sábado, 29 de abril de 2017

Bifocalidad y Justicia



Bifocalidad y Justicia

"Un hombre común se maravilla ante las cosas poco corrientes; un hombre sabio se maravilla ante las cosas corrientes". Confucio

Si el pensador chino, que murió quinientos años antes de la era cristiana, hubiera llegado a conocer la Argentina, habría estado permanentemente maravillado porque aquí compartimos, desde siempre, una realidad virtual, en la cual nada de lo que vemos o hacemos es cierto, mientras ignoramos las normas elementales que permiten a los hombres vivir en comunidad. No me refiero a las leyes, de por sí bastante extrañas y contradictorias, sino al modo en que las aplicamos, según nuestro personal punto de vista, en general reñido con el de la sociedad en su conjunto; y, en la duda, optamos siempre por el que más conviene a nuestro relato, individual o colectivo.

Para ejemplificar a qué me refiero, basta con pensar que las normas establecen que quienes son procesados por delitos pueden permanecer en libertad mientas se sustancia el juicio y se llega a una sentencia firme, pero se niega dicho privilegio a aquéllos que, estando libres, pueden poner en riesgo la investigación, adulterar las pruebas o, simplemente, fugarse. Y los mismos criterios se aplican a los mayores de setenta años, aún con condena firme, respecto a la prisión domiciliaria; esto último se justifica especialmente porque ninguna sociedad civilizada combate a los supuestos caníbales comiéndoselos.

En estos días, los argentinos observamos con enorme perplejidad que dos jueces federales, los Dres. Ercolini y Bonadío, con el consentimiento de los respectivos fiscales que actúan ante sus juzgados, han concedido a Cristina E. Fernández y a su hija, Florencia Kirchner, autorización para realizar un paseo pseudo cultural por la vieja Europa, con el obvio propósito de exponer su inventada persecución política ante audiencias amenas y receptivas, como son los famosos izquierdistas “revolucionarios de escritorio”; si bien el segundo la otorgó bajo una caución real, el monto fijado resulta una nimiedad al comparárselo con las incalculables fortunas que la familia ha robado de las arcas públicas.

Creo que el asombro llega a Brasil, donde el proceso de limpieza contra la corrupción ha alcanzado cotas impensables en América Latina hasta hace muy poco, ya que muchísimos dirigentes políticos, gobernadores, senadores, diputados, empresarios, etc., se encuentran en la cárcel y a nadie se le ocurriría siquiera pedir algo así.

La viuda patagónica, recordemos, se encuentra procesada, entre otras cosas, por organizar y encabezar una asociación ilícita (un delito no excarcelable), fundada con el propósito de cometer una enorme multiplicidad de estropicios, de los cuales hemos sido víctimas todos y cada uno de los habitantes de este país, expoliado hasta la extenuación durante las sucesivas gestiones que compartió desde hace veinticinco años con su marido muerto; si como muestra basta un botón, allí tenemos a la Provincia de Santa Cruz, aunque ésta tenga una superficie comparable a la de varios países sumados y tenga bajo su suelo una riqueza saudí.

El choque entre este suceso y la realidad de las prisiones superpobladas de individuos detenidos sin sentencia firme por la comisión de delitos menores, como hurtos o arrebatos, ha producido una generalizada indignación, reflejada en las redes sociales y en las plataformas de peticiones públicas; y es razonable que así sea, toda vez que Cristina Kirchner y su entorno han demostrado hasta el hartazgo que están dispuestos a alterar las pruebas –como hicieron con los libros de las sociedades hoteleras involucradas- y entorpecer así cualquier investigación.

Esos hechos, ya probados, bastarían con enviar a la cárcel a cualquier pequeño comerciante, pero nuestros particulares jueces, que cuentan con narices más caras que las de los mejores perfumistas, son inmensamente tolerantes y permisivos ante quienes han ejercido, durante tantos años y con enorme fiereza, un poder omnímodo; no vaya a ser que, en una súbita recaída social, vuelvan al poder y quieran cobrarse las penas ahora aplicadas.

En otro orden de cosas, lo mismo parece suceder con aquellas personas que, como Hebe de Bonafini, son aún capaces de generar conflictos en la calle; aún tenemos fresco el recuerdo de cuando se negó a comparecer en Comodoro Py y el Juez aceptó interrogarla en la cocina de la Fundación Madres de Plaza de Mayo. El Dr. Eduardo San Emeterio y quien esto escribe la denunciamos –y, con ella, a la locutora del acto y a los organismos de pseudo derechos humanos firmantes del documento allí leído- por sus dichos en la Plaza de Mayo el 24 de marzo pasado; a más de un mes de haberlas radicado, no hemos sido llamados todavía a ratificar las denuncias, primer paso de la causa penal.  

