martes, 28 de abril de 2009

El que avisa no es traidor

El que avisa no es traidor

La frase que da título a esta nota es uno de los apotegmas del peronismo, como es bien sabido.

Anoche, desde el Luna Park y frente a un público heterogéneo, formado por piqueteros K, Madres y Abuelas de Plaza de Mayo, kirchneristas de paladar negro y otras variantes de la pseudo izquierda vernácula, don Néstor, muy suelto de cuerpo, largó “Si perdemos, el país volverá al 2001”.

Una exégesis simplista del discurso podría llevarnos a pensar que, por primera vez, Kirchner considera a la derrota del oficialismo el 28 de junio como probable. Y, entonces, adjudicaríamos la intencionalidad de este aviso a una fuerte convocatoria a su militancia –real o alquilada- para que haga campaña a favor de las listas K de diputados y senadores.

Si fuera sólo esa la idea que lo impulsó a formular ese anuncio, hasta deberíamos considerarlo positivo, toda vez que hará que muchos, que hoy dudan acerca de la conveniencia de saltar el férreo cerco que ha establecido don Néstor en torno a sus tropas, trate de hacerlo antes del hundimiento final del buque del Frente para la Victoria.

En ese sentido, rápidamente salió a responderle Alberto Fernández, quien hoy dijo que “si se vuelve al 2001, es porque fracasamos”. Más allá de las inmediatas descalificaciones que recibió el defenestrado ex Jefe de Gabinete, es obvio que le asiste toda la razón.

Si, después de seis años de crecimiento inédito en la historia económica argentina de los últimos ochenta años –por cierto, no por obra de don Néstor o de doña Cristina-, Argentina volviera a caer al terrible foso en el que se hundió en diciembre de 2001, tal caída sólo podrá ser atribuible al modo en que Kirchner condujo, desde 2003, la marcha del país.

Don Néstor ha creído que podría hacer con la economía lo que se le antojara sin pagar los costos de tales disparates, pero esa ciencia siempre termina pasando la factura a quienes ignoran o desprecian sus reglas.

Y esto es lo que ha pasado. La destrucción de la autosuficiencia energética, del campo y del interior, de las instituciones de todo nivel, y todo ello en medio de una bonanza económica que no tuvieron Alfonsín, Menem, De la Rúa ni Duhalde, habla a las claras de cómo ha sido la conducción económica del país por parte de este alienado.

Sin embargo, creo que la verdadera exégesis del discurso de ayer debe llevarnos a otra conclusión: Kirchner nos avisó.

Nos hizo saber qué va a suceder en Argentina cuando –no, “si”- pierda las elecciones de mitad del mandato de su delegada y vocera: sumergirá al país en un caos y, para que tuviéramos una idea cierta acerca de qué tipo de turbulencias nos esperan, recurrió a diciembre de 2001, cuando los conflictos y desórdenes dejaron más de veinte muertos en las calles.

Y creo que ese debe ser el sentido que debemos darle a su aviso, precisamente porque lo hizo frente a sus “fuerzas de choque”, los piqueteros K que son capaces, y lo han demostrado en reiteradas oportunidades, de cualquier estropicio, especialmente si el pago de sus acciones se hace efectivo en droga.

Cuando he hecho público esta certeza, en general se me ha respondido que esos piqueteros carecen de la ideología y la fuerza moral que motivó, equivocadamente, a los guerrilleros de los 70’s, hoy encaramados al poder y gozando de las prebendas del oficialismo. Consecuentemente, según esa corriente, hoy Kirchner no dispondría de gente suficiente para desencadenar el caos; para rebatirla basta pensar cuánta gente tenían ERP y Montoneros sobre las armas cuando desencadenaron la peor tragedia de la historia argentina: no pasaban de 10.000 en todo el país.

Además, Quebracho, el Frente Darío Vive, la Juventud Guevarista, y muchas otras siglas, encapuchados y con palos, dicen don Néstor puede contar con esa cantidad y, si a esa vocación por la violencia, le sumamos el pago en paco o en cocaína, podremos convencernos de lo contrario.

Que los jóvenes enviciados por el paco son capaces de matar, a veces hasta después de robar exitosamente, dan cuenta los diarios de todo el país todos los días. Y si se los arma con equipos sofisticados, traídos por aviones venezolanos y con entrenadores cubanos, tendremos la materia prima necesaria para lograr el objetivo buscado por Kirchner y que éste nos comunicó ayer ominosamente: si pierde, volveremos al caos del 2001.

Creo que es a ese escenario al que debemos estar preparados, porque su derrota –medida en la pérdida de sus mayorías legislativas- es un hecho, pero también lo es la capacidad de daño y destrucción de la que aún dispone.

Simplemente espero que, como le sucedió a Hitler cuando, en el colmo de su demencia y antes de la retirada militar, ordenó quemar Paris, al final nadie lo obedezca. Pero no tengo, al respecto, demasiadas ilusiones.

