viernes, 24 de diciembre de 2010

La calle enfurecida

La calle enfurecida


Desde el asesinato de Ferreyra, hecho al que se imputa la muerte del propio Kirchner, la calle ha recuperado un protagonismo que no se veía, en estas pampas, desde el 2001.

Obviamente, hay una sumatoria de causas que expliquen el enojo popular –la inflación, la inseguridad, el calor, la falta de electricidad, el injusto privilegio a los okupas, etc.- pero todo ello no hace más que reflejar el descontento generalizado con una clase política que, en medio del fragor de sus batallitas personales, se ha olvidado de la gente.

A los pocos días de morir don Néstor, en una nota que titulé “Muchos muertos en uno” (http://tinyurl.com/258rm29), dije que, de todos los roles que desempeñaba Kirchner, el más difícil de suplir sería el de articulador entre todas las alas del FpV. Además, presagiaba que esa lucha interna, que el finado había logrado ensordecer durante más de siete años, podría colocar a su viuda ante la peor de las encrucijadas.

Los graves episodios de ayer, generados a partir de un corte de vías de idénticas características a las del que, en octubre, costaron la vida de Ferreyra, constituyen un serio llamado de atención a doña Cristina para que, de una vez por todas, opte por uno de los caminos que tiene por delante y termine con la enorme serie de actos contradictorios que ha realizado desde que, finalmente, se vio obligada a ocupar el cargo para el cual fue elegida en el ya lejano 2007.

La peor izquierda le está pidiendo la cabeza de Pedraza, como entrada, para el festín que pretende hacerse con los jerarcas de la CGT como plato fuerte pero, también, le está poniendo condiciones a su gobierno para que, más allá de la retórica, explique qué significa el acercamiento al Fondo Monetario Internacional, el pretendido pago al Club de Paris, el desalojo del Parque Indoamericano, la posición tan pro-norteamericana que delataron los cables de WikyLeaks, y tantas otras medidas que van a contrapelo de cuanto dijo don Néstor mientras vivió.

Porque, debemos reconocerlo, doña Cristina, mientras endiosa a su cónyuge y trata de convertirlo en el estadista que nunca fue, borra con el codo algunas de las peores hazañas de don Néstor.

A la vez, sin embargo, y la “discusión” del fallido Presupuesto 2011 fue una buena muestra de ello, hace suyas la mayoría de las siniestras políticas que, después de siete años y medio de crecimiento “a tasas chinas” –por cierto, muy similares a las del resto de Latinoamérica- han degradado tanto a nuestra República y mantienen en la pobreza y la indigencia a un cuarenta por ciento de los argentinos.

Porque de esto fue que se habló ayer en Plaza Constitución y en las ocupaciones de espacios públicos. Del clamor generalizado contra el “modelo de inclusión y desarrollo” que, mientras beneficia a los amigos del poder, ha permitido que volviera a caerse del mapa una enorme parte de la población, en una práctica de marginación pensada para nutrir al clientelismo de la política más inmunda.

En otro ámbito, no tan públicamente violento, también se está generando la tormenta de grandes proporciones que todos los meteorólogos políticos prevén. Los reclamos de don Hugo y de su hijito Facundito por distintos plus salariales no son más que los primeros escarceos de quienes no se dejarán meter presos fácilmente. Si eso desata la espiralización de la inflación es otro tema que, desde ya, no les preocupa en lo más mínimo.

Moyano no pudo, en verdad, ser más claro cuando anunció, micrófono público en mano, que su gente resistiría, en la calle, cualquier cambio de signo político que impusieran las urnas. Y lo hizo porque sabe que, si el próximo no fuera un gobierno peronista, la cárcel será un destino cada vez más cercano. Pero, también, para exigirle a la Presidente que interceda ante los jueces que le respiran en la nuca, algo que nadie parece dispuesto a hacer para no seguir engordando al monstruo creado por don Néstor.

Es altamente probable que los hechos de los últimos días terminen de convencer a doña Cristina de rechazar la candidatura presidencial que todos los que la rodean quieren endilgarle. Si eso ocurre, sin duda será el inefable don Scioli quien asumirá el rol de mariscal para evitar que el peronismo deje el poder; además, y como me explicó recientemente un amigo, Danielito es el único que puede garantizar la impunidad a todas las bandas que hoy actúan. Podría, entonces, transformarse en el “puente de plata” que le permitiera a la Presidente gozar de su fortuna personal en compañía de sus hijos.

Pero, de concretarse, esa impunidad se convertiría en otro gigantesco escollo para que Argentina pueda volver a ser una República, con instituciones respetadas y revalorizadas, transformándose en un país verdaderamente libre, justo y soberano.

Otra vez, el verano parece que no será ese paraíso de antaño, cuando todos los problemas públicos se olvidaban desde diciembre hasta marzo. Hoy, las necesidades insatisfechas de una gran parte de los argentinos no pueden tomarse descanso, y los oportunistas de toda laya están listos para encender el fuego.

Hoy será Nochebuena. Rezo para que el Cristo que nacerá permita que los argentinos podamos corregir este rumbo que sólo nos puede llevar a una decadencia mayor, y que nos hará chocar, indefectiblemente, con el futuro.

¡Feliz Navidad!

iSamaná, 24 Dic 10


viernes, 10 de diciembre de 2010

¿Xenofobia o cretinismo?

¿Xenofobia o Cretinismo?




Mientras comienzo a escribir esta nota, doña Cristina está hablando desde su atril en el “Salón de los Próceres Latinoamericanos”, ese mismo que inaugurara el 25 de mayo con cuadros del asesino Ernesto Guevara. Y también hay una batalla campal entre los vecinos de la zona y los ocupantes de otro espacio público que, en 48 hs., se ha cargado la vida de tres personas.

De todas maneras, y en la medida en que está usando el atril para explicar, en su propia interpretación, qué está pasando el Parque Indoamericano, hoy ha acumulado una nueva prueba de su ignorancia como la abogada que dice ser, no sólo del derecho positivo sino del propio derecho natural.

Le guste o no a doña Cristina, las comunidades sólo pueden existir cuando se someten a las leyes que gobiernan la convivencia y las relaciones entre cada uno de sus miembros. Paradójicamente, una sociedad es verdaderamente libre cuando es esclava de las leyes.

Y una de las primeras normas que el hombre estableció cuando comenzó a manifestar su espíritu gregario dice, expresamente, que los derechos de uno terminan donde empiezan los de los demás. Si esto no se entiende, si ese principio no se hace carne en una sociedad, todo el andamiaje sobre el cual esa sociedad se ha creado dejará de existir, ya que no habrá límite alguno para la voluntad y el deseo, legítimos o no, de cada uno.

Desde 2003, la imbécil posición gubernamental de no reprimir (nadie pide eso) la protesta social, ha llevado, precisamente, a que los derechos no sean respetados, y a que cada uno imponga al vecino su parecer. En especial, como todos sabemos, se ha conculcado generalizadamente el derecho a circular libremente.

Las sociedades civilizadas ejercen, desde el Estado, el monopolio de la fuerza, y lo usan para canalizar esas protestas de modo tal que no perjudiquen a los demás. Y, así, mantienen el orden público en sus ciudades y permiten a sus ciudadanos ejercer sus derechos libremente. Los ejemplos sobran y, salvo excepciones que son verdaderos delitos, no hay heridos ni muertos en las protestas.

Por ello, la Presidente, cuando pretende confundir disuasión con represión, razona con silogismos absolutamente disparatados.

Y lo mismo ocurre cuando confunde el reclamo por una política lógica de inmigración con xenofobia.

Los argentinos en general no tenemos problemas raciales, religiosos, sexuales o políticos que generen discriminación de ningún tipo. Es más, mayoritariamente tenemos por nuestros hermanos latinoamericanos un cariño enorme, generado por una historia común, por lazos culturales indisolubles, y hasta por el idioma.

Pero ningún país –elija, señora Presidente, alguno para contradecirme- carece de política inmigratoria. Pero, tal vez, reclamar un diseño por el estilo en un país que carece de planificación de largo plazo (nadie parece pensar, en la Argentina, más allá del próximo año) resulte una quimera.

Lamentablemente, los países de alrededor sufren, en algunos casos en forma más grave, de problemas sociales parecidos a los nuestros. Y la política de subsidios y de planes sociales implementado, sin filtro de ningún tipo y con mucha intencionalidad política, por el Gobierno nacional, hace que la ciudad de Buenos Aires y hasta el Conurbano actúen como un imán para quienes, en Bolivia, Perú, Paraguay, etc., sufren por la pobreza, la indigencia y, sobre todo, por la falta de un sistema de salud idóneo.

Nadie es xenófobo –es decir, nadie considera un enemigo al otro- pero doña Cristina y don Anímal Fernández debieran entender varias cosas: que la situación que se está viviendo es producto directo de la inacción y de la corrupción que campean en el país y, también, que los recursos de todo tipo (vivienda, salud, educación, cloacas, agua corriente, electricidad, etc.) se planifican –o, al menos, debieran serlo- para una determinada población, y no para una demanda creciente, incontrolada y desmadrada.

Por otra parte, y volviendo al principio de la nota, tampoco es posible que cualquiera, por muchas necesidades que tenga, ocupe espacios públicos para transformarlos en propiedades privadas. Y la tolerancia del kirchnerismo, motorizado por la voluntad clientelista, ha hecho precisamente eso. La ciudad y sus alrededores se han convertido, literalmente, en bienes vacantes, de los cuales cualquiera puede apropiarse.

Para agravar, aún más, el panorama, la Argentina ha dejado de ser, desde hace ya años, un país de tránsito de droga para transformarse en uno de consumo; tanto que tenemos el record en marihuana y en cocaína comercializadas en el mercado interno y, como existen innumerables “laboratorios”, éstos venden el famoso paco, que destruye la vida en un año.