En el otro extremo de ese espectro se encuentran los casi dos mil presos militares, ancianos (el promedio de edad es 76 años), la mayoría sin condena firme y cumpliendo prisiones preventivas que exceden en lustros el máximo legal permitido (dos años, más uno debidamente justificado), que se siguen muriendo en las mazmorras estatales por falta de atención médica adecuada. Acusados por testigos que, cuarenta años después, dicen haber construido colectivamente la memoria y reconocerlos por la voz o por el olor, privados de todo derecho a un juicio justo y víctimas de procesos judiciales amañados, cuatrocientos ya fallecieron (cincuenta lo han hecho desde el 15 de diciembre de 2015) y, naturalmente, el ritmo se incrementará con el mero transcurso del tiempo.

Cuando, muy esporádicamente por cierto, algún tribunal federal les concede el beneficio de la prisión domiciliaria –ayer fue el caso de un preso de 87 años, gravemente enfermo- la mayor parte de las veces no se hace efectivo porque otro tribunal la niega, y la saga continúa. Es que, rápidamente, se alzan los infames pasquines y las radios y canales de televisión que multiplican la vocinglera gritería de esos mismos organismos de pseudo derechos humanos que rechazan la democracia como sistema de vida y piden, a voz en cuello, el derrocamiento del Gobierno.

Nadie se pregunta, tratándose de los “genocidas”, por qué se los mantiene en la cárcel, cuando no pueden alterar las pruebas del proceso ni corren riesgo de fuga. Es que a éstos, la sociedad los ha elegido como únicos receptores de la culpa general de haber llamado a las puertas de los cuarteles para parar el desmadre en que se había convertido el régimen peronista en 1974 y 1975, que amenazaba con despedazar el país.

Ya nadie recuerda –ni quiere hacerlo- cuántos civiles, en especial radicales, actuaron como funcionarios, ministros e intendentes del proceso militar, ni cuántos empresarios, obreros, comerciantes y estudiantes aplaudieron a rabiar a los generales golpistas. Es más cómodo transferir esa responsabilidad a unos pocos y lavar así los pecados colectivos, por más que, cuando la tragedia se produjo, esos pocos fueran extremadamente jóvenes y estuvieran en los grados más bajos del escalafón jerárquico; hasta el lamentable Gral. Milani entra en esta categoría, aunque deba permanecer en la cárcel hasta que sea condenado por ladrón.

Hace un año y medio, Mauricio Macri prometió terminar con lo que él mismo llamó el “curro” de los derechos humanos. Los argentinos, tan golpeados por la gigantesca crisis económica que nos dejó el kirchnerismo, necesitamos saber quién se llevó los más de US$ 2.500 millones en extrañísimas indemnizaciones, cuyos destinatarios el Gobierno aún se niega a revelar.

Argentina se está reinsertando en el mundo, y una prueba de ello será su próxima integración a las grandes mesas de discusión del comercio mundial, en especial en el área del Pacífico, así como la importancia que nuestro país está recuperando en la región, reconocida a través de los viajes presidenciales a China y la visita de grandes personalidades mundiales, como Angela Merkel. Evidentemente, mucho ha cambiado ya y, después de octubre, ese cambio se acelerará, cuando la esperable victoria electoral del Gobierno derrumbe la falsa prudencia de los inversores, sobre todo de nosotros mismos.

Pero debemos recordar que, para que esas esperanzas se transformen en realidades concretas, debemos tener una Justicia independiente, seria, confiable y rápida; con ella, todo será posible pero, sin ella, nada lo será.

Bs.As., 29 Abr 17




sábado, 22 de abril de 2017

Pilas secas




Pilas secas

“Cuando estén secas las pilas de todos los timbres que vos apretás,
buscando un pecho fraterno para morir abrazao...
Enrique Santos Discépolo

Esta columna también hubiera podido llamarse “La soledad de los perfectos”, y seguramente así sería si la hubiera escrito el “pelotudo” (Cristina dixit) de nuestro gran mayordomo, Oscar Parrilli, que no se puso colorado al afirmar que a Maduro no se lo critica por lo que hace mal sino por lo que hace bien. ¡Qué demostración de inteligencia y solidaridad!

