domingo, 25 de agosto de 2013

Cómico Velorio



Cómico Velorio

“La primera fuerza que dirige el mundo es la mentira” Jean-François Revel 

En cumplimiento del compromiso que asumí en mi nota anterior, ésta tendrá dos partes, la coyuntura y una propuesta para un sector de la Argentina del futuro; seguiré de ese modo en las sucesivas.

Si uno tuviera que describir, muy brevemente por cierto, qué sucedió en la Argentina durante la semana que terminó, debería recurrir a una imagen rara: un graciosísimo funeral. En esa foto, los deudos verdaderamente dolidos seríamos nosotros, los habitantes de este autocastigado país, mientras que el resto del mundo se descostillaría de risa escuchando los chistes, muchos de pésimo gusto, contados por los funcionarios de este decadente gobierno, presidido por alguien que se ha ganado los títulos de yeta y chapucera.

Para hacer un breve inventario que justifique esa comparación, es obvio que debiéramos comenzar –¡otra vez sopa!- con las renovadas denuncias de la terrible corrupción del ex matrimonio imperial, esta vez localizados en el paraíso multifuncional de las Seychelles; continuaríamos –en realidad fueron contemporáneos- con la reacción oficial, tan innoble como aterrorizada, frente a los dichos de Jorge Lanata. Después, deberíamos trasladarnos a Río Gallegos, y recuperar nuestra capacidad de asombro con la insólita comparación, favorable a nuestra dibujada realidad, con Canadá y Australia, dos países exitosos  que, hace menos de ochenta años, eran parecidos a la Argentina y hoy nos superan en todo.

La saga seguiría con la adjudicación de dos enormes, caras e ineficientes represas a Electroingeniería, otra empresa que integra el universo de amigos K, a la que se eligió como ganadora cuando el escándalo de las denuncias de robos y de lavado de dinero obligaron al Gobierno a esconder, entre bambalinas, a Lázaro Báez. Más tarde, comenzó la mala suerte presidencial: luego de sobrevolar los fallos de la Corte referidos a la Rural y a algunos aspectos de la “democratización” de la Justicia, y de la Cámara Comercial, que impide invadir empresas privadas (Clarín), llegó la pretensión de La Cámpora de desalojar a Lan y a los taxis aéreos  de Aeroparque, lo cual generó un nuevo conflicto con Chile, pese a que ya fue dictada una medida cautelar a su respecto; y el fallo de la Cámara de Apelaciones de Nueva York, nos ha puesto al borde del default, ya que la Casa Rosada ha dicho que no piensa cumplir y pagar el monto de condena.

Para concluir, la curiosísima frase con la que Lancha Scioli describió, con precisión quirúrgica y refinada maldad, el momento actual de la administración de doña Cristina en el Consejo de las América: “Hay que ayudar al Gobierno a terminar lo mejor posible”. Deberíamos sacar entradas para ver cómo se las arreglará él para explicarla, y cómo actuará ahora el oficialismo, que lo necesita como esencial aliado en las elecciones de octubre. La Presidente es, básicamente, una mujer y reaccionará de acuerdo con ello ante quien ha pedido que se la “ayude” a “terminar”, colocándose en posición de tercero colaborador; y “lo mejor posible” está, de algún modo, reñido con “bien". De todas maneras, la viuda eterna nos ha dado ya señales claras acerca de cómo se comportará de aquí en adelante, cuando el sol del kirchnerismo se precipita a su ocaso final; nada de ello será pacífico ni democrático y, menos, republicano.

Para no seguir actuando como mero comentarista de los papelones en los que cae la Presidencia de la República a diario –ya hasta el pajarico chiquitico del inefable Maduro ha quedado superado por nuestra cotidiana realidad- comenzaré a cumplir mi promesa, es decir, proponer soluciones para los problemas de la Argentina. Hoy le tocará el turno a la industria.