Las villas porteñas, tan similares ya a las favelas brasileñas, se han convertido en las fuentes en las cuales campea el tráfico y abreva el consumo. El Presidente Luiz Inácio Lula da Silva –creo que equivocadamente, pero eso es otra discusión- ha enviado a las fuerzas armadas de su país a recuperar territorios que, hasta ayer, habían dejado de pertenecer al Estado brasileño para ser, sólo, de los traficantes.

Si pensamos que el comercio de drogas en el mundo moviliza recursos por seis mil billones de dólares anuales, se puede comprender por qué los implicados en el mismo disponen de armamento tan sofisticado. A mero título de ejemplo, un allanamiento que se realizó en la celda en la que estaba detenido Fernandinho Beira Mar permitió saber que éste, desde la cárcel, estaba comprando misiles tierra-aire para luchar contra los helicópteros policiales.

Ya la Presidente ha terminado su alocución, con mohines y sonrisas, en la que ha puesto toda la responsabilidad de los hechos que contemplo, azorado, por televisión, sobre los hombros de Macri. Mientras tanto, la Policía Federal –y también la todavía incapacitada Metropolitana- continúa ausente, y los vecinos han salido a matar a los intrusos.

Hoy el país –porque el Parque Indoamericano es sólo una muestra; hay otras, como los transportadores de granos de Pehuajó- es un caos. El Estado está ausente, los órganos de seguridad del Ejecutivo no obedecen las órdenes del Poder Judicial, los propios ministros ridiculizan al Vicepresidente y al Jefe de Gobierno porteño, y los vecinos han salido a matar intrusos.

También hay, en el Parque, organizaciones criminales de todo tipo, desde las que lucran “vendiendo” los terrenos a los invasores –y, como marketing, los llevan al lugar- hasta los que venden pasaportes y documentos de identidad para que puedan votar en las próximas elecciones y, sobre todo, a los traficantes que quieren expandir su imperio.

La crispación que el kirchnerismo ha impuesto con su discurso a la sociedad es la causa de lo que está sucediendo. Mientras la Presidente recibía elogios del Juez Garzón, de Hebe de Bonafini y de Estela Carlotto, los esbirros de la segunda están entre los primeros atacantes de los intrusos del Parque, ante la posibilidad de que éstos invadan las casas construidas por su organización.

Para “pegarle” a Macri, aparentemente todo sirve; y debo confesar que parece fácil. Hasta el caos y las muertes aparecen como útiles. Sin embargo, y como dijo esta mañana Joaquín Morales Solá en La Nación, esta situación se volverá, como un boomerang, contra el Gobierno nacional y la posibilidad de continuidad del kirchnerismo en el poder.

Y será un “bien” más que heredará el sucesor. Por eso, y aunque sienta que estoy predicando en el desierto, insto a los políticos argentinos a que se pongan el país al hombro, a que se unan en la gesta heroica de recuperar el futuro ya que, si no lo hacen, auguro que la Argentina, como país, desaparecerá de la faz de la tierra.

Debo confesar que hoy, en medio de tanta muerte y tanto cinismo, tengo pocas esperanzas. Termino esta nota a las 22:15, y la noche será muy larga en la Argentina, y más en el Parque. Ruego a Dios para que no se transforme en una masacre.


Bs.As., 10 Dic 10





miércoles, 8 de diciembre de 2010

Penoso escenario

Penoso Escenario


“No teman nada
Gentes honestas y ejemplares
No hay peligro
Sus muertos están bien muertos
Sus muertos están bien guardados”
Jacques Prévert


El escenario sin Néstor, conducido por el incipiente postkirchnerismo de doña Cristina, no deja de resultar extraño, pese a que mucho de lo que en él vemos hoy lo preanunciamos muchos.

Con disculpas por la autoreferenciación –un pecado habitual en mí- la nota titulada “Muchos muertos en uno” (http://tinyurl.com/258rm29) decía que, entre todos los roles del finado, el más difícil de cubrir sería el de armonizador y articulador, con zanahorias y palos, de las distintas alas del Frente para la Victoria. La ausencia ahora se nota en el avance de los jueces sobre Moyano y en el movimiento de piezas de éste sobre el tablero, previo a la confrontación que se producirá, sin dudas, si la mujer del camionero ve demasiado cerca la posibilidad de intimar con la de Zanola tras las rejas.

La Presidente parece haber salido a conquistar a las clases medias, esas mismas a las que agravió desde el atril, sin pausas y sin límites, desde la época del conflicto con el campo. Para ello, además de dejar de lado –salvo cuando se le suelta el indio- la confrontación y la crispación. Fue una de las opciones de las que disponía y que describí en “Un incómodo camión” (
http://tinyurl.com/2g4t9fx). Para lograrlo, deberá desprenderse de todas las comparsas que la rodean y que, cuando el duelo haya terminado, la volverán a empujar al fondo de la opinión general.

Hasta allí, entonces, nada sorprendente. Sin embargo, hay dos episodios que ponen a prueba todo el andamiaje montado para que doña Cristina, si decide no presentarse a la reelección, se convierta en un “pato rengo”.

El primero, más lejano, es el configurado por las filtraciones que el bueno de Assange difundiera con tanto éxito por el mundo. Porque ese huracán se ha llevado, entre otras consecuencias desagradables, a algunas de las primeras espadas del elenco sub-40 del postkirchnerismo; el ejemplo más claro es Sergio Massa, a quien nuestra vengativa primera magistrada no perdonará la crítica cruda y, menos aún, los calificativos usados por el Intendente de Tigre para describir a su cónyuge cuando éste aún vivía.

Tampoco saldrá indemne el energúmeno Jefe de Gabinete, nuevamente vinculado al tráfico de drogas y a la rampante corrupción gubernamental. Don Aníbal debería ir poniendo las barbas en remojo porque, más allá de las eventuales persecuciones que desaten los fiscales probos, el propio GAFI exigirá su desplazamiento como condición para que la Argentina no ingrese en la lista negra del organismo internacional. Como es obvio, el G-20, esa reunión de países tan atrayente para la Presidente, no tolerará que siga el zorro al frente del gallinero.

El segundo, muchísimo más grave por cierto, el tornado –ese fenómeno atmosférico que hace que el aire gire sobre sí mismo y arrase todo a su paso- que ha desatado ese inefable don Vázquez, con sus computadoras, sobre don Ricardo Jaime –como piso- y la propia Presidencia de la República, como techo. Así como no me imagino a don Hugo acatando pacíficamente medidas judiciales que puedan llevar a su mujer –y a él mismo- a la cárcel, tampoco me imagino al ex Secretario de Transportes ingresando a la prisión en silencio. Seguramente, ya está negociando –en realidad, amenazando- alguna forma de impunidad a cambio de callar lo mucho que sabe.

En ambos episodios –que describí la semana pasada en la “Suma de Fugas” (
http://tinyurl.com/2a9q76f)- existe un denominador común, cual es el riguroso silencio que mantiene doña Cristina sobre estos temas. En realidad, y desde su punto de vista, es probable que esté haciendo bien, ya que sería muy difícil abrir un debate sobre la forma en que el kirchnerismo ha ejercido el poder desde que don Néstor fue elegido Intendente de Río Gallegos y, tampoco, sobre los métodos que han llevado a la pareja presidencial a incrementar tan escandalosamente su patrimonio “blanco”, aunque éstos hayan resultado clarísimos para un Juez federal con pasado prostibulario.

Pese a ello, y cuando la espuma de la solidaridad con la viudez que hoy embarga al pueblo argentino haya descendido, estoy convencido que la corrupción ya tan exhibida, la inseguridad ya tan sufrida y la inflación ya tan percibida serán los grandes talones de Aquiles de cualquier proyecto reeleccionario que pudieran albergar la señora y su Canciller.

Además, ¿de qué se disfrazará doña Cristina para explicar a los chicos de La Cámpora o a los lenguaraces de Carta Abierta la reconciliación y la invitación al FMI después de haberlos denostado hasta el exceso? ¿Cómo hará para que a Evo Morales se le pase el enojo que adquirió cuando se enteró, en Wikileaks, que su colega argentina lo “vendía” a los odiados yankees? ¿Continuará el romance con el papagayo caribeño después de saberse que la Presidente aceptó el pedido de los Estados Unidos para intentar morigerar los disparates venezolanos?. Todo me hace pensar que, por un rato al menos, se interrumpirá el tráfico de valijas, armas y “consejeros” militares entre Caracas y Buenos Aires.

Una prueba de ello lo dio la ausencia del inefable don Chávez de la Cumbre Iberoamericana, después de haber alquilado un lugar para reeditar la pantomima que organizara contra Bush años pasados.

Porque, para agravar el cuadro, doña Cristina ha apartado, ahora claramente, del eje bolivariano; fue su posición la que impidió, en Mar del Plata, que los presidentes suscribieran un grueso ataque a Obama y su gobierno.

Un capítulo aparte merece, en este penoso escenario, la terrible confirmación internacional de la situación de nuestra educación, ya descripta con crudeza por ese gran maestro que se llama Alieto Guadagni. Las estupideces sin nombre que el Ministro Sileoni enumeró para intentar tapar el sol con la mano no hacen más que recordar que la caída de veinte puntos en la calificación de la Argentina es responsabilidad directa, al menos en los últimos siete sobre los diez años que abarca el estudio, de la nefasta gestión de los Kirchner, tan “inclusiva” y tan “distributiva”.

Para concluir, sólo una leve mención a la danza de nombres que los opositores continúan arrojando al burdo panorama de nuestra política doméstica, todos los cuales siguen con la costumbre nacional de los grandes enunciados, sin explicar jamás cómo harán, si triunfan en la contienda electoral, para llevarlos a la práctica.

