viernes, 28 de mayo de 2021

Preguntas y comprobaciones

 


Preguntas y comprobaciones

por Enrique Guillermo Avogadro (N° 787)

 

“Para corromper a un individuo, basta con enseñarle a llamar ‘derechos’

 a sus anhelos personales, y ‘abusos’ a los derechos de los demás”.

 Gilbert Keith Chesterton

 

En el actual escenario, ¿qué probabilidades tenemos de superar la grieta, si uno de sus lados, precisamente el oficialismo, lo que pretende es destruir a la República tal como la describe la Constitución? La semana pasada pregunté cómo podría nuestro país emerger de la profunda crisis institucional, política, económica, social, educacional y sanitaria que, tan multifacética, lo golpea como nunca antes y, como respuesta, formulé un dilema de hierro: votaremos a quienes nos ofrezcan los mismos espejitos de colores que nos trajeron hasta aquí o a quienes nos dijeran que harán lo necesario (reducción del gasto público, disminución drástica de la inflación, privatización de las empresas deficitarias, liberación del comercio y las exportaciones, reforma fiscal y laboral, combate a la corrupción y al narcotráfico, regulación de la inmigración, etc.) para terminar con esta catástrofe producida por esa otra pandemia, el populismo, mucho más compleja que la que trajo el virus y que nos enferma hace tantas décadas.

 

Con enorme pena, me inclino a creer que, por distintos factores (falta de educación, pobreza y miseria, dádivas tarifarias y planes), la opción que mayoritariamente escogeremos será la primera, aún si los elegidos, como sucedió con Carlos Menem, hicieran después exactamente lo contrario a lo prometido en campaña. Pero, si quienes llegaran al poder con este ardid no fueran peronistas, seguramente se fundaría de inmediato un nuevo “club del helicóptero” formado por organizaciones sociales trotskistas, gremios de todo color, “trabajadores de la educación” y hasta subversivos autóctonos e importados, como el que en épocas muy recientes intentó expulsar a Mauricio Macri de la Casa de Gobierno antes de tiempo.  

 

Tal como quien esto escribe predijo hace tiempo, el kirchnerismo está buscando el default con el Club de Paris y el FMI y profundizando, intencionalmente, todos esos dramas sociales porque busca transformar a toda la sociedad en paupérrima y Estado-dependiente, como hicieron sus númenes cubanos y venezolanos. La carta que firmaron el 25 de mayo tantas de sus sucias espadas en ese sentido lo probó con creces.

 

Un tema absolutamente vinculado a éste es la clara deriva de nuestra política exterior hacia los dictados del Foro de São Paulo y el Grupo de Puebla, que ha obligado al Gobierno a exagerar su hipocresía internacional, tal como demostró el reciente retiro de la Argentina de la denuncia que muchos países formularon contra Nicolás Maduro ante la Corte Penal Internacional por la probada violación de los derechos humanos, traducida en asesinatos, torturas, secuestros y censura a la prensa que comete diariamente, o la negativa a condenar a la organización terrorista Hamas, equiparándola con Israel. Y el financiamiento oficial del viaje de una multitud de izquierdistas radicales a Colombia para incentivar allí las violentas e inducidas protestas que allí se realizan amerita la calificación de cínica e hipócrita que le adjudico.

 

Todo esto da cuenta del claro alineamiento de la Argentina con el eje formado por Rusia, China, Irán, Nicaragua, Cuba y Venezuela, y en la demostrada vocación por recurrir al auxilio de Xi Jinping para sus necesidades pre (vacunas) y post (financieras, pero imaginadas) electorales.

 

Todo ese panorama me obliga a formular otras preguntas: dado que ya no resulta posible financiar este Estado elefanteásico por la falta de crédito interno y externo ¿es factible realizar esos imprescindibles cambios en democracia?; aclaro que no hay posibilidad alguna de un golpe militar, porque las fuerzas armadas ya no son revolucionarias ni el mundo aceptaría hoy algo así. Pero ¿se reproducirán aquí convulsiones sociales de la magnitud de las que ocurrieron en Ecuador y todavía se ven en Chile y Colombia?; de producirse, ¿cómo reaccionaremos? Entonces, ¿cómo salir sin disolvernos como nación independiente? No tengo respuesta, pero todos debiéramos reflexionar con urgencia sobre este tema.

