sábado, 25 de junio de 2016

Las noches tristes de tres tigres




Las noches tristes de tres tigres

   "Hay un tiempo para vivir y otro para morir". Eclesiastés

Resulta curiosa, salvando algunas diferencias no menores, la similitud en los finales de los tres regímenes populistas más importantes de la región en los últimos años, comenzando por las atribuciones de la derrota a la prensa libre. Nicolás Maduro está acorralado por una inédita crisis que está hambreando y, literalmente, matando a la población de Venezuela, mientras intenta perdurar convirtiéndose en un dictador sostenido sólo por las armas de sus fuerzas de seguridad, todas cómplices del narcotráfico. Dilma Rousseff ve, cada día, como los jueces de Brasil mandan a la cárcel a sus principales colaboradores, mientras espera ser destituida al concluir el período de la suspensión que le fuera impuesta. Y Cristina Elisabet Fernández ya ha ingresado a la cloaca máxima de la historia argentina.

Esta semana fue la peor en el calvario que el kirchnerismo está recorriendo desde el 10 de diciembre, y en el camino va dejando jirones de personajes nefastos, familias y maletas llenas de dinero, mientras ya no hay nombre alguno para llevar como bandera a la victoria; pero aún será más terrible aquélla en la que la ex Presidente sea conducida, finalmente, a la cárcel que merece. En estos días, además de los episodios protagonizados por  López e Ibar Pérez Corradi, que ya han hecho saltar al ¿Frente para la Qué? en mil pedazos, las páginas de los diarios llenan columnas y columnas de pseudo empresarios y ex funcionarios llamados a prestar declaración indagatoria, ya procesados y algunos presos, y antes de diciembre empezarán los juicios orales que tienen como acusados a Ricardo Jaime, otra vez, y a Amado Boudou.

Hace varios años que sostengo en estas notas dominicales que los Kirchner, tan afectos al poder como al dinero ajeno, jamás habrían permitido a Anímal Fernández quedarse con un negocio tan lucrativo como el narcotráfico, que tanto se ha expandido desde que llegaran del lejano sur para saquear al país y dejarlo arruinado; el ex Jefe de Gabinete nunca pasó de ser el gerente de aquellos verdaderos jefes.

De Cristina se puede pensar cualquier cosa y seguramente no habrá calificativo exagerado, pero no se puede decir que sea idiota, o que ignore cómo se hace política entre nosotros; su finado marido fue su profesor y ella, sin duda, aprendió muy bien. Por eso, creer que cometió un error suicida con la designación de ese nefasto personaje -La Morsa- como candidato a Gobernador de la Provincia de Buenos Aires, en desmedro de otros kirchneristas un poco más potables, como Julián Domínguez, me parece una simpleza. Pese a ignorar cuáles fueron las cuentas que intentó pagar la noble viuda o qué órdenes de los carteles internacionales de la droga se vio obligada a obedecer, estoy convencido que sabía lo que hacía, y por qué.

Llama la atención la conducta de los jueces federales y de sus superiores, los camaristas y miembros de los tribunales orales que, a pesar de haberse decidido a actuar, una reciente actitud que han asumido en defensa propia después de haber cajoneado por años las causas que ahora aceleran sin piedad, aún parecen depender de confesiones de arrepentidos, de antiguas revelaciones periodísticas, de la denuncia de un jornalero, de la aparición de filmaciones o de los servicios de inteligencia extranjeros para la detención de prófugos para seguir adelante con las investigaciones.

El Juez Claudio Bonadío tiene en sus manos la causa que más cerca está de dar a la sociedad la certeza de que la impunidad se ha terminado, "enriquecimiento ilícito", y debiera ser la de más rápida resolución, ya que las declaraciones juradas presentadas por Cristina y sus hijos constituyen un verdadero escándalo; ni siquiera los contadores que la AFIP de Echegaray mandó al sur para dibujar las inconsistencias pudieron hacer encajar sus tremendos incrementos patrimoniales. Y no estamos hablando de aquellos bienes que figuran como propiedad de sus testaferros ni, menos aún, el dinero sucio depositado en paraísos fiscales, cambiado por diamantes en Angola, oculto en valijas o enterrado en bóvedas sacramentales.