Nuestro país necesita que todos nos pongamos la realidad al hombro, que juntemos nuestras voluntades y nuestras acciones para determinar cómo detendremos la inflación, cómo frenaremos la inseguridad, cómo terminaremos con el hambre y con la pobreza, cómo recuperaremos la educación y la cultura del trabajo, cómo –en definitiva- corregiremos los desaguisados de tantos años.

La enorme cantidad de respuestas que recibo a la publicación de estas reflexiones me dice, con toda claridad, que hay una innumerable cantidad de compatriotas que están dispuestos a sumarse a esa gesta, que sólo falta que nuestros “dirigentes” asuman su responsabilidad y convoquen a la gesta.

Bs.As., 8 Dic 10

viernes, 3 de diciembre de 2010

Suma de fugas

Suma de Fugas

“Pero quizás un día,
antes que la tierra se canse de atraernos
y brindarnos su seno,
el cerebro les sirva para sentirse humanos,
ser hombres,
ser mujeres,
-no cajas de caudales,
ni perchas desoladas-,
…;
y descubrir, de nuevo, que todas las riquezas
se encuentran en nosotros y no bajo la tierra”
Oliverio Girondo


Como todos sabemos, el GAFI, organismo internacional de lucha contra el lavado de dinero (de la corrupción, del terrorismo y de la droga, básicamente) está a punto de poner a la Argentina en su “lista gris”, debido a la falta de interés del Gobierno en luchar contra este verdadero flagelo. Las razones de esa inacción nacional está vinculada, obviamente, a la necesidad de los Kirchner y de sus cómplices en contar con las herramientas necesarias para disfrutar de dineros mal habidos y, sobre todo, inexplicables.

En 2008, cuando fue sancionada la “Ley de Blanqueo”, escribí una nota (“Aprovechar la mala fama”, http://tinyurl.com/2bdnt8t) en la cual sugería a toda la oposición que se comprometiera, desde el Congreso que surgiría en las legislativas de junio siguiente, a derogar esa norma, que sólo estaba diseñada para favorecer a los miembros del Gobierno más corrupto de la historia. Obviamente, y pese a que esas elecciones fueron escandalosamente perdidas por el kirchnerismo, nuestro Parlamento se comportó del modo que sabemos, la ley no fue abolida y el autor de la nota -yo mismo- quedó como un infantil iluso.

Sólo se conoce el monto global de dinero “blanqueado”, pero no quiénes y cuánto lavaron mediante el simple expediente de pagar un 8% sobre los montos declarados. Detrás de todo, está el producido de la venta de drogas, las coimas y sobreprecios en la obra pública, la compra de bienes y hasta de los campos que la leyenda urbana –sobre todo en las localidades pequeñas del interior- atribuye a ministros, sindicalistas y testaferros varios.

Hace meses que los círculos bien informados -¡qué bien suena!- sabían del secuestro de las computadoras de don Vázquez y de la invalorable información que éstas contenían. Más allá de la tentativa del abogado de don Jaime de nulificar esas pruebas, la confirmación de don Lorente en España y los antiguos y reiterados dichos de un ex Director de Aerolíneas Argentinas las han transformado, prácticamente, en indubitables.

Con ellas, todo un esquema de monstruosa corrupción del Gobierno, al menos en el área de transportes, ha quedado visible y acreditada ante todos aquéllos que no son estrictos militantes, es decir, dogmáticos. La reunión realizada ayer en la Plaza de los Dos Congresos, donde se discutió cómo deben los jóvenes kirchneristas salir a difundir la “profundización del modelo” pero no se dijo nada acerca de estas revelaciones, explica claramente a qué me refiero.

Días atrás, entre los muchos comentarios que recibí sobre mi última nota, uno de ellos fue un correo electrónico que me envió, en términos francamente insultantes, una joven –por el estilo de redacción- llamada Rita. Cuando le respondí agradeciéndolo y poniéndome a su disposición para discutir sobre ideas y sobre hechos, no sobre consignas, contestó más airada aún, vapuleando hasta a mi nivel cultural, y negándose por completo a polemizar sobre los Kirchner, a quienes considera verdaderos próceres.

Ahora, que la aparición de los cables diplomáticos estadounidenses pone en blanco sobre negro no solamente la nube de sospechas que los aspectos patrimoniales han generado aquí y en el exterior, sino que comienzan a descubrirse algunas de las rutas de los dineros de la pareja presidencial por el mundo, precisamente en los paraísos fiscales de Luxemburgo, Lichtenstein y Suiza, me pregunto cómo se sentirán esos militantes fanáticos, incapaces de escuchar razones pero bienintencionados, que los hay.

(Por imposibilidad de hacerlo en forma personal, dejo a los periodistas la investigación de otra leyenda urbana: los trenes “comprados” por don Jaime a España y Portugal se encontraban radiados de servicio por contener material considerado cancerígeno, y ambos países estaban dispuestos pagar para que alguien los recibiera)

He escrito varias notas referidas al tema de la corrupción, que en Argentina ya reviste las características de un verdadero genocidio –basta recordar la afirmación del Gobernador de Misiones, cuando dio cuenta de la cantidad de chicos desnutridos y en riesgo de vida que tiene su Provincia-, y hasta confeccioné dos someros inventarios de los hechos más resonantes, a los que titulé “Señora, ¿no le da vergüenza?” (
http://tinyurl.com/27fkugp) y “Señora, ¿aún no le da vergüenza? (http://tinyurl.com/2e8dobb), que recibieron enormes ataques de parte de quienes no estaban dispuestos a ver el trasfondo del “modelo”, encubierto por políticas populistas y atractivas tanto para la pseudo izquierda vernácula cuanto para los jóvenes más ilusos.

Sin embargo, nunca quedó tan claro como en este momento la decadencia moral que padecemos como sociedad. Vicente Massot, en su excelente artículo “De modales y cosmética”, refleja la falta de voluntad de los argentinos de convertirse en los dueños de su destino; se limitan a votar cada dos años, y delegan en los funcionarios electos el timón del país. Hoy mismo, en La Nación, Fernando Laborda amplía el mismo tema. Así nos va.

La encuesta de Poliarquía, realizada con posterioridad a la muerte de don Néstor, da cuenta del deseo mayoritario de los ciudadanos de confiar su futuro, nuevamente, a doña Cristina y su gobierno, pese a los desaguisados y tropelías cometidas desde 2003, Porque, digámoslo con todas las letras, entre nosotros está bien visto violar la ley, no pagar los impuestos, sacar ventajas del prójimo y, si es posible, del Estado. Nada en la Argentina tiene condena social.

En todos los ambientes, se mezclan los más infames corruptos y ladrones de guante blanco con ciudadanos honestos, los verdaderos hacedores de nuestra cultura, de nuestra educación, de nuestra industria, de nuestro campo, sin que nadie atine a rechazar esa convivencia tan inmunda. Es más, tampoco rechazamos a los hijos de quienes, a través de sus cargos y de sus funciones, han dejado como herencia una fortuna injustificable, algunas veces manchadas de sangre. Permitimos que sean socios de los mismos clubes, que vayan a los mismos colegios y universidades, en fin, que compartan con nosotros nuestras vidas.

La famosa frase que pronunció Yabran en el programa de Mariano Grondona –“el poder es impunidad”- debe dejar de ser una descripción de la realidad argentina. Y terminar con la corrupción debe ser una obligación asumida por toda la sociedad para evitar que sigan muriendo chicos por hambre, que sigan deteriorándose nuestra salud y nuestra educación, que continúen existiendo generaciones para las cuales la única aspiración sea vivir a costa del Estado

Sin pertenecer a la Coalición Cívica ni ser demasiado afecto políticamente a la señora Carrió, debo reconocer que su apelación a producir una profunda reconversión moral de nuestro pueblo, amén de ser rigurosamente cierta, cada vez aparece como más urgente.

El tristísimo espectáculo que brindan nuestros políticos de todos los colores, tanto en el Congreso como en los diferentes programas de televisión a los cuales son tan afectos, habla bien a las claras del cuadro general de nuestra sociedad. Se limitan a usar chicanas y slogans, sin aportar una sola idea ni un solo plan para enfrentar los problemas del país.

Y, como he repetido hasta el cansancio, la mera enumeración de las situaciones coyunturales que contendrá el paquete que recibirá el próximo gobierno exige que se acuerden políticas de estado, que se cuente con un amplio apoyo legislativo –imposible de alcanzar, por sí solo, para cualquier partido político- y se ponga en marcha un programa capaz de sacar, de una vez por todas, a la Argentina del marasmo en que ha caído a lo largo de muchas décadas.

Si se tratara de un gobierno monocolor, ¿cómo haría, sin que se generen conflictos sociales enormes, para salir del esquema de subsidios a la energía y el transporte? ¿Cómo haría para corregir la cotización de las divisas? ¿Cómo haría para recuperar las reservas de gas y de petróleo? ¿Cómo haría para devolver la cultura del trabajo a gente que lleva dos generaciones completas viviendo de los “planes”? ¿Cómo haría para generar un clima de confianza que nos permita atraer las inversiones externas, indispensables para crecer y generar trabajo? ¿Cómo haría para reducir la inseguridad y dar tranquilidad a los ciudadanos? ¿Cómo haría para controlar la desbocada inflación? ¿Cómo haría para reequipar a nuestras fuerzas armadas y de seguridad? ¿Cómo haría para recuperar el nivel de excelencia de nuestra educación, hace tanto tiempo olvidado? ¿Cómo haría para generar confianza en la calidad de nuestras instituciones y organismos de control?

