas y de seguridad se ven obligadas a reprimir con dureza, o deben aplicar el decreto que autoriza el derribo de aviones sospechosos?

No hay Estado en el mundo, con la obvia excepción de aquéllos que la han delegado en alguna nación extranjera, que haya desistido unilateralmente de contar con una fuerza militar destinada a garantizar la soberanía nacional sobre su territorio y la protección de sus recursos naturales; y eso es, precisamente, lo que ha hecho la Argentina, cuyo inmenso territorio terrestre y marítimo, con fronteras extensísimas y sumamente porosas, hoy no cuenta con la más mínima capacidad de defensa contra las nuevas agresiones, verdaderas guerras de baja intensidad, protagonizadas por el narcotráfico, el terrorismo, la trata de personas y las reivindicaciones indigenistas y separatistas.

Quienes sostienen que hoy no resultan necesarias las fuerzas armadas porque ya no existen hipótesis de conflicto con nuestros vecinos, y ninguna invasión convencional en América Latina sería tolerada por la comunidad internacional, ignora esas nuevas agresiones que he enumerado en el párrafo anterior. Éstas producen los mismos, o peores, efectos disolutivos sobre cualquier sociedad, como bien puede atestiguar la historia reciente de Colombia, México y Brasil o de la ciudad de Rosario y el Conurbano bonaerense.

A esta altura, ya nadie duda que continuarán las agresiones contra el Gobierno por parte de quienes están dispuestos a incendiar el país para evitar que la líder de la oposición y sus cómplices y testaferros, incluyendo a sus hijos, vayan presos. En su fantasía, imaginan la destitución del Presidente o un triunfo electoral que haga cambiar, nuevamente, los vientos que soplan desde Comodoro Py.

Por ahora, y más allá de los destructivos disturbios que provocaron desde diciembre del año pasado en la Plaza de los Dos Congresos, el “club del helicóptero” sólo desata huelgas de todo tipo, comenzando por los “trabajadores de la educación” de la Provincia de Buenos Aires, que el martes y el miércoles protagonizarán el enésimo paro de actividades, dejando a cuatro millones de chicos sin clase ni almuerzo. Los gremios kirchneristas aeronáuticos seguirán complicando la vida de los ciudadanos, y en esa posición serán acompañados por otros sindicatos cuyos líderes también están a un paso de ir presos. Seguramente, además, se intentarán saqueos a supermercados, como es costumbre en nuestro país, para generar un clima de inquietud que favorezca sus malas intenciones.

Para concluir, una recomendación: no deje de leer, y difundir la imprescindible nota que Fernando Iglesias publicó en  La Nación esta semana (https://tinyurl.com/ybhxbakm); en ella, más allá de criticar al Gobierno por no haberlo expuesto originalmente, hizo un impresionante cuadro comparativo de la situación económica; como él mismo dijo, “dato mata relato”.

Por favor, no olvide confirmar, aunque sea tentativamente, su presencia en la reunión que organizaré.

Bs.As., 17 Nov 18

sábado, 10 de noviembre de 2018

Estocolmos criollos




Estocolmos criollos


"El poder de los lideres es directamente 
proporcional a la imbecilidad de sus seguidores" 
Winston Churchill


Debo, inicialmente, pedir disculpas a los muchos que han manifestado su adhesión a la plataforma del P.A.D. (https://tinyurl.com/y8cyxhto), y también a quienes han sugerido algunos cambios, por la demora en convocar a la reunión fundacional; espero poder concretarla este mismo mes, ya que dependo del local que me he propuesto alquilar para  esa ocasión.

Esta semana varias encuestadoras han informado que Cristina Fernández y Mauricio Macri están parejos, tanto en su imagen positiva cuanto en su rechazo. La razón, en el caso de éste, tiene fundamentos lógicos, toda vez que la crisis económica y el aumento de impuestos, con profunda recesión y galopante inflación, además de gravísimos errores, golpea fuertemente a toda la población, en especial a sus votantes originarios, o sea, la clase media urbana; de todos modos, reitero, creo que éstos, aún con la nariz tapada, volverán a votarlo.

