“O
Flameará sobre sus Ruinas”
“Parece una
broma de pésimo gusto proponer el reemplazo de un instrumento monetario fundado
en los atributos personales de quienes los identifican cuando, puesto en
términos de poder adquisitivo, no alcanzarían seis de estos nuevos "Evita" para sustituír un "Roca" del momento de su emisión
original”.
Ricardo
Saldaña
El genial
punto de vista con que mi amigo Ricardo ha analizado la medida impuesta por la
sola voluntad imperial desnuda el discurso oficial en materia de inflación,
causa primaria de los males que aquejan a la economía argentina y llevan a la señora
Presidente a arrasar, día tras día, con todas las leyes, Constitución Nacional
incluida.
Los
dólares del “yuyito” sólo comenzarán
a ingresar en las arcas del Banco Central a partir de abril o mayo del año que
viene, y nadie sabe hoy si los productores, imbuidos para entonces de un
espíritu de lucha colectivo ahora ausente, preferirán retener y vender más
tarde. Todos los rumores que circulan en medios agropecuarios sobre una
eventual prohibición de fabricar silo-bolsas no hacen más que reflejar esa
preocupación oficial. Y en el mismo sentido va la medida de pesificar el mercado de futuros,
herramienta indispensable para el campo que, de concretarse, tendrá efectos tan
devastadores como lo fue la prohibición, en 2006, de exportar carne. Doce
millones de cabezas menos, la pérdida de innumerables mercados, el
incumplimiento de la cuota Hilton, el aumento de los precios internos y la notable
reducción en el consumo de carne per cápita fueron las consecuencias directas
de la intervención en el sector de gente que, además de ignorar absolutamente
el tema, sólo piensa en la semana próxima y desdeña el largo plazo. Al conocer
la medida, quien esto escribe, que en materia de tierra sólo tiene las macetas
de su balcón, preanunció exactamente estos efectos en una nota que se llamó “Lo
inexplicable …” (http://tinyurl.com/csqsd6w); si tiene interés en comprobarlo, bastará con que “pinche”
este link.
El
discurso de ayer de Hugo Luis Biolcati en la Sociedad Rural –por cierto, el
mejor que le he escuchado- puso el acento donde debía, trascendiendo al campo y
refiriéndose a toda la ciudanía, exigiéndole que reclame, ni más ni menos, el
respeto a la Constitución y a la ley, sobre todo en materia de derechos
individuales.
Por
pisotearlos desde su origen y por incapacidad e ignorancia de quienes han sido
encargados de la gestión, sin olvidar la necesidad de mantener cautivo a un
electorado dependiente de ya impagables subsidios, el cristi-kirchnerismo ha perdido la oportunidad de transformar el
país en una nación próspera y respetada, utilizando los enormes recursos que
ingresaron precisamente, porque otras naciones –sobre todo, China, Brasil,
Sudáfrica e India- hicieron las cosas bien.
Hace
algún tiempo, luego de la confiscación lisa y llana de la mayoría de las
acciones de YPF, escribí una nota a la que titulé “Más cuentos que chinos” (http://tinyurl.com/c5tlpba). Dije
en ella que nadie vendría a invertir en un país que desconoce, y hace gala de
ello, todas las reglas de juego. Uno, además, tan complicado como el del
petróleo, donde los riesgos y los beneficios –cuando quienes asumen los
primeros pueden llevárselos- son enormes; pronostiqué, entonces, que nadie
llegaría nuestras playas para desarrollar, mientras no garanticemos seguridad
jurídica, los yacimientos descubiertos por Repsol. La abierta intervención en
el sector que la nueva Comisión de Planificación y Coordinación Estratégica del
Plan Nacional de Inversiones en Hidrocarburos -¡qué rimbombantes son los
títulos en este “modelo de acumulación y distribución con matriz diversificada”!-,
cuyo comando se ha encomendado al doctorado pero inexperto valido de nuestra Presidente, no ha sido más que la frutilla de un
postre indigesto para los mismos capitales a los que Galuccio intenta vanamente
seducir.