 

En otro orden de cosas, si usted ha tenido la enorme paciencia de leer mis antiguas notas recordará que, luego del intencional aborto de la candidatura de Daniel Reposo para ocupar el cargo de Procurador General, por haber falseado su declaración de antecedentes académicos, Cristina Kirchner propuso a Alejandra Gils Carbó, que fue aceptada por todo el arco político en forma casi unánime. ¿Estaremos ante una situación similar, donde el rol de Reposo lo ocupe ahora la resistida pretensión de modificar la ley de la Procuración, y el papel de la ex Procuradora militante lo desempeñe hoy el Juez Daniel Rafecas? ¿Nuevamente actuarán con angelical inocencia los senadores de Juntos por el Cambio, impulsados por las declaraciones de Elisa “Lilita” Carrió, que lo considera un mal menor? No hay que olvidar que este magistrado rechazó la denuncia del asesinado Fiscal Alberto Nisman contra la entonces Presidente y su entorno por traición a la Patria (memorándum con Irán) sin siquiera abrir su investigación.

 

Para terminar, sólo me resta expresar mi sincero apoyo y respaldo, personal y profesional, a Patricia Bullrich, que tuvo el enorme coraje cívico de desnudar la maloliente trama de inmunda corrupción y capitalismo de amigos que rodea a la falta de vacunas en la Argentina, convertida en un indudable delito de lesa humanidad, precisamente en el país que, con casi 77.000 muertos, alcanzó el podio de fallecimientos por millón de habitantes, sumados a una curva de contagios que no cesa de ascender.

 

Bs.As., 29 May 21

viernes, 21 de mayo de 2021

Discursos bastardos

 


Discursos bastardos

por Enrique Guillermo Avogadro (Nota N° 786)

 

“Se acabaron los valientes y no han dejado semillas. ¿Dónde están los que salieron a libertar

 las naciones o afrontaron en el sur las lanzas de los malones? ¿Dónde están los que a la

 guerra marchaban en batallones? ¿Dónde están los que morían en otras revoluciones?”.

  Jorge Luis Borges

 

Estamos acostumbrados a las mentiras de este personaje cínico y canalla que elegimos como Presidente, pero su mensaje del jueves superó sus propios records de hipocresía. Aparentemente emocionado, agradeció a los campeones de la democracia e incumplidores Vladimir Putin y Xi Jinping y a su “amigo” Andrés López Obrador su inexistente apoyo, llamó a la unidad de los argentinos para enfrentar esta catástrofe y, simultáneamente, lanzó ataques a la Ciudad de Buenos Aires, a las provincias e intendencias y, cuando no, a la Corte Suprema.

 

No asumió responsabilidad alguna por la catástrofe sanitaria, social y económica que ha provocado su inútil y corrupta gestión, no pidió disculpas por el fracaso de la costosísima cuareterna que impuso y no dio las razones por las que carecemos de las vacunas más reconocidas; y no lo hizo porque hubiera implicado confesar los delitos de lesa humanidad que ha cometido para convertirnos en el tercer país con mayor número de muertos por millón de habitantes, y por los cuales será juzgado. Aunque no haya sido él mismo quien impidió la llegada de esas vacunas para favorecer el capitalismo de amigos y coimear o forzado a China y Rusia como únicos proveedores, ni haya robado personalmente las pocas que llegaron u organizado los vacunatorios VIP, sin duda es el “responsable mediato” de todo; esa calidad es la que mantiene en la cárcel a cientos de militares, porque “hubieran debido saber” lo que pasaba bajo su mando, condenados a prisión perpetua.

