domingo, 26 de agosto de 2012

La cama está hecha




La Cama está Hecha


“Se promulgan demasiadas leyes, se dan demasiado pocos ejemplos”.
 Saint Just

Una vez más, como he hecho con otros libros que considero fundamentales, me permito recomendarle “El Emperador”, de Ryszard Kapuściński (Anagrama, 2008), un reportaje breve que el genial periodista polaco realizó a quienes sobrevivieron al final del reinado y al derrocamiento del Rey de Reyes, Haile Selassie, en Etiopía. Esta sugerencia, como no podía ser menos, se debe al enorme parecido que los métodos de ese prolongado período tienen con nuestra Argentina cristinista; para verlo, bastará con cambiar el sexo del personaje y, eventualmente, la ubicación geográfica, pero ésta no tiene ninguna importancia.

Tal como vine anunciando desde hace varias notas, el Gobierno y sus ideólogos, haciendo caso omiso del fracaso mundial de esas políticas y de esas filosofías, pretende cambiar nuestro estilo de vida de raíz, modificando el Código Civil y la Constitución Nacional para que acompañen y legalicen el camino hacia el “socialismo del siglo XXI”, que ayer mismo sufrió un golpe fuertísimo con la explosión de la destilería venezolana, debida tanto a la planificación stalinista como a la falta de mantenimiento que las expropiaciones del tirano Hugo Chávez Frías han transformado en habitual en las empresas estatizadas.

Si bien es cierto que el “modelo” no tiene un candidato alternativo a la viuda de Kirchner, lo real es que el tema de la re-reelección es una cortina de humo para que la sociedad se engañe, se encandile ante la cuestión, y no se detenga a discutir lo fundamental, es decir, la confirmación constitucional del centralismo unitario, el avance del estatismo y la simétrica limitación a las libertades individuales. La generalizada indignación que levantaron las declaraciones de los inefables Alak y Anímal Fernández respecto a la apertura de los countries -¿cuánto bajó el precio de esos inmuebles ese día?- se ha visto justificada por el proyecto que anida en las metas del Ministerio de Planificación de imponer las necesidades del Estado sobre el derecho de propiedad. Si la reforma de la Carta Magna se aprueba, ¿no es razonable pensar que, en algún momento, se nos obligará a compartir nuestras viviendas, como sucedía en la Rusia comunista?

Las experiencias de la Ley de Medios, de Aerolíneas Argentinas, de la propia YPF que, convertidas en leyes por el infantilismo o la comprada complicidad de algunos de nuestros representantes legislativos, luego desnudaron las verdaderas intenciones de la Casa Rosada, no impidieron que diputados y senadores supuestamente opositores levantaran la mano para acompañar al Gobierno en su esfuerzo por proteger a Guita-rrita y sus amigos o, con una pretensión “ponciopilatesca”, se fueran al baño a la hora de votar. Hubo hasta quien, a los gritos, denunció las maniobras de cobertura del Vicepresidente que doña Cristina había mandando realizar y, acto seguido, votó a favor de la confiscación.

Estos “idiotas útiles” no han leído, obviamente, las sabias reflexiones de José Enrique Miguens, que volcó en su artículo “Darse cuenta”, que no me cansaré de recomendar y ofrecer a quien lo pida.

Que ese debate legislativo, insólitamente presidido en el Senado por la pétrea sonrisa del imputado, ha hecho mella en el ánimo de su protectora es ya un secreto a voces. Ayer, el diario Perfil, que no puede ser imputado de integrar la “corpo” de Magnetto, lo puso en blanco sobre negro, al anunciar que el sanatorio Fleni, especializado en problemas neurológicos, había sido puesto en alerta a raíz de la lipotimia que, al menos en teoría, afectó a la señora Presidente; esa extraña precaución tendría explicaciones más graves, física e institucionalmente hablando, que un mero bajón de presión.

El affaire en cuestión que, por supuesto, no es el mayor –en cuanto a dinero en juego- ni tal vez el más grave caso de corrupción kirchnerista, ha permitido que ésta se haya, finalmente, hecho carne en las preocupaciones de la ciudadanía, ya que su aparición coincidió con la retracción económica, con el incremento de la inseguridad y con la inocultable inflación; es más, la burla y el desprecio por el sentido común que llevaron al Indec a anunciar que se puede comer por seis pesos diarios, produjo tal indignación general que facilitó que este negociado penetrara aún más profundamente en la conciencia de todos.

La utilización de la Afip-Dgi como agencia de represión, desnudada en la entrevista telefónica que Nelson Castro hiciera a Eliseo Subiela, sirvió para que muchos aliados de hoy pusieran las barbas en remojo. El afectado director de cine, sin vergüenza alguna, invocó su condición de ex montonero y de aliado del Gobierno para pedir que no se lo persiguiera más, convalidando así que se usara a la agencia recaudadora como arma contra quienes no pudieran exhibir un pasado tan afín. ¡Notable “sincericidio”!