Espero, fervientemente, equivocarme en todo.

Bs.As., 28 Abr 09
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lunes, 27 de abril de 2009

Infamia electoralista

Infamia electoralista

Es bien sabido que al empobrecido Conurbano, especialmente al segundo y tercer cordón, se lo mantiene en esa situación para obtener allí los votos que geografías más generosas convierten en esquivos para los Kirchner y sus actuales y alquilados cómplices, los ‘barones’ territoriales, con los cuales han debido pactar para intentar conservar un poder que, día a día, se les escurre de los dedos.

Sin embargo, la infamia que este fin de semana don Néstor y don Daniel, su esclavo, han consumado es un nuevo escalón en el descenso hacia el abismo electoral.

Intentar convocar a los votantes con el remedo actoral de Eva Perón constituye la mayor falta de respeto que un gobernante puede realizar frente a su electorado.

Ya no se trata, como hizo don Néstor durante su mandato, y ahora hace doña Cristina en el suyo, de disfrazarse de paladín de los derechos humanos, o de un fantástico e inventado Robin Hood moderno que despoja a los ricos para distribuir entre los pobres.

Aquí se trata, en realidad, de hacer “recordar” a uno de los íconos reales más fuertes que tiene ese electorado mediante la suplantación del símbolo por su “merchandising”. Es como fabricar una guerrilla rural vistiendo a vecinos con camisetas que llevaran, en su frente, un dibujo del Che.

¿Realmente, creen don Néstor y don Daniel que su electorado es imbécil? ¿Están, en verdad, convencidos que colando en la lista a la “Evita” de mentira pueden hacer que quienes aún adoran a la Evita de verdad les cedan sus votos?

¿Tanto desprecian a la inteligencia de su gente? Es cierto que, cada vez más, la sumergen en el analfabetismo y en la miseria y en el hambre, pero no lo es menos que sólo un simio sería capaz de tragar este embuste.

Disentí, hace unos días, con quienes definen a las candidaturas “testimoniales” como una estafa al electorado. Y lo hice porque la maniobra no contiene un ardid, elemento indispensable para que un hecho se transforme en un fraude.

En ese caso, se ha anunciado que quienes resulten electos no asumirán sus cargos legislativos, y continuarán los puestos ejecutivos actuales. Y mi escaso trato cotidiano con los habitantes de ese Conurbano, y las encuestas que me llegan, me permiten creer que los más pobres saben a qué atenerse.

Esto de hoy, la candidatura de doña Clotilde (alias, Nacha Guevara) es distinto. Tengo la certeza que la futura diputada usará en la boleta –una nueva ‘sábana’- su nombre, sea el verdadero y legal, sea el de fantasía. Es, por cierto, lamentable que esta verdadera artista se haya prestado a ello pero, evidentemente, una vez más la oportunidad tiene cara de hereje.

Pero los habitantes del segundo y tercer cordón no asistieron –tengo la más absoluta certeza- a las representaciones teatrales del exitoso musical, por lo cual la apelación a la memoria de la Evita real deberá hacerse, necesariamente, mediante disfraces, rodetes, maquillajes e impostaciones de voz, y eso constituirá la infamia a la que me refiero en el título.

Como dije, ya se los ha dejado sin comida, sin vivienda, sin cloacas, sin agua potable, sin salud. Pero, a pesar de todo, conservan la dignidad.

Esa dignidad que ha impedido que los actos políticos del kirchnerismo, convocados a fuerza de micros, choripanes, tetrabriks y dádivas, se convirtieran en verdaderamente multitudinarios en estos últimos tiempos.

Ni siquiera pagando estos señores consiguen realizar “encuentros con la militancia”, como los llaman, fuera de recintos cerrados. No pueden soñar con un poder de convocatoria como el que ejerció el cadáver de Alfonsín, ni tampoco con caminar libremente por calles y pueblos.

Kirchner falta el respeto, todos los días, a su clientela electoral. Le habla de modelos exitosos de distribución de ingresos y de viviendas fantasmas, de cloacas inexistentes, de escuelas no construidas, de obras inauguradas varias veces y aún faltantes. Le miente, con su mejor cara, de fantásticas cancelaciones de deuda externa, de triunfantes renegociaciones.

Pero sus disciplinados oyentes –cuando se ven esos actos en televisión se nota qué pocos aplauden estas sandeces- carecen de todas aquellas cosas que hacen que la vida merezca ser vivida, que permiten imaginar un futuro mejor para sus hijos.

Esos ciudadanos de quinta clase, que no tienen agua y ven a sus hijos enfermarse diariamente, que no tienen trabajo ni vivienda digna y ven a sus hijos caer bajo la espada del paco, que no tienen escuelas ni hospitales y ven cómo se roba a mansalva desde las más altas esferas, que cobran salarios cada vez más miserables y ven a sus hijos pasar hambre, que dejan sus casas para ir a trabajar y ven cómo han sido despojados de sus escasos bienes, que salen a la mañana e ignoran si volverán sanos y salvos por la noche, hoy son objeto de un nuevo y feroz agravio.