Como en ese delito la carga de la prueba está invertida (art. 268, Código Penal), serán los Kirchner quienes deberán explicar cómo hicieron para amasar semejante fortuna -reitero- blanca y registrada. El repugnante ex Juez Norberto Oyarbide, ahora bailantero, cerró sin investigar causas similares por períodos anteriores, que podrán ser reabiertas si la Corte Suprema aplica la teoría de la sentencia írrita, tan bien planteada por Federico Morgenstern y Guillermo Orce, en un esencial libro prologado por Alejandro Carrió y Carlos Rosenkrantz, éste recién incorporado al máximo Tribunal.

Volviendo a la actualidad política, se percibe que todos los proyectos de insurgencia que pretendía motorizar la emperatriz de Calafate para desestabilizar al Gobierno de Macri y soñar con volver al poder en 2019 se han derrumbado y las bancadas adictas en el Congreso se presentan cada día más menguadas; es que, en un régimen que se disfrazó de izquierda para tener impunidad, los episodios recién conocidos han sumido en el desconcierto y la vergüenza hasta a los más ingenuos y crédulos de sus seguidores.   

Hay un aspecto que, como sociedad, debemos tomar en cuenta rápidamente. En general, de la "noble viuda" para abajo, todos los imputados por causas de corrupción han utilizado a sus respectivos funcionarios dependientes para descargar sobre ellos toda la responsabilidad; el mismo jueves, el inefable ex Ministro y actual Diputado Julio De Vido se defendió diciendo que López, Jaime y otros de sus secretarios de Estado imputados actuaban libremente, sin que él se enterara y por fuera de su autoridad. Olvidaron todos así que la gran mayoría de los presos políticos, militares, policías y civiles que aún hoy se pudren en las cárceles comunes por haber luchado contra la subversión en los 70's, han sido detenidos -y, en algunos casos, condenados- utilizando la teoría de la responsabilidad "funcional", es decir, no por sido acusados de matar o torturar personalmente sino por ser quienes ejercían el mando sobre quienes habrían podido cometer esos delitos.

La Justicia debe terminar, entonces, con su mirada tuerta y su tradicional esquizofrenia: si esa teoría sirve para unos, debe serlo para todos y, si es inaplicable, debe liberar ya mismo a quienes hoy mantiene en sus mazmorras hasta que les llega la muerte, como ya ha sucedido con casi cuatrocientos, sin los derechos ni los beneficios de los que gozan todos los demás internos del sistema penitenciario.

La noche triste de Cristina no ha hecho más que comenzar, y no habrá estrella que la guíe en su largo derrotero por el desierto. Al final, desde Comodoro Py llegará a Ezeiza, donde seguramente volverá a ver a los muchos parientes, amigos y cómplices que poblarán las celdas vecinas.


Bs.As., 26 Jun 16


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sábado, 18 de junio de 2016

¿Ladrones? no, sólo estúpidos




¿Ladrones? no, sólo estúpidos

"El destino no hace acuerdos
Y nadie se lo reproche.
Ya estoy viendo que esta noche
Vienen del Sur los recuerdos". Jorge Luis Borges

Si no fuera tan trágico, Almodóvar seguramente nos haría morir de risa con lo ridículo de lo sucedido esta semana en un convento de Gral. Rodríguez, pues creo sólo la imaginación del genial español podría construir una escena tan bizarra; recordemos que fue capaz de parir "Mujeres al borde de un ataque de nervios", que aquí hubiera titulado en singular, mirando al Calafate. En esa película tendría un papel protagónico Hebe de Bonafini quien, además de sugerir al Juez que la llamó a prestar declaración indagatoria que usara la citación como supositorio, explicó a sus fanáticos que José López, el arrojador de valijas, era un infiltrado de los servicios y de los medios de prensa en el "movimiento nacional y popular" en el que, millones mediante, milita; y tendría un cómico rol Fernanda Herrera, la increíble abogada hot del preso.