Ese mismo sesgo maniqueo de las políticas gubernamentales, que ha colonizado a la Justicia y a todos los organismos de derechos humanos ha sido el causante del silencio y de la insólita ausencia de éstos en el homenaje de los familiares a las víctimas del crimen –nótese que no uso la palabra tragedia- de Once. Las palabras de la madre de uno de los muertos (“a Cristina no le importamos”) y la comprobación de que nada ha cambiado desde febrero, también han incrementado el descontento entre quienes han sido, tradicionalmente, los “fidelizados” clientes del “modelo”. ¡Es que ya el “relato” no resulta suficiente para sostener la fantasía!  

En medio de tantas desmesuras y de tantas iniquidades, sin embargo, han surgido luces de esperanza respecto al futuro, de la mano de un grupo de legisladores, de distintas procedencias políticas, que han decidido unificar la acción para oponerse al avasallamiento que el Poder Ejecutivo continúa llevando adelante sobre las instituciones de la República. Y varios partidos políticos están encaminándose hacia una posición común de cerrada negativa a la reforma de la Constitución. Es de esperar que ambas iniciativas prosperen y se termine así, por falta de trascendencia hereditaria, esta negra etapa.

Pero, tratándose de un proyecto que se mira permanentemente en el espejo de Venezuela, como lo hacen Bolivia, Ecuador y Nicaragua, no debemos hacer oídos sordos al descarnado anuncio que formulara esta semana el gordo papagayo caribeño, cuando predijo que, si la oposición ganara en octubre, habrá guerra civil en su país.

Desde mis primeras notas, en el lejano 2005, vengo sosteniendo que a los Kirchner no podríamos sacárnoslos de encima ni siquiera con votos. Los meta-mensajes del Vatayón Militante con las salidas de los presos más peligrosos, los violentos incidentes provocados en Córdoba para castigar las posturas independientes de De la Sota y su foto con Macri, la omnipresencia de la Tupac Amaru en el Noroeste argentino y las huestes que están formando Pérsico y D’Elía, confirman esta opinión, ya que son piezas importantes del proyecto de constituir milicias populares que, al mejor estilo chavista, desalienten y enfrenten la protesta, aún cuando ésta sea pacífica; como sucedió con el acto de Moyano, el retiro de la Policía tenderá a sembrar más miedo aún.    

Para comprender las razones de estos movimientos, y darles la verosimilitud necesaria, basta con recordar cuánto se juegan, tanto en proyecto político cuanto en patrimonio y libertad, quienes integran el actual elenco gubernamental en los tres poderes del Estado.

Es necesario, entonces, que quienes pensamos que otro futuro es posible, que es necesario recuperar la República, juntemos nuestros esfuerzos y nuestras voces, tan dispersas hoy, en un programa de acción común que, a fuerza de número, impida la continuidad de este rumbo ruinoso que el Gobierno pretende que la patria transite. A riesgo de resultar reiterativo, le invito una vez más a unirse a “La Argentina que quiero” (http://tinyurl.com/9r9kn4d), que contiene las propuestas que creo necesarias ese objetivo; cuando seamos suficientes, podremos sentarnos en la mesa de la futura Hora del Pueblo a negociar una plataforma básica común.   

De usted depende que lo logremos. Es obvio que no basta con protestar en nuestros pequeños círculos individuales -o con escribir para pocos, como yo mismo hago- y que, para poder encarar el futuro con dignidad, con respeto, con paz, con salud, con educación, con seguridad, todos y cada uno resultamos imprescindibles. Debemos impedir que el Gobierno nos imponga el silencio del miedo y nos obligue a dormir en la cama que ha tendido. Debemos defender nuestras creencias y, sobre todo, nuestra libertad, hoy tan comprometida.

Bs.As., 26 Ago 12



lunes, 20 de agosto de 2012

Becando al verdugo




Becando al Verdugo


“Lo único que necesita el mal para triunfar es que los hombres buenos no hagan nada” Edmund Burke


Por estos días, el asombro que este Gobierno me provoca desde su mismo origen se ha trasladado a la ciudadanía y, sobre todo, a su clase dirigente. Los gobernadores, los empresarios, los políticos opositores, los líderes sindicales no solamente ven cómo se destruye desde la Casa Rosada a todos quienes osan tan sólo abrir la boca para comentar los problemas del “modelo” sino que facilitan a la señora de Kirchner, en forma permanente, los medios necesarios para continuar haciéndolo; parecen ignorar, mientras le siguen regalando la soga, que sin dudas serán los siguientes en comparecer en el cadalso.