Pero, en el fondo, es razonable que este rastrero personaje se comporte así, pues el régimen que fundara el extinto Hugo Chávez tiene muchos puntos en común con el que aquí protagonizaron los Kirchner y que, por esos milagros que a veces ocurren en la historia de los pueblos, fuera desalojado del poder en diciembre de 2015. El original colectivero caribeño encabeza una organización ilícita, sumamente torpe e ignorante, que ha esquilmado a su país hasta la extenuación, lo ha transformado en uno de los más violentos del mundo y lo ha llevado liderar por mucho los rankings de inflación mundiales, carece de estadísticas fiables y la prensa libre ha sido blanco de agresiones y clausuras, amén de haber destruido la industria del petróleo, mientras flota literalmente sobre un mar de oro negro.

Nicolás Maduro, al mejor estilo de sus ídolos, los gerontes cubanos, está dispuesto a someter a su país a un baño de sangre con tal de conservar el poder, que le da acceso a un latrocinio similar aún mayor que el nuestro y al monumental negocio del narcotráfico; dice mucho que su Vicepresidente sea Tarek El Aissami, procesado por ese delito en los Estados Unidos, donde sus bienes han sido embargados. Desde que comenzó abril, han muerto ya 21 venezolanos de manos de las milicias y paramilitares chavistas, que disparan indiscriminadamente contra las gigantescas manifestaciones opositoras que se suceden en todas las ciudades del país.

Para lograr permanecer, conserva el apoyo de los militares, pese a que éstos se encuentren divididos en tres facciones: los nacionalistas marxistas, los pro-cubanos y los traficantes de drogas; todos ellos tienen mucho que perder y sin duda lo defenderán hasta las últimas consecuencias. Pero, por la ignorancia en que intencionalmente los mantienen, también cuenta con el soporte -como aquí sucede aún en algunos sectores del Conurbano- de los más pobres, los habitantes de las gigantescas villas de emergencia que han ocupado Caracas y sus alrededores, que se encuentran en una situación alimentaria y sanitaria terminal.

La trágica situación de Venezuela, un verdadero genocidio por el hambre y la carencia de remedios que aflige a su población, marca el fin del prolongado cono de sombra en que el populismo corrupto y saqueador ha sumido a nuestro continente en este siglo. Ya cayó en Brasil, en Argentina y en Perú, parece consumirse en Bolivia y fue necesario un monumental fraude para perpetuarlo en Ecuador, mientras la mugre ha comenzado a mojar sus pies en los países considerados modélicos, como Chile y Uruguay.

La pregunta que todos nos hacemos es cuánto podrá durar este criminal “socialismo del siglo XXI”, que ya no encuentra timbre alguno que tocar, pues todos sus aliados –incluidos Irán y Rusia, por conveniencia- han dejado de atenderle el teléfono. Porque ese siniestro cocktail tiene una consecuencia inmediata para los analistas y politólogos: nadie puede predecir cuándo y, sobre todo, cómo terminará la crisis venezolana. Porque allí no bastará con que Maduro deje el trono y, por eso, tampoco resulta posible ofrecerle un puente de plata e impunidad para que huya, porque sus cómplices, y son muchos, no lo permitirían ya que quedarían sin cobertura ni refugio, sometidos a la justicia internacional que ya los busca.

Dio, francamente, vergüenza ajena que esta semana nuestro ex Honorable Congreso se viera impedido de emitir una simple declaración de condena al régimen de Maduro por la oposición del más recalcitrante kirchnerismo, que demostró una vez más cuánto le importan los verdaderos derechos humanos. Ya que el gobierno de Cambiemos ha demostrado poseer una enorme sensibilidad social, que lo ha llevado a repartir subsidios y prebendas a manos llenas, y a conservar en sus puestos públicos a tantos quintacolumnistas, sugiero que –por única vez- destine fondos para que los seguidores del Frente para la Qué?, Quebracho, MST y Polo Obrero emigren a Venezuela o Cuba, esos paraísos terrenales que tanto alaban en sus manifestaciones públicas mientras exhiben carteles y banderas con la imagen del asesino Che Guevara.  

Anoche, cuando la ex Presidente visitaba en Río Gallegos a la gran cuñada Alicia, que encabeza el feudo de Santa Cruz, una enfurecida multitud intentó ingresar y, cuando fue reprimida con violencia, apedreó la residencia en que ambas se encontraban. La Provincia no paga los sueldos de los miles de empleados estatales, sus maestros no han dado un solo día de clases en el año, los jubilados provinciales no cobran sus magros estipendios y los hospitales carecen hasta de los elementos mínimos, mientras la Justicia está paralizada; todo un edén, por obra y gracia de los ladrones kirchneristas que lo gobernaron durante los últimos veinticinco años.