Como todos sabemos, el “modelo” argentino se ha basado, durante décadas, en buscar la protección ante los productos importados –por la vía de barreras arancelarias o paraarancelarias- más que en lograr calidad y precio adecuado. Las razones de esta conducta se deben tanto las erráticas políticas gubernamentales y a la falta de seguridad jurídica como a una equivocada y cortoplacista mirada de los empresarios. Por otra parte, un factor que condiciona el escenario es lo escaso de nuestra población, agravado por la pobreza y la indigencia que afecta a un 30% de los cuarenta millones, ya que no permite abaratar la producción por falta de una economía de verdadera escala. 

Todo ello ha redundado en que los argentinos –cuya economía no dispone de fondos suficientes para invertir en investigación y desarrollo- debamos consumir productos más caros y menos actualizados que el resto del mundo occidental, y en una constante presión sobre el dólar, generado por los exportadores que lo exigen “recontra-alto” para venderlos en el mundo. Como un espejo, las importaciones se encarecen, y eso impide a la población acceder a ellas a buenos precios. Por otra parte, cuando la situación mejora y la gente comienza a comprar más en el mercado interno, la única forma de evitar la suba de precios –la inflación- es fabricar más, cosa que tampoco sucede por la falta de un mediano plazo previsible.

La solución es totalmente distinta a cualquiera de las encaradas hasta ahora, hayan ido éstas desde el cierre de nuestra economía –“vivir con lo nuestro”- hasta la apertura total, tantas veces ensayadas.

Es muy simple: se trata de que nuestros industriales fabriquen, en todos los rubros, con altísima calidad y diseño, y consecuentes precios altos, y salgan a competir en los mercados más sofisticados del mundo. Argentina, pese al deterioro generalizado de las últimas décadas, conserva un material humano de excelente nivel, y la tecnología se encuentra disponible; por ello, con apoyo crediticio y sin los sobresaltos habituales, la transformación puede lograrse rápidamente. Como contraprestación, se liberaría el ingreso de productos del exterior, más baratos y más modernos, y se conservarían todos los puestos de trabajo, incrementando los salarios.

Para ejemplificar la idea, siempre recurro al calzado. Para proteger a esa industria y a los cincuenta mil trabajadores que ocupa, que producen zapatos de regular calidad y alto precio para los, quizás, diez millones de argentinos que pueden comprar un par por año, se impide el acceso al mercado local de calzado chino y brasileño que, por producir más de cinco mil millones de pares, pueden hacerlo con igual calidad y a precios bajísimos.

Si Italia o Gran Bretaña no tienen suficientes cueros para atender a la demanda de su industria, ¿por qué Argentina –que sí los tiene- no sale a competir contra esos países vendiendo en el exterior productos de igual estupenda calidad pero sensiblemente más baratos? Los costos laborales de nuestro país son muy superiores a los orientales y aún a los brasileños, pero sensiblemente inferiores a los europeos; y Argentina puede producir cueros curtidos, y trabajarlos, a mucho menor precio que Europa.

Entonces, si aplicamos esta receta, otorgamos facilidades para que los fabricantes puedan comprar la maquinaria adecuada y perfeccionar a sus operarios, podrían salir a competir, con precios muy competitivos, con los zapatos de alta gama –de US$ 1.000 el par- que se producen para ese mercado. Una vez producida la transformación, la importación de zapatos a razón de US$ 20 o US$ 30 el par, permitiría que todos los argentinos pudieran disponer de calzado adecuado.

Cuando digo que los industriales del calzado se han situado en una errada posición me refiero, concretamente, a la elección de su vocación y de su destino. Han decidido, curiosamente, optar por vender dentro de las fronteras y ello los obliga a hacer incalculables esfuerzos por cuidar ese territorio, esa ‘quintita’ privada. No recuerdo haber leído jamás acerca de protestas de los fabricantes italianos o británicos de zapatos contra la invasión por China o Brasil de sus ‘territorios’. Y no lo recuerdo porque no las ha habido, porque no son competencia. En el resto de los países del mundo que han abierto su economía, existen sectores dispuestos a pagar fortunas (y son capaces de hacerlo) por los zapatos de lujo, y otras franjas de mercado que, mal que nos pese, sólo pueden acceder a calzados baratos.