¿Cómo se podría explicar que esos gobernadores, cuyas provincias habían logrado la propiedad de sus subsuelos, hoy permitan que doña Cristina y Kiciloff les quiten, de un plumazo, esos derechos que les otorgó la Constitución? ¿Cómo encuentran argumentos para dejar solos a los mandatarios de Córdoba y Corrientes, cuando éstos reclaman nada más que los fondos que pertenecen a sus gobernados y que la Nación, porque sí, les niega día a día? Realmente, ¿no saben que, cuantos menos recursos propios tengan, más dependientes de la voluntad central serán? Esos mismos gobernadores que hoy, para evitar los problemas de corto plazo que adrede les genera el “cristinismo” para dominarlos, deben pedir limosna a la Casa Rosada, ¿por qué se prestan a acudir presurosos a Buenos Aires para aplaudir la ceremonia de inauguración de la misma horca en que serán ejecutados por esta banda de pseudo-montoneros de Puerto Madero (¡gracias, Julio Bárbaro!)?

¿Y qué decir de los representantes de esas provincias y de sus pueblos que, a despecho de esos intereses que deberían cuidar, festejan y se congratulan, se abrazan y se besan en las cámaras legislativas cada vez que entregan más resortes de dominación al Poder Ejecutivo nacional? A sólo título de ejemplo, ¿Heller y Filmus, que en teoría la representan, están tan convencidos que jamás podrían gobernar Buenos Aires como para dinamitar el único banco estatal –el Ciudad- que realmente funciona bien?

De don Carlos Saúl no se podía esperar otra cosa que esta triste y final decadencia pero, ¿qué llevó a los senadores por Salta, Romero y Escudero, a dar su voto a la privatización de Ciccone, que nadie sabe de quién es? ¿Por qué hizo lo mismo Juez, sin miedo a incinerarse? ¿Cómo permitieron los miembros de la Cámara alta que Guita-rrita presidiera esa bochornosa sesión? Nuestro Congreso ha perdido tanto su honorabilidad y sus objetivos, a fuerza de ponerse bonetes o ceder ilegalmente facultades al Ejecutivo, que ya no debería llamar la atención la conducta de las bancadas opositoras que, por mezquindad o por infames cálculos políticos, acompañan alternativamente las iniciativas que llegan desde la Casa Rosada con la expresa exigencia de no aceptar la modificación de una coma. ¿No han visto los efectos que, sobre sus propios representados, ha tenido la modificación de la Carta Orgánica del Banco Central, que trajo aparejados el saqueo a las reservas y la emisión sin límites, causantes de la inflación? ¿Por qué no hacen nada –aunque sea gritando- cuando el oficialismo impide la constitución de las comisiones que deben controlar al Ejecutivo, como es el caso de la Ley de Medios? ¿Festejan hoy del mismo modo que cuando sancionaron la confiscación de Aerolíneas Argentinas, que dilapida ya tres millones de dólares diarios, sin control de ningún tipo?  

Que Picchetto o Rossi se rían cuando consiguen aprobar, año tras año, la extensión de los “superpoderes” invocando una ya injustificable emergencia económica nacional es razonable, pero que los legisladores, que han contemplado durante la última década cómo se los usaba para discriminar a sus provincias en materia de obras públicas o de aportes del Tesoro, se pongan tan contentos en las mismas circunstancias permite pensar que sigue funcionando la “banelco” oficial para comprar voluntades, cuando éstas no ceden ante un simple “carpetazo” que trae al presente un irresistible archivo. ¿O, por el contrario, están mirándose en el espejo de Venezuela o de Rusia, donde van a prisión los opositores a la tiranía disfrazada de democracia?

En lo que a la Corte Suprema se refiere, las cosas no andan mejor porque ¿cómo no pone el grito en el cielo, o en el Congreso, cuando el Ejecutivo desobedece sistemáticamente sus sentencias? ¿Cómo sus miembros admiten que continúe formando parte del alto Tribunal alguien tan sospechado de colaboración con la prostitución como el Juez Zaffaroni, sin mandarse a mudar indignados? ¿Por qué no usan sus facultades de superintendencia para limitar a los jueces federales, tan corruptos ellos? ¿Cómo sus ministros no piden el juicio político de Oyarbide, con sus anillos, haciendo de río Jordán para la inexplicable riqueza de los Kirchner? ¿Cómo toleran que su Presidente, don Lorenzetti, haya dicho que el tema de los derechos humanos es una política de Estado concertada con el Ejecutivo, y siguen permitiendo que se destruya todo el sistema jurídico –principios de legalidad, de inocencia, de ley anterior al hecho del proceso, etc.-  de la República, trasmutando justicia en venganza?