 

El martes, cuando se reunieron las comisiones de Justicia y Asuntos Constitucionales de la Cámara de Diputados, perdí las esperanzas en una recuperación de la República (por algo es su nombre) Argentina. Discutían nada menos que la reforma al régimen de la Procuración General para adaptar la forma de designación y remoción de su titular y el acotamiento de su mandato, hoy vitalicio, a las necesidades del kirchnerismo en orden a obtener la impunidad de Cristina Fernández y la persecución a los disidentes. Es cierto que el tema resulta demasiado técnico para muchos pero, mientras unos pocos protestábamos en la calle, el resto de la sociedad miraba fútbol o se preparaba para VideoMatch, en una clara muestra del tobogán de degradación por el que nos deslizamos hace décadas hacia el abismo. Sólo nos rescató de la total ignominia la encendida participación de la Diputada Silvia Lospennato, que desnudó la total alienación de la agenda kirchnerista respecto a los urgentes problemas de la sociedad: salud, pobreza y miseria, desocupación, inflación, inseguridad, corrupción, etc..

 

En la medida en que la discusión sobre ese siniestro proyecto de ley, resistido por todo el arco empresarial y con destino de aborto en la Justicia, coincidió con la declaración de una nueva y suicida guerra contra el campo, me puse a pensar en la razón de la aceleración ordenada por la PresidenteVice, obvia autora intelectual de ambas iniciativas. Me parece que hay una sola y unívoca respuesta: el miedo; por eso necesita nuevamente fabricar enemigos y victimizarse. A esta altura del año y con las simultáneas crisis que estamos viviendo, ya se ha convencido que no podrá obtener los legisladores que le faltan para alcanzar los dos tercios del Senado y disponer de quórum propio en Diputados. Y la cuenta por todo lo que está rompiendo para llegar con alguna fuerza a octubre (o noviembre) –emisión, tarifas, vacunas- aterrizará en el escritorio de su patético mandatario al día siguiente de las elecciones, y habrá de pagarla con fuertes riesgos judiciales y votos perdidos con vistas a 2023.

 

Más allá del rastrero y vil papel que están interpretando casi todos los líderes de la oposición, incapaces de unificar sus posiciones para no exhibir públicamente sus patéticos desencuentros, también me pregunto por qué son una nulidad a la hora de ofrecer propuestas y planes a la sociedad que la conviertan en una verdadera alternativa de poder. Eso deriva en otro gravísimo problema: el populismo que nos autoinfligimos ha convencido a muchos que el Estado debe hacerse cargo de todo lo que consideran un derecho (luz, agua, gas, fútbol, etc.), no importa quién deba pagarlos. Este disparate, que lleva al inmenso déficit fiscal y que sólo puede atenderse con más emisión e impuestos, es incentivado desde el poder con absurdas regulaciones e intervenciones, y ha hecho desaparecer las inversiones; basta mirar qué sucede con el petróleo y el gas, la minería y el litio, la pesca, etc., o cuántas empresas internacionales se han despedido de la Argentina.

 

Esa insólita tara que padecemos nos pone frente a una opción de hierro: optaremos entre quienes propongan seguir emborrachándonos en esta fiesta impagable y quienes, convencidos de la locura que eso conlleva, se verán obligados a mentir para llegar al poder; Carlos Menem reconoció una vez que, si hubiera dicho qué iba a hacer como Presidente, no lo hubieran votado. ¿Es este dilema el que impide que Juntos por el Cambio haga público un plan concreto –si es que lo tiene- y a los partidos liberales, que ya los han presentado, mostrarse más agresivos en sus propuestas?

 

Un escenario en el que la oposición deberá mostrarse mucho más activa y, sobre todo, unificada es en las redes sociales, que son el nuevo campo de batalla en que se dirimen los relatos. Aún estamos a tiempo, pero muchos figurones deberían renunciar a sus apetencias personales para pensar sólo en el país y no poner en riesgo mayor un ya improbable futuro; sobran ejemplos en nuestro glorioso pasado.