Lo más recalcitrante del kirchnerismo residual (Kunkel, Recalde, Di Tullio, etc.) se metió en un brete complicado ya que, al igual que lo había hecho con Ricardo Jaime y Leopoldo Báez, salió a intentar despegar a sus jefes del accionar de los grandes gerentes de la corrupción de sus gobiernos y, con ese fin, prefirió presentar a Néstor (q.e.p.d.) y a Cristina como un par de estúpidos, ignorantes por completo lo que sucedía bajo sus pies; ésta, ni lerda ni perezosa, aceptó esa posición en la absurda carta que, en reemplazo de su esperada oralidad, publicó en Facebook.

Pero nadie en la Argentina ya cree que, con personajes como esta pareja, unos miserables usureros que concentraron tanto las decisiones políticas y sobre todo crematísticas, algún funcionario o "amigo" pudiera actuar como éstos lo hicieron sin tener órdenes de esos patrones de la vereda, en especial por los recuerdos, que vienen del sur patagónico: Julio De Vido y Julio López cumplían idénticos roles en la Intendencia de Río Gallegos y en la Provincia de Santa Cruz, cuando este par de presuntos lelos ejercían el poder más absoluto. Es que cada uno de los miembros de la asociación ilícita que, encabezada por los Kirchner y gobernó nuestro país en la década "relatada", desempeñaba funciones que servían al propósito general de robar, sin tasa ni medida.

Sergio Schoklender, que mucho sabe de esto, afirmó que el botín representaba un PBI argentino, es decir, nada menos que US$ 540 mil millones; esa cifra debe ser exagerada pero, sin dudas y dado el tamaño relativo de Brasil, podemos asegurar que aquí el latrocinio ha sido infinitamente mayor que en nuestro vecino, donde hay ya muchos políticos, funcionarios y empresarios presos condenados a largas penas de cárcel, para vergüenza nuestra.

Este tema, el de la impunidad local, nos lleva necesariamente a la conducta de los jueces federales que, como siempre he sostenido, nunca se vendían sino que se alquilaban al patrón de turno, que pagaba esos servicios con sobres que llegaban desde la SIDE. Desde el 10 de diciembre, el gobierno de Cambiemos ha terminado con esa abominable práctica y los magistrados se ven librados a su propio albedrío. Por eso y frente a la posibilidad de una pueblada frente a Comodoro Py, todos ellos han acelerado bruscamente las causas que cajonearon durante años y tanto inquietan a la nuestra "abogada exitosa"; debieron aparecer filmaciones de "La Rosadita" o un tipo tirando bolsos con fortunas por encima de las tapias de un convento para que estos penosos personajes se vieran ante la necesidad de actuar, ahora en defensa propia.

Cuando, más arriba, dije que es trágico, me refería a que todo ese dinero -estancias, autos, aviones, barcos, departamentos, bolsos, cuentas en paraísos fiscales, derroches incalificables- faltó en alimentos para los chicos desnutridos, seguridad en nuestras rutas, la luz y el gas que necesitamos, escuelas, hospitales, viviendas, ambulancias, remedios, cloacas y agua potable. Lo lamentablemente es que todo esto nuestra hipócrita sociedad lo sabe desde hace años, y sólo reaccionó cuando se inquietaron sus bolsillos; no necesitaba de obscenos bolsos de dinero para conocer los hechos, pero prefirió ignorarlos.

Por mi parte, llevo más de una década calificando a ambos Kirchner como genocidas, aplicándoles la definición que, para esos delitos, utiliza el Tratado de Roma, que en la Argentina tiene rango constitucional desde 1994: "Se entenderá por 'genocidio' cualquiera de los actos mencionados a continuación, perpetrados con la intención de destruir total o parcialmente a un grupo nacional, étnico, racial o religioso como tal: a) matanza de miembros del grupo; b) lesión grave a la integridad física o mental de los miembros del grupo; c) sometimiento intencional del grupo a condiciones de existencia que hayan de acarrear su destrucción física, total o parcial ...".  Lo que se hizo a través del "modelo" durante estos años con los más desposeídos de nosotros, reviste exactamente esas características porque fue ejecutado desde el Estado y, en tal medida, impide que prescriban las causas contra los responsables; dada la sempiterna morosidad de nuestra Justicia, no es un dato menor.