Por todo eso, y muchas cosas más, creo que resulta indispensable que los dos partidos mayoritarios, al menos, se pongan de acuerdo en esta lista de temas -entre los cuales deben encontrarse esencialmente la independencia y la calidad de la Justicia y la lucha contra la corrupción- para obtener así el apoyo irrestricto del Parlamento y de los líderes sociales y económicos, y convocar a todos a encarar, con grandeza (mucho corazón y poco bolsillo), esta gesta de recuperación de nuestro país.

Si eso no sucede, la percepción de la sociedad respecto a sus políticos continuará atribuyéndoles ese pedido ancestral que tanto daño ha provocado: “no me dejen afuera”, y esta suma de fugas se ampliará con la de todos aquellos que, pudiendo hacerlo, decidan emigrar para evitar pasar por los avatares que, necesariamente, volverá a sufrir nuestro país.


Bs.As., 3 Dic 10

sábado, 27 de noviembre de 2010

Contradicciones obligadas

Contradicciones Obligadas

“En mis manos te traigo
viejas señales
son mis manos de ahora
no las de antes”
Mario Benedetti


Ayer, nuestra Presidente, en la cumbre de Guyana, hizo una apologética descripción de su marido muerto, mientras agradecía a sus colegas latinoamericanos el homenaje que acababan de tributarle.

Tal vez por ese instinto de auto-preservación que los políticos tienen tan desarrollado, los discursos de quienes la antecedieron cantaron loas a un personaje que, seguramente, tenía más de una moneda para pagar los favores del can cerbero. Hablaron de las inexistentes virtudes de alguien que, mientras estuvo en la Tierra, consiguió convertirse en un inventario viviente de los peores pecados de la política, interna y externa.

Sin embargo, la cota más alta de ese patético disparate estuvo a cargo, precisamente, de su viuda. Doña Cristina recordó a don Néstor como el más honesto de sus contemporáneos, justo en la semana en que las computadoras de algunos de sus testaferros e intermediarios están exhibiendo ante el mundo la matriz de descarada corrupción sobre la que se apoyó todo el tránsito de Kirchner y de su mujer, de usureros en Santa Cruz a sucesivos presidentes de la Nación.

El discurso de la señora disparó en mi cerebro algunas preguntas que indican que el Gobierno está obligado, por las extrañas mutaciones que la muerte produce en nuestros pueblos, tan españoles y tan italianos, a incurrir en flagrantes contradicciones.

Hace unos días, trascendieron los resultados de una encuesta realizada por Poliarquía que, por no haber sido contratada por el Gobierno sino por uno de los periódicos que integran el “eje del mal” opositor, fue vista como indubitable; que el oficialismo se ocupara, luego, de difundirla hasta la exasperación fue nada más que una expresión de alegría por los números resultantes.

Pero accédase a ella (la pongo a disposición de quien lo solicite) y se podrá entender el significado del título de esta nota.

La muerte de Kirchner produjo, amén de mucha espuma aportada a la imagen de doña Cristina, algunos datos curiosos.

Que esa imagen positiva de la Presidente y del Gobierno hayan subido tan vertiginosamente con (y por) el deceso de su marido y jefe, obviamente significa que, al menos ella, está mejor sin él.

La disminución tan marcada –en torno a un 7% en cada caso- en la percepción de la inflación, de la inseguridad, de la corrupción y del desempleo, ¿no significa acaso lo mismo que decir que Kirchner era el responsable de esos terribles flagelos o, como mínimo, que no serán tan graves ahora que murió?

Y ni hablar del acercamiento al Fondo Monetario, cuya revisión de los números de nuestra economía, impuesta por el artículo IV de sus estatutos a todos sus miembros pero resistida hasta el final por Kirchner, ha sido aceptada aunque pretenda disfrazársela como mero asesoramiento estadístico.

La imagen de una mayor institucionalización, prometida como bandera en las elecciones de 2007, que la llevó a la Presidencia pero que nunca fue transformada en real, hoy –a un mes de la muerte de don Néstor- vuelve a impulsar a doña Cristina a la cresta de esa ola que parece conducirla a ganar en primera vuelta.

Sin embargo, la forma en que el oficialismo se condujo frente al Congreso en el tema del Presupuesto 2011, habla bien a las claras que no pasa de eso, de una imagen fabricada –como la del velorio- que el tiempo se ocupará de borronear a partir del 1º de marzo.

Discutir en este momento acerca de candidaturas e intenciones de voto de cada político, oficialista, aliado u opositor, es tan conducente como hacerlo respecto al sexo de los ángeles.

La proclamación permanente de una segunda presidencia de doña Cristina, con la que tanto nos agobia por Twitter el “hijo de Jacobo” (¡gracias, Lanata!) aparece, entonces, sólo como una muestra más de la seguridad que buscan las líneas inferiores del Gobierno frente a la posibilidad de volver al desierto político o, aún peor, de ir a la cárcel por corruptos.

Como siempre digo, los argentinos deberíamos dedicar el inminente verano a pensar qué país queremos y, al menos con nuestros votos, cómo lograrlo. Si seguimos con esta actitud esquizofrénica de elegir a legisladores de ochenta partidos distintos, con diversa ideología y diferente historia, y luego pedirles que actúen a consuno, nuestra suerte seguirá en manos de personajes mesiánicos que, en el peor de los casos, además se enriquecerán a nuestra costa.

Y, obviamente, la obligación de nuestros políticos será ofrecernos ideas y plataformas, plasmándolas en declaraciones juradas certificadas notarialmente, para que Dios y la Patria puedan, por fin, demandarlos por incumplimiento.

En resumen, exijamos diariamente –disponemos de miles de medios y de enorme cantidad de tecnologías para hacerlo- que se investigue a fondo todo lo sucedido y se llegue a las tan remanidas “últimas consecuencias” respecto a los casos Skanska, fondos de Santa Cruz, el escandaloso enriquecimiento de sus funcionarios, Antonini Wilson, los medicamentos “truchos” y los troqueles falsificados, la cocaína de Southern Winds, la sobrefacturación de la obra pública, el saqueo de la ANSES y del Banco Central, la persecución a los jueces, y miles de etcéteras.

Estamos a un tris de perder, otra vez, el tren de la Historia y, con ello, dejar de ser viables como país. El brutal crecimiento de las clases medias en Brasil, China, India y hasta África Subsahariana llevará a que 1.200 millones de pobres quieran consumir más y mejor, sobre todo alimentos. Esos que la Argentina es capaz de producir también más y mejor, pero que exige al país la existencia de reglas claras y seguridad jurídica.

Esa es la demanda que la ciudadanía debe hacer a sus políticos: cuáles son sus ideas al respecto y cómo lo harían si llegaran al poder. El compromiso escrito al que me referí más arriba servirá para confrontar promesas y realidades, y para sacarnos todos la careta. Nuestros hijos y nuestros nietos nos lo están exigiendo.

Bs.As., 27 Nov 10

sábado, 20 de noviembre de 2010

Un incómodo camión

Un incómodo camión

“Pensemos en los millones de indecisos
“que necesitan líderes y, a cambio,
“reciben estafadores”
The Rolling Stones


Que la Ley de Presupuesto no reviste, para el 90% de la población, importancia alguna se comprueba fácilmente cuando se examinan las principales preocupaciones de los argentinos. Sin embargo, y por algo se la llama la “ley de leyes”, su discusión en el Congreso debiera transformarse en el más trascendente acontecimiento del año.

Para poner un ejemplo de fácil comprensión, comparando al Estado con una empresa, se trataría de saber qué hacer con el dinero que entra por la facturación de sus ventas. Hay que decidir si y cuánto se invierte en nuevas máquinas, en publicidad, en incremento de salarios, en nuevas obras o, simplemente, se distribuyen a los socios. ¿Alguien puede imaginarse una compañía en la que sus dueños no opinen sobre estos temas?

Para agravar el cuadro, con esa ley, lisa y llanamente se decide el futuro, al asignarse –al menos, en teoría, puesto que los “superpoderes” y los decretos de necesidad y urgencia permiten al Ejecutivo resolver a su antojo- destino a los ingentes fondos que ingresan al Estado en cada período fiscal. Se establece cuántos fondos irán a educación, cuántos a salud, a infraestructura, a defensa, a justicia y hasta a los subsidios.

Por ello, resulta indispensable que los opositores –por razones más que obvias no los llamo oposición- informen a la sociedad en su conjunto qué significa que el Gobierno haya cerrado el tema, sin permitir que su discusión continúe en la prolongación de las sesiones ordinarias o en la convocatoria a extraordinarias. Sobre todo, cuáles serán las consecuencias para la República y para la democracia.

Entiendo que, por diferentes razones, todos los partidos no oficialistas estarán de acuerdo en este punto, más allá de las diferencias gigantescas que han mostrado en el corto debate y en la reunión de Asuntos Constitucionales.

Es menester contarle a la gente –sí, a ese 90% que no se entera- qué implica que, durante el año 2011, doña Cristina ejerza su función de Presidente, en un año electoral (¿será así?), sentada sobre un comodísimo cojín de casi cien mil millones de pesos al que acomodar a su antojo. Y eso es, exactamente, lo que hará mediante el simple trámite de prorrogar el Presupuesto actual. Y, conociendo la matriz kirchnerista de ejercer el poder, resulta elemental imaginar qué hará con el cojín en cuestión.

Seguramente, porque no lo han hecho en los siete años y medio que llevan encaramados al sillón de la Rosada, no se terminará con la miseria estructural y, ni siquiera, con las muertes por desnutrición, hechos que claman al cielo en un país con capacidad para alimentar a quinientos millones de personas y que, por obra y gracia de la corrupción monstruosa de este gobierno, se ha transformado en un verdadero genocidio.