Si posamos nuestra mirada en la primera fila de los habituales aplaudidores de los grandes disparates presidenciales, veremos que allí están sentados los máximos representantes de nuestra industria nacional, encabezados siempre por el inefable De Mendiguren o el recuperado Adelmo Gabbi. ¿Qué creen que les sucederá a cada una de sus empresas y negocios si el “cristinismo” consigue hacer realidad la reforma constitucional? ¿Ignoran que, en ese proyecto, la reelección es una mera cortina de humo (indispensable sí por la falta de herederos del “modelo”) para ocultar la decisión de transformar a la Argentina en una dúplica del “socialismo del siglo XXI”? Si han visto que la viuda de Kirchner no repara en formas legales cuando decide hacerse de una empresa, como lo hizo con Repsol-YPF, con Ciccone y pretende concretarlo con Cablevisión, ¿por qué suponen que serán tratados de distinta forma si el apetito del Gobierno se centra en sus propias compañías? ¿No aprendieron cuando vieron que hasta Rudy Ulloa se fundió cuando Cristina le bajó el pulgar, o qué pasó cuando Lázaro Báez o Cristóbal López o Ferreyra (Electroingeniería) o los Eskenazi o hasta el mismo Magnetto dejaron de pertenecer al círculo áulico de la mesa chica de Olivos?   

Cuando ven que Patotín, sin escribir nada pero con enorme poder de decisión, les informa que pueden continuar produciendo en la medida en que los habilite a importar los indispensables componentes, ¿no les corre frío por la espalda? Cuando toleran con grandes sonrisas y sin ponerse colorados que el mismo funcionario los veje en público con amenazas físicas o mentando a sus mujeres, ¿no se dan cuenta que son ellos mismos quienes lo bancan para que se construya diariamente? ¿Cómo algunos aún se suben encantados a los bochornosos charters que los llevan a imposibles mercados fantasmas?

¿Y los sindicalistas? ¿No se fijaron qué hace doña Cristina con quienes fueron, hasta ayer, sus indispensables aliados? Si los reclamos de mínimos no imponibles o fondos sociales son los mismos, ¿qué les garantiza que la Casa Rosada no los mandará presos cuando deban disentir con ella, presionados por sus bases? ¿Los casos de Moyano, Zanola o Pedraza no les dicen nada?

Todos, todos ellos, siguen haciendo sus diarios aportes para que el poder cada vez se concentre más. Diariamente, con dinero o con presencia, con complacencia o tolerancia, empujan más resortes políticos y económicos hacia ese voraz agujero negro espacial en que se ha transformado el “cristinismo” y su guardia personal, La Cámpora. Así, con prisa y sin pausa, siguen becando al verdugo que los ejecutará cuando la Casa Rosada así lo exija; parecen ignorar que, al final, irán por ellos mismos, ya que los antecedentes de lealtades, concesiones y acompañamientos no tienen, en este “modelo”, importancia alguna a la hora de decidir los exterminios.

A pesar de la forma en que la Argentina desgasta siempre las ilusiones, estoy convencido de que aún estamos a tiempo de corregir este nefasto rumbo, diseñado por el miedo y la corrupción. Anoche mismo, Jorge Lanata publicó en su programa de televisión un informe sobre la situación en Formosa, un feudo cuyo Gobernador –hace 25 años- apañada por Cristina Fernández de Kirchner, ejecuta políticas similares a las que denunciara en mi vieja nota “Genocidas” (http://tiniyurl.com/9qt37r4), y de tantas otras que figuran en mi blog; tal como dije entonces, el “cristinismo” es un estadio muy superior de la corrupción nacional.

 No podemos regalar a esta banda que ha asaltado el poder el país en el que queremos vivir, y en el que queremos que nuestros hijos y nietos vivan. Al menos, yo no lo estoy. Es por eso que lo invito a sumarse a una nueva epopeya; hoy le pido poco: que ingrese a “La Argentina que quiero” (http://tinyurl.com/9r9kn4d), lea allí las propuestas formuladas, las critique, las perfeccione y, cuando llegue el momento, acompañe con su presencia y hasta con su voto esta tentativa de recuperar la República, sus instituciones y la verdadera libertad de todos los habitantes de este suelo.

Bs.As., 20 Ago 12


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domingo, 12 de agosto de 2012

Atila no era peor




Atila no era peor


“Podrán cortar todas las flores, pero no detener la primavera”. Pablo Neruda

Cuando, allá por el año 430 y al frente de su horda de hunos, este caudillo de origen geográfico desconocido comenzó a conquistar casi toda Europa, se decía que, donde su caballo pisaba, no volvía a crecer el pasto; se lo recuerda como el paradigma de la crueldad, la destrucción y la rapiña. Como tantos otros, antes y después, finalmente cayó derrotado en la actual Francia y su enorme imperio murió con él sin dejar rastro alguno.

El “cristinismo”, que ya ni siquiera es heredero del “nestorismo” inicial,  pragmática o ideológicamente dejará una herencia terrible en la Argentina, que sólo el coraje y la razón de los dirigentes podrán revertir, con muchísimo esfuerzo y tiempo. Estos años de deterioro en la educación y en la cultura de trabajo, por citar sólo el más grave ejemplo, llevarán décadas de trabajo para ser restaurados, con dudoso pronóstico, ya que no se distinguen en el horizonte, al menos hoy, líderes capaces de pensar en las próximas generaciones y dejar de hacerlo en las próximas elecciones.