 

Bs.As., 22 May 21

viernes, 14 de mayo de 2021

Sólo infantil ingenuidad

 



 

Sólo infantil ingenuidad

por Enrique Guillermo Avogadro[i] (Nota N° 785)

 

“La democracia había sido borrada del parlamento alemán casi sin protestas. Y los poderes otorgados a un hombre que sabe usarlos, rara vez son devueltos”. John Toland

 

Recuerdo un esencial artículo que publicó, hace once años José Enrique Miguens, al que tituló “Darse cuenta”;  explicó allí el fallecido sociólogo que el nazismo, que sólo había obtenido el 33% de los votos pero había conseguido formar gobierno en 1933, presentaba al Reichstag un proyecto de ley,  obtenía el apoyo de los conservadores y obtenía su sanción; luego, proponía otro, que era votado por los socialistas; y un tercero gustaba a los socialdemócratas. Cuando los alemanes despertaron, Adolf Hitler había concentrado todo el poder y el mundo se enfrentó a la II Guerra Mundial y al exterminio de judíos, homosexuales, gitanos, enfermos, disidentes, etc..

 

Después del duro cachetazo que le propinó la Corte Suprema por sus inconstitucionales pretensiones sobre la autonomía de la ciudad de Buenos Aires, el Gobierno continúa avanzando sobre la República, tal como quedó demostrado con los proyectos para postergar las elecciones –que una ingenua oposición convalidó, sin siquiera reclamar la boleta única- y, sobre todo, para otorgar al penoso Presidente (y, por ende, a su mandante) facultades extraordinarias, teóricamente circunscriptas a la salud pero, en la práctica, limitantes de las atribuciones de las provincias y de las libertades individuales, en un remedo de la Ley de Habilitación que obtuvo Hitler, en 1934, para terminar con la división de poderes.

 

Este disparate, expuesto como tal con la más elemental lección de derecho por el Presidente del Gobierno español, Pedro Sánchez, en la cara de Alberto Fernández durante la segunda escala del patético viaje que éste está realizando por algunas capitales europeas, sin duda será anulado a corto plazo por la misma Corte, que ya ha dejado muy en claro que no tolerará manotazos contra la Constitución y el federalismo.

 

¿Por qué Juntos por el Cambio se prestó a la innoble tarea de postergar el calendario electoral? El Frente de Todos aceptó la inclusión de una cláusula que estableció que era “por única vez” y la oposición se quedó contenta con ese “logro”. ¿Ignora acaso que enfrente sólo hay mafiosos que nunca respetan un compromiso? ¿En qué evidencias científicas apoyó su decisión? ¿Quién puede prever cómo estará la situación de la pandemia y de las vacunas en septiembre? ¿Olvidó que una enorme cantidad de países, muchos de ellos latinoamericanos, celebraron sus elecciones normalmente, a pesar de los contagios? ¿Por qué pudieron votar los bolivianos en escuelas argentinas, y no podremos hacerlo nosotros cuando estaba previsto?

 

El Gobierno sueña que, para la primavera, la economía estará mejor,  habrá conseguido superar su (tan corrupto) fracaso en la compra de vacunas y conseguirá las necesarias para inmunizar prioritariamente a sus huestes, como ya hizo con Carlos Zannini, Horacio Verbitsky y tantos otros ladrones VIPs; mientras tanto, continuará aterrando a la sociedad con sus sospechosas estadísticas de contagios y muertes. Podrá hacer entonces que miembros de La Cámpora y de los movimientos sociales ocupen la mayoría de los puestos de presidente de mesa electoral; en resumen, estará agregando otra pieza al cajón de herramientas disponibles para el fraude.

 

El Estado de Derecho, la Constitución y la Justicia están bajo fuego graneado sin que aparezcan demasiadas voces, más allá del periodismo y la academia, que lo pongan en blanco y negro todos los días. ¿Reaccionó a gritos la política cuando el vernáculo imitador de Jimmy Hoffa, Hugo Moyano, extorsionó públicamente a Francisco de Narváez, nuevo dueño de Walmart Argentina, para que pagara una monumental e injustificada indemnización a sus camioneros?, ¿qué dice hoy mismo, mientras ese corrupto sindicalista bloquea a una pequeña empresa de logística? ¿Qué hizo frente al inconstitucional recorte de fondos a la Ciudad Autónoma?