El Ejecutivo llevó al Congreso un proyecto de Presupuesto totalmente dibujado, que subestimaba la inflación y, consecuentemente, dejaba de contabilizar como ingresos los enormes fondos que, con ese verdadero impuesto a la pobreza (¡malgré Boudou!), se seguirán extrayendo de los magrísimos bolsillos de los que menos tienen para permitir al “aparato” oficial comprar adhesiones y voluntades, como sucedió el miércoles anterior, precisamente cuando se discutía esa Ley.

El esquema comunicacional del Gobierno, debemos reconocerlo, es fantástico; está dirigido, sobre todo, a los jóvenes, los grandes olvidados de los partidos políticos tradicionales. Su excelencia se vio en los fastos del Bicentenario, en el “Fútbol para todos” y, superlativamente, en el velorio del patriarca del “modelo”. Es, precisamente, ese triunfo publicitario el que le permite a doña Cristina disfrutar de las mieles que traen aparejados tanto el crecimiento de su imagen positiva cuanto el de su intención de voto.

Sin embargo, y aquí llegamos a la razón del título de esta nota, en ningún lugar el atractivo del duelo dura para siempre, y en la Argentina es aún más fugaz. Tal vez ese viento de cola personal pueda durarle a la Presidente hasta después del verano pero, con total seguridad, no se extenderá más allá.

Para recapturar el voto de las clases medias urbanas y rurales, ése que la depositó en su cargo en 2007, deberá comenzar a optar, a elegir permanentemente entre caminos diferentes. Y ya no está a su lado su jefe político, que podía mediar entre las diferentes alas del conglomerado denominado Frente para la Victoria.

El principal lastre para las aspiraciones de doña Cristina es, nada menos, que el Secretario General de la CGT y Vicepresidente –en ejercicio de la Presidencia- del pseudo Partido Justicialista de la Provincia de Buenos Aires.

Lo es por miles de razones, como se demuestra en la gigantesca imagen negativa con que lo castiga la sociedad en su conjunto, en el rechazo que produce en los barones del Conurbano, a los que extorsiona con la basura, y hasta en sus colegas sindicales, a los que sangra de afiliados cotidianamente.

Contribuyen, por cierto, a la pésima imagen del “hombre del camión” las acciones de sus hijitos que, al frente de Camioneros y de Peajes, consiguen amargar la vida de las empresas y de los ciudadanos y espantar a los pocos inversores que aún tienen a la Argentina en sus mapas.

La Presidente lo sabe, y conoce a la perfección el estado de las tres causas penales que podrían terminar con don Hugo y su mujer jugando al truco con Zanola y la suya tras las rejas. Bonadío, en la causa de los medicamentos “truchos”, Pradas, en la investigación por los asesinatos de la Triple A en Mar del Plata, y hasta el mismísimo Oyarbide, por la falsificación de los troqueles para estafar al Estado, se están acercando cada día más a Moyano.

Y, en algún momento del año próximo, doña Cristina deberá ejercer una opción de hierro: o se aferra a Moyano para intentar controlar al partido y a los díscolos, o deja que los procesos judiciales sigan su cauce, sin interferir en la balanza ni corregir la ceguera de la Justicia.

Incómoda situación, por cierto. Más difícil que matar un chancho a besos. Si elige el primero de los caminos y se compra ese collar de melones que significará don Hugo para las aspiraciones políticas de la primera magistrada, perderá inexorablemente ese voto de las clases medias y, también, los de la izquierda contestataria.

Si decide observar desde la platea cómo los jueces convierten en inviable la libertad de Moyano, deberá prepararse para enfrentar todos los desastres que el camionero, sus hijitos y sus adláteres desencadenarán para evitarlo.

Tal vez, este proceso pueda comenzar a acelerarse si continúa la investigación por el militante del PO, Ferreyra, sobre la Unión Ferroviaria y su Secretario General. La pauta la dará, con certeza, la conducta de Moyano frente a ello: ¿hará el mismo silencio con que acompañó el ingreso de Zanola a la cárcel?

Para concluir, permítaseme conmemorar el aniversario de la Batalla de Obligado con palabras de Leopoldo Lugones: ”Europa volvió a anudar los cabos rotos de "sus recolonizaciones fracasadas, y fue el moverse las escuadras sobre los "mares, y el agruparse los traidores sobre la tierra. Brevemente: Rosas … hizo "pelear a su pueblo, y batiéndose –ambidextro formidable- con un brazo contra la "traición que ponía en venta la propia tierra por envidia de él, y con el otro "contra la invasión que venía a saquear en tierra extraña, echó a la tempestad "riendas de hierro que manejó con sus puños de hierro de gran jinete de pueblos "y de potros. Y por segunda vez se salvó la independencia de América”.

Bs.As., 20 Nov 10

miércoles, 17 de noviembre de 2010

Sólo nombres, no hombres

Sólo nombres, no hombres


“No nos maravillemos. Después de la agonía
“el hado o el azar (que son la misma cosa)
“depara a cada cual esa suerte curiosa
“de ser ecos o formas que mueren cada día”
Jorge Luis Borges


La penosa imagen que están dando los opositores en estos días, sólo emulada por la chapucería con que los herederos de don Néstor se mueven en la arena política, es la expresión más acabada de la decadencia.

A fuer de ser honestos, algo debe tener que ver Europa –ese continente del cual tanto tiempo nos sentimos parte- con nuestra realidad cotidiana, toda vez que Rodríguez Zapatero, Sarkozy o Berlusconi tampoco pueden ser considerados como íconos de una cultura política mejor o, al menos, imitable.

El Gobierno, tal como nos informó Poliarquía esta semana, en su encuesta mensual, ha aprovechado muy bien la muerte de su numen, y la Presidente, con su congoja, no ha hecho más que arrimar voluntades favorables a un proceso político que, hace tres semanas, se encontraba al borde de la más absoluta derrota.

La imagen positiva de doña Cristina ya ronda el 57% -subió 21 puntos porcentuales desde la muerte de su marido-, frente a líderes de la oposición que, en ningún caso, superan el 44% de Alfonsín. La aprobación de la gestión presidencial subió 22 puntos (es ahora 67%).

Hasta el momento de su muerte, tanto don Néstor como doña Cristina tenían, sumados, 23% de intención de voto (13 y 10, respectivamente); ahora, con Kirchner muerto, 35% dice estar dispuesto a votar a su viuda.

Pero los datos más curiosos que nos aporta hoy el informe antedicho surgen de la visión retrospectiva de los argentinos.

Que el 42% de nuestros compatriotas piense hoy que la situación del país es positiva –frente a un 28% que opinaba lo mismo con don Néstor vivo- es menos original, si cabe, que decir que, mirando para atrás, 17% más que en octubre piensan el panorama mejoró. Hoy, en casi el 60% de nosotros, predomina el optimismo.

Siempre en comparación con octubre, un 7% más cree que su economía personal mejoró.

Pero donde la idiosincrasia nacional y, sobre todo, esa aura que rodea la muerte de las figuras, llega al absurdo se confirma cuando se descubre que, entre los problemas que nos afligen, consideramos que redujeron su importancia la inflación (3 puntos menos que en octubre), la pobreza (12 puntos menos), la corrupción (9 puntos menos), el desempleo (7), los bajos salarios (7), la crisis energética (6) y los servicios públicos (6); sólo la inseguridad mantuvo su nivel.

Obviamente, todo ello no es cierto, ya que el Gobierno no ha cambiado absolutamente nada en el escenario post fallecimiento de don Néstor. El mérito, entonces, corresponde a la forma en que fue montado y transmitido el velorio del ex Presidente y en la imagen de dolor que las últimas apariciones públicas de doña Cristina trasuntan.

Frente a ese marketing oficialista, la sensación que se difunde desde el arco opositor es similar al que presentaba la costa de Indonesia después del tsunami de 2004.

Resulta claro, hoy, que gran parte de la argamasa que unía los diferentes ladrillos era, precisamente, don Néstor. Desaparecido éste, muchos políticos perdieron el eje del discurso y hasta su razón de ser opositores, y afloraron las divisiones, entre las cuales no es menor, al menos por ahora, cómo pararse frente a la viudez de la Presidente.

Otra vez, como tantas veces ocurrió desde el 25 de mayo de 2003, algunos de los políticos argentinos privilegian utilizar las reglas del marqués de Queensberry en su pelea con el Gobierno, mientras que éste se sube al ring con las normas –o la falta de ellas- de la lucha libre. El kirchnerismo lo sabe, y se sigue aprovechando de ello.

Difícilmente el episodio del debate presupuestario, y sus anomalías, llegue a mayores y, desde mi punto de vista, las únicas novedades esperables provendrán de las causas judiciales que, lenta pero inexorablemente, parecen cernirse como buitres sobre Hugo Moyano. La reacción, propia y de sus adláteres, en caso de que las complicaciones se agudicen, hoy son impredecibles.

Pero volvamos al título de esta nota. Sigo pensando que, por muy triste que resulte, en la danza de los opositores sólo se siguen barajando nombres. Continúan sin aparecer los hombres, aquéllos a los que la Historia y el futuro les exigen enunciar las ideas y los conceptos que tracen el camino que nos permita salir de esta senda de decadencia infinita, de derrumbe como nación.

Quien más, quien menos, todos manifiestan contar con “grupos de trabajo”, con “equipos”, con “think tanks”, pero ninguno ofrece una idea concreta para que pueda ser entendida como un verdadero plan para recuperar la educación, para solucionar el tema de la pobreza estructural, para proveer a la defensa nacional, para terminar con la corrupción, para brindar seguridad, para atraer las inversiones que generen empleos y crecimiento genuino.

Si continuamos de este modo, cuando el viento de cola que la soja ha aportado, como nunca antes, a la gestión kirchnerista reduzca su empuje, o la relación con Brasil cambie de signo, de la mano de una posible devaluación del real, otra vez nos habremos caído del tren. Un tren que nos hubiera debido permitir, con sólo aprovechar este momento fenomenal de la economía global para nuestros intereses, incorporarnos seriamente al crecimiento regional.