En cambio, como una nueva versión del síndrome de Estocolmo, el apoyo a la viuda de Kirchner resulta irracional, en especial porque su núcleo duro se ubica en los sectores más pauperizados de la sociedad, precisamente aquéllos que resultaron más afectados por el monstruoso saqueo que ella encabezara y que todos los días produce revelaciones cada vez más escalofriantes sobre los enormes montos robados a todos los ciudadanos; si esos irracionales fieles se detuvieran a pensar en cuántos hospitales, cloacas, redes de agua potable, escuelas, rutas, viviendas, etc., se hubieran podido construir, y cuántas vidas se hubiera podido salvar con las cifras que los cuadernos desnudan, deberían salir a la calle a pedir su inmediata detención, hoy frenada por sus cómplices colegas del H° Aguantadero.

La paralización de los vuelos de Aerolíneas Argentinas, “su (de ellos) compañía”, perjudicó directamente a 70.000 pasajeros que quedaron varados, e indirectamente a todos los argentinos, puesto que la empresa no sólo es deficitaria y depende de nuestros impuestos, sino que su prestigio –y, consecuentemente, su capacidad de venta de pasajes- quedó nuevamente dañado. La huelga salvaje, disfrazada de asamblea, ratifica a la necesidad de que los servicios públicos (transporte, seguridad, salud, educación y justicia) sean incluidos legalmente en una categoría que impida su interrupción, como fuera propuesto en la plataforma del PAD.

En especial porque la contemporánea foto de los cinco i-responsables que conducen los  sindicatos aeronáuticos, todos ellos sonrientes y felices, no pudo ser más demostrativa, para quienes conocemos su filiación política (adheridos a La Cámpora o a Hugo Moyano), de los niveles de agresión que está dispuesta a alcanzar esa oposición para agredir al Gobierno y, mediante su hipotética derrota en las urnas o su lisa y llana destitución, evitar el riesgo concreto de cárcel que enfrentan sus líderes políticos.

Y ello nos lleva, sin solución de continuidad, a la perspectiva de violencia que traerá aparejada la reunión del G-20 a fin de mes en Buenos Aires. Hay suficientes antecedentes en las otras ciudades del mundo en que se celebrara el encuentro en años anteriores, con la presencia de los agresivísimos grupos antiglobalización y, si a ellos les sumamos nuestras propias organizaciones trotskistas, siempre dispuestas a romper todo para imponer sus alucinadas teorías, tenemos enfrente un cocktail explosivo.

Uno de los pocos aciertos de esta administración nacional fue la designación como Ministra de Seguridad a Patricia Bullrich, que ha demostrado poseer el carácter y los atributos necesarios para enfrentar cualquier situación, por conflictiva que ésta sea. Sobre ella recaerá la responsabilidad de combatir –porque será un combate- a quienes saldrán a protestar agresivamente; claro que, para ello, contará con la esencial colaboración de los equipos de custodia que acompañarán a los mandatarios más importantes del mundo durante su visita a nuestro país.

En un pobre remedo de la situación que se generó en Mar del Plata en 2005, cuando Hugo Chávez, secundado por Evo Morales y Diego Maradona, con el guiño de Néstor Kirchner, organizó una “contra-cumbre” para repudiar la presencia de George W. Bush en la Argentina, hay rumores que señalan que ahora podría hacerse algo parecido, en apoyo a Cristina Fernández; si se produjera, vendrían Dilma Rousseff y, quizás, Pepe Mugica.

El disparate original constituyó un gratuito agravio a las instituciones norteamericanas, no sólo a su Presidente, y nos costó enormemente en términos políticos y económicos; si ahora se concretara, cuando está previsto un enorme respaldo económico por parte de los Estados Unidos, una vez más resultaría aplicable la frase de Karl Marx –“la historia se repite, la primera vez como una gran tragedia, la segunda como una miserable farsa”-, ya que las máximas exponentes del clepto-populismo latinoamericano están muertos (Kirchner y Hugo Chávez), presos (Lula), prófugos (Rafael Correa), o demasiado complicados para acercarse a estas playas (Nicolás Maduro, Evo Morales, Miguel Díaz-Canel y Daniel Ortega).

Las elecciones de los Estados Unidos introdujeron cambios significativos en el panorama político de esa gran potencia. En primer término, por la recuperación de la mayoría en la Cámara de Representantes por el Partido Demócrata, que implicará algunas dificultades para la gestión de Trump; además, por el incremento en el número de votantes, sobre todo de mujeres, y la presencia entre los nuevos gobernadores y parlamentarios de miembros de algunas minorías (musulmanes, jóvenes latinoamericanos y homosexuales). Pero también significaron un fuerte respaldo al Presidente que, reduciendo impuestos, ha logrado una fuerte recuperación de la economía y una marcada caída en el desempleo.

