domingo, 29 de agosto de 2010

Cambiar la agenda

Cambiar la Agenda

“Siempre te encuentro, hijo de Laertes, en busca
de una treta para apoderarte de tus enemigos …”
Sófocles


Propongo a la ciudadanía y a los opositores cambiar la agenda. Comenzar a discutir los problemas y dilemas que plantea la Argentina de hoy de cara al futuro.

El Gobierno nos impone, diariamente, una agenda y los demás, como mansos corderos bobos, la seguimos al pie de la letra. Así, nos empeñamos, transformándolas en batallas épicas, en discusiones sobre la ley de matrimonio homosexual o la embestida de los K contra Clarín y Magnetto, aún cuando ésta contenga disparates tales como los de Fibertel o Papel Prensa.

No pretendo decir que se trate de temas sin importancia; al contrario, la tienen y mucha, pues están en juego la moral pública (recuerdo la frase de Spengler: “siempre la corrupción de las costumbres principio fue del mal de las ciudades”) y la libertad de prensa, uno de los valores sobre los que se asienta el concepto de república. Pero tampoco resulta razonable que en la Argentina, aquejada por tantos gravísimos problemas cotidianos, que el Congreso esté dedicado, únicamente, a discutir los temas que propone el Ejecutivo, todos ellos distractivos.

Sin embargo, eso es lo que ocurre. Detrás de estas cortinas mediáticas que despliega el kirchnerismo, y en la cual todos nos enredamos, quedan la inflación, la desocupación, la corrupción, la falta de salud, la inseguridad, la inexistencia de una Justicia independendiente y el deterioro diario de la educación pública.

A este último tema dedicaré esta columna. Ese gran maestro de educadores, ese gran planificador llamado Alieto Guadagni, recientemente designado miembro de la Academia Nacional de Educación, ha generado en los últimos tiempos profundos trabajos en los que analiza la involución que se ha producido en nuestro país, otrora líder regional en el rubro, en materia universitaria. Su propio discurso de asunción –que, con los demás estudios de Guadagni, pongo a disposición de los lectores que lo soliciten- es una pieza magistral en la materia.

Lo que me ha llevado –yo también debo cambiar mi agenda, siempre tan coyuntural- a referirme hoy a un tema de tan largo plazo, fue una conversación que mantuve, días atrás, con uno de los empresarios argentinos que con mayor frecuencia visitan China e India, y que tiene emprendimientos en ambos países.

Recibí, en esa charla circunstancial, una verdadera clase práctica acerca de dos de las tres economías del mundo que más crecen; a punto tal que se han transformado en los motores que han evitado una mayor gravedad en la actual crisis financiera internacional.

Me contaba, volviendo al tema, que Argentina tiene un enorme e insalvable inconveniente para transformarse, más allá de las posibilidades que le brindan su suelo y su especialización en la producción agroindustrial, en una verdadera potencia: la falta de ingenieros, físicos, químicos, geólogos, etc., es decir, de profesionales en ciencias “duras”.

Reflexionando sobre el tema, recordé, por ejemplo, que Japón, con ciento quince millones de habitantes, tiene sólo veinte mil abogados habilitados para ejercer la profesión; Francia, con cincuenta y cinco millones, sólo quince mil. En cambio, el Gran Buenos Aires, con unos once millones, dispone de más de cincuenta mil. Y lo mismo ocurre con los médicos, con los psicólogos, con los comunicadores sociales, con los politólogos.

Y entonces volví a preguntarme a qué se debe esta distorsión tan profunda entre lo que la Argentina verdaderamente necesita y los profesionales que se forman en sus universidades. En un país que, aún hoy, tiene al 40% de su población por debajo de la línea de pobreza, resulta ridículo, y hasta inmoral, que los impuestos que el Estado cobra soporte los ingentes costos de graduar a quienes no son necesarios; y digo “inmoral” porque los pobres, que siguen pagando el IVA sobre los productos de primera necesidad, saben que sus hijos no podrán acceder a la Universidad.

Entonces, el Congreso debería dedicar sus ocios a debatir cuán justo es el ingreso irrestricto hoy en la Argentina, con prescindencia total de cuántos votos pueda arrimar el populismo a la candidatura de cada legislador. Y el debate debería considerar todo lo malo que ese falsificado concepto trae aparejado, precisamente, en el tema que puede poner a nuestro país, nuevamente, en el mapa del mundo real.

Porque, seamos sinceros, esa falta de planificación en materia de educación es la que trae; a) el exceso de profesionales en carreras que la Argentina no necesita, ni necesitará en un futuro inmediato, con la consecuente frustración de sus graduados; b) la superpoblación de una infraestructura edilicia que data, en el mejor de los casos, de hace sesenta años; c) la pérdida de calidad de la enseñanza, por la enorme cantidad de alumnos en cada curso; d) la incapacidad de generar investigación científica, sin la cual ningún país progresa; e) la imposibilidad de brindar servicios de consultoría, tanto al Estado cuanto a la actividad privada, principal fuente de recursos de las universidades de todo el mundo.

Desde la modestia de mi rol, un mero abogado “opinador”, formulo una propuesta, para que sea debatida no solamente por mis sufridos lectores sino en los foros que la Argentina deberá darse para superar uno de los dos, con la Justicia, escollos más importantes para que el país recupere competitividad a la hora de recibir inversiones directas.

La propuesta no puede ser más sencilla. Consiste, básicamente, en determinar qué y cuántos graduados en cada una de las carreras –todas ellas- necesitará la Argentina en cinco, seis, siete, etc., años; esa determinación sería hecha en forma automática, con la información que provean las industrias y el Estado acerca de sus planes de expansión para cada período.