 

En otro orden de cosas, ¿no percibimos que Cristina Fernández quiere que la Argentina caiga en un nuevo default con el Club de Paris y con el FMI, además de llevar a la misma situación a las empresas a las cuales les ha prohibido pagar sus obligaciones externas? El permanente esmerilado al que somete al Ministro de Economía, Martín Guzmán, que inexplicablemente no ha renunciado aún, tiene ese propósito, y que sea el “pelotudo” Senador Oscar Parrilli su principal vocero lo confirma con creces. Y esa posición busca convertir a China en el peligroso financista de única instancia.

 

Tenemos que entender todos que a estos tipos que nos gobiernan nada les importa, con excepción de triunfar en sus grandes proyectos de impunidad y permanencia hereditaria; y que todas sus acciones, como en el ajedrez, tienen objetivos que sólo se verán varias jugadas después. Si la ciudadanía continúa cayendo en la trampa infantil de analizar cada movimiento aisladamente, cuando despierte será demasiado tarde.

 

Los sufridos lectores me preguntan qué se puede hacer para evitar este trágico final. Existe una sola respuesta: la sociedad civil debe organizarse masivamente para actuar y defender, en todos los terrenos, a la República y su Constitución, aunque ésta sea el adefesio de 1994. El mundo, y también la Argentina, están llenos de ejemplos de reacciones a favor de la democracia y en contra de quienes quieren subvertirla y transformar a cada país en una monarquía absoluta; es cierto que, muchas veces, es riesgoso hacerlo y cuesta dolorosamente caro, pero no hay alternativas. Se lo debemos a nuestros hijos y nietos, tanto como a nuestros ancestros.

 

Bs.As., 15 May 21



[i] Miembro del Consejo Consultivo de República Unida

viernes, 7 de mayo de 2021

Un horizonte de perros

 


Un horizonte de perros

Por Enrique Guillermo Avogadro[i] (Nota N° 784)

 

“Cuando la prudencia está en todas partes, el valor no está en ninguna”.

 Desiré Félicien-François Mercier

 

Hace pocos días, pregunté a Cristina Fernández cuando ordenaría a sus sicarios tomar el Palacio de Justicia. El fallo de la Corte Suprema del martes, pese a lo anticipado, no sólo sorprendió al Ejecutivo sino que aceleró la embestida contra el Poder Judicial de los mastines más salvajes del Instituto Patria; a partir de entonces, esa pregunta se volvió retórica. El horizonte de perros ladra ya no muy lejos del río.

 

Tal como sostienen los pocos halcones de la oposición, es probadamente imposible negociar con el oficialismo, que ha decidido declarar la guerra a la Constitución y a las instituciones de la República. ¿Qué diálogo se puede mantener con enceguecidos dogmáticos siempre dispuestos a puñaladas traperas y militantes de la impunidad y la tiranía? Porque eso es lo que está sucediendo: encaramados sobre el 48% de los votos que obtuvieron en 2019, han resuelto que, para ellos, no rigen la división de poderes, los derechos individuales, el respeto a las minorías, el imperio de las sentencias, la libertad de prensa, el federalismo y la autonomía de las provincias.

 

Alberto Fernández lo anunció el miércoles, cuando dijo que los fallos judiciales y las tapas de los diarios no le impedirán hacer lo que quiera. Lo que ese patético acto realizado en Ensenada escenificó fue su definitiva renuncia a ser algo más que un mero empleado de su jefa; a partir del ridículo stand-up del triste payaso de fama internacional en que se ha convertido, la escasísima autoridad que conservaba se fue por la cloaca y no podrá imponer ninguna medida que se le ocurra, ya que nadie obedece a un probado incapaz y compulsivo mentiroso, como mínimo cómplice del saqueo generalizado de las vacunas, de los test y de las compras de alimentos durante la cuarentena. Las aceptadas humillaciones a las que fue sometido en estos días, comenzando por su imposibilidad de despedir a un funcionario de cuarto nivel, trajo a mi memoria un grito que se gestó en la campaña de 1973: “Qué lindo, qué lindo que va a ser, el Tío en el gobierno y Perón en el poder”. Que se refiriera a Héctor Cámpora prueba cuánta razón tuvo Karl Marx cuando escribió, en su “18 de Brumario”, la mención a la historia que siempre se repite, la primera vez como tragedia y la segunda como farsa.