Todavía los industriales en general –el ejemplo de los zapateros ha sido sólo eso- están a tiempo de modificar su conducta. Si no lo hacen, los vientos de la globalización los obligarán a pagar esa factura y, con ellos, a los trabajadores que hoy dicen proteger. Es cierto que un camino como el que propongo requiere de seguridad jurídica, de reglas claras en materia cambiaria y de comercio exterior y de apoyo crediticio para la reconversión de la industria, pero supongo –y de allí este esfuerzo- que algún día podremos dotarnos de esos pilares básicos y esenciales para el progreso de cualquier país.

No estoy convencido de que lo merezcamos, a la luz de cuánto hemos hecho, todos, para destruir a la Argentina y hundirla en el arcón de los recuerdos de la Historia, pero confío en que Dios, una vez más, vuelva a ser a ser un compatriota.



domingo, 18 de agosto de 2013

Game over



“Game Over”

“Batí, total que te ha quedado, 
si toda aquella guita facilonga has reventao, 
sin palpitar chabón, qué 
venía la quiebra tras el cartón”. 
Enrique Cadícamo

El domingo pasado, después de escribir mi nota, ejercí como fiscal general en una escuela de Quilmes; tan pronto comenzaron a abrirse las urnas, la abrumadora cantidad de votos por la que se había impuesto Massa, en una sección electoral que no era, precisamente, uno de sus puntos fuertes, me dijo mucho acerca de la fuerza del sopapo que había recibido el oficialismo.

Usted, lector, sabe cuánto descreí de la realización de las PASO; estaba convencido que el Gobierno sabía que sería derrotado y que, en los distritos donde no lo fuera, esas primarias sólo servirían para identificar a quien se encontraría en mejores condiciones para alzarse con el triunfo en octubre; esas fueron las razones que di, y escribí, para explicar mi falta de fe. También dije que las había permitido porque la viuda de Kirchner había sido mal informada.

La señora Presidente, en la peor performance del kirchnerismo en las urnas durante la “década ganada”, perdió el mágico 54% de octubre de 2011, que sirvió para justificar todos sus disparates y desaguisados, y transformó su base de sustentación en el pobre 26% actual. Peor aún, la ciudadanía, por primera vez, es consciente de que el juego terminó y que la eterna viuda se ha transformado en un pote de yogurt con fecha de vencimiento.

Quienes están preocupados por qué pueda hacer el Congreso, a instancias del Ejecutivo, hasta el 10 de diciembre, cuando asumirán quienes resulten elegidos en octubre, debieran tranquilizarse: entre los actuales legisladores ha comenzado a cundir el pánico al desierto, y muchos de ellos ya iniciaron su peregrinación al santuario de Tigre. En resumen, las bancadas tan proclives a levantar la mano para votar sin siquiera leer los proyectos de ley que enviaba la Casa Rosada, el mismo lunes 12 empezaron a desgranarse, y quienes las integran están con las barbas en remojo. Lo mismo comenzará, en estas horas, a suceder en Comodoro Py.

Doña Cristina, que conoce muy bien cómo funciona el peronismo, demostró en su patológico discurso del miércoles, en Tecnópolis, que sabe que la pitada final del partido que, con su difunto marido, hizo perder a la Argentina por goleada ya fue dada y que no habrá vuelta atrás. Con una verba inflamada por los medicamentos que hubieran debido protegerla de su bipolaridad, se refugió en su núcleo más  duro, ése conformado por quienes sólo pueden huir hacia adelante, porque atrás sólo tienen un futuro de cárcel y pobreza. El comunicado emitido por La Cámpora, con la firma del Cuervo Larroque, nos mostró a una banda de iluminados que, con el mismo y enorme desprecio por la voluntad popular que exhibían los jóvenes idealistas de los 70’s, se ven a la cabeza de una ficticia revolución, ahora transformada en un mero saqueo de las arcas del Estado.

En un almuerzo ese mismo día, desde una mesa cercana un grupo de amigos me preguntó qué creía que sucedería en octubre; limitado por lo inapropiado del escenario para el diálogo prolongado, me limité a responder con una frase: el domingo pasado, el Gobierno encontró su techo, mientras que la oposición había encontrado su piso. Lo dije antes de saber que la viuda de Kirchner, totalmente desencajada, lo confirmaría minutos después.