Ahora Cristina está haciendo las valijas, a la espera de la autorización que ha pedido al Juez Bonadío (su colega Ercolini ya la ha otorgado) para viajar a Atenas, Bruselas y Oxford (no a la Universidad). Notable privilegio para alguien que se encuentra tres veces procesada por delitos no excarcelables y que demuestra que la famosa igualdad ante la ley es, en la Argentina, sólo una broma de mal gusto. Porque, mientras eso sucede, los órganos de prensa de los que aún dispone -como Página 12, C5N o Radio 10, por poner sólo tres ejemplos- y los ex organismos de derechos humanos, ya confesadamente convertidos en movimientos políticos para apoyarla, se rasgan las vestiduras ante una sentencia de la Corte Suprema de Justicia que concedió la prisión domiciliaria a un militar de ochenta y cinco años, casi ciego y sordo, con enfermedades complicadísimas.

En esa materia, la de los presos políticos, aún existen cientos de situaciones particulares que claman al cielo; cuatrocientos –cincuenta desde el 10 de diciembre de 2015- han muerto en cautiverio por falta de adecuada atención médica, y muchos de los sobrevivientes se encuentran en la cárcel con prisiones preventivas por períodos que exceden, por años, el máximo permitido por la ley, pese a que obviamente no pueden alterar las pruebas (en la mayoría de los casos, inexistentes o fraguadas) de las investigaciones ni existe peligro de fuga, dada la edad –promedio: 76 años- con que cuentan y el precario estado de salud que padecen.

Elevo mis plegarias por el sacrificado pueblo venezolano, como también lo hago por el cubano, mientras ruego que mis pronósticos de fin de ciclo se cumplan en toda América.

Bs.As., 22 Abr 17


sábado, 15 de abril de 2017

La Consagración de la Mentira



La Consagración de la Mentira


La Legislatura bonaerense sancionó una ley que consagra, emulando al Ministro de Propaganda de Hitler y como dogma, la cifra de 30.000 desaparecidos durante el proceso militar de 1976/83, y pretende sancionar gravemente a quien la ponga en duda. Resulta notable por varias razones: ya se sabe que fue inventada por confesos subversivos, refugiados en Europa, para justificar la pretensión de calificar como un genocidio a lo ocurrido y obtener ingentes fondos de las ONG’s revolucionarias de escritorio; e ignora todo lo sucedido, de la mano de la Triple A, durante el gobierno de Juan e Isabel Perón. Espero que la Gobernadora María Eugenia Vidal ejerza el veto constitucional y evite la entrada en vigencia de este adefesio.

Hace más de diez años escribí una nota, “En ocasión de los treinta años del golpe”, que puede leerse en mi blog, en la cual senté mi posición filosófica sobre ese hecho; dije entonces que un solo desaparecido es condenable, y sigo pensándolo, pero también estoy convencido que, en algún momento, los argentinos deberemos tener Historia sobre los 70’s, y no mera ficción para sostener un relato tan irreal como políticamente correcto.

La culminación de este camino debiera ser la verdad y, en este caso, es fácil encontrarla. Según la CONADEP, los desaparecidos no pasan de 6.800, y el Parque de la Memoria, en la costanera norte de la ciudad de Buenos Aires, nunca pudo superar ocho mil nombres, aún cuando el kirchnerismo, en un burdo procedimiento, haya incluido a quienes murieron con anterioridad al golpe militar, a quienes fueron asesinados por sus propias organizaciones, a quienes se suicidaron con cianuro y a quienes cayeron combatiendo mientras intentaban tomar cuarteles y regimientos.

Los restantes 22.000 tienen rasgos comunes: nadie los reclama, nadie los conoce, nadie tiene sus documentos de identidad, a nadie le faltan. Entonces, propongo algo bien sencillo: que los legisladores bonaerenses, los periodistas militantes, los organismos de pseudo derechos humanos, etc., se presenten ante un nuevo registro e identifiquen, con nombre y apellido, a cada uno de los desaparecidos que reclaman como un conjunto. Es claro que, si eso ocurriera, se terminaría también con el enorme negocio montado, mediante indemnizaciones nunca explicadas, alrededor del tema; a muchos debe molestarle esa posibilidad.

Y no hay nada imposible en mi propuesta. Basta con constatar que el Centro de Estudios Legales sobre el Terrorismo y sus Víctimas (CELTyV), que enumeró a más de 17000 civiles que fueron asesinados, heridos, secuestrados o damnificados por el accionar subversivo, puede responder con la identidad concreta de cada uno de ellos, mientras reclama su reconocimiento por el Estado.

