Ya
sé que estoy piantada ...
“No te compadezcas de ti mismo; eso
sólo lo hacen los mediocres”. Haruki Murakami
Que la
Presidente está insana ya es algo que nadie duda, salvo los adocenados chicos
criados en los feed-lots de La
Cámpora. Ni siquiera los aplaudidores seriales creen ya en que todo lo que se
está haciendo forma parte de una estrategia lúcida y fenomenal nacida desde las
capas más profundas del cerebro de la viuda de Kirchner.
Esta
semana, cuando se conocieron los nuevos requerimientos que se han dispuesto
para quienes pretendan viajar al exterior, una amiga residente en el exterior
me escribió preguntando, como lo hice yo mismo la semana pasada, hasta cuándo
los argentinos, dócilmente, soportaremos que se nos siga llevando, a los
tortazos, por la senda del fracaso y de la tiranía que inaugurara el finado
Chávez en Venezuela. Quiso saber por qué los dirigentes, sean políticos,
militares, sindicalistas, empresarios, productores o banqueros, o la misma
ciudadanía, viven aterrados ante una Presidente totalmente demente que,
convertida por las urnas en un cuatro de copas, sigue conduciendo la Argentina
como si todavía tuviera en la mano el as de espadas.
Parte
fundamental de esos retrucos que lanza la Casa Rosada será el proyecto de
Código Civil que la próxima semana aprobará el Congreso, y al que la sociedad
da tan poca importancia, pese a la enorme trascendencia del tema; la falta de
reacción es un subproducto más de la falta de educación y de la ignorancia que
padecemos, por obra y gracia de tantas administraciones populistas.
Claro que
el elenco de funcionarios que la acompaña no se queda atrás. Koki Capitanich, el Canciller ex-Twitterman y el Ministro de Economía Bambino Kiciloff, que forman el estado
mayor del frente para la derrota del Estado, se muestran interesadísimos, para
ocultar los fracasos de su jefa, en crear enemigos externos entre quienes
debieran ser nuestros amigos naturales, como Estados Unidos, Brasil, Chile, Uruguay
y Europa Occidental, mientras nos alinean con países tan estrambóticos y
extraños a nuestros intereses, como Irán, Rusia, Venezuela y hasta China, a
quien esta semana el Congreso le autorizará la instalación de una base
científica o militar en la Patagonia, sobre un acuerdo que le es desconocido.
El
calificativo que aplico al estado mental de la viuda de Kirchner ya no necesita
prueba alguna pero, si se la requiriera, bastaría con leer la ininteligible
catarata de "tuits" que
envió mientras regresaba a la Argentina desde Nueva York, donde no dudó en
acusar de terroristas a la Justicia norteamericana y a los fondos buitres,
incluyendo al Presidente Obama; criticó, nada menos que desde la ciudad que
sufrió la caída de las torres gemelas, la forma poco humanitaria en que fue,
finalmente, abatido Osama ben Laden. Me precio de ser medianamente inteligente
y, en general, estoy bien informado, pero no conseguí entender a qué se refería
en sus mensajes electrónicos ni, menos aún, qué quiso decir a su tropa;
palabras sueltas, inconexas, incomprensibles, fueron la característica general
de esa insana diarrea.
Los
argentinos siempre hemos sido muy proclives a las teorías conspirativas pero la
gran viuda nos supera a todos. Porque, reconozcámoslo, hablar de un complot
contra su exitoso "modelo" de desarrollo desde las Naciones Unidas
con tan amplio espectro de integrantes, nos supera por lejos; baste con
recordar que dijo que nada menos que Alemania es un país cooptado por los
fondos buitres, y que la Administración de los Estados Unidos contribuye al no
interferir en las decisiones judiciales.
Lo
verdaderamente negativo para todos es que los conjurados en su contra tienen
cada vez más éxito. La economía de nuestro país continúa su marcha descendente
y nadie duda que chocará, en forma definitiva, el año próximo, sobre todo por
la escasez de dólares y por el exceso de pesos, que el Gobierno imprime con una
velocidad digna de mejor causa; sólo resta saber, como siempre, el momento
justo en que los parches, los cepos, la inflación, la desaparición de las
reservas y el colosal incremento del gasto dirán finalmente basta. ¿Habrá
también una matinée financiera, como la que pronosticó doña Cristina en materia
social?; si así fuera, estaremos en medio de un huracán sin precedentes.
