miércoles, 28 de noviembre de 2012

Locos y Bobos


Locos y Bobos

“La democracia debe ser algo más que dos lobos y una oveja votando sobre qué se debe cenar”. James Bovard

El discurso que la señora Presidente brindó mientras compartía ayer un almuerzo con Ollanta Humala, su par del Perú, incluyó un pasaje por demás asombroso. Me refiero, obviamente, a la pretensión de crear un standard latinoamericano para las inversiones extranjeras, de modo de hacer que las condiciones resulten iguales para éstas, cualquiera sea el país al que se dirijan. Que esa propuesta haya sido formulada por la pseudo emperatriz de un país que está sexto –después de Brasil, México, Colombia, Chile y el propio Perú-, a pesar de tu tamaño y de su PBI, en las preferencias de los inversores, que está al borde de un nuevo default técnico, que desconoce los compromisos asumidos por su actual gobierno, que reniega de todos sus pactos internacionales, que no tiene una Justicia independiente, que mantiene impagos a quienes no entraron en los canjes de deuda, a los acreedores que obtuvieron sentencias en el CIADI y al Club de Paris, resulta, francamente, ridículo.

¿Pretende, doña Cristina, que todo Latinoamérica, que continúa creciendo a pesar de las innegables crisis que afectan al mundo globalizado, se coloquen a la par de la Argentina frente a los inversores externos? Sólo los efluvios que puedan haberle provocado la medicación que recibe –ya que no puede ser el alcohol servido en el ágape, pues es abstemia- pudieron hacerle decir esta estupidez sin nombre. ¿Ignora que todos los países nombrados también ponen cepo al dólar, pero para que no entren en demasía y no para evitar que se vayan? ¿No sabe que, en la calificación internacional, todos ellos, y también Uruguay, han recibido el codiciado “investment grade”, mientras que la Argentina es considerada absolutamente indeseable?

¿Qué quiso hacerle creer a Humala? ¿Qué dirá en la reunión de Unasur en Lima? Recordemos que no ha conseguido obtener, de parte de nuestros vecinos, la más mínima solidaridad en el tema de la fragata Libertad, aún retenida por los Tribunales de Ghana, y que la corbeta Espora sigue varada en Sudáfrica.

Mal que le pese a la viuda de Kirchner, estamos rodeados de países que se comportan seriamente en su relación con el mundo, y no adoptan posturas de adolescentes caprichosos. Hasta Bolivia, que ha expropiado innumerables empresas, pero por las cuales ha pagado el precio, cuando salió a buscar US$ 500 millones a veinte años, recibió ofertas por US$ 5.000 millones, y a una tasa de 4,5% anual, mientras que la Argentina, si manifestara igual deseo, debería pagar hoy casi el 20% de interés.

En esas condiciones de desastre generalizado, ¿cree doña Cristina que los mandatarios de los países a los que habla ignoran qué sucede aquí? ¿Verdaderamente piensa que se informan a través de “6, 7, 8” o de “Página 12” y “Tiempo Argentino”? ¿Supone, por ventura, que esos presidentes sacrificarán sus verdaderas “décadas ganadas” para priorizar su relación con ella? Si fuera así, si estuviera convencida realmente de lo que dice, entonces estaríamos mucho peor aún, ya que nuestros destinos estarían en manos de una demente.

Desde la otra trinchera de esta guerra que hoy ocupa todos los titulares, y que no reviste interés alguno para la ciudadanía en general, la conducta del grupo Clarín también me ha asombrado. La inclusión de periodistas entre los imputados de instigar a la violencia fue una estupidez sin nombre, en un momento en que los profesionales de la información están tan sensibilizados. No importa que el Gobierno haga lo propio todos los días, tolerando calladamente que doña Hebe Bonafini escenifique “juicios populares” en Plaza de Mayo a quienes disienten, desde sus columnas, con el relato oficial o que haya empapelado Buenos Aires con afiches y fotografías de esos disidentes, a los cuales se invitaba a niños a escupir y adoptado tantas otras actitudes dignas de Goebbels. Pero el señor Magnetto debiera saber que no se combate a los caníbales comiéndoselos.