Pero, para que eso pueda ser posible, se necesitan instituciones republicanas confiables.

Doña Cristina, como le dije en una carta abierta que le envié hace poco, tiene una oportunidad única de transformarse en la “mejor Presidente”, como tanto le gusta decir.

Debe subirse a la ola de popularidad y beneplácito que le ha traído su reciente pérdida y, simplemente, recrear el país. Dispone del carácter y de los caudales necesarios para hacerlo. Y, sobre todo, del apoyo de todos los argentinos; pues no dudo que, tan pronto inicie ese camino, seremos muchos los que pondremos el hombro.

Si, en cambio, persiste en la rigidez y en la crispación que impuso don Néstor en vida, pronto descubrirá que, también para ella, las mieles fúnebres duran bien poco. Y que el apoyo ganado con lágrimas y sentimentalismos debe ser consolidado y sustentado en acciones que permitan concitar esa adhesión que, cuando se acaben, resultará tan necesaria para su futuro político.

Bs.As., 17 Nov 10

domingo, 7 de noviembre de 2010

Carta abierta a la Presidente de los argentinos

Carta abierta a la señora Presidente de todos los argentinos

“Mi carta, que es feliz pues va a buscaros,
cuenta os dará de la memoria mía”
Ramón de Campoamor



Estimada señora:

Comienzo pidiéndole disculpas por no utilizar el género femenino en una palabra que, como ambos bien sabemos, no lo admite, pero comprenderá que, a mis años, no quiero ni debo contribuir a la destrucción del idioma español, herencia cultural de todos los pueblos de habla hispana.

Una vez dicho esto, pasemos al meollo de la cuestión, es decir, a aquellas cosas y conductas que, por no imaginarlas motu proprio en el futuro inmediato, me parece menester recomendarle.

El huracán de cola que recibe la economía argentina puede transformarse en el punto de inflexión en la pendiente decadente en la que se encuentra nuestro país desde hace décadas, y puede ser Ud. misma la que se ponga a la cabeza de ese cambio de tendencia y, con ello, reciba el agradecimiento y la ponderación de esta generación y de las futuras.

Ambos recordamos, señora, que en vida de su marido –le doy, a título personal, mi más sentido pésame al respecto- le escribí dos cartas similares a ésta, en febrero y en septiembre de 2010, que puede Ud. releer en mi blog (
http://egavogadro.blogspot.com) y en las que le pregunté si no le daban vergüenza una larga lista de episodios y situaciones que habían complicado, innecesariamente, la vida de los argentinos y destruido, sí destruido, las instituciones de la República.

No voy a pedir disculpas por ellas, puesto que sigo pensando exactamente lo mismo que allí dije, pero sería bueno utilizarlas como índice para las cosas que Ud. puede corregir ya mismo en su gobierno. Puedo asegurarle que, si lo hace, ganará las elecciones presidenciales de 2011 sin necesidad de ballotage alguno. Además, señora, obtendrá seguramente la impunidad respecto a todo lo sucedido en el pasado reciente, lo cual no es poca cosa.

Hasta los jóvenes, esos que se vieron en el velorio de su marido, y más allá de las rispideces que produce la temprana edad, la acompañarán tan pronto les explique el porqué de cada una de las medidas. Por supuesto, quedarán al margen muchos grupúsculos, tanto de derechas como de izquierdas, pero no serán significativos a la hora de contar las voluntades.

Pero entremos, de una vez, en tema.

Cuando Ud. fue elegida, una vez que don Néstor la convirtiera en candidata, gran parte de la clase media, especialmente en las localidades del interior, votaron por más democracia, más diálogo, más institucionalidad y, sobre todo, más República. Pues bien, de eso se trata. De que Ud. asuma el papel constitucional de Presidente de todos los argentinos.

Es cierto que no puede resultarle demasiado fácil borrar con el codo lo que su difunto marido escribió con la mano, ya que éste vería desmerecida su gestión y empañada el aura de estadista con que, post mortem, muchos pretenden dotarlo. Pero se trata ahora de Ud. y del futuro del país, y no puede ni debe desperdiciar esta oportunidad que Dios le ha brindado para ser instalada en ese verdadero “Altar de la Patria” que debiera ser, si se retiran de sus muros algunas presencias, el Salón de los Patriotas.

Me parece, de todo punto de vista, impensable que Ud. prefiera, voluntariamente, no ganar el bronce eterno, sobre todo cuando lo tiene al alcance de la mano.

Las medidas a adoptar pueden enumerarse en un simple dodecálogo, pues no es éste el ámbito apto para entrar en demasiados detalles:
1. Permitir y exigir a la Justicia ejercer su rol constitucional, con excelencia, con independencia, con rapidez y con eficiencia, dotándola del presupuesto necesario y cambiar, inmediatamente, los representantes oficiales en el Consejo de la Magistratura, para que éste recupere el prestigio y la confiabilidad en la función para la que fue creado.
2. Restaurar y respetar las funciones de todos y cada uno de los organismos de control administrativo, con designaciones de funcionarios que, por su sola presencia, garanticen la buena imagen de esas instituciones, y establecer la auditaría de la labor de éstas en forma permanente por organizaciones independientes.
3. Recuperar el Indec, reincorporando a los profesionales que lo llevaron a ser uno de los organismos más respetados del mundo en su especialidad, para que podamos saber cuántos y cómo somos, como está y como estará nuestra economía, cuántos pobres y cuántos miserables realmente tenemos. Hacer que el Ministerio de Planificación Federal establezca un plan general a diez años vista, y consensuarlo con los principales partidos opositores, para dotarlo del necesario apoyo legislativo y político.
4. Rehacer el Presupuesto 2011, para darle verosimilitud en todos los indicadores económicos, como la inflación y la recaudación, y aumentar significativamente los montos destinados a educación y a salud, y terminar con el uso político y arbitrario de los fondos públicos.
5. Acabar con el ataque sistemático a la libertad de prensa y a los periodistas, y reenviar al Congreso la Ley de Medios para adecuarla a la realidad tecnológica y económica y para establecer plazos que permitan asegurar que no existen intereses de coyuntura en su normativa.
6. Terminar en forma inmediata con los subsidios a las tarifas de la energía y el transporte, y subsidiar directamente a los consumidores, para que quienes los reciben no sean los de más altos ingresos sino los más pobres.
7. Negociar el Club de París y con los acreedores externos que no entraron en los sucesivos canjes, permitir la auditoría del FMI sobre las cuentas nacionales y recuperar para la Argentina los mercados de deuda voluntarios.
8. Establecer un nuevo y digno régimen de coparticipación federal y un nuevo sistema impositivo, más justo y más universal. Terminar con el indiscriminado saqueo a las “cajas” oficiales.
9. Dotar a las inversiones externas directas de la indispensable seguridad jurídica, aún a costa de permitir temporariamente la prórroga de la jurisdicción a tribunales extranjeros.
10. Reprivatizar Aerolíneas Argentinas o, si resultara imposible, subsidiar exclusivamente a los usuarios más pobres, que hoy deben viajar en ómnibus, ya que las tarifas resultan prohibitivas. Con lo que nos cuesta hoy la compañía, el Estado podría tener una flota de pequeños aviones para conectar, en caso necesario, algunas regiones del país.
11. Terminar con la forma actual de soportar económicamente el “Fútbol para todos”, transparentar la gestión de la publicidad oficial y permitir el acceso de todas las voces y todas las tendencias a los medios de comunicación estatales, privilegiando en éstos los contenidos culturales y descartando los meramente comerciales.
12. Desprenderse, inmediatamente, de los funcionarios más emblemáticos del estilo de gobernar vigente, tales como Guillermo Moreno, Aníbal Fernández, Amado Boudou, Héctor Timerman, Ricardo Jaime, sus propios secretarios privados y tantos otros impresentables.

Señora, con una Justicia como la que describo el país recuperará la paz y la tranquilidad, ya que los delincuentes, todos ellos, estarán presos. Se transformará en un arma eficaz para combatir la corrupción, la inseguridad, la droga y habrá Ud. descartado los principales temas de preocupación de sus compatriotas.

Si toma esas medidas, y varias más de detalle, comenzarán a fluir hacia la Argentina las indispensables inversiones extranjeras directas –es decir, con destino a la producción y no a la especulación financiera- y podrá Ud. hacer crecer de inmediato el empleo registrado y, con él, el genuino consumo de la población.

Además, podremos recuperar las reservas de gas y de petróleo que hemos perdido en estos años y tal vez, sólo tal vez, volver a la autosuficiencia en la materia.

Liberar el mercado de energía y soportar las quejas por el natural reacomodamiento de los precios con los valores internacionales podrá traerle algunas desafecciones transitorias pero, si esas medidas vienen acompañadas de las demás que le sugiero, rápidamente serán aceptadas por sus damnificados.

Esta carta ya está siendo demasiado larga y, si Ud. lo quiere y toma este nuevo derrotero, podremos muchos entrar en los detalles menores.

Pero le puedo asegurar, señora, que si adopta estas medidas y estas conductas no solamente habrá ganado un lugar en la Historia grande de la Argentina sino que le serán perdonados muchos de los errores, de los desaciertos y hasta de los actos non sanctos cometidos hasta ahora.

Porque su gobierno y el huracán de cola que está soplando –y seguirá haciéndolo por un tiempo- habrán conseguido cambiar, definitivamente, el destino a la desaparición como país que tantas décadas de decadencia, económica y moral, hoy nos tienen asegurado.

Reflexione, señora. Ud. puede y debe hacerlo, y los argentinos de bien, todos, la acompañaremos.