Pero, claro, lo sucedido no sólo ha golpeado al kirchnerismo sino que muchas compañías constructoras argentinas están poniendo las barbas en remojo. En este tema, como para bailar el tango, se necesitan dos: el empresario que paga y el funcionario que recibe, y ambos son condenables. Desde las cárceles brasileñas, Marcelo Odebrecht (condenado a diecinueve años de prisión) y muchos de sus colegas, pueden contarle a los locales qué pasa cuando los jueces trabajan en serio; por lo demás, las coimas se transforman en sobreprecios, que pagamos todos. Y la habitual excusa -"pagaba o no podía trabajar"- es de una rampante inmoralidad.

Otro sector que está conmovido por los hechos es, obviamente, la Iglesia. El fantasma del fallecido Obispo di Monte, que sobrevuela el caso por la elección de su último domicilio y que tantos secretos de la obra pública se llevó a la tumba, constituyó un fuerte cross a la mandíbula de la jerarquía eclesiástica, que reaccionó tarde y mal.

Ahora, cuando a pesar de sí misma la Justicia se acerca tanto a la ex Presidente y -enriquecimiento ilícito, Hotesur, Los Sauces, dólar futuro, etc.- la empuja inevitablemente hacia las rejas, se ha instalado en los medios y en la opinión pública la discusión acerca de si la detención de Cristina o, incluso, de Hebe de Bonafini podrían afectar la gobernabilidad del Gobierno, como en su momento pensaban respecto a Milagro Salas. Obviamente, estoy enrolado entre quienes, no sólo dicen que no lo harían sino que creo que esas medidas resultan esenciales para el futuro moral de la República, aunque el costo que debamos afrontar, como sociedad y como sucede en Brasil, sea elevadísimo. Votamos por Cambiemos para corregir el rumbo; si no lo logramos, habremos caído en el definitivo fracaso y confirmaremos nuestra historia reciente, que nos señalaba como un país inviable desde que Discépolo escribiera su tan actual "Cambalache".


Bs.As., 19 Jun 16

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sábado, 11 de junio de 2016

Penosa Confirmación

Penosa Confirmación



        "La amenaza es el arma del amenazado". Leonardo Da Vinci


Hace dos semanas alerté acerca del indignante plan de desestabilización que el kirchnerismo, ante la inminencia de la cárcel, está organizando contra la Gobernadora de la Provincia de Buenos Aires y, en una carambola, afectar la gobernabilidad del propio Presidente; el objetivo es amenazar a los jueces federales, que aceleran ahora las causas de corrupción (en defensa propia), con un imaginado y vengativo retorno. Lo que hemos visto esta semana, con piquetes y cortes de calles y avenidas, que requieren de ingentes sumas para transporte y alimentación (se pagaban con "cajas" oficiales y ahora lo hace Cristóbal Timba López, también con nuestros impuestos robados), no ha hecho más que confirmar ese pronóstico: no sólo han vuelto los encapuchados armados con garrotes sino que, de la mano de los Moyano, los gremios que representan a los trabajadores mejor pagados realizan huelgas salvajes e irrazonables, que dejan a la población sin combustibles y sin aviones.

No niego, obviamente, que la situación económica está muy complicada para muchos de nuestros conciudadanos, pero no está de más recordar que los aumentos en la energía y el transporte no han impactado sobre los más débiles, que continúan recibiendo subsidios, inclusive mayores, mediante la tarifa social y la tarjeta SUBE, sino sobre las clases medias, tradicionalmente pasivas; entonces, y más allá de la terrible inflación en los precios de la canasta básica, no puede comprenderse la protesta sino atribuyéndola a intencionalidades políticas. Por ello, la Casa Rosada está extremando los cuidados porque es harto probable que regresen los violentos saqueos a supermercados. Algunos caciques vinculados a lo peor del kirchnerismo residual, como Fernando Espinoza y Verónica Magario, ambos de La Matanza, tratan de encender la hoguera, como ya hicieron en 2001, cuando el fuego y la sangre, que tanto promovieron, llevaron al cajón de la historia al gobierno de Fernando de la Rúa.

