Chapaleando
en el Barro
"Nos aguarda una inmensa tarea. Tenemos que librar
una lucha sin cuartel contra el atraso, el estancamiento, el desánimo y la
desesperanza. Tenemos que extirpar hasta sus raíces la ignorancia, la miseria,
la enfermedad y el miedo al futuro. Tenemos que vencer, porque esta lucha sin
cuartel la hemos de librar en nombre de la justicia y de la libertad".
Arturo Frondizi
Resultaron
impactantes las imágenes que, provenientes de Río Gallegos, el reducto de la
familia Kirchner, llegaron el jueves a las redacciones periodísticas y a las
redes sociales. Más allá del habitual clientelismo, representado esta vez por
muchos camiones repletos de heladeras, lavarropas y cocinas, para regalar y
seducir a los votantes, llamó la atención el verdadero blindaje que, con la
Gendarmería, se impuso en la ciudad, tapada de basura por la huelga de los
empleados municipales, para proteger a la Presidente del descontento popular. La
semana pasada me preguntaba qué hará Cristina, por dónde caminará, cuando deje
el poder, por las buenas o por las malas; el haber necesitado adoptar todas
esas precauciones en su propio territorio incrementa las dudas. Tampoco fue un
dato menor que el acto en cuestión se haya hecho en un gimnasio cubierto, de
escasa capacidad, ya que demostró cuán pocos seguidores tiene allí esta enorme
asociación ilícita.
En
especial sorprendió al comparar esa situación con lo ocurrido el domingo pasado
en la ciudad de Buenos Aires, cuando el PRO, en el gobierno desde hace ocho
años, logró imponerse al resto de las fuerzas políticas, ya que se enfrentó a
la totalidad de los partidos, incluyendo obviamente al ¿Frente para la Qué?
pero también a algunos de los integrantes más conspicuos del espacio Cambiemos,
en una suerte de reedición de la Unión Democrática que compitió con Perón por
su primera presidencia.
El joven
Lousteau quedó chapaleando en el barro porque, amén de decirse dueño de los
votos ajenos que lo acompañaron para intentar en vano frenar el triunfo de
Rodríguez Larreta, rompió las reglas del espacio que integra al declarar que,
si Macri se impusiera en las PASO sobre Sanz y Carrió, votaría a su competidora
Stolbizer. Si de potrillo se porta así, ¿qué se puede esperar de él más que de
cualquier otro político del tradicional montón?
También
resultó patética la imagen de Mariano Recalde, ese aspirante K desaparecido en
la primera vuelta, festejando los presuntos apuros del PRO, en el mismo momento
en que Aerolíneas Argentinas, la empresa que preside y que nos cuesta dos
millones de dólares diarios, cancelaba cientos de vuelos y dejaba en tierra a
decenas de miles de pasajeros, en plenas vacaciones de invierno; sólo la mansedumbre
corderil de los argentinos impidió que incendiaran las terminales aéreas. La
razón de ese aquelarre fue la sobreexigencia previa a las tripulaciones, para
evitar problemas al presidente-candidato durante el período preelectoral
capitalino y la conducción tan poco profesional de la compañía, entregada a los
inexpertos jóvenes, pero ya avezados ladrones, de La Cámpora.
El
¿Frente para la Qué? sigue poniendo su enorme aparato, financiado por todos,
para vender la idea de "ya ganó". Jorge Giacobbe analizó los
resultados de las elecciones de todo tipo celebradas hasta ahora -41% del
padrón- y demostró que la colecta oficialista llegó al 32%. Para llegar a ese
porcentaje, le adjudicó todos los votos de Perotti (Santa Fe), Bermejo
(Mendoza) y Urtubey (Salta), y creo que con ello lo exageró, pues contenían
votos del PJ no K que, quizás, no acompañen ahora a Scioli.
El Gobernador
(¿dónde está su declaración jurada de bienes?), que pretende suceder a su jefa,
no tiene la vida demasiado fácil, ya que la noble viuda se ha autodesignado
jefe de su campaña, pierde votos cuando ésta habla por cadena y está obligado a
"cristinizar" su discurso cada día más. A la imposición de Zannini
como ladero en la fórmula, con el perjuicio que le trae aparejado el connubio
con el autor intelectual de todos los mamarrachos en que los Kirchner
convirtieron a las instituciones republicanas, se sumaron los problemas en la
economía que Kiciloff, otro groucho-marxista, esperaba, con enorme ingenuidad,
que sólo estallaran el año próximo. En este sentido, el fuerte impacto de los
dichos de Antonio Caló, jefe de la CGT oficialista, al reconocer que el nuevo
salario mínimo, festejado por el Gobierno como un logro, no alcanza para cubrir
las necesidades mínimas, el campo en ebullición, las fábricas que cierran y los
cada vez mayores piquetes sólo pueden augurar nuevos conflictos en lo inmediato.