Eso establecerá un primer cupo, al que llamaríamos “indispensable”, que integrarían los mejores promedios, de ingreso y a lo largo de la carrera, de cada disciplina. Ese primer cupo no solamente estaría becado y recibiría gratuitamente su educación, sino que cobraría un sueldo por asistir a la universidad, permitiendo con ello el acceso a los hoy excluidos.

El segundo cupo, determinado exclusivamente por la capacidad física de cada facultad para recibir adecuadamente estudiantes, podría estudiar lo que quisiera, aunque ese deseo no coincida con las necesidades del país. Los integrantes de esta segunda clase de alumnos pagarían, como sucede en el mundo entero, por estudiar.

Si lográramos algo así, y hacemos que la universidad tenga su propio presupuesto, los profesores podrían recibir salarios dignos y muchos, que tienen la vocación necesaria, podrían ingresar a los claustros, ya que podrían vivir de enseñar; las mejores universidades del planeta tienen profesores de tiempo completo, que inclusive viven en los campus, para acompañar el desempeño de los alumnos en forma permanente.

Veamos, ahora, qué ventajas traería la adopción de un sistema como el que propongo:
1. Mejores sueldos atraerían mejores profesores, que competirían por un lugar en la universidad.
2. Excelentes estudiantes dedicados a las carreras “duras” harían que las empresas comenzaran a verlas como semillero de los investigadores del futuro, y darían fondos para mejorar la infraestructura de laboratorios y edificios.
3. Con la concentración de materia gris que la aplicación de los dos puntos anteriores, la universidad se transformará en una consultoría de excelencia para la actividad privada, que pagaría sumas ingentes para obtener esa colaboración, y obligatoria para el Estado que, al menos, dejaría de pagar por la contratación de privados, casi siempre uno de las canales de corrupción.
4. Inmediata inserción laboral de los graduados, ya que su número correspondería a las necesidades previamente determinadas.
5. Acabaría el concepto de “estudiante crónico”, ya que no se pagaría el estudio de quien no tuviera excelentes calificaciones.

Obviamente, hasta aquí sólo el esbozo de una propuesta, pero creo que el tema, por su esencial importancia para el futuro de nuestra patria, amerita su discusión más profunda, y he aquí mi modesta contribución; si pueden, perdonen mi arrogancia.

En mi próxima nota, lamentablemente, volveré a los temas de coyuntura, pero me comprometo a formular, más adelante, propuestas similares a otros temas que considero trascendentales: la Justicia, la Defensa, la Seguridad, etc.

Bs.As., 29 Ago 10

miércoles, 25 de agosto de 2010

Un corte y una quebrada

Un corte y una quebrada

“¿Dónde estará (repito) el malevaje
que fundó, en polvorientos callejones
de tierra o en perdidas poblaciones,
la secta del cuchillo y del coraje?“
Jorge Luis Borges


Con el ritual habitual, pero con gestualidad tanguera, la excelentísima señora Presidente hizo ayer uno de los mayores papelones de su larga carrera, iniciada como estudiante en La Plata.

No voy a abundar sobre todas las contradicciones, tergiversaciones, desinformaciones y malas intenciones en que incurrió en su discurso, pues de eso ya se ocuparon los diarios de hoy y, muy en especial, Gustavo Caravallo[i] e Isidoro Graiver[ii], cuñado de los ahora denunciantes, quienes desnudaron las verdaderas intenciones de los Kirchner respecto a la República, en general, y a la libertad de prensa, en particular; en la práctica, dispararon un misil que impactó por debajo de la línea de flotación del relato oficial.

Cabe resaltar, sin embargo, las entrevistas que dos acérrimos enemigos de Clarín, como son Jorge Lanata
[iii] y Jorge Fontevecchia[iv] concedieron al programa “Palabras +, palabras –“, que conducen Ernesto Tenenbaum y Marcelo Zlotowiazda. El primero, además, había dicho el día anterior, en su propio ciclo “Después de todo”, una de las mejores editoriales que recuerde sobre el tema[v]. Ambos son, sin lugar a dudas, periodistas de raza y, pese a que puedo discrepar sobre el progresismo que impregna sus ideas, la actitud adoptada en este caso los hace dignos de los mayores elogios.

Pero volvamos a doña Cristina quien, con bromas acerca de los derechos humanos, dividió su prolongadísima alocución en tres tramos bien definidos.

El primero, lo dedicó a explicar, utilizando a su antojo mentidas fechas e inventadas circunstancias, a explicar a su claque –nunca mejor aplicado el término, ya que sólo se veía “propia tropa” en las pantallas- cómo Peralta Ramos, Mitre y Magnetto habían “apretado” a los Graiver-Papaleo, que aplaudían encantados desde la primera fila, con la complicidad de la Junta de Comandantes, para despojarlos de Papel Prensa.

Recurrió, por ejemplo, a proyectar sobre una pantalla las portadas de los diarios “Clarín” y “La Nación” del 24 de marzo de 1976, omitiendo –cabe esperar que por inadvertencia- qué habían publicado los otros medios de la época, como “Crónica”, “La Opinión” o, en especial, “La Tarde”, cuyo director se encontraba, precisamente, sentado en el sector reservado a los ministros.

Uno de los gags más impactantes se produjo en esa etapa cuando, después de haber calificado dos veces como testaferro de David Graiver a Iannover, se refirió a éste como alguien muy prestigioso y respetado. Sólo el abyecto oficialismo de la concurrencia hizo que no estallara una carcajada general.

El segundo tramo fue destinado a explicar el dolo y la alevosía con que habían actuado “Clarín” y “La Nación” al comprar las acciones a los Graiver. Dijo, en su supina ignorancia, que la operación se había realizado a nombre de una empresa, Fapel, que pertenecía a los diarios mencionados, y que, sólo ocho días después, la empresa compradora había transferido el paquete accionario a las sociedades dueñas de éstos. Explicó, como abogada que dijo ser (a nadie le consta), que eso se hacía, habitualmente, para simular la buena fe del tercero adquirente.