En otro orden de cosas, esta semana nos acosaron noticias policiales protagonizadas por criminales que gozaban de salidas transitorias o habían sido puestos en libertad por jueces que desoyeron las recomendaciones de los servicios penitenciarios. De los más sonados casos, uno fue el enésimo femicidio, con violación incluida, y el otro, el asesinato por la espalda de un oficial de policía. La gravedad de la situación de inseguridad ciudadana es tal que la ha puesto al tope de las preocupaciones de la sociedad, superando a la economía y hasta la enorme corrupción que comandaron Néstor, Cristina, Máximo y Florencia.

Más allá de la caprichosa interpretación de las leyes que realizan muchos jueces de la escuela zaffaroniana, tan comprensiva de los delincuentes como indiferente a los derechos de las víctimas, hubo algunos datos curiosos. En el país faltan cárceles en algunas jurisdicciones mientras sobran en otros; pero, cuando se pretende trasladar presos a ellas, los magistrados privilegian la cercanía de los reos con su familia. La consecuencia es que, cuando se fugan, sea escapándose de la prisión o de la comisaría, sea “olvidándose” de volver después de una salida autorizada, los delincuentes encuentran un entorno que los protege y en el cual desaparecen, a veces para siempre, y pueden volver a cometer crímenes.

En los países civilizados, Chile incluido, la solución al problema se ha encontrado en la colaboración público-privada; es necesario decir que aquí también se intentó en el pasado, pero la falta de seguridad jurídica también influyó negativamente en esta actividad, y los inversores se retiraron. Ahora, con el gobierno de Cambiemos, cuando vamos paulatinamente regresando al mundo, la probabilidad de encontrar empresas que estén dispuestas a venir y ocupar ese rol se ha incrementado mucho.

El camino no puede ser más simple. El inversor construye la cárcel y administra su “hotelería” (alimentación, alojamiento, salud, talleres metalúrgicos y de carpintería, etc.) y el Estado se ocupa de la vigilancia del establecimiento, y controla el desempeño de su socio privado. La innovación debe darse en la ubicación del establecimiento, para evitar las fugas de los más peligrosos delincuentes; y tenemos el lugar ideal para hacerlo: el centro de la Patagonia, lejos de todo, donde nadie puede pensar en evadirse y, si alguien lo hiciera, resultaría extremadamente fácil recapturarlo.

A esa prisión, de máxima seguridad, se trasladaría a los reincidentes, a los violadores, a los femicidas, a los asesinos, a los terroristas, etc., de todo el país; y claro que no habría para ellos salidas transitorias, aunque sí actividades laborales obligatorias y rentadas, para permitir la reinserción social de quienes hubieran cumplido la condena. Es claro que las quejas surgirán de inmediato desde la escuela “abolicionista”, pero el principal deber que tenemos para con nosotros mismos es privilegiar, como digo, a las víctimas y no a los delincuentes.

Una breve reflexión para demostrar que aquí no todos somos iguales ante la ley. Mientras se conceden salidas o liberaciones y hasta internaciones en clínicas de lujo a asesinos reincidentes y a corruptos de máxima laya, mientras se deja en libertad a procesados por delitos no excarcelables, la arbitraria y militante Justicia mantiene en la cárcel, en condiciones miserables y privados de tratamientos médicos adecuados, a dos mil ancianos, muchos de ellos en prisión preventiva que excede en décadas el máximo legal. Ya han muerto más de cuatrocientos en la cárcel (cincuenta desde que Macri llegó a la Casa Rosada, a los cuales se sumó el jueves el Cnel. Delmé, de 80 años) pero la sociedad entera prefiere ignorar estas atrocidades, para intentar que se olvide su pecado de haber apoyado, sin cortapisas, el golpe militar de 1976 para terminar con el caos terminal en que habían sumido al país la gestión de Isabel Perón/López Rega y los “jóvenes idealistas” de ERP y Montoneros.

Le deseo una feliz Pascua de Resurrección, si es usted católico; y feliz Pésaj, si es usted judío. Hasta la próxima semana.


Bs.As., 15 Abr 17

sábado, 8 de abril de 2017

Maldita Perinola



Maldita Perinola


“Junto con la organización debe venir un cambio, porque si no el Movimiento envejecerá y terminará por morir como todo lo que es viejo”. 
Juan Domingo Perón

Permítame explicarle por qué la semana pasada no respondí a cada uno de los comentarios que me enviaron, como hago desde hace catorce años. Sucedió que, contra mi costumbre de emitir mi opinión sólo los sábados, difundí el miércoles la denuncia penal que formulé contra Hebe de Bonafini y los organismos de pseudos derechos humanos, apólogos del terrorismo; el 1° de abril, la nota “Momento Crucial”; y el mismo día, al regresar de la marcha cívica, una sola frase que me salió del alma: “Contra el escepticismo y la apatía, contra el sábado y el sol, ¡SI, SE PUDO!”.