El prestigio de nuestro país, indispensable a la hora de obtener inversiones importantes y genuinas, se encuentra por los suelos; para comprobarlo, basta con mirar alrededor para descubrir que mientras todos los países de la región construyen barricadas impositivas para evitar que ingresen más dólares de lo debido en sus economías, Argentina lo hace en sentido inverso y, como se ve, con poco éxito, ya que la fuga de divisas continúa. Las reservas internacionales de nuestros vecinos han crecido a un ritmo vertiginoso –sólo Brasil tiene siete veces más- mientras que las nuestras merman al ritmo del saqueo y la malversación.

Si se exceptúa a Venezuela –Ecuador no entra en el análisis, ya que está absolutamente dolarizado desde hace años- ninguna nación de América Latina tiene una inflación superior al 6% anual, y los gobiernos reaccionan con medidas contra-cíclicas cuando sube algunas décimas. La falsificación de las estadísticas, el aumento del circulante a ritmo aún superior al de la inflación, el gasto público desmedido e ineficiente, la permanente alteración de las reglas de juego, el personalismo y la identificación del Estado y sus recursos con la minoría gobernante, la falta total de seguridad jurídica, el permanente ataque a la prensa independiente, la estrambótica elección de nuestros aliados internacionales estratégicos, la desmadrada corrupción, el avance del narcotráfico, el impune lavado de dinero, inclusive el abuso de los medios oficiales para la exaltación de nuestra Presidente, no son, precisamente, virtudes que nos hagan respetables a la vista de un mundo que nos contempla con asombro y hasta con dolor.

Es evidente que la viuda de Kirchner, que pertenece a mi propia generación, no parece darse por enterada del sideral progreso que se ha producido en materia de tráfico de información. Es, en cierto modo, razonable porque, a quienes llegamos cuando no existían la televisión, el télex, el fax, ni qué decir Internet, nos cuesta pensar en que hoy podemos contemplar, en vivo y en directo, lo que sucede en todo momento y en cualquier lugar del planeta. Sin embargo doña Cristina, que tanto habla de la juventud, debiera ya saber que cada gesto y cada discurso se refleja, con una demora de microsegundos, en todas las redacciones y en todos los canales del planeta, convirtiendo a la Argentina en el hazmerreír global. Viniendo de los niveles en que estuvo nuestro país, llamamos más la atención que muchos otros, que no pueden siquiera exhibir un pasado similar.

Como usted sabe, estoy intentando convertirme en la expresión de todo aquello que resultará indispensable “el día después”, cualquiera sea la forma en que éste llegue. No pretendo formar un partido nuevo sino alguna forma de agrupación, que reúna a todos quienes, pocos o muchos, creemos que la suerte de la Argentina debería ser otra. Es por ello que he creado una página en Facebook, “La Argentina que quiero” (http://www.facebook.com/pages/La-Argentina-que-quiero/184316575034972), para saber cuántos somos porque, sólo cuando logremos un número importante de voluntades, podremos exigir a los partidos existentes incorporar esos principios a sus plataformas, premiando o castigando con nuestro voto la fidelidad o la traición.

Hoy, para su reflexión, sólo enumeraré doce de esos conceptos básicos que, reconozco, son nada más que enunciados que habrá que trabajar y desarrollar:
1.       Volver a la democracia representativa, al federalismo y al sistema de división estricta de poderes, establecidos por la Constitución Nacional.
2.      Juzgar, en el Consejo de la Magistratura vuelto a su composición original, la actividad de todos los magistrados actuales, nacionales y federales, incluidos los miembros de la Corte Suprema de Justicia de la Nación, con criterios estrictamente jurídicos, para garantizar que los magistrados que permanezcan en funciones desempeñarán su labor con seriedad, con honestidad, con recato, con sapiencia, con eficiencia, con independencia y con celeridad.
3.      Recrear el respeto absoluto e irrestricto de los contratos y de la palabra empeñada, especialmente en aquéllos vinculados a la infraestructura y a los servicios públicos.
4.      Crear reglas claras, transparentes e inamovibles para la actividad económica, que permitan dar previsibilidad a todos los proyectos y a todas las inversiones, más allá de los riesgos propios de cada actividad.
5.      Establecer el “juicio de residencia” y de responsabilidad, de modo tal que todos los funcionarios que ejerzan cargos públicos a partir de determinado nivel jerárquico sean obligatoriamente juzgados por un tribunal especial al dejar sus funciones, poniendo especial énfasis en los aspectos patrimoniales.
6.      Revitalizar y garantizar la independencia, dotándolos de los recursos necesarios, de organismos de control tales como la Oficina Anticorrupción, la Fiscalía de Investigaciones Administrativas, la Auditoría General de la Nación, la Defensoría del Pueblo de la Nación y la Unidad de Investigación Financiera.
7.      Modificar la coparticipación impositiva, recuperando para las provincias y los municipios la independencia económica, única fuente de la libertad política.
8.      Establecer una clara política de inmigración, regulada y planificada, respetándola y haciéndola respetar por quienes deseen habitar nuestro suelo.
9.      Respetar el destino de los capitales asignados al fondo de sustentabilidad de las jubilaciones; devolver al Pami y a la Anses los fondos retirados para financiar el gasto público populista, y cancelar las deudas previsionales existentes.
10.    Dotar al país de un desarrollado sistema de transporte vial y ferroviario, especialmente urbano, y recuperar la iniciativa en materia de producción de hidrocarburos, con la indispensable participación de la inversión privada.
11.     Derogar las leyes del tipo del “2x1”, con una Justicia penal rápida y efectiva. Endurecer las penas para el narcotráfico, la prostitución, la corrupción de menores y el lavado de dinero.
12.    Controlar eficazmente la inflación, y terminar con los absurdos controles de cambio.