Otra gansada fue copar un acto ciudadano como el que ayer había sido previsto –el abrazo al Palacio de Tribunales- con camionetas y personal uniformado de Cablevisión y Fibertel. Estuve allí, y sé de qué hablo; tanta fue mi indignación que, acompañado por otros muchos, me retiré tempranamente. Si temía el grupo Clarín una concurrencia poco numerosa, le hubiera bastado con invitar a su personal a hacerse presente, pero “de civil”, porque –como he dicho muchas veces- los argentinos no están a favor de Magnetto y de su imperio, gran cómplice de este gobierno de delincuentes, sino que lucho, y seguirá haciéndolo, por su inalienable derecho a elegir.

No quiero extenderme más, y dejaré aquí esta nota. Los dos problemas acuciantes de la Argentina de hoy –la posibilidad de actos de violencia en los días siguientes al 7D y los fallos norteamericanos sobre la deuda- deberán quedar para mi nota del domingo.

domingo, 25 de noviembre de 2012

Adán en el "Día de la Madre"




Adán en el “Día de la Madre”


“Nos buscamos en la felicidad, pero nos encontramos en la desgracia” Henri Bataille

Inexplicablemente, el Gobierno ha tomado una serie de decisiones que, de manera inexorable, lo han convertido en un émulo del primer antecesor bíblico de la humanidad. Tal como adelantáramos en su momento, la política de dividir a la CGT, originada en su divorcio de Moyano, lo colocó en el peor de los escenarios: en lugar de una central obrera con la cual negociar, hoy tiene nada menos que cinco, pues a la Azopardo (Camión) se han sumado la Azul y Blanco (Barrionuevo) y Balcarce (Caló), y dos más sin personería, la CTA no oficialista (Micheli) y la de Yatsky. Con ese mapa, debe enfrentar idénticos reclamos desde todo el arco sindical, pero ahora representado por innumerables dirigentes que compiten, y seguirán haciéndolo, para ver quién obtiene mayores ventajas.

El 8N fue una sonora llamada de atención para personajes que, como los “barones” del Conurbano, los gobernadores, los gremialistas y hasta los jueces, tienen una aguda sensibilidad para percibir los cambios de humor social. Más de un millón de personas manifestándose por toda la Argentina no podía menos que encender luces amarillas en las mentes de quienes llevan décadas en el poder político o sindical. La forma en que, desde la Casa Rosada, se salió a denigrar esa masiva expresión ciudadana, hizo virar a rojo el semáforo.

El 20N, los dirigentes gremiales debieron renunciar a su pretensión inicial de convocar a una movilización, porque el riesgo implícito de confrontar con las imágenes de tamaña multitud era demasiado alto; en cambio, optaron por imponer un silencio de cementerio en el país, sobre todo en Buenos Aires, principal vidriera que el mundo contempla. Las fotografías del Obelisco, a mediodía, dieron cuenta del éxito de esa movida.

Con todo eso, el Gobierno quedó definitivamente aislado, con una pseudo guardia pretoriana formada por dos compañías diferentes: una, ideológica, encabezada obviamente por el Chino Zanini, y la otra, “crematística” o meramente saqueadora, en la que se encuadran los aguerridos militantes de La Cámpora y algunos notorios habitantes de Puerto Madero. La primera, por no perder esta oportunidad única que, en especial desde 2007, le ha permitido ensayar en el terreno sus trasnochadas fórmulas, y la segunda, porque están en juego los mal habidos patrimonios de sus integrantes y sus eventuales futuros carcelarios, ambas cierran filas en torno a una Presidente que, día a día, se desmorona.

La noche del 21N, que trajo aparejadas las trágicas noticias provenientes del Tribunal a cargo del Juez Griesa, además de permitir quitar de las primeras planas la huelga general del día anterior, demostró una vez más, como si fuera necesario, cuál es la opinión que el mundo entero tiene acerca de la prepotencia y la omnipotencia del Gobierno. La sentencia –que sólo le ordena a la Argentina depositar a embargo, no en pago, la suma reclamada por el fondo que la demandó- hace especial hincapié en las declaraciones públicas de doña Cristina y de nuestro ¿Ministro de Economía?, el inefable Lorenzino. Olvidaron nuestros funcionarios, al manifestar que el fallo de Griesa no sería obedecido si resultaba desfavorable para nuestro país, que pocos días atrás la Argentina, por medio de sus representantes ante el Juzgado, se había comprometido por escrito y expresamente a respetarlo. Harto el Juez, resolvió como lo hizo y, nuevamente, nos puso al borde de un nuevo default, en el cual deberemos enfrentar consecuencias de tal gravedad que la soberbia oficial no podrá ocultar.

