viernes, 31 de julio de 2020

Rata-plan



Rata-plan
por Enrique Guillermo Avogadro


“Estamos dispuestos, y que el Gobierno lo sepa, a defender por encima de todo a nuestras familias y nuestros hogares, a proteger nuestro derecho al trabajo, la nobleza de nuestro obrar cotidiano creando nosotros mismo, para poner fin con toda clase de medios a una sucesión de actos intolerables y ruinosos, los medios de defensa que hasta ahora habíamos cedido a las leyes del Estado”. Asociación Bolognesa de Defensa Social (1920)

Alberto Fernández dijo al Financial Times que no tenía un plan porque no creía en ellos. Como hace a cada hora mintió, pues sí lo tiene, aunque éste le haya sido impuesto por su jefa política. En el conurbano pregunté a muchos cuál era su principal preocupación en este momento tan complicado, y la unánime respuesta me sorprendió: es indispensable, aunque resulte carísima e inoportuna, una reforma del fuero federal criminal y el funcionamiento de la Corte Suprema. Me pareció raro, porque estaba convencido que el problema más grave era la pavorosa inseguridad cotidiana, traducida en una irracional violencia; luego seguían la proliferación del narcotráfico, la desocupación y el hambre, el futuro poscuarentena en la economía personal, el cierre de las escuelas y, claro, el aumento de los fallecimientos atribuidos al Covid-19. A partir de eso, entendí el por qué del enorme apuro que el Presidente para anunciar sus intenciones.

Desde el 10 de diciembre de 2019, fueron liberados nada menos que 4.500 presos condenados por todo tipo de delitos, muchos de ellos gravísimos; un porcentaje nada desdeñable de ellos ha vuelto a las andadas, cometiendo todo tipo de crímenes de los cuales dan diaria cuenta las noticias policiales; esas son las hordas armadas que el kirchnerismo ha puesto al servicio de sus peores intereses. La ciudadanía reacciona, y muchos han decidido tomar las armas para defender sus vidas y sus propiedades. El narcotráfico ha vuelto por sus fueros, aquéllos que lo convirtieron en socios del poder durante el kirchnerismo, y los más pobres lo están pagando.

Tal como esperábamos, el Presidente cumplió el primer artículo del inmundo pacto que firmó con su mandante cuando ésta lo designó para encabezar la fórmula y, así, reunir a todo el peronismo bajo su bandera negra, con una calavera y dos tibias cruzadas: lo puso en marcha para satisfacer el principal objetivo de Cristina Fernández: la total impunidad para ella y sus hijos y, eventualmente, extenderla a sus cómplices y testaferros. El primer paso lo dio en el Consejo de la Magistratura, donde pretende revocar las designaciones –en realidad, los traslados- de algunos magistrados a Comodoro Py, casualmente aquéllos que fueron más estrictos en el juzgamiento de la sideral corrupción que encabezó, hasta 2015 nuestra actual y multiprocesada Vicepresidente. En esa prostituida institución, Graciela Camaño, teórico fiel de la balanza entre los dos grandes bloques de consejeros, votó a favor de esa inconstitucional tentativa.

Ésta integra la agrupación peronista que encabeza políticamente Roberto Lavagna; por lo que se vio, ese bloque –y, quizás, también los legisladores de la oposición que responden a gobernadores que serán presionados- favorecerá al Ejecutivo al permitir la formación del quórum necesario para aprobar las leyes que propone; entre otras, y además de la reforma judicial, la moratoria fiscal a medida de Cristóbal López, el ladrón que se quedó con nuestro dinero, que debía ingresar a la AFIP, y lo usó para comprar empresas y medios de comunicación que alineó con el kirchnerismo.