A la luz de ese discurso, tan demostrativo de gravedad de la enfermedad que afecta su mente, cabe preguntarse si no ha llegado la hora de que el Parlamento argentino –en especial aquellos legisladores que quieran lavar sus culpas por la complicidad en tantas aberraciones- tome cartas en el asunto, y considere, como lo dispone la Constitución Nacional, si Cristina Fernández de Kirchner está en condiciones físicas y psíquicas de continuar ocupando la primera magistratura e infringiendo terribles daños a la República durante los dos años que restan de su mandato. Me parece, y así fue previsto en la carta magna, que su incapacidad manifiesta, que mucho se parece a la locura, debiera habilitar los resortes legales necesarios para removerla en forma inmediata.

Si la política gubernamental, tan personalmente dirigida por la señora Presidente como la reciente campaña electoral, condena al país a seguir sufriendo la terrible sangría que representa la corrupción; si la vida de sus habitantes corre tan grave peligro diario, producto de la proliferación de la droga y el narcotráfico; y si la economía y el futuro son dinamitados cada día para dejar tierra arrasada, creo que ha llegado el momento de  poner punto final a este modelo satánico, antes de que sea éste quienes termine con el país. La ciudadanía, más allá de la curiosa interpretación de los resultados que hizo la viuda de Él, dijo basta, y en octubre, la caída se transformará en un enorme derrumbe.

 Los dirigentes argentinos, y quienes se vean en tal rol en el próximo período presidencial, debieran comenzar ya mismo a pensar en cómo sacarán al país de la crisis, mucho más grave que la del 2001, que dejará el kirchnerismo a sus sucesores. Temas tales como la energía, la educación, los subsidios, los planes sociales, las futuras jubilaciones y la deuda previsional, la carencia de infraestructura de caminos y ferrocarriles, la industria, el campo y su producción, la seguridad ciudadana, la defensa nacional, la relación con el mundo civilizado, la salud pública, las reservas del Banco Central, la inflación, la pacificación nacional, debieran estar ya en la agenda de todos ellos, y obligarlos a dialogar para llegar a los acuerdos básicos que nos permitan sobrevivir como nación.

Por mi parte, comenzaré a predicar con el ejemplo y, a partir de la próxima semana, en esta columna trataré de alguno de esos temas, proponiendo la solución que creo más correcta. No lo haré por imaginarme más dotado que nadie sino porque todos debemos poner el hombro, y esta vez en serio, para sacar al país del pozo ciego en que lo ha sumergido, durante los diez años del matrimonio imperial en el poder, esta banda de delincuentes que aún no se resigna a abandonarlo.





domingo, 11 de agosto de 2013

Silencio que aturde



Silencio que Aturde

“La política es el arte de conseguir que tus intereses egoístas parezcan intereses nacionales”. Thomas Sowell

Más allá de los estropicios habituales que practica el Gobierno con su ya increíble manipulación de los datos estadísticos, que le permite anunciar inexistentes caídas en los niveles de pobreza e indigencia, ignorar la galopante inflación e irritar a la compungida ciudadanía con declaraciones ridículas sobre comer con seis pesos diarios, ahora la Presidente y la banda de delincuentes que encabeza y la rodea han pergeñado la nueva versión de un robo mayúsculo.

Al dar a conocer un falso porcentaje de crecimiento del PBI, que no ha sido confirmado por ningún estudio serio, nacional, extranjero o multinacional, se verá “obligado” a pagar por los cupones atados a esa variable la muy bonita suma de tres mil quinientos millones de dólares, que volverán a salir de las cada vez más magras reservas que aún conserva el Banco Central, afectadas por el consuetudinario saqueo oficial.

Cuando se compara esa inexplicable generosidad hacia los tenedores de esos bonos con las penurias que el cepo cambiario de Patotín impone a la industria nacional y al ciudadano común, una medida justificada por la catarata de animaladas y negociados que este Gobierno realizara en materia energética, resulta aún más llamativa.

