martes, 21 de abril de 2009

Para qué debemos prepararnos

Para qué debemos prepararnos

Hace una argentina eternidad –concretamente, el 17 de diciembre de 2008- publiqué en mi blog (
www.egavogadro.com.ar) un artículo, al que llamé “El aterrador futuro inmediato”; luego, apareció publicado en www.lacajadepandoraonline.com, en www.politicaydesarrollo.com.ar, en www.periodismodeverdad.com.ar, en www.tabanoconsultora.com.ar, en www.notiar.com.ar y en www.newpolitic.com.-

En esa nota, cometí uno de mis muchos errores, pues estimé que, entre febrero y marzo, el tsunami de la crisis internacional llegaría a nuestro país y, obviamente, lo está haciendo recién ahora.

Desde entonces, mucha agua ha pasado bajo el puente, y don Néstor ha conseguido imponer, hasta ahora, su agenda a los argentinos. Primero, con el adelantamiento de las elecciones; más recientemente, con la propuesta insensata de las candidaturas “testimoniales” y el acollaramiento a Scioli.

Sin embargo, y pese al increíble poder que conserva Kirchner, creo que esa crisis internacional, que se suma a la nacional preexistente, será la que imponga, en Argentina, la verdadera agenda. Cuando lleguen el desempleo masivo, la inflación desatada y la recesión se torne innegable, encontrarán al Gobierno desarmado de herramientas para hacerles frente.

Más allá de que todos estos hechos generados en la alcoba nupcial de Olivos son nada más que manotazos de ahogado, ante la realidad que muestran hasta las encuestas contratadas por el propio Gobierno, creo que don Néstor y su vocera conservan una enorme capacidad de fuego y, consecuentemente, no debemos dejar de pensar en qué puede suceder en lo inmediato, y para qué debemos prepararnos.

Estimo que a nadie le quedan ya dudas acerca de que la pareja imperial constituida por el ventrílocuo y su muñeca han decidido, como se dice en la calle, venir por todo.

Cuando publiqué mi opinión acerca de qué haría don Néstor y su cómplice Boudou con las acciones de distintas compañías que constituían los activos expropiados a los aportantes al sistema de jubilación privado, disentí –otro error cometido- con un querido y respetado amigo, quien me aseguró –como está sucediendo, efectivamente, ahora- que los Kirchner usarían esas acciones para sentarse en los diferentes directorios empresariales y obtener de esas sociedades fondos para perpetuarse en el poder.

Ese ejemplo es sólo uno más. Pero no es un manotazo de ahogado, como los otros enumerados. Forma parte de un plan estratégico para permanecer a cualquier precio o, al menos, retirarse con impunidad frente a los delitos cometidos.

Aún existen otros factores que pueden llegar a complicar, y mucho, el tránsito hasta la fecha elegida para las elecciones. Me refiero a la desocupación masiva, que ya ha hecho su aparición, por más que el Gobierno intente ocultarla y que, sumada a la inflación real está incendiando el Conurbano, y a la inseguridad, que ya se ha convertido en la principal preocupación de todos y frente a la cual ni doña Cristina ni el inefable don Daniel parecen saber cómo actuar.

Otro elemento a considerar es cuántos de los intendentes del segundo y del tercer cordón seguirán a don Néstor y, en las elecciones, estarán dispuestos a enterrarse con él. Si Kirchner tuviera que cumplir, seriamente, con los compromisos de campaña que ha asumido en el quincho de Olivos, no le alcanzaría toda la plata de la ANSeS para hacer tantas obras de infraestructura, tantas escuelas, tantos barrios de viviendas, tantos pavimentos. ¿Hasta cuándo arriesgarán su poder territorial en pos de un dinero que no llegará?

La misma pregunta, en realidad, puede hacerse respecto al propio Scioli, por muy deficitarias que tenga las cuentas provinciales. ¿Hasta qué punto seguirá dispuesto a incinerar su inexplicable prestigio actual y su futuro político por atar su suerte al carro derrotado de don Néstor? Cuando tenga que tomar la decisión definitiva, es decir, el 8 de mayo, estará a sólo 50 días de las elecciones, un lapso breve para soportar conflictos, especialmente si descubre que el 29 de junio su actual patrón no tendrá cómo ayudarlo, ni querrá hacerlo.

Lamentablemente, los tres resultados posibles para el kirchnerismo y para el país son pésimos para éste.

Si gana el Gobierno las elecciones, esto es, si conserva la mayoría en ambas cámaras del Congreso, se convertiría en el peor escenario posible, porque un Kirchner ensoberbecido podría llegar a intentar una réplica de la “revolución bolivariana”, ese engendro inventado por su amigo Chávez, y comenzar entonces a expropiar empresas, intervenir o monopolizar el comercio exterior, enmudecer a la prensa de todo tipo y meter presos a sus adversarios.

Si empata, el escenario no dejaría de ser complicado, puesto que el país entraría en un impasse complicado, sin posibilidades de avanzar hacia una mejora en la calidad institucional y en la seguridad jurídica.

Y si pierde, que –estoy convencido- es lo que sucederá, también será malo el panorama, porque los diputados y senadores electos no se sentarán en sus bancas hasta el 1° de marzo de 2010, dando tiempo a Kirchner, aún con su menguada caja, para cometer cualquier dislate imaginable y conseguir que quienes cumplirán sus mandatos el 10 de diciembre y no hayan sido reelegidos voten cualquier cosa que les ordene después de alquilar sus voluntades con la Banelco.

Hace mucho tiempo, más de tres años, dije que a éstos no los sacaríamos con cacerolazos, con golpes de carrito de supermercado y, ni siquiera, con votos. Desde entonces, el accionar de don Néstor no ha hecho más que confirmar mi pronóstico, pues ha quedado demostrado que está dispuesto a todo antes de caer; y cuando digo ‘todo’ quiero dejar librado a la imaginación del lector qué cabe en esa palabra. Por mi parte, estoy seguro que ‘todo’ incluirá la destrucción real y concreta del país, si le resulta necesario.

Como país, como pueblo, estamos condenados a cruzar este Jordán, sin la ayuda de Dios para que divida las aguas. Correremos, como sea, peligro de que se ahoguen muchos, pero los que queden y lleguen a la otra orilla, estoy convencido que habrán, esta vez, aprendido que un país debe ser serio y confiable para recibir las imprescindibles inversiones que permitan su desarrollo y el bienestar de su gente.

Habrán aprendido, además, qué no se debe hacer, a riesgo de volver a caernos del mapa; cosas tales como degradar la educación pública, como hambrear y empobrecer a la población, como pelear con los países más respetables y aliarse con los que tienen gobiernos de pacotilla, como violar a la Justicia, como amordazar a la prensa, como destruir toda estadística confiable del país, como ignorar la salud pública, como quebrar todas las instituciones y todos los organismos de contralor, y miles de etcétera que esta nefasta pareja y su banda nos han enseñado.

¡Dios me oiga!

Bs.As., 21 Abr 09
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