¿Si constaba en el estatuto de Fapel que “La Nación” y “Clarín” eran sus dueños, cómo se simulaba esa buena fe?

Otra parte, no menos importante, de ese tramo de su presentación la utilizó para referirse a un pacto de accionistas –o “sindicalización”, como lo llamó- suscripto para coordinar el manejo de la empresa de la que son dueños. Doña Cristina -que, evidentemente, no aprobó Derecho Comercial en la facultad donde dice haberse graduado-, demostró su ignorancia una vez más, pues es una práctica habitual en las empresas; sus accionistas, para estar seguros de mantener sus porcentajes, suscriben un pacto de este tipo para establecer cómo se adoptarán las decisiones en el directorio –o sea, cómo deberán votar los directores- de las mismas. En resumen, nada de raro ni de sospechoso, pese a que pretendió describírselo como un procedimiento mafioso.

Sin embargo, torciendo la boca en un gesto canyengue y abusando de las metáforas a las cuales es tan adicta -¿recuerdan el “secuestro” de los goles?- volvió sobre el tema cuando informó que enviaría un proyecto de ley al Congreso –donde, dijo, los votos no están “sindicalizados”, pese a lo que dicen los medios críticos a su gestión- confundiendo, al mejor estilo discepoliano, las cámaras de diputados y senadores con una empresa privada.

La prolongada alocución -¡daba vergüenza ajena verla actuar de ese modo, en lugar de enviar a la Justicia el resultado de su “investigación”, si consideraba que existía un delito- no dejó fuera un par de gaffes graciosas; se refirió al autor de “El Principito” como “San-upery” y calculó que la detención de Lidia Papaleo, de 1977 a 1982 correspondía a un período de quince años.

Hasta ayer a la tarde, todos quienes opinamos sobre política estuvimos pendientes de la actitud que asumirían los empresarios ante la forzada convocatoria realizada desde Olivos y la Rosada. Por primera vez, sin embargo, estos pusilánimes y acomodaticios personajes parecen haber encontrado el coraje necesario para resistir las presiones. ¿Olerán ya los efluvios de la descomposición en el monolítico poder del tirano?

Por lo demás, el envío al Congreso de un proyecto de ley para declarar de “utilidad pública” a la producción, distribución y comercialización del papel de diario, y encomendar a una comisión bicameral su control, en nombre de la “tranparencia”, podría motivar a muchos caudillos del interior a exigir a sus legisladores a aprobar una ley que, tal como estaría concebida, también les permitiría controlar la prensa en sus propios feudos. Habrá que estar atentos a los eventuales y repentinos cambios de opinión entre los opositores.

Ahora, a raíz de las instrucciones dadas por la Presidente al Procurador del Tesoro y al Secretario de Derechos Humanos para que realicen las presentaciones “que consideren convenientes”, el tema de la propiedad de Papel Prensa quedará en manos de los jueces de la República. Esperemos que, al menos algunos de éstos, hayan adquirido la misma independencia respecto a la voluntad de Don Néstor.

Sin embargo, y conociendo como conocemos desde hace diez años, a Kirchner, y tal como lo dice Jorge Lanata en el reportaje citado, no parece imaginable un escenario en el cual deje, pacíficamente, que ese poder se le escurra entre los dedos sin hacer todo, todo, por evitarlo. Tampoco nadie imagina la foto de doña Cristina entrando bastón y banda a un sucesor “enemigo”.

Pese al innegable “arrugue” del Gobierno ayer –hasta entonces, sus informales voceros decían que se comerían crudos a Magnetto y a Mitre, que esperaban ir presos ya mismo-, no debemos descuidar la guardia, pues el tirano de Olivos seguirá “viniendo por todo”.

Con sus desmanes jurídicos, con las actitudes de “Patotín” Moreno, con la ilegal cancelación de la licencia de Fibertel, Kirchner sigue espantando a los inversores, nacionales y extranjeros. Con las minas que ha sembrado en el camino del futuro, todo en la Argentina perderá valor, y allí estarán él y su banda de facinerosos esperando para comprar a precio vil.

Lo preocupante sigue siendo la falta de respuesta de la sociedad agredida, día a día, por este grupo de canallas que, bajo las formas democráticas, nos empujan, lenta pero inexorablemente, hacia el abismo venezolano. La ciudadanía, en su última expresión real, votó mayoritariamente -70%- contra el “modelo” kirchnerista y, sin embargo, la lectura que hizo pública el Gobierno fue que el mandato de las urnas era a profundizarlo.

Después, vinieron la Ley de Medios, las persecuciones a la prensa libre y la creación de diarios, revistas, programas, radios y canales adictos, y la Ley de Reforma Política, generada para restar posibilidades a todos los opositores. Sería redundante explicar cómo imagina la política y cómo ejerce el poder, pues está a la vista de todos.

Pero no está demás resaltar que estamos ante un individuo más vivo que el hambre, pero carente por completo de sutileza. El error cometido por don Néstor con Fibertel –un millón de conexiones representa, al menos, cuatro millones de usuarios, además de miles de empresas- contribuirá al alejamiento de la clase media, a la que considera ya irrecuperable.

Se apoyará en la juventud, a la cual está dirigida todo el mensaje oficial. Es hora que los opositores, que han descubierto a ese sector, que nunca ha votado o que lo hará sólo por segunda vez, comience a pensar seriamente en el tema. Para ello, es indispensable recordar que, quienes tienen menos de cuarenta años, no vivieron la tragedia de los 70´s y, quienes no llegan a los treinta, tampoco saben qué fue la hiperinflación.

