Made in USA
por Enrique Guillermo Avogadro (Nota N° 958)
“Cada partido y cada institución relevante tenía su propia prensa. La información, para esa
prensa, no era la búsqueda de la verdad, sino ganar espacio y vencer a enemigo particular”.
Ryszard Kapuściński
Sin lugar
a dudas, el acontecimiento de la semana fue el debate entre Kamala Harris y
Donald Trump, que concitó justificadamente la atención masiva en todos los
países, toda vez que dentro de sólo 51 días se dirimirá quién gobernará la
primera potencia global y, con ello, diseñará la geopolítica mundial de los
próximos cuatro años. Estuvieron seguramente muy atentos los gobiernos de
Taiwan y Filipinas, de Israel e Irán, de Ucrania y Rusia, de Venezuela y Cuba,
de China y de Corea del Norte, la OTAN, la Comunidad Europea, la ONU y los
hutíes que controlan la entrada al Mar Rojo, o sea, aquéllos inmersos en
conflictos bélicos o políticos de alta o baja intensidad.
Seguramente
por el desconcierto que causó en la campaña republicana el cambio de
contendiente tras la renuncia de Joe Biden a buscar la reelección, en general
la prensa norteamericana adjudicó a la actual Vicepresidente la victoria, pero señalando
el alto nivel de desconocimiento que aún la afecta, y por ello puso en duda que
el evento haya servido para marcar un quiebre en una carrera que está
prácticamente empatada, con una sociedad que sufre una virulenta grieta,
similar a la de tantos otros países, como Brasil, España y, por supuesto,
nuestra Argentina.
En los
Estados Unidos, donde el voto no es obligatorio y hay que anotarse previamente
para ejercer ese derecho, los ciudadanos de cada Estado eligen representantes
al Colegio Electoral. Hay sólo dos partidos políticos importantes (Republicano
y Demócrata) y el que gana en un Estado, se lleva todos los delegados
atribuidos al mismo; la cantidad que corresponde a cada uno de ellos no está
vinculada a su población o a su PBI.
Ese
Colegio está integrado por 435 representantes estaduales más 3 por la capital,
Washington DC, y 100 senadores; o sea, suma 538 delegados y, para hacerse con
la Presidencia del país, un candidato debe reunir un mínimo de 270 voluntades. En
caso de empate, la Cámara de Representantes (Diputados) elegirá al Presidente y
el Senado al Vicepresidente. Como ya dije, creo que se repetirá este 4 de
noviembre el resultado de 2016, cuando Hillary Clinton obtuvo casi tres
millones de votos más que Trump pero éste mayor cantidad de delegados
electorales y ganó la Presidencia.
El otro
episodio relevante fue el asilo político que concedió , a tono con el
generalizado respaldo de la Comunidad Europea, el Congreso español –no el
gobierno de Pedro Sánchez- a Edmundo González Urrutia, a quien reconoce como
Presidente electo de Venezuela, a pesar del masivo fraude que perpetró el
tirano Nicolás Maduro para perpetuarse, mientras continúa secuestrando,
torturando y asesinando a la población civil, y más de ocho millones de
ciudadanos han debido emigrar; hay ya un proceso en marcha, en la Corte Penal
Internacional, contra él y muchos de sus cómplices, todos socios y aliados de
Néstor y Cristina Kirchner, por la comisión masiva de delitos de lesa
humanidad.
En su
país, el fuerte liderazgo de María Corina Machado, una verdadera heroína,
mantiene unida a la oposición y sus seguidores superan el miedo y siguen
saliendo a la calle a manifestar su descontento, tanto contra ese fraude cuanto
por la terrible situación económica que atraviesa Venezuela, otrora
inmensamente rica, después de veinticinco años de chavismo saqueador en el
poder. Nada que sorprenda a los argentinos, que vivimos un proceso similar
durante dieciséis años de populismo ladrón.
Volviendo
a nuestro cotidiano peregrinar, felicito a Javier Milei por haberse recibido de
político. Su negociación tan positiva con algunos miembros de la oposición le
permitió blindar su veto a la irresponsable modificación el régimen
jubilatorio, una ley sancionada por el H° Aguantadero sin explicar de dónde
surgirían los fondos necesarios para atenderla. Los mismos que aplaudieron
hasta que les sangraron las manos los disparates previsionales de Cristina
Fernández (la confiscación de las AFJP y la incorporación al sistema, ya quebrado
por la informalidad del 50% de nuestra economía, de varios millones de
jubilados que no habían efectuado los aportes necesarios) ahora se disfrazaron
de generosos reyes magos sólo para hacer pagar al Gobierno un enorme costo
político.
Las
críticas a los diputados del radicalismo que, cambiando su postura, permitieron
al Gobierno ese logro me parecen injustificadas. Las bancas legislativas no
pertenecen a los partidos sino que quienes las ocupan son elegidos por aquéllos
a quienes deben representar, aunque las famosas listas-sábana (a punto de
extinguirse, para bien de la República) hayan degradado ese rol constitucional.
Estas negociaciones, como las que ahora lleva adelante Milei, son absolutamente
normales en los países civilizados, en especial en aquéllos que utilizan
sistemas parlamentarios como los europeos.
La misma conducta
falsamente progresista se repitió con el aumento, que será vetado por el
Presidente, de la financiación de las universidades, esa enorme caja que
beneficia a la UCR en la UBA y al kirchnerismo en las decenas inauguradas, sin razón
alguna, en todo el país, sobre todo en el Conurbano bonaerense, la mayoría de
las cuales carece de real nivel académico. El colmo de esa puerca política fue
el absurdo reconocimiento, con la asignación de monumentales fondos públicos
para solventarla, a la Universidad de las Madres de Plaza de Mayo que, en
tantos años de funcionamiento, no logró graduar ni siquiera a un centenar de
alumnos.
Bs.As.,
14 Sep 24
Publicado en:
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