viernes, 27 de mayo de 2022

¿Llegará?

 


 

¿Llegará?

Por Enrique Guillermo Avogadro (Nota N° 839)

 

"Si quieres destruir un pueblo, envilece su moneda". Vladimir Ilich Uliánov, Lenin

 

Una vez más, el Gobierno, plagado de ignorantes ideologizados, atado a viejas recetas fracasadas y devastado por las peleas internas entre una muy escasa racionalidad –léase, Martín Guzmán, Ministro de Economía- y el fervoroso populismo del kirchnerismo duro, está implementando el “Plan Platita II” para conservar el bastión bonaerense y atrincherarse después de la derrota -que ya juzga irreversible- del año próximo, para las cuales carece de candidatos competitivos. Cuando creyó poder evitar la monumental paliza que, de todos modos, recibió en las elecciones legislativas de 2021 (perdió cinco millones de votos), con el “I” desató la inflación que hoy, anualizada, llega al 100%. Si la tendencia que han mostrado los primeros cuatro meses del año se mantiene, o sea, si la pérdida del poder adquisitivo del peso continúa en torno al 5% mensual, y nada indica que pueda cambiar, estaremos demasiado cerca de una nuevo incendio hiperinflacionario.

 

Si a ese cuadro dramático le agregamos la infernal bola de nieve de la deuda en pesos del Tesoro, casi totalmente atada a la inflación y a la cotización del dólar, la preocupación se traslada a los bancos, cuyos depósitos se retacean al sector privado pero se hunden en incobrables bonos gubernamentales, de lo cual da cuenta el altísimo “riesgo país” de la Argentina, que ronda los 2000 puntos. La más que magra acumulación de reservas, precisamente durante el período en que se producen las mayores liquidaciones de divisas, confirma que el autopercibido Presidente-a-Ratos y sus inefables “funcionarios que no funcionan” no tienen demasiadas herramientas para corregir el rumbo de colisión o apagar el fuego.

 

Como dijo Miguel Angel Broda, “estamos ante la mayor mala praxis económica de la historia nacional”. Los renovados castigos que así sufrirá el dañado tejido social pondrán a la tan empobrecida y aterrada ciudadanía en estado de histeria y, aún siendo naturalmente pasiva, tal vez entonces estalle, con consecuencias inimaginables. 

 

Lo descripto lleva a pensar si Alberto Fernández podrá llegar, aunque sea con muletas, al final de su mandato. Pese al fuego graneado que recibe diariamente desde La Cámpora, no creo que los aullantes militantes de esa banda aspiren a su renuncia sino sólo a que rinda sus desflecadas e imaginarias banderas pero, en algún momento, la visible patología que lo afecta puede llevarlo a tirar todo por la borda. Yo preferiría que terminara su período constitucional, demostrara finalmente cuán inútil y perverso es el kirchnerismo y lo convierta así en un objeto más del penoso inventario histórico nacional.

 

El segundo problemón que angustia a la sociedad es la inseguridad cotidiana, derivada en la mayoría de los casos violentos del consumo de drogas, es decir, del narcotráfico. El huracán que asola a Rosario es el más notorio, pero no es menor, aunque menos visible, en el resto de los conurbanos del país. Todo se agravará porque las autoridades federales, cómplices y socias de los grandes cárteles, se niegan a implementar una política seria para combatir ese duro flagelo, la Justicia es cobarde o corrupta, la policía está comprada o asociada al narcomenudeo y las pocas penas que se dictan se cumplen en cárceles transformadas en hoteles con televisión, teléfonos fijos y celulares y otros lujos, que permiten a los criminales continuar su infame comercio desde adentro.

 

Es un tema sumamente complicado, porque las grandes bandas disponen de enorme cantidad de dinero en efectivo, lo cual les permite no sólo adquirir un armamento que supera al que el Estado provee a las fuerzas de seguridad sino, literalmente, comprar a legisladores, jueces, fiscales, policías y penitenciarios, casi todos ellos muy mal pagos. Una derivación de esa situación se vincula a la escasez y superpoblación en las cárceles federales, muchas inseguras, lo cual obliga a que muchos delincuentes peligrosos transiten sus detenciones en comisarías locales.