De todas maneras, y pese a lo malo del contexto general, el acto de doña Cristina representó un hálito de esperanza. ¡Dios quiera que se repitan!

Bs.As., 25 Ago 10
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[i] http://www.lanacion.com.ar/nota.asp?nota_id=1297295
[ii] http://www.lanacion.com.ar/nota.asp?nota_id=1297876
[iii] http://www.tn.com.ar/politica/lanata-kirchner-esta-enloquecido-de-poder
[iv]http://www.tn.com.ar/politica/fontevecchia-no-se-puede-ser-fiscal-desde-el-poder-ejecutivo
[v] http://www.youtube.com/watch?v=JB38Y6iiQR4&feature=youtu.be

viernes, 20 de agosto de 2010

La tiranía desaforada

La tiranía desaforada

“Ay diana, ya tocarás
de madrugada, algún día,
tu toque de rebeldía.
Ay, diana, ya tocarás”
Nicolás Guillén


La República romana tenía una institución, la dictadura, que preveía la asunción, por uno de sus ciudadanos y en épocas de crisis, de la suma del poder público por un período previamente determinado. El tirano, por el contrario, es el individuo que “obtiene contra derecho el gobierno de un “Estado, especialmente si lo rige sin justicia y a medida de su voluntad; que “abusa de su poder, superioridad o fuerza en cualquier concepto o materia, “y también simplemente el que impone ese poder y superioridad en grado “extraordinario”[i].

Cuando, desde hace ya tiempo, comencé a llamar a don Néstor “el “tirano de Olivos”, no imaginaba que llegaría a los extremos actuales, en que los desafueros son contínuos, cada vez mayores y más impunes. Hoy, la conducta de Kirchner recuerda a Calígula o a Nerón, aquellos emperadores romanos que degradaron y destruyeron, finalmente, al Imperio.

La designación de una futura cuñadita de don Máximo K como jefa absoluta de la regional de AFIP que debería controlar a la parejita imperial, a sus principales ministros y a sus cómplices y testaferros más encumbrados, remite a la famosa anécdota en la que el primero de los citados designó Cónsul a su caballo, pero agravada, porque éste no podía firmar.

La Argentina, ese país que supo generar héroes como San Martín, Belgrano, Güemes, asiste, azorada, al espectáculo que brinda “Patotín” Moreno frente a un grupo de accionistas de una empresa privada que, ante la amenaza de algunos golpes -¿qué otro riesgo podían correr?- desertan, renuncian, y lloran como Boabdil, el que perdió Granada, sólo Soaje Pinto, haciendo honor a su pasado, se plantó.

Por su parte, y pese al presunto coraje que emanaría de una fotografía con el Enemigo Nº 1, la claque que acompañó a doña Cristina, el miércoles, al acto conmemorativo de un aniversario más de la Bolsa de Comercio de Rosario, entre la que se encontraban algunos de los mayores popes de nuestra escuálida Patria, no dejó de aplaudir un discurso en el cual la primera mandataria (aquí sí con “a”), con una lógica interna irreprochable, dijo privilegiar “los números” sobre “las ideologías” al hablar de su proyecto de desarrollo para los próximos cien años (¿estaría diciéndonos que, para entonces, nos gobernará su bisnieto?).

La esquizofrenia y el doble discurso tuvo, en esa pieza oratoria, una demostración tan palmaria que convierte en superfluos a psicólogos y psiquiatras. Mientras la señora Fernández de Kirchner emitía esos conceptos, su tropa parlamentaria luchaba en el Senado, con uñas y dientes, para evitar la corrección del Indec, ese organismo que “Patotín” destruyó, dejando al país sin números, sin estadísticas y sin datos. Sin embargo, los empresarios aplaudían.

Pero ayer, y más allá de dos nuevas anécdotas –la orden verbal de retraer el precio de los combustibles, desconocida por el corajudo Aranguren, de Shell, y el bloqueo de las plantas de Techint- y de un nuevo atropello –a las oficinas de Papel Prensa- del inefable Secretario de Comercio Interior y sus guardaespaldas, el tirano se expresó, una vez más, a través del Ministro de Planificación, don Julito-debido-a-Kirchner.

Atravesando e ignorando toda nuestra legislación, y toda la jurisprudencia, el Estado volvió sobre sus pasos, afectando los derechos adquiridos de personas concretas, los dueños de Cablevisión y los usuarios de Fibertel. Con total prescindencia de la opinión que cada uno tenga sobre el grupo Clarín y su discutible monopolio informativo, la realidad es que lo que ahora se niega estaba autorizado, en un pasado reciente, por este mismo Gobierno, por lo demás socio de don Magnetto hasta la crisis del campo.

Este nuevo avasallamiento, ya recogido por toda la prensa del mundo, de la propiedad privada y de sus derechos –aquí la remisión instantánea es con a don Huguito, el arrugador papagayo caribeño- tiene un efecto inmediato sobre el tema que, con la inseguridad, se ha transformado en una de las mayores preocupaciones de los argentinos.

Aún siendo un absoluto lego en la materia, recuerdo la primera ley del comercio y la economía: cuando la demanda supera a la oferta, los precios suben y, cuando la situación se invierte, bajan.

La increíble suerte que ha acompañado la gestión del matrimonio hizo que heredaran dos cosas fundamentales: la salida de la crisis del 2001, de manos de Duhalde “el bueno” y de Lavagna, y la capacidad ociosa, industrial y de energía, que dejaron las inversiones de la denostada época menemista, golpeadas por esa misma crisis.

Durante 6 años, los Kirchner gozaron, además, de un escenario de precios externos que, de haber existido en el pasado reciente, hubieran convertido a Alfonsín, Menem, Duhalde o De la Rúa en exitosísimos gobernantes y eximios estadistas.

