Cayó la careta
“Argentinos, ¡a las cosas!”
José Ortega y Gasset
Después de recibir de sus asesores de imagen las explicaciones de su derrota en las elecciones legislativas de junio de 2009, en las que el tirano de Olivos perdió el invicto al ser goleado por “nadie”, don Néstor -y, por ende, doña Cristina- descubrió que la sociedad estaba absolutamente hastiada de su estilo de permanente confrontación. A partir de entonces, intentó, con enorme esfuerzo, transformarse en el abuelito de Heidi.
Sin embargo, como al escorpión, su naturaleza pudo más. Esta semana, su principal herramienta humana, es decir, el patotero de pacotilla de Guillermito Moreno, al ser filmado y grabado en la Asamblea de Papel Prensa, hizo que los endebles hilos que ataban esa careta a la cabeza de Kirchner cayera; como, además, estaba hecha de materiales duros, al caer se rompió, esperemos que para siempre.
Las imágenes de este pugilista de jardín de infantes repartiendo cascos protectores y guantes a los representantes de los accionistas de la empresa que el Gobierno pretende robar terminó, de un plumazo, con las ondas de amor y paz que el pingüino bizco distribuía, incansable, desde atriles y escenarios diversos, en su cuádruple rol de diputado, de jefe de un partido político, de secretario general de la UNASUR (debo confesar que, entre Venezuela y Colombia, pese a mis pronósticos, hizo buen papel) y de pre-candidato presidencial.
Más allá de la genuina extrañeza que sentí al ver el injustificado pavor que inundó el ánimo de los asistentes a la Asamblea agredida que, en lugar de plantar cara, prefirieron clausurar el acto, aceptando con ello la postura del patotero y de su patrón, don Néstor, creo que la enorme difusión que ha tenido el video en cuestión hará que muchos de quienes querían creer en el disfraz de éste hayan dejado de hacerlo.
El episodio no es más que una anécdota, es obvio, pero no deja de ser un eslabón más de la cadena de actos de impudicia e impunidad con que el kirchnerismo atropella las instituciones, todas ellas, de la República.
Señores, digámoslo con todas las letras: ¡esto es una tiranía disfrazada de democracia!
En nombre y en función de los votos obtenidos en 2007, que no niego, los Kirchner han pisoteado, quizás irreversiblemente, todos los elementos que constituyen una verdadera república, en el sentido que los filósofos griegos dieron a esa palabra. Y Chávez parece haber sido su maestro.
En la Argentina han desaparecido el federalismo, la división de los poderes del Estado, la Justicia, la educación, la salud, la defensa nacional, la seguridad, la estabilidad económica, las estadísticas, la ética y la moral públicas, y se han adueñado del país los canallas más abyectos, los cafres, los corruptos, los traficantes de drogas, los ladrones, los asesinos. Y éstos, por si quedaba alguna duda, no piensan soltarlo.
Mientras el Gobierno continúa desparramando cortinas de humo con temas que, al menos, no resultan prioritarios, la Argentina se desliza, con prisa y sin pausa, hacia la disgregación social, esa que todos los días se cobra vidas, de civiles y, sobre todo, de policías.
Las causas pueden ser muchas: la preparación de un caos social, la difusión del consumo de drogas sintéticas, la pobreza y la marginalidad, la desesperanza. Y todas ellas pueden coexistir.
La Argentina que, según informaciones de esta misma semana, se ha equiparado a los Estados Unidos en el consumo de drogas por habitante, está cerca de convertirse en lo que, gracias a Dios, Colombia ha dejado de ser. Nuestras fronteras, por una buscada indefensión generada a partir de la destrucción de nuestras fuerzas armadas y de seguridad, son un colador y el país, por la falta de radares adecuados, recibe diariamente aviones de todo tipo que transportan drogas, armas y dinero.
Me pregunto, cuando escucho a Daniel Scioli asegurar diariamente que “nunca se ha secuestrado tanta droga en la Provincia”, si no se da cuenta que ello implica que cada vez hay mucha más droga circulando y siendo consumida.
Lamentablemente, ni siquiera la oposición –o, mejor dicho, los opositores- parece estar a la altura de las circunstancias. Sigue bailando al ritmo que marcan los Kirchner, discutiendo lo que quieren los Kirchner, ignorando lo que hacen los Kirchner.
Desafío a cualquiera de quienes lean estas páginas a recordar qué plataforma de gobierno ha presentado alguno de los pre-candidatos a Presidente, qué idea –más allá de las palabras grandilocuentes- ha ofrecido a la sociedad. La lamentable y triste realidad es que todas las primeras figuras políticas continúan en sus posturas personalistas, sin percibir que, como dije hace tiempo, “es hora de hombres, no de nombres”.
Es cierto que don Néstor ha comenzado a aprovecharse del sistema impuesto por la Ley de Reforma Política, ya lanzado a correr una carrera en la que sólo podrán comenzar a participar, realmente, quienes ganen las internas en agosto de 2011 -¡sólo dos meses antes de las elecciones presidenciales!-, obteniendo una teórica ventaja.
Pero los opositores no parecen percibir que la ciudadanía está reclamando ideas renovadoras y refundadoras para salir del marasmo en que estos siete años y medio la han hundido. Y esta es una tarea de los diferentes partidos políticos, incluido el espacio denominado Peronismo Federal.
Si se ofrecen plataformas previamente consensuadas entre todos los pre-candidatos –tarea que, en principio, no debería resultar difícil, ya que todos comparten una misma posición ideológica, puesto que integran un mismo partido- la sociedad podría identificar claramente su adhesión. Entonces, las internas sólo discutirán matices y estilos personales, es decir, desde ahora quedará claro qué hará quien gobierne y sólo se dirimirá cómo lo hará.
Si esos pre-candidatos actúan de esa manera, es decir, dejando, al menos por ahora, su “yoísmo” de lado, estarán haciendo un invalorable servicio a la República, amén de a sí mismos.
Bs.As., 16 Ago 10
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