Mauricio Macri ha tenido, en algunos campos, mala suerte. Su indisposición, mal manejada desde el punto de vista comunicacional, opacó hasta la invisibilidad el imprescindible informe que, con el título de "El estado del Estado" (puede verlo en http://tinyurl.com/z7yc8rq), hubiera debido ser la noticia del semestre, ya que en él se describe, área por área -por cierto, no está completo- cómo la desidia, la ignorancia, la torpeza y, sobre todo, el más descarado latrocinio influyeron en el lamentable legado que la "noble viuda" dejó a su sucesor. Si no fueran tan trágicos, moverían a risa muchos episodios conocidos recientemente, como el viaje de una comitiva de Fabricaciones Militares al Festival de Cannes para aprender cine o la falsificación de facturas de hoteles y traductores por Guita-rrita Boudou.

Lo mismo sucedió con muchas otras buenas noticias -la recuperación de Cresta Roja, el arreglo con los holdouts, las extraordinarias medidas para pagar la eterna deuda previsional (el cobro irá directamente al consumo), la escasa repercusión de la inevitable devaluación, la incorporación a la Alianza del Pacífico como observadores, la devolución del IVA a los más necesitados (como deben exigir factura, impedirá la evasión y favorecerá la recaudación y, por eso, no comparto la imposición de un límite máximo), etc.- que no tuvieron la trascendencia que merecían por la irrupción de brulotes informativos, como fueron los Panamá Papers, otro caso de flagrante mala comunicación. Recuerdo que un colega brasileño me comentó que lo sorprendía que los argentinos estuvieran más preocupados por saber qué hizo Macri con su dinero que por lo que hizo Cristina con el de todos; más asombroso aún es que estén reclamando al Presidente soluciones mágicas, y como tales inexistentes, para los gravísimos problemas generados, en muchos casos adrede, por la asociación ilícita que nos gobernó durante los últimos doce años y medio.

Sin embargo, los opositores, incluso aquellos que parecen más colaborativos, se quejan por la falta de inversiones productivas, pero ¿cómo podrían venir si la monumental crisis energética que gestó el kirchnerismo para robar YPF -y, de paso, en la importación de gas licuado- no puede solucionarse de un plumazo? Para regresar al perdido autoabastecimiento y, con ello, tranquilizar a los interesados en venir, se necesita tiempo y continuidad en las políticas para el sector. En ese mundo no hay locos; por eso, sería desconcertante el arribo de capitales para instalar nuevas industrias mientras los cortes en el suministro de energía continúen siendo recurrentes.

A pesar de todo, la ciudadanía sigue acompañando al Presidente, que registra un nivel de aceptación enorme (56%, según encuestadoras peronistas) aún cuando, con toda lógica, el heredado desmadre de la economía y las medidas adoptadas para intentar corregir su rumbo de colisión final, todas muy antipáticas pero indispensables, hubieran debido hacer caer mucho la apreciación popular. Pero, insisto: esta prolongada luna de miel sólo subsistirá si la sociedad percibe que se terminó la impunidad, que todos somos iguales ante la ley, que ya nadie tiene privilegios y que quienes robaron tanto a tantos terminan en la cárcel; la mera comparación con lo que está sucediendo en este tema en Brasil, al menos por ahora, nos hace pasar vergüenza como país. Pero, además, Macri debe recordar que los votos que le permitieron vencer provienen de varias canteras de pensamiento pero tienen denominadores comunes en materia de exigencia: la transparencia y la decencia de su equipo; la vara con que se lo medirá estará entonces infinitamente más alta que la que usamos con sus antecesores.

En otros terrenos, en cambio, se percibe ya una brisa favorable: las commodities agropecuarias mantienen sus altos precios después de la debacle del año anterior, la industria de la maquinaria agrícola ha vuelto a despegar y los tonelajes de granos que sobrevivieron a las lluvias e inundaciones siguen trayendo buenas noticias y, a pesar que el alza en las cotizaciones del petróleo encarecerá las importaciones de energía, ese daño se verá bastante compensado con la reducción de los subsidios internos a las compañías. Además, la exportación de servicios informáticos ya supera -cinco veces más- a nuestras ventas de vinos finos al exterior. Y el lanzamiento del muy ambicioso plan de obras públicas mejorará la deteriorada infraestructura que recibió el Gobierno de su antecesora y generará miles de puestos de trabajo genuinos; resta saber qué sucederá cuando los actuales beneficiarios de planes "no-trabajar" deban tomar el pico y la pala, ya que al menos dos, sino tres, generaciones de ellos nunca han tenido una ocupación digna de tal nombre.

