El que avisa no es traidor
La frase que da título a esta nota es uno de los apotegmas del peronismo, como es bien sabido.
Anoche, desde el Luna Park y frente a un público heterogéneo, formado por piqueteros K, Madres y Abuelas de Plaza de Mayo, kirchneristas de paladar negro y otras variantes de la pseudo izquierda vernácula, don Néstor, muy suelto de cuerpo, largó “Si perdemos, el país volverá al 2001”.
Una exégesis simplista del discurso podría llevarnos a pensar que, por primera vez, Kirchner considera a la derrota del oficialismo el 28 de junio como probable. Y, entonces, adjudicaríamos la intencionalidad de este aviso a una fuerte convocatoria a su militancia –real o alquilada- para que haga campaña a favor de las listas K de diputados y senadores.
Si fuera sólo esa la idea que lo impulsó a formular ese anuncio, hasta deberíamos considerarlo positivo, toda vez que hará que muchos, que hoy dudan acerca de la conveniencia de saltar el férreo cerco que ha establecido don Néstor en torno a sus tropas, trate de hacerlo antes del hundimiento final del buque del Frente para la Victoria.
En ese sentido, rápidamente salió a responderle Alberto Fernández, quien hoy dijo que “si se vuelve al 2001, es porque fracasamos”. Más allá de las inmediatas descalificaciones que recibió el defenestrado ex Jefe de Gabinete, es obvio que le asiste toda la razón.
Si, después de seis años de crecimiento inédito en la historia económica argentina de los últimos ochenta años –por cierto, no por obra de don Néstor o de doña Cristina-, Argentina volviera a caer al terrible foso en el que se hundió en diciembre de 2001, tal caída sólo podrá ser atribuible al modo en que Kirchner condujo, desde 2003, la marcha del país.
Don Néstor ha creído que podría hacer con la economía lo que se le antojara sin pagar los costos de tales disparates, pero esa ciencia siempre termina pasando la factura a quienes ignoran o desprecian sus reglas.
Y esto es lo que ha pasado. La destrucción de la autosuficiencia energética, del campo y del interior, de las instituciones de todo nivel, y todo ello en medio de una bonanza económica que no tuvieron Alfonsín, Menem, De la Rúa ni Duhalde, habla a las claras de cómo ha sido la conducción económica del país por parte de este alienado.
Sin embargo, creo que la verdadera exégesis del discurso de ayer debe llevarnos a otra conclusión: Kirchner nos avisó.
Nos hizo saber qué va a suceder en Argentina cuando –no, “si”- pierda las elecciones de mitad del mandato de su delegada y vocera: sumergirá al país en un caos y, para que tuviéramos una idea cierta acerca de qué tipo de turbulencias nos esperan, recurrió a diciembre de 2001, cuando los conflictos y desórdenes dejaron más de veinte muertos en las calles.
Y creo que ese debe ser el sentido que debemos darle a su aviso, precisamente porque lo hizo frente a sus “fuerzas de choque”, los piqueteros K que son capaces, y lo han demostrado en reiteradas oportunidades, de cualquier estropicio, especialmente si el pago de sus acciones se hace efectivo en droga.
Cuando he hecho público esta certeza, en general se me ha respondido que esos piqueteros carecen de la ideología y la fuerza moral que motivó, equivocadamente, a los guerrilleros de los 70’s, hoy encaramados al poder y gozando de las prebendas del oficialismo. Consecuentemente, según esa corriente, hoy Kirchner no dispondría de gente suficiente para desencadenar el caos; para rebatirla basta pensar cuánta gente tenían ERP y Montoneros sobre las armas cuando desencadenaron la peor tragedia de la historia argentina: no pasaban de 10.000 en todo el país.
Además, Quebracho, el Frente Darío Vive, la Juventud Guevarista, y muchas otras siglas, encapuchados y con palos, dicen don Néstor puede contar con esa cantidad y, si a esa vocación por la violencia, le sumamos el pago en paco o en cocaína, podremos convencernos de lo contrario.
Que los jóvenes enviciados por el paco son capaces de matar, a veces hasta después de robar exitosamente, dan cuenta los diarios de todo el país todos los días. Y si se los arma con equipos sofisticados, traídos por aviones venezolanos y con entrenadores cubanos, tendremos la materia prima necesaria para lograr el objetivo buscado por Kirchner y que éste nos comunicó ayer ominosamente: si pierde, volveremos al caos del 2001.
Creo que es a ese escenario al que debemos estar preparados, porque su derrota –medida en la pérdida de sus mayorías legislativas- es un hecho, pero también lo es la capacidad de daño y destrucción de la que aún dispone.
Simplemente espero que, como le sucedió a Hitler cuando, en el colmo de su demencia y antes de la retirada militar, ordenó quemar Paris, al final nadie lo obedezca. Pero no tengo, al respecto, demasiadas ilusiones.
Espero, fervientemente, equivocarme en todo.