Evidentemente, con el poder en fuga, don Néstor y don Daniel han perdido los últimos resabios de vergüenza.

Sólo espero que esos ciudadanos, a los que se insultará una vez más, castiguen con sus votos a estos infames.

Bs.As., 27 Abr 09
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martes, 21 de abril de 2009

Para qué debemos prepararnos

Para qué debemos prepararnos

Hace una argentina eternidad –concretamente, el 17 de diciembre de 2008- publiqué en mi blog (
www.egavogadro.com.ar) un artículo, al que llamé “El aterrador futuro inmediato”; luego, apareció publicado en www.lacajadepandoraonline.com, en www.politicaydesarrollo.com.ar, en www.periodismodeverdad.com.ar, en www.tabanoconsultora.com.ar, en www.notiar.com.ar y en www.newpolitic.com.-

En esa nota, cometí uno de mis muchos errores, pues estimé que, entre febrero y marzo, el tsunami de la crisis internacional llegaría a nuestro país y, obviamente, lo está haciendo recién ahora.

Desde entonces, mucha agua ha pasado bajo el puente, y don Néstor ha conseguido imponer, hasta ahora, su agenda a los argentinos. Primero, con el adelantamiento de las elecciones; más recientemente, con la propuesta insensata de las candidaturas “testimoniales” y el acollaramiento a Scioli.

Sin embargo, y pese al increíble poder que conserva Kirchner, creo que esa crisis internacional, que se suma a la nacional preexistente, será la que imponga, en Argentina, la verdadera agenda. Cuando lleguen el desempleo masivo, la inflación desatada y la recesión se torne innegable, encontrarán al Gobierno desarmado de herramientas para hacerles frente.

Más allá de que todos estos hechos generados en la alcoba nupcial de Olivos son nada más que manotazos de ahogado, ante la realidad que muestran hasta las encuestas contratadas por el propio Gobierno, creo que don Néstor y su vocera conservan una enorme capacidad de fuego y, consecuentemente, no debemos dejar de pensar en qué puede suceder en lo inmediato, y para qué debemos prepararnos.

Estimo que a nadie le quedan ya dudas acerca de que la pareja imperial constituida por el ventrílocuo y su muñeca han decidido, como se dice en la calle, venir por todo.

Cuando publiqué mi opinión acerca de qué haría don Néstor y su cómplice Boudou con las acciones de distintas compañías que constituían los activos expropiados a los aportantes al sistema de jubilación privado, disentí –otro error cometido- con un querido y respetado amigo, quien me aseguró –como está sucediendo, efectivamente, ahora- que los Kirchner usarían esas acciones para sentarse en los diferentes directorios empresariales y obtener de esas sociedades fondos para perpetuarse en el poder.

Ese ejemplo es sólo uno más. Pero no es un manotazo de ahogado, como los otros enumerados. Forma parte de un plan estratégico para permanecer a cualquier precio o, al menos, retirarse con impunidad frente a los delitos cometidos.

Aún existen otros factores que pueden llegar a complicar, y mucho, el tránsito hasta la fecha elegida para las elecciones. Me refiero a la desocupación masiva, que ya ha hecho su aparición, por más que el Gobierno intente ocultarla y que, sumada a la inflación real está incendiando el Conurbano, y a la inseguridad, que ya se ha convertido en la principal preocupación de todos y frente a la cual ni doña Cristina ni el inefable don Daniel parecen saber cómo actuar.

Otro elemento a considerar es cuántos de los intendentes del segundo y del tercer cordón seguirán a don Néstor y, en las elecciones, estarán dispuestos a enterrarse con él. Si Kirchner tuviera que cumplir, seriamente, con los compromisos de campaña que ha asumido en el quincho de Olivos, no le alcanzaría toda la plata de la ANSeS para hacer tantas obras de infraestructura, tantas escuelas, tantos barrios de viviendas, tantos pavimentos. ¿Hasta cuándo arriesgarán su poder territorial en pos de un dinero que no llegará?

La misma pregunta, en realidad, puede hacerse respecto al propio Scioli, por muy deficitarias que tenga las cuentas provinciales. ¿Hasta qué punto seguirá dispuesto a incinerar su inexplicable prestigio actual y su futuro político por atar su suerte al carro derrotado de don Néstor? Cuando tenga que tomar la decisión definitiva, es decir, el 8 de mayo, estará a sólo 50 días de las elecciones, un lapso breve para soportar conflictos, especialmente si descubre que el 29 de junio su actual patrón no tendrá cómo ayudarlo, ni querrá hacerlo.

Lamentablemente, los tres resultados posibles para el kirchnerismo y para el país son pésimos para éste.