No
resulta un dato menor para este análisis la afirmación del mismo “pendex”, como identificó a Axel Kicilof
tan chabacanamente la propia Cristina, en el sentido de calificar como “liberal”
y “retrógado” el concepto de destinar prioritariamente los fondos de los
jubilados a pagar a éstos sus enormes acreencias insatisfechas. Es una mala
traducción de otras realidades: en Chile y en Brasil, por ejemplo, son los
fondos de pensión quienes financian los grandes proyectos de infraestructura y,
en muchos casos, se asocian a éstos; sin embargo, olvidó don Alex que, en forma
intencional, aquí se obligó a las extintas AFJP’s a comprar enormes cantidades
de bonos oficiales y, cuando no resultó suficiente para el apetito oficial, simplemente
se las confiscó, incluyendo los ahorros voluntarios de muchos futuros pasivos.
Tampoco dijo nada sobre el notable achatamiento de la pirámide de las
jubilaciones, que ha llevado a que el 90% de los haberes corresponda al mínimo
legal que, por cierto, no alcanza a cubrir ni la canasta básica dibujada por el
Indec, o sobre la gigantesca montaña de juicios previsionales, en los que el
Estado actúa sólo para demorar el pago de las sentencias, a despecho de lo
resuelto por la propia Suprema Corte.
Todo lo
descripto hasta aquí, cuyo correlato es el imparable y creciente gasto público,
que obliga a destinar doce mil millones de dólares anuales a comprar la energía
que Argentina dejó de producir por la política del gobierno de los Kirchner y a
imprimir cada vez más moneda para hacer frente a las obligaciones que el Tesoro
asume sin mirar sus efectos, son las causas principales de la inflación que,
como dije, es la cuna de nuestros males.
Las correcciones
necesarias para permitir que lleguen a nuestro país están más allá de las
posibilidades psicológicas -¿o ya psiquiátricas?- de doña Cristina, empeñada en
despreciar la posibilidad de contar con un equipo económico preparado y
homogéneo y reemplazar esa herramienta indispensable para cualquier gobernante
por esta bolsa de gatos en que se ha convertido nuestro Poder Ejecutivo que,
además, carece de los conocimientos técnicos y de la experiencia esenciales.
Ahora, en
un ejercicio notable de la profecía -¿o será otra cosa?-, doña Cristina ha
anticipado qué decidirá el Juez que dictó la medida cautelar contra un artículo
de la ley de medios, cuando dicha medida venza el 7 de diciembre de este año. Se
buscará, a partir de entonces, acallar el disenso en la información, olvidando
que siempre nos quedará, a quienes no estamos dispuestos a tolerar el discurso
único, el recurso de expresarnos por Internet; en una época, debimos recurrir a
Radio Colonia y, en idénticas circunstancias de persecución, continuaremos diciendo
qué pensamos utilizando los nuevos canales que la tecnología ha puesto a
nuestra disposición.
Casi para
cerrar esta nota, un anuncio personal. He decidido, a pesar de mi edad, entrar
a la arena política, para lo cual necesitaré su apoyo y, en su momento, su
voto, y para dejar de ser un mero “opinador” sobre nuestra realidad y comenzar a
jugarme para modificarla. Deberé armar una estructura política y, dado que
carezco de medios económicos para difundir estas ideas republicanas masivamente,
resultará imperioso el concurso de quienes comparten este pensamiento, que tan
desordena y elementalmente he expuesto en “La Argentina que quiero” (http://tinyurl.com/bla4n57). Necesitaré
que me ayuden en el esfuerzo enorme que será intentar recuperar, sin espalda
alguna, el país que debemos –estamos obligados a ello- dejar a nuestros hijos y
nietos. Sé a qué me expongo, dadas las características del ejercicio del poder
de la Presidnte, pero, si Ud. está dispuesto a acompañar esta patriada,
hágamelo saber y comenzaremos a reunirnos para diseñar estrategias de
comunicación y para perfeccionar esos enunciados hasta transformarlos en una
verdadera plataforma electoral.
Hizo
bien, muy bien Biolcati en poner sobre el tapete la necesidad de aferrarse a la
Constitución Nacional. El próximo paso del itinerario trazado desde la Casa
Rosada es modificarla y cambiar, con ese nuevo instrumento, la forma de vivir y
de actuar de los argentinos; si tiene éxito, la alumna habrá superado a su
maestro, el revivido papagayo caribeño.
La ideología, una vez más, tratará de imponerse a la realidad y a la historia,
aunque ello conlleve transformar a la Argentina en un país en ruinas, sobre la
cual sólo flameará la bandera de La Cámpora.
Bs.As.,
29 Jul 12
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