No me preocupa que el Ejecutivo deba negociar cada proyecto legislativo y efectuar en muchos casos concesiones a los adversarios, porque en esa negociación, créase o no, está en el ADN de la democracia. El inconveniente actual es que la oposición está manifiestamente desmembrada y carece de líderes ciertos, por lo cual los votos necesarios se obtienen de a uno, pero no es menos cierto que no hay partido o "espacio" alguno que pueda ignorar a los otros y, salvo los impresentables (Diana Conti, Máximo Kirchner, Carlos Kunkel, Guillermo Patotín Moreno, Luis ¡Amor, amor! D'Elía, Fernando Garrote Esteche y algunos pocos más) nadie quiere que el Gobierno descarrile. Porque lo que evitamos en las últimas elecciones fue transformarnos en un miserable país, como el que han convertido a Venezuela los corruptos tiranos Hugo Chávez (q.e.p.d.) y Nicolás Maduro, totalmente aislada del mundo civilizado y sumida en el hambre más pavoroso y la violencia más sanguinaria.

Tengamos paciencia. Es claro que las medidas económicas duelen, y mucho, pero debemos saber a qué y a quién debemos tener que adoptarlas, y exigir el condigno castigo para los responsables.


Bs.As., 12 Jun 16

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sábado, 4 de junio de 2016

¿Tienen solución la inflación y el desempleo?




¿Tienen solución la inflación y el desempleo?


"Una vez que ha hecho presa en el ser humano, la avaricia no conoce límites".                    Henning Mankell


Se atrasó tres meses, pero aplaudo la decisión del Gobierno de dar a conocer anteayer "El estado del Estado", un inventario preliminar que describe en qué condiciones dejó el kirchnerismo a la nación, después de doce años y medio de ejercer el poder con una inédita vocación por el latrocinio más despiadado; no he tenido tiempo de leerlo en detalle, porque son 223 páginas, y por ello postergaré su análisis. Sin embargo, en esa nefasta herencia se destacan, además de la corrupción, los dos ítems que sirven de título.

Frente el feroz aumento de la inflación desde antes de la fallida entrega del poder por parte de Cristina -cuando la Secretaría de Comercio dejó de ejercer el poder de policía del cual había abusado hasta entonces- se ha planteado la discusión acerca de qué conducta asumir frente a los empresarios y los "formadores de precios"; liberales a ultranza y estatistas trasnochados se preguntan cómo disciplinarlos sin agredir al famoso "mercado".

Para situarnos correctamente frente al tema, debemos partir de un adecuado diagnóstico. Para atraer las indispensables inversiones productivas se requieren, prioritariamente, dos requisitos: la seguridad jurídica y el sostenido suministro de energía. El primero, después de seis meses de gestión de Cambiemos, está encarrilándose y, a mediano plazo, se habrá logrado transmitirlo así. En cambio, para el segundo se necesita tiempo, y nadie puede pensar en invertir -construyendo una fábrica, por ejemplo- si no sabe si tendrá luz y gas para hacer funcionar su proyecto.

Más allá de estar convencido que esa carencia de energía se debe, exclusivamente, a la voluntad de Néstor (q.e.p.d.) de robarse el 25% de YPF, operación que concretó a través de una compañía australiana teóricamente perteneciente a la familia Eskenazy, creo que llegar a la solución permanente de la escasez insumirá más que los tres años y medio que tiene por delante el actual turno presidencial.

Hasta entonces, y como decía Aldo Ferrer, deberemos "vivir con lo nuestro" en materia de fábricas, ya que ese requisito también incide en las decisiones de inversión de los actuales empresarios, habituados hace décadas a exigir barreras a la competencia internacional bajo la amenaza del desempleo generalizado. Así, por la vía de la extorsión más descarada, consiguieron -aún lo hacen- disponer de un coto de caza en el cual pudieron vender baja calidad a altos precios; total, nadie podía venir a poner en riesgo sus pingües negocios.