En una conmovedora reacción, mis lectores me enviaron más de tres mil mails; el sorprendente número impidió que pudiera contestarlos. Por eso, enormes disculpas y mi más emocionado agradecimiento, en especial al Dr. Eduardo San Emeterio, que me impulsó a hacer la presentación judicial, al Fiscal Marcelo Romero, a los colegas que se solidarizaron con mi posición y a la Asociación de Abogados por la Justicia y la Concordia, que se sumó a ella.

Como sabrá, el trompo hexagonal que sirve de título termina determinando el resultado de cada lanzamiento: toma 1, toma 2, toma todo, pon 1, pon 2 y todos ponen. El 6, con el paro de actividades que decretó la CGT, forzada por la izquierda trotskista y el kirchnerismo, acompañada por las dos CTA, muchos pusimos, sobre todo el país, y pocos tomaron. Si bien no alcanzó la contundencia de otras medidas similares del pasado, la adhesión de la UTA y la consecuencia ausencia de transporte público, le dio una imagen que superó, en mucho, a la realidad.

Los grandes gremios –petroleros, comercio, mecánicos, textiles, indumentaria, agua, etc.- ya habían cerrado sus paritarias nacionales con aumentos satisfactorios; sin embargo, la encerrona que sufrieron días atrás, cuando los verdaderos impulsores de la huelga rodearon el palco y agredieron de hecho y de palabra a los eternos líderes sindicales, llenó a estos de temor, tanto físico cuanto político, por la posibilidad de resultar desbordados. Tuvo razón uno de ellos cuando, espantado al final del acto, dijo: “Con Moyano esto no pasaba”; era verdad, porque nadie se insubordinaba al jefe camionero ni, menos aún, se atrevía a tocarlo. Es decir, les tocó poner imagen en el juego; y los resultados de las rápidas encuestas mostraron que el 70% de la ciudadanía rechazaba la medida.

Lo más perfecta demostración de cuanto digo fue que las consignas de la huelga general impuestas, como digo, por los delincuentes y los violentos irracionales no se compadecen con la realidad: no existe la ola de despidos ni la masividad de importaciones que denuncian, y tampoco la caída en el poder adquisitivo del salario, ya que se encuentra protegido por las “cláusulas gatillo” incorporadas a las negociaciones paritarias para salvarlo de la inflación. Entonces, ¿para qué se concretó?

Tuvo que poner (o deberá hacerlo pronto) Viviani, del gremio de los peones de taxis, que incitó a sus fieles a dar vuelta los coches de quienes no respetaran la huelga; cometió los mismos delitos que le imputé a Bonafini pero, a diferencia de lo que sucedió con esta señora, un fiscal cumplió con su deber y formuló la correspondiente denuncia; mientras escribo, este pseudo dirigente gremial aparentemente continúa prófugo.

Puso asimismo la izquierda insurreccional, una vez más, al ratificar el escaso número de sus seguidores, que pretende compensar con el salvajismo y la violencia de éstos que, con sus rostros enmascarados, apalean impunemente a quienes pretenden atravesar sus piquetes. Creo que, de todos modos, lo más ridículo de su posición es la aceptación del apoyo que reciben de los kirchneristas, que sólo pretenden salvar de la inexorable cárcel a los jefes cleptómanos (Cristina, Máximo, Florencia, Cristóbal López y los Báez) de la asociación ilícita que formaron para robarse el país.

Pusieron mucho los trabajadores informales, que viven de su diaria labor y no perciben ingreso alguno cuando no pueden hacer sus changas. La falta de transporte les impidió concurrir a los lugares en que consiguen obtener su magro sustento. Si hay un sector que sufrió en carne propia el irracional paro de actividades fue éste, que debiera ser el mayor foco de la preocupación de los dirigentes.

Y qué decir de lo que tuvo que poner el cínico Baradel quien, en pos de sus ambiciones personales dentro de los gremios docentes, forzó dos días más de huelga en las aulas; una juez, sospechada de pertenecer a “Justicia Legítima” le concedió una medida cautelar para obligar al Gobierno a convocar a una paritaria nacional, cuando la Nación no tiene un solo maestro ni paga un solo salario. La repulsa que causa este vandálico mugriento es tal que hasta ha perdido el apoyo de sus representados, que día a día desertan y vuelven a dar clases porque han comprendido que las medidas de fuerza están terminando con lo poco que queda de la educación pública en la Argentina. En su partida personal contra Baradel y compañía, quien más sigue “tomando” es María Eugenia Vidal, la política con mejor imagen de la Argentina; la sociedad bonaerense se desgañita pidiéndole a la Gobernadora que no afloje frente a la extorsión a la que es sometida desde hace un mes.