Si bien es cierto que el kirchnerismo ha pagado religiosa e injustificadamente (lo curioso es que los países serios de la región los han refinanciado a tasas cada vez menores) hasta la fecha sus compromisos internacionales –si se exceptúa, obviamente, a los holdouts, al Club de París, a las sentencias del CIADI y a los dueños de empresas confiscadas- no lo es menos que la Argentina despierta cada vez menos interés en los inversores internacionales, aún de aquéllos que están dispuestos a asumir riesgos inmensos en escenarios de guerra, como las compañías petroleras, por ejemplo. Entonces, cabe preguntarse quiénes son los mayores tenedores de esos bonos a los cuales les hemos pagado tanto y, ahora, les regalaremos esa enorme suma de dinero, sobre todo cuando el desembolso se realizará a contramano de la realidad.

Mi sospecha –por cierto justificada, conociendo la catadura moral de quienes nos han gobernado durante la “década ganada”- es que estos cupones fueron comprados por quienes, al poder manipular las cifras del INDEC, podían también asegurar esta pasmosa ganancia. Si no fuera así, ¿qué sentido tendría hacerlo si pensamos que, con ella, podríamos arreglar, al menos parcialmente, nuestros problemas con el Club de París, por ejemplo?; si lo hiciéramos, los organismos estatales comunitarios podrían, nuevamente, garantizar a los exportadores europeos contra el riesgo argentino, o nos permitirían volver a los mercados internacionales de crédito, aún baratos. Y ni que decir si los fondos en cuestión fueran destinados a construir rutas, ferrocarriles, hospitales o viviendas; en cambio, irán a parar, una vez más, a los bolsillos de los mismos delincuentes.

Hoy, mientras escribo esta nota, los argentinos estamos votando (¿o botando?) en esta encuesta general camufladas de primarias. No puedo negar cuán sorprendido estoy, ya que siempre descreí de su realización, porque sólo servirán para identificar, en cada distrito, a quien esté en mejores condiciones de derrotar al oficialismo en octubre.

 Pero lo adjudico a la mala información de inteligencia de la que, a pesar de los ingentes fondos que el Gobierno destina –al menos, teóricamente- a su obtención se suministra a la Presidente, a punto tal que se le dijo, casi hasta la fecha de cierre de las listas, que Sergio Massa no se presentaría; ahora, es probable que haya permitido las primarias pensando en que Martín Insaurralde ganaría la Provincia de Buenos Aires. La otra explicación plausible es la seguridad en poder manipular las cifras, realizando un fraude monumental, pero debo confesar que me parece harto difícil de lograr.

Es altamente probable, por el contrario, que más allá de las formas del relato, esta noche comience el final de la era kirchnerista. Lamentablemente, y las pruebas están a la vista, la retirada será cubierta arrasando e incendiando todo a su paso. Porque, como ya sabemos por el odio y la fragmentación social que la familia imperial ha sabido instalar en la sociedad, y como producto de las reiteradas humillaciones que ambos consortes y sus funcionarios han derrochado sobre todos los estamentos, cuando pierdan el poder todos ellos serán arrojados a la arena del circo, sin compasión ni tolerancia. Tal vez sea previendo esa situación que será consumado el atraco descripto más arriba.

La sociedad argentina, tan habituada y necesitada de transferir sus culpas a terceros -se llamen éstos sinarquía,  monopolios internacionales, viejos militares, menemistas no reciclados, formadores de precios, amantes de la convertibilidad, etc., etc.-, tendrá a cercana disposición una serie de individuos a los cuales endosar la responsabilidad por todos sus males, que no serán pocos, y pedirá cárceles y confiscaciones. La monstruosa impudicia (el filósofo Yabrán definía al poder como impunidad) con que la asociación ilícita que nos gobierna se ha comportado traerá para sus integrantes inevitables consecuencias, porque sólo un pueblo ahíto está dispuesto a tolerar bajo el lema “roban pero hacen”; cuando la escasez y la miseria crecen, las sociedades tienden a pedir venganza y reparación.