Que tenga Ud. buenas noches.

Bs.As., 7 Nov 10

jueves, 4 de noviembre de 2010

Sucesos argentinos

Sucesos Argentinos

“Si te pudiera guardar,
ay, pena, pena sin cárcel,
si te pudiera guardar …
tierra abierta faltaría
para tanta muerte mía”
Manuel Benítez Carrasco


Ahora, que el 35% del padrón electoral corresponde a votantes menores a los treinta años, resulta imprescindible explicar que el título de esta nota es de los noticieros que, en ausencia de televisión, se proyectaban en los cines antes de la película. Producidos, en general, por el gobierno de turno, tenían un formato parecido –pero mucho más épico- a los canales “públicos” de hoy, sin por eso llegar a la torpeza de “6, 7, 8”.

Hoy, que ya es de conocimiento general que los deudos y secuaces de Kirchner encomendaron la producción del velorio y del entierro a Javier Grosman, quien tuvo a su cargo, también, la dirección general del desfile alegórico del Bicentenario, las piezas comienzan a encajar en su lugar porque, verdaderamente, el tipo es un genio. Y, además, la lluvia, triste de por sí, lo ayudó mucho a incrementar las lágrimas populares.

Me dice un amigo, versado en las artes televisivas, que hasta la cerrazón del cajón tuvo como objetivo no distraer a las cámaras de la imagen doliente de la Presidente, para transformarla así en el centro natural de la escena.

Consiguió, con su arte, convencer a propios y extraños que una multitud prácticamente infinita había hecho acto de presencia en la Plaza de Mayo para despedir a don Néstor y acompañar a su viuda, cuando ya las inexorables matemáticas hablan de unas cuarenta mil personas en el desfile ante el ataúd y, eventualmente, otras quince mil en la Plaza, bajo las banderas sindicales y políticas.

Esos números –no caigo en la estupidez de negar el auténtico dolor que expresaron muchos de los presentes- son inferiores a los que amontonó Moyano en River, a los que reunió Alfonsín en su paseo final del Congreso a la Recoleta y, por supuesto, a los del propio Perón.

En la medida en que el Gobierno se empeña en hacer creer, urbi et orbe, que se trató de un claro mensaje para “profundizar el modelo”, lo revistió con las características de un acto político, lo cual impone también compararlo con las convocatorias de la UCR y del PJ, en la Avenida 9 de Julio del ’83, cuando ambos partidos, cada cual por su lado, reunieron más de un millón de personas.

A ese “tren de la victoria” se sumó el oficialismo por entero, encabezado por el hijo de Jacobo –genial invento del gordo Lanata- que la misma noche del jueves lanzó la candidatura presidencial de doña Cristina, como una forma de agregar leudante a la masa en cocción.

Pero lo que convierte el show mediático montado en un suceso argentino fue el impacto que tuvo en los opositores. Vimos a líderes que, hasta el día anterior habían tildado a Kirchner de canalla, lamentar su muerte. Que ese triunfo se haya traducido, a una semana de su muerte, en la obtención, por parte del Frente para la Victoria y sus aliados, de un dictamen mayoritario en comisión para el Presupuesto 2011, no es un dato menor.

La Ley de Prepuesto es la madre de todas las leyes que rigen la República, pues en ella se establecen las prioridades que se darán, durante el ejercicio siguiente, al gasto público.

Es decir, si los impuestos que se recaudan y las cajas que se saquean irán a engrosar los bolsillos habituales de las obras públicas faraónicas o a terminar con la desnutrición de los niños misioneros, si deberán invertirse en “Fútbol para Todos” o en subsidiar a Aerolíneas Argentinas o dedicar esos cuantiosos fondos a la construcción de escuelas y hospitales, o a permitir que mi factura de gas sea –como lo fue el último bimestre- de dieciséis centavos ($ 0,16) mientras que mi propia mucama haya debido pagar pesos doscientos ochenta ($ 280.=) por las garrafas que le permitieron contar con el fluido.

También establece cómo se componen los montos recaudados; por ejemplo, si deben excluirse o no los alimentos de primera necesidad del IVA, lo cual permitiría abaratar la canasta familiar de los más pobres, que gastan todos sus ingresos en comida, un 21%. Que esos impuestos, que se cobran a los que menos tienen, vayan a pagar los costos de una universidad pública que es, tal vez, el mayor signo de la decadencia argentina –Alieto Guadagni lo grita en el desierto- y a la cual sus hijos nunca podrán concurrir, debe ser una de las razones que nos lleve a convencernos acerca de la importancia republicana del Presupuesto como instrumento de desarrollo del país.

El otro curioso suceso de esta semana fue el explícito respaldo que obtuvo don Hugo Moyano nada menos que de La Cámpora, esa organización de nuevos “jóvenes idealistas” que quieren hacer retroceder el reloj argentino treinta y seis años, como mínimo. Si bien el hecho puede hacer disminuir la preocupación respecto a un eventual inminente enfrentamiento entre ambas alas del kirchnerismo, el estandarte de la militancia anti-CGT será recogido por otras organizaciones, aún más combativas.

La Presidente no hubiera podido introducir cambios en el Gabinete ni efectuar bruscos golpes de timón en el modo de gobernar aunque hubiera querido, pues ello hubiera implicado negar, públicamente, la pseudo excelencia de don Néstor como conductor. No significa que no lo vaya a hacer más tarde, pero lo dudo.

La Reforma Política, que el finado impuso al “congreso-escribanía” de fines de 2009, está rindiendo sus frutos, y los opositores, que pretenden encolumnarse nada menos que detrás de quince precandidatos, no atinan a responder como lo pide la sociedad, esto es, con proyectos y plataformas concretas.

Sobre la Argentina post-Kirchner se ciernen los mismos negros nubarrones que los que se avizoraban en el horizonte antes de su muerte, y nadie parece tomar conciencia de esa circunstancia.

El huracán de cola que sigue soplando sobre nuestro país continuará por algún tiempo, salvo que el cambio en la composición del Capitolio traiga malas noticias al mundo, y sería un crimen continuado seguir perdiendo esa magnífica oportunidad que, tal vez, no vuelva a repetirse pronto. Los argentinos y, sobre todo, nuestros gobiernos, tendemos a considerar que esta situación durará para siempre y que eso nos permitirá vivir sin esfuerzos por toda la eternidad; obviamente, no será así.

De allí que, si hubiera grandeza entre ellos, los que pretenden ser dirigentes políticos debieran estar sentados trabajando, sin pausa, para elaborar los proyectos verdaderamente estratégicos en materia de educación, salud, seguridad, defensa y justicia que nos permitieran comenzar a ser un país en desarrollo y dejar de ser algo tan decadente que llama la atención del mundo entero. Sobre todo, en la época que el huracán pierda fuerza y deje de soplar para impulsarnos.

Sigo convencido que sólo una fórmula presidencial que reúna al sesenta o setenta por ciento de la población en respaldo, formada por más de un partido político, será capaz de cambiar el rumbo de colisión que lleva el país contra la Historia. Pero, como digo, se necesitará de mucha grandeza para lograrlo.

Tal vez, sólo tal vez, no lo merezcamos.


Bs.As., 4 Nov 10

domingo, 31 de octubre de 2010

Muchos muertos en uno

Muchos muertos en uno

“Si la muerte pisa mi huerto,
¿quién firmará que he muerto
de muerte natural?
“¿Y quién será el nuevo dueño
de mi casa y mis sueños
y mi sillón de mimbre?
Joan Manuel Serrat


He resistido, desde el miércoles hasta hoy, la tentación de escribir sobre el impacto de la muerte de Kirchner en la realidad política, en la marcha del país y en el futuro de la Argentina. Y lo he hecho para evitar caer en el análisis predictivo, necesariamente banalizado por la ignorancia acerca de los próximos pasos de doña Cristina.

El jueves por la tarde, al grabar un programa de televisión al que había sido invitado, y que se emitió esa misma noche, le dije al periodista en cuestión que había cometido un error convocándome, ya que no disponía de una bola de cristal en mi bagaje, y que hubiera sido mejor haberlo hecho con un psicólogo, que pudiera interpretar qué sucedería en la mentalidad de la viuda de un personaje tan particular.

Porque lo cierto es que, esa mañana, en el Calafate, murieron muchas personas a la vez: el marido de doña Cristina, el jefe político de la Presidente, el padre de Máximo, el Presidente del PJ oficial, el verdadero ministro de economía, el real presidente del Banco Central, el Secretario General de UNASUR, el conductor de la diplomacia nacional, el dueño de los negocios non sanctos, el jefe de los testaferros, el árbitro equilibrista entre tantos sectores con fuerzas contradictorias y enemistadas.

Esos roles deberán ser cubierto por una serie de personajes que rodearon, con mayor o menor proximidad, el féretro durante la prolongada ceremonia fúnebre.

No necesito reiterar aquí mi opinión acerca de la era K, inaugurada en mayo de 2003, pues mis notas están publicadas en mi blog y en muchos medios electrónicos nacionales y extranjeros, y tienen fecha cierta.

Un amigo brasileño, que me llamó el mismo miércoles para conocer mi parecer sobre el futuro inmediato, me dijo antes de cortar la comunicación: “En nuestros países, todos los muertos se convierten en santos”. Hoy, después del fallecimiento de don Néstor, pienso de él lo mismo que pensaba mientras vivió.

Pero, ahora, lo que importa es el futuro. Y éste me preocupa sobremanera. Kirchner, con todos sus enormes defectos y con su enriquecimiento ilícito y su corrupción desaforada, logró algo que sólo Perón había podido hacer: permanecer sobre el filo de la muralla que divide a la izquierda más combativa de la derecha más retrógrada, a los nuevos “jóvenes idealistas” de los caciques sindicales, a los piqueteros oficialistas de los barones del Conurbano, y hacerlo con relativo éxito.