Para concluir, me parece que todos debemos reflexionar sobre una nota publicada ayer en La Nación, referida al estudio anual que realiza Latinobarómetro sobre 20.000 entrevistas. Surge del mismo que sólo el 48% (en Argentina, el 59%) de quienes habitamos desde México al sur cree que la democracia sea el mejor sistema de gobierno, tal como sucede en el mundo, que parece haberse vuelto loco de repente.

Los mayores países de la Comunidad Europea que, desde la década del 50 venían protagonizando el experimento asociativo voluntario más exitoso y dado al continente el período más prolongado de paz de su historia, hoy están pasando por crisis gravísimas: Alemania, España y Francia tienen a sus gobiernos en jaque, Italia se ha embarcado en un viaje de ida al populismo, Gran Bretaña enfrenta la dura pared del Brexit, Hungría ya está en manos de la ultraderecha y Holanda y Suecia ven peligrar su estilo de vida por similares circunstancias. Y en América, Donald Trump y Jair Bolsonaro parecen estar dispuestos a probar la resistencia de sus instituciones nacionales, en una posición simétrica a la Evo Morales y su inconstitucional vocación por la reelección indefinida.

Como se ve, es muy difícil hoy hacer predicciones, aunque fueran sobre el futuro inmediato. Lo único que tengo claro, aunque suene desesperanzado, es que no estaré aquí para ver las mutaciones que, casi con seguridad, afectarán la vida de mis hijos y nietos, comenzando por el cambio climático, que está devastando ahora a Europa con sus insólitos huracanes caribeños.

Bs.As., 10 Nov 18

sábado, 3 de noviembre de 2018

Faltan algunos

Faltan algunos

“Los grandes cansancios presagian grandes entusiasmos”. 
Manuel Vázquez Montalbán

En realidad, el triunfo de Jair Bolsonaro sólo alteró los cálculos de Unión Ciudadana, que esperaba la victoria de Fernando Haddad para iniciar, por contagio, el renacimiento del clepto-populismo en Centro y Sudamérica. Esta semana, La Nación publicó una infografía que muestra a las claras cómo ha avanzado la ola contraria, a la que sólo resisten Venezuela (Nicolás Maduro), Nicaragua (Daniel Ortega), Cuba (Miguel Díaz-Canel) y Bolivia (Evo Morales; salvo la última, una verdadera excepción, todas esas naciones se han convertido, por el fracaso económico y la feroz represión que ejercen esos regímenes contra su población, en verdaderas tragedias humanitarias.

Algunos, hace muchos años, preveíamos que eso sucedería, y que la corrupción, disfrazada de progresismo, estaba mostrando sus últimos estertores; yo mismo publiqué una nota al respecto en marzo de 2015 (https://tinyurl.com/y7cbq6hc), cuando aún gobernaban Cristina Kirchner, Dilma Rousseff, Michelle Bachelet, Ollanta Humala y Rafael Correa, el Foro de San Pablo estaba en todo su esplendor y la UNASUR entronizaba la estatua de don Néstor, hoy retirada.

Todavía es muy pronto para saber qué hará el nuevo Presidente de Brasil –nuestro principal socio comercial- a partir de su asunción, el 1° de enero, pero ya hay algunas definiciones, en especial expresadas por Paulo Guedes, su futuro superministro de economía e industria, que tienden a endulzar alguna de las aristas más ríspidas de sus discursos de campaña. Por lo demás, y pese a la pena que me produjo la aceptación por parte de Sergio Moro del cargo de Ministro de Justicia, debo reconocer que en nuestro vecino, y eso es normal en la región, las instituciones funcionan y nadie puede ponerse, impunemente, las políticas de Estado del país de sombrero.

Además de los mandatarios mencionados en el primer párrafo, en los diarios y en los tribunales, siguen faltando algunos nombres emblemáticos; en concreto, las ausencias más conspicuas son las de Enrique y Sebastián Eskenazi, los testaferros de los Kirchner en la compra del 25% de YPF. ¿A ningún fiscal o juez se le ocurrió todavía investigar a quien pertenecen, en realidad, las acciones de las empresas Petersen?; sorprende que aún no hayan sido llamados a prestar declaración indagatoria, toda vez que fueron cómplices en el episodio de corrupción más grave de la década robada.