Por si esto fuera poco, cuando el año 2008 mostró las primeras grietas que afectaban al “modelo”, la crisis financiera internacional hizo que disminuyera drácticamente el consumo energético, lo cual permitió llegar hasta mayo de 2010 sin demasiados sobresaltos; el resto es historia reciente.

Argentina carece hoy de las reservas necesarias para asegurar a los inversores la energía necesaria para garantizar la producción de sus fábricas, y la falta de seguridad jurídica y de estadísticas confiables hace que huyan despavoridos ante la mera oferta de negocios en territorio nacional. Y sin aumento en la oferta de bienes, con el incremento artificial de la demanda que los Kirchner generarán hasta las elecciones, el resultado ineludible será una espiralización de la inflación, un mayor atraso en tarifas y cambio, y un deterioro marcado en los ingresos de los beneficiarios de planes y jubilaciones.

Estamos, desde hace mucho tiempo, fuera del mundo. Kirchner ayer, con “Patotín” y por Fibertel, ha aumentado la velocidad de nuestro alejamiento de la tierra.

La pregunta que queda flotando es: ¿hasta cuándo permitiremos que se nos atropelle, que se pisoteen nuestras instituciones, que se degraden nuestras libertades? En suma, ¿hasta cuando soportaremos al tirano?

Bs.As., 20 Ago 10


[i] Diccionario de la Real Academia Española de la Lengua, ed. 2010

lunes, 16 de agosto de 2010

Cayó la careta

Cayó la careta


“Argentinos, ¡a las cosas!”
José Ortega y Gasset


Después de recibir de sus asesores de imagen las explicaciones de su derrota en las elecciones legislativas de junio de 2009, en las que el tirano de Olivos perdió el invicto al ser goleado por “nadie”, don Néstor -y, por ende, doña Cristina- descubrió que la sociedad estaba absolutamente hastiada de su estilo de permanente confrontación. A partir de entonces, intentó, con enorme esfuerzo, transformarse en el abuelito de Heidi.

Sin embargo, como al escorpión, su naturaleza pudo más. Esta semana, su principal herramienta humana, es decir, el patotero de pacotilla de Guillermito Moreno, al ser filmado y grabado en la Asamblea de Papel Prensa, hizo que los endebles hilos que ataban esa careta a la cabeza de Kirchner cayera; como, además, estaba hecha de materiales duros, al caer se rompió, esperemos que para siempre.

Las imágenes de este pugilista de jardín de infantes repartiendo cascos protectores y guantes a los representantes de los accionistas de la empresa que el Gobierno pretende robar terminó, de un plumazo, con las ondas de amor y paz que el pingüino bizco distribuía, incansable, desde atriles y escenarios diversos, en su cuádruple rol de diputado, de jefe de un partido político, de secretario general de la UNASUR (debo confesar que, entre Venezuela y Colombia, pese a mis pronósticos, hizo buen papel) y de pre-candidato presidencial.

Más allá de la genuina extrañeza que sentí al ver el injustificado pavor que inundó el ánimo de los asistentes a la Asamblea agredida que, en lugar de plantar cara, prefirieron clausurar el acto, aceptando con ello la postura del patotero y de su patrón, don Néstor, creo que la enorme difusión que ha tenido el video en cuestión hará que muchos de quienes querían creer en el disfraz de éste hayan dejado de hacerlo.

El episodio no es más que una anécdota, es obvio, pero no deja de ser un eslabón más de la cadena de actos de impudicia e impunidad con que el kirchnerismo atropella las instituciones, todas ellas, de la República.

Señores, digámoslo con todas las letras: ¡esto es una tiranía disfrazada de democracia!

En nombre y en función de los votos obtenidos en 2007, que no niego, los Kirchner han pisoteado, quizás irreversiblemente, todos los elementos que constituyen una verdadera república, en el sentido que los filósofos griegos dieron a esa palabra. Y Chávez parece haber sido su maestro.

En la Argentina han desaparecido el federalismo, la división de los poderes del Estado, la Justicia, la educación, la salud, la defensa nacional, la seguridad, la estabilidad económica, las estadísticas, la ética y la moral públicas, y se han adueñado del país los canallas más abyectos, los cafres, los corruptos, los traficantes de drogas, los ladrones, los asesinos. Y éstos, por si quedaba alguna duda, no piensan soltarlo.

Mientras el Gobierno continúa desparramando cortinas de humo con temas que, al menos, no resultan prioritarios, la Argentina se desliza, con prisa y sin pausa, hacia la disgregación social, esa que todos los días se cobra vidas, de civiles y, sobre todo, de policías.

Las causas pueden ser muchas: la preparación de un caos social, la difusión del consumo de drogas sintéticas, la pobreza y la marginalidad, la desesperanza. Y todas ellas pueden coexistir.

La Argentina que, según informaciones de esta misma semana, se ha equiparado a los Estados Unidos en el consumo de drogas por habitante, está cerca de convertirse en lo que, gracias a Dios, Colombia ha dejado de ser. Nuestras fronteras, por una buscada indefensión generada a partir de la destrucción de nuestras fuerzas armadas y de seguridad, son un colador y el país, por la falta de radares adecuados, recibe diariamente aviones de todo tipo que transportan drogas, armas y dinero.

Me pregunto, cuando escucho a Daniel Scioli asegurar diariamente que “nunca se ha secuestrado tanta droga en la Provincia”, si no se da cuenta que ello implica que cada vez hay mucha más droga circulando y siendo consumida.

Lamentablemente, ni siquiera la oposición –o, mejor dicho, los opositores- parece estar a la altura de las circunstancias. Sigue bailando al ritmo que marcan los Kirchner, discutiendo lo que quieren los Kirchner, ignorando lo que hacen los Kirchner.

