Locos
y Bobos
“La democracia debe ser algo más que dos lobos y una oveja
votando sobre qué se debe cenar”. James Bovard
El
discurso que la señora Presidente brindó mientras compartía ayer un almuerzo
con Ollanta Humala, su par del Perú, incluyó un pasaje por demás asombroso. Me
refiero, obviamente, a la pretensión de crear un standard latinoamericano para las inversiones extranjeras, de modo
de hacer que las condiciones resulten iguales para éstas, cualquiera sea el
país al que se dirijan. Que esa propuesta haya sido formulada por la pseudo
emperatriz de un país que está sexto –después de Brasil, México, Colombia,
Chile y el propio Perú-, a pesar de tu tamaño y de su PBI, en las preferencias
de los inversores, que está al borde de un nuevo default técnico, que desconoce
los compromisos asumidos por su actual gobierno, que reniega de todos sus pactos
internacionales, que no tiene una Justicia independiente, que mantiene impagos
a quienes no entraron en los canjes de deuda, a los acreedores que obtuvieron
sentencias en el CIADI y al Club de Paris, resulta, francamente, ridículo.
¿Pretende,
doña Cristina, que todo Latinoamérica, que continúa creciendo a pesar de las
innegables crisis que afectan al mundo globalizado, se coloquen a la par de la
Argentina frente a los inversores externos? Sólo los efluvios que puedan
haberle provocado la medicación que recibe –ya que no puede ser el alcohol
servido en el ágape, pues es abstemia- pudieron hacerle decir esta estupidez
sin nombre. ¿Ignora que todos los países nombrados también ponen cepo al dólar,
pero para que no entren en demasía y no para evitar que se vayan? ¿No sabe que,
en la calificación internacional, todos ellos, y también Uruguay, han recibido
el codiciado “investment grade”,
mientras que la Argentina es considerada absolutamente indeseable?
¿Qué
quiso hacerle creer a Humala? ¿Qué dirá en la reunión de Unasur en Lima?
Recordemos que no ha conseguido obtener, de parte de nuestros vecinos, la más
mínima solidaridad en el tema de la fragata Libertad, aún retenida por los
Tribunales de Ghana, y que la corbeta Espora sigue varada en Sudáfrica.
Mal que
le pese a la viuda de Kirchner, estamos rodeados de países que se comportan
seriamente en su relación con el mundo, y no adoptan posturas de adolescentes
caprichosos. Hasta Bolivia, que ha expropiado innumerables empresas, pero por
las cuales ha pagado el precio, cuando salió a buscar US$ 500 millones a veinte
años, recibió ofertas por US$ 5.000 millones, y a una tasa de 4,5% anual,
mientras que la Argentina, si manifestara igual deseo, debería pagar hoy casi
el 20% de interés.
En esas
condiciones de desastre generalizado, ¿cree doña Cristina que los mandatarios
de los países a los que habla ignoran qué sucede aquí? ¿Verdaderamente piensa
que se informan a través de “6, 7, 8” o de “Página 12” y “Tiempo Argentino”? ¿Supone,
por ventura, que esos presidentes sacrificarán sus verdaderas “décadas ganadas”
para priorizar su relación con ella? Si fuera así, si estuviera convencida
realmente de lo que dice, entonces estaríamos mucho peor aún, ya que nuestros
destinos estarían en manos de una demente.
Desde la
otra trinchera de esta guerra que hoy ocupa todos los titulares, y que no
reviste interés alguno para la ciudadanía en general, la conducta del grupo
Clarín también me ha asombrado. La inclusión de periodistas entre los imputados
de instigar a la violencia fue una estupidez sin nombre, en un momento en que
los profesionales de la información están tan sensibilizados. No importa que el
Gobierno haga lo propio todos los días, tolerando calladamente que doña Hebe
Bonafini escenifique “juicios populares” en Plaza de Mayo a quienes disienten,
desde sus columnas, con el relato oficial o que haya empapelado Buenos Aires
con afiches y fotografías de esos disidentes, a los cuales se invitaba a niños
a escupir y adoptado tantas otras actitudes dignas de Goebbels. Pero el señor
Magnetto debiera saber que no se combate a los caníbales comiéndoselos.
Otra gansada
fue copar un acto ciudadano como el que ayer había sido previsto –el abrazo al
Palacio de Tribunales- con camionetas y personal uniformado de Cablevisión y
Fibertel. Estuve allí, y sé de qué hablo; tanta fue mi indignación que,
acompañado por otros muchos, me retiré tempranamente. Si temía el grupo Clarín
una concurrencia poco numerosa, le hubiera bastado con invitar a su personal a
hacerse presente, pero “de civil”, porque –como he dicho muchas veces- los
argentinos no están a favor de Magnetto y de su imperio, gran cómplice de este
gobierno de delincuentes, sino que lucho, y seguirá haciéndolo, por su
inalienable derecho a elegir.
No quiero
extenderme más, y dejaré aquí esta nota. Los dos problemas acuciantes de la
Argentina de hoy –la posibilidad de actos de violencia en los días siguientes
al 7D y los fallos norteamericanos sobre la deuda- deberán quedar para mi nota
del domingo.
Bs.As.,
28 Nov 12
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