¿A cualquier precio?
por Enrique Guillermo Avogadro (Nota N° 892)
“Una paz nunca es honrosa para el vencido”.
Jean Lartéguy
Entre la enorme
cantidad de nubarrones que se ciernen, amenazadoras, sobre la Argentina, la que
más me preocupa es la que se deriva el viaje a China que está realizando Sergio
Massa, inexplicablemente acompañado por Máximo Kirchner, el tan laborioso hijísimo
bi-presidencial. La nueva humillación impuesta al auto-percibido Presidente con
el estreno de la nueva y carísima joya de la flota de aviones oficiales por el
Ministro de Economía y por su ex-mayor enemigo interno, constituye al mismo
tiempo un irracional gesto de derroche de un Estado quebrado que va a pasar la gorra.
Superada la anécdota,
vamos a lo importante. El Aceitoso y
su nuevo socio turista tienen un objetivo básico, conseguir las divisas que el
Banco Central necesita tanto como una transfusión de sangre, sea en yuanes,
reales o dólares, que permitan coronar con éxito el famoso “plan llegar”, al
menos hasta las PASO. Pero encuentran dificultades cruzadas.
La primera es que el
organismo internacional, al cual se le ha pedido adelantar en junio o julio
todos los giros previstos para el segundo semestre para pagarse a sí mismo,
está demorando su resolución, en especial porque países importantes, como
Alemania (que se encuentra en recesión) y Japón, no quieren prestar más dinero
de los impuestos de sus ciudadanos a un deudor recalcitrante como la Argentina
y, tampoco, logra el acuerdo de los funcionarios de su staff sobre qué porcentaje podría ser “de libre disponibilidad”, o
sea, como herramienta para intervenir en los mercados de divisas local.
Es más que razonable
porque, si el Gobierno argentino actúa tan irresponsablemente como siempre y
dilapidara esas divisas (ingresó, durante el gobierno de los Fernández², la
friolera de 110.000 millones de dólares y hoy las reservas son negativas en
once mil), caería en default con el propio FMI. Y por si eso fuera poco, tanto
Cristina Fernández cuanto Máximo Kirchner despotrican permanentemente en su
contra, acusando al organismo de ser el único responsable de la inflación y de
la recesión.
La segunda es que Brasília,
tal como le explicó con sorna Lula da Silva en la cara a Alberto Fernández, no
está dispuesta a prestarnos fondos sin garantía, ni siquiera bajo la forma de
un swap. Para intentar obtenerla del
Nuevo Banco de Desarrollo, recién creado por los BRICS, que será presidido por
Dilma Rousseff, la destituida (por utilizar “contabilidad creativa” en las
cuentas públicas, algo usual en los gobiernos kirchneristas en la Argentina) ex
Presidente de Brasil, otorgue ese aval o un préstamo, algo prohibido por el
estatuto del propio banco, se fueron a China nuestros Batman y Robin.
La tercera, y en esto
radica mi mayor preocupación, es que todos los contratos de financiación que
firma China contienen una cláusula específica de confidencialidad para evitar
que trasciendan sus condiciones y sus tasas de interés, ambas leoninas. A
simple título de ejemplo, basta señalar que Montenegro pidió un préstamo a
Beijing para construir una autopista, que fue construida por empresas y con
obreros chinos; cuando no pudo pagarlo, Xi Jinping se quedó con el camino; y
eso mismo ha sucedido alrededor del mundo entero, donde China se ha hecho de
puertos, centrales eléctricas, yacimientos de minerales estratégicos y hasta
bases militares, como la que el kirchnerismo le entregó, con cesión de
soberanía, en Neuquén.
Es probable que China
acepte ampliar el swap, el acuerdo
para pagar en monedas locales –sin usar dólares- los intercambios comerciales
entre ambos países, y hasta liberar una porción del mismo para permitirle a
Massa seguir postergando la devaluación que le exige el FMI, pero no será
inmediato; los tiempos orientales son sensiblemente distintos a los nuestros y
es difícil que se adecuen a las urgencias argentinas. Según parece el mayor
logro de la carísima misión del dúo dinámico será la promesa de una empresa
china de invertir US$ 1.000 millones, en yuanes, en el noroeste argentino.
Hoy Beijing tiene
interés estratégico en aumentar su presencia en la Argentina, a través de la
construcción de las represas Kirchner y Cepernic y de una central atómica (sería
la primera para exhibir su tecnología), la administración de la esencial
Hidrovía, un puerto pesquero y militar en Tierra del Fuego, la geopolítica en
el Atlántico Sur y la Antártida, la concesión del sistema 5G (sospechado de
espionaje en Occidente), el litio, la pesca y los alimentos, etc.. ¿Cuántas y
qué gravosas concesiones estará dispuesto a hacer el kirchnerismo en fuga para
obtener los favores de Xi Jinping, a quien lo une además una sumisión
ideológica?
¿Se puede pedir mayor
patología psiquiátrica que perorar contra la Constitución Nacional y la
descripción que la misma hace del Poder Judicial por ser una “rémora
monárquica”, como dijo Cristina Fernández el 25 de Mayo, y a la vez adherir sin
tapujos ni fisuras a dictaduras como las que encabezan Xi Jinping, Nicolás
Maduro, Miguel Díaz-Canel, Daniel Ortega, Vladimir Putin o los ayatollahs? Eso
es lo que hicieron, esta misma semana, tanto Massa y Máximo cuanto Alberto
Fernández, acompañando a un Lula da Silva que está volando sin escalas hacia el
ridículo de abjurar de su propia historia democrática.
Merece destacarse, en
la reunión de Brasília que buscó dar nueva vida a la extinta UNASUR, la actitud
del chileno Gabriel Boric, un claro exponente de la joven izquierda
latinoaméricana, quien –con el más que esperable acompañamiento del uruguayo
Luis Lacalle Pou, al cual la televisión pública brasileña le censuró el
discurso pero lo grabó y consiguió difundirlo por YouTube- repudió claramente
el respaldo que el resto de sus colegas de la región dieron al criminal régimen
venezolano.
Entre ambos,
arruinaron la fiestita organizada por Lula da Silva y su Foro de São Paulo, ya
que dejaron en claro que es profundamente inmoral disculpar, en nombre de una presunta
ideología común, las permanentes y generalizadas violaciones a los derechos
humanos, la persecución a la prensa y, sobre todo, los crímenes de lesa
humanidad que comete a diario, tal como hacía su predecesor, el asesino heredero
de Hugo Chávez Frías.
Samaná,
3 Jun 23