El mundo entero, pese a los dichos de la Presidente en su abuso permanente de la cadena nacional, otra vez se puso a favor de la Argentina. Pero esta vez, cuando se comienza a producir la crisis alimentaria que predije en una nota que publiqué hace justamente un año, a la que titulé “Señales de Incertidumbre”, parece estar más atento a nuestras potencialidades y, consecuentemente, el riesgo de perder el dominio de nuestro territorio ha aumentado en forma exponencial, porque no tenemos capacidad alguna de reacción. Para confirmar este aserto, basta pensar que, para defender sus reservas submarinas de hidrocarburos, Brasil ha re-equipado fuertemente a sus fuerzas armadas dotándolas, inclusive, de submarinos nucleares. La Argentina tiene capacidad para alimentar a más de quinientos millones de seres humanos y, por la voracidad y la corrupción del Gobierno, que tornan inviables muchos productos agrícola-ganaderos y tantas economías regionales, hoy desperdicia esos dones por carecer de un marco jurídico-legal confiable. ¿Qué cree usted que opina el mundo cuando ve que, por impericia de los funcionarios, desaparecen doce millones de cabezas de ganado o que los productores tiran a los caminos muchos millones de litros de leche?

Seguimos jugando con fuego, y sólo su actitud personal -¡sí, la suya!- puede cambiar este estado de cosas y, sobre todo, el futuro. Debe usted elegir qué quiere para sus hijos y para sus nietos. ¿Prefiere que seamos Cuba o Venezuela, o le gustaría que fuéramos Brasil o Chile? Usted tiene una obligación indelegable con ese futuro porque, como ya le dije una vez, ¿qué responderá cuando sus descendientes le pregunten “qué hiciste entonces”?

No hay más tiempo. Si el cristinismo gana las elecciones legislativas del año próximo, con sólo el 40% de los votos conseguirá –por la forma en que se renuevan las cámaras legislativas- los dos tercios que necesita para modificar la Constitución. En ese nuevo cambio, la reelección es un mero detalle, ya que lo que Zanini, Kiciloff y los restantes ideólogos del Gobierno se traen bajo el poncho es mucho más grave: terminarán con la propiedad privada y con la forma de vida que los argentinos hemos elegido, para imponer una receta trasnochada y fracasada, de la mano de una historia falsificada e inventada.

Recuerde, mirando cómo actúan los legisladores, que los senadores representan a las “provincias” como tales, mientras que los diputados representan al “pueblo”. Ahora, observe cómo se comportan, por ejemplo, los representantes por la Ciudad Autónoma de Buenos Aires en el Congreso Nacional, cuando votan leyes –por ejemplo, la quita de los depósitos judiciales al Banco Ciudad, los subterráneos o la basura- que sólo nos perjudican para desgastar a Macri, o los de las demás provincias que, por innoble sumisión a la señora Presidente, las condenan a la esclavitud financiera, por no terminar con un pacto fiscal que ha perdido su razón de ser y que hoy sólo sirve para disciplinar gobernadores e intendentes.

Viendo el tamaño de los desaguisados y de los verdaderos crímenes cometidos por doña Cristina y su horda de unos y unas, estoy convencido que a la Argentina le hubiera ido mejor con Atila.

   

domingo, 5 de agosto de 2012

Meta-mensajes y saqueos ocultos




Meta-mensajes y Saqueos Escondidos

“Para hacer la paz se necesitan, por lo menos, dos; mas, para hacer la guerra, basta uno solo” Neville Chamberlain

La semana pasada cometí un serio error de comunicación: anuncié mi lanzamiento a la arena política en el penúltimo párrafo de mi extensa editorial habitual, lo que hizo –según me contaron varios lectores- que pasara casi desapercibida;  como principio de plataforma, utilizaría, dije, la enunciada en “La Argentina que quiero” (http://tinyurl.com/bla4n57), sobre lo cual ruego su opinión (para leerla, basta con pinchar en el link).  En la próxima nota, si el Gobierno no genera nuevos hechos que lo impidan, volveré sobre el tema.