Los
vientos que lo formarán han comenzado a soplar, en este segundo semestre, con
muchísima más fuerza. Las obligaciones de la deuda, la caída en el PBI
industrial (6%), del comercio (12%), de las exportaciones (9%), de las reservas
monetarias -a cuyo saldo nominal deben restarse los US$ 5.500 millones que se
adeudan de importaciones ya concretadas-, del precio internacional de la soja (30%),
del empleo privado, y la disparada de la inflación -estimada en 50% para el
2015-, de la emisión monetaria -se imprimirán $ 110 mil millones más antes de
fin de año- y de la brecha cambiaria (80%) confirman el negro pronóstico.
En el
fondo, el periplo presidencial de la semana pasada tuvo un costado positivo.
Con la insignificancia que ha adquirido la Argentina en el concierto mundial y
con las ridículas posiciones adoptadas por la Presidente, resultará imposible
que lleguen a nuestras playas los indispensables dólares; así evitaremos que
entren por una ventanilla del Banco Central y salgan en pesados bolsos rumbo al
sur, agravando la carga del sucesor.
El Estado
y todos sus organismos se han transformado en un enorme edificio carcomido por
el narcotráfico y la corrupción, y no contribuirá a mejorarlo la gigantesca
cantidad de jóvenes inexpertos con los que el Gobierno lo está poblando con la
intención de mantener su ilusorio control post K; más temprano que tarde serán
expulsados del paraíso oficial, y lo saben. ¿Qué harán entonces?
Muchos
especulan con un eventual adelantamiento de las elecciones para evitar que el
colapso llegue con la viuda de Kirchner aún en la Casa Rosada, pero eso sería para
ella aceptar un fracaso y una derrota, algo imposible para su naturaleza de
escorpión; si es necesario, incendiará el país, pero en ningún caso dejará el
poder anticipadamente.
Por mi
parte, me sumo a quienes ven en el horizonte horribles planes para terminar de
destruir a la Argentina; pero lo haré desde adentro. LLevo años diciendo que a
este nefasto régimen no lo sacaremos ni con votos; que ya algunos comiencen a
creer en esta profecía implica, al menos, que cuando la hora final llegue, nos
encontrará más preparados.
En
general, se me contesta que no existe nadie capaz de sostener al régimen por la
fuerza y con violencia, porque la situación actual no puede compararse con los
años 70's, cuando imperaba una ideología que permitía que muchos jóvenes
enceguecidos se convirtieran en máquinas de asesinar o de morir por un nefasto
ideal, y que el dinero no alcanza para comprar voluntades dispuestas a poner el
pecho y jugarse la vida.
Si bien
el argumento es rigurosamente cierto, no lo es menos que la situación actual
difiere en dos aspectos sustanciales: la droga y la marginación. Allí, en los
pliegues más profundos de la miseria y del consumo de "paco", y entre
los miembros del "Vatayón
Militante", se encuentra la mano de obra que saldrá a defender en la calle
este proyecto político, a cambio de un suministro que la complicidad oficial
con el narcotráfico garantiza. Esos jóvenes, que la sociedad ha descartado, son
conscientes de su propia vida no vale nada y, por ello, no dudan en quitarle
toda importancia a la ajena.
Pero no
hay que llorar sobre la leche ya derramada. Debemos tomar conciencia de la
necesidad de cambiar, desde lo más profundo, nuestro contrato social, de darnos
nuevas reglas de juego que impidan que todo esto nos vuelva a suceder. Cuando
este régimen termine del modo que sea y debamos decidir nuestro futuro con el
voto, miremos con detenimiento los antecedentes de cada uno de los candidatos;
todos ellos tienen un archivo que nos dice qué hicieron hasta ahora y, si lo
revisamos, no podrán engañarnos ni podremos evadir nuestra responsabilidad.
Sólo la
decencia, la recta moral y la convicción de la necesidad de conocimiento nos
permitirá reflotar a una nación que, habiendo chocado con otro iceberg, está
hundiéndose a ojos vistas.
Bs.As.,
28 Sep 14
Publicado
por:
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