Preguntas y comprobaciones
por Enrique Guillermo Avogadro (N° 787)
“Para corromper a un individuo, basta con enseñarle a llamar ‘derechos’
a sus anhelos personales, y ‘abusos’ a los derechos de los demás”.
Gilbert Keith Chesterton
En el actual escenario,
¿qué probabilidades tenemos de superar la grieta, si uno de sus lados,
precisamente el oficialismo, lo que pretende es destruir a la República tal
como la describe la Constitución? La semana pasada pregunté cómo podría nuestro
país emerger de la profunda crisis institucional, política, económica, social,
educacional y sanitaria que, tan multifacética, lo golpea como nunca antes y,
como respuesta, formulé un dilema de hierro: votaremos a quienes nos ofrezcan los
mismos espejitos de colores que nos trajeron hasta aquí o a quienes nos dijeran
que harán lo necesario (reducción del gasto público, disminución drástica de la
inflación, privatización de las empresas deficitarias, liberación del comercio
y las exportaciones, reforma fiscal y laboral, combate a la corrupción y al
narcotráfico, regulación de la inmigración, etc.) para terminar con esta
catástrofe producida por esa otra pandemia, el populismo, mucho más compleja
que la que trajo el virus y que nos enferma hace tantas décadas.
Con enorme pena, me
inclino a creer que, por distintos factores (falta de educación, pobreza y
miseria, dádivas tarifarias y planes), la opción que mayoritariamente escogeremos
será la primera, aún si los elegidos, como sucedió con Carlos Menem, hicieran después
exactamente lo contrario a lo prometido en campaña. Pero, si quienes llegaran
al poder con este ardid no fueran peronistas, seguramente se fundaría de
inmediato un nuevo “club del helicóptero” formado por organizaciones sociales
trotskistas, gremios de todo color, “trabajadores de la educación” y hasta
subversivos autóctonos e importados, como el que en épocas muy recientes
intentó expulsar a Mauricio Macri de la Casa de Gobierno antes de tiempo.
Tal como quien esto
escribe predijo hace tiempo, el kirchnerismo está buscando el default con el
Club de Paris y el FMI y profundizando, intencionalmente, todos esos dramas sociales
porque busca transformar a toda la sociedad en paupérrima y Estado-dependiente,
como hicieron sus númenes cubanos y venezolanos. La carta que firmaron el 25 de
mayo tantas de sus sucias espadas en ese sentido lo probó con creces.
Un tema
absolutamente vinculado a éste es la clara deriva de nuestra política exterior hacia
los dictados del Foro de São Paulo y el Grupo de Puebla, que ha obligado al
Gobierno a exagerar su hipocresía internacional, tal como demostró el reciente retiro
de la Argentina de la denuncia que muchos países formularon contra Nicolás
Maduro ante la Corte Penal Internacional por la probada violación de los
derechos humanos, traducida en asesinatos, torturas, secuestros y censura a la
prensa que comete diariamente, o la negativa a condenar a la organización
terrorista Hamas, equiparándola con Israel. Y el financiamiento oficial del
viaje de una multitud de izquierdistas radicales a Colombia para incentivar
allí las violentas e inducidas protestas que allí se realizan amerita la
calificación de cínica e hipócrita que le adjudico.
Todo esto da cuenta
del claro alineamiento de la Argentina con el eje formado por Rusia, China,
Irán, Nicaragua, Cuba y Venezuela, y en la demostrada vocación por recurrir al
auxilio de Xi Jinping para sus necesidades pre (vacunas) y post (financieras,
pero imaginadas) electorales.
Todo ese panorama me
obliga a formular otras preguntas: dado que ya no resulta posible financiar
este Estado elefanteásico por la falta de crédito interno y externo ¿es
factible realizar esos imprescindibles cambios en democracia?; aclaro que no
hay posibilidad alguna de un golpe militar, porque las fuerzas armadas ya no
son revolucionarias ni el mundo aceptaría hoy algo así. Pero ¿se reproducirán
aquí convulsiones sociales de la magnitud de las que ocurrieron en Ecuador y
todavía se ven en Chile y Colombia?; de producirse, ¿cómo reaccionaremos?
Entonces, ¿cómo salir sin disolvernos como nación independiente? No tengo respuesta,
pero todos debiéramos reflexionar con urgencia sobre este tema.
En otro orden de
cosas, si usted ha tenido la enorme paciencia de leer mis antiguas notas
recordará que, luego del intencional aborto de la candidatura de Daniel Reposo
para ocupar el cargo de Procurador General, por haber falseado su declaración de
antecedentes académicos, Cristina Kirchner propuso a Alejandra Gils Carbó, que
fue aceptada por todo el arco político en forma casi unánime. ¿Estaremos ante
una situación similar, donde el rol de Reposo lo ocupe ahora la resistida pretensión
de modificar la ley de la Procuración, y el papel de la ex Procuradora militante
lo desempeñe hoy el Juez Daniel Rafecas? ¿Nuevamente actuarán con angelical inocencia
los senadores de Juntos por el Cambio, impulsados por las declaraciones de
Elisa “Lilita” Carrió, que lo
considera un mal menor? No hay que olvidar que este magistrado rechazó la
denuncia del asesinado Fiscal Alberto Nisman contra la entonces Presidente y su
entorno por traición a la Patria (memorándum con Irán) sin siquiera abrir su
investigación.
Para terminar, sólo
me resta expresar mi sincero apoyo y respaldo, personal y profesional, a
Patricia Bullrich, que tuvo el enorme coraje cívico de desnudar la maloliente trama
de inmunda corrupción y capitalismo de amigos que rodea a la falta de vacunas en
la Argentina, convertida en un indudable delito de lesa humanidad, precisamente
en el país que, con casi 77.000 muertos, alcanzó el podio de fallecimientos por
millón de habitantes, sumados a una curva de contagios que no cesa de ascender.
Bs.As., 29 May 21