 

Ese último aspecto, al menos, podría ser resuelto rápidamente aún en una situación presupuestaria tan grave como la que vivimos. La solución es construir, en medio de la Patagonia y a suficiente distancia de cualquier lugar poblado, grandes y seguros establecimientos carcelarios, que serían edificados y administrados por inversores privados, a los cuales se les pagaría por esa “hotelería”, reservando la custodia y la seguridad al Servicio Penitenciario, rotando mensualmente al personal para evitar “contagios”. Por supuesto, podrían dedicarse a ese fin los diez mil millones de pesos anuales que gasta el inútil Ministerio de Igualdad, Género y Diversidad, que sólo se ocupa, según el reciente censo, del 0,12% de los habitantes. Una vez habilitados, se alojaría en ellos a los jefes narcos y a los condenados por corrupción, por trata de personas y otros graves delitos federales; tal vez, lo gravoso del aislamiento al que se expondrían permita disuadir a los delincuentes.

 

Y la miscelánea en que se ha transformado esta pretenciosa nota llega así a la percepción social de la impunidad que ampara a la corrupción por la “matusalénica” duración de los procesos. En primer término, corresponde señalar que las convenciones internacionales que Argentina ha suscripto sólo exigen el doble conforme en las condenas; traducido: si un Tribunal Oral Federal considera culpable a alguien y establece la pena que debe cumplir, esa sentencia debe ser revisada por una instancia superior, en este caso la Cámara Federal de Casación Penal y, si ésta la confirma, el condenado debería ingresar de inmediato a la cárcel. Sin embargo, se ha desnaturalizado tanto la función de la Corte Suprema que, en la práctica, se ha transformado en una tercera instancia para quejarse y, mientras decide si acepta o no el recurso o no, el sancionado continúa en libertad; la verdadera función del alto Tribunal es, eventualmente, sólo revisar la legalidad de las sentencias, no las pruebas del proceso.

 

Para concluir, una breve referencia a la nefasta conducción de la Cancillería que, entre los muchos males que acarrea su errática conducta por la manía por “hablarse encima” del Presidente, permite que un condenado a ocho años de prisión por robar dinero público, el ex Gobernador de Entre Ríos, Sergio Uribarri, continúe usufructuando el cargo de Embajador ante Israel, al cual renunciara tras el fallo que derivó en la fulminante destitución de la Fiscal Cecilia Goyeneche por obtenerlo, y que haya encabezado la celebración del 25 de Mayo patrio en Tel Aviv.

 

Bs.As., 28 May 22

viernes, 20 de mayo de 2022

Lodos apestosos

 


Lodos apestosos

por Enrique Guillermo Avogadro (Nota N° 838)

 

Si arrastré por este mundo la vergüenza

 de haber sido y el dolor de ya no ser”.

 Alfredo Lepera

 

Que la argentina es una sociedad hipócrita y cínica no es, a esta altura, novedad alguna; además, está tan inmersa en las tragedias derivadas de la acelerada depreciación de su moneda, la pobreza generalizada y la cotidiana inseguridad, que ni siquiera se conmueve ante cataclismos institucionales que, en otra época, la hubieran conmovido a punto tal de echarse a las calles a manifestar sus reclamos. Hoy, y tal vez haya que agradecerlo, sólo expresa su descontento ante los encuestadores.

 

Esa pasividad, por ejemplo, ha permitido que se dinamiten todos los valores culturales con las políticas de género, la difusión del lenguaje “inclusivo” y, sobre todo, con la condescendencia hacia aberraciones que, expuestas como naturales en la televisión más abyecta, parecían identificar a un número significativo de los ciudadanos. Ese relato tan destructivo, al cual se sostiene con ministerios y organismos especializados que cuestan fortunas al erario público, se cayó cuando fueron difundidas las cifras provisionales del Censo 2022: sólo el 0,12% (56.793) de los 47,3 millones de habitantes se identificó con categorías distintas a “hombre” o “mujer” . 