Lo peor y lo más triste de esta situación es que todas esas altisonantes y disparatadas declaraciones de la señora Presidente fueron formuladas sólo para dar un marco “malvinero” a la exclusiva y excluyente  guerra que lleva adelante contra el grupo Clarín. De esa actitud se desprende, una vez más, la grave confusión que padece: los ciudadanos no nos ubicamos en ella contra el Gobierno y a favor de Magnetto –íntimos socios hasta hace pocos días- sino a favor de nuestro derecho a elegir, es decir, a favor de la República, que los Kirchner se han empeñado en destruir para edificar, sobre sus ruinas, su imperio. El costo que la Argentina deberá pagar por estos dislates será, sin duda, muy alto.

Por esa lucha, precisamente, iremos el martes 27N, de 09:00 a 11:00, a dar un abrazo al Palacio de Tribunales y a recordar a los miembros de la Corte Suprema de Justicia –que estará reunida en ese momento para considerar el tema- su obligación de constituirse, sin claudicaciones de ningún tipo, en la última trinchera de la libertad frente a las pretensiones del poder de cercenarla para instaurar, en este caso, el discurso único. Si los “supremos” no entendieran ese claro mensaje, seguirán hundiéndose en la ignominia, en un camino iniciado al tolerar la permanencia entre sus filas del Juez Zaffaroni y la sistemática desobediencia del Ejecutivo a sus sentencias, tal como ahora pretende hacer con Griesa y su fallo.

El Gobierno ha perdido la calle y el consenso, a manos de quienes llevaron a doña Cristina al triunfo hace poco más de un año: la clase media, los gremios y  muchas organizaciones sociales. En su soledad, sólo puede recurrir a los interesados neo-camporistas y a la militancia rentada. Muy poco, por cierto, para quien aún pretende invocar el mandato concedido por el 54% de los votos.

domingo, 18 de noviembre de 2012

Mambrú va a la Guerra Final




Mambrú va a la Guerra Final

“Un gobierno no debe nunca dar por supuesto que el destino de su país y su existencia entera dependen del resultado de una sola batalla, por decisiva que sea”. Karl von Clausewitz

Bueno, doña Cristina ya decidió. A pesar de la gigantesca manifestación popular que hasta le impidió dormir, el 7D irá a la guerra final no contra el grupo Clarín, cuya suerte le importa un bledo a la gran mayoría de los argentinos, sino contra el derecho de estos a elegir. Lo más curioso es que, metiéndose en este brete de hierro que ella misma construyó, nada puede ganar, salvo un inicuo reverdecer de su prestigio entre la masa de sus fanáticos, que tampoco lo necesitan.

Porque, aún si consiguiera vencer en esa batalla que sólo ella considera decisiva, ¿se reducirá la inflación?, ¿cederá la inseguridad?, ¿crecerá el empleo privado y registrado?, ¿se dejará de emitir moneda sin valor?, ¿saldrá el país de la recesión?, ¿terminaremos con los juicios de los jubilados y les pagaremos el 82%?, ¿se cerrarán, para el Gobierno, las cajas de la ANSES y del BCRA?, ¿será la Justicia independiente?, ¿pagaremos las deudas al Club de Paris y al CIADI?, ¿irán presos los corruptos?, ¿no morirá más gente en los ferrocarriles y en las rutas?, ¿dejará de cortarse la luz y no se inundará más la Provincia de Buenos Aires?, ¿aparecerán los fondos de Santa Cruz?, ¿se dejará de perseguir a los jueces serios?, ¿Boudou explicará la verdad de Ciccone?, ¿se aclarará el tema Shocklender y las Madres de Plaza de Mayo?, ¿se le pedirá disculpas a la señora de Noble y a sus hijos por las atrocidades dichas y la Juez Arroyo cerrará de una vez la causa?, ¿irán presos Jaime y los Cirigliano?, ¿nos serán devueltas la fragata Libertad y la corbeta Espora?