Bs.As., 28 Abr 09
La frase que da título a esta nota es uno de los apotegmas del peronismo, como es bien sabido.
Anoche, desde el Luna Park y frente a un público heterogéneo, formado por piqueteros K, Madres y Abuelas de Plaza de Mayo, kirchneristas de paladar negro y otras variantes de la pseudo izquierda vernácula, don Néstor, muy suelto de cuerpo, largó “Si perdemos, el país volverá al 2001”.
Una exégesis simplista del discurso podría llevarnos a pensar que, por primera vez, Kirchner considera a la derrota del oficialismo el 28 de junio como probable. Y, entonces, adjudicaríamos la intencionalidad de este aviso a una fuerte convocatoria a su militancia –real o alquilada- para que haga campaña a favor de las listas K de diputados y senadores.
Si fuera sólo esa la idea que lo impulsó a formular ese anuncio, hasta deberíamos considerarlo positivo, toda vez que hará que muchos, que hoy dudan acerca de la conveniencia de saltar el férreo cerco que ha establecido don Néstor en torno a sus tropas, trate de hacerlo antes del hundimiento final del buque del Frente para la Victoria.
En ese sentido, rápidamente salió a responderle Alberto Fernández, quien hoy dijo que “si se vuelve al 2001, es porque fracasamos”. Más allá de las inmediatas descalificaciones que recibió el defenestrado ex Jefe de Gabinete, es obvio que le asiste toda la razón.
Si, después de seis años de crecimiento inédito en la historia económica argentina de los últimos ochenta años –por cierto, no por obra de don Néstor o de doña Cristina-, Argentina volviera a caer al terrible foso en el que se hundió en diciembre de 2001, tal caída sólo podrá ser atribuible al modo en que Kirchner condujo, desde 2003, la marcha del país.
Don Néstor ha creído que podría hacer con la economía lo que se le antojara sin pagar los costos de tales disparates, pero esa ciencia siempre termina pasando la factura a quienes ignoran o desprecian sus reglas.
Y esto es lo que ha pasado. La destrucción de la autosuficiencia energética, del campo y del interior, de las instituciones de todo nivel, y todo ello en medio de una bonanza económica que no tuvieron Alfonsín, Menem, De la Rúa ni Duhalde, habla a las claras de cómo ha sido la conducción económica del país por parte de este alienado.
Sin embargo, creo que la verdadera exégesis del discurso de ayer debe llevarnos a otra conclusión: Kirchner nos avisó.
Nos hizo saber qué va a suceder en Argentina cuando –no, “si”- pierda las elecciones de mitad del mandato de su delegada y vocera: sumergirá al país en un caos y, para que tuviéramos una idea cierta acerca de qué tipo de turbulencias nos esperan, recurrió a diciembre de 2001, cuando los conflictos y desórdenes dejaron más de veinte muertos en las calles.
Y creo que ese debe ser el sentido que debemos darle a su aviso, precisamente porque lo hizo frente a sus “fuerzas de choque”, los piqueteros K que son capaces, y lo han demostrado en reiteradas oportunidades, de cualquier estropicio, especialmente si el pago de sus acciones se hace efectivo en droga.
Cuando he hecho público esta certeza, en general se me ha respondido que esos piqueteros carecen de la ideología y la fuerza moral que motivó, equivocadamente, a los guerrilleros de los 70’s, hoy encaramados al poder y gozando de las prebendas del oficialismo. Consecuentemente, según esa corriente, hoy Kirchner no dispondría de gente suficiente para desencadenar el caos; para rebatirla basta pensar cuánta gente tenían ERP y Montoneros sobre las armas cuando desencadenaron la peor tragedia de la historia argentina: no pasaban de 10.000 en todo el país.
Además, Quebracho, el Frente Darío Vive, la Juventud Guevarista, y muchas otras siglas, encapuchados y con palos, dicen don Néstor puede contar con esa cantidad y, si a esa vocación por la violencia, le sumamos el pago en paco o en cocaína, podremos convencernos de lo contrario.
Que los jóvenes enviciados por el paco son capaces de matar, a veces hasta después de robar exitosamente, dan cuenta los diarios de todo el país todos los días. Y si se los arma con equipos sofisticados, traídos por aviones venezolanos y con entrenadores cubanos, tendremos la materia prima necesaria para lograr el objetivo buscado por Kirchner y que éste nos comunicó ayer ominosamente: si pierde, volveremos al caos del 2001.
Creo que es a ese escenario al que debemos estar preparados, porque su derrota –medida en la pérdida de sus mayorías legislativas- es un hecho, pero también lo es la capacidad de daño y destrucción de la que aún dispone.
Simplemente espero que, como le sucedió a Hitler cuando, en el colmo de su demencia y antes de la retirada militar, ordenó quemar Paris, al final nadie lo obedezca. Pero no tengo, al respecto, demasiadas ilusiones.
Espero, fervientemente, equivocarme en todo.
Bs.As., 28 Abr 09
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