Desafío a cualquiera de quienes lean estas páginas a recordar qué plataforma de gobierno ha presentado alguno de los pre-candidatos a Presidente, qué idea –más allá de las palabras grandilocuentes- ha ofrecido a la sociedad. La lamentable y triste realidad es que todas las primeras figuras políticas continúan en sus posturas personalistas, sin percibir que, como dije hace tiempo, “es hora de hombres, no de nombres”.

Es cierto que don Néstor ha comenzado a aprovecharse del sistema impuesto por la Ley de Reforma Política, ya lanzado a correr una carrera en la que sólo podrán comenzar a participar, realmente, quienes ganen las internas en agosto de 2011 -¡sólo dos meses antes de las elecciones presidenciales!-, obteniendo una teórica ventaja.

Pero los opositores no parecen percibir que la ciudadanía está reclamando ideas renovadoras y refundadoras para salir del marasmo en que estos siete años y medio la han hundido. Y esta es una tarea de los diferentes partidos políticos, incluido el espacio denominado Peronismo Federal.

Si se ofrecen plataformas previamente consensuadas entre todos los pre-candidatos –tarea que, en principio, no debería resultar difícil, ya que todos comparten una misma posición ideológica, puesto que integran un mismo partido- la sociedad podría identificar claramente su adhesión. Entonces, las internas sólo discutirán matices y estilos personales, es decir, desde ahora quedará claro qué hará quien gobierne y sólo se dirimirá cómo lo hará.

Si esos pre-candidatos actúan de esa manera, es decir, dejando, al menos por ahora, su “yoísmo” de lado, estarán haciendo un invalorable servicio a la República, amén de a sí mismos.

Bs.As., 16 Ago 10

domingo, 15 de agosto de 2010

Palabras en el homenaje al Embajador Sadous

Señores y señoras, buenas noches

Pudiera pensarse que nos hemos reunido para felicitar al Embajador Eduardo Sadous por haber cumplido cabalmente su deber durante toda su carrera profesional y, especialmente, como representante argentino ante Venezuela; pues bien, no es así. Lo hicimos para honrar su coraje.
Lo hicimos para transformarnos en los tutores que eviten que ese solitario árbol, que encarna Sadous en virtud de ese coraje personal, sea afectado por los vientos de odio y rencor que soplan en el inmenso páramo en que, por diferentes razones, se ha convertido nuestra sociedad.
En Sadous saludamos a todos quienes, aún en esta trágica circunstancia, luchan diariamente para mantener los valores republicanos, esos que hicieron grande a nuestro país y que, indispensablemente deben ser restaurados.
El primer paso, esencial, será recuperar una Justicia independiente y capaz, pues con ella todo será posible y, sin ella, nada lo será.
Quiero agradecer, muy especialmente, la presencia de los Dres. René Balestra y Santiago Kovadloff, quienes ahora se harán cargo, sucesivamente, de este micrófono.
En nombre de la comisión organizadora, es decir de Guillermo Alchouron, Alberto Allende Iriarte, Luis Montenegro y yo, muchísimas gracias a todos y cada uno de ustedes por haber venido a cumplir este rol, tan necesario.
Para terminar, hago votos para que esta reunión no se repita nunca más. Será porque la Argentina habrá comenzado a transitar un camino en el cual no resultará necesario el coraje para que los hombres y mujeres ejerzan su civilidad.
Bs.As., 11 Ago 10

sábado, 7 de agosto de 2010

¿Síntomas?

¿Síntomas?

“Y un horizonte de perros
ladra muy lejos del río”
Federico García Lorca


La semana que hoy termina ha sido pródiga en acontecimientos que, salvo por la difusión de algunas encuestas “favorables” para don Néstor, sólo trajo disgustos para la parejita imperial.

El estreno fue la apertura de la Exposición Rural, en Palermo –que se inaugura el día que termina, algo tan paradojal como que el primer campeonato de fútbol del año se llame Clausura y, el último, Apertura- donde un Biolcati sumamente moderado fue acompañado por todas las organizaciones del campo, mostrando el fracaso del proyecto divisionista del Gobierno, amén de muchos políticos de oposición.

La ausencia de la Fanfarria Alto Perú, dispuesta por la Ministro Garré, y la habitual abstinencia de funcionarios oficiales, fueron sólo el preludio de la catarata de agravios que, Twitter mediante, se desplegó desde Olivos.

El segundo hecho, sin duda el más gravitante, fue la foto de todos los empresarios –UIA, AEA- nada menos que con el Enemigo Público Nº 1 de los K, Héctor Magnetto, el comandante del “monopolio mediático” y “apropiador de niños” que, con sólo un flash, consiguió dar un enorme “mentís” al rumor que la usina del Gobierno había difundido con cierto éxito, que daba cuenta de un nuevo pacto Clarín-Gobierno.

Y la frutilla del postre fue, obviamente, el acuerdo entre los Werthein y sus socios italianos en Telecom Argentina, que impide el acceso de los testaferros varios de don Néstor al mayor negocios de telecomunicaciones de Argentina. En el camino, quedaron Garfunkel, Moneta, Gutiérrez, Eurnekian y, se dice, hasta los muchachos de Electroingeniería, esa empresita cordobesa devenida imperio.

Sabiendo, como todos, que la mejor metáfora que puede construirse de los empresarios argentinos es el girasol, empiezo a preguntarme acerca de cuán inminente puede ser la ruptura –una más- kirchnerista de las reglas de juego vigentes, esas mismas que el “congreso-escribanía” sancionara con tanta velocidad en el segundo semestre anterior y que, luego, sufrió la poda del veto parcial de doña Cristina sobre los dos artículos negociados con la izquierda para obtener sus votos a cambio de la sobrevida de sus partidos.