Pusieron, sin duda, Sergio Massa y los integrantes de su Frente Renovador e, inclusive, el GEN de Margarita Stolbizer, a quienes sus continuos cambios de vereda y de disfraz y, sobre todo, la polarización que produce la permanente presencia de Cristina Fernández en el escenario, les están costando demasiado caros. Y cómo olvidar a Martín Lousteau, verdadero travesti de la política, que abandonó la embajada más importante del país en un momento crucial.

Pero, sin duda, otros de los que más pusieron fueron los jefes de la PJ S.A., encabezados por sus gerentes José Luis Gioja y Daniel Scioli, quienes parecen no recordar la recomendación que sirve de epígrafe a esta nota. La convocatoria a derrocar al Gobierno, al que consideran ilegítimo, y la pretensión de incorporar al kirchnerismo a una lista de unidad pegada con moco, empujará un poco más al Movimiento en que todos caben (Cámpora, Isabel, López Rega y Firmenich, los Montoneros y la Triple A, Menem, Duhalde, Néstor y Cristina) hacia el baúl de los recuerdos de la historia.

Y el país puso mucho, no sólo en el costo directo –mil millones de dólares- que implica una jornada de huelga general sino, más grave aún, en la imagen que proyectó hacia el exterior, mientras se realizaba en Buenos Aires una reunión de ejecutivos de las grandes empresas y de los más importantes fondos de inversión, a los cuales hubiéramos debido ofrecer una imagen seductora y ordenada para atraerlos a un país que los necesita casi tanto como el oxígeno que respira. El principal reclamo de los asistentes (como de muchos argentinos, entre los que me incluyo) fue sin embargo la falta de seguridad jurídica que aún impera aquí.

Por su parte, el Gobierno recibió dos resultados de la perinola. Puso, y pone, los fondos que gira a las intendencias del Conurbano y a las organizaciones sociales, con los cuales se financian los piquetes y la logística de los actos; pero también tomó porque, aupado por la pre-ninguneada y sorpresivamente (para algunos) masiva marcha del #1ª a favor de la paz y de la democracia, que salió a discutirle a los violentos el dominio de la calle, por fin se atrevió a poner en funcionamiento el famoso protocolo anti-piquetes sin que se produjera una sola muerte entre los manifestantes, recuperando la positiva imagen de gestión que había perdido por su tolerancia frente a los desmadres; mi felicitación a Patricia Bullrich por ello. En ningún país del mundo este tipo de manifestaciones es permitido y, en aquéllos más cercanos al corazón de la izquierda (Cuba, Venezuela, Bolivia, Irán o Rusia), son reprimidas con ferocidad.

La Argentina, el “país jardín de infantes” que evocó María Elena Walsh, sigue jugando; sólo cabe esperar que se haya olvidado de la ruleta rusa, a la que fue tan fiel durante tantas décadas.


Bs.As., 8 Abr 17

sábado, 1 de abril de 2017

Momento Crucial




Momento Crucial

"No por casualidad las reformas son tan difíciles. Ni por otra razón quien quiere cambiar de verdad las cosas, para propiciar al país un horizonte de mayor bienestar y progreso, a veces se siente solo". Fernando Henrique Cardoso

Esta tarde, a las 19:00 (con mis amigos, nos reuniremos a las 17;45 en Callao y Juncal, para después marchar al Obelisco), quienes queremos vivir en paz y en democracia  y estamos hartos de aquéllos que quieren, una vez más, poner ambos valores en riesgo, saldremos a las plazas de todo el país a expresarnos. No se trata de una marcha a favor del Gobierno, sino a favor de la Constitución y de la ley. Piense usted de qué lado de esa línea esencial está y, si coincide con ambas premisas, hágase un favor a usted mismo, a sus hijos y a sus nietos, y acompáñenos.

No importa que tenga, como yo mismo, tal o cual queja respecto a la gestión del Gobierno, porque hoy es otra cosa lo que está en juego: la Patria misma. Es que el más impúdico peronismo, el que está agazapado y quiere retornar, sólo entiende el diálogo si éste conlleva el control de la calle; si se las dejáramos, si permitiéramos que continúe la impunidad, todo estará perdido. La mayor prueba de cuánto preocupa el tema la constituye la ingente campaña que desató en las redes, con mensajes contradictorios, para debilitar la convocatoria.