Sería muy engorroso entrar en los detalles de la reforma judicial propuesta y los ríos de tinta que ya corren sobre el tema me evitan hacerlo. Pero resulta imprescindible recalcar que todo esto está organizado para garantizar la impunidad que pretende esta curiosa monarca absoluta que nos hemos querido dar los argentinos, designando a jueces, fiscales y secretarios militantes. Es cierto que la Justicia y los códigos penales y procedimentales que la rigen tienen que ser mejorados, pero eso no justifica, en modo alguno, atropellarla y violarla, maniatarla y corromperla más de lo que ya está. Y hacia allí va esta pretendida reforma “fundacional”.

Más allá de las preferencias políticas de cada uno de nosotros, cabe preguntarnos cómo y por qué hemos entregado nuestro futuro, el de nuestros hijos y nietos, a un crápula mentiroso compulsivo conducido por una abyecta mujer tan mayor, tan enferma y tan escandalosamente corrupta, ambos capaces de encarar cualquier adefesio anti-republicano e irracional para conseguir sus objetivos de poder, aunque implique demoler la República. ¿Dónde quedaron los redaños de esta nación que, en otros tiempos, supo hacer tanto por sí misma y por sus vecinos?

Usted se pregunta qué puede hacer para evitar que Cristina Fernández logre sus objetivos; por hoy, la respuesta es simple: vaya, y convenza a sus conocidos de acompañarlo, el 17 de Agosto al Obelisco y a todas las plazas del país. Si somos un millón de personas gritando, los obligaremos a oír y obedecer nuestro unánime clamor: “¡Basta!”: basta de prepotencia y de avasallamiento, basta de impunidad, basta de infecto-dictadura. Si decide no acompañarnos, por miedo o por desidia, suya será la responsabilidad y con ella deberá convivir el resto de su vida, y explicarlo a su descendencia.

Bs.As., 1 Ago 20

viernes, 24 de julio de 2020




¡Qué canallas más ineptos!
por Enrique Guillermo Avogadro



“¡Qué cosa más maravillosa es el pánico, esa partera de la Historia!” 
Antonio Scurati

Cuando pienso en que corruptos condenados como Amado Boudou o Julio de Vido, entre tantos otros, y los muchos delincuentes comunes que, excarcelados por un supuesto miedo al contagio de Covid-19, han vuelto a cometer delitos cada vez más violentos, no puedo menos que recordar qué está sucediendo en los penales donde se encuentran detenidos adultos mayores con edades que van de los 65 a los 93 años, presos políticos a los cuales se les ha negado, desde 2003, todas las garantías constitucionales.

La situación real fue denunciada nada menos que por Claudio Cirigliano, cómplice de Ricardo Jaime en los robos al Estado que causaron el crimen de Once con sus 51 víctimas. El ex concesionario ferroviario se manifestó aterrado ante el traslado al penal en que se encuentra –Ezeiza- varios militares contagiados por el virus. Ese panorama se replica en la cárcel de Campo de Mayo, donde 34 presos políticos se han contagiado y varios guardiacárceles han sufrido la misma suerte.

De este patético cuadro son responsables, sin solución de continuidad, esta sociedad que integramos, tan miserable, hipócrita y cobarde, Néstor y Cristina Kirchner, Mauricio Macri y Alberto Fernández y, en mayor grado aún, los asesinos togados que los han condenado, literalmente, a muerte. En el mundo occidental no se registra antecedente alguno al cual esta situación resulte comparable, tanto por el tiempo transcurrido desde los hechos -44 años- cuanto por todas las violaciones de derechos descripta más arriba. Ni los criminales nazis juzgados en Neuremberg después de la II Guerra, que perdieron, sufrieron tanta saña como estos oficiales que vencieron en el terreno militar a las organizaciones terroristas más fuertes de los 70’s.

En el otro extremo del problema se encuentra el confinamiento que se instauró en la Argentina hace ya 128 días. Sin negar la importancia de la mortalidad ni, por supuesto, el dolor de los familiares por cada uno de los fallecimientos, y sabiendo ya que ninguna vacuna estará disponible, como mínimo, hasta el año próximo, no podemos dejar de formularnos algunas preguntas: cuándo, finalmente, se vuelva a la normalidad en el AMBA, ¿el virus habrá dejado de ser peligroso?; si no es así, ¿se contagiarán aquéllos a quienes se ha confinado masivamente?

Pero ha sido útil a un gobierno cuya sede se encuentra, sin duda alguna, en el Instituto Patria, la guarida de Cristina Fernández. Y ello así porque la cuarentena le ha permitido levantar sucesivos velos sobre la realidad y, en especial, sobre sus objetivos.  Está ya claro que estos son dos: la impunidad para sí misma, su familia y sus cómplices (si es que a éstos no los matan antes, como sucedió con Fabián Gutiérrez); y la creciente intervención del Estado, con el objetivo concreto de que todos los ciudadanos terminen dependiendo de la caridad pública, al mejor estilo cubano y venezolano, y convertir a la libertad y al ejercicio de los derechos en una merced oficial.

A paso redoblado, está avanzando sobre el Poder Judicial, donde pretende remover a diez jueces, modificar el organigrama del fuero federal penal -precisamente el que debe juzgar los innumerables delitos cometidos por la organización gangsteril que encabeza- y remover al Procurador General; si lo logra, con la complicidad del Presidente, todas las vacantes serán llenadas con militantes de Justicia Legítima. Los proyectos serán enviados al H° Aguantadero la semana próxima, pero ya sabemos que el nuevo “comité de expertos” legales que aconsejará a Alberto Fernández estará integrado, entre otros, por Carlos Beraldi, el abogado de Cristina..

Y en el segundo aspecto, a la fracasada (pero aún no descartada) expropiación de Vicentín se sumó, esta misma semana, la pretensión de rescindir la concesión a Edesur. Si la concretara, los argentinos volveremos a pagar sumas multimillonarias que se sumarán a las que ya afrontamos por Aguas Argentinas, Aerolíneas Argentinas, YPF, etc.

A mi edad, me he vuelto escéptico, y por eso confío en podremos evitar tan terrible destino por la total ineptitud que este Gobierno ha mostrado en todos los campos, sea en las áreas de salud, seguridad, educación, defensa, relaciones exteriores,  acción social y hasta de negociación de la deuda, a todo lo cual debemos agregar los conflictos internos que lo afectan.

Pero ello no obsta a que reclamemos a toda la oposición democrática que, como ya hicieron los empresarios y los gremialistas, se siente a una mesa y acuerde las 10 o 15 políticas de Estado indispensables para salir de la crisis socio-económica cuyo pico se acerca inexorablemente y para torcer el rumbo de decadencia que adoptamos hace ya ocho décadas. Con ese proceder podrá dejar de ser mera relatora de la realidad y reunirse con el Gobierno para intentar que éste comprenda hacia dónde nos está llevando y cambie el derrotero antes de que sea irreparablemente tarde.

El 17 de Agosto volveremos a la calle para exigirlo.

Bs.As., 25 Jul 20

viernes, 17 de julio de 2020

¡Abran los ojos, carajo!




¡Abran los ojos, carajo!
por Enrique Guillermo Avogadro


“Una vez más, desertamos de la historia
 y nos conformamos con la noticia”.
 Antonio Scurati

Por favor, ¡entiéndanlo de una buena vez! Con el kirchnerismo puro y duro, ese que hoy manda en el país y que es el único que tiene un verdadero plan, por siniestro que sea, no se negocia ni se dialoga. Para quienes creen en los dogmas que emanan del Instituto Patria, cualquier discusión, cualquier disensión es una grave herejía contra una religión que sólo tiene una diosa que, como tal, es indiscutible en su figura y en su proceder. La única forma de desalojarlo del poder será derrotarla en elecciones, si ella nos permitiera llegar a las urnas y expresarnos sin trampas.

Nunca he estado en contra del intercambio de ideas ni, mucho menos, de una propuesta concertada entre todas las fuerzas políticas para la monumental crisis socio-económica –no lo digo yo sino importantes oficialistas como el “barón” Mario Ishii o el ex Viceministro Emmanuel Alvarez Agis y expertos como Joaquín de la Torre o Miguel Angel Broda- que se disparará en nuestro país tan pronto salga de este confinamiento eterno que nos impuso un Presidente –en realidad, su mandante- interesado en hacerse de un poder omnímodo e inconstitucional y que ha sido cuestionado por los epidemiólogos más serios; carecía de un plan económico antes de la aparición global del Covid-19 y, a pesar de encerrarnos ya 121 días, su “gobierno de científicos” no ha conseguido siquiera esbozarlo.

Pero, para que esas conversaciones se transformen en constructivas y habiliten acuerdos sobre políticas de Estado, se requieren dos elementos esenciales: tener ideas claras acerca de qué hay que hacer y el respeto irrestricto a las reglas de juego. Alberto Fernández invitó a los partidos políticos a una reunión y, con la única excepción de la Coalición Cívica, todos concurrieron; al día siguiente, muchos intelectuales y actores políticos, incluidos algunos importantes peronistas que no comulgan con el Gobierno, firmaron una carta pidiendo la constitución de una “mesa de diálogo”, una suerte de Pacto de la Moncla all’uso nostro, que a mi modo de ver constituye una verdadera ingenuidad, pues enfrente tiene a irreductibles fulleros.

Salvo Elisa Lilita Carrió, toda la oposición aceptó participar, o pide hacerlo, en un juego en el cual Cristina Fernández pondrá el referí y cambiará las reglas y hasta la forma de la pelota. Debiera recordar, puesto que estamos en su cuarto período presidencial, que carece de principios morales, y no respeta su palabra ni norma constitucional alguna. La única consecuencia que podría generar ese inocente pedido de diálogo sería quitarle al Gobierno la responsabilidad exclusiva -redistribuyéndola entre todos, o sea, de nadie- que tiene sobre una crisis socio-económica que, preexistente, ha sido potenciada al infinito por la absurda cuarentena. 

Creo, y el incesante “fuego amigo” que recibe Alberto Fernández desde las almenas del Instituto Patria me da la razón, que la Vicepresidente ha decidido probar a propios y extraños quién manda e ideologizar aún más al Gobierno, sin asumirlo en primera persona. Si bien el objetivo primario de Cristina Fernández no puede ser otro que la definitiva impunidad y la “absolución de la historia” para ella y su familia, no descarto que, contemporáneamente, aspire a encabezar ese “cambio del mundo” que su mandado imaginó en su charla con Lula da Silva, al menos en la región. Si esto fuera cierto, tendría sentido el fracaso del Ministro de Economía, Martín Guzmán, en la renegociación de la deuda con los fondos, que impedirá al país acceder al FMI y a las empresas al Club de Paris para la financiación de las exportaciones europeas, ya que sólo nos quedaría China como proveedor de los indispensables recursos financieros; el pacto con Irán, el apoyo al tiránico régimen de Nicolás Maduro y las graves rispideces en las relaciones con EEUU y con los países vecinos van en ese sentido.

Mientras tanto, su núcleo duro continúa avanzando sobre las leyes y la República, y el Presidente –sólo un débil y patético delegado- no quiere o no puede evitarlo: la adulteración de los reglamentos del Senado para la adopción de las resoluciones y el ninguneo permanente a los miembros de las bancadas opositoras, el proyecto de moratoria para absolver a Cristóbal López de sus robos al fisco, los desistimientos de las querellas de la UIF y la OA contra la Vicepresidente, los permanentes fallos favorables a ella y los dictámenes fiscales y libertades concedidas a sus más dilectos cómplices, la subsistente intención de expropiar Vicentín S.A. y de “democratizar” la Justicia aumentando con militantes el número de los ministros de la Corte Suprema y rellenando las vacantes de jueces federales penales, etc.

Pero algo falló en la estrategia de dominación. Para su asombro, quienes nada queremos saber con ese plan de saqueo e impunidad disfrazado de “socialismo del siglo XXI”, tomamos pacíficamente la calle el 9 de Julio, esa misma calle que el kirchnerismo había convertido en exclusivamente suya por la inexplicable pasividad de las autoridades frente a las hordas de piqueteros pagados para convertir la ocupación del espacio público en una muestra de poderío. Y ya no la abandonaremos. Porque si estos canallescos avances continúan sin que la oposición y los jueces reaccionen y se pongan las botas, el 17 de agosto volveremos a demostrar nuestra profunda indignación cívica y nuestra intransigente vocación republicana.

Bs.As., 18 Jul 20

viernes, 10 de julio de 2020

Suerte perra




Suerte perra

por Enrique Guillermo Avogadro


“Cuando la suerte qu’es grela,
fayando y fayando,
te largue para'o;
cando estés bien en la vía,
sin rumbo, desespera'o
 Enrique Santos Discepolo


Juro que, a veces, Alberto Fernández me da pena, porque su mala suerte lo persigue hace mucho, de la mano de la permanente presencia de los archivos fílmicos que recuerdan la feroz agresividad de sus críticas a quien, diez años después, lo eligiera para ser su sumiso delegado. Claro que, segundos después, su carácter camaleónico, su carencia de principios y la exhibición de la total falta de respeto a su propia palabra me curan y mi sentimiento hacia él muta y vuelvo a considerarlo un crápula.

Ganadas las elecciones de 2019, debió afrontar una crisis económica que, si bien había heredado de Mauricio Macri, tiene su innegable origen en la gestión de su propia mandante. Tras cartón, sobre lo que ya eran sólo las ruinas de un país otrora exitoso, cayó la pandemia; como muchos otros populistas, el Presidente aprovechó el pánico sembrado por una prensa irresponsable e impuso una feroz cuarentena que, ya con 114 días de duración, sigue esperando el pico de la enfermedad, confirmando que es incapaz de gestionar con eficiencia mientras nos convierte en el record Guiness de la manipulación social. Con esa extraña niebla, el Gobierno mantiene aplanada la aparición de las catastróficas consecuencias de la absurda paralización del país, que ha producido una notable pauperización de la población a la cual obligará a vivir únicamente, al mejor estilo chavista, del apoyo de ese mismo Estado fallido.  

El hartazgo por el confinamiento y sus inconmensurables efectos, el pisoteo de los derechos individuales, la persecución a la prensa libre, el incendio de campos y la rotura masiva de silo-bolsas y, sobre todo, el manotazo sobre Vicentín habían justificado la convocatoria al “banderazo” del jueves. Pero otra vez el diablo metió la cola en el camino de Fernández y la semana que termina dejó varios hechos relevantes que prueban la condición de “mufa” del Presidente y dispararon el éxito de la manifestación nacional, que superó todas las expectativas y permitió a la oposición recuperar el control de la calle. La tolerancia ya había sido puesta en jaque por la persecución a los periodistas Luis Majul y Angel “Baby” Etchecopar, a quien escracharon púbicamente, y los repulsivos ataques –retuiteados por el Presidente- del Jefe de Gabinete, Santiago Cafiero, a Diego Leuco.

Pero la gota que colmó el vaso fue la inoportuna sentencia que ordenó la excarcelación de Lázaro Báez, el testaferro de Néstor Kirchner, preso por corrupción. En las redes sociales destacó un “meme” que decía probar que Cristina Fernández “sí es una abogada exitosa, ya que en sólo siete meses logró la libertad de todos sus cómplices” en el monumental saqueo al que sometió a la Argentina. Porque aún no tiene condena, el ex cajero del Banco de la Provincia de Santa Cruz y dueño del 10% del territorio de la misma, estaba detenido ilegalmente, ya que su prisión preventiva excedía el máximo previsto en la norma –dos años, prorrogable por uno más- pero en peor situación se encuentran muchos presos militares, con un promedio de edad que supera los 75 años y afecciones que los convierten en blancos seguros del Covid-19, a quienes se niega la constitucional igualdad ante la ley y la prisión domiciliaria.

Por otro lado, produjo carcajadas la difusión global de la amistosa reunión de Donald Trump con Andrés Manuel López Obrador, que mostró su espléndida relación con Estados Unidos. La risa se debió a que, hace pocos días, un iluso Alberto Fernández había considerado al mandatario mexicano el único aliado regional en su megalómana pretensión de cambiar el mundo; lo dijo, casi llorando, mientras lamentaba “no tener ya” a Luiz Inácio Lula da Silva, José Mugica, Hugo Chávez, Fernando Lugo, Evo Morales y Rafael Correa, ofendiendo así a todos las democracias vecinas.

Finalmente, la muerte de Fabián González, un “arrepentido” en la “causa de los cuadernos” y otro de los inexplicablemente multimillonarios secretarios de los Kirchner, generó un verdadero tsunami en la agenda argentina. No es para menos, dada la inédita rapidez con la que el Juez actuante resolvió el asesinato y, sobre todo, por la irritante presencia de Natalia Mercado, también imputada por corrupción e hija de la Gobernadora Alicia Kirchner y sobrina de Cristina Fernández, como Fiscal de la causa. Hasta grandes medios internacionales, como Financial Times, compararon este hecho con lo sucedido con Alberto Nisman, hace ya 5 años.

La reacción oficial no pudo ser más cínica: se agravió por el teórico uso político del crimen que habría hecho la oposición, pretendiendo que olvidáramos su actitud canallesca cuando se ahogó Santiago Maldonado en un río patagónico. Y el jueves mismo, cuando un móvil de C5N fue presuntamente –corren en las redes fotos de los involucrados en el hecho que los relacionan con el Instituto Patria- agredido en el Obelisco, volvió a indignarse sin mencionar siquiera el episodio similar que sufrió Julio Bazán, periodista de TN, cuando lo molieron a golpes en Plaza de Mayo, o el salvajismo de sus militantes que tiraron quince toneladas de piedras a la Policía para intentar frustrar una sesión del H° Aguantadero.  

Bs.As., 11 Jul 20

viernes, 3 de julio de 2020

Violencia sí, pero ¿espontánea?



Violencia sí, pero ¿espontánea?

por Enrique Guillermo Avogadro


“El totalitarismo no puede renunciar a la violencia. Si lo
 hiciera, perecería. La eterna, ininterrumpida violencia,
 directa o enmascarada, es la base del totalitarismo”.
 Vasili Grossman

Tras la cuarentena de 107 días y los extraños modos de vivir impuestos a la sociedad por un miedo planificado, el Ejecutivo ha demostrado su incapacidad para administrar las simultáneas crisis sanitaria y económica; mientras tanto, desde la trinchera del Instituto Patria, con el cómplice silencio de la Casa Rosada, aparecen trágicas señales que debieran ponernos en alerta máxima ya que preanuncian la renovada irrupción de la violencia como praxis política. También para frenarla, nos veremos el 9 de Julio en las calles de todo el país, como hicimos el 20 de Junio.

Es inevitable que Cristina Fernández la busque, ya que el aumento notable en su imagen negativa y la depreciación de Alberto Fernández, tanto por su dubitativa y contradictoria gestión cuanto por su clara dependencia de aquélla, sumados al desastre socio-económico que, más temprano que tarde, se convertirá en un iceberg asesino, están frustrando las ansias de de impunidad de la familia Kirchner y las cómicas pretensiones de cambiar el mundo que enunció el Presidente conversando con Luiz Inácio Lula da Silva mientras ofendía a todo el continente.

Si, como creo, el desastre económico-social que el confinamiento está produciendo la enfrentan a una alta probabilidad de perder las elecciones legislativas del año próximo, con la consecuente resignación de las mayorías de las que hoy dispone, y aún más las presidenciales de 2023, la Vicepresidente no dudará un segundo en cambiar las reglas vigentes, sea postergándolas ad infinitum con la excusa del virus, sea alterando sus resultados, como hace su amigo Nicolás Maduro. Cristina Fernández, debido a su confeso deseo de ser absuelta por la historia del saqueo al que sometió a la Argentina, no jugará su futuro en un terreno electoral adverso.

Sabe que carece de esa adhesión de las fuerzas armadas de la que sí goza el tirano venezolano (las ha comprado habilitándolas a organizar el tráfico de drogas y el contrabando de oro, además de haberles cedido grandes cajas públicas) y, por ello, necesita recortar su capacidad de intervención al máximo; de allí la derogación de las normas de defensa establecidas durante de la gestión de Mauricio Macri. Eso significa retirarlas de las fronteras, en las que venían colaborando con una Gendarmería a cuyos efectivos se envía a cuidar la seguridad urbana, y limitarlas a la defensa ante eventuales invasiones de ejércitos extranjeros, algo por completo descartable. Al proceder así se beneficia directamente al narcotráfico al cual, ciertamente, incomodaba la presencia del Ejército en las rutas de ingreso a nuestro país; basta recordar los aportes a las campañas electorales de Cristina Fernández, la efedrina y el triple crimen, más la rara intervención al puerto de Vicentín en Rosario, para preguntarnos si, otra vez, hay altísimos funcionarios socios de este siniestro negocio.

Pero sigamos sumando: la propia Vicepresidente encabeza la persecución de los periodistas a los que considera enemigos, y ello ha llevado a algunos con ganas de hacer méritos en su universo a producir agresiones físicas a los mencionados por ella. Y algunos de sus “amigos”, como Luis D’Elía, Hebe de Bonafini o Juan Pablo “Pata” Medina, directamente piden se ahorque o se fusile a Mauricio Macri en Plaza de Mayo sin que ninguna voz oficial lo repudie.

Y la frutilla que corona ese budín se ve todos los días en el campo, donde se saquean o se destruyen silobolsas, se roba grano, maquinaria y animales y se incendian parcelas; y todo eso cuando no se asesina, literalmente, a los propietarios. Tampoco quienes cometen esos delitos son demasiado espontáneos, porque sus autores son incentivados por voceros kirchneristas que, además, son funcionarios, como Fernando Chino Navarro y Juan Grabois, quienes en público y en nombre de una reforma agraria, han exhortado a la expropiación de los establecimientos.

Esos episodios, siempre impunes, están adquiriendo trascendencia, tanto por su creciente frecuencia cuanto por el daño económico que producen, y recrean aquella “guerra gaucha” que tanto nos costó en 2008. Pero ahora los chacareros son conscientes de su fuerza y están dispuestos a usarla en salvaguarda de sus propiedades; así, en cualquier momento, si estos hechos se repiten, se producirá un enfrentamiento armado.

El Conurbano, como bien sabe el Gobernador Axel Kiciloff, se ha transformado en una olla a presión por la buscada y generalizada pauperización debida a la imposibilidad de realizar trabajos informales y a la pérdida de los formales, que afecta por igual a los pobres y a la clase media. La incapacidad del Gobierno para repartir alimentos y evitar los frecuentes robos para su reventa en el mercado negro, la propagación del virus debida a las inhumanas condiciones de vida y al clima invernal, la corrupción en las compras de insumos sanitarios, la proliferación del narcomenudeo y del delito común, son factores que incentivan la irritación social. En cómo reaccionará ese postergado sector, cuando todo se complique con la ya inevitable y creciente inflación que sobrevendrá cuando nos permitan salir a la calle, está la pregunta que produce insomnio a todos los argentinos.
Bs.As., 4 Jul 20