No sólo nada de eso sucederá sino que, por el contrario, la señora Presidente perderá mucho. Desde hace tres años, cuando el adefesio que constituye la Ley de Medios fue votada, sin cambiar una coma, por los legisladores oficialistas –casi todos ellos, en especial sus jefes de bloque y principales lenguaraces, cumplían idéntico papel en la época de Menem- y por los idiotas útiles opositores que, luego, dijeron haber sido sorprendidos en su buena fe por la inmunda forma en que el Ejecutivo usa la norma, no se ha incorporado a ésta un recurso tecnológico inédito de la sociedad: nada menos que Internet. Además, y como sucedió con en Egipto, que no fue organizada a través de las redes sociales, ya que pocos de sus ciudadanos acceden al ciberespacio, sino mediante los más modestos SMS, que miles de celulares se enviaron entre sí, y lo mismo ocurrió en Libia y está sucediendo en Siria. Me permito recordar al Gobierno que, en la Argentina, ya hay más de una línea de telefonía móvil por habitante.

Es decir que, aún tomando por la fuerza Cablevisión, Fibertel, Canal 13, TN y hasta el diario, la señora Presidente no conseguirá acallar a quienes salimos a la calle el 8N para decir “basta” a este Gobierno tiránico, prepotente, corrupto e incapaz. Deberemos, si eso sucede, informarnos de la realidad a través de nuestras computadoras y teléfonos, pero no dejaremos de conocerla y evaluarla. Y nuevamente saldremos a protestar frente a las iniquidades que esta ridícula guerra pretende transformar en invisibles. Ya se están moviendo, en ese sentido, las redes sociales que, hace dos semanas, demostraron la potencia de su convocatoria.

Habrá que ver también qué opinan, por ejemplo, los clientes de Fibertel –nada menos que un millón, multiplicado al infinito- cuando el servicio lo deba prestar la misma gente que, con tanto suceso personal y patrimonial como la “abogada exitosa”, conducen hoy los trenes, Aerolíneas Argentinas, Fútbol para Todos, YPF y la energía del país. ¿De dónde saldrá el dinero para invertir permanentemente en una empresa que compite en el mercado más sofisticado del mundo? ¿Serán, otra vez, los jubilados quienes deban financiar la terminal fiesta cristinista?

Terminaré con una preocupante frase de Jorge Fontevecchia -“Ojalá que el género que practique el kirchnerismo siga siendo la comedia”- aunque tengo pocas esperanzas de que ello ocurra.

jueves, 15 de noviembre de 2012

Caipirowska y Pudrición




Caipirowska y Pudrición

“Es siempre preferible el ruido de la prensa libre al silencio de las tumbas de las dictaduras”. Dilma Rousseff


Voy a comenzar esta nota con una anécdota personal. Hace muchísimos años –aún gobernaba Fernando Henrique Cardoso- fui invitado a hablar en un almuerzo en San Pablo. Dije, entre otras cosas, que el Brasil era entonces más corrupto que la Argentina, pero que la diferencia estribaba en que el lucro de esa corrupción se quedaba en el país, mientras que aquí, además, se fugaba. Uno de los presentes, con un dejo de humor, me interrumpió: “Enrique, no se meta con la corrupción en Brasil; es nada más que una forma de redistribuir la riqueza”.

Mucha agua -dos gobiernos de Lula y tres de los Kirchner- ha pasado desde entonces bajo nuestros puentes y, como todos sabemos, también mucho ha cambiado Brasil. Esta misma semana, el Supremo Tribunal Federal impuso severísimas penas de prisión, de cumplimiento efectivo, y enormes multas a los principales jerarcas del Partido dos Trabalhadores (PT), hoy en el poder, y la Presidente ya se ha desembarazado de seis ministros acusados de corrupción por la prensa nacional. Dilma no solamente ha respetado a ultranza la libertad de expresión sino que ha contemplado, impávida, como la Justicia de su país arrastraba a la cárcel a sus camaradas de muchos años de lucha. La población ha respondido a esa actitud otorgándole nada menos que 80% de imagen positiva, lo cual ha permitido al mismo PT hacerse hasta con la alcaidía de San Pablo, tradicionalmente en manos de su competidor, el PSDB.