Porque, si permitiéramos que los ladrones y criminales de siempre, que quieren evitar la cárcel y seguir robando, ahora saquen a empujones y panzazos a las actuales autoridades, nos miraríamos en el espejo más terrible que hoy ofrece nuestra región, la tristísima Venezuela, un país en el que ha desaparecido todo esbozo de legalidad, donde la gente se está muriendo de hambre, donde se encarcela sin juicio, donde no se puede acceder a los remedios y, pese a que flota sobre un mar de petróleo, el chavismo ha llevado a la ruina a fuerza de latrocinio y narcotráfico.

Jorge Fernández Díaz, a quien nadie puede acusar de hombre de derechas, acuñó una metáfora genial para describir la sensación de insatisfacción de muchos argentinos ante una economía que, según creen erróneamente, no termina de levantar cabeza: “El jumbo  venía en picada, la cabina permanecía tomada por jihadistas y los pasajeros se disponían al infierno del final. De pronto Macri y sus muchachos derrotaron a los mujahidines, tomaron el control, evitaron que la nave se estrellara y comenzaron a estabilizar el vuelo: en ese instante los viajeros se quejaron porque el pollo de la cena estaba frío”.  No pretendo quitarle responsabilidad al Presidente, porque llevo más de un año enrostrándole haber cometido el imperdonable error de no informar a la ciudadanía acerca del estado real del país y su economía cuando Cristina Kirchner literalmente le tiró el gobierno –recuerde que ni siquiera aceptó entregarle formalmente los atributos del poder- por la cabeza.

Muchos dicen que no están dadas las condiciones para que se produzca un golpe de estado de la oposición más cerril, y podría coincidir con esa posición si se tratara de tanques en la calle, como sucedió cuando fueron derrocados Arturo Frondizi, Arturo Illia y tantos más. Pero hoy estamos frente a algo infinitamente peor: recuerde qué pasó en el acto del 24 de marzo en Plaza de Mayo, y la renovada apología que muchos políticos peronistas están haciendo del ERP y Montoneros. Cabía esperar algo así de Bonafini o Carlotto, de los grupos guevaristas o de las izquierdas trotskistas, pero no de tipos como Pichetto o Gioja. Si se califica públicamente al Gobierno de ilegítimo y dictatorial, como se hizo hasta en La Haya, se habilitan las posturas de quienes finjan resistir a la opresión y tomar las armas –las bombas, los secuestros- para desalojarlo.

Y hasta quienes huían del kirchnerismo -al cual apoyaron tan callada y humillantemente durante doce años- como si fuera la peste, se juntaron tan contentos en el congreso del PJ para distribuirse las miserables canonjías partidarias. Hasta Patotín Moreno ha vuelto al ruedo en estos días, clamando por una unidad que los contenga a todos, incluido Sergio Massa y su desmemoriado Frente Renovador; si lo lograran, una vez más estaríamos en manos de una asociación ilícita cuyo único propósito es recuperar el poder y, con él, robarnos el futuro a mansalva.

Quiero manifestar mi admiración más profunda por María Eugenia Vidal, Gobernadora de la Provincia de Buenos Aires, quien logró evitarnos a todos, más allá de los bonaerenses, que Anímal Fernández triunfara en ese distrito y, con ello, permitiera que Lancha y el Chino (verdaderamente, parecen apodos carcelarios) se instalaran en la Casa Rosada. Esta semana, Marcelo Longobardi y Jorge Lanata la entrevistaron en conjunto (puede escucharlo en https://tinyurl.com/lhtxqzw), y debo confesar que consiguió emocionarme.

Cambiando de tema, y dado que la Legislatura de la Provincia que encabeza ha sancionado una ley (espero que la vete) que establece como verdad revelada la cifra de 30.000 desaparecidos –reconocidamente falsa- y prevé sanciones para quien la niegue, me permito formular una sugerencia: que los organismos que exigen la continuidad de ese dogma y pretenden seguir haciendo negocios y política con él mientras nos niegan el acceso a la historia, suministren los datos filiatorios de todos ellos (nombre, número de documento, etc.).

Para concluir, quiero expresar mi conmovido agradecimiento a todos y cada uno de ustedes que se solidarizó conmigo y me ofreció su apoyo y acompañamiento por mi denuncia por incitación a la violencia y apología del delito que formulara, y que está en manos del Juez Claudio Bonadío. De verdad, ¡muchas gracias!


Bs.As., 1° Abr 17