Siempre,
en épocas preelectorales, los argentinos tienden a cubrirse comprando dólares
pero esta vez, por haberse enterado de la falta de divisas en el Banco Central,
en especial por la necesidad de pagar US$ 6.000 millones por un bono, se aceleró
el proceso y llevó al dólar blue a
superar al ¿libre? por 60%. La desesperación del Gobierno fue tal que vendió bonos
dolarizados, de la ANSES, a menor valor que el que pagaba el mercado para
frenarlo; esa maniobra, que defrauda a los jubilados, ya es un hábito de esta
administración.
Por lo
demás, la estanflación en que nos encontramos y la magnitud del gasto y de la
emisión monetaria, incrementados a niveles demenciales por las necesidades
proselitistas del kirchnerismo, obligó a suspender todas las obras públicas,
para desazón de los candidatos locales, que las usan habitualmente como
propaganda electoral.
Tampoco
parece que puedan aparecer buenos vientos para las velas sciolistas desde el
exterior, ya que el deterioro del superávit comercial -única fuente genuina de
divisas- supera al de principios de la década anterior, cuando los precios de
las commodities eran menos de la
mitad de los actuales. Brasil, nuestro principal socio comercial, está sumido
en una crisis institucional (podría llevar a la destitución de Dilma Rousseff
por utilizar la misma "contabilidad creativa" a la que este Gobierno
es tan afecto) y económica que lo ha hecho entrar en recesión, y China,
comprador tradicional de nuestros productos primarios, ha desacelerado
fuertemente su crecimiento y, consecuentemente, su demanda. No creo que la
visita de Scioli a Cuba -¿a qué habrá ido?- ni la promesa de Raúl Castro, un reconocido
paladín de los derechos humanos, de concurrir a su eventual asunción como
Presidente en diciembre, contribuyan a ese fin que tanto anhela.
En
resumen, sigo creyendo que habrá ballotage en octubre, y que se repetirá ahora
lo sucedido en 2003, cuando Carlos Menem renunció a participar en el ballotage porque
sabía que no obtendría un voto más. Así Macri, tal vez a pesar suyo, será el
próximo Presidente, salvo que el diablo -vía fraude o violencia- meta la cola;
sería todo un gesto republicano que las fuerzas opositoras se comprometieran a
que sus propios fiscales vigilarán las urnas en beneficio de las demás.
Me queda,
sin embargo, una grave preocupación: si la corrupción desaforada del Gobierno
es por todos conocida, si la pobreza y la indigencia superan el 28%, si la
economía se cae a pedazos y el Banco Central está quebrado, si en el Conurbano
siguen faltando cloacas y agua potable, si se sabe el estado calamitoso de la
educación y la salud públicas, si las villas de emergencia se han decuplicado,
si la violencia y el narcotráfico se han apoderado del país, si es notorio el
colapso de la infraestructura de comunicaciones, transporte y energía, ¿en qué
clase de sociedad nos hemos convertido como para que el oficialismo conserve un
tercio de aprobación?
Frondizi
pronunció el discurso que integra el párrafo citado cuando ganó las elecciones,
luego de la Revolución Libertadora, que había derrocado a Perón tres años
antes. Ese lapso fue, tal vez, la época en que la sociedad argentina estuvo más
brutalmente enfrentada, hasta la llegada del kirchnerismo al poder. Entre las
catástrofes que éste legará a su sucesor, tal vez la más dramática sea la
grieta social, que costará mucho suturar.
Es hora
de comprometerse, de reconstruir y de curar; de regresar al camino que nos
marcaron quienes hicieron de nuestro país un verdadero orgullo para sus habitantes:
un país que fue, por algunas décadas, un faro que iluminó, con su cultura y su
desarrollo, a toda América Latina. Venezuela y Brasil ya nos lo están señalando
la ruta, aunque les esté costando sangre, sudor y lágrimas recuperar la
decencia y la libertad perdidas. Entre otros, Alberdi, Sarmiento y Vélez Sarsfield
se preguntan: ¿serán capaces los argentinos actuales?
Bs.As.,
26 Jul 15
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