 

Si bien ha habido alguna repercusión en los medios y en las redes, me parece que los argentinos, no hemos tomado correcta dimensión de la gravedad de lo que está ocurriendo en Entre Ríos; en realidad, sólo ha sido un botón de muestra, grande por cierto, de lo que sucede en el ámbito de la Justicia en nuestro país, en especial en los tradicionales feudos provinciales del norte y del sur. La Viceprocuradora de esa provincia, a cargo de la fiscalía que investiga la corrupción política, Cecilia Goyeneche, obtuvo hace poco la inédita condena a prisión del ex-Gobernador y Embajador en Israel cuando se dictó la sentencia, Sergio Uribarri, por ser, simplemente, un ladrón que robó a espuertas para enriquecerse y financiar sus apetencias electorales; renunció a su cargo pero, por esas curiosidades que tanto abundan entre nosotros, continúa viviendo en la residencia diplomática.

 

En esa gran defraudación –US$ 53 millones- tuvo la complicidad de un sinnúmero de funcionarios y políticos, algunos de los cuales también resultaron condenados. Obviamente, eso indignó a la “casta” provincial, como la estigmatiza Javier Milei, y se desató una salvaje persecución a la corajuda Goyeneche. A una velocidad nunca vista, se formó un jury de enjuiciamiento con la clarísima intención de destituir a la fiscal en cuestión.

 

Ésta llegó a la Corte Suprema nacional, que ordenó al Superior Tribunal de Entre Ríos dictar un nuevo pronunciamiento; sin embargo, fue desoída, el amañado proceso siguió y el jury seguramente la destituirá. Si bien podrá volver a la Corte con su queja, debemos recordar qué sucedió en el caso del Procurador Eduardo Sosa, que pretendía investigar la definitiva desaparición de los famosos “fondos de Santa Cruz”, despedido por el entonces Gobernador Néstor Kirchner con el simple método de suprimir el cargo; el alto Tribunal federal ordenó varias veces su reposición, pero nunca fue obedecido y no hubo castigo alguno para el fundador de la dinastía saqueadora y de la organización ilícita que nos gobierna hace veinte años.

 

En el fondo, nada debería sorprendernos. El inefable y vitalicio Gobernador de Formosa, Gildo Insfrán, contrató a Old Found, una empresa recién creada por Alejandro Vanderbroele, para asesorarlo en la renegociación de la deuda provincial con el Estado nacional, cuando era Ministro de Economía Amado Boudou, verdadero dueño de la compañía. El monto de la factura que cobró su testaferro, cerca de US$ 8.000.000, los usó el luego Vicepresidente, para hacerse de la máquina de imprimir billetes. La denuncia contra todos ellos terminó en los tribunales de Formosa, que los sobreseyó por inexistencia de delito. Y en la Provincia de Santa Fe hay un caso paradigmático: el del Senador provincial Armando Traferri, a quien protegen sus pares, acusado por sus relaciones con la banda de Los Monos, que está asesinando a Rosario, y a los grandes popes del juego clandestino.

 

Mientras la impunidad más repugnante sigue beneficiando a los ladrones y corruptos, cientos de militares ancianos, elegidos por esa misma sociedad que tanto les rogó actuar y hoy lo niega, perseguidos por la inmunda venganza de los terroristas de los 70’s encaramados en la administración pública y en los organismos de derechos humanos corrompidos por los Kirchner con dinero estatal, se pudren literalmente en cárceles de todo el país, condenados en juicios realizados con pruebas claramente amañadas (testigos con memoria “construida colectivamente”, con impedimento a la repregunta por el riesgo de “revictimización”, con identificaciones de imputados por el tono de voz o el aspecto físico más de cuarenta años después de los hechos, etc,).