Si gana el Gobierno las elecciones, esto es, si conserva la mayoría en ambas cámaras del Congreso, se convertiría en el peor escenario posible, porque un Kirchner ensoberbecido podría llegar a intentar una réplica de la “revolución bolivariana”, ese engendro inventado por su amigo Chávez, y comenzar entonces a expropiar empresas, intervenir o monopolizar el comercio exterior, enmudecer a la prensa de todo tipo y meter presos a sus adversarios.

Si empata, el escenario no dejaría de ser complicado, puesto que el país entraría en un impasse complicado, sin posibilidades de avanzar hacia una mejora en la calidad institucional y en la seguridad jurídica.

Y si pierde, que –estoy convencido- es lo que sucederá, también será malo el panorama, porque los diputados y senadores electos no se sentarán en sus bancas hasta el 1° de marzo de 2010, dando tiempo a Kirchner, aún con su menguada caja, para cometer cualquier dislate imaginable y conseguir que quienes cumplirán sus mandatos el 10 de diciembre y no hayan sido reelegidos voten cualquier cosa que les ordene después de alquilar sus voluntades con la Banelco.

Hace mucho tiempo, más de tres años, dije que a éstos no los sacaríamos con cacerolazos, con golpes de carrito de supermercado y, ni siquiera, con votos. Desde entonces, el accionar de don Néstor no ha hecho más que confirmar mi pronóstico, pues ha quedado demostrado que está dispuesto a todo antes de caer; y cuando digo ‘todo’ quiero dejar librado a la imaginación del lector qué cabe en esa palabra. Por mi parte, estoy seguro que ‘todo’ incluirá la destrucción real y concreta del país, si le resulta necesario.

Como país, como pueblo, estamos condenados a cruzar este Jordán, sin la ayuda de Dios para que divida las aguas. Correremos, como sea, peligro de que se ahoguen muchos, pero los que queden y lleguen a la otra orilla, estoy convencido que habrán, esta vez, aprendido que un país debe ser serio y confiable para recibir las imprescindibles inversiones que permitan su desarrollo y el bienestar de su gente.

Habrán aprendido, además, qué no se debe hacer, a riesgo de volver a caernos del mapa; cosas tales como degradar la educación pública, como hambrear y empobrecer a la población, como pelear con los países más respetables y aliarse con los que tienen gobiernos de pacotilla, como violar a la Justicia, como amordazar a la prensa, como destruir toda estadística confiable del país, como ignorar la salud pública, como quebrar todas las instituciones y todos los organismos de contralor, y miles de etcétera que esta nefasta pareja y su banda nos han enseñado.

¡Dios me oiga!

Bs.As., 21 Abr 09
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lunes, 13 de abril de 2009

Falsa "ingobernabilidad"

Falsa “ingobernabilidad”

Don Néstor está intentando –y, por estas horas, logrando- perpetrar un crimen más contra la República; obviamente, me refiero a este disparate de las “candidaturas testimoniales”, que harán que el Frente para la Victoria encabece sus listas a diputados y concejales con quienes hoy ejercen los cargos de gobernadores e intendentes, anunciando previamente que no asumirán las funciones legislativas, y conservando sus puestos ejecutivos.

Y lo hace en nombre de la presunta “ingobernabilidad” que una derrota en las urnas –con la consiguiente pérdida de las mayorías parlamentarias- implicaría para el gobierno de su vocera.

Tenemos que explicarlo hasta el cansancio: es una falsedad absoluta. No está en juego la “gobernabilidad” sino la forma kirchnerista de ejercer el Poder Ejecutivo. Lo que sí se discutirá en estas elecciones no es el ejercicio de la Presidencia de la República, sino cómo debe ser ese ejercicio.

Es decir, los argentinos tenemos que decidir si queremos una República o una Tiranía.

Nadie anhela que doña Cristina se vaya. Al contrario, lo que todos deseamos es que siga gobernando hasta el final de su mandato, para el cual todos –los que la votaron y los que no hicimos- la elegimos. Y, a la vez, que se haga cargo de todos y cada uno de los males que, desde el 25 de mayo de 2003, su ventrílocuo ha provocado –y lo sigue haciendo- al país.

Insistamos, entonces, con este concepto. No se discute la “gobernabilidad”, se discute la democracia.

Y es don Néstor quien la viola y la vulnera actuando, diariamente, contra los principios constitucionales que los argentinos, como sociedad, hemos decidido darnos. Es él, y sólo él, quien atenta contra la “gobernabilidad” de su mujer.

Hemos entrado, una vez más, en el nuevo juego perverso de este tirano, olvidando que lo ha inventado solamente para intentar evitar su futuro de preso común, cuando el país entero, incluidos sus cómplices –que lo odian-, lo arrastren por unos tribunales en los que los jueces, que están hoy amordazados por el Consejo de la Magistratura, se lanzarán en su persecución.