Sin embargo, existe un camino alternativo, ensayado con éxito por muchos países de la región y de Europa, de dimensiones poblacionales y atrasos tecnológicos comparables a los nuestros. Y ese camino, obviamente, es la apertura total de la economía y la firma de tratados de libre comercio. Antes que los cultores del más acendrado proteccionismo comiencen a gritar y maldecirme, aclaro que esa apertura debe ser concretada a mediano plazo, pero con fecha y hora previamente establecidas. En el ínterin, el Estado debe ofrecer a los industriales los créditos necesarios para que puedan reconvertir sus empresas y prepararlas para la libre competencia internacional. Podemos tener muchos defectos, pero disponemos de las materias primas y de los profesionales necesarios para llevar adelante esa transformación, y los adelantos tecnológicos están disponibles en el mundo.

Nuestro país tiene cuarenta y un millones de habitantes, pero un tercio de ellos se encuentra por debajo de la línea de pobreza; esto se traduce, linealmente, en un mercado interno muy reducido, al que cualquier cimbronazo en sus ingresos -y las actuales circunstancias son una prueba de ello- conmueve y lo hace dejar de consumir. El círculo maldito es, así, perfecto: las empresas, ante la caída en las ventas, comienzan a despedir personal y se incrementa el número de pobres pero, para no perder ganancias, los precios aumentan.

Con la descripción del párrafo anterior, resulta claro que la Argentina no está en condiciones, por su economía de pequeña escala, de fabricar productos en forma masiva; nuestros actuales costos internos (impuestos, salarios y cargas sociales) nos impiden competir con países (Sudeste asiático, China, India, Brasil, etc.) en los cuales la suma de esos ítems resulta sensiblemente inferior. Pero, en cambio, podemos hacerlo en condiciones favorables en aquellos mercados en los que se prioriza la calidad y el diseño sobre el precio, que pasa a ser un factor casi despreciable.

En resumen, ¿por qué fabricar prendas de jean o calzados mediocres y, además, internacionalmente caros cuando podemos vender excelencia, moda, innovación y, por qué no, lujo a un mundo cada vez más pretencioso y rico? Esa es la reconversión a la que me refiero, y allí sí el Estado debe estar presente para alentarla y favorecerla. Si lo logramos, podríamos levantar, sin riesgo alguno para el empleo nacional, todas las barreras aduaneras que hoy impiden que lleguen productos inferiores y más baratos, a los cuales accederían muchos de nuestros más pobres conciudadanos.

Si tuvo el privilegio de viajar, ¿vio a grandes y prestigiosas empresas de cualquier rubro -alimentos, indumentaria, decoración, belleza, etc.- protestar contra los productos baratos extranjeros?; no juegan en los mismos mercados, ni les interesa hacerlo. Si siguiéramos esa receta de vender al mundo de altos precios, estaríamos en condiciones de pagar mejores salarios y ocupar más mano de obra; a la vez, con el arribo de los productos inferiores importados bajaría la inflación y nos beneficiaríamos todos; en una palabra, nos pareceríamos más a Alemania, aunque allí haya más pobres, como sostenía Aníbal La Morsa Fernández sin que se le moviera el bigote.  

Cambiando de tema, la marcha que organizaron las dos CTA esta semana confirmó mis temores: la presencia de agrupaciones como Miles (D'Elía), Quebracho (Esteche) y Tupac Amaru (Milagro Salas) requirió de una financiación que sólo Cristóbal Timba López pudo proporcionar, sospecha que se reafirmó cuando vi cómo se tornaba cada vez más virulento el discurso desestabilizador desde su multimedios, encabezado por C5N. Creo que todos esos movidas tienen como destinatarios a los jueces federales, a los cuales se busca inquietar ante la posibilidad de un regreso del kirchnerismo; sin embargo, no podrá transformarse en impunidad, porque los magistrados están mucho más cómodos con Macri, cuya gobernabilidad misma sería puesta en riesgo si los autores de tantos desaguisados no fueran castigados, aunque los famosos sobres hayan dejado de circular con su administración.

Mañana, cuando Lázaro Bóvedas Báez concrete su reunión privada con los integrantes de la Sala II de la Cámara Federal Penal, seguramente la Justicia se acercará aún más a la ya muy inquieta emperatriz destronada.

Bs.As., 5 Jun 16

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