La historia económica de la Argentina dice cuánto el país ha debido soportar, antes de que los precios de los commodities alcanzaran su niveles actuales, en razón de crisis que llegaban del exterior; los efectos Tequila, Caipirinha, etc., explican los apuros que debieron pasar los gobiernos locales de entonces.

Hoy, sin embargo, y con el empuje notable que le dio la ciudadanía el 8N, resultaría determinante para nuestro futuro que llegaran a estas playas, por imitación, los saludables y moralizadores efluvios de este sorprendente efecto Caipirovska.  

Es que, desde 2003, han sido tantos, y tan graves, los casos de corrupción ocurridos en la Argentina, y tan rápida la sucesión de ellos, que la memoria humana –al menos, la mía- no permite recordarlos. Por ello, apelo a la suya, resignado lector, para que me ayude a enumerarlas, a fin de construir, entre todos, un verdadero catálogo que nos permita, cuando este negro período de nuestra historia termine –constitucionalmente, claro- enjuiciar a todos los funcionarios que se hayan visto involucrados en estos delitos. Hay ya decenas de libros escritos por periodistas de investigación sobre el tema, y he leído muchos de ellos; sin embargo, no he tenido la previsión de confeccionar siquiera un mínimo inventario como el que, ahora, me propongo hacer. Para evitar manos negras, adelanto que ese archivo será guardado en la nube, es decir, en un ámbito que la tecnología nos proporciona para impedir que el mero robo de una computadora invalide el esfuerzo.

Cierto es que el 19 de febrero (“Señora, ¿no le da vergüenza?”) y el 7 de septiembre de 2010 (“Señora, ¿aún no le da vergüenza?”) –ambas notas pueden leerse en mi blog- dirigí a doña Cristina sendas cartas abiertas sobre el tema, y que ellas contenían algunos de los episodios más truculentos de entonces, y que en muchas otras me referí al tema de la corrupción, pero nada de ello me parece suficiente en comparación con la hercúlea tarea que, con su indispensable colaboración, me propongo acometer ahora. Para que la Argentina vuelva al camino correcto, para que pueda reinsertarse en un mundo del cual nos hemos caído, resulta indispensable terminar con este flagelo y con otros, íntimamente conectados: la droga y la inseguridad.

Pero no será posible hacerlo sin contar con dos pilares esenciales: la Justicia y la prensa libre. Ambos, hoy, están en riesgo terminal en nuestro país.

Desde la Casa Rosada, acompañada por el coro de mangantes oficialistas, impúdicamente se vocifera en contra de una condición esencial de la República: el indispensable control que el Poder Judicial debe ejercer, como último bastión de los derechos ciudadanos, de la legalidad constitucional de las leyes y decretos. La Araña Conti, por ejemplo, nada menos que la Presidente de la Comisión de Asuntos Constitucionales de la Cámara de Diputados, dijo ayer: “Esta cuestión de la justicia cautelar nos impone un debate sincero y no hipócrita. ¿Cómo es posible que el Poder Legislativo y el Ejecutivo, representantes del poder popular directo, pudieran ser impedidos en nuestra actividad institucional por el Poder Judicial, que tiene solamente un poder popular indirecto y delegado?”.

Tamaño argumento merece que, cuando concluya su mandato y carezca de fueros, esta energúmena sea juzgada a la luz del artículo 29 de la Constitución Nacional, esa misma Carta Magna que obliga –sí, obliga- a los ciudadanos armarse en su misma defensa (art. 21).