Porque es evidente que algo está cambiando, y muy rápido por cierto, en la Argentina; por lo menos, en esa Argentina tan especial, donde los grandes capitanes de la industria se rasgaban, en privado, las vestiduras ante las escatológicas expresiones de don Guillermo Moreno, pero callaban en público por miedo a perder prebendas o, simplemente, a ser sometidos al escrutinio de una AFIP en manos del tirano.

No solamente parecen los empresarios haber recuperado el coraje sino que hasta se atreven a aparecer como retadores de un Gobierno que, hasta hace días no más, conseguía obtener absurdas conductas comerciales o silencios mediante meros llamados telefónicos, de esos que, para mal de nuestros socios en la Organización Mundial de Comercio, no dejan rastros oficiales. Basta con recordar que cinco de los mayores conglomerados locales dejaron la AEA cuando, desde Olivos, les fue ordenado para castigarla por la reunión que había mantenido con Lorenzetti, el Presidente de la Corte Suprema.

Es cierto, por supuesto, que las empresas no cuentan demasiado a la hora de las elecciones, ya que no traccionan votos, pero no lo es menos que, como para la citada oleaginosa, el calor del sol parece ser esencial para los industriales locales. Entonces, si los que aparecen en la foto en cuestión han girado buscando otra fuente de calor, y conociendo su falta de apego a las ideologías, cabe preguntarse si el propio sol K ha dejado de calentar.

En la Provincia de Buenos Aires, la desesperación de don Néstor lo ha llevado, en estas semanas, a organizar nuevamente las famosas listas “colectoras”, esas que encabezan candidatos a intendente pero tributan a un único candidato presidencial, amén de esmerilar a don Danielito con un montón de postulantes a su sillón. Actitudes como esas no pueden menos que agraviar al actual Gobernador, que le lleva muchos puntos de ventaja en la consideración positiva de la sociedad, ni a los “barones” del Conurbano que, por seguir al tirano de Olivos en su proyecto de candidaturas “testimoniales”, perdieron sus cargos, en algunos casos, o la tranquilidad, en todos los restantes, y hoy reciben sólo ingratitud por su demencial lealtad.

Y tiene razón Kirchner en preocuparse, puesto que hoy no llega ni al 14% de intención de voto, según los encuestadores confiables, y se lo declara perdidoso en cualquier escenario de ballotage.

Falta un año –si los plazos constitucionales y legales se cumplen- para las internas, y catorce meses para las presidenciales. Eso, en esta Argentina a la cual estamos acostumbrados, es una eternidad, en la que puede pasar casi cualquier cosa, menos que don Néstor se transforme en Lázaro. Sin embargo, sus imposibles deseos de resucitar no están reñidos con su capacidad de daño, por lo cual es totalmente esperable que continúe sembrando de minas el campo de su sucesor.

Éste tendrá muchos nudos gordianos que desatar o cortar. La inseguridad, la inflación, el gasto público, los subsidios, la educación, la corrupción, la Justicia, las empresas privatizadas, las tarifas públicas de transporte y servicios, el atraso cambiario, la federalización de la coparticipación y el propio “imperio K” no son temas menores, y constituirán un harto difícil panorama político-económico para quien llegue después de que la Argentina atraviese su propio Jordán.

Un muy amigo mío, una especie de gaucho-judío-siciliano, me/se preguntó una vez cómo debía ser la herencia para que tantos se presentaran al sucesorio. Y la pesada herencia que dejarán los K tiene, a pesar de todo, demasiados aspirantes. La Argentina requerirá de alguien con mucho, muchísimo, coraje y patriotismo para sobrevivir, aunque al heredero que la reciba y deba administrarla pueda costarle la muerte política.

Para terminar esta nota, dejo unas preguntas a mis contemporáneos: ¿recuerdan los primeros 70’s?, ¿recuerdan los asaltos a los bancos para pagar los gastos operacionales?, ¿recuerdan el asesinato de policías como bautismo de fuego de los “combatientes”?, ¿recuerdan los secuestros para conseguir fondos para comprar armas?. Tal vez, sólo tal vez, en las respuestas a esas preguntas encontremos presagios de la Argentina que viene, si don Néstor no cree poder ganar las elecciones, especialmente si les sumamos a Milagro.


Bs.As., 7 Ago 10

lunes, 2 de agosto de 2010

Productividad, pero inteligente

Productividad, pero inteligente


“Nada me han enseñado los años
“siempre caigo en los mismos errores”
José Alfredo Jiménez


Anoche, viendo la excelente participación de Cristiano Ratazzi, Presidente de Fiat Argentina, en “Hora Clave”, el programa de Mariano Grondona, me puse a pensar acerca de qué ha hecho que la Argentina se haya convertido en el único país que se ha derrumbado desde una posición de privilegio en el concierto mundial a la insignificancia actual.

Obviamente, tiene mucho que ver un círculo en el cual vivimos eligiendo malos gobiernos a los cuales, una vez en el poder, los propios argentinos, en especial los industriales, acosamos con pedidos de protección y otorgamiento de prebendas. Lo hemos hecho tantas veces que, a esta altura, debiéramos haber aprendido que es sólo pan para hoy, y hambre para mañana.

Cuando, hace más de cuatro años, en algún foro local, pero con marco internacional, acusé a los grandes consumidores de energía de haber desfinanciado a los productores aceptando, sin límites temporales, el congelamiento de las tarifas –petróleo, gas y electricidad- para obtener mayor rentabilidad en sus industrias, fueron muchas las voces que se alzaron para pedirme mesura. Sin embargo, el resultado está a la vista.