Kirchner les está pidiendo a los gobernadores e intendentes genuflexos que le permitan transformar su tiranía –en la cual quien se encarama al poder lo ejerce ilimitadamente y sin control- en una dictadura, es decir, en aquella institución de los romanos mediante la cual, en una situación de extrema gravedad, se otorgaba a un ciudadano poderes especiales y por un tiempo limitado.

Digámoslo con todas las letras y hasta quedarnos afónicos: Kirchner es un tirano. Y, peor aún, un tirano dispuesto absolutamente a todo para conservar el ilimitado poder al cual accedió hace ya seis años y medio.

Y hagámoslo para que el pueblo entienda que lo que está en juego es la libertad, es la democracia, es la República misma. Y que la derrota del Gobierno en las urnas no implicará, en modo alguno, un Apocalipsis.

Es imprescindible que divulguemos esta idea. Que tranquilicemos a aquéllos que tienen pánico al caos que, según don Néstor, se producirá en el país en caso de que el Frente para la Victoria perdiera las elecciones.

La Constitución Nacional tiene previstas todas las situaciones posibles para ese caso, se trate del abandono de su cargo por la Presidente, se trate de que continúe en el ejercicio del Gobierno en minoría parlamentaria.

No existirá caos alguno, salvo que el propio Kirchner quiera producirlo, lo cual no es descartable en absoluto. Tengámoslo claro, y no cedamos ante su chantaje.

Pero, además de todas las acciones tendientes a evitar el fraude que, con absoluta seguridad, será intentado en el Conurbano y en el NOA para compensar la inexorable catástrofe que les sobrevendrá, ocupémonos después de controlar al actual y al futuro Congreso.

Porque -mucho me temo- parte del caos que podría generar don Néstor será la sanción de leyes absurdas, votadas por los diputados y senadores que terminarán su mandato el 10 de diciembre, y por aquéllos que juren ese día, cobrando de la Banelco de doña Cristina.

Hace mucho tiempo que termino mis notas con la frase “lo que tenga que pasar, que lo haga pronto”. Debo agradecer que don Néstor me haya escuchado.

Bs.As., 13 Abr 09


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jueves, 9 de abril de 2009

¡Qué trabajo dan!

¡Qué trabajo dan!

Anoche, charlando con mi portero y hablando del Gobierno, me dijo: “Qué trabajo dan estos pibes!”.

Ayer por la tarde escribí una nota –“¿En manos de quiénes estamos?”- y, horas más tarde, don Néstor me dio una nueva inyección de asombro, bajo el lema “Todos para mí” con el que ha convocado a gobernadores e intendentes al auto magnicidio.

Gracias a Dios la universidad de la calle sigue funcionando y, más allá del disparate, la gente más humilde se da cuenta del problema fenomenal en que nos han metido los Kirchner.

Cualquiera que ha jugado en su vida una partida de ajedrez sabe cuando entregar el rey y darse por derrotado. Obviamente, don Néstor no lo ha hecho en toda su vida.

Acicateado por el miedo y la desesperación, sigue peleando una pelea imposible, en lugar de tratar de “arreglar” con propios y ajenos una salida auto-amnistiada. Y sigue tratando de incendiar el país a su paso.

Lo de anoche –la conminación a gobernadores e intendentes para que se inmolen con él en la pira funeraria del 28 de junio- me recuerda más a Atila que a Nerón.

Si consigue su propósito, esto es, si esos mandatarios actuales aceptan encabezar la derrota, habrán creado un inédito problema en las jurisdicciones que controlan (o controlaban hasta el 28 de junio).

¿Qué pasará entonces con los Gioja, con los Insfrán, con los Urtubey, con los Capitanich o con los Scioli?

Si resultan derrotados, ¿cómo gobernarán el resto del período constitucional?

Peor aún: si ganan, ¿de quién será el triunfo?

¿Creen, por ventura, que don Néstor les reconocerá haberle hecho un favor?

Basta con mirar la historia reciente para ver cómo trata Kirchner a sus “leales”. Felipe Solá, Gobernador entonces, con posibilidades concretas de ser reelecto –cierto, después de un debate constitucional- resignó esa opción por mandato de Kirchner, y éste le pagó con el ninguneo y la soledad.

¿Qué pueden esperar, después, quienes se hayan enterrado con él? ¿Imaginan probable que don Néstor cambie y dialogue y comparta el poder?

De los gobernadores del Frente para la Victoria y de los intendentes de sí mismos se puede decir de todo, menos que son idiotas o descerebrados.

¿Tanto es el agujero fiscal en las provincias y municipios como para obligarlos a subir a la pira? ¿Tanto miedo le tienen a la crisis que está llegando?