 

A estos soldados, a los cuales se niegan todos los derechos que son la base del sistema jurídico de Occidente (principio de inocencia, juez natural, irretroactividad de la ley penal, ley más benigna, limitación a la prisiones preventivas que, en muchos casos, superan los 15 años), se los mantuvo en la cárcel, pese a las graves patologías que padecen en razón de su edad y que los matan como moscas, mientras se liberaba a miles de asesinos y violadores con la excusa de la pandemia Covid.

 

Bs.As., 21 May 22

viernes, 13 de mayo de 2022

¿Otro cuento chino de la Putina?

 



 

¿Otro cuento chino de la Putina?

por Enrique Guillermo Avogadro (Nota N° 837)

 

“Si haces que los adversarios no sepan el lugar y

 la fecha de la batalla, siempre puedes vencer”.

 Sun Tsu

 

Antes de entrar en materia, me parece oportuno recordar a Cristina Fernández, que hizo una rara apología del régimen capitalista de partido único de China, que allí a los corruptos literalmente los matan; como quizás lo ignore, le recomendaría no pensar en Beijing o Shanghai como exilios dorados, no vaya a ser que pase a engrosar la lista de condenados. Y también que su mentor, Vladimir Putin, además de vendernos carísimas y mundialmente rechazadas vacunas que tantos negociados permitieron a funcionarios y dueños de laboratorios argentinos, sencillamente asesina, en cualquier país, a sus ex-cómplices en el saqueo monumental que siguió a la implosión de la Unión Soviética. ¡Otro eventual refugio peligroso para ella!

 

Pero volvamos ahora a la mesa de arena nacional, en la cual Alberto Fernández, renovando sus patéticas credenciales como visitante oficial a Europa, modificó desvergonzadamente su posición geopolítica sobre la sangrienta invasión de Rusia a Ucrania e, inclusive, sobre China, habló públicamente de asuntos internos, criticó a la oposición, se disfrazó de rupturista con el kirchnerismo y anunció que aspira a la reeleción, de todo lo cual, como siempre, se arrepintió un día después. De todas maneras, ¿con qué capital intentaría repetir su mandato si su imagen y su intención de voto son aún más negativas, si cabe, que las de su jefa?

 

 Durante su periplo turístico e inútil llegó a afirmar que tendrían que irse los funcionarios que no se alinearan con su “política económica” (¿será lo mismo que el plan plurianual, tan anunciando como inexistente?), en especial los vinculados al área energética; éstos -el Secretario (Darío Martínez), el Subsecretario (Federico Basualdo) y los titulares de Enargas (Federico Bernal) y del ENRE (Soledad Manín), todos integrantes de La Cámpora, le respondieron ausentándose de las audiencias públicas donde se discutían los aumentos tarifarios de la luz y el gas. ¿Qué hará ahora el MemePresidente, que hace tiempo dejó colgado del pincel a su tan adorado Ministro de Economía, Martín Guzmán, cuando éste intentó expulsarlos del Gobierno?

 

El título de esta nota se refiere a una duda que me corroe: ¿otra vez Cristina Kirchner intentará vendernos gato por liebre? ¿Se están disfrazando ella y su pibe de los mandados de policía bueno y policía malo, como tantas veces han hecho? No tenemos que perder de vista un tema central: la amoralidad de la jefa de la asociación ilícita que nos gobierna (no digo “inmoralidad”, pues hacerlo supondría que sabe qué es la moral y prefiere faltar a sus mandatos, cuando en realidad ignora por completo qué significa). Tampoco es cuestión de desconocer su perversa, pero admirable, genialidad política, de la cual partir en dos el bloque oficialista en el Senado para robar a Luis Juez su silla en el Consejo de la Magistratura fue sólo el más reciente botón de muestra.

 

Si el enfrentamiento entre el MemePresidente y la PresidenteVice sólo fuera un nuevo truco de prestidigitación, Cristina tiene un aliado fundamental: Juntos por el Cambio. A pesar del denodado esfuerzo que están realizando las fundaciones que han armado los partidos que integran la alianza para preparar y consensuar planes de gobierno, las disputas públicas entre sus líderes, sobre todo porque se trata de aspiraciones personales para unas elecciones que ni siquiera tenemos la certeza de que se realizarán antes de un monumental estallido social, actúan como fuelles para aumentar el fuego electoral del oficialismo. Cuando digo esto, me refiero a que, con estos índices de inflación que, anualizados, ya superan el 80%, estamos peligrosamente cerca de una hiper; ¿resistirá esta sociedad, tan golpeada y con una inédita pobreza, volver a caer pacíficamente en ella?