Si esta mini-campaña electoral se transformó en un mero anticipo de las prácticas a las que recurrirá el kirchnerismo en la verdadera, que comenzará mañana, el robo perpetrado en la casa de Sergio Massa, la muerte del Lauchón, y el tiroteo al automóvil del Intendente de Tigre nos parecerán juegos de niños. Estas acciones resultan más trágicas, aunque menos gravitantes, que las que ya se intentaron contra Luis Juez, Lilita Carrió, Enrique Olivera, por inventados enriquecimientos, y contra Francisco de Narváez, con la pretensión de vincularlo al tráfico de efedrina. Parece que los métodos utilizados, como sucede con la brutal crispación instalada en la sociedad, involucionan rápidamente hacia la violencia.

Pero, como digo, tengo esperanzas; hoy los ciudadanos comenzaremos a optar entre volver a ser República o convertirnos, sin remedio, en Argenzuela. Esta noche se develará esa incógnita, tan esencialmente trascendente para el futuro.



domingo, 4 de agosto de 2013

Cuando estén secas las pilas II

Cuando estén secas las pilas II

“La historia y la experiencia demuestran que en regímenes políticos que no reconocen a los particulares la propiedad, incluida la de los bienes de producción, se viola o suprime totalmente el ejercicio de la libertad humana en las cosas más fundamentales, lo cual demuestra con evidencia que el ejercicio de la libertad tiene su garantía y al mismo tiempo su estímulo en el derecho de propiedad”. Juan XXIII


Pese a cuanto fundadamente supuse, parece que las Primarias, Abiertas, Simultáneas y Obligatorias se celebrarán dentro de una semana, y ya su unilateral suspensión se convertiría en un escándalo que, dado lo caldeado que está el ánimo de los argentinos, podría generar un desorden social de inéditas dimensiones. Transformadas en una enorme encuesta electoral, esas PASO no pueden producir, para el régimen que nos gobierna, ningún beneficio. Los resultados que el oficialismo obtenga en cada distrito será su mejor techo posible para las legislativas de octubre, mientras que los segundos, como ya ha empezado a suceder, cosecharán el “voto útil” de quienes están ya hartos de tanto falso relato, de tanta prepotencia, de tanta corrupción y de tanto derroche.

Así, el Gobierno, movido por ignoro qué circunstancias o convencimientos, deberá asumir una derrota grave, dado el carácter plebiscitario que él mismo ha conferido a estas pseudo-elecciones. A partir del domingo próximo, y más allá de los dibujos que realice para maquillar la enorme caída que sufrirá en el apoyo ciudadano, lo interesante será ver de qué se disfrazará doña Cristina, que siempre ha justificado sus desmesuras en el mítico 54% que obtuvo en octubre de 2011.

Las perspectivas para el cristinismo imperial y eterno no pueden ser peores: perderá –y en algunos casos saldrá tercero- en la Ciudad de Buenos Aires, en la Provincia, en Santa Fe, en Córdoba, en San Luis, en Mendoza y en Santa Cruz, su tradicional feudo. Pero, además, tiene un alto riego en Salta, en Chubut, en Tucumán –esta noche Jorge Lanata contribuirá a incrementarlo- y hasta en Entre Ríos, donde Héctor Maya ha decidido presentarse a la interna del FpV contra el candidato de Uribarri. Seguramente, podrá invocar ser la primera minoría y, tal vez, haber ganado más diputados que los que  tenía, pero el control del Congreso y su transformación en una simple oficina de sanción de los proyectos del Ejecutivo habrá pasado a ser historia.

¿Cómo aprenderá doña Cristina, entonces, a continuar gobernando un país cuya economía se le ha ido definitivamente de las manos, sin Congreso y  Justicia dóciles, y transformada ella misma en un pote de yogurt con fecha fija de vencimiento? Como dijo Jorge Asís, la mejor inversión para este fin de año será en acciones de fábricas de garrochas, ya que la estructura territorial del peronismo agotará la oferta para mudar su lealtad al nuevo jefe que surja de las elecciones, y consigo llevará a ese otro palenque los esenciales votos del Conurbano; pero también deberíamos poner algunos pesos en las fábricas de cascos, porque todo augura que lloverán piedras.