 

Como muchos alertamos a la sociedad hace tiempo, no porque seamos profetas sino meros observadores de la realidad, resulta de todo punto de vista imposible que Cristina Fernández se resigne y acepte una derrota en las urnas este mismo año; y lo entenderá como tal si no consigue hacerse con los senadores y diputados que necesita para contar con las mayorías especiales que le permitirían gobernar sin tasa, colonizar definitivamente al Poder Judicial y nombrar a un Procurador General que le responda; en resumen, sino obtuviera la impunidad que busca.

 

Ese objetivo de mínima no está hoy a su alcance, ya que conspiran contra él el generalizado pesimismo social, el cierre de las escuelas, la inocultable corrupción, la creciente pobreza, la imparable inflación, el masivo cierre de empresas, la pérdida de cientos de miles de puestos de trabajo y la terrible inseguridad que generan los narcotraficantes que el poder cobija. El único remedio que conoce el Gobierno para controlar las libertades individuales y la veloz circulación de dinero es la cuarentena estricta; pero ésta ya resulta inaplicable, precisamente porque nadie cree en Alberto Fernández y su desaparecido equipo de ¿científicos?, que tanto daño causaron a la ya maltrecha economía nacional.

 

Es por ello que hoy se incrementa el virulento ataque de sus corifeos más indignos a las instituciones. En la medida en que la Corte Suprema y otros tribunales inferiores han asumido finalmente el rol constitucional que les corresponde de impedir los abusos del Ejecutivo e, inclusive, del Legislativo, sólo cabe esperar que esos avances vayan in crescendo y que, a corto plazo, se transformen en violentos. Después de las duras derrotas electorales que sufrió el marxismo de la mano de Guillermo Lasso, en Ecuador y, sobre todo, de Isabel Díaz Ayuso, en Madrid, que han servido de advertencia a las izquierdas latinoamericanas, sugiero observar lo que están haciendo hoy mismo en Chile, en Colombia y hasta en el sur argentino para atentar contra la democracia.

 

En todos esos escenarios, patrocinados y solventados por el Foro de San Pablo y el Grupo de Puebla, están presentes comandos venezolanos, guerrilleros colombianos de las FARC y peruanos de Sendero, falsos mapuches y, llegado el momento, aparecerán aquí los asesinos liberados, los delincuentes importados, los policías corruptos, los narcosicarios, los barrabravas y otros miembros de ese corrosivo lumpenaje, como las patotas de Hugo Moyano y de Juan Pablo “Pata” Medina. Dinero para solventar ese ejército no falta, pues el kirchnerismo se ha apoderado de todas las cajas del Estado y no dudará en utilizarlo para ese siniestro propósito, ya que necesita asegurarse la perpetuidad de la que gozan Nicolás Maduro, Daniel Ortega y el régimen cubano, aunque más no sea para evitar que Cristina Fernández y sus hijos terminen con sus huesos en la cárcel que merecen.

 

Todos los ciudadanos, que hemos jurado a la bandera defenderla hasta perder la vida, estamos llamados a hacerlo ahora por la Constitución, en todo y cualquier terreno, como los espartanos de Leónidas en las Termópilas, ya que las fuerzas armadas no están dispuestas a jugarse nuevamente por una sociedad tan hipócrita y voluntariamente desmemoriada. Si no lo hacemos, perderemos la República y el futuro. ¿Con qué cara miraremos entonces a nuestros hijos y nietos?

 



[i] Miembro del Consejo Consultivo de República Unida