 

En el breve espacio restante debo anotar dos hechos. El primero fue la actuación del Ministerio de Defensa en el pleito que los falsos mapuches iniciaron contra el Estado para quedarse con 180 hectáreas de la Escuela de Montaña del Ejército, donde dejó vencer el plazo de apelación y así dio firmeza al fallo que concedía ese disparate monumental. La asquerosa frutilla del ese postre la puso la vocera presidencial, Gabriela Cerruti, que reivindicó a los “pueblos originarios” calificando al Presidente Julio A. Roca como criminal por su Campaña al Desierto.

 

Esa actitud del Ministerio conducido por Jorge Taiana, con amplio pasado en las organizaciones subversivas financiadas y entrenadas por Cuba, Líbano y Argelia, que ensangrentaron a la Argentina en los 70’s, es un nuevo paso en el camino de venganza contra las fuerzas armadas que, si bien lleva casi cuarenta años, tomó trágico vuelo de la mano del fundador de la asociación ilícita claramente organizada por la familia Kirchner para saquear el país hasta la extenuación.

 

Y el segundo es la recomendación que hizo la Corte Suprema de la Provincia de Buenos Aires a los tribunales inferiores en el sentido de moderar la aplicación de las prisiones preventivas para aliviar la superpoblación en las cárceles y comisarías bonaerenses, con el argumento de que se trata de penas anticipadas. Más allá de enfrentarnos a una renovada “puerta giratoria” para incrementar los índices delictuales, pregunto a esos señores jueces qué opinión tienen sobre las prisiones preventivas que mantienen en la cárcel, por lapsos que superan los quince años, a los cientos de militares encausados porque “debieron saber lo que ocurría” y, a partir de esa suposición, haber violado los derechos humanos de los asesinos terroristas.

 

Bs.As., 14 May 22

 

 

 

 

sábado, 7 de mayo de 2022

"Argen-crania"

 



 

"Argen-crania"

por Enrique Guillermo Avogadro (Nota N° 836)

 

“Porque la fidelidad eterna es inhumana, y la traición, humana”. Jo Nesbø

 

Por primera vez, después de ochocientas treinta y seis semanas, no pude escribir mi columna y enviarla a tiempo; ayer a la madrugada, murió un amigo del alma, compañero desde los seis años en el colegio, en la universidad y socios en el estudio profesional, todo a lo largo de setenta años. Alejandro Maglione, que de él se trata, dejó un vacío enorme en nuestras vidas. Disculpas, entonces, por esta demora.

 

Reconozco que hacer un parangón entre lo que sucede en la Argentina y la criminal invasión de Rusia a Ucrania puede parecer de muy mal gusto, pero Cristina Kirchner imita a su admirado Vladimir Putin en sus bombardeos sobre la población civil, cuando ataca con sus milicias vociferantes al lamentable Alberto Fernández, el títere al que ella misma entronizara. Tal vez lo haga de modo menos luctuoso, aunque su rastro político está señalado por la sangre de muchos adversarios o confidentes, pero también aquí son los ciudadanos comunes quienes pagan la factura de la descarnada lucha en la cima del poder, y lo hacen con inflación, pobreza, falta de educación y de salud y, sobre todo, con la destrucción de cualquier sueño de progreso.

 

La virulencia de los embates que nuestra subdesarrollada emperatriz emprende cada día, sea a través de sus propias cartas públicas y tuiters, sea enviando a personajes tan siniestros como su hijo Máximo Kirchner, Hebe de Bonafini y Fernanda Vallejos a apretarlo e insultarlo sin piedad (lo llamaron “okupa” de la Casa de Gobierno-, son de tal magnitud que todos han comenzado a preguntarse qué busca en realidad. ¿Sólo la rendición incondicional del PresidenteMeme, entregando a sus ministros más preciados (Martín Guzmán, Matías Kulfas, Santiago Cafiero, Juan Zavaleta y Claudio Moroni) y aceptando la radicalización populista de su gobierno, o directamente su renuncia, como pidió Andrés Larroque?