Debieran darse cuenta que ese pavor es, precisamente, el que llevó a don Néstor y a su vocera a adelantar las elecciones: la certeza más absoluta de que, en octubre, el país y los votantes –aún los cautivos- estarán mucho peor que en junio. Y, contra lo que opinan todos los analistas, creo que el segundo cordón bonaerense le dará una mala noticia al oficialismo en las urnas.

Hoy, por ese adelantamiento ordenado por el tirano, carecemos todos de tiempo para articular una plataforma común de políticas de estado. Nos ha dejado sin posibilidades de estructurar una plataforma estratégica común, dejando los caminos tácticos para llegar a ella a cada partido, con sus propios condicionamientos y particularidades.

Ahora mi propuesta es simple: debemos recorrer dos senderos paralelos. El primero, conversar con las fuerzas vivas de cada localidad, de cada provincia, para convencerlos de confrontar a los intendentes y gobernadores con la realidad sin velos, con la cremación a la que se exponen si acompañan el suicidio de Kirchner; el segundo, comprometernos –pero en serio- a fiscalizar las elecciones, para evitar el preparado fraude que nos tirarán don Néstor y sus cómplices encima.

Tenemos la posibilidad concreta de cambiar ya nuestro destino de decadencia, mal que le pese a la “condena al éxito” de Duhalde, pero eso requiere el esfuerzo de todos.

Trabajemos para echar a estos sátrapas a las fieras –la cárcel, el oprobio, el embargo de bienes- y pongámonos a trabajar para dar a la Argentina la seriedad y la continuidad en las reglas y la seguridad jurídica, indispensables para atraer inversiones.

No es tan complicado:
Pongamos al campo y a la industria vinculada a él a producir bienes exportables y, con ello, satisfagamos el hambre del mundo;
Subsidiemos la conversión de la industria argentina en una capaz de competir con los bienes de excelencia y alto precio que producen los mercados chicos, y dejemos de subsidiar la compra de automóviles y electrodomésticos importados;
Dejemos que ingresen los bienes baratos que producen otros países con economía de escala, para permitir que nuestros pobres e indigentes, mientras continúen siéndolo, puedan vestirse y calzarse;
Abramos los brazos a los que vengan a buscar petróleo y gas, a los que quieran generar energía hidráulica y eólica;
Permitamos que los chicos salgan de la calle y se eduquen –les sugiero un excelente artículo, “Laptops en la escuela uruguaya”, de Rodrigo Arboleda (
http://www.lanacion.com.ar/nota.asp?nota_id=1116717), un investigador del MIT, que demuestra que se puede- y evitemos la catástrofe a la que estamos llevando al futuro de nuestro país. .

He usado muchas veces una metáfora para describir a Argentina: la he comparado con un edificio de propiedad horizontal. Como el país, tiene un territorio –el propio edificio-, una población –sus habitantes- y una “constitución”, -el reglamento de copropiedad-; como hijos de inmigrantes y amantes de los “ladrillos”, tenemos en ese “territorio” nuestro bien más preciado.

Sin embargo, y pese a que la “constitución” dice cuándo podemos hacer ruidos molestos, a qué hora debemos sacar la basura, qué ascensor se debe usar para sacar a pasear al perro, etc., etc., jamás la hemos respetado y, mucho peor aún, hemos dejado su administración –el gobierno- al hijo delincuente del portero..

Hemos abjurado de nuestras obligaciones. Hemos preferido, como dijo Lugones, el tejido adiposo al músculo. Y así nos va.

Como saben quienes me siguen a través de estas notas, conservo la esperanza. Pero, poder permitir que ésta prospere, primero hay que ganar a esta banda –creo que Alí Babá reverenciaría su éxito- que hoy nos gobierna.

¡Feliz Pascua! ¡Feliz Pésaj!

Bs.As., 9 Abr 09

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miércoles, 8 de abril de 2009

¿En manos de quiénes estamos?

¿En manos de quiénes estamos?

Lo primero que todos debemos reconocer es que los Kirchner no nos dan respiro, convirtiendo nuestra realidad cotidiana en un tíovivo enloquecido.

Don Néstor juega a las escondidas con su candidatura a diputado o a senador por la Provincia de Buenos Aires, distrito con el que no tiene más raigambre que su transitorio dormitorio en Olivos y el alquilado afecto de los “barones” como Ishii, Curto, Pereyra, Cariglino, etc.

Mientras tanto, reparte trompadas como un boxeador borracho, ahíto de golpes recibidos y aterrado por el derrumbe que lo conducirá, no lo dudo, a la cárcel y al oprobio.

Habla de traidores, como dueño de la lealtad, cuando no ha dejado nada ni nadie por traicionar, incluyendo a su propia e inventada “transversalidad” y a su “padrino” de Lomas de Zamora.

Ningunea, impúdica e impunemente, al Vicepresidente de la República y, hasta que descubre su propia torpeza y consigue juntar a una banda de guardaespaldas, desconoce la muerte de Alfonsín.