En la semana que acaba de concluir, y más allá de la reiteración de manifestaciones de desprecio a todas las leyes vigentes –electorales y de radiodifusión- que exhibió el Ejecutivo que, al mejor estilo de los monarcas absolutos del siglo XVIII, se pone por encima de los marcos constitucionales y legales, los hechos más llamativos fueron generados en los tribunales de Comodoro Py, desde donde la Sala I –con las oportunas vacaciones del único miembro asustado por la falta de límites- de la Cámara Criminal Federal emitió sendas resoluciones en los casos más irritantes para la ciudadanía: Ricardo Avioncito Jaime y los Sueños Compartidos por Hebe de Bonafini, los hermanitos Shoklender y todos sus cómplices, funcionarios públicos incluidos.

Presumo que a los Dres. Ballesteros y Farah llegó alguna correspondencia desde 25 de Mayo 11 que los “convenció” de continuar juzgando militantemente, como lo hicieron cuando declararon la nulidad, como prueba, de los más de 4.000 mails encontrados en las computadoras del testaferro de Jaimito; pero los “argumentos” que habrían contenido esas oportunas cartas no resultaron suficientemente convincentes, ya que el Dr. Freiler, también con fallos muy curiosos en su haber, se negó esta vez a ser un bonzo más.

El motivo de tanta preocupación del Gobierno por la suerte de estos delincuentes –incluidos Lázaro Báez, Rudi Ulloa y Claudio Cirigliano y sus respectivas familias de testaferros- es muy simple: todos ellos saben demasiado y, si fueran presos, no dudarían un segundo en convertirse en gargantas profundas, accionando malolientes ventiladores que salpicarían las memorias de falsos próceres y los patrimonios de entrañables vivos.

Pero, aunque mucho más ignorado por la ciudadanía en su conjunto, lo peor de la semana fue la reglamentación de la ley que modificó las funciones de la Comisión Nacional de Valores, autorizándola a intervenir las empresas en las cuales el Estado (o, para doña Cristina, el Gobierno) tenga participación en el capital accionario, producto de la confiscación de las AFJP’s, y desplace a sus órganos de administración, todo ello sin necesidad de contar con una orden judicial.

La irracional importancia que la guerra contra Clarín ha adquirido en la enferma mente de la Presidente la ha llevado a adoptar una medida que complicará aún más la herencia envenenada y minada que dejará a quien la suceda, ya que si los inversores externos y locales miraban hasta ahora con recelo a la Argentina, ahora huyen como si hubieran visto al Demonio. Resultará muy difícil, a partir de este nuevo ataque a la propiedad privada, convencer al mundo de nuestras posibilidades de desarrollo con seguridad y legalidad.

La patológica desmesura a la que hice referencia más arriba le está costando caro a la viuda de Kirchner: las fotos robadas a SS Francisco para utilizarlas en la campaña tuvieron un efecto negativo en la imagen pública de Martín Insaurralde, y el límite que encontró en su pretensión de encumbrar al Gral. Espión Milani al tope del escalafón militar mostró públicamente cuánto se ha debilitado el poder de su dedo imperioso.

El jueves 8, la ciudadanía se volverá a reunir en cabildo abierto, en el Obelisco porteño y en todos los lugares de concentración de las marchas anteriores. Entonces, habrá que decidir si permitimos que, nuevamente, se ignore desde el poder nuestro masivo reclamo contra la corrupción y la inseguridad y en apoyo a la República y la Constitución o si, esta vez, tomamos el futuro en nuestras propias manos. Más allá de la desilusión que conmueve el ánimo de muchos por el escaso efecto de las que hicimos antes, es importante que concurramos masivamente y superemos, inclusive, los números anteriores. Porque así, quienes aún dudan acerca de las inexistentes virtudes de la Presidente y su banda, adoptarán una decisión común el domingo 11, poniendo un freno terminante y definitivo a todos estos disparates, que tan caro nos costarán.

Sólo así podremos regresar a nuestros hogares sin necesidad de cantar, por lo bajo, “vuelvo cansado a la casita de mis viejos”, porque habremos hecho algo, lo posible, para que termine este período tan nefasto de nuestra historia.