Rata-plan
por
Enrique Guillermo Avogadro
“Estamos
dispuestos, y que el Gobierno lo sepa, a defender por encima de todo a nuestras
familias y nuestros hogares, a proteger nuestro derecho al trabajo, la nobleza
de nuestro obrar cotidiano creando nosotros mismo, para poner fin con toda
clase de medios a una sucesión de actos intolerables y ruinosos, los medios de
defensa que hasta ahora habíamos cedido a las leyes del Estado”. Asociación
Bolognesa de Defensa Social (1920)
Alberto
Fernández dijo al Financial Times que no tenía un plan porque no creía en ellos.
Como hace a cada hora mintió, pues sí lo tiene, aunque éste le haya sido
impuesto por su jefa política. En el conurbano pregunté a muchos cuál era su
principal preocupación en este momento tan complicado, y la unánime respuesta
me sorprendió: es indispensable, aunque resulte carísima e inoportuna, una
reforma del fuero federal criminal y el funcionamiento de la Corte Suprema. Me
pareció raro, porque estaba convencido que el problema más grave era la pavorosa
inseguridad cotidiana, traducida en una irracional violencia; luego seguían la
proliferación del narcotráfico, la desocupación y el hambre, el futuro
poscuarentena en la economía personal, el cierre de las escuelas y, claro, el
aumento de los fallecimientos atribuidos al Covid-19. A partir de eso, entendí el
por qué del enorme apuro que el Presidente para anunciar sus intenciones.
Desde
el 10 de diciembre de 2019, fueron liberados nada menos que 4.500 presos
condenados por todo tipo de delitos, muchos de ellos gravísimos; un porcentaje
nada desdeñable de ellos ha vuelto a las andadas, cometiendo todo tipo de
crímenes de los cuales dan diaria cuenta las noticias policiales; esas son las
hordas armadas que el kirchnerismo ha puesto al servicio de sus peores
intereses. La ciudadanía reacciona, y muchos han decidido tomar las armas para
defender sus vidas y sus propiedades. El narcotráfico ha vuelto por sus fueros,
aquéllos que lo convirtieron en socios del poder durante el kirchnerismo, y los
más pobres lo están pagando.
Tal
como esperábamos, el Presidente cumplió el primer artículo del inmundo pacto
que firmó con su mandante cuando ésta lo designó para encabezar la fórmula y,
así, reunir a todo el peronismo bajo su bandera negra, con una calavera y dos
tibias cruzadas: lo puso en marcha para satisfacer el principal objetivo de
Cristina Fernández: la total impunidad para ella y sus hijos y, eventualmente,
extenderla a sus cómplices y testaferros. El primer paso lo dio en el Consejo
de la Magistratura, donde pretende revocar las designaciones –en realidad, los
traslados- de algunos magistrados a Comodoro Py, casualmente aquéllos que
fueron más estrictos en el juzgamiento de la sideral corrupción que encabezó,
hasta 2015 nuestra actual y multiprocesada Vicepresidente. En esa prostituida institución,
Graciela Camaño, teórico fiel de la balanza entre los dos grandes bloques de
consejeros, votó a favor de esa inconstitucional tentativa.
Ésta
integra la agrupación peronista que encabeza políticamente Roberto Lavagna; por
lo que se vio, ese bloque –y, quizás, también los legisladores de la oposición
que responden a gobernadores que serán presionados- favorecerá al Ejecutivo al
permitir la formación del quórum necesario para aprobar las leyes que propone;
entre otras, y además de la reforma judicial, la moratoria fiscal a medida de
Cristóbal López, el ladrón que se quedó con nuestro dinero, que debía ingresar a
la AFIP, y lo usó para comprar empresas y medios de comunicación que alineó con
el kirchnerismo.
Sería
muy engorroso entrar en los detalles de la reforma judicial propuesta y los
ríos de tinta que ya corren sobre el tema me evitan hacerlo. Pero resulta
imprescindible recalcar que todo esto está organizado para garantizar la
impunidad que pretende esta curiosa monarca absoluta que nos hemos querido dar
los argentinos, designando a jueces, fiscales y secretarios militantes. Es
cierto que la Justicia y los códigos penales y procedimentales que la rigen
tienen que ser mejorados, pero eso no justifica, en modo alguno, atropellarla y
violarla, maniatarla y corromperla más de lo que ya está. Y hacia allí va esta
pretendida reforma “fundacional”.
Más
allá de las preferencias políticas de cada uno de nosotros, cabe preguntarnos
cómo y por qué hemos entregado nuestro futuro, el de nuestros hijos y nietos, a
un crápula mentiroso compulsivo conducido por una abyecta mujer tan mayor, tan
enferma y tan escandalosamente corrupta, ambos capaces de encarar cualquier
adefesio anti-republicano e irracional para conseguir sus objetivos de poder,
aunque implique demoler la República. ¿Dónde quedaron los redaños de esta
nación que, en otros tiempos, supo hacer tanto por sí misma y por sus vecinos?
Usted
se pregunta qué puede hacer para evitar que Cristina Fernández logre sus
objetivos; por hoy, la respuesta es simple: vaya, y convenza a sus conocidos de
acompañarlo, el 17 de Agosto al Obelisco y a todas las plazas del país. Si
somos un millón de personas gritando, los obligaremos a oír y obedecer nuestro
unánime clamor: “¡Basta!”: basta de prepotencia y de avasallamiento, basta de
impunidad, basta de infecto-dictadura. Si decide no acompañarnos, por miedo o
por desidia, suya será la responsabilidad y con ella deberá convivir el resto
de su vida, y explicarlo a su descendencia.
Bs.As., 1 Ago 20