 

Hasta hoy, pensaba que la respuesta sería la primera, ya que la otra implicaría que la Putina, al asumir la Presidencia, debiera pagar personalmente las consecuencias del estrepitoso fracaso de la gestión que ella misma provocara con sus vetos y sus quinta-columnistas, y preservarse en su bastión electoral –el Conurbano bonaerense- para ser candidata a Senadora el año próximo y, aunque fuera electa por la minoría, conservar sus fueros para evitar ir presa de inmediato. Pero ahora el panorama que las encuestas reflejan casi unánimemente sugieren que, por el avance hasta hace poco inimaginable de Javier Milei, el Frente de Todos (o como se llame entonces) podría quedar relegado a un tercer puesto allí.

 

Es cierto que, si dudara, siempre podría encabezar la lista de candidatos a Diputados que, aunque implique un demérito, la salvaría de ese dramático y casi seguro desenlace carcelario. Sin embargo, no debería olvidar que su cómplice, Julio de Vido, fue desaforado por sus pares y terminó en prisión; esa probabilidad, con la renovación de esa cámara que se producirá en diciembre de 2023, sería mayor.

 

Me sorprendió, por la falta de substancia real, el discurso político con que, disfrazado de clase magistral, nos ametralló Cristina Kirchner durante una hora y media desde Resistencia, Chaco; se había generado una gran expectativa política, porque todos suponíamos que lanzaría una bomba neutrónica sobre Alberto Fernández.

 

Sin embargo se limitó a reiterar sus tópicos habituales y los lugares comunes a los que nos tiene acostumbrados: la infinita genialidad de los gobiernos de su marido y de ella misma, su irresponsabilidad en el estado calamitoso en que se encuentra la Argentina pese a haberla gobernado durante dieciséis de los último veinte años, su “generosidad” al haber elegido a Alberto Fernández a pesar de cuánto había despotricado éste en su contra desde que dejó de ser su Jefe de Gabinete en 2008, la Corte Suprema y la Justicia que la persigue con su lawfare y la complicidad de los “medios concentrados”, la maldad de los empresarios y del carísimo FMI, la insensibilidad de la oposición al plantear ahora la necesidad de la boleta única electoral en lugar de preocuparse por los problemas reales de la ciudadanía, la enumeración de las habituales falsedades económicas y la tergiversación de la historia. Tal vez las únicas novedades fueron la desorbitada ponderación al capitalismo chino (olvidó que las vacunas que nos obligó a comprarle no funcionaron, como lo probó el aislamiento de Shanghai, como tampoco las rusas, de su aliado Putin) y, sobre todo, que incluyó en su descripción del desastre económico al actual gobierno, que ella diseñó, integra y torpedea sin pausa.

 

La semana próxima, con el MemePresidente ausente por un viaje meramente turístico que realizará a Alemania y España, la envejecida, pintarrajeada e impotente emperatriz estará a cargo del Ejecutivo. En ese período se conocerá el alto índice de inflación, que agravará el mal humor social y dará renovado aliento a las protestas, y se producirá la reputada “marcha federal piquetera”, que organizó la izquierda trotskista y paralizará a la ciudad de Buenos Aires durante tres días. ¿Qué hará ella al respecto, sentada en el sillón de Rivadavia, cuando miles de militantes ajenos al Frente de Todos/Unión Ciudadana –ese nuevo adefesio que inventó para birlar a la oposición un sitial en el Consejo de la Magistratura- estén frente a la Casa Rosada? Y con respecto a los ministros que tanto detesta, y ya que dispondrá de los resortes institucionales necesarios, ¿ordenará su inmediata cesantía?

 

Bs.As., 7 May 22