Hace unos días, se reiteró la inveterada costumbre del oficialismo de tapar un escándalo con otro, más actual y en general mayor. Así sucedió, por ejemplo, con la tarjeta SUBE, que logró opacar algo tan enorme como el affaire Ciccone y, sobre todo, la injustificable permanencia del Vicepresidente de la Nación en su cargo.

Esta vez, en el marco de la creciente incidencia de la inseguridad en las preocupaciones ciudadanas, fue este nuevo engendro de la pretendida resocialización de los presos más peligrosos en presuntas actividades culturales organizadas por el Vatayón Militante, la nueva división de negocios de La Cámpora, con la explícita participación de Víctor Hortel, miembro de ésta y jefe del Servicio Penitenciario Federal.

Es en este punto, el descubrimiento periodístico de estos hechos, es cuando aparecen mis diferencias con lo difundido por los medios. No creo, en absoluto, en que se haya debido a la casualidad o a la inadvertencia de quien grabó un video. Muy por el contrario, creo que estos hechos fueron dados a conocer con premeditación y mucha alevosía.

El cristinismo envió, conjuntamente con las imágenes trasmitidas a mansalva por televisión y comentadas hasta el hartazgo en los diarios y revistas, un meta-mensaje muy claro a la clases media y alta argentina, esas que, tradicionalmente, le han sido esquivas, sobre todo en la ciudad de Buenos Aires: “Podemos todo, hasta sacar de la cárcel a los presos más peligrosos y no tenemos límite alguno. Si fuera necesario los armaremos y los utilizaremos como fuerzas de choque para imponernos y conservar el poder”. Recordemos que La Cámpora también controla el Registro Nacional de Armas.

Exactamente el mismo meta-mensaje, aunque de forma más sutil, envió la señora Presidente la semana pasada desde su atril preferido en la Casa Rosada, cuando exaltó la figura y el comportamiento de los barra-bravas. Basta recordar, para verificar este aserto, que el oficialismo organizó, hace dos años, una fallida ONG a la que llamó “Hinchadas Unidas Argentinas”, comandada por un tal Marcelo Mallo, también de La Cámpora, que permitió transferir a esas bandas de delincuentes ingentes fondos públicos a cambio del despliegue de banderas kirchneristas en los estadios y hasta pagar el viaje de doscientos cincuenta de ellos al Mundial de Sudáfrica, sumando otro enorme papelón a nuestro maltrecho prestigio internacional.

Así, asesinos, violadores, traficantes de drogas y hasta “quemadores” de mujeres se han convertido en la nueva “mano de obra ociosa” del Gobierno, que ya ha entrenado en esas tareas a la gente de D’Elía (¿se acuerda cuando desalojó a trompadas la Plaza de Mayo?) y de Pérsico. Si a ese cuadro le sumamos a los militantes del Movimiento Tupac Amaru, de Milagro Sala, que el viernes mismo, dando muestras de un excepcional coraje, golpearon entre diez a los tres periodistas de la producción de Jorge Lanata, a los cuales robaron, además, los equipos de filmación que no consiguieron romper, tenemos el combo ideal.

Como se dice, el cuadro de intimidación perfecto, para apretar más y a futuro a una sociedad entera –los más pobres la sufren más- que ya está aterrada por la inseguridad cotidiana, esa que parece no existir por la falta de mención en los gigantescos y aburridísimos discursos presidenciales.

Obviamente, el segundo “suceso argentino” de la semana fue el pago del último tramo del Boden 2012.

Más allá de los análisis históricos que desmintieron y desmontaron cada ladrillazo del falso relato de doña Cristina en la Bolsa de Comercio de Buenos Aires, que mostraron cuántos de dichos bonos fueron emitidos por don Néstor (q.e.p.d.), o de la repercusión de ese pago en el nivel de las disfrazadas reservas del Banco Central, algunas preguntas comenzaron a martillar en mi cabeza.

¿Por qué, para juntar los dólares necesarios para pagar nada más que dos mil doscientos millones de ese vencimiento, se impuso el brutal cepo cambiario que ha llevado al estancamiento de nuestra economía por la falta de insumos importados? ¿Por qué imponer tamaño sacrificio al futuro inmediato si sólo se trataba de pagar a algunos bancos extranjeros que, de todas maneras, nos siguen considerando técnicamente en default por las deudas con los holdouts, con el Club de Paris y con quienes nos vencieron en el Ciadi? ¿Mejoró en algo nuestro riesgo-país, que supera al de Venezuela y más que duplica al español? ¿Por qué esa manifiesta desesperación por pagar –en teoría- a los “fondos buitre” y, sobre todo, por qué festejar tanto el pago? ¿No es mayor la cifra que ha se gastado en Aerolíneas Argentinas –por cierto, bajo el exclusivo poder de La Cámpora y sin control de ningún tipo- sin hacer tanta alharaca?

Es cierto que, en la lista de acreedores que registraron sus tenencias de Boden 2012 a los efectos de su pago figuran muchos bancos, pero no es menos cierto que éstos asumen, en tal caso, el papel de representantes de los verdaderos titulares de los bonos, quienes les encomiendan la gestión y, con ello, permanecen ocultos a la luz pública.