Ante la guerra a la cual el empecinamiento de doña Cristina nos conduce irremediablemente, y cuya batalla final parece que se desarrollará alrededor del 7D, sólo cabe una afirmación. No pelearé en ella en defensa del grupo Clarín, pero sí lo haré, y denodadamente, por mi derecho a elegir. Si todas las voces se transforman en un coro uniforme, como el Gobierno pretende, tampoco tendremos la posibilidad de enterarnos de esta corrupción que tanto corroe a nuestra sociedad entera y cuya magnitud reviste todas las características de un genocidio.

Espero, como dije, que los ciudadanos nos emborrachemos con esa Caipirovska que, tan oportunamente, Brasil nos ha enviado.

domingo, 11 de noviembre de 2012

Telegramas para todos




Telegramas para Todos


“En 2001 la consigna fue `que se vayan todos´. Ahora parece ser `que aparezca alguien´”. Carlos Pagni


Ya pasó una de las fechas más gravitantes para el futuro de la Argentina (http://www.youtube.com/watch?v=xH9u4smQ8EY) y es hora de sacar algunas conclusiones sobre qué fue lo que realmente dijo el 8N, así como de imaginar cómo reaccionarán los destinatarios de esos dichos. Las multitudes que coparon calles, plazas y avenidas del país enviaron claros telegramas para todos los que, en unas filas o en otras, hoy se destacan en el pobrísimo escenario político.

Los primeros en recibirlos –y rechazarlos- fueron, obviamente, Anímal Fernández, Cafre D´Elía, Hijitus Abal Medina, Chimango Larroque y hasta Sir Laclau, quienes se agotaron tratando de desacreditar y ningunear una protesta entonces futura. Doña Cristina recibió varios, todos ellos reclamando República e instituciones, sobre todo Justicia; al recorrer toda la concentración, pude ver y hablar con muchos manifestantes y encontré en ellos ese común denominador. Lamentablemente, el mismo viernes demostró que se había negado a recibirlos.

Nuestra egregia Presidente, con formas chocantemente chabacanas y ordinarias, literalmente desconoció el hecho mismo; prefirió mencionar como lo más relevante sucedido el jueves las elecciones en el Partido Comunista chino. Evidentemente, la señora hace gala de su desprecio por la ciudadanía y, sobre todo, de esa parte importante de ella que reventó las calles con respeto y alegría.

El viernes el propio Juez Griesa le envió otro telegrama; harto de los dichos presidenciales, intimó a la Argentina a presentar un plan de pago a los holdouts antes del 16N, so pena de imponerlo el 2D y enviar al país a un nuevo default; además, le hizo una severa advertencia acerca de la pretensión de desconocer los fallos de los tribunales norteamericanos, elegidos por don Néstor (q.e.p.d.) para dirimir las cuestiones “bonísticas”, informándole que se tomarían severas medidas económicas en nuestra contra. Espero que no rechace el envío mientras se pregunta: “¿qué le hace una mancha más al tigre?”, básicamente porque ya Argentina no es siquiera un gato en el mundo. También anhelo que no declare la guerra a Ghana por la ubicación de la fragata “Libertad”; los novecientos metros que separan un lugar del otro son, por cierto, un tema más que menor dentro de un panorama especialmente complicado.

Los miembros de la oposición, que han demostrado tener una concepción tan infantil de la política y, como consecuencia de ello, actúan por turno como idiotas útiles, no deberían negarse a recibir los telegramas que les enviara la multitud; la frase que encabeza esta nota fue, seguramente, parte del texto.  La rabia y la desilusión de la ciudadanía, que viene de muy larga data, no permitieron corregir la dirección de la protesta, pese a las buenas noticias que significaron, en las dos últimas semanas, los compromisos firmados por senadores y diputados que invalidan cualquier tentativa de modificar la Constitución, al menos hasta las elecciones de 2013, tan lejanas.

Hoy, con todos los peligros que ello implica, lo real es que la Argentina, sobre todo sus clases medias, está buscando desesperadamente el nacimiento de un nuevo liderazgo en el cual confiar y, a la vez, al que pueda controlar. En la situación actual de magma que vive nuestra sociedad –del cual sólo se exceptúa el núcleo duro del cristinismo, formado por gente convencida pero, también, por delincuentes que temen perder libertad y patrimonio- cualquier ciudadano que pueda exhibir un curriculum, y no un prontuario, puede convertirse en la expresión genuina de esa voluntad de retornar a la Constitución, al federalismo, a la Justicia y del hartazgo de la inseguridad, de la inflación, de la mentira, del permanente recorte a las libertades individuales, de la arbitrariedad, del despotismo y, en general, del desmadre en que el Gobierno ha sumido al país.