Sigue gritando destempladamente contra el FMI, mientras sus escuderos, en las sombras, tratan de negociar un camino silente que le permita cuadrar los números, al menos hasta las elecciones.

Por su parte, doña Cristina no se queda atrás. Sigue repitiendo, en toda la geografía mundial, el disco que don Néstor le insertara, para reemplazar su manipulación directa cuando está presente.

Habla de diálogo mientras suspende las reuniones de sus ministros con el campo, continuando por un camino que ya nos ha llevado al abismo.

Habla de democracia mientras despotrica contra cualquiera que no se haya sometido al más despiadado vasallaje y a la más innoble genuflexión.

Habla de distribución de ingresos en Jujuy mientras, a su alrededor, el dengue, el cólera y el mal de Chagas hacen epidémicos y endémicos estragos en la población más marginada de la Argentina, a la cual su clientelismo le niega también la educación, la justicia y la salud.

Habla de federalismo y de unidad, mientras la concentración de recursos públicos en manos de su marido ha puesto a las provincias empobrecidas al borde de la emisión de patacones y demás bonitos.

Habla de los pudientes del campo, exhortándolos a compartir sus bienes, mientras luce con descaro sus enloquecidos vestuario y joyero, o mientras se refugia en sus propiedades patagónicas.

Habla de honestidad, mientras se roba, con la complicidad de muchos, los bienes públicos, aún aquéllos que no están sometidos a su cuidado.

Habla de coherencia, mientras veta una ley votada por unanimidad para proteger los glaciares de la destrucción minera.

Habla de falta de proyectos de la oposición, mientras cuánto ha hecho su marido desde que asumiera en 2003 hace agua, y no precisamente por la crisis externa.

Habla de la inmoralidad de los cortes de rutas de los chacareros, mientras mira para otro lado cuando los D’Elía toman comisarías o invaden propiedades de argentinos y extranjeros, o los Pérsico destruyen edificios públicos o invaden ministerios, o los de La Cámpora cortan calles y avenidas, o los piqueteros del puente de Gualeguaychú cortan durante años un paso fronterizo.

Habla de dar lecciones a los países centrales, mientras la falsificación de los datos y de las estadísticas que inauguró su marido y que ella ha continuado nos marginan de un mundo al borde de la locura y nos excluyen de cualquier ayuda financiera.

Y ahora llega Scioli, dispuesto a arder en la pira funeraria de don Néstor, analizando renunciar a su cargo –como ya hiciera, en su momento, Ruckauf- en una provincia incendiada por la inseguridad y el desempleo, para encabezar el tren fantasma bonaerense rumbo a la Cámara de Diputados.

Ese Scioli que nada tiene que envidiar a Chance Gardiner en el “Desde el Jardín” de Jerzy Kosinsky, inmortalizado por Peter Sellers en la pantalla.

Ese Scioli que, imitando a su inspirador, balbucea palabras huecas como “fuerza”, “trabajo”, “voluntad”, mientras los traficantes, los asesinos, los ladrones y los violadores pasean a sus anchas por un territorio ya considerado “zona liberada”.

Ese Scioli que da pena y vergüenza ajena cuando responde a interrogatorios cada vez más osados –parece que se acabó el miedo a Kirchner de los periodistas- sobre su gestión y la de su jefe.

Ese Scioli que hace un cada vez más precario equilibrio sobre el filo de la navaja que Kirchner ha puesto bajo sus pies, mientras ve esfumarse un prestigio que nadie racional hubiera podido otorgarle.

A los tres se les nota ya el pánico y la desesperación. Pero el primero, el que mueve los hilos de las otras marionetas, es el más peligroso.

Cada día se acentúa más su parecido a Nerón. ¿Qué estará dispuesto a incendiar antes del final?

Bs.As., 8 Abr 08
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jueves, 2 de abril de 2009

Un último favor

Un último favor

Alfonsín ha muerto pero la vida continúa, aún en la era oscura del kirchnerismo.

No voy a reiterar el panegírico de don Ricardo –ya lo hice en “Con profundo dolor”, una nota que se encuentra en mi blog- ni a intentar emular aquí a las importantes plumas, nacionales y extranjeras, que lo despidieron en estos días.

En cambio, pretendo analizar qué puede significar este funeral, de cara a las elecciones legislativas del 28 de junio, para el futuro inmediato de los argentinos.

¿Quién no ha recordado que el Gobierno que lo antecedió, con su fracaso en Malvinas y la muerte de tantos héroes, permitió la apertura democrática?

¿Quién no se ha conmovido ante el espectáculo fantástico de la actual multitud esperando horas, aún bajo la lluvia, para despedir al difunto Presidente?

La pregunta es casi obvia: en esa muchedumbre, a la cual bandadas de movileros de radio y televisión dieron voz, y que habló de honestidad, de diálogo y, sobre todo, de democracia y de república, ¿cuánto influirá ese reclamo en la decisión del voto?