Como he explicado en más de una oportunidad, lo califico como lo peor que hizo el kirchnerismo porque significó la pérdida del autoabastecimiento energético y, como consecuencia, obligó a importar ingentes cantidades de gas licuado y de electricidad, drenando hasta la extinción las divisas del Banco Central y generando la inflación desatada que llevó al 30% de la población, a caer en la miseria.

Para agravar el caso, en estos momentos se está decidiendo en las cortes norteamericanas la jurisdicción que corresponde al juicio iniciado por el fondo buitre Bulford, que teóricamente compró a esos bandidos el derecho a reclamar a la Argentina una indemnización por una suma que llegará, con las costas, a los US$ 5.000 millones.  Por eso llama tanto la atención el silencio judicial que rodea a los Eskenazi cuando, a esta altura, ya deberían estar dando cuenta de las tropelías cometidas y haberse iniciado el camino para recuperar los bienes mal habidos.

En otro orden de cosas, aplaudo la decisión del Gobierno de impulsar la inmediata expulsión de los extranjeros condenados por la comisión de delitos menores; era hora de que la Argentina dejara de ser el país más idiota de la región y que ese tipo de delincuentes nos costara más dinero aún mientras estuvieran alojados en nuestras repletas cárceles. Pero es sólo un primer paso en la dirección correcta.

Es necesario aplicar, como lo hacen todos nuestros vecinos, las reglas de la reciprocidad, tanto en materia de salud cuanto de educación públicas. Debemos entender, de una vez por todas, que somos un país pobre, aunque tengamos infinidad de recursos naturales, y que no podemos continuar dilapidando el dinero de nuestros impuestos –los más altos- en afrontar los costos de brindar gratuitamente esos servicios esenciales a los inmigrantes y meros transeúntes que carecen de ellos en sus países de origen. No pretendo negarlos, pero reclamo que sean éstos quienes paguen, a través de sus embajadas, las facturas correspondientes.

Además, también exijo que se refuerce seriamente la seguridad de nuestras fronteras que, por su enorme extensión, están llenas de poros por donde penetran el terrorismo, el narcotráfico y el contrabando. Resulta suicida haber trasladado, desde ellas, al 70% de los efectivos de la Gendarmería y de la Prefectura Naval a los conurbanos de Buenos Aires, de Rosario, de Córdoba y de otras grandes ciudades. Ese personal está educado y entrenado para controlar los confines terrestres y marítimos de nuestro territorio y no para desempeñar el rol de policías urbanos que la explosión del delito les atribuye.

Y eso nos lleva, una vez más, al modo en nuestro país, de la mano de quienes siguen las recomendaciones gramscianas, ha decidido abdicar de la defensa nacional; Argentina, al revés de todos sus vecinos, está absolutamente desarmada y carece de la capacidad necesaria para defender su integridad territorial y los ingentes recursos naturales que posee en tierra y en el mar. Desde 1983 a la fecha, todos los gobiernos (fueran radicales, peronistas o cambiantes), ha degradado a las fuerzas armadas y las ha privado de todos los medios indispensables para cumplir la misión que la Constitución Nacional y el mínimo sentido común les impone.

Utilizando el falso argumento de los derechos humanos, se las ha desposeído completamente de aviones, de buques, de blindados, de misiles, etc., mientras nuestros vecinos Chile y Brasil disponen de una enorme capacidad defensiva y ofensiva. Y el hecho de contemplar diariamente la inicua persecución a los 2000 ancianos que se pudren en las cárceles de todo el país privados de todo derecho -ya han muerto 463 (122 desde la asunción de Mauricio Macri)- por el delito de haber defendido a la Patria contra el terrorismo marxista, no contribuye precisamente a levantar la moral de los uniformados.

A fin de este mismo mes, Buenos Aires será sede de la reunión del G-20, y en ella estarán presentes los más importantes mandatarios del mundo. Que nuestro país no pueda garantizar su seguridad, y la natural preocupación que ello implica para las otras naciones, confirmada por la presencia de tropas extranjeras para asumirla, empaña todavía más la imagen que la Argentina exhibe en el exterior.

Sigo empeñado en constituir el Partido de la Austeridad y la Decencia, y espero poder concretar su reunión fundacional en el curso de esta noviembre. Pido disculpas por la demora a los muchos que me han expresado su adhesión y han mejorado con sus esenciales aportes la plataforma tentativa (https://tinyurl.com/y8cyxhto) que elaboré originalmente.

Bs.As., 3 Nov 18