A partir del jueves pasado, se abren nuevos interrogantes en la demencial batalla que lleva adelante la Casa Rosada contra Clarín porque, como dije en alguna nota anterior, la masividad de la protesta puede derivar en una defensa cívica al derecho a elegir que esta guerra, que a nadie interesa, pretende conculcar. No necesito repetir que no tengo por ese grupo mediático simpatía alguna, ya que fue cómplice del poder hasta la crisis del campo, pero exijo se respete mi derecho a elegir, y estoy dispuesto a pelear para que nadie me lo quite.

Si el Gobierno pretende ignorar, una vez más, el reclamo ciudadano en tal sentido, pondrá definitivamente en juego la escasa paz social que su vocación divisoria aún permite. Los argentinos que nacimos hasta 1960 tenemos perfectamente en claro a qué nos están llevando, y cuánta sangre correrá entonces, porque tenemos fresca esa memoria, a contramano de la reescritura de la historia que ha llevado adelante desde mayo de 2003.

Para concluir, también fueron destinatarios de sendos telegramas los jueces, en especial los ministros de la Corte Suprema. En estos días, apareció una solicitada firmada por grandes personalidades, muchas de ellas amigos míos. No la suscribí porque tengo enormes reparos contra los miembros de nuestro Poder Judicial. El Tribunal supremo, sin que ninguno de sus otros miembros se sienta obligado a renunciar por ello, mantiene en su seno a un Juez dueño de prostíbulos y evasor de impuestos, y ha reelegido como Presidente a alguien que, a despecho del progreso de la humanidad en la materia, se ha puesto de acuerdo públicamente con los Kirchner para terminar con todos los principios de derecho que hacen posible la convivencia en las sociedades: el de inocencia, el de legalidad, el de juez natural, el de irretroactividad de la ley penal, el de no juzgar dos veces por el mismo delito, el de igualdad ante la ley. Mi rechazo moral también se vincula con la notoria complicidad de la Corte con las aberraciones que, diariamente, cometen la Presidente, sus ministros y sus funcionarios, que ignoran las sentencias que no condicen con sus deseos, que persiguen impunemente a los jueces probos y alquilan la voluntad de los corruptos, y que han terminado con la republicana división de poderes.

Contra toda esperanza, esperé que la Presidente entendiera el mensaje de la calle: “Cristina, dejá el micrófono y ponete los auriculares”. Tristemente no lo hizo y, otra vez, la tragedia se cernirá sobre la Argentina, y el juicio de la Historia, al que dice ser afecta, resultará inapelable.



domingo, 4 de noviembre de 2012

Derrapes y derrumbes




Derrapes y Derrumbes


“¿Pero saben qué? Les tengo una muy mala noticia: ¡vamos a pagar!, ¡vamos a pagar con dólares!”
Cristina Fernández de Kirchner


Evidentemente, cuando el miércoles pasado escribí mi extemporánea nota y califiqué al Gobierno como “prohibido para menores de 18 años”, me quedé muy corto, ya que el inmundo ataque al Poder Judicial continuó agravándose, dejándonos sin República.

Por otra parte, y una vez más, la señora Presidente me hizo recuperar la capacidad de asombro, el jueves, por la recargada cadena nacional, cuando  nos espetó uno de sus discursos más significativos. Derrapó tanto, se salió tantas veces de la pista que quedé anonadado, porque creo que doña Cristina está, como mínimo, muy cansada y estresada y que, en estas condiciones, resulta incapaz de administrar el Estado, especialmente cuando ha concentrado todo el poder en sus manos.