Quienes estuvieron presentes recordarán que propuse una mesa de diálogo entre ambos extremos –productores y consumidores- para encontrar un equilibrio tarifario eficiente, más allá del disparate decidido –y mantenido hasta hoy- por el Gobierno, pero fue inútil: los beneficiados por esa demencial política prefirieron continuar gozando de precios absurdos, aún a costa de un negro futuro, que se ha convertido en presente.

Una publicación del Estudio Ruiz y Asociados, “Perspectivas Microeconómicas” (
http://tinyurl.com/26l7uog), entrevistó a un grupo de personas, en el cual me encontraba, para preguntarle cómo veía entonces, junio de 2006, la Argentina en diferentes campos, y cómo suponía que estaría en junio de 2010. Me tocó responder sobre energía; con sólo usar el link que aquí menciono se puede ratificar cuanto digo.

No soy más inteligente, más informado o más preparado que nadie. Es más, ni siquiera tengo formación en economía. Pero era una verdad tan de sentido común que me pareció irrefutable, y el devenir de los tiempos lo ha confirmado.

Lo mismo sucedió cuando el actual tirano de Olivos –entonces, Presidente de la República- prohibió las exportaciones de carne, en mayo de 2006. Escribí, en ese momento, una nota a la que titulé “Lo inexplicable …” (
http://tinyurl.com/2dycqum). En ella, sin saber nada de campo, me preguntaba si don Néstor no percibía que, con esa medida, los precios los precios podrían deprimirse en un primer momento pero que, con certeza, subirían muchísimo más tarde; hoy, la carne en Argentina se paga más cara que en Uruguay, Paraguay o Brasil, y todos esos países se han quedado con los mercados internacionales que tanto nos había costado ganar.

Anoche, Ratazzi dio una enorme lección de sentido común y mostró un gran optimismo respecto a la evolución de la Argentina en los próximos tiempos, es decir, cuando termine el ciclo K.

Gran parte de su intervención estuvo destinada a sus colegas industriales, a los cuales veladamente acusó de prebendarios y falsos proteccionistas.


La Argentina es un país que, por sus dimensiones demográficas y porque un tercio de su población vive en la pobreza o en la indigencia, carece de un fuerte mercado interno. Sin embargo, los fabricantes nacionales han sostenido –y obtenido de casi todos los gobiernos- la necesidad de implantar barreras arancelarias y para-arancelarias que eviten la competencia con el exterior; ello ha redundado, por su aplicación durante desmesurados períodos, en una industria que –salvo contadas excepciones- produjo bienes caros y malos. Esta aseveración, que hoy puede aparecer como falsa o maliciosa, se confirmará a poco que hurguemos en nuestra memoria.


Utilicé una vez, para ejemplificar la situación, el caso de la industria del calzado (
http://tinyurl.com/yc3625q), pero es aplicable a casi todo el abanico del universo productivo argentino, salvo al caso del campo y la industria metalmecánica y, hoy, a la del automóvil y al tecnológico.


La Argentina debe hacer un fuerte esfuerzo productivista, para alcanzar con ello a los países que, desarrollándose y generando riqueza, y con una eficiente y justa distribución de ella, han conseguido mejorar en mucho la situación de sus ciudadanos más rezagados. Los ejemplos de Brasil y de Chile, de Perú y de Uruguay, de Colombia, ratifican muy claramente esta afirmación.


El apoyo crediticio -¡qué pena que hayan desaparecido las AFJP’s como actores a largo plazo en el mercado financiero!- debe estar dirigido a la reconversión de nuestras industrias, de modo tal de permitirles competir, con grandes ventajas comparativas, en los grandes mercados globales de excelencia, de calidad y de altos precios.


Debemos hacer que no les importe a los fabricantes argentinos que entren productos baratos –en el ejemplo, los zapatos y las zapatillas- ya que estarán enviando al resto del mundo productos mejores y muchísimo más caros. Eso permitiría que los sectores más desfavorecidos de nuestra sociedad pudieran acceder a esos bienes que, por falta de una economía de escala, la industria argentina no puede ofrecer a esos precios.


Siempre usando el mismo ejemplo, China y Brasil venden zapatos muy, pero muy baratos, porque se manejan con producciones de miles de millones de pares. Si permitiéramos que ingresaran sin restricciones de ningún tipo, todos los argentinos podrían calzarse por cuarenta pesos.


El argumento consistente en que aplicar una política de ese tipo dejaría sin trabajo a cincuenta mil trabajadores de la industria del calzado argentino es falso, ya que estamos hablando de reconversión. Y, con esa palabra, me refiero a producir, con mejor tecnología y diseño (tenemos ambos), la misma cantidad actual de zapatos, pero para venderlos en el mercado de excelencia, que hoy paga hasta dos mil pesos un par, como sucede con los italianos o los ingleses. Nunca vi a los fabricantes de esos países quejarse por el ingreso de competidores chinos o brasileños, ya que éstos aspiran a un mercado distinto, masivo y barato.


Ese ejemplo debe replicarse en el resto de los sectores industriales. Tenemos profesionales y técnicos, todavía, de alta preparación, capaces de asimilar el cambio de mentalidad que esta reconversión implica; pero hace falta previsibilidad.


Sólo un loco invierte, realmente, en un país que no respeta los contratos, que carece de estadísticas confiables y de Justicia independiente y seria, y en el que se depende de los “favores” oficiales para poder prosperar. La actual escasez de gas y, sobre todo, la inflación que estamos padeciendo son algunos de los precios que la Argentina deberá pagar por las estupideces cometidas.


Como dijo Einstein, sólo un imbécil puede pretender resultados diferentes haciendo las mismas cosas.


Es hora de que lo aprendamos; si no, el tren de la historia nos seguirá dejando en el andén.

Bs.As., 2 Ago 10