A partir de mañana, comienza una nueva etapa en el país y en el Gobierno. ¿Llamará Mercedes Marcó del Pont a doña Cristina para pedir instrucciones concretas? ¿La Presidente ordenará cuánto se debe retirar del Tesoro del Banco Central? ¿Consultará Guillermo Moreno qué porcentaje de inflación debe acusar el INDEC? ¿Pichetto y Rossi conseguirán mantener unidas a las bancadas oficialistas sin don Néstor para disciplinarlas? ¿Quién manejará los grandes negocios familiares?

Porque, para doña Cristina y el universo de funcionarios que la rodean, son muchos muertos de golpe. Kirchner condujo el país, la economía y sus negocios con una forma absolutamente personal y centralizada, y hoy dejó demasiadas posiciones para cubrir simultáneamente.

He sostenido siempre que don Néstor, que no regaló nada en su vida, debía tener enormes contradocumentos o seguros contra la traición de sus testaferros en YPF, en las grandes constructoras de obras públicas, en las empresas eléctricas, en los casinos, en las compañías de servicios públicos, en los medios de comunicación. Llegué a decir, para ejemplificarlo, que estaba seguro de que, en la bóveda de la casa del Calafate, Kirchner debía mantener un hijo de cada uno de ellos. ¿Quién, del entorno de doña Cristina, conducirá esas relaciones tan complicadas?, porque me parece que a Máximo la tarea le quedará grande.

Pero, como dije, lo que hoy más me preocupa es el reemplazo en la administración de los conflictos entre las distintas alas del kirchnerismo que, con toda lógica política, comenzarán a disputarse los espacios de poder, y de dinero, a partir de mañana mismo.

¿Continuará Moyano ejerciendo, con su impudicia habitual, el mando de la CGT? ¿Lo permitirán sus colegas, que lo odian por haberles quitado afiliados y los fondos consecuentes? ¿Qué pasará con la CTA y su reclamo de personería gremial? ¿Y con las asambleas de delegados y las conducciones sindicales? ¿Qué harán los grupos piqueteros oficialistas que reclaman participación en la asignación de los planes? ¿Soltará doña Cristina la traílla de los jueces federales y los lanzará sobre Moyano?

¿Existe alguien que crea que quienes han recibido tantos favores monetarios del Gobierno y que hoy se sienten dueños de cuotas importantes de poder estén dispuestos a resignarlos a favor de sus contendientes, ahora que no está don Néstor para imponer su criterio?

Quienes tienen la edad de quien esto escribe recuerdan con nitidez qué pasó en la Argentina cuando murió Perón y las dos alas del justicialismo salieron a la calle a mantener y aumentar su importancia en el escenario de entonces. Si bien es rigurosamente cierto que doña Cristina no es Isabelita, también lo es que tampoco es Kirchner.

La adhesión que la muerte ha concitado en torno a su figura tendrá muy poco tiempo como monolítica. Las alas más combativas de los sindicatos saldrán a disputar el liderazgo de sus jefes, y todos sabemos cómo se resuelven, en la Argentina, esos conflictos en que hay tantos intereses, especialmente dinerarios, en juego.

Lo mismo sucederá en el Conurbano, donde los jefes territoriales deberán, ahora, evitar que Milagro Salas, Pérsico, la Cámpora y los demás les arrebaten cuotas de poder; en ambos sectores hay barrabravas, esos mismos que don Néstor intentó cooptar comprándolos a través de Hinchadas Unidas Argentinas.

El reciente asesinato de Ferreyra, fiel reflejo de una forma insana de luchar por espacios y privilegios, puede no ser más que el inicio de graves conflictos que doña Cristina deberá administrar, ahora sin don Néstor. ¿Podrá hacerlo?

Para las elecciones, previstas para octubre de 2011, falta un año. Demasiado tiempo para que la memoria tan frágil de los argentinos conserve la pátina de dolor y solidaridad que hoy puede estar empujando la imagen de doña Cristina hacia arriba.

Que 40.000 argentinos haya ido a la capilla ardiente a despedir a su jefe político, y que algunos más hayan permanecido en vigilia en la plaza, sobre todo por la presencia juvenil y militante, seguramente ha impresionado a muchos.

Y los problemas económicos que la Presidente deberá enfrentar, o agudizar, no serán un dato menor para su popularidad.

Me referiré a ellos en una futura nota, una vez que todos sepamos quiénes asumirán los diferentes roles vacantes dejados por don Néstor el miércoles; hoy, como dije, sería hacer futurología.

Sin embargo, hay datos reales para comenzar a evaluar ese futuro, como lo son, por ejemplo, que la ausencia de un enemigo manifiesto deje sin objetivos ni explicaciones a la pre-candidatura de algunos, o la forma en que fue conducida la ceremonia final, con tantas exclusiones obligadas y tanto sectarismo, o la frialdad en el saludo a Moyano o la importancia concedida a los amigos de Máximo.

Que Dios misericordioso se apiade del alma de don Néstor, que tanto ha marcado la nuestra.


Bs.As., 31 Oct 10

martes, 26 de octubre de 2010

¡Genocidas!

¡Genocidas!

“Ninguna persona es una isla; la muerte de cualquiera me afecta,
porque me encuentro unido a toda la humanidad;
por eso, nunca preguntes por quién doblan las campanas;
doblan por ti”.
John Donne


El 23 de noviembre de 2009 escribí una nota, a la que titulé “Corrupción, como Genocidio”[i], en la que describía cómo la forma de ejercer el poder y concentrar la caja de este Gobierno que supimos conseguir estaba matando, literalmente, a gran parte de la población, sectorizada en las capas más desprotegidas de la Argentina.

Hoy, después de ocho años de los Kirchner en el poder, con el país creciendo -por obra y gracia de la soja y de las exportaciones a Brasil- a tasas nunca vistas en la Argentina, ha muerto una niña más por desnutrición.-

El propio Gobernador de Misiones acaba de decir a los medios -¡qué no dirá mañana de ellos la Presidente por twitter!- que la cifra de muertos en su Provincia alcanza, por esa sola causa, a doscientos seis casos, mientras que los afectados llegan a seis mil.

Mientras tanto, siguen impunes los delitos relacionados con los fondos de Santa Cruz, con los sobreprecios en las obras públicas, con el lavado de dinero instrumentado con la venta de terrenos en Calafate, con la valija de Antonini Wilson, con la mafia de los medicamentos, con las coimas en los subsidios al transporte, con las facturas truchas de Skanka, con los fideicomisos y la importación de gasoil de Venezuela, con el cínico enriquecimiento ilícito de don Néstor y sus cuarenta ladrones (su familia, sus testaferros, sus ministros y sus amigos, comenzando por Ricardo Jaime y los secretarios privados del tirano de Olivos y de doña Cristina), y miles de etcéteras.

Hoy, otro chico se ha muerto porque el Estado, en manos de estos inmorales, no es más que una alcancía en la que todos ponemos para que ellos roben. Ellos se llaman funcionarios, sindicalistas, empresarios y, tristemente, hasta militares y policías.

Hoy, mientras don Néstor y la Presidente dilapidan dineros públicos para hacerse enviar los diarios y las medialunas a la Patagonia, otro chico ha muerto por desnutrición, por la ausencia de ese Estado que pretenden haber reconstruido sobre la falsa distribución.

Hoy, mientras doña Cristina y cada uno de sus ministros se roba empresas enteras, o funde a las que no se doblegan, otro chico ha muerto.

El sábado, mientras la Presidente twitteaba en el Calafate, un tornado golpeó a un pobrísimo pueblo de Formosa. Ochocientas casas fueron destruidas y dos mil personas perdieron todo lo –poquísimo, casi nada- que tenían; sin embargo, la Presidente dormía y, por supuesto, no podía ser incomodada.

Argentina, con cuarenta millones de habitantes, es capaz de producir alimentos para quinientos millones de personas; por impericia, por negligencia, por culpa o por dolo, no lo hace. Porque está en manos de unos sinvergüenzas ignorantes que, con el declamado propósito de privilegiar el mercado interno, han terminado con todos los incentivos a las indispensables inversiones, esenciales para lograr el verdadero crecimiento.

Argentina, que supo ser un país rector en materia de educación en América Latina y respetado en el mundo entero por ello, no solamente ha dejado de serlo sino que hoy no logra ubicar, entre las mejores trescientas universidades del mundo, una sola nacional.

Argentina, de la que llegó a dudarse –en la segunda década del siglo anterior- si superaría a los Estados Unidos, se ha convertido en el único país del mundo que, a lo largo de setenta años, sólo decrece y decae.

Y hoy, como corolario, Argentina, que supo ser el paraíso soñado por las masas de inmigrantes que lo poblaron y enriquecieron, ha sido aplazada -2,9 puntos sobre 10- en materia de corrupción, como sucede desde hace ya varios años.

La muerte de cualquier hombre duele y clama al Cielo. Pero la muerte buscada de los niños más pobres y olvidados de nuestro país, en manos de estos genocidas que no dudan en hartarse a costa de esas vidas, nos exige algo más que poemas, oraciones y declamaciones.

Los argentinos debemos asumir las culpas que, como sociedad, tenemos en la caída y en la desolación en la que nos encontramos, y ponernos de pie para recuperar la autoridad en la familia, para terminar con la degradación en las costumbres, para construir instituciones sólidas y confiables y, antes que nada, para terminar con el hambre entre nosotros, para evitar nuevas muertes por inanición; en suma, para volver a ser un país, para construir una nación y dejar de ser un mero consorcio.

Bs.As., 26 Oct 10

[i] http://egavogadro.blogspot.com/2009/11/corrupcion-como-genocidio.html