Además de la inexplicable frase que encabeza este artículo, hubo dos párrafos memorables: “Porque yo digo: ¿Cuánto más quieren? ¿Cuántos bifes se pueden comer por día? ¿En cuántos autos andan al mismo tiempo? ¿En cuántas casas viven al mismo tiempo?”. Quien pronunció esas sabias palabras es, ni más ni menos, una de las personas inexplicablemente más ricas de esta República, a la cual demuele todos los días en pos de una eternidad que, gracias a Dios, ahora sabemos que le será negada. Esta señora, que organizó (o formó parte esencial) de una asociación ilícita creada para saquear las arcas estatales, ¿cómo se atreve a expresarse de ese modo? ¿No recuerda los fondos de Santa Cruz, la pérdida buscada de las reservas de gas y petróleo para obligar a Repsol a regalarle el 25% de YPF, el robo de los subsidios que causó la muerte de tantos compatriotas, los negociados con Chávez, su sociedad –por acción u omisión- con los narcotraficantes y tantos otros hitos de su gesta libertaria? Esas mismas preguntas retóricas que hizo desde el sacrosanto púlpito al que se encarama tan seguido, obviamente podrían serle formuladas a una persona con tantos inmuebles, con tantos hoteles, con tanto efectivo, con tantos diamantes y relojes, con tantos autos … ¿Para qué quiere más, si ya ha robado una fortuna capaz de sustentar por generaciones a su inútil descendencia?

Pero donde la cara de piedra presidencial alcanzó su cima djo: “… y los otros, los fondos buitres, que ni siquiera tributan en Estados Unidos, esos son los que quieren ser favorecidos. ¿Y por qué? Porque aportan a campañas … de partidos políticos. Eso aquí sería un escándalo y tendría preso al dirigente político que se le hubiera comprobado que tal persona le aportó tal cantidad de dinero y que, por eso, presiona para obtener tal o cual favor”. La alienación de doña Cristina reviste características tales que permiten confirmar cuanto dije más arriba, porque quien pronunció esas palabras fue la misma cuya campaña recibió las valijas de Antonini Wilson y los cheques de los laboratorios que robaban al Pami y a la Anses, amén de matar a muchos en el camino. Es claro que coincido con ella en que alguien que procede así debe estar preso; lo absurdo es que no crea que le cabe el sayo.

¿Para quién habla como lo hace? ¿No se ha dado cuenta que, pese a la decadencia de nuestra educación pública, aún pensamos? ¿Por qué nos falta el respeto todos los días mintiendo descaradamente? La tregua concedida a Peralta, tan jaqueado por La Cámpora recientemente, tal vez se deba a la cantidad de verdades que el Gobernador de Santa Cruz debe tener bien guardadas en “carpetas” que pueden convertirse en peligrosos misiles.

El jueves próximo, la ciudadanía saldrá a las calles –el propio Gobierno estima una gigantesca concurrencia- a iniciar un derrotero de muy difícil pronóstico, ya que conlleva críticas a todo el arco político, oficialista y opositor. La visión de multitudes contrastará, sin dudas, con la magra asistencia que logró el acto principal del segundo aniversario de la muerte de don Néstor (q.e.p.d.), en Parque Lezama, cuanto no llegaron a ser tres mil quienes escucharon a Carta Abierta; sucede que, en el oficialismo, la militancia siempre es rentada –con enormes sueldos o famélicos “choripanes”- y hoy no hay demasiados fondos para sustentarla.

La semana cerró con una nueva y triste curiosidad. Aparentemente, la Canciller de Sudáfrica alertó a nuestro Gobierno que la corbeta Espora, que se encuentra en Ciudad del Cabo en reparaciones –falta de mantenimiento adecuado- podría ser objeto de un embargo similar al que afecta a la fragata “Libertad” en Ghana. Debo confesar que me parece un poco rara la forma en que fue brindada la información; es más, mucho me temo que ya ha sido trabada su salida de puerto. Si esto fuera cierto, el estruendoso silencio -un oxímoron de Jorge Asis- con que la Unasur y el propio Mercosur han acompañado la insólita batalla de nuestra Presidente contra la “conspiración mediática e internacional” adquiriría aún mayor gravedad, porque resultará obvio que ya hemos perdido toda importancia en el concierto mundial y que no merecemos, siquiera, que se nos muestre una retórica solidaridad. ¡Qué derrumbe hemos sufrido!