Que va a tener influencia resulta innegable, pues ni siquiera la corta memoria de los argentinos apaga los hechos en menos de noventa días. La emoción y el dolor han sido tan fuertes que, con toda seguridad, el recuerdo llegará hasta el momento de las urnas. Y, con ello, Alfonsín habrá hecho un último favor a la democracia argentina, aún en deuda con la sociedad.

¿A quién perjudicará y a quién beneficiará ese recuerdo?

El primer perjudicado, creo, será el oficialismo. Los K, ambos, han hecho de la falta de diálogo, aún con su propio Gabinete, una forma de hacer política.

Don Néstor y su vocera han enfrentado y humillado a muchos sectores, y los han transformado en enemigos. De ello pueden dar cuenta la Iglesia, las Fuerzas Armadas, la justicia, el campo, el interior, los medios no adictos, los empresarios y, más recientemente, los propios obreros.

Quienes aún no lo han hecho –Don Hugo y sus “Gordos” y los “barones” del Conurbano- pronto descubrirán, también, que el rey está desnudo, sobre todo de dinero.

Que las promesas que han recibido en estos días –de cargos en las listas y de cabezas (en especial, la de Ocaña) en el caso de los primeros, y de obras públicas y de dinero para clientelismo, en el de los segundos- no podrán ser cumplidas por quienes ya están rasguñando el fondo de la lata y rompiendo todas las alcancías, sobre todo, las ajenas.

El “Momo” Venegas, líder de los trabajadores rurales y, por ende, una potencia fuerte en el esquema gremial, ha conducido ya a varios sindicatos a la oposición, es decir, al Pro Peronismo. Y muchos lo seguirán más pronto que tarde.

Los intendentes están mirando, con desesperación, que los Kirchner comienzan a ser mala palabra, aún entre los más pobres entre los pobres, esos que dependen de los planes y de las dádivas, aterrorizados por el avance de una peste –el dengue- a la que el oficialismo, criminalmente, ha ignorado hasta ahora. Además, aún ellos, están hartos del desprecio y de la desidia a las que los someten, en los años no electorales, esos caudillos de pacotilla.

Esos “barones” se aterran ante la posibilidad, ya cierta, de perder la mayoría en sus respectivos consejos deliberantes, llave maestra del poder territorial. Acompañarán a don Néstor hasta la puerta del cementerio pero, salvo que la inercia los lleve al interior, no se enterrarán con él.

Otro perjudicado puede ser el peronismo de verdad (es decir, no el falso de los Kirchner).

Y puede serlo porque los gobiernos justicialistas, debo confesarlo, han dejado mucho que desear, especialmente frente a la agigantada imagen de don Ricardo Alfonsín muerto.

Creo que no escapa a ningún análisis que lo que se está viendo en el Congreso no es un mero desfile de radicales. Ante el féretro ha desfilado una enorme representación de la Argentina toda, especialmente de jóvenes, muchos de los cuales no habían llegado a la edad habilitante para votar en 1983 o, ni siquiera, habían nacido para entonces.

Es menester recordar una frase atribuida al General Perón en el exilio: “no es que hayamos sido buenos gobernando, sino que lo hicieron después fueron mucho peores”.

Y, en el imaginario popular, eso es lo que está sucediendo frente al cadáver yacente. Los argentinos están recordando, como siempre ocurre con los muertos, lo bueno del gobierno de don Ricardo.

Es significativo que la mayoría de las notas referidas al tema que han integrado los “Artículos Recomendados” que distribuyo diariamente hayan puesto el acento en el diálogo, la paz, la honestidad y la democracia. Y me refiero a todo el espectro de los autores, incluidos aquellos que, con paros generales y con una cerril oposición, dificultaron tanto la gestión de Alfonsín.

Ello está hablando a las claras de las demandas actuales de la sociedad. Es cierto que mañana mismo volverá la preocupación ciudadana por la seguridad, por la desocupación, por Tartagal y por el dengue. Pero desoír cuanto se dijo en estos días de luto y recogimiento sería suicida para los políticos.

Alfonsín, con su muerte, ha hecho un último favor a la democracia argentina. Le ha recordado lo necesidad de volver a las fuentes en materia de convivencia, del derecho de todos a exigir que los grandes temas (justicia, educación, seguridad, salud, distribución justa del ingreso, relación con el mundo, producción y libertad) sean convertidos, mediante un profundo intercambio de ideas, en verdaderas políticas de Estado, es decir, en aquellas cosas con las que no se juega porque no tienen repuesto, como decía Serrat.

Y favorecerá, con ello, a los candidatos que mejor expresen esa vocación por el diálogo y la concertación, que cuenten con la honestidad clara entre sus virtudes, que sean vistos como democráticos y pacíficos.

Espero que todos, dirigentes y dirigidos, aprovechemos este último favor de don Ricardo. Argentina se lo merece.

Bs.As., 2 Abr 09
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