Porque, si los bancos fueran los verdaderos titulares y si estos títulos públicos fueron emitidos por un país que tiene tamaño riesgo-país –más de 1.100 puntos básicos- que le impide todo acceso a esos mismos bancos que se presentaron a la hora de cobrarlos, ¿cómo habrían justificado los gerentes que deciden las inversiones su compra frente a sus propios directorios? Es cierto que la tasa efectiva era enorme y que las cantidades en juego no eran grandes, pero ¿cómo explicar la compra de papeles de un país tan excesivamente riesgoso, al cual nadie acepta prestarle plata? ¿No están algunos de esos presuntos acreedores tratando de cobrar en todos los tribunales hace más de diez años sus créditos?

Y empiezan aparecer, a partir de esas razonables inquietudes, las respuestas ocultas. Sólo quien sabía que esos bonos se pagarían a cualquier precio, aún a costa de sacrificar toda la economía argentina si fuera necesario, los habría comprado. Y, al ser cobrados, resulta lógico que lo celebrase ruidosamente, haciendo una verdadera fiesta. Ahora, respóndase a usted mismo: ¿quién sabía, con tal grado de certeza, que ello ocurriría, ya que disponía del poder necesario para lograrlo?

Si mi razonamiento fuera correcto, estaríamos ante el peor atentado contra la Argentina de toda su historia, por las consecuencias que las medidas tendientes a asegurar los dólares necesarios para la cancelación ya ha traído aparejadas. Esas consecuencias son fácilmente identificables: se llaman inflación, pobreza, miseria, estancamiento, desempleo, inseguridad, consumo de drogas, violencia, hambre; y sus efectos serán prolongados.

¿Es este el “progresismo” que defienden desde Carta Abierta hasta el Vatayón Militante, o desde el Partido Miles hasta los jóvenes de Kolina? Muchos de quienes integran estos colectivos son sinceros en su adhesión, y no pocos son inteligentes y bien intencionados, pero ¿en nombre de qué ideología podrán justificar este saqueo?

Con todo esto, el cristinismo no ha hecho más que confirmar una presunción escrita en 2005: a estos tipos no los desalojaremos del poder ni siquiera con votos. Y para participar de esa batalla, precisamente, es que me he lanzado a la arena política.

sábado, 4 de agosto de 2012

Un sacrificado ejercicio de libertad


Un sacrificado ejercicio de libertad

“Es preciso luchar para que la palabra ‘político’ deje de tener el valor de un insulto” Franklin Delano Roosevelt


Hoy, este ejercicio diario que constituye NOTIAR cumple nueve años de vida, sosteniendo la verdad. la libertad y la república en una época signada por la destrucción permanente y sistemática de esos valores. Se dice fácil, pero para Humberto Bonanata y para Marcela mantener vivas las llamas de esas lámparas votivas no ha sido así.

Estas 3286 han implicado muchos sacrificios, personales y familiares, pero han significado dotar a la Argentina de un canal de comunicación y de expresión que sólo la historia grande podrá agradecer, si es que en este país tan ingrato eso sucede alguna vez.

NOTIAR es, también, un ejercicio de valentía y de coraje. Estos días han sido marcados por la difusión del reclutamiento de presos comunes, muchos de ellos de alta peligrosidad, por parte de esa banda que se ha encaramado a lo más alto del aparato del Estado, La Cámpora, y de su recientemente creada nueva división, El Vatayón Militante.

Contra todo lo que se ha dicho, el objetivo de estos hechos no es incrementar la base electoral del cristinismo reinante sino, muy por el contrario, aterrorizar a la clase media argentina con un meta-mensaje sumamente claro: “Podemos todo, hasta sacar a estos presos y, si nos provocan, los armaremos para que se conviertan en nuestras fuerzas de choque”. El descarado respaldo a las barras bravas del fútbol tiene idéntica finalidad.

El miedo, ese que ha paralizado las reacciones de la sociedad y que la llevan a tolerar la corrupción y el latrocinio, la mentira y la degradación, no ha hecho presa de NOTIAR, que continúa impávido su derrotero y, diariamente, se expone a la venganza del Gobierno.

Por otra parte, Humberto se ha puesto en movimiento para representar a la Unión Cívica Radical en el Senado, por la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, y eso es algo que, aún quienes no militamos en ese centenario partido, debemos celebrar, porque será un nuevo escenario de la lucha a la cual Roosevelt se refirió en la frase que encabeza esta nota.

Algún día, más temprano que tarde, recuperaremos todo lo que estos años se han llevado, mientras mirábamos hacia otro lado. Y ese día, Humberto y Marcela deberán ser homenajeados por haberlo hecho posible.

¡Feliz cumpleaños, NOTIAR, en nombre de la Patria